𝑨𝑵𝑰𝑽𝑬𝑹𝑺𝑨𝑹𝑰𝑶
|𝖠𝖭𝖳𝖤𝖲 𝖣𝖤 𝖫𝖤𝖤𝖱|
Antes de que comencéis a leer, me gustaría comentaros una cosita.
Primeramente, esta parte es una especie de especial por dos razones: a) el 01/01/2020 fue cuando inicié la historia, lo que quiere decir que ha cumplido un añito; y b) hemos superado las 100k de leídas. A diferencia de los otros especiales, los actos que suceden en este SÍ han pasado en la realidad o podrían hacerlo.
Debo avisaros de que NO, y digo NO, me hago responsable de lo que puedan generar los siguientes acontecimientos en TU PERSONA. Eres libre de leer si así lo deseas. Eso sí, atente a las consecuencias de tus actos (inserte risa malvada).
Ahora sí, tened buena lectura:
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ANIVERSARIO
Soy la alfa, bebé
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Me encontraba en el vestidor de la habitación, tratando de ordenar las montañas de ropa que se encontraban en distintos puntos de la casa. Un resoplido abandonó mis labios al ver prendas de Jacob mezcladas con las mías, por lo que llevé mi mano derecha al puente de la nariz y lo pellizqué levemente.
Luego de una hora, conseguí llenar todas las perchas y huecos de estanterías con la ropa doblada, de forma que no parecía que una manada de leones había entrado allí. Eso me permitió ver una bolsa en una esquina de la habitación por lo que avancé hasta ella con el ceño fruncido. Me agaché delante, ignorando el crujido de mis rodillas y tomé entre dos dedos la pequeña etiqueta que colgaba de ella. Ponía mi nombre en una caligrafía que conocía perfectamente.
Alice...
Que ella me hubiera mandado una bolsa de ropa me daba mal rollo, demasiado. Nunca se sabía lo que aquella pequeña duendecita tramaba en su cabeza.
Abrí la bolsa y tomé una prenda entre mis manos, abriendo los ojos como platos al ver lo que era. La dejé sobre mi pierna y saqué más, todo de la misma marca y aparentemente, de temporada. Solté un pequeño jadeo, intentando pensar que fragmento de visión podría haber visto la pequeña vampiresa.
Me levanté de un salto y caminé de vuelta a mi habitación. Giré la cabeza, moviendo mis rizos en el acto, y mi mirada chocó con el calendario. Rodeado quinientas veces por mí misma, había un acontecimiento que tenía lugar al día siguiente. Y fue cuando entendí aquella bolsa.
Mi teléfono en el bolsillo trasero comenzó a sonar y no me hizo falta mirar el contacto para saber que se trataba de ella. Era predecible.
—Eres malvada.
Soltó una pequeña y angelical risa.
—Así que al final has encontrado mi pequeño regalito. ¿Te gusta?
—Lice, no me voy a poner eso.
—Claro que sí, y te puedo asegurar de que a Jacob le va a gustar.
—¿Cómo puedes estar segura si solo ves fragmentos de visiones?
La escuché resoplar, seguido de una fuerte carcajada. Parecía que un oso se estaba ahogando.
—He hecho una pequeña investigación. Si no le gusta, deberías pedirle el divorcio.
—¡Alice!
—Solo bromeo. Tú hazme caso, ¿sí?
—¿Tengo otra opción?
—Nopi.
—Espero que sea la última bolsa que haces llegar a mi habitación, Cullen.
Se volvió a reír, seguida de otras risas de su familia.
Menuda panda de cotillas.
—No te prometo nada, Eli. Te dejo, ¡pásatelo bien!
Sin dejarme tiempo a gruñir, Alice colgó la llamada, aunque fui capaz de escuchar por última vez aquella risa tan peculiar. Realmente sabía que era la de Emmet, pero parecía un oso.
Volví de vuelta al vestidor, mirando las prendas de encaje que Alice me había mandado y que había dejado apoyadas de cualquier manera. Las volví a coger para luego dirigirme al baño, para ponerme a lavarlas a mano. Debía ser rápida si quería que Jacob no las viera, por lo que luego de lavarlas, la metí en la secadora. Me senté, apoyando la cabeza contra la lavadora, mientas esperaba a que la otra máquina acabara. Luego de media hora, que se me pasó lentamente, la secadora me pitó al lado del oído, por lo que saqué las prendas rápidamente. Estaban completamente secas, por lo que me levanté de un salto y las guardé en el vestidor lo más rápido posible.
