××Capítulo Extra××
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EXTRA 2
¿QUÉ NARICES...?
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Jacob
Habían pasado varios días desde la tarde en la que había conseguido que Lizzie volviera a pasar tiempo conmigo. Aunque no estaba en mis planes que Bella también estuviera, no iba a echarla como si fuera un perro...Lo había pensado, pero en el fondo, me daba pena.
Estábamos los tres tirados en el suelo haciendo los deberes en silencio. Ellas dos tenían algún tipo de problema con ser aplicadas en clase por lo que no tuve opción de negarme. Eran dos contra una, aunque estaba seguro de que Lizzie no necesitaba a la otra chica para llevarme la contraria. De todas formas, siempre aceptaba lo que ella decía.
La escuché sentarse como un indio, mientras no dejaba de observarnos a mi y a Bella. Apreté el bolígrafo levemente para no sentirme tentado de levantar la cabeza y mirarla. Aunque como si fuera una especie de imán, acabé por hacerlo, viendo como ya había acabado con los deberes.
—No entiendo como eres tan rápida. —me quejé.
—Asúmelo, soy más lista que tú. —Lizzie rio.
—Nunca. —
Ella se volvió a reír, mientras que Bella ponía los ojos en blanco. Seguramente era por lo que terco que puedo llegar a ser cuando me lo propongo.
—Podíamos hacer algo por la noche. —intervino Bella.
Dejé de escribir.
—¿Cómo qué? —pregunté.
Sin querer, miré a Lizzie para luego prestar atención a mi amiga paliducha.
—Podíamos ir al cine. —propuso Bella, para luego encoger los hombros. —En el almuerzo estábamos haciendo un grupo para ir una película, así que os podéis unir. Si queréis, claro. —
¿Ir de acoplados?
—Claro, cuenta conmigo. —murmuré sin darme cuenta.
¡Dios, Jacob, eres imbécil!
Me giré a mirar a Lizzie, quien estaba haciendo una mueca. Sólo esperaba en mi fuero interno que dijera que sí, o iba a arrancarme la lengua por bocazas.
—Me encantaría ir con vosotros, chicos. —pronunció cada palabra con reparo. —Pero tengo cosas qué hacer. —
Fruncí el ceño.
—Así que tienes cosas que hacer. —
Bravo, Jacob, sé más evidente.
—Jacob. —me regañó Bella.
Me giré a mirarla, reteniendo las ganas de poner los ojos en blanco, encontrándome con la ceja alzada de mi amiga. Oh, por dios, ahora parecía mi madre. Solté un bufido, terminé por poner los ojos en blanco y volví mi mirada a mi amiga de rizos. Me miraba con una ceja alzada, como si estuviera intentando no reírse.
—Estoy acostumbrado a que siempre estés conmigo, Lizzie. —vaya mierda de disculpa. —Siento haberme comportado como un estúpido. —es inevitable cuando estoy cerca de ti.
—No eres el centro del mundo, Jake. —me recordó, aunque me sonó más seca de lo normal. —Tengo familia, después de todo. —
Estoy seguro de que no es por su familia.
Hice una mueca.
—Lo sé, pero... —
—Sin peros, Jake. —me frenó, haciendo un ademán con la mano.
Solté un bufido divertido, viendo como Bella esbozaba una pequeña sonrisa.
¡Anda, Mira! ¡Si sabes sonreír!
Lizzie miró su reloj y esbozó una mueca sorprendida. Me quedé mirándola más de lo necesario, mientras me tragaba la preocupación que comenzaba a recorrerme.
—¿Qué ocurre, Liz? —le preguntó Bella, luciendo preocupada.
—Había olvidado que me ofrecí a ayudarle a mi madre. —soltó un suspiro dramático. —Va a matarme si llego tarde. —
No pude evitar observar la mueca que hacía.
—No creo que Aline sea capaz de eso. —me burlé.
Lizzie me miró raro, quizás por referirme a su madre por su nombre. No era mi culpa que me llevara bien con ella. Un bonus.
—Deberías ir. —le aconsejó Bella. —Sé como pueden llegar a ponerse cuando se te olvidan las promesas. —
Habló la chica mala. Por favor, no me hagas reír.
