Capitulo 2
—¡Tengan un buen año, mis niños!—exclamo Euphemia besando las mejillas de James, Sirius y Iolanthe.
Los años habían pasado y Iolanthe Potter iniciaría su quinto año en Hogwarts. Por otra parte, Sirius Black, el mejor amigo de James Potter, había escapado de casa y mudado con los Potter, quienes lo recibieron como a un hijo más.
Iolanthe miró a través de la estación 9 3/4 y contempló a Regulus Black, su mejor amigo, quien llegaba en compañía de sus padres, Walburga y Orión Black.
—Les enviare cartas, los amo.—se despidió rapidamente de sus padres, sabiendo que James no querría hacerlo hasta que ella se fuera.
Euphemia y Fleamont Potter contemplarón a su bella hija saludar emocionada a su mejor amigo y regresarón la vista a su primogenito.
—James, debes terminar esa estúpida rivalidad con tu hermana. Te recuerdo que yo también fui a Slytherin y te parí a ti, un Gryffindor idiota.—exclamo Euphemia cruzada de brazos.
—Mamá—se quejó sonrojado.
Sirius y Fleamont soltarón unas risas que hicieron que James los mirará con el ceño fruncido.
—A Sirius ni lo mires que sabes que tiene un crush con tu hermana.—se burló Fleamont y este suspiró dramaticamente, con un pequeño sonrojo.—Pero es verdad hijo, Lanthy es tu hermana menor y es tu deber cuidarla siempre, cosa que no has hecho.
—Pero...—
—Usar una corbata y gorros color esmeralda no te hacen magos oscuros, James.—regaño Euphemia dandolé un coscorrón en la cabeza.—Piensa en lo que te digo, ¿acaso no recuerdas lo unidos que eran de niños?
James recordó fragmentos de su niñez cuando ambos niños jugaban en los lagos, bajo la luvia, al quidditch. Un sentimiento de melancolía y tristeza lo embargo mientras se despedía de sus padres.
Mientras tanto, Iolanthe había ido con Regulus con cierto nerviosismo por volver a saludar a Walburga y Orión Black. Walburga no la quería, pero la trataba con respeto ya que pensaba que se casaría con Regulus en algún punto y bueno, era una sangre pura. Orión Black, por otro lado, era un poco más agradable pero bastante repugnante pues la desnudaba con la mirada cada que tenía oportunidad.
—Reggie.—saludó con una calida sonrisa.—Lady Black, Lord Black.—hizó una inclinación de cabeza.
—Señorita Potter.—saludaron ambos con frialdad.
—¿El estúpido de mi primogenito se refugio en el seno de tu familia?—preguntó Walburga con odio latente.
—Madre.—regaño Regulus con el ceño fruncido.
—Si, Lady Black. Sirius se ha refugiado en mi hogar ya que mi hermano es su mejor amigo, pero eso no tiene nada que ver conmigo.—respondió con firmeza.
—Ciertamente sabemos eso, de lo contrario no dejaríamos que siguieras juntandote con mi Regulus.—espeto Walburga.
—Bueno, es suficiente.—intervino Orión.—Que tengan un buen ciclo, chicos. Diviertanse.—deseó.
—Adios mamá, adiós papá.
—Hasta luego, Lady y Lord Black.
Subieron al tren y se acomodarón en un compartimiento de los de más al fondo. Regulus acomodó los baules de ambos y se sentaron uno junto al otro.
—Nunca me acostumbrare a saludar a tus padres.—suspiró Iolanthe.
—Con un poco de suerte, no deberás hacerlo de por vida.—dijo Regulus abrazandola por los hombros.
La puerta del compartimiento se abrió abruptamente y una delgada y preciosa rubía platinada sonrió con emoción.
—¡Ya llego por quien lloraban!
—Hola, Cissy.—saludaron ambos con una sonrisa.
—Hola, chicos.—saludó el chico detrás de ella, quien cargaba muchos baules.
—Hola, Sev.—sonrieron divertidos al ver todas las cosas que cargaba pues eran de Narcisa.
—¿Qué tal sus veranos?—pregunto Narcisa.
—Mi padre maltratandome y mi madre matandose trabajando.
—Mi hermano escapo de casa y mi madre nos lanzó un crucio a todos.
—Mi hermano sigue sin hablarme y esta algo insoportable desde que Sirius llegó a casa.
—Ah, que bonito, yo fui a Francia.—sonrió emocionada y los cuatro rieron.
—¿En serio los toturo tu madre?—pregunto Iolanthe, preocupada.
—¿Lo dudas?—musito Regulus rodando los ojos.
Iolanthe lo abrazo, recargando su cabeza en su pecho mientras subía sus piernas en las de Severus, quien jugueteo con los cordones de sus zapatos.