Caminé para coger la bolsa para guardarla, y fue cuando me di cuenta de que había más cosas dentro, aunque no eran ropa. Me reí, y la risa se convirtió en tos cuando mis dedos rozaron el metal frío de lo que intuía que eran esposas. Según veía, había dos ejemplares, recubiertas de pelo azul. Me volví a reír, mientras sacaba otra cosa distinta. Era larga y de cuero, y hasta que estuvo completamente fuera de la bolsa no me di cuenta de que era un látigo.
¿Pero en qué puñetas piensa esta mujer?
Ya las esposas me parecían demasiado, mi mente descartó al momento el látigo. ¿Era alguna especie de chiste porque ambos éramos animales salvajes? No me acababa de hacer gracia y se manifestó en un suave sonrojo en mis mejillas.
Para mi suerte, no había nada más en aquella bolsa, que casi parecía la caja de Pandora. Suspiré aliviada, mientras pensaba donde guardarlo para que Jacob no lo encontrara. Si se le cruzaba un cable con el lívido que tenía, podía acabar muy mal para mi espalda. El solo pensarlo hizo que un escalofrío me recorriera la columna. Guardé aquellos aparejos en lo más profundo del armario, asegurándome de que no pudieran hacer ningún destello que llamara la atención de mi marido.
Por un segundo lo consideré. ¿Realmente estaba pensando en sacar de quicio a Jake? Oh, realmente sí. ¡No me lo podía creer!
Me mordí el interior de la mejilla, para luego tirarme en la cama. Cerré los ojos y casi sin darme cuenta, mi mente comenzó a trazar un plan mental para el día siguiente. Ni siquiera me llevó demasiado tiempo, era como si aquello que Alice me había mandado hubieran sido los detalles que completaran el puzle.
Espero que me acepten en el cielo después de esto.
Aunque lo dudaba mucho.
Fruncí el ceño mientras apretaba el mechero por décima vez, soltando un pequeño gruñido molesto. Era la última vela que me quedaba por encender y realmente me estaba desquiciando viva. Chasqueé la lengua cuando logré que volviera a llamear, para luego acercarlo con rapidez a la mecha de la vela. Observé como comenzaba a arder y dejé el mechero en su sitio.
Me acomodé el pelo, que por alguna razón me había molestado en planchar, por quinta vez en los últimos treinta minutos. Me miré en el espejo, apretando levemente la mandíbula, ya que nada me convencía. Ni mi plan ni las velas ni mi estúpido vestido. Quería meterme en la cama y hacerme una bolita.
No, Lizzie, no.
Me acomodé el vestido, pensando en que parecía que iba a una gala en vez de a celebrar un aniversario. Sacudí la cabeza, borrando de mi mente aquel pensamiento y levanté la barbilla, mirando mi propio reflejo con los ojos entornados. Ahí estaba, la mirada que necesitaba.
Evité sonreír al escuchar la puerta principal cerrándose y notar el olor de Jacob. Me volví a mirar, dándome un último repaso para luego escuchar cómo se quejaba de mis instrucciones. Le había dejado una nota encima del traje, diciéndole que se lo pusiera luego de ducharse en el piso de abajo. Aunque lo escuché protestar, sus pasos se dirigieron a donde yo lo había mandado. Fui capaz de escuchar la ducha y coloqué la vela que acababa de encender en su sitio.
Caminé hasta la ventana y me apoyé en el alféizar, mientras observaba a un pajarillo revolotear por cerca de mi ventana. Cuando pensé que se iba a llevar un golpe contra el cristal, un pájaro de tamaño mayor apareció y lo condujo por otro camino. Sin duda era uno de sus padres.
—Amor...
El jadeo de Jacob me hizo girarme en el sitio, para mirarlo. Se había puesto el traje negro que había buscado en su armario, y me miraba con la boca abierta.
—Bienvenido a casa. —esbocé una pequeña sonrisa mientras él parpadeaba varias veces. —¿Te encuentras bien, bebé?
—Yo...tú...
Me eché a reír, cerrando mis ojos por unos segundos, para luego abrirlos con decisión. Como un león acechando a su presa, me acerqué a Jacob, mientras mi sonrisa se ladeaba.
Narrador Omnisciente
Lizzie se acercaba lentamente a un sorprendido Jacob, que no dejaba de mirarla de arriba abajo como un bobo. Aquel vestido negro era simplemente perfecto para las curvas de la Quileute, y el descendiente Black no pudo hacer otra cosa que tragar saliva.
La primogénita de los Wolf estiró la mano para tomarlo, jalándolo hacia ella y encontrando sus labios en un beso apasionado. Los fuegos artificiales comenzaron a estallar en el cerebro de Jacob. Apenas podía respirar. La sensación de los labios de la chica, tan cálidos y suaves contra los suyos lo abrumaba. Pero no acababa de entender aquel brillo tan raro en sus ojos, por eso se apartó, algo sorprendido.
—Lizzie, ¿qu...? —comenzó, pero sus ojos obsidiana se dirigieron a los labios contrarios y su expresión sorprendida cambió radicalmente.
Le puso una mano en la mejilla y la atrajo para darle otro beso. Esta vez fue desesperado. Lizzie le devolvió el beso, luego de soltar una pequeña risa, agarrando el cuello de su camisa blanca y acercándolo más a ella. Su lengua jugueteó con el labio inferior y el chico notó como se le debilitaban las rodillas. Dejó escapar un gemido ahogado, oportunidad que ella aprovechó para besarlo más profundamente. Sintió como su brazo envolvía la parte baja de su espalda y sus caderas chocaron de forma brusca contra las de él.
Jacob soltó un pequeño gemido en sus labios, solo haciendo que Lizzie sonriera fugazmente. Le soltó el cuello y delineó su mandíbula con un dedo, luego de pasar los dedos por su cabello. Su lengua se introdujo en su boca y ella dejó escapar un gemido involuntario contra los labios del chico.
Sus respiraciones irregulares se entremezclaron en el breve espacio entre besos, aferrándose el uno al otro como si hubieran estado muriendo.
—¿Qué demonios? —jadeó Jacob.
—Es nuestro aniversario, bebé. —ronroneó ella.
Él gruñó, para volver a atraerla hacia él. Lizzie le devolvió el beso, ahuecando su rostro entre sus manos y sonriendo. Una ráfaga de calor se disparó en el cuerpo de ambos, haciéndolos jadear.
Jacob se separó lentamente y la miró, sus ojos negros mirándola con amor. Ella sonrió.
—Eres tan hermosa. —susurró.
—Oh, cállate. —rio ella.
Lo besó nuevamente, y sus manos se deslizaron hasta encontrar el camino debajo de su camisa blanca. Acarició levemente su abdomen mientras se besaban, lanzando descargar que comenzaban a volver loco a Jacob. Él jadeó en sus labios y ella dejó su boca para moverse hacia su cuello.
Jacob dejó escapar un suspiro y dejó que sus ojos se cerraran, mientras tenía entre sus dedos algunos mechones del medio de la chica. Sus labios podrían haber estado dejando marcas de quemaduras, por lo caliente que se sintió en ese momento, y ella lo sabía.
Lizzie se separó del beso de golpe, haciendo que él la mirase sorprendido. Lo empujó hacia la cama, donde aterrizó con las piernas abiertas, su erección claramente empujando la tela de su pantalón de traje. Estaba sin aliento y desesperado, y ella lo sabía a la perfección.
Se arrastró lentamente hasta la cama de rodillas, esbozando una sonrisa de lado. Prácticamente podía notar el calor saliendo de él.
Ella lo besó de forma profunda, ganándose un gemido gutural que salió desde las entrañas. Dejó que sus caderas se frotaran burlonamente contra su erección. Lo sintió temblar debajo de ella, y él gimió.
—Amor, por favor...
Sus palabras de súplica hicieron que Lizzie sonriera de manera macabra, mientras se arrastraba hacia atrás. Sin dejar de mirar los ojos obsidiana desabrochó la camisa blanca y se la quitó junto a la chaqueta. Sus labios descendieron por los pectorales y abdominales, dejando suaves mordidas que lo hacían temblar. Hasta que se quedó unos centímetros por encima de su pene.
Jacob la miró mientras ella le bajaba los pantalones del traje y luego los bóxer, mientras apretaba la mandíbula. Su erección estaba dura como una roca, pero no era suficiente. Lizzie se lamió los labios, mientras lo miraba con diversión. Estaba apoyado sobre los codos, dándole una mirada suplicante.
—Amor...
Para la sorpresa del chico, ella se echó a reír. Se arrastró hasta hacer chocar sus labios de nuevo, y mientras se besaban, envolvió su puño alrededor de su longitud y comenzó a acariciarlo. Su gemido de alivio fue lo que ella aprovechó para empujar su lengua dentro de su boca. De vez en cuando soltaba un grito ahogado o un gemido que hacía sonreír a la chica, acariciándolo más rápido.
Ella se separó de sus labios y lo miró a los ojos, sin detener su movimiento. Su mirada estaba nublada, como si estuviera borracho, y su respiración era superficial. Lizzie se mordió el labio y luego inclinó la cabeza para besar su cuello, mordiéndole el lóbulo de la oreja.
Aquello solo lo hizo gemir en voz alta.
—Amor...joder...
Ella continuó besando su cuello y acariciándolo, pero sabía que eso no sería suficiente para él. Mirándolo a los ojos, arrastró su cuerpo de regreso a donde había estado antes y desaceleró la mano. Lo tenía completamente a su merced. Lo miró, viéndolo tan impotente que casi no parecía él, algo que le arrancó una sonrisa maliciosa.
Comenzó a girar su lengua a lo largo de su punta y donde su cabeza se conectaba con el eje. Jacob gimió y dejó caer la cabeza hacia atrás casi golpeándose con el cabecero, sus caderas se movieron levemente.
—Demonios...no...no pares...—suplicó, entre respiraciones entrecortadas.
Volvió a reír, mientras le plantaba un pequeño beso en la punta, sin dejar de mirarlo divertida. Él gimoteó, para luego ver como tomaba tanto de él como podía con su boca, usando su mano para darle placer. Sus caderas se movieron de nuevo y un entrecortado "Joder...sí" llegó a sus oídos.
Ella comenzó a mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo, ejerciendo presión sobre su eje con la lengua. Por el rabillo del ojo vio a Jacob elevar la cabeza y mirarla, lo que solo la hizo reír mentalmente. Lo lamió y chupó con las fuerza, manteniendo un ritmo tan constante como pudo a pesar de sus contantes embestidas involuntarias. De repente, su gemido se hizo más fuerte y desordenado, dejando saber a Lizzie que estaba cerca.
—Sí...joder...sí...
Chupó con fuerza, ahuecando sus mejillas mientras apartaba los labios y los bajaba.
Jacob jadeó y gimió.
—Lizzie.... no puedo...—pero fue interrumpido.
Abrió los ojos, viendo como Lizzie se apartaba y lo miraba con una sonrisa maliciosa. Aquello hizo que gimoteara.
—Lizzie...
—¿Qué pasa, bebé? —preguntó de forma burlona, mientras lo acariciaba con la mano.
—Por favor, Lizzie.
Lizzie se inclinó, haciendo rozar sus labios con los de Jacob, sin dejar de mover su mano.
—¿Por favor qué? —apretó el agarre, haciéndolo gemir. —¿Qué quieres, bebé?
—Déjame correrme, amor...
Ella esbozó una sonrisa maliciosa.
—Yo soy la alfa, bebé. —habló, mientras sacaba de su espalda las esposas y lo esposaba a la cama. —Yo mando.
—Lizzie...—gruñó, intentando moverse.
Lizzie chasqueó la lengua, mientras negaba con la cabeza.
—No te vas a salir con la tuya, hoy no. —su sonrisa maliciosa creció. —Tú te burlas de mí y me irritas delante de los demás, pues este es tu castigo.
En el fondo sabía que se estaba castigando también a ella misma, pero ver la mueca de desesperación de Jacob era suficiente para ella.
—Amor...
Negó con la cabeza de nuevo, para luego llevar las manos a la espalda y desabrochar el vestido. Jacob tragó saliva al verla quitarse la prenda y se removió inquieto en cuanto la lencería de encaje roja estuvo en su plano de visión.
—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó de forma coqueta, mientras gateaba por la cama.
—Lizzie...amor...por favor...—jadeó, moviendo las esposas.
—Todavía no.
Se colocó a encima de él, moviendo sus caderas contra la erección. Jacob gruñó mientras ella soltaba un suspiro tembloroso.
<<Mantente firme, Lizzie.>> se regañó a si misma.
Sin dejar de mirarlo a los ojos, comenzó a simular pequeñas embestidas, rotando su cadera. Aquello solo logró que Jacob gimiera, mientras apretaba los ojos con fuerza. Se inclinó y rozó sus labios con los de él, para luego dirigirse al cuello y comenzar a succionar, sin dejar de mover sus caderas.
—Amor...amor... por favor...—Jacob jamás suplicaba y lo estaba haciendo. — por favor, suéltame. Por favor, amor.
Lizzie levantó la cabeza y lo miró algo seria, mientras apretaba sus piernas, causando un gemido.
—¿Quién es la alfa, bebé? —demandó, y al no obtener respuesta, llevó la mano a la erección y la apretó. —¿Quién es?
—Tú...amor...tú.
—No te escuchó. —canturreó.
—Demonios, amor. Tú eres la alfa, y solo tú. —la miró con ojos de cachorro. —Por favor, suéltame.
—¿Para qué?
—Quiero tocarte, amor.
—¿Ah sí? —ladeó la cabeza. —¿También quieres follarme, bebé? ¿Eso quieres?
—Sí, sí...Por favor...
Lizzie soltó una risita, ya que su plan había sido un total éxito. Sacó las llaves de su sujetador, haciendo que los ojos de Jake se abrieran como platos, para luego abrir las esposas, liberando las manos del chico.
—Nunca más te llevaré lo contraria. —prometió Jacob en un jadeo, mientras rodeaba la espalda de ella.
—No te lo crees ni tú, bebé. —sonrió divertida, rozando sus labios. —Ahora sé bueno, ¿sí?
Jacob sonrió, para luego dar un giro y hacer que la espalda de la chica chocara contra el colchón. Le quitó la lencería con las manos temblorosas, bajo la mirada divertida de Lizzie.
Los dedos del chico se deslizaron por el torso y el abdomen de Lizzie, hasta llegar a su centro. Jacob soltó un gemido al notar como se deslizaban con facilidad en su interior, mientras ella suspiraba.
—Realmente me gano un castigo, pero demonios, amor, no tengo paciencia. —Jacob se colocó encima de ella, rozando sus labios. —Te mereces tocar el cielo, preciosa, pero no puedo más.
—Vamos, bebé. —Lizzie le succionó el cuello. —Hazlo de una buena vez.
Jacob separó las piernas de ella, para luego guiar su punta hacia su entrada y empujarla. Ambos gimieron en voz alta y los ojos de Lizzie se cerraron. Dejó escapar un gemido ahogado al sentir el aliento en su cuello y luego, Jacob comenzó a moverse.
La sensación de su longitud entrando y saliendo lentamente de ella no se parecía a ningún otro placer que pudiera conocer. Sintió que su núcleo se tensaba alrededor de él y un gemido estremecedor se escapó de los labios de Jacob.
—Joder, amor...si haces eso, no duraré mucho.
Sus palabras hicieron que se riera de forma temblorosa. Gimió en su cuello cuando él comenzó a empujar más profundo y rápido. Sus gruñidos y gemidos en su oído llenaron su mente, como si se tratara de una jodida droga.
En cada caricia, frotaba su punto más sensible, haciendo que Lizzie clavara sus uñas en su espalda. Sintió sus hombros y los músculos de la espalda tensarse mientras la golpeaba una y otra vez, su respiración irregular en el cuello solo enviaba descargas eléctricas por todo el cuerpo.
Lizzie se encontró perdiendo su propio control. Sus gemidos se volvieron fuertes y desordenados.
Todo lo que le importaba era el placer que sentía y lo que deseaba era sentirlo más profundo. Por eso, envolvió sus piernas alrededor de su cintura, lo atrajo hacia ella, y una ola de placer la recorrió entera cuando sus caderas chocaron contra sus muslos.
Jacob gimió al sentir el pulso de su miembro dentro de ella.
—Oh, joder...Amor...
Los ojos de Lizzie se abrieron para mirarlo. Incluso en aquellas circunstancias, él no dejaba de llamarle de aquella forma.
Llevó sus manos hacia su mandíbula y lo atrajo hacia sus labios, encontrándose con su boca abierta. Jacob reanudó las embestidas, ahora llenándola por completo con cada una. Su punta golpeaba el punto más sensible. Y le devolvió el beso, tan fuerte y pasional como pudo, entre gemidos.