—Son como tsunamis. —asintió la morena.
La vi levantarse de un salto para recoger sus cosas, por lo que me incorporé como si me hubieran dado un calambrazo. Ignoré la mirada de Bella sobre mí y abracé a Lizzie, pegándola a mi y escuchando su gemido de sorpresa.
Tuve que tragar saliva para tratar de calmar los latidos de mi corazón, pero la calidez que trasmitía Lizzie me estaba volviendo realmente loco.
Voy a perder la cabeza. Voy a perder la cabeza.
—Déjate ver más por aquí, Lizzie. —casi lo supliqué, pero si fuera necesario lo haría.
Se separó de mí, con mis manos aún sobre sus hombros, y me sentí vacío. Me sonrió, aunque la vi algo tensa.
—Te dije que no ibas a librarte de mí, Jake. —me dijo, en un tono que logró acelerarme el pulso. —Y no pienso romper esa promesa. —
Eso espero, sino me moriré.
Puse los ojos en blanco, para luego volver a pegarla contra mí. Besé su frente, deseando poder quedarme en aquella postura para siempre. Muy a mi pesar, deshice el abrazo, ignorando mi corazón latiendo de forma irregular. Si no lo ignoraba, acabaría por amarrarla a una columna y no la dejaría irse nunca.
Bella me tomó con la guardia baja —y creo que a ella también— cuando la rodeó con sus pálidos bracitos. Lizzie parpadeó sorprendida, todavía mirándome, para luego devolverle el gesto. Su abrazo duró menos que el nuestro, algo que casi me hizo sonreír.
—Espero verte pronto. —le dijo Bella, ofreciéndole una sonrisa.
—Ya tienes mi número. —Lizzie rio, y no pude evitar observarla. —Nos veremos pronto. —
Bella asintió, mientras yo no dejaba de mirarlas a ambas. Por dios, estaba tonto o que alguien me matase. Pero hasta parecía que mi amiga pálida estaba colada por Lizzie. Que dios se apiade de ella si es así, porque no pienso dejarle el camino libre.
Lizzie nos miró a ambos antes de colgarse la mochila en un hombro y luego salir de mi garaje. Me quedé observando como se iba, incluso cuando dejé de verla. El codazo que me dio Bella me hizo salir de mi ensoñación y mirarla.
—¿Qué? —pregunté, de mala gana.
—Luego te mando un mensaje con la hora del cine. —la sonrisa de Bella me dio mala espina. —No te preocupes, a mis amigos les caerás genial. —
Oh, por dios, que alguien me mate.
Idiota.
Idiota.
Idiota.
Idiota.
Eso era lo que era. Un idiota.
No sabía en qué estúpido momento se me había ocurrido aceptar la propuesta de ir al cine con Bella y su grupito de amigos. Pero ahora quería pegarme contra la pared más cercana.
Como si el karma se quisiera reír más de mí, sus amigos comenzaron a cancelar, algunos por enfermedad y otros por trolas. Quedamos ella, su amigo rubito y yo.
Mike Newton, su amigo de pelo color pollo, no dejaba de mirarme de reojo cada dos por tres, lo que me daba unas enormes ganas de pegarle. Aunque yo no era agresivo ni mucho menos, estaba claro que el tío me estaba analizando.
Quise gruñirle a Bella cuando comentó que me compraría la entrada. Genial, acababa de darle a su baboso amigo información sobre mí.
Debí haberme quedado calladito igual que Lizzie, porque la peli era realmente mala. Los efectos especiales eran del asco y no podía evitar reírme entre dientes. Por dios, eran horribles.
El rubio flacucho salió corriendo de la sala, más verde que blanco. Yo también salí, porque la película comenzaba a hacerme demasiada gracia y algunos se habían girado a mirarme.
—Espero que no me reclames tu dinero, Bella. —me burlé, mientras salíamos de la sala. —Has gastado tu dinero en una basura. —
—Pensé que estaba mejor. —se defendió.
Dejó de andar y se paró delante de los baños de hombres. La miré con una ceja alzada y ella me hizo un gesto con la cabeza, diciéndome que fuera a ver como estaba su amigo.