—Tranquilos, ya no falta mucho para cumplir nuestro sueño y podremos mandar al carajo a los Black, los Potter, los Snape y todo el mundo en general.—dijo Narcisa.
—¿La bella damita Black diciendo groserías?—se burló Severus.
—Antes muerta que convertirme en una dama de sociedad oprimida.—alzó la barbilla con orgullo.—soy más grande que esa mierda.
—Concuerdo.—dijo Iolanthe.
—Hablando de nuestro sueño.—invtervino Regulus.—¿Cuanto llevan ahorrado?
—Doce mil galeones.—dijo Iolanthe.
—Quince mil.—dijo Narcisa.
—Veinte mil.—dijo Severus.
—¿Cómo conseguiste veinte mil?—pregunto Narcisa
—Surtó las pocimas de la familia Malfoy.—se encogio de hombros.
—Yo llevo cincuenta mil y algunas propiedades que logre quitarle a mi padre.—dijo Regulus.—al menos la parte del dinero la tenemos cubierta, pero ya deberíamos ver a donde nos iremos.
Los cuatro Slytherin eran los mejores y no eran ignorantes de lo que sucedía actualmente en el mundo. Sabían que aquel mago oscuro llamado Voldemort estaba tomando mucho poder y que pronto se avecinaba una guerra...y ellos no serían parte de eso.
A Severus y Regulus ya llevaban tiempo rondandolós, buscando que se unieran a ellos, pero no lo habían conseguido ni lo conseguirían. Los cuatro estaban decididos a que en cuanto Severus y Narcisa culminaran su septimo año, partirían a un lugar muy lejos de toda la guerra. Juntos.
Llevaban desde su segundo año ahorrando para ese sueño y cada día era más posible.
—¿Te presentarás a las pruebas de Quidditch este año?—pregunto Iolanthe.
—Sí, esta vacío el puesto de buscador y si no pretendo quedarme hasta culminar Hogwarts al menos no me quedare con las ganas de entrar al equipo.
—Estoy segura que quedarás, eres el mejor.—beso su mejilla.
—Oigan, les tengo un chismesito.—sonrió Narcisa.
—Uhh...chismesito, me gusta.—sonrió Regulus.
—¿De que se trata?—pregunto Severus sentando a Iolanthe sobre sus piernas mientras le trenzaba el cabello.
—Bellatrix y Rodolphus fueron comprometidos.
—¡A la madre!—exclamo Regulus ahogandose con su propia saliva.
—No jodas...—susurró Severus con los ojos abiertos.
—Alabado sea Merlín, ¿saben lo maldito que será el niño que engendren? —Dijo Iolanthe estremeciendose ante la idea.
—¿Cómo paso eso? ¿La tía Druella los obligo?—pregunto Regulus.
—Sip, y como Andy escapo de casa terminando Hogwarts para casarse con el sangre sucia de Ted Tonks...pues...—se encogió de hombros.—A mi me buscará marido hasta que este en mi ultimo año, pero para ese punto nosotros ya habremos escapado de aquí.—guiño un ojo.
—Cierto. —Concedio Severus.
—Oigan, ire a comprar al carrito, ¿Me acompañan?—pregunto Iolanthe, levantandose.
—Claro, fresita.—dijo Regulus levantandose.
—Me traen dulces.—pidieron Narcisa y Severus.
Regulus y Iolanthe salierón del compartimiento y comenzarón a buscar a la señora del carrito con suma paciencia, caminando tranquilamente hasta que la encontraron vendiendo justamente frente al compartimiento de Lily Evans, Marlene McKinnon y Dorcas Meadowes. Las tres chicas miraron con recelo a ambos Slytherin, causando que rodaran los ojos con descaro.
Una vez terminaron de comprar, cerraron la puerta de su compartimiento con fuerza.
—Como si fueramos a pedirles que nos dejen entrar.—se burlo Regulus.
—¿Qué van a pedir, queridos?—pregunto amablemente la señora.
Debatieron durante algunos minutos hasta que Regulus decidió llevarse diez ranas de chocolate y cuatro varitas de regaliz, la mitad sería para Severus. Iolanthe escogió para Narcisa dos empanadas de cajeta y una rana de chocolate; para ella misma se tomó un paquete de galletas de chispas de chocolate, dos ranas de chocolate y quince plumas de azucar.
—¿Cuanto es?—pregunto Iolanthe buscando en su bolso.
—33 galeones, querida.—dijo la señora del carrito.
—Aquí tiene.—dijo una voz detrás de ella.
Iolanthe se giró en ese momento, topandose con unos atrayentes ojos grises.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro