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9.


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CAPÍTULO NUEVE
 Idea estúpida y manada

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["Jacob"]

No tenía ni la menor idea de cómo me sentía. Me parecía irreal tener que convencer a mi mejor amiga de que abortase a su bebé. Y por como Lizzie vaciló delante de la puerta, supe que ella estaba igual. Me miró ladeando la cabeza, mostrándome su ceño fruncido.

La observé unos segundos, meditando que hacer a continuación. Tomé su mano y tiré de ella hacia mí. No dijo nada, simplemente escondió la cara en el hueco de mi cuello durante unos segundos. Luego, me miró a los ojos y dejó un casto beso en mis labios.

Vimos de reojo como Edward entraba y se encaminaba hacia el corrillo de vampiros, todavía con aquella mueca en su rostro. Bella le dirigió una mirada ansiosa antes de mirarnos a nosotros, y luego de nuevo a él.

—Vamos a dejar que Liz, Jacob y Bella hablen en privado. —anunció Edward, con un tono de voz completamente inexpresivo, como el de un robot.

—Por encima de mi cadáver. —replicó Rosalie en un siseo, sin apartarse del lado de Bella.

Mantuvo una mano reposando sobre la chupada mejilla de la enferma, un gesto algo posesivo si alguien me lo preguntaba.

Edward no le hizo ni caso.

—Bella, —siguió con el mismo tono monótono. — Liz y Jacob quieren hablar contigo. ¿Tienes miedo de quedarte a solas con ellos?

La interpelada nos miró con desconcierto y luego contempló a Rosalie.

—Está bien, Rose. Liz y Jake no van a hacernos daño. Ve con Edward.

—Quizás sea una trampa. —le previno la rubia, y escuché el bufido de Lizzie.

—No veo cómo. —contestó Bella, como si no fuera con ella.

—No vas a perdernos de vista ni a Carlisle ni a mí, Rosalie. —intervino Edward. El timbre sin ganas desapareció de su voz, y dejó entrever una pincelada de ira. —Es a nosotros a quienes teme Bella.

—No. —replicó la aludida en voz baja. Tenía los ojos brillantes y las mejillas llenas de lágrimas. —No, Edward, yo no...

Él sacudió la cabeza y esbozó una leve sonrisa, pero para ser honesto, daba algo de grima mirarla.

—No pretendía expresarlo de ese modo, Bella. Estoy bien, no te preocupes por mí.

Deprimente. Realmente deprimente. Bella se estaba castigando a sí misma por herir los sentimientos de su esposo. La chica era la típica mártir, pero había nacido en el siglo equivocado.

—Salgamos todos. —instó Edward, señalando la puerta con un gesto de mano. —Por favor.

Intentaba mantener la compostura, pero estaba a punto de perder a Bella. Me di cuenta lo cerca que estaba de ser otra vez el tipo consumido por el dolor que habíamos visto fuera de la casa, y los seguramente los demás también, por el modo en el que se dirigieron hacia la puerta en silencio. En un pispas, solo quedaron en la habitación Rosalie, dubitativa en el centro de la sala, y Edward, expectante justo en la entrada.

—Quiero que salgas, Rose. —aseguró Bella en un hilo de voz.

La rubia fulminó a su hermano adoptivo con la mirada y le indicó con el dedo que abandonara la habitación antes que ella. Él cruzó la puerta y la Barbie lo imitó, no sin antes habernos dedicado una mirada de advertencia.

Una vez a solas, Lizzie y yo cruzamos la estancia y nos sentamos en el suelo cerca de Bella. Liz tomó una de las manos de la enferma y las frotó con suavidad.

—Gracias, Liz, que gusto...

—No voy a mentirte, Bells, tienes un aspecto realmente horroroso.

—Lo sé. —repuso con un suspiro. —Debo de dar miedo.

—Más que La cosa del pantano. —opiné.

Bella se echó a reír.

—Cuánto me alegra teneros aquí. Sonreír me sienta bien. No sé si sería capaz de soportar otro drama.

De forma sincronizada, Lizzie y yo pusimos los ojos en blanco.

—Vale, vale. —admitió la humana. —Soy yo la que lo lleva siempre encima.

—Sí, eso es. ¿En que estabas pensando, Bells? ¡De verdad!

—¿Os ha pedido que me echéis un sermón?

—Algo así, —admitió Lizzie, haciendo una mueca. —pero no logramos comprender por qué se cree que vas a hacernos caso. Nunca antes lo has hecho.