Genial, mi noche no puede mejorar.
Hice una mueca al escuchar como vomitaba y aquello fue suficiente para que me girara y saliera del baño. Bella me miró al escucharme acercarme a ella.
—Deberías reservarte para alguien con más estómago que él. —señalé, intentando no reírme.
No dijo nada y me tomó de la mano. Fruncí el ceño y me solté, intentando no ser brusco.
—¿No puedo tomarte de la mano? —preguntó confundida.
—Para ti tiene un significado distinto que para mí. —mascullé, aunque quería decirle que sólo había una persona que quería que me tomara de la mano, y que no era ella.
—¿Ah sí? —
—Bella, por favor. —suspiré, mientras me sentaba en unas escaleras.
—Bien. —se sentó a mi lado. —Te gusto, ¿verdad? —
Espera, ¿Qué?
—Eres mi mejor amiga, Bella. —respondí confundido. —Si no me gustaras, no lo serías. —
Frunció el ceño, mientras yo estaba aún confundido.
—No hablo de eso. —refunfuñó. —Y lo sabes. —
—Lo siento, pero no te sigo. —
—No me creo la excusa de que soy tu mejor amiga. —casi bramó, mirándome con una ceja alzada. —Te gusto. Como persona, como mujer, como algo más. —
¿Qué?
—Bella, no sé a donde quieres llegar, pero por favor, para. —gruñí entre dientes.
—Oh, venga ya. —gritó, la oí mascullar un nombre entre dientes. —Sé que estás enamorado de mí. No te hagas el loco. —
¿Enamo qué?
—Espera, espera, espera. —me levanté de un salto. —¿Enamo qué? —me empecé a reír sin querer. —Se te va la olla, Bella. —
—No me quieras ver la cara, Jacob. —
—Está claro que no sabes lo que dices, Bella. —señalé, cruzándome de brazos. —Siento si me has malinterpretado, pero no estoy enamorado de ti. —solté una risa seca. —Sólo eres mi amiga, una amiga a la que estoy ayudando a superar a su ex. —fruncí el ceño. —No soy tu segundo plato, ¿me oyes? —
Di en el clavo. Lo supe por cómo me miró.
—¿Qué? —soltó en un hilo de voz.
—Oh, así que era eso. ¿Querías que fuera tu segundo plato para olvidarte de Cullen? —apreté la mandíbula. —¿El pegamento para volver a unirte? ¿Y qué pasa conmigo, ¿eh? ¿Qué pasa con lo que yo siento? ¿Qué pasa si yo estoy enamorado de otra persona? No te importa, ¿verdad? —
—Tú no estás enamorado de nadie, Jake, no me lo has dicho. —
—Agh, claro, si ves que tal hago un cartelito y me pongo a dar saltitos por todo el pueblo. —rodé los ojos. —Eres mi amiga, Bella. Pero solo eso. Amigos. —
Se levantó y caminó hacia mí, haciendo que yo diera un paso hacia atrás.
—Jake, no seas tan rotundo. —me suplicó. —Hacemos buena pareja, seguro que somos buenos el uno para el otro. Puede funcionar. —
—¿Puede funcionar? ¿Pero tú te estás oyendo, Bella? —apreté de nuevo la mandíbula. Me estaba sintiendo raro. —No soy una máquina que puedas programar a tu gusto. Tengo sentimientos, lo creas o no...—
—Jake...—
Para mi suerte, Newton apareció en ese momento, con las manos en los bolsillos.
—Bueno...—masculló, logrando que lo mirara mal. —¿Qué? Ya me sentía mal antes de entrar a verla. —no le dije nada, pero seguí mirándolo igual. —¿Cuál es tu problema? —
— ¿Qué cual es mi problema? —repetí, descruzando los brazos y acercándome a él. —Mira, ahora mismo, tú eres mi problema. —de reojo vi a Bella mirándome alarmada. — ¿Te sientes mal, amigo? Puedo ayudarte, si quieres. —sonreí con burla. —Puedo llevarte al hospital. —
—Jake, Jake. —Bella me separó de su amigo. —¿Qué estás haciendo? La película ha acabado...—
Me separé de su agarre de un movimiento brusco, intentando tranquilizar mi mal temperamento. Pero no era capaz. Algo andaba mal.