Lizzie podía sentir que se acercaba. Jacob presionó los labios en el hueco de su clavícula y soltó un jadeo, mientras maldecía en voz baja. Se agachó y agarró su pantorrilla, tirando de su pierna hacia arriba, permitiéndose un nuevo ángulo. Esa sería la muerte para ambos.
Ella gritó de placer, casi sin poder evitarlo, por la nueva posición. Escuchaba la respiración de Jacob cada vez más irregular.
—Demonios...sí, sí...joder...no pares, bebé. —Lizzie gemía, arqueando al espalda.
Aumentó el paso, hasta el punto en el que ella pensó en que perdería la cabeza. Le clavó las uñas en la espalda sus gemidos se convirtieron en una especie de mantra.
—Joder...estoy tan cerca...
Los profundos gemidos de Jacob se hicieron más rápidos y cercanos a medida que se acercaba a la liberación. La propia Lizzie estaba a segundos de correrse.
Jacob sintió su pene hincharse dentro de ella, y con un grito tembloroso, se liberó dentro de ella. Su semen caliente se filtró mientras seguía empujando dentro de ella, para que también llegara al fin.
Él estaba gimiendo por la sobreestimulación, y Lizzie gritó su nombre cuando terminó. Jacob ralentizó sus caricias hasta que acabó por desplomarse encima de ella, jadeando levemente. Ella llevó las manos a su pelo y lo acarició levemente, luego de dejar un beso sobre su frente. Todavía seguía dentro de ella, y el semen y los jugos resbalaban por ambos, pero ninguno se quejó.
—No sé que demonios ha sido eso, pero guau. —murmuró Jake, besando el espacio entre los pechos de ella.
Lizzie rio y sus caderas se movieron de forma involuntaria. Causó un gemido estrangulado.
—Amor... ¿Qué pretendes?
—Es nuestro aniversario, bebé. —respondió, mientras se removía lentamente. —Esto no se ha acabado.
—¿Qué?
Lizzie movió sus caderas, haciendo que el miembro de Jake saliera de su interior, de nuevo erecto. Eso hizo que ambos jadearan, pero ella se rio.
—Que rápido.
—Es lo que causas en mí, amor.
Jacob se incorporó, para luego unir sus labios en un beso, el cual comenzó lento para luego volverse desesperado. Descendió una mano para comenzar a masajear un pecho, logrando que gimiera en su boca.
—Te trataré como la reina que eres, amor.
Lizzie lo observó moverse, para luego apretar los ojos cuando los dientes de él atraparon uno de sus pezones erectos. Soltó un pequeño jadeo, mientras él se dedicaba a atender un pecho con la boca, mientras masajeaba el otro con la mano. Cambió de objetivo, mientras su mano libre descendía por el abdomen hasta llegar al centro.
—Eres una jodida diosa, amor.
—Jake...—jadeó, al sentir como hundía un dedo dentro de ella.
Jacob comenzó a meter y sacar el dedo, mientras su boca succionaba uno de los pezones. Introdujo otro dedo, logrando que apretara levemente las sábanas, mientras sus caderas se contraían de forma voluntaria.
Lizzie abrió los ojos, mirándolo medio vidrioso para ver como descendía por su cuerpo hasta llegar a su centro. Gimió al sentir los calientes labios del quileute contra los suyos, mientras añadía un tercer dedo. Los labios del chico encontraron el centro del placer y comenzó a succionar el clítoris, logrando arrancarle un gemido más largo.
—Demonios, Jake.
Él no dijo nada, simplemente se dedicó a chupar con más fuerza, mientras aumentaba el ritmo de sus dedos. El cuerpo de ella no se había recuperado por completo de la ronda anterior, quizás por eso no era capaz de controlar del todo sus gemidos.
—Jake...demonios...
Los gemidos de ella eran como adrenalina para su cuerpo, y comenzó a notar un dolor en el medio de sus piernas. Aquello lo hizo maldecir mentalmente, mientras aumentaba la presión en el clítoris y movía los dedos casi con desesperación.
—Bebé...bebé, espera....
Jacob elevó al escuchar aquello, pero no detuvo sus dedos. Frunció el ceño confundido, y la miró, viendo como tenía la mandíbula tensa.
—Te necesito, Jake. Ahora. Ya.
Él gimió, siendo consciente de que no era capaz de negarle nada. Sacó sus dedos, haciendo que ella se quejara, para luego introducirse en ella de una embestida. Aquel gesto la hizo gritar y soltar un gruñido.
