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CAPÍTULO SIETE
TIEMPO CON BELLA
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—Eres tonta.
Rodé los ojos, intentando ignorar el echo de que mi amiga acababa de insultarme, por lo que cogí un panecillo y comencé a comerlo, como si no fuera conmigo la cosa. Alcé una ceja cuando vi que me amenazaba con una cuchara de madera, algo que me causaba ganas de reírme. Me esforcé en seguir masticando, para no morir ahogada de risa.
—Deja de hacerte la tonta. —me regañó. —Es casi masoquismo lo que haces.
Dejé el panecillo en el plato y la miré angustiada, demostrando como me sentía realmente.
—¿Y que se supone que debo hacer?—murmuré, intentando que mi voz sonara continua. —Realmente no sé lo que siento ni lo que quiero.
Emily bufó, probablemente pensando si era buena idea lanzarme la cuchara que tenía en las manos.
—Después de Sam eres la persona más terca que conozco. —murmuró la pelinegra. —Y eso que no conozco a Jacob, porque seguro que habría un empate.
Quise no reírme, pero fui incapaz de controlar una pequeña carcajada, que duró poco al ver la mirada que me mandaba la impronta del Alfa. Carraspeé, intentando que dejara su pose de lanzadora de cucharas de madera profesional.
—Emi, así no me ayudas. —murmuré.
La mencionada suspiró, dejando el utensilio en su sitio, haciendo que me sintiera aliviada. Aún así, no abandonó su mirada seria.
—Realmente no sé muy bien que decirte. —medio confesó. —Porque como ya dije, no lo conozco.
Suspiré, sentándome, sin dejar de mirarla.
—De todas formas. —murmuró y supe que iba a cambiar de tema—¿Cómo es que estás aquí?
—Embry me obligó a que viniera a cambiarme de ropa o me tiraría al mar. —dije sonriendo inocentemente.
Emily alzó una ceja, reprimiendo una sonrisa.
—A qué esperas, Wolf.
Me reí, haciendo un saludo militar, para luego levantarme.
Subí las escaleras y entré en la que era mi habitación en casa de Sam y Emily. Decidí ducharme, ya que olía demasiado a bosque para mi gusto y luego me vestí con una ropa parecida a la que llevaba. Debía estar cómoda porque no sabía cuanto tiempo iba a pasar sentada en el suelo del bosque de nuevo.
La sola idea de tener que volver allí, a sentarme como un pasmarote, no me agradaba en absoluto. Cada día que pasaba tenía más ganas de dormir en mi cama y dejar de vigilar la casa de los Black. Era una loba, pero no podía dejar de sentirme como si fuera el perro guardián, lo cual ya no me hacía tanta gracia.
El sonido de mi teléfono me despistó y aún más el nombre que apareció en el identificador de llamadas.
—¿Hola?
—Hola, Liz. Siento si es una hora muy rara para llamarte, pero tu me dijiste que le pidiera tu número a mi padre y....
Me senté en la cama.
—No te preocupes por la hora, de todas maneras no estaba durmiendo.
—Ah, uh, mejor, no me hubiera gustado despertarte...
Sonreí de lado, ya que la joven comenzaba a agradarme.
—¿Querías algo en especial?
La oí suspirar.
—La verdad es que sí. Me preguntaba si mañana podríamos pasar el día juntas, ya sabes para conocernos mejor....
Me quedé de piedra. ¿Isabella Swan quería ser mi amiga?
—....Ya sabes, un día de chicas. Hace mucho tiempo que no tengo uno y realmente lo necesito.
Me mordí el labio, ya que técnicamente yo nunca había tenido uno.
Ayudar a Emily con las tareas no creo que cuente como uno.
—Sería genial. Me apetece mucho.
—¿Sí? ¿De verdad? Genial. Si quieres te voy a buscar a tu casa...
—Sería ideal, dado que no tengo carnet.
Me reí, oyendo una pequeña risa del otro lado de la línea.
—Vale, mándame un mensaje con la dirección y te iré a buscar a la hora que quieras.
—Bien, pensaba que me ibas a hacer levantarme cuando despuntara el día.
Se volvió a reír.
—No, no. Yo....em, me gusta dormir bastante.
—Nos vamos a llevar bien, porque yo soy bastante dormilona.
—Tengo que colgar, Liz. Pero te veo mañana.
—Claro, sí. Hasta mañana.
Me quedé mirando el móvil, que señalada el fin de la llamada.
Parpadeé varias veces, procesando lo que acababa de pasar, mientras dejaba el dispositivo a mi lado.