—Dios, Jake, estás ardiendo. —masculló Bella.
—No me encuentro bien. —gruñí entre dientes.
No le di tiempo a reaccionar a ninguno de los dos, sino que me di la vuelta y salí de allí como alma que lleva el diablo. No sé cuánto tiempo me llevó, pero cuando quise darme cuenta, estaba delante de mi casa. Seguía respirando de forma anormal, mientras apretaba los puños para tratar de calmarme.
¿Qué mierda me pasa?
La puerta principal se abrió y mi viejo me miró preocupado. Estaba seguro de que mi expresión era de asesino en serie.
—Jacob, hijo, ¿va todo bien? —
Y en ese momento, exploté.
Cuando quise darme cuenta, estaba sobre cuatro mullidas patas de color marrón rojizo. Alcé la cabeza, viendo a mi viejo observarme como si supiera que iba a pasar. Lo observé coger el teléfono y llamar a alguien, sin dejar de mirarme ni un segundo.
—Tranquilo, hijo, ahora viene la caballería. —
¿La caballería?
Oh, cuernos, Sam y los demás.
Gruñí al ver a Paul, Jared y Embry aparecer de entre los árboles. Los dos primeros parecían acercarse lentamente mientras el tercero lo hacía con más tranquilidad.
—Ve a por ella. —le indicó Jared a Embry en un susurro.
Call asintió con la cabeza. Me miró, esbozando una sonrisa algo pequeña y luego se internó en el bosque. Los otros dos me miraron, sin saber muy bien que hacer.
Paul me tiró unas prendas de ropa delante de mis narices, mientras Jared le daba una mirada de advertencia. Lahote lo ignoró completamente.
Decidí hacerle caso a Jared, ya que por mucho que me pesara, era más sensato que el otro chico. Me ayudó a cambiar de fase —que alguien me mate— y me hizo el tatuaje de la manada, mientras yo no decía nada. Le gruñí cuando se acercó a mi con unas tijeras, pero la mirada que me dio me hizo saber que me cortaría el pelo quisiera o no.
—Vamos. —indicó Paul, quien se había mantenido al margen hasta ahora. —Tenemos que llevarte a casa de Emily. —
No me moví, sólo lo miré.
—Vamos, Jacob. —Jared dejó una de sus manos en mi hombro derecho. —Sé que no querías esto, ninguno de nosotros. —
—Pero está en nuestra sangre, ¿no? —finalicé por él, alzando una ceja.
—Exacto. —palmeó mi hombro.
Los seguí hasta lo que según ellos era la casa de Emily. Jared me aconsejó que no me quedara mirándola mucho tiempo y pronto supe por qué. Una cicatriz de garras le cruzaba el rostro, pero aun así me sonrió.
—Así que tú eres el famoso Jacob. —habló mirándome. —Me alegra conocerte. —
¿Famoso Jacob?
No pude preguntarle a qué cuernos se refería cuando Sam apareció por una de las puertas. Lo miré con el ceño fruncido, y él hizo lo mismo conmigo.
—Bien, Jacob, supongo que sabes lo que ha pasado. —
—No hace falta que me trates como a un niño pequeño, Sam. —lo paré, de brazos cruzados. —Sé perfectamente lo que ha pasado. —
—Entonces sabrás que eres de lo más inestable, y qué por tanto debes estar bajo nuestra constante vigilancia. —
Gruñí, logrando que él rodara los ojos.
—Una cosa más. —vi de reojo como casi todos menos Emily salían. —Eres nieto de ...—
—No. —lo frené, sabiendo por dónde iba. —No vengas con esas. —
—Jacob. —
—No. —
Sam suspiró, como si pensara que fuera demasiado terco.
—Jacob, es mi deber preguntártelo. —
—Nunca quise esto. Maldita sea, Sam. —acabé por gritar. —Y menos ser el estúpido alfa. Olvídate de eso. Ni me lo vuelvas a mencionar. —
—Eres el nieto de Ephraim Black, uno de los primeros espíritus guerreros. —Sam intentaba hacerme entrar en razón. —Es mi obligación...—
—¡Me importa una mierda! —sentía todos los músculos tensos. —No dirigiré ninguna manada. —
Al instante en el que dejé de gritar, noté un suave aroma. Era como el de las galletas recién hechas, pero también como el de la vainilla. También tenía toques de tierra y césped mojado.
—Basta ya. Los dos. —
Oh, no. Esa voz.
Lizzie.
Sam dejó de mirarme para girarse hacia otra dirección, detrás de mí. Mi espalda se tensó. Emily sonrió desde la cocina.
—Parad de comportaros como niños pequeños o lo haré yo. —
Nunca había oído a Lizzie gruñir tantas veces seguidas. Era como si no fuera ella.
Uley esbozó un intento de sonrisa, mientras se giraba a mirar a Emily. Era como si ambos supieran lo que estaba pasando.
—No me gusta hablarle a una espalda, Jake. —Habló Lizzie lentamente.
Suspiré, a la par que escuchaba a los demás lobos reírse fuera, donde fuera que estuvieran. Evité poner los ojos en blanco, aunque mis ganas de patearles el trasero eran considerables.
Después de una eternidad, me giré a mirarla. Pude ver cómo me repasaba con la mirada. Era obvio el cambio. Había crecido por lo menos dos palmos, tenía los músculos algo más marcados. Por no hablar de que me habían cortado el pelo y el tatuaje en mi brazo, igual que el suyo. Luego de repasarme, me miró a los ojos.
Solté un jadeo de sorpresa. Sentía como aquellos ojos marrones me fundían como si fuera chocolate, como si me derritiera en aquel mismo momento. De pronto, dejó de importarme absolutamente todo. Era como si todas mis preocupaciones anteriores fueran incineradas. Sentí como todos los lazos que tenía con todas las personas que quería se cortaban uno a uno. Lo que parecían ser unos nuevos salieron de mi interior y volaron con rapidez hacia la chica de rizos que tenía delante, atándose a ella fuertemente. Todos los sentimientos que había tenido y había querido esconder, comenzaron a intensificarse. La gravedad de la tierra dejó de sostenerme, ahora mi entera persona levitaba alrededor de ella. Mi entera presencia pasó a ser suya. Sentía que, si ella me lo pedía, podía caminar por el mismísimo infierno y comerme una jodida llama, mientras miraba al diablo sonriendo. Supe en ese momento que haría lo que fuera por ella, serían quien ella quisiera.
Recuperé el aliento en el momento en el que los dos parpadeamos a la vez, confundidos. Pero no era capaz de dejar de mirarla, aunque comenzaba a darme cuenta de que estaba temblando en el sitio.
—Mierda. —Murmuró Lizzie, con la voz temblorosa.
Antes de que pudiera siquiera reaccionar, salió disparada por una ventana abierta. Yo seguía estático, plantado en medio de la sala de la casa de Emily, siendo consciente de que todos me miraban. Me giré lentamente, aún algo aturdido.
— ¿Qué narices? —busqué con la mirada a Sam y Emily, quienes sonreían por alguna razón. —¿Qué narices acaba de pasar, Sam? —
—Te has imprimado, Jacob. —respondió Emily, sonriendo de lado.
—¿Qué? —
—Te has imprimado de Liz. —señaló Sam.
Jadeé, abriendo los ojos como platos.
Me había imprimado de Lizzie.
¡Hola, hola!
¿Qué tal estáis? Espero que bien🥰
Tenéis el segundo extra, y creo que último, de este acto. Necesitaba narrar este momento desde la perspectiva de Jake, si no no me iba bien jejje.
¿Qué os ha parecido?
Podéis dejarme vuestras opiniones en comentarios, todo lo que queráis jiji. Estaré encantada de contestaros (siempre lo estoy, aunque tarde en darme cuenta de que no contesté a algo jiji). También podéis darle una estrella, para así animarme a seguir.
¡Espero que os haya gustado!
Pronto comenzamos con el segundo acto.
Nos leemos en comentarios.
~I 👑
|Publicado|: 02/10/2020
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