Capitulo 4
—¡Lanthy!—Llamó Lucius bajando las escaleras de la sala común.
El primer día de clases estaba por comenzar y Iolanthe junto a Regulus se disponían a salir a sus primeras clases. Ellos nunca desayunaban, no era algo que disfrutaran particularmente.
—Hola, Lucius. Buenos días.—sonrió Iolanthe.
—Buen día, Lucius.— Saludó Regulus.
—Buenos días a ambos.—asintió a forma de saludo y miró a Iolanthe.—¿Quería saber si puedo acompañarte a tu siguiente clase?—pregunto con una sonrisa.
—Que bueno que querías, tiempo pasado.—interrumpió Regulus tomando las cosas de Iolanthe en su mano.—porque justo ahora vamos retrasados. Adiós Lucius.—sonrió de lado y se llevó a Iolanthe rapidamente.
—¿Por qué hiciste eso?—pregunto confundida, deteniendose cuando ya estaban lejos de la sala común y cerca de su salón.
—Porque, como te dije en el tren, es claro que le gustas a Malfoy y el no me ha pedido permiso para estar contigo.—se cruzó de brazos, alzando la barbilla.
Iolanthe río y cruzo sus manos detrás de la nuca de Regulus, sonriendo, a lo que este la tomo de la cintura.
—Reggie, amor, cariño, mi vida—dramatizó ella.
—Dime, cosita hermosa, luz de mi vida, fuerza de mi corazón.—dramatizó el.
—No debes molestar a Lucius, es mayor que nosotros, capitán de Slytherin, prefecto y el favorito de nuestro jefe de casa.—dijo frunciendo el ceño.—Malfoy tiene mal caracter y poca paciencia, si lo irritas demasiado irá contra ti.
—¡Ja!—la miró burlón.—Este año soy practicamente intocable, primero porque soy el mejor buscador que podrán encontrar en el equipo y segundo porque somos hermanos, necesita de mi apoyo para conquistarte.
—Quizá el no quiera salir conmigo.—se encogió de hombros.
—Claro que quiere salir contigo, solo que tú eres una negada.—rodó los ojos.
—No tengo tiempo para novios, Reggie.—se separó de el.—Nos iremos muy pronto y lo que menos quiero es encariñarme. Aparte, sabes que yo...—se calló con verguenza.
—Si, ya se que estas aguardando a que la Poción de Almas Gemelas te muestre a tu destino, pero cariño, no puedes negarte a los placeres mundanos. Mucho menos a uno como el amor.
—Callate y vamonos.—espetó sonriente.
(...)
A la hora de la cena, Severus y Regulus fueron a la sala común antes que Narcisa y Iolanthe, quienes se quedaron cenando en el Gran Comedor. Cuando llegaron se encontraron con Lucius, los hermanos Lestrange y Barty.
—¿Ocurre algo?—pregunto Severus.
—Tengo que hablar con Regulus. Bueno, con ambos.—dijo Lucius.
—Que sea en mi cuarto.—dijo Regulus y los seis fueron ahí.
Lucius se sentó en la silla del escritorio y Regulus se sentó en la cama frente a el. Rodolphus sacó un botecito de liquido azulado y todos se sentaron alrededor de ambos chicos.
—¿Qué quieres?—pregunto Regulus.
—Como supongo que ya te habras dado cuenta, me gusta Iolanthe y quiero el permiso de ambos para salir con ella.—dijo y miró a Regulus.—principalmente el tuyo.
—¿Nos pides permiso?—se burló Severus.
—Si no lo hago Reggie seguirá jodiendo mis intentos de estar con ella.—se encogió de hombros.
—No quiero que estes con ella.—dijo Regulus.
—Yo tampoco.—dijo Severus.
—Ni yo.—admitió Barty y sus amigos lo miraron.
—¿De qué lado estas, idiota?—se quejó Lucius.
—Del de mi manzanita hermosa.—sonrió tranquilo y Lucius resoplo.
—Bueno, ya.—dijo Rabastan y mostró el liquido azul.—Esto es veritaserum, aún sigue sellado para que comprueben que es real.
—Es para que le hagas preguntas a Lucius.—dijo Rodolphus.