Iba a pasar el día con Isabella Swan, la chica de la que Jacob no dejaba de hablar y la cual había estado con un vampiro. Sonaba a una velada muy acogedora.
Dejé de montarme paranoias y salí de la habitación, bajando las escaleras y ayudando a Emily, sin hacer caso de sus amenazas. Aunque esta vez, no tenía una cuchara de palo, sino un rodillo.
Hice una mueca al verme en el espejo, ya que parecía que no había dormido nada bien. Miré de reojo la hora, casi arrepintiéndome de haberle dicho que sí, pero luego sacudí la cabeza. Necesitaba salir de tanta testosterona y tener más compañía femenina, sin contar a Emily.
Me sobresalté al oír el claxon de la camioneta, odiando mi oído de lobo. Cogí todo lo que necesitaba y salí de la casa.
Bella me sonrió cuando me senté en el asiento de copiloto, por lo que le devolví el gesto. Ella también tenía ojeras, por lo que no me sentí tan sola en mi desgracia.
—¿Tienes algo planeado?—pregunté, mirándola.
—Tengo que hacer unos recados, pero luego podemos hacer cualquier cosa.
Asentí, acomodándome en el asiento, mientras ella conducía.
No hubo el silencio incómodo que yo esperaba, ya que para mi sorpresa, Bella me contó cosas de su vida en Phoenix y de como había sido el cambio al venir a Forks. Casi sin preguntarle, me contó que su madre se había vuelto a casar, con un hombre llamado Phil, y que ella había venido a vivir con su padre para que ellos pudieran tener algo parecido a una segunda luna de miel. Me parecía muy tierno por su parte.
—¿Él no te cae bien?
Bella hizo una mueca- —¿Quien? ¿Phil?—esperó a que yo asintiera para seguir hablando.—Es bueno, y quiere a mi madre, que es lo importante. Pero sentía que sobraba ahí en medio.
Seguimos hablando de trivialidades que surgían espontáneamente, y pronto me encontré bastante cómoda con ella. Había abandonado su faceta tímida, la que había visto cuando estábamos con Jacob, y ahora se mostraba más abierta y sociable. Pese a que sonreía, esa alegría no le llegaba a los ojos, que parecían un poco apagados.
Pretendía preguntarle que le había pasado, pero hicimos varias paradas. La primera, fue el supermercado, donde hizo la compra y aprovechamos para coger algo poco saludable. La segunda, fue en la biblioteca, ya que ella tenía que devolver un libro que había cogido para un examen. Y la última. en donde trabajaba, la tienda de los señores Newton, en donde tenía que colocar una mercancía. Se quejó de que no hacía falta que la ayudara con eso, pero la ignoré olímpicamente, mientras su jefa me miraba sonriendo.
—Está bien, pero cuando cobre me dejarás invitarte a algo—me dijo, apuntándome con un dedo.
Alcé ambas manos.—Está bien, general.
Se echó a reír, mientras acabábamos de colocar todos los artículos nuevos. Fue en ese momento en el que entraron dos excursionistas, preguntando si había algo para protegerse de los lobos. Intenté que mi mueca no me delatara, pero al ver el arma que les enseñaba no pude evitar alterarme e intervenir.
—No podéis matar a los lobos, es ilegal. —dije seria. —Están protegidos por el estado y os puede caer una multa considerable.—
No sabía si era verdad, pero debía mantener a la manada a salvo.
Los excursionistas me miraron, mientras que la señora Newton hacía una mueca y volvía a guardar el rifle, para mi alivio. Bella llegó a mi lado, observándome.
—Es de la Reserva. —aclaró la humana.
Intenté esbozar una sonrisa, pero solo me salió una mueca tensa.
—¿Y como podemos hacer?—preguntó uno de ellos.
—Los lobos se mueven por un territorio en especial. Si podéis evitarlo, es lo mejor. —expliqué tranquilamente. —Si los oís, es mejor que no salgáis corriendo como si fuera el jodido apocalipsis, porque eso solo consigue alterarlos y os perseguirán.
La señora Newton me tendió un mapa Forks, por lo que sonreí de lado. Agarré un rotulador rojo y comencé a hacer círculos, por dónde solíamos estar, con el fin de proteger a la manada.
—¿En La Push? ¿La playa?—el otro excursionista parecía sorprendido. —¿Ahí no vive gente?
Quise reírme de sus expresiones, pero me controlé.
—Sí, pero hemos convivido con ellos por mucho tiempo. —dije, sabiendo que cada palabra era cierta. —Nosotros los protegemos de cazadores y ellos nos protegen de cualquier amenaza. Es una relación de simbiosis que tiene siglos de antigüedad. —hice una pausa al ver como se miraban el uno al otro. —Por eso podemos vivir cerca de ellos sin miedo.
No esperé una respuesta, ya que vi a Bella salir de la tienda. Les sonreí en forma de despedida, para luego seguir a mi nueva amiga.
Suspirando, me senté en el asiento de copiloto. Bella se giró a mirarme, alzando una ceja.
—¿Los lobos están protegidos?
Encogí los hombros.—La verdad es que no estoy segura, pero me suena haber visto algún cartel.
En cierto modo no le estaba mintiendo, solo omitiendo la parte en que yo era uno de esos lobos y que básicamente era para proteger a mi manada. Obviamente no le podía decir la cruda verdad.
Pareció satisfecha con la respuesta, puesto que no dijo nada, se limitó a encender la camioneta. Esta vez encendió la radio, y ambas nos sorprendimos al darnos cuenta de que estábamos cantando. Ahí nos dimos cuenta de que teníamos gustos musicales parecidos. Dejé de cantar cuando llegamos a su casa, fijándome en ella y en lo familiar que se me hacía.
—Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad?—dijo con voz nostálgica.
—La verdad es que sí.
La ayudé a descargar todo, ignorando sus constantes protestas. Pareció cansarse, por lo que ambas nos dimos prisa en guardar todo para después poder hacer lo que quisiéramos. Fue cuando nos dimos cuenta de la hora que era y decidimos hacer la comida.
Me sobresalté al oír la puerta, mientras Bella me daba una mirada de disculpa, añadiendo que debía ser su padre. Y en efecto, Charlie Swan entró a la cocina, luciendo sorprendido de que yo estuviera ahí.
—¿Elisabeth Wolf? ¿Enserio eres tú?—preguntó incrédulo—¿Liz?
Sonreí.—Han pasado muchos años, Charlie.
El mayor esbozó una pequeña sonrisa y se acercó a abrazarme. Cuando deshizo el abrazo, se acercó a su hija, besando su mejilla, a lo que ella le sonrió.
—Vaya, vaya. —murmuró Charlie, completamente sorprendido. —Bella, no me habías dicho que volvías a estar con Liz.
—Estaba tan entusiasmada con tener un día de chicas que me olvidé de decirte con quien era. —dijo la humana divertida. —Lo siento, papá.
—Sí, la verdad es que pensaba que iba a ser con Jessica o Angela.
Bella me miró unos instantes, al acabar de preparar la comida, para luego volver la vista a su padre.
—Tenemos que ponernos al día. —dijo simple la humana.
Me reí, sin poder evitarlo, haciendo que la atención de los Swan se volcara en mí.
—Me alegro que estés aquí, Liz, hacía tiempo que no veía sonreír así a mi Bella.
—Papá. —murmuró ella avergonzada.
Encogí los hombros.—Supongo que necesitaba salir de la Reserva.
Seguimos hablando mientras nos sentábamos a comer. Charlie aprovechó para preguntarme por mis padres, sus viejos amigos, los cuales hacía mucho tiempo que no veía. También sobre Joe, donde Bella se sorprendió al no acordarse de mi hermano, lo cual era normal. Cuando nosotros jugábamos juntos, mi hermanito estaba en casa de los Clearwater, con Seth, ya que ambos tienen la misma edad.
Intenté en ocasiones desviar el tema para no ser siempre yo el centro, pero ellos siempre lograban justo lo opuesto. Me encontré a mí misma charlando animadamente con ambos, olvidando mis problemas de lobo, lo cual agradecía enormemente.
Miré a Bella, esperando que ella protestara, pero solo puso los ojos en blanco ante la insistencia de su padre en fregar él. Finalmente, la humana tomó mi antebrazo y tras despedirme de Charlie, prometiendo una nueva visita próximamente, subimos las escaleras hacia la habitación de Bella.
Me senté en la cama, observando como ella recogía algunas cosas del suelo, el escritorio y la propia cama, como si intentara hacerme sitio. Mientras ella hacía todo eso, me permití pasear la mirada por la estancia, mirando sus libros, CDs y demás objetos. Tenía que admitir que era acogedora, pero un poco oscura para mi gusto.
—Y bien. —dije, llamando su atención—¿Vas a decirme de que querías hablar?
Bella se mordió el labio inferior, mientras se apoyaba en su escritorio.
—No sé muy bien como decirlo, pero me es imposible hacerlo con mis compañeras de clase.
Me sorprendí, pero me esforcé en ocultarlo lo mejor que pude.
—¿Y por que crees que conmigo sería diferente?
—Embry me dijo una vez que sabías escuchar. —admitió. —Y que dabas buenos consejos, aunque él lo iba a negar si le preguntabas.
