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CAPÍTULO CINCO
NUEVA MISIÓN

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Habían pasado varios días en los que no tuve contacto con Jacob, lo cual era sumamente extraño para mí. Estaba acostumbrada a hablar con él y verlo todos los días, por lo que estar sin él era algo realmente nuevo para mí. Era raro que no viniera a desayunar conmigo ni estar todas las tardes con él en el garaje de su casa. Echaba de menos a mi amigo.

No sabía por qué, pero estar sin Jacob era como tener un vacío en el pecho. Como un agujero negro que se comía todo a su paso. No me dejaba respirar bien por lo que me agobiaba y acababa llorando hasta que me quedaba sin lágrimas o me quedaba dormida.

Me senté en uno de los sofás suspirando. Hacer guardia y dormir poco no era una buena combinación. Pero una chupasangre pelirroja andaba rondando el territorio, por lo que había que ahuyentarla o cazarla.

Emily me sonrió y me tendió una taza humeante. Le devolví el gesto y acepté la taza.

—Tienes mala cara, Lizzie.

Había pocas personas que me llamaran Lizzie: mis padres, mi hermano, Jacob y Embry (a veces). Y ahora, Emily.

—No duermo nada bien.—confesé.

Emily se sentó enfrente de mí y me miró seria.

—¿Sigues comiéndote la cabeza, Lizzie?

Bufé.

—No es comerme la cabeza, Em, es la verdad.

—Lizzie, ambas sabemos que Jacob te quiere.

Puse los ojos en blanco.

—Pero su orgullo le puede.

—No le pasa solo a él, Lizzie.

Solté un suspiro mientras bebía un trago del café caliente.

En muchos aspectos, Emily era la madre de la manada. No sólo porque era la impronta del Alfa, sino también por cómo nos trataba a los demás. Me recordaba a mi madre en muchas ocasiones, lo cual me hacía sonreír involuntariamente. Realmente apreciaba su presencia, ya que no solo me daba comida, sino porque también me apoyaba y aconsejaba.

—Sólo dale tiempo, Lizzie.

Observé como Emily se levantaba y comenzaba a limpiar la cocina, sonriendo y tarareando. Suspiré y volví la vista a la taza, donde aún salía vapor. Bebí otro trago, dejando que el amargo sabor de la bebida bañara mi garganta, pero también que ahogara mis pensamientos más pesimistas.

Dejé la taza en el mármol cerca de Emily, quien me sonrió y cuando me quise dar cuenta, ya la estaba fregando. Me quedé a su lado, mirando lo que hacía, mientras ella seguía tarareando una canción que se me hacía conocida. Juraría haberla escuchado en algún lugar, pero no caía en donde.

Sintiéndome un estorbo, salí de la casa y comencé a andar. Pensé en convertirme, pero no sabía por qué, me apetecía caminar sobre dos patas, lo cual era raro en mí. Me extrañó lo tranquilo que estaba el bosque, sin rastro de la pelirroja ni de mis compañeros lobos. Cuando me quise dar cuenta, había llegado a La Push, haciendo que sonriera brevemente.

Me senté en la arena y pegué las piernas a mi torso, apoyando la barbilla en mis rodillas. Miré el mar, tan tranquilo y a la vez tan peligroso. Sonreí cuando una brisa me removió varios mechones, haciendo que se fueran para mis ojos, tapándome la visión. Los aparté y seguí admirando la naturaleza delante de mi, sintiéndome insignificante.

Unas risas hicieron que me congelara en el sitio, ya que no esperaba que hubiera más gente en la playa, ya que era una hora un poco rara. Me quedé en silencio, esperando, con los sentidos alerta para saber hacia dónde se dirigían esas personas. Casi bufé cuando el sonido de sus pisadas me dijo que se acercaban a mi. Dejé caer la cabeza contra los brazos, abrumada por no poder tener un tiempo de reflexión y relax.

—¿Lizzie?

En ese momento quise que la tierra debajo de mis pies me tragara y me escupiera a miles de kilómetros, preferiblemente en Australia, con los canguros.

Levanté la cabeza lentamente, topándome con Jacob y la que parecía Isabella Swan. El primero me miraba entre asombrado y alegre; mientras que la segunda lo hacía con curiosidad. Me quedé mirándola varios segundos, dándome cuenta de que estaba más pálida y parecía más mayor.

—Hey, chicos.

Fue lo único que mi cerebro pudo procesar y soltar.

—No esperaba verte aquí.—habló Jacob, metiendo las manos en los bolsillos.

—Vivo aquí.

Mi simple respuesta pareció sacarlo de quicio, ya que echó la cabeza hacia atrás y bufó.

—Iba a pasarme por tu casa después.—murmuró Jacob.

Sí, claro

—Ya no vivo allí.—le recordé.

Él asintió, lamiéndose el labio inferior. Isabella nos miraba a los dos, algo incómoda

—Supongo que tú eres Isabella. Solíamos hacer castillos.

—Solo Bella. Sí, lo recuerdo.—dijo ella, sonriendo brevemente.—Elisabeth ¿no?

—Solo Liz.

Bella bajó la mirada a la arena. Ninguno de los tres dijo nada durante unos segundos que parecieron horas, haciendo que cada vez mi paciencia se fuera perdiendo.

Me levanté ágilmente, llamando la atención de los otros dos. Me sacudí la arena bajo la atenta mirada de Jacob

—Supongo que nos veremos por ahí.—dije, haciendo un gesto con la mano, a modo de despedida.

La mano de Jacob en mi muñeca me impidió girarme.

—Eh, Lizzie, yo...he estado pensando.

