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Capitulo 13

Las semanas siguientes fueron dificiles para todos los alumnos en Hogwarts, en especial para los mestizos y nacidos de muggle despues del ataque a Lily Evans y Iolanthe Potter. En el periodico no dejaban de salir las familias asesinadas por los mortifagos y al menos una vez al día, un alumno era llamado para darle la noticia de su familia herida...o usualmente muerta.

Las cosas en Slytherin estaban tensas desde aquel día en que Iolanthe recibió un crucio para salvar a Lily Evans. Ahora Iolanthe, Narcisa, Severus y Regulus se sentaban al final de la mesa, alejados de todos. La unica excepción podría ser Lucius, quien poco o nada le importaba la opinión de los amigos de su novia, el iba y se sentaba junto a ella.

Iolanthe, por otro lado, estaba en una posición dificil. Gran parte de su ser desconfiaba de Lucius, pero al mismo tiempo no sabía que pensar. Aunque su novio no tuviera la marca de los mortifagos, era obvio que si que tenía algo que ver al respecto.

La chica Potter podría parecer dulce, inocente, incluso ingenua.

Pero ella era una Slytherin.

Ingenua era lo último que ella podría ser.

Iolanthe era sumamente inteligente, astuta y perspicaz. Tal y como todo Slytherin debe ser. 

No había hablado con sus amigos al respecto, pero sabía que ellos también desconfiaban de Lucius. Y no quería hablar con ellos por el simple hecho de que sabía que ellos le dirían lo que ya pensaba e intuía. 

Y ella no estaba lista para escucharlo.

Pero realmente no importaba si ella no les decía nada, igualmente Severus continuaria recogiendola en todas sus clases optativas que no compartía con Regulus, Regulus seguiría pegado a ella como chicle en las clases que si compartían y Narcisa continuaría dejando bombas fetidas en la alcoba de Lucius.

—¿Se quedaran para Navidad?—pregunto Severus viendo el tablero de nombres.

—No.—dijo Narcisa.—y tu tampoco. Le dije a mi madre que me quedaría en Navidad pero debemos ir a ver tu casa.

—Bien. Entonces anotare mi nombre, ¿y ustedes?—pregunto Severus a Regulus y Iolanthe.

—Lucius me invito al baile de navidad que hará en su Mansión.—dijo Iolanthe clavando la vista en sus alimentos.— Es el primer evento que hace desde la muerte de sus padres así que quiero ir para apoyarlo.

—Yo también ire.—dijo Regulus y ella lo miro.—Los Black estamos invitados, así que ahí me veras, amor.—besó la mejilla de la chica y ella sonrió.

En la otra esquina de la mesa, Lucius y los demás hablaban en voz baja, mirando desconfiadamente a sus lados y moviendo sus comidas sin estar realmente comiendo.

—¿Cómo van las cosas con manzanita, Lucius?—pregunto Barty con la mirada entristecida.

—Esta más tranquila desde que vio que no tengo la marca.—Lucius hizo una mueca.— pero aunque no lo diga se que sigue desconfiando un poco de mi. Si no fuera por el imbecil de su hermano y del estúpido de Sirius...—golpeo la mesa.

—Mejor relajate, Malfoy.—dijo Rabastan.—No ganarás nada así. Pero dime, ¿qué se supone que harás cuando ya tengas la marca? ¿Crees que ella no lo notara mientras hacen el amor?—pregunto ironicamente.

—Ella me aceptara.—afirmo Lucius.—Lanthy y yo nos amamos. Así como yo nunca le haría daño, ella tampoco me lo haría. Cuando llegue el momento...Lanthy y yo permaneceremos unidos.—dijo con una seguridad que realmente no sentía.

Lucius estaba preocupado, perder a Iolanthe era algo que no estaba dispuesto a que pasara, pero la sentía tan insegura a su lado desde lo que paso, que perderla era una gran posibilidad. Suspiro pesadamente y paso una mano por su rostro. Si no hubiera sido por Bellatrix que lanzo el crucio a Evans, Iolanthe nunca se habría interpuesto. 