Me reí.—Típico de Embry: decir algo y luego escurrir el bulto.
Bella no dijo nada, pero se separó del escritorio para sentarse a mi lado. Hasta que su brazo estuvo cerca no me di cuenta de lo pálida que era, aunque claro, al lado de mi color casi chocolate cualquiera lo sería.
—Si no quieres no tienes por qué decir nada. —me apresuré a decir.
—No, quiero hacerlo.
Pese a que su voz no me sonaba muy segura de sí misma, le sonreí, intentando que calmara sus temores. Mientras esperaba a que hablara, no dejaba de preguntarme porque había decidido contármelo a mi y no a Jacob, ya que se suponía que ellos eran mejores amigos. Además, ella y yo no teníamos una relación tan duradera, poco más que conocidas éramos. Que confiara en mí como para contarme que la estaba atormentando, me enternecía un poco.
—No sé si sabes que estuve saliendo con uno de los Cullen. —comenzó, su voz era casi un murmullo. —Todo empezó porque nos tocó juntos en biología, pero ese primer día me esquivó todo lo que pudo, como si tuviera la peste. Y cuando sonó el timbre se fue como si le hubiera pegado un calambre.—soltó un suspiro. —Faltó a clase varios días y cuando volvió, me hablaba como si nada hubiera pasado, no se lo tuve en cuenta tampoco. Cada vez pasábamos más tiempo juntos, hasta que un día me salvó en Port Ángeles. —frunció el ceño, como si lo estuviera recordando a la perfección. —Yo había estado varios días con hipótesis de que no era humano, porque a todo esto, me salvó de que una camioneta me aplastara, solo apartándola con una mano. Pero ese día en Port Angeles, me confirmó que era de todo menos humano.—hizo una pausa para mirarme de reojo.—Me llevó a cenar y seriamente me dijo que podía leer todas las mentes del restaurante...salvo la mía. Aquello me dejó tan impresionada que decidí investigar. Recuerdo que un día fuimos a La Push y estaban allí Jacob, Embry y Quil.—me volvió a mirar de reojo.—Jake me contó una de vuestras leyendas y fue cuando me di cuenta de que los Cullen eran vampiros. Edward se extrañó de que no le tuviera miedo, pero era la verdad (y en cierto modo lo sigue siendo). —volvió a suspirar.—Como yo procesé la información sin echar a correr, comencé a pasar más tiempo con él y su familia. Hasta que un día me llevó a jugar al béisbol con su familia. Estaba siendo una tarde muy entretenida hasta que llegaron tres vampiros nómadas. Uno de ellos era un rastreador, que se encaprichó conmigo al olerme. Se inició una cacería, donde algunos Cullen perseguían al rastreador y dos de ellos me llevaban a Phoenix, para que estuviera a salvo.—hizo una mueca que no supe descifrar, mientras miraba hacia su escritorio.—Él se dio cuenta y cambió de rumbo. Me llamó, haciéndome creer que tenía a mi madre y que le haría daño si no me reunía con él en mi viejo estudio de ballet.—le tembló brevemente la voz.—Era una trampa: no tenía a mi madre, solo era una excusa para que yo fuera sola. Intenté escapar de él, pero me lanzaba contra las esquinas de la columna e incluso me rompió una pierna.—se giró a mirarme.—Y luego me mordió....
—Pero no eres un vampiro.—murmuré
Negó con la cabeza.—Edward succionó el veneno de mi mordida, librándome de que me convirtiera.—siguió, acariciando su antebrazo.—Quedé inconsciente. Y después, me desperté en la habitación de un hospital, con una venda en el antebrazo y una pierna rota.—frunció los labios.—Le habían dicho a mis padres que me había caído por las escaleras del hotel cuando Edward vino a por mi. No dudaron mucho, ya que viendo mi historial de torpeza era creíble.—soltó una risa nerviosa.—Aún así, cumplí mi pequeña fantasía de ir con él al baile de fin de curso, aunque una parte de mi no quería ir, después de todo, en lo que es bailar, soy dos pies izquierdos.—sacudió la cabeza, divertida.—Jake vino porque Billy le mandó darme un mensaje. Era que me alejara de los Cullen y que me estarían vigilando.—fruncí el ceño.—Esa última parte no la entendí.
Pero yo si que lo hacía, ya que había visto en los pensamientos de Paul y Embry como habían tenido que vigilar a Bella, desde la distancia.
—Porque será que intuyo que no acaba ahí.—hablé, casi suspirando.
