Capitulo 29
Lucius y Lanthy continuaban en la cama, cargando a su hijo y siendo observados felices por todos los demás. Regulus dio un paso al frente y se acerco a ver al bebé.
—Es hora de que conozca a su padrino.—dijo Regulus estirando los brazos.
—Eh...en realidad...—Iolanthe sonrió nerviosa.
—¡No!—exclamo Regulus ofendido.
—Oh, Merlí. Regulus, no hagas un drama.—se quejo Lucius.
—¡Regulus si que hará un drama!—dijo el mismo.
—Regulus, no.—dijo Severus.
—¡Regulus, si!
—Regulus, no.—dijo Barty.
—¡Regulus, si!
—Regulus, no.—dijo Alessia.
—Regulus, no.—dijo Regulus calmandose.—pero entonces, ¿quién es el padrino?—pregunto cruzandose de brazos.
—El padrino fue elección mía.—dijo Lucius cargando a Draco.—Me encantaría que fueses tu, Severus.
Severus abrió grande los ojos, debido a la sorpresa.
—¿Y-Yo?—se apunto a si mismo y Lucius asintió.—Me encantaría.—sonrió emocionado.
—Puedes ser el padrino político, Reggie.—dijo Iolanthe.
—Lo tomo.—dijo Regulus mirando a Severus con odio.—pero que sepan que me ofende mucho.
—Narcisa.—llamó Iolanthe.—¿Quisieras...?
—¡SI!—grito Narcisa emocionada.—¡Mil veces sí! ¡Dame aca!—le arrebato el bebé a Lucius.—Hola, Draco, soy tu mami Cissy.
—Ya, ya, ya.—dijo Alessia mientras que Barty abrazaba a los padres primerizos y los felicitaba.—Todos fuera de esta habitación y dejen descansar a Lanthy. Tu puedes quedarte Lucius.—ordenó y todos obedecieron.
Lucius se quedo parado, cargando a Draco y mirandoló con profunda fascinación y amor. Iolanthe sonreía ante la escena. Alessia le había servido una poción que la ayudaría con los dolores despues del parto, pero aún se sentía muy adolorida. Pero sintió que todo valió la pena.
Ahí estaba, su primogenito, su pequeño Draco Malfoy en brazos de su padre.
—Sabes.—llamó Lucius sin dejar de ver a Draco.— Barty y yo hemos estado planeando unas cosas y quizá, despues de nuestra siguiente misión, tengamos la oportunidad de desaparecernos del mapa de Quien-Tu-Sabes.
—¿Vas a abandonarlo?—pregunto Iolanthe impresionada.
—Sí.—asintió.—Ahora soy padre y no quiero que Draco me vea en prisión. Así que hemos hecho ese plan. Lo malo es, que si Quien-Tu-Sabes nos vence...bueno..—hizo una mueca.
—No lo hara.—dijo Iolanthe.— la luz siempre gana, Lucius.
—Sonaste como toda una Gryffindor.—se burló Lucius.
—Ese es un golpe bajo.—bromeó Iolanthe y ambos rieron.
Como si Draco entendiera de lo que hablaban, comenzó a reir.
—Se que estas con el imbécil de Black.—dijo Lucius con desprecio.— y lo respeto. Se que podemos llegar a un acuerdo sobre Draco, me adaptare a lo que tu pidas. Sus cumpleaños podrían ser en el jardín de la Mansión Malfoy y bueno, ya sabes, podría acompañarte cuando vaya al callejón Diagon y a su primer día de clases...le compre un reloj para cuando cumpla 17 años...
—¿Le compraste un reloj ya, Lucius?—se burló Iolanthe.—acaba de nacer, literalmente hablando.
—Nunca es demasiado tarde.—se encogio de hombros.—aparte, lo tengo guardado en el cajón de mi despacho, dejame gozar a mi primer y único hijo. Tengo una fortuna para gastar en el.
—Todavía puedes tener más hijos.—dijo Iolanthe.
—No.—replico de inmediato.—Yo...solo quiero hijos contigo y la vida me ha bendecido con Draco. Con el soy más que feliz.—afirmó con seguridad.
Draco lo miró fijamente y Lucius sonrió emocionado, comenzando a hablarle:
—¿Quién es mi hermoso Dragón? Tu lo eres...si, tu lo eres...Eres el Dragón de la familia Malfoy, el Dragón más fuerte de todos.
Iolanthe contemplo la escena con un hermoso sentimiento dentro. Lucius le contaba una historia, posiblemente inventada en ese preciso instante, sobre un Dragón y una princesa. Y como si el pequeño recién nacido, Draco, entendiera lo que su padre le decía, hacía muecas de sorpresa.