Suspiró.

—Te lo dije...—empecé a decirle.

—¿Sabías que el <<te lo dije>> tiene un hermano, Jacob? —me preguntó, interrumpiéndome. —Se llama <<cierra el maldito pico>>.

—Esa es buena.

La piel se le estiró hasta dejarle marcados los huesos de la cara cuando me dedicó una ancha sonrisa.

—No puedo apuntarme el tanto... Lo he sacado de un capítulo que volvieron a echar de los Simpson.

—Nos lo perdimos. —farfulló Lizzie, lanzándome una mirada cómplice.

—Era divertido.

Permanecimos en silencio durante, al menos, un minuto.

—¿De veras os ha pedido que me deis la charla?

Asentimos, otra vez de forma sincronizada. Empezaba a darme algo de repelús.

—Dese que te metamos sentido común en esa sesera. —respondió Lizzie, esbozando una sonrisa algo sarcástica. —Es una batalla perdida incluso antes de empezar.

—En ese caso, ¿por qué aceptasteis?

No le contesté, tampoco mi mujer lo hizo. Ninguno de los dos estábamos seguros de qué hacer.

—Va a salir bien, ya veréis. —nos aseguró al cabo de un minuto. —Estoy segura.

Eso encendió una chispa.

—¿La demencia es uno de los síntomas de tu enfermedad? —le espeté.

Ella se carcajeó, a pesar de mi tono y mi expresión. Ni siquiera Lizzie me regañó.

—Es posible. —admitió. —No digo que las cosas vayan a ser fáciles, Jake, pero, llegados a este punto ¿Cómo podría no creer en la magia cuando he sobrevivido a todo lo que me ha pasado?

—¿Magia? —graznó Lizzie.

—Especialmente en lo que vosotros respecta. —dijo con una sonrisa. Retiró una de las manos entre las de Lizzie y le acarició una mejilla. Segundos después, hizo lo mismo conmigo. —Vosotros encontrasteis la magia, y eso os permite poner orden en vuestra vida.

—¿Qué narices estás diciendo, Bella?

—Si te piensas que la imprimación le da algo de sentido a esto...—hice un esfuerzo por buscar palabras. —¿De veras crees que esto va a estar bien solo porque nosotros nos hemos imprimado? —le señalé su cuerpo hinchado. —Dime, Bella, ¿qué lógica tiene que te hayamos protegido todo este tiempo? Lo que te apreciamos. Que te queramos, que tú lo quieras a él... Cuando hayas muerto, Bella, ¿Cómo van a volver a estar las cosas bien? ¿Qué propósito tiene tanto dolor? El tuyo, el nuestro, el de Edward. No es que tu marido me preocupe realmente, pero también vas a matarle a él. —ella dio un respingo, pero no me detuve. Ni siquiera Lizzie hizo amago de detenerme. —Por tanto, al final, ¿Qué significado tiene que exprimas al máximo esta historia? Si tiene alguna lógica, por favor te lo pido, Bella, muéstramela ahora mismo, porque yo no se la veo.

Ella exhaló.

—Todavía no lo sé, Jake, pero presiento que todo va a acabar bien, aunque resulta difícil de aceptar viendo como pinta la cosa ahora. Supongo que podríamos llamarlo fe.

—Vas a morir para nada, Bella. —farfulló Lizzie.

Dejó caer la mano contra su vientre hinchado con un gesto de cariño. No tuvo que despegar los labios para que supiéramos lo que se le pasaba por la cabeza.

—No voy a morir. —respondió entre dientes. Por la forma en la que hablaba, estaba repitiendo frases que ya había dicho con anterioridad. —Conseguiré que mi corazón siga latiendo. Tengo fuerza suficiente para lograrlo.

—Todo eso son chorradas, Bella. Has intentado alargar lo sobrenatural más de la cuenta. —solté, de brazos cruzados. —Ninguna persona normal lo haría. No tienes suficiente vitalidad.

Me esperaba un <<te estás pasando, Jake>> por parte de Lizzie, pero ella no tenía mejor cara que yo. Estaba totalmente seria, tanto que casi daba miedo.

—Puedo hacerlo, puedo hacerlo. —recitó la humana.

—Pues no me da esa impresión, la verdad. —habló Lizzie, y casi me sonó un gruñido irritado. —Así que, dinos, ¿Cuál es tu maravilloso plan? Porque se supone que tendrás alguno.

Ella asintió, pero desvió la mirada.