Lizzie rodeó las caderas de su marido con las piernas, atrayéndolo hacia ella. Esa fue la señal que necesitó para comenzar a moverse dentro de ella, empujándose y retrocediendo con rapidez. Pero sentía que no era suficiente por la forma en la que le estaba clavando las uñas en los bíceps.
Jacob tomó las piernas y las colocó en sus hombros, para luego embestirla. Aquella posición tocaba exactamente el punto g, por eso gritó, apretando las sábanas.
—Oh, sí...no pares, Jake.
Él obedeció, comenzando un vaivén desenfrenado, llenando la habitación de sonidos sordos y gemidos. Notaba como las paredes de ella se cernían sobre su miembro, lo que le hacía gruñir y aumentar el ritmo.
Lizzie sentía como le estaba tocando hasta el cielo de la boca, pero no quería que parase. Sentía un nudo formarse en el bajo de su vientre, y quería sentir la explosión. Alzó la cadera, haciendo que las penetraciones fueran mucho más profundas, logrando un pequeño siseo.
El ritmo de las embestidas de Jacob comenzó a volverse irregular, un indicador de que comenzaba a llegar. Salió de su interior, logrando un quejido, para luego dejar caer las piernas. Se acercó, volvió a introducirse de nuevo y comenzó a golpear de nuevo.
Buscó los labios de Lizzie y los unieron con algo de desesperación, sus lenguas encontrándose mientras las caderas del chico no dejaban de golpear las de ella. Jacob bajó una mano y comenzó a masajear el pequeño organito de placer, de manera casi furiosa.
—Jake...Jake...—comenzó a lloriquear. —Voy a ...voy a...
—Vamos, amor. —gruñó él aumentando el ritmo de las estocadas y de su mano. —Córrete para mí.
Unas cuantas estocadas más fue lo que ella necesitó para soltar un profundo gemido y llegar al cielo. Comenzaron a temblarle las piernas y gimió por la sobreestimulación, mientras Jacob seguía deslizándose en su interior, alargando el orgasmo y buscando el suyo propio.
Las paredes de ella apretaron con fuerza el miembro del chico, quien soltó un largo gemido. Luego, notó como su pene se hinchaba, para luego comenzar a venirse dentro de ella. Fue el momento en el que volvió a besarla, mientras sus manos subían hasta el rostro de ella.
Jacob salió de su interior, jadeando, viendo como el semen y los fluidos de las dos veces manchaban la sábana. Él mismo tenía los muslos mojados, pero sonrió con cansancio, para luego dejarse caer en la cama. Lizzie se acercó a él, apoyando la cabeza en su pecho, siendo capaz de escuchar el salvaje latido de su corazón.
—Feliz aniversario, bebé. —musitó, dejando un beso en uno de los pectorales.
Él soltó una ronca risa, besando la coronilla de su mujer. Luego, susurró con la voz más ronca de lo normal:
—Feliz aniversario, amor.
*Se echa agua bendita por encima y comienza a repartir Biblias*
¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Creo que ahora mejor ¿verdad?
Bien, quiero dejar claro que JAMÁS en mi vida he sentido tantas ganas de bañarme en agua bendita como mismo. Me siento sucia, pecadora, xd. La gracia es que no creo en Dios, pero me siento igual de pecadora.
Ahora bien, ¡NO ME PIDÁIS MÁS COSAS DE ESTAS, POR FAVOR! Lo he pasado fatal, pero fatal, escribiéndolo. Nunca me ha costado tanto escribir un capítulo, literalmente he tardado tres días en escribirlo. ¡Tres días! Incluso ahora me siento incómoda al publicarlo y me da vergüenza ajena (Zeus ten piedad de mí, porfis).
Así que, por favor, tened piedad de mí y darle a la estrella. Compadeceos de vuestra escritora, que literalmente se está bebiendo un vaso enorme de agua para compensar (no sé si compensa pero yolo).
Como siempre, os espero en comentarios, dispuesta a responder todo lo que se os pase por la mente (miedo me da después de este capítulo, pero me gusta vivir al límite xd). Podéis también apoyar la historia mediante la estrella. Y si recomendáis la historia, decidle que se salten este capítulo (bromeo, o no, quien sabe).
Nada más por mi parte peeero...
¡Nos leemos en comentarios!
~I 👑
|Publicado|: 04/01/2021
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