Lucius continuo relatandole la historia al mismo tiempo en que se sentaba junto a Iolanthe, para que así ambos pudieran contemplar a su hijo.
(...)
A la mañana siguiente, Lucius cargaba a su hijo sentado junto a Iolanthe mientras que Barty se despedía de ella y los demás. En ese momento el sonido de una aparición los alerto y todos sacaron sus varitas en alto. La puerta del cuarto se abrió y los merodeadores entraron.
—¡¿Ya te aliviaste?! ¡¿Porqué no nos avisaron?!—exclamo James sorprendido y ligeramente enfadado.
—Fe-Felicidades...—murmuro Remus impresionado.
—Gracias, Remus.—Iolanthe sonrió nerviosa.
—¿No les avisaste?—cuestionó Severus mirando con el ceño fruncido a Narcisa.
—¡Yo se lo encargue a Reggie!—se excuso Narcisa rapidamente levantando ambas manos en alto.
—A mi se me olvido.—admitió Regulus con una sonrisa nerviosa.
Sirius miró la escena con el ceño fruncido y los celos burbujeando dentro de el. Iolanthe y Lucius sentandos en la cama, juntos. Intento calmarse y recordarse a si mismo el no hacer una escena sin motivos.
—Bueno...—dijo Barty rompiendo el incomodo silencio.—Nosotros...ya debemos irnos.—informó sacudiendose el polvo imaginario de la ropa.
—Si, es verdad.—afirmó Lucius. Se acerco a Iolanthe y besó su mejilla.—prometó venir lo más pronto posible.
—Tranquilo, prometo no matar al bebé.—se burló Iolanthe.
—Tu serás una excelente madre, Lanthy.—sonrió Lucius.—no por nada haz criado a Barty y Regulus.
—¡HEY!—reclamaron ambos y los Slytherin rieron.
—Hasta pronto, manzanita.—se despidió Barty.
Ambos Slytherin se colocaron en medio de la habitación y despues de una corta sonrisa a los presentes, exceptuando a los Gryffindor, desaparecieron.
—La incomodidad se siente en el aire.—se burló Regulus y recibió un golpe en el estomago de parte de Alessia.—¡Perdón!
—¡NO PUEDE SER!—grito James cargando al bebé, quien pronto empezo a llorar.
—¡James!—lo regañaron todos.
—¡Perdón! ¡Pero es que es identico a Lucius!—se quejo James, mortificado.
Y mientras todos se acercaban a James y al bebé, Sirius fue y se sentó junto a Iolanthe, dandole un beso en los labios, abrazandola.
—¿Cómo te sientes, mi amor?—pregunto Sirius con seriedad.
—Estoy bien, cariño— dijo Iolanthe abrazandolo.— Lamento que no te informaran de mi situación. No tuve cabeza para nada, si lo hubiera recordado yo...
—Esta bien.—la interrumpió.— Esta bien. Se que no es tú culpa. Solo...
—¿Te fastidió que Lucius estuviera aquí y no tú?—completo Iolanthe con una ceja arqueada y Sirius asintió resignado.—Sirius.—lo llamó.
—Mande.—murmuró Sirius jugando con las manos de la chica.
—Nada, nisiquiera la poción de Almas Gemelas, puede cambiar el hecho de que Lucius es el padre de mi bebé.—dijo Iolanthe con seriedad y Sirius se tensó.— pero tu eres el amor de mi vida. Mi pareja. Y eso también nada ni nadie puede cambiarlo. Te amo, Sirius Black.
—Te amo, Iolanthe Potter.—dijo con los ojos cristalizados y una enorme sonrisa.
Ambos se dieron un besó, el cual fue interrumpido por el grito de James, haciendo que el pequeño Draco volviera a llorar a todo pulmón.
—¡¿Ahora qué, cornamente?!—se quejó Sirius.
—¡Quejicus es el padrino de mi sobrino!
—¡¿Qué?!
—Alguien callelos, por Merlín.—murmuró Severus.
Sirius le quitó el bebé a James y lo miró. El niño era practicamente una copia exacta de Lucius Malfoy, sin duda alguna, pero en cuanto abrio los ojos y lo miro con esas perlas grises, Sirius supó que eran los ojos de su padre, pero con la bondad de su madre. Sonrió con cariño y comenzó a mecerlo.
—Hola, cachorro. Soy Sirius, tu papá Sirius.—saludó emocionado.
Iolanthe volvió a sonreir, feliz de ver a sus seres queridos divirtiendose entre si. Feliz de que Sirius amará a Draco tanto como a ella. Feliz de que Draco había nacido bien.
Solo esperaba que todo continuara así, en paz.
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