—¿Sabíais que Esme se tiró por un despeñadero? Cuando era humana, quiero decir...

—¿Y...?

—Estuvo tan cerca de la muerte que ni siquiera se molestaron en llevarla a la sala de urgencias. La dejaron cerca de la morgue, pero su corazón todavía latía cuando Carlisle la encontró...

—No tienes intención de sobrevivir a esto como humana. —concluí lentamente.

—No, no soy idiota. —entonces, nos miró, en especial cuando Lizzie soltó una carcajada sarcástica. —Sim embargo, supongo que vosotros tenéis vuestra propia opinión al respecto.

—Una vampirización de emergencia. —musitó Lizzie, sonando algo irónica.

—Funcionó con Esme, con Emmet y con Rosalie, incluso con Edward. Todos ellos estaban en las últimas. Carlisle los transformó únicamente porque era eso o la muerte. Él no puso fin a sus vidas, los salvó.

—Haznos caso, Bella, por favor, no hagas eso. —Lizzie soltó un largo suspiro. —No esperes hasta que sea demasiado tarde, Bella. No vayas por ese camino. Vive, ¿vale? Tú limítate a seguir con vida. No nos hagas esto. No se lo hagas a Edward. —su voz se volvió más audible, y más dura. —Sabes que va a hacer cuanto tu mueras, lo has visto antes. ¿Deseas provocar el regreso de los Vulturis?

Bella se encogió en el sofá.

—Ahora no está en juego lo mismo. —la mirada de la humana recayó sobre su enorme vientre redondeado. —No voy a matarle.

—Ah, no habíamos oído la buena nueva. —el sarcasmo de Lizzie fue palpable. —De modo que vas a tener un precioso niño, ¿no es eso? —rio de forma seca. —Tal vez deberíamos haber traído unos globitos azules.

Las facciones de Bella adquirieron una tonalidad rosácea que casi me dieron ganas de vomitar.

—No sé si es un chico. —admitió, sonando avergonzada. —Los ultrasonidos no son funcionales. La membrana alrededor del bebé es demasiado dura, como la piel de los vampiros, por lo que sigue siendo un pequeño misterio. Pero, en mi mente siempre he visto a un niño.

—Ahí dentro no llevas un precioso bebé, Bella. —gruñí.

—Ya veremos. —refutó ella.

—Tú no. —espetó Lizzie.

—Sois francamente pesimistas, chicos. Existe una oportunidad de que escape bien de todo esto, no hay duda.

Exhalé hondo y despacio, mientras veía a Lizzie bajar la cabeza y negar lentamente.

—Esto va a salir bien, chicos. —nos dijo, mientras me palmeaba el pelo y acariciaba una mejilla de Lizzie. —Todo va bien.

—Nada va bien, Bella. —farfulló mi mujer, mientras apretaba los labios.

—Calla.

—¿Y qué hay de tu deseo, Bella? —desvié la mirada a la alfombra nívea debajo de nosotros. —Pensamos que querías ser vampiro por encima de cualquier otra cosa en este mundo, ¿y justo ahora vas a renunciar? Perdóname, pero no tiene ni pies ni cabeza. ¿Desde cuándo te ha entrado esta fiebre por ser madre? ¿Por qué te has casado con un jodido vampiro si deseabas con tanto anhelo la maternidad?

Lizzie me miró de reojo pero no dijo nada. Bella suspiró.

—No es así como funcionan las cosas. En realidad, no me preocupaba tener un hijo y ni me lo había planteado. La cuestión no es tener un bebé, es... bueno, es este bebé.

—Es un asesino, Bella, mírate al dichoso espejo.

—No lo es. Se trata de mí, que soy humana y débil, pero seré capaz de sacar esto adelante. Voy a poder.

—Venga, Bella. Cállate. —Lizzie tenía el ceño fruncido y me dio un escalofrío. —Puedes contarle esas chorradas a los Cullen, pero a nosotros no nos la cuelas. No vas a lograrlo.

Le lanzó una mirada intensa.

—Eso no lo sé, y claro que me preocupa.

—Te preocupa. —repitió mi mujer entre dientes.

Bella jadeó y se aferró la barriga. Lizzie se inclinó hacia ella, con los ojos algo desorbitados.

—Me encuentro perfectamente. —jadeó. —No es nada.