—Severus, revisalo.—pidió Regulus.
Severus fue a su baúl, de donde sacó algunos materiales y despues de algunos minutos regreso con Regulus, asintiendo y le entregó el botecito. Lucius lo bebió completo y despues de una espera de tres minutos, empezaron las preguntas.
—¿Cual es tu nombre?—pregunto Regulus para verificar.
—Lucius Abraxas Malfoy.
—¿Edad?
—Dieciseis.
—¿Por qué casi repruebas Transformaciones en el tercer año?
—Porque el imbécil de Rodolphus me convirtió en hurón.
Todos rompieron en sonoras carcajadas. Lucius nunca había querido hablar del tema y obligó a Rodolphus a no contarlo. Fue una buena pregunta la que hizo Regulus para ver si funcionaba el veritaserum.
—Bien, lo siento—dejo de reir.—Ahora, ¿Qué intenciones tienes con mi niña?—cuestionó Regulus con rostro serio.
—La amo.
—¡¿En serio?!—preguntaron todos asombrados.
—Sí. Estoy enamorado de Iolanthe Potter.
—¿Si te dieran a escoger entre salvar tu vida o la de ella, cual...?
—Ella. Mil veces ella.
—¿Le serías infiel?
—Si ella me acepta, para mi no existirá nadie más.
—¿Tienes fetiches raros?—pregunto Severus.
—Me gusta el sexo rudo y que usen lencería de encaje.
—Todo normal—dijo Rodolphus.
—¿Te quieres casar con ella?
—Definitivamente.
—¿La obligarías a ello?
—En absoluto.
—¿Cuantos hijos quieres?
—Los que ella desee.
—¿Y si no quiere?
—Adoptamos un perrito.
—Lucius.—llamó Regulus con mucha seriedad.—Como mi amigo, ¿prometes cuidar siempre a Iolanthe?
—Con mi vida.
(...)
—Ahí en la fuente, había un chorrito, se hacía grandote, se hacía chiquito. Pobre chorrito, tenía calor...
Iolanthe Potter cantaba bajando las escaleras de su sala común. Era el segundo día de clases y estaba de muy buen humor. La falda de la escuela le quedaba un poco más por encima de la rodilla y la camisa le quedaba ceñida. Su corbata estaba ligeramente floja y ella a diferencía de sus compañeras usaba botines negros sin tacon.
—Buen día, Iolanthe.—Saludo Lucius en la puerta con una sonrisa.—¿Te puedo acompañar a tu siguiente clase?—pregunto cortesmente.
—Eh...bueno, es que Reggie y yo...
—Yo tengo que hacer algo con Severus, Lanthy.—dijo Regulus bajando las escaleras.—Ve con Lucius, te veo en clase.—beso su mejilla y salió de la sala común.
—¿Vamos?—sonrió Lucius y ella asintió.
Caminaron tranquilamente por los pasillos de Hogwarts mientras comentaban sobre las proximas pruebas de Quidditch que serían el proximo domingo. Lucius le contaba como era más que obvio que Regulus sería el nuevo buscador de Slytherin y que esperaba con el pudieran ganar la copa de la casa, puesto que desde que James Potter era capitan de Gryffindor, no habían podido conseguirla.
—Es aquí, Lucius. Gracias.—sonrió Iolanthe señalando el salón de Transformaciones.
—¿Puedo sentarme contigo en la comida?—pregunto devolviendole los libros.
—Mmm...—ladeo la cabeza y Lucius sonrió.
—Esta bien si no quieres, Lanthy. No te obligare a nada, pero no me rendire.
—¿Rendirte en que?—pregunto casi en un susurro, hipnotizada por los ojos del Malfoy.
—En conquistar tu corazón.
Acarició la mejilla de Iolanthe con una sonrisa y tomandola de la mano, beso su dorso.
—Ten un buen día en clases, querida Iolanthe.
—Tu también, Lucius.—sonrió sonrojada.
Y mientras el Malfoy partía en dirección a su proxima clase, Iolanthe sintió su corazón latir desesperadamente por aquel joven de cabellos platinado y ojos grises.
Soltó un suspiro tembloroso y sonrió.
Lucius Malfoy podría ser dulce si se lo proponía.
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