—Porque es así, no acabó todo.—Bella parecía abrumada de repente.—Fue el día de mi cumpleaños, Alice (una de las hermanas adoptivas de Edward) me había preparado una fiesta en su casa, aunque a i no me gusta ser el centro de atención, como creo que habrás notado.—me miró, esperando a que asintiera. —Cuando abrí el regalo de los padres de Edward, me corté con la esquina del sobre. Edward me empujó y aterricé sobre un montón de cristales. Toda esa sangre hizo que Jasper se descontrolara.—hizo una pausa, dándose cuenta de que probablemente no sabía quien era.—Jasper es la pareja de Alice y es de los más recientes en la familia, por lo que lleva poco tiempo tomando solo sangre animal.—carraspeó. —El caso es que tuvieron que ponerme puntos en el brazo, para lo cual era un alivio que el padre fuera médico. Me ahorró ir al hospital, lo que habría alterado muchísimo a mi padre.—volvió a suspirar.—Desde ese día, Edward se mostraba raro conmigo. A veces era demasiado frío, como si sus sentimientos se hubieran congelado de pronto. No entendía que le pasaba y siempre me decía que eran invenciones de mi dramática cabeza. No lo eran.—me miró, haciendo una mueca.—El último día que lo vi, vino por mi a mi casa y fuimos a dar un paseo. Me dijo que se iban a ir. Por un momento creí que eso me incluía a mi, pero luego me dijo que sólo su familia. Le reclamé su comportamiento y que si era por lo que había pasado con Jasper que se quedara mi alma, que lo quería sin él. Pero fue cuando me dijo que ya no me quería.—su voz tembló y vi como una lágrima caía por una de sus mejillas.—Después de todo lo que habíamos pasado para poder estar juntos, me soltó que ya no me quería. Y se fue, sin más, como si nunca hubiera existido en mi vida, que eso era lo que me había prometido. Se llevó muchas cosas que me había dado, pero no se pudo llevar lo que yo sentía, ni algunas cosas que tenía escondidas.— suspiró, con la voz temblando.—Ya no tenía razón para existir, por lo que pasaron los meses y yo hacía mi rutina como un robot programado. Hasta que mi padre me exigió que saliera de casa e hiciera algo social.—esbozó una pequeña sonrisa.—Y fue cuando comencé a pasar tiempo con Jake. Y bueno, luego apareciste tú. El resto ya lo sabes.
Decir que me había quedado a cuadros era quedarse corto. Intenté que mi cara no mostrara lo que sentía, por lo que simplemente esbocé una pequeña sonrisa comprensiva.
—Presentía que tus ojeras escondían algo, pero no me imaginaba que era tan grande.—murmuré después de unos segundos en completo silencio.
—Eso es porque no soy capaz de dormir bien desde que se fue.—confesó.—Cuando lo intento, es como si reviviera el día que se fue una y otra vez. Me produce un fuerte dolor en el pecho que no me deja respirar—se lamió los labios.—Es como si me arrancaran una parte de mi y eso me hace despertar gritando como si no hubiera un mañana.
Sentí una punzada al darme cuenta del paralelismo de su sufrimiento y el mío. Quise decirle que la entendía, que yo también había pasado por ese dolor y que se superaba con el tiempo. Quise decirlo, pero no lo hice.
—Gracias por confiar en mi y contármelo.—le dije sincera.
Me miró sonriendo, como si se hubiera quitado un peso de encima.
—Gracias a ti por haberme escuchado. Me alegra tenerte a ti también.
¡Hola! Antes que nada, siento mucho no haber publicado ayer, tuve un pequeño problemilla técnico, pero ya lo he solucionado.
Este capítulo es algo más largo que los anteriores, algo de lo que me acabo de dar cuenta ahora xd.
He querido que Lizzie y Bella pasaran más tiempo juntas, sin Jake por el medio. Creo que se puede ver como va a ser su relación. Aunque bueno, ya os aviso que no todo va a ser un camino de rosas. Si no hay drama, no soy feliz JJAJAJA (ella, que quiere ver el mundo arder).
Tengo que decir que en verdad, la historia de Bella es trágica y un poco tóxica. Es verdad que se aferra mucho a Edward, pero yo creo que es algo que hace todo el mundo cuando la persona que te gusta se va. Eso sí, no me gusta en como juega con el pobre Jake. Creo que no tengo que decir que aquí no va a ser así jeje.
Si os ha gustado, ¡dejadme una bonita estrella! También podéis dejarme un comentario.
Podéis poner vuestras opiniones, teorías y cualquier cosa que se os pase por la cabeza. La verdad es que me gusta mucho leer vuestros comentarios y contestaros.
Nos leemos pronto.
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