No le presté atención, y supe que Lizzie tampoco. El movimiento de sus manos había retirado la sudadera gris, dándonos ocasión de verle la piel. Unos enormes lamparones de color púrpura oscuro le salpicaban el vientre como si fueran manchas de tinta sobre un lienzo. Se reajustó la prenda en cuanto se percató de nuestros semblantes.

—Él es fuerte, nada más. —repuso, a la defensiva.

Esas manchas eran cardenales.

Contuve un jadeo y Lizzie emitió un sonido extraño, como si estuviera conteniendo náuseas. Claramente lo que había dicho Edward de que el feto le hacía daño era visible.

—Bella, —farfullé, haciendo que me mirase. —Bella, no lo hagas.

—Jake....

—Escúchame y no te levantes otra vez. Tú solo escucha, ¿qué pasaría si...?

—¿Qué pasaría si...?

—¿Y si no fuera un acontecimiento irrepetible? —me ayudó Lizzie, sonando algo ahogada. —¿Y si no fuera una jugada de todo o nada? ¿Qué pasaría si hicieras caso a Carlisle como una chica buena y siguieras con vida?

—No voy a...

—No hemos terminado. —la cortó mi mujer, sonando más borde de lo normal. —Si lo hicieras, podrías seguir con vida. Este embarazo no va a salir bien, no me quieras ver la cara de estúpida...Haz...Haz...

—Haz otra intentona. —farfullé.

Frunció el ceño y se llevó una mano al punto del entrecejo en el que ambas cejas se unían. Se acarició la frente durante unos instantes, en los cuales miré a Lizzie algo angustiado. Ella parecía entre querer vomitar y pegarse un cabezazo contra algo.

—No entiendo a que os referís con lo de hacer otra intentona. ¿Acaso pensáis que Edward va a dejarme...? ¿Y qué diferencia puede haber? Estoy segura de que cualquier bebé...

—Sí, las cosas no van a cambiar si él es el padre...

La voz de Lizzie se quebró.

—¿Qué?

No dije nada, pues estaba ocupado viendo el tono algo más pálido de mi mujer. Bella pestañeó varias veces.

—¡Oh, uf, chicos, por favor! ¿creéis que sería capaz de matar a mi bebé y reemplazarlo con cualquier otro sustituto, engendrado por inseminación artificial? —ahora parecía enfadada. —¿Por qué iba a querer el niño de un desconocido? ¿Acaso no hay diferencia o es que vale cualquier bebé?

—No nos referíamos a eso. —musité, con la garganta seca. —No a un desconocido.

—En ese caso, ¿a qué os referíais?

—Nada, —farfulló Lizzie. —no hemos dicho nada.

—¿De dónde ha salido semejante idea?

—Déjalo ya, Bella. —gruñó mi mujer, algo irritada.

Bella frunció el ceño.

—No os habrá dicho él que me digáis eso, ¿verdad?

Vacilé unos segundos.

—No

—Es cosa de Edward, ¿a que si?

—No, de verdad que Edward no dijo nada sobre una inseminación artificial...—el tono de Lizzie era demasiado oscuro como para notar el sarcasmo.

Las facciones de Bella se relajaron y se reclinó sobre los cojines.

—Él haría cualquier cosa por mí, y yo se lo estoy haciendo pasar fatal. —tenía el rostro ladeado y la mirada perdida en la pared. No hablaba con nosotros, para nada. —Pero, ¿en qué está pensando? Que cambie esto—continuó, mientras recorría su vientre con los dedos. —por el bebé de un desconocido...

La última parte la dijo en un murmullo casi inaudible antes de que le fallara la voz. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

—No te martirices. —murmuró Lizzie, escondiendo la cara detrás de su pelo. —Edward es el rey del drama, ya deberías saberlo bien.

—No tienes por qué herirle. —murmuré. Me escocía defender a Edward, pero sabía perfectamente que era la mejor baza para mantenerla con vida. —Puedes hacerle feliz de nuevo, Bella. Y creo que se le está yendo la pinza del todo, de verdad.

Bella no parecía estar atenta. Trazaba círculos sobre su vientre hinchado y permanecía con la mente en las nubes, mientras se mordía los labios. Permaneció en silencio unos segundos. Los aproveché para observar a Lizzie, y fruncí el ceño al ver que parecía en trance.

Estaba en trance. Mientras miraba como nuestra amiga se acariciaba el vientre.

—No se refería a un desconocido. —murmuró Bella para sí misma. Lizzie dio un respingo. —¿Qué fue exactamente lo que os dijo Edward?