Tomó un sorbo de su zumo de calabaza e intento tranquilizarse. Iolanthe y el se amaban, no había nada de que preocuparse. Todo saldría bien.

(...)

Cuando las vacaciones de invierno llegaron, todos los alumnos que no pasarían la navidad en Hogwarts se encontraban arrastrando sus baules entre la nieve hasta llegar al Tren escarlata que los llevaría a la estación 9 3/4 en King Cross. 

Los cuatro Slytherin se acomodaron en un compartimiento y a diferencia de todos los demás alumnos que rapidamente comenzaban a conversar, ellos siempre se ponían a leer. Iolanthe se sentó en medio de Severus y Regulus, colocando su cabeza en el pecho de Regulus y las piernas sobre las de Severus y mientras ambos chicos le daban mimos, los tres leía. Por otro lado, Narcisa se acosto a todo lo largo del asiento frente a ellos y comenzo a pintarse las uñas.

El viaje fue tranquilo y para antes de darse cuenta, ya habían llegado a su destino. Iolanthe se despidió de sus amigos en cuanto bajaron del tren y se dirigió hasta sus padres, quienes ya estaban saludando afectuosamente a los merodeadores.

—¡Lanthy!—Euphemia sonrió.—¿Cómo has estado, mi niña? ¿Cómo sigues?—pregunto preocupada, acunando el rostro de su hija entre sus manos.

—¿Ha vuelto a suceder algo? ¿Quieres que pasemos a San Mungo antes de ir a casa?—pregunto Fleamont preocupado.

—Estoy bien, mami. Gracias, papi.—sonrió Iolanthe y beso la mejilla de ambos.—No me ha vuelto a pasar nada y ya estoy bien. Madame Pomfrey podría dirigir San Mungo si quisiera—bromeo y ellos rieron.

—Bien, en ese caso, todos tomense de las manos.—ordenó Fleamont. 

Iolanthe se tomó de la mano de James y Sirius, quienes a su vez tomaron las manos de Peter y Remus, y estos de los patriarcas Potter. Sintieron un tiron en el estomago y cuando abrieron los ojos, ya estaban en la sala de la casa Potter.

—Mamá, papá, ¿puedo hablar con ustedes un momento?—pregunto Iolanthe.

Todos miraron a la menor de los Potter, sus padres asintieron y fueron hasta el despacho de Fleamont, donde mientras sus padres se colocaron en el escritorio, Iolanthe se sentó frente a ellos.

—¿Qué pasa, cariño?—pregunto Fleamont con preocupación.

—Bueno, solo quería informarles que no pasare navidad aquí. Lucius me invito al baile que dara en su Mansión. El mismo vendrá por mi.—dijo nerviosamente.—Regulus también irá.—añadió.

El matrimonio Potter se miró entre si. James y Sirius les habían enviado una carta contandoles todo lo que había pasado, desde como crearon el mapa del merodeador con el cual ven los nombres de toda aquella persona que se encuentre en el colegio, en cualquier lugar. Así es como habían descubierto que los seis atacantes de Lily y Iolanthe habían sido Rodolphus Lestrange, Rabastan Lestrange, Bellatrix Black, Theodore Nott, Barty Crouch Jr y Lucius Malfoy.

—Cariño, no se si...

—Mamá.—intervino Iolanthe.—quiero estar con Lucius ese día, es nuestro aniversario. Nuestro primer aniversario.—sonrió timidamente.—Por favor.

—Bien...pero te quiero aquí antes de las 2 de la mañana.—concedió Euphemia, ignorando la mirada preocupada de su esposo.

—¡Gracias, mami!

Iolanthe beso la mejilla de sus dos padres y salió rapidamente del despacho, antes de que se arrepintieran. Fleamont giro su silla y miro a Euphemia.

—Es necesario.—dijo ella respondiendo a la pregunta interna de su esposo.— Iolanthe necesita ella misma ver la verdad y mientras eso no pase ella siempre querra estar con el. Dejemosla ser feliz un poco más.

—Bien.—murmuró Fleamont.

Solo esperaban que nada malo ocurriera en aquella fiesta y que su hija regresara sana y salva.


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