—Nada, solo pensó que tal vez a nosotros sí nos escucharías.

—No me refería a eso, sino a lo de intentarlo de nuevo.

Estuve tentado de marcharme al escuchar el suspiro de Lizzie.

—Nada. —musitó, en un hilo de voz.

Bella entreabrió la boca.

—Vaya.

El silencio se prolongó durante unos segundos. Unos en los que observé a Lizzie algo preocupado.

¿Qué le pasaba?

—Está dispuesto a hacer cualquier cosa, ¿Verdad? —cuestionó la humana.

Como yo haría por Lizzie, pensé, vigilándola por el rabillo del ojo.

—Ya te he dicho que se le están aflojando los tornillos, —ser gracioso... no era el momento, pero me estaba exasperando. —y no es ninguna exageración, Bella.

—Me sorprende que no hayáis compartido con los demás el secreto enseguida para meterle en un lío.

Observé la ancha sonrisa que esbozaba, mientras Lizzie parecía en su mundo.

—Dale una pensada al tema, —musitó. —¿vale?

Lizzie ni siquiera la miró ni le sonrió. Estaba jugando con el anilló entre sus dedos, mientras su cabeza parecía estar en una nube. Intenté hacer el esfuerzo de sonreírle por los dos, pero me quedé con una mueca algo triste.

—No hay mucho que hacer por mí. —susurró Bella. —En realidad, no sé porque os molestáis. Tampoco soy digna de...

Dejé de prestar atención al escuchar el sonido que emitió Lizzie. Parecía el de un cachorro gimoteando.

Obviamente solo lo escuché yo. Y se me encogió el corazón.

—Eso no va a cambiar nada, —Lizzie alzó la mirada, sus ojos no brillaban como siempre. —¿Verdad?

—No esta vez. —suspiró Bella. —Me gustaría ser capaz de explicarlo.... No puedo herirle. —prosiguió, señalando su vientre con el dedo—, como tampoco podría echar mano de una pistola y mataros. Le amo.

—¿Por qué siempre has de querer lo que está mal, Bella?

—A mí no me lo parece.

Lizzie bufó de forma sarcástica, haciendo una mueca.

—Confía en mí.

Lizzie me tomó del brazo e hizo amago de incorporarnos.

—¿A dónde vais?

—Aquí no hacemos nada. —farfulló mi mujer.

—No os vayáis. —nos imploró, con la manito tendida hacia nosotros.

—Este no es nuestro sitio, Bells. Debemos regresar.

—¿Por qué habéis venido hoy? —quiso saber, todavía con el brazo extendido.

—Solo para saber si estabas viva de verdad. —admití, puesto que Lizzie había puesto sus labios en una tensa línea. —Queríamos comprobar que la historia que Charlie le contó a nuestros padres era verdad, que estabas enferma.

—¿Vendréis a visitarme de nuevo antes de que...?

—No vamos a merodear por aquí para verte morir, Bella.

Dio un respingo por el tono de Lizzie.

—Tenéis razón, tenéis razón. Haréis bien en iros. —arrastré a mi mujer hacia la puerta. —Adiós. —se despidió en un susurro. —Os quiero, chicos.

Estaba seguro de que Lizzie estuvo a nada de regresar. De dar media vuelta y ponerse de rodillas y suplicarle de nuevo. Pero era en vano.

—Claro, claro. —musitó mientras me arrastraba fuera.

No dije nada, simplemente me limité a dejar que me arrastrara. Hasta que noté que le temblaban las piernas, entonces fue cuando la obligué detenerse. Llevé dos dedos a su barbilla y la obligué a mirarme. Y, de nuevo, se me encogió el corazón.

Gruesas lágrimas caían de sus bonitos ojos marrones, mientras sus mejillas y su nariz comenzaban a ponerse de color rosa. El sollozo que soltó mientras la miraba acabó por noquearme del todo. Por eso, con un nudo en la garganta, la rodeé con los brazos y la apreté contra mi cuerpo. Enterré la cabeza en su pelo, mientras la sentía sollozar contra mi pecho. Pasé una mano por su espalda, intentando no quebrarme.

—Jake... ella...—balbuceó, con la voz rota. —Ella...

—Lo sé, nena, lo sé.

Gimoteó, haciendo que me sintiera peor que antes. De verdad que quería dar media vuelta y hacer algún truco para convencer a Bella. No solo se estaba haciendo daño a ella, o al estúpido de su marido... se lo estaba haciendo a mi adorada Lizzie.

Y eso no podía soportarlo.

Se separó de mí, limpiándose las lágrimas y adoptando una seriedad que pocas veces le veía. Se me quedó mirando unos segundos, mientras pensaba que hacer ahora. Sus labios se movieron, como si quisiera sonreír, pero se quedaron formando una triste línea. Me sentía inútil, realmente inútil.

—Amor...

—Debemos volver. —me interrumpió, con la voz ronca. —Estarán preocupados por nosotros.

Me mordí el interior de la mejilla, vacilando.

—Llorar no le quitará la estupidez a Bella. —murmuró ante mi silencio. —Vamos.

Parpadeé luego de que dejara un casto beso en mis labios, para reaccionar cuando la vi prepararse para cambiar de fase. Echó a correr, en medio de trote lobuno, y no me quedó más remedio que seguirle el ritmo.

La manada nos estaban esperando.

Chicos, Liz, Jake, corearon las voces llenas de alivio.

Deberíais volver a casa ahora mismo, señaló Sam, sonando algo irritado.

Paul desapareció, seguramente para hablar con Billy y Rachel. Debía de pensar que hicimos pedacitos a los vampiros, y por eso no se quedó a escuchar la historia completa. No hizo falta informar a los lobos de nuestro avance. Podían ver el bosque convertido en un borrón conforme Lizzie y yo corríamos hacia casa. Tampoco hizo falta decirles porque ella cargaba aquella aura de tristeza. Las imágenes en nuestras mentes eran suficientes.

Vieron todo el horror: el vientre moteado de moratones y la voz quebrada de Bella: <<Él es fuerte, nada más>>. El rostro de Edward, la viva imagen de un hombre consumido por el dolor, <<con impotencia como enferma y se consume, contemplando como es cosa le hace daño>>. Rosalie agazapada sobre el cuerpo desmadejado de la embarazada. <<La vida de Bella no significa nada para ella>>. Y por una vez, nadie tuvo nada que decir.

Su estupor sonó en las mentes como un grito silencioso, sin palabras.

¡¡¡¡¡!!!!

Habíamos recorrido la mitad del camino de vuelta a casa antes de que alguno se hubiera recuperado. Luego, todos echaron a correr a nuestro encuentro.

Era casi noche cerrada y las nubes velaban el sol crepuscular casi por completo. Lizzie me insultó cuando me lancé a cruzar la autovía, aunque me siguió sin decir nada más. Nos reunimos en el bosque, en un claro de árboles talados por los leñadores, a poco más de quince kilómetros de La Push. Era un lugar encajado entre las cumbres de dos montañas, lo bastante retirado como para pasar inadvertido por cualquier observador.

Sam tenía la pelambrera erizada del cuello y soltaba gruñidos mientras se movía de un lado para otro. Paul y Jared se movían detrás de él como sombras, con las orejas pegadas a los laterales de la cabeza. Todos los lobos del círculo se habían puesto en pie, profundamente agitados, y lanzaban gruñidos por lo bajo.

Entonces, el caótico conjunto de pensamientos, el que antes parecía el murmullo de un enjambre de moscas, empezó a tomar forma.

¿Cómo puede ser? ¿Qué significa? ¿Qué va a ser esa criatura?

Nada bueno. Peligrosa.

Antinatural. Monstruoso. Una abominación. No podemos permitirlo.

Casi todos los miembros de la manada se movían de un lado para otro. Todos salvo Lizzie, Joe, yo y los hermanos Clearwater. Me senté al lado de mi mujer, mientras ella miraba de reojo a su hermano pequeño. Este parecía congelado.

El tratado no recoge esto.

Ese bicho nos pone a todos en peligro.

La espiral de voces era difícil de seguir. Ocupaban el centro de sus reflexiones unas imágenes que eran las de mi mente y Lizzie, las peores de todas: los moratones del vientre de Bella y el rostro agónico de Edward.

También ellos temen al feto.

Pero no van a hacer nada al respecto.

Protegen a Bella Swan.

Eso no puede influirnos.

La seguridad de nuestras familias y de todos los que viven aquí es más importante que la vida de una sola persona. Si no la matan ellos, tendremos que encargarnos nosotros. Hay que defender a la tribu.

Protejamos a nuestras familias.

Debemos acabar con eso antes de que sea demasiado tarde.

Me estrujé los sesos, intentando identificar cada una de las voces.

No hay tiempo que perder, empezó Jared.

Esto va a provocar una lucha, le previno Embry, y de las chungas.

Estamos preparados, insistió Paul.

Necesitamos contar con el factor sorpresa de nuestro lado, caviló Sam.

Si los sorprendemos cuando estén separados aumentarán nuestras posibilidades de victoria, arguyó Jared, quien empezaba a trazar una estrategia.

Meneé la cabeza y me incorporé lentamente. Lizzie seguía sin decir nada, quieta como una estatua. Joe, Leah y Seth estaban en lo mismo.

Un momento, pensé.

Dejaron de girar durante unos instantes y luego volvieron a caminar.

Apenas hay tiempo, repuso Sam.

Pero, ¿en qué demonios estáis pensando? Esta misma tarde no ibais a atacar a los Cullen, pues no habían vulnerado el tratado, ¿o no? ¿Y ahora planeáis una emboscada a pesar de que nadie ha infringido los términos del acuerdo?

El tratado no previo esto, respondió Sam. Esto pone en peligro a todo ser humano de la zona. No sabemos qué clase de criatura van a criar los Cullen, pero sí tenemos claro su fortaleza y su rapidez de crecimiento. Y también, que va a ser demasiado joven como para regirse por ningún acuerdo. ¿Recordáis a los vampiros neófitos que combatimos? Eran salvajes, violentos e incapaces de someterse a la razón. Imaginaos uno de esa clase protegido por los Cullen.

No sabemos sí..., intenté hablar.

Cierto, no sabemos, admitió él. Y no vamos a correr riesgos con lo desconocido, no en este caso. Podemos tolerar la presencia de los Cullen mientras tengamos la certeza de que no van a ocasionar daños. Esa... cosa no es digna de confianza.

A ellos no les gusta más que a nosotros.

Sam tomó de mi mente y la de Lizzie —quien seguía en silencio— la imagen de Rosalie acuclillada junto al sofá y la proyectó a los demás.

Algunos están dispuestos a luchar por ella sin importarles que sea la criatura.

Solo es un crío, y se va a dedicar a berrear.

No por mucho tiempo, apostilló Leah.

Jake, este marrón es gordo, dijo Quil. No podemos ignorarlo.

Le dais una importancia que no tiene, farfullé. La única persona en peligro es Bella.

Y nuevamente eso es por su propia elección, refutó Sam. Pero esta vez su opción nos afecta a todos.

No lo veo de ese modo.

No podemos correr semejante riesgo. No podemos permitir que un bebedor de sangre campe a sus anchas por nuestras tierras.

Démosles entonces la oportunidad de marcharse, terció Seth.

¿Y endosar a otros la amenaza? Destruiremos a los bebedores de sangre cuando crucen nuestras tierras sin importar que su presa no sea humana. Vamos al mayor número de personas posible.

Eso es una locura, replicó Joe.

Esta misma tarde temías poner en peligro a la manada.

Porque esta tarde ignoraba que nuestras familias corrían peligro.

¡No doy crédito...! ¿Como vais a matar a esa criatura sin acabar también con la madre?

Reinó el mutismo.

Joe parecía enfadado.

¡Bella también es humana! ¿No se le aplica también nuestra protección?

De todos modos, se está muriendo, pensó Leah, por lo que, en realidad, únicamente estamos acortando el proceso.

Me moví del lado de Lizzie para saltar sobre Joe y frenarlo. Estaba a poco de saltar sobre la hermana mayor de su mejor amigo.

No seas cruel, Leah, la regañó Sam. El sacrificio de Bella es un alto precio a pagar, y todos hemos de admitirlo así. Estamos aquí para actuar contra todo aquello capaz de acabar con la vida humana, y cualquier excepción a ese código de conducta es de lo más desolador. Todos nosotros vamos a lamentar la acción de esta noche.

¿Esta noche?, repitió Seth, muy sorprendido. Creo que deberíamos hablar del tema un poco más y consultar a los ancianos. No puedes pretender en serio que vayamos a...

No hay hueco para tu tolerancia hacia los Cullen ahora ni tiempo para el debate, Seth.

Sam comenzó a andar en círculos. Necesitamos a toda la manada para llevar a cabo la misión. Esta noche todos lucharemos, pero comprendo que esto es duro para algunos, por eso los más implicados os centrareis en Emmet y Jasper Cullen. Quil, Embry y Joe lucharán a vuestro lado.

Observé de reojo a Lizzie, quien miraba hacia el cielo-.

Paul, Jared y yo nos encargaremos de Edward y Rosalie, los posibles guardianes de Bella a juzgar por la información que tenemos. Carlisle y Alice no han de andar lejos, y otro tanto puede decirse de Esme. Brady, Collin, Seth y Leah se encargaran de ellos. Quienquiera que tenga un acceso rápido a... la criatura, que lo aproveche.

Todos nos percatamos de la vacilación de Sam a la hora de pronunciar el nombre de Bella.

Destruir a la criatura es nuestra prioridad.

Las miradas dejaron de estar en Sam cuando Lizzie se levantó. Se sacudió el pelaje y repasó a todos con la mirada. A pesar de estar en forma lobuna, estaba clara su mueca: seriedad.

Espero que os lo paséis bien asesinando a inocentes, soltó con tono algo sarcástico.

¿Hermana?

Liz..., comenzó Sam, pero el gruñido de esta lo cortó.

No.

¿Qué haces, Liz?, gruñó Paul.

Sam la miró sorprendido. Te necesitamos para esto. Eres la mejor guerrera.

Uy, que penita. Vais a tener que hacerlo sin mí.

¿De qué hablas?

No pienso seguir ni liderar una causa errada, gruñó, alzándose sobre las patas, pareciendo más alta.

¿Antepondrás tus enemigos a tu familia?

Lizzie me miró de reojo.

No son nuestros enemigos ni nunca lo han sido.

¡Debemos proteger a nuestras familias!

Estoy al tanto de tu decisión. Pero tú no decides por mí, Sam, nunca lo has hecho. Nunca lo harás.

No puedes darle la espalda a la tribu, Liz.

Percibí un eco en la voz de Sam. ¿Acaso estaba intentando usar una voz de Alfa con ella?

Lizzie se irguió todavía más, mientras su mirada se endurecía con cada segundo que pasaba. Jamás la había visto tan decidida en algo.

La nieta de Amelia Wolf no ha nacido para seguir al de Levi Uley.

Ah, entonces eso eh. ¿Ahora quieres tu puesto? ¡La manada no te seguirá aunque me venzas!

Liz se echó a reír, mientras que Paul y Jared soltaban un gruñido.

¿Vencerte? No tengo que vencer a nadie. Es mi puesto, Samuel.

En tal caso, ¿Qué te propones? No tengo la menor intención de apartarme para que puedas proteger a la descendencia del vampiro a costa de la tribu.

No te lo voy a ordenar, si es lo que piensas.

Si les ordenas que te sigan...

¡Estupideces! En ningún momento se me ha pasado por la cabeza privar a nadie de su voluntad.

Reaccioné cuando Sam se acercó a Lizzie, exhibiendo los dientes. Me puse al lado de mi mujer, lanzando un profundo gruñido de advertencia.

Ni te acerques, Uley, gruñí, enseñando los dientes.

No puede haber más de un Alfa en la manada, y nunca has mostrado traza de querer ser considerada como tal. ¿Vas a... vais a separaros de nosotros esta noche? ¿Daréis la espalda a vuestros hermanos o vais a poner fin a esta estúpida idea de rebelión?

Que cada uno haga lo que le salga de la punta de la nariz, jamás en mi vida había oído a Lizzie sonando tan seria. Pero os dejo algo claro. Estoy muy segura que tanto Jake como yo nos interpondremos entre vosotros y los Cullen. No vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras la manada extermina a gente inocente. La manada es mejor que eso. Así no es como Amelia la dejó.

Un coro de aullidos rasgó el aire a nuestro alrededor cuando, luego de una mirada, ambos le dimos la espalda. Nos alejamos del circo que habíamos montado y hundimos las pezuñas en el suelo a fin de correr más. Al menos, Leah era la única que podía llegar a sobrepasarnos, y ya teníamos ventaja.

Jake.

¿Si, amor?

¿Hasta el fin?

Allá donde vayas, estaré yo.


¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

La idea estúpida de Edward no cuajó. No sé qué esperaba Ahre.

Es oficial. Es oficial. Lizzie y Jake se separaron de la manada. No es un simulacro, es real jeeee.

Bueno bueno, ¿Qué pensáis que pasará en el siguiente capítulo?

Os leo 👀

¿Qué os ha parecido este?

¡Espero que os haya gustado!

Nada más por mi parte, pero ya sabéis que...

¡Nos leemos en comentarios!

(Y en mis historias)

~I 👑

|Publicado|: 09/07/2021

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