—¿Y? ¿Ha tenido sus frutos, Jac...Jake?

—Espero que sea una broma de mal gusto, Lizzie, porque no tiene gracia.

Fruncí el ceño.

—¿Crees que bromearía con algo así? ¿Por quien me tomas?—solté un medio gruñido.—Es completamente enserio.

—Yo...yo quiero ayudarte, Lizzie, pero no sé como.

—Ya hay gente ayudándome, no te preocupes.

Soltó un largo suspiro. Miré brevemente a Bella, que nos miraba a ambos como si fuera un partido de tenis, confundida.

—Vamos, Lizzie, somos amigos. Quiero ayudarte.

—¿Quieres ayudarme? Déjame sola.

Me libré de su agarre de un movimiento, haciendo que frunciera el ceño. Fruncí el ceño y volví la vista a Bella.

—Perdona el numerito, Bella.—hablé.—Ha sido genial volver a verte. Enserio, perdón.

—No te preocupes, Liz.

—Lizzie....

—Si quieres alejarte de tanta testosterona, tu padre tiene los números de mi familia apuntados en una agenda.—dije, ignorando a Jacob.— Puedes llamarme si quieres.

—Vaya, sí, será genial.

Suspiré bajito.

Los miré a ambos, forcé una sonrisa y me giré.

Comencé a alejarme, ignorando a Jacob llamándome. Aceleré el paso hasta que prácticamente estaba corriendo. Solté un bufido, frustrada, al mismo tiempo que aterrizaba sobre mis patas lobunas. Solté una especie de aullido lastimero mientras seguía corriendo, ignorando las voces que surgían en mi cabeza. Gracias a los dioses, Sam ordenó que me dejaran en paz, ya que en ese momento era la más explosiva.

Llegué al lago que yo misma había descubierto y me tumbé en la hierba, cerca del agua. Volví a mi forma humana y sin importarme que estuviera desnuda en medio del bosque, me levanté y caminé hacia el lago. Me estremecí un poco al entrar en contacto, pero rápidamente mi temperatura se adecuó a la del agua. Cogí aire y me sumergí, dejándome caer hasta que me senté en el fondo. Hice gestos de pegarle al agua, como si fuera un saco de boxeo, intentando liberar mi frustración. Cuando noté que mis pulmones iban a arder salí a la superficie. Me limpié el agua de la cara, mezclada con mis propias lágrimas y volví a sumergirme. Cerré los ojos y me quedé en aquella posición, sin moverme.

Finalmente, acabé por aburrirme y salí del agua. Me tumbé en la hierba de nuevo, sin importarme mi desnudez y que en cualquier momento podía aparecer cualquiera. En ese momento nada me importaba.

Estaba frustrada, dolida y decepcionada.

Cerré los ojos, notando como más lágrimas caían y me dejé ir. 


Bufé por quinta vez consecutiva, mientras Sam nos daba nuevas instrucciones.

—Liz, deja de protestar.—me regañó el Alfa.

—No entiendo porque tengo que vigilar a Jacob.—murmuré indignada, ignorando la punzada en el pecho que sentí al pensar en él.

Sam rodó los ojos.—Billy dice que últimamente está un poco raro y presiente que se va a convertir pronto.—dijo obvio-—Considera que es mejor que lo vigile alguien que lo conozca bien.—hizo una pausa mirando a los demás para luego volver a mí.—Por eso esa misión es tuya y de Embry.

El mencionado también soltó un bufido, ya que después de lo que había pasado con el menor de los Black tampoco a él le hacía mucha gracia tener que vigilarlo.

—Dejad de quejaros, por lo menos no tenéis que patrullar.—intervino Jared, haciendo un gesto con la mano.

Miré a Sam confundida, a lo que él asintió, dándole veracidad a las palabras de joven Cameron.

—No sabemos cuando Jacob se va a convertir.—explicó.—Por eso no vais a patrullar. Tenéis que mantener un ojo sobre él.

Asentí frunciendo los labios.—Solo lo hago por Billy, no porque lo digas tú.

Sam rodó los ojos de nuevo, acostumbrado a mis contestaciones, pero asintió. Parecía conforme con que no me negara.

Aún así, crucé una mirada con Embry, mi compañero de misión. Ninguno parecía muy ilusionado con la labor que teníamos por delante.

Una vez acabó la reunión improvisada, decidí ir a casa de los Black para hablar con Billy. No quería que nada malo le pasara a él, ya que le tenía mucho aprecio. Y aunque lo negara, tampoco quería que Jacob se hiriera.

Solté un suspiro al llegar a la casa, aunque no me hizo falta llamar a la puerta, ya que esta se abrió. Sonreí al ver a Billy, esbozando una pequeña sonrisa.

—Hola, muchachita.—me saludó, con el apodo con el que solía llamarme de pequeña.—Supongo que Sam ya te lo ha contado.

—Hola, Billy.—le devolví el saludo, para luego ponerme seria.—Sí, acaba de darme la "misión".—hice comillas con los dedos.

Billy rio, haciendo que esbozara una mini sonrisa. El mayor siempre conseguía alegrarme un poco.

—Aunque va a ser algo difícil.—murmuré.—No estamos en nuestro mejor momento precisamente...

Observé como ponía los ojos en blanco.

—Créeme que lo sé, muchachita.—habló serio.—Siempre que entra a casa, lo hace protestando continuamente, sobre que no sabe que te pasa ni porque lo esquivas.—hizo una pausa moviendo su silla.—Es como un loro.

—Se supone que no podía decirle nada...

—Lo sé, pero Jake parece tener la cabeza llena de pajaritos, y no se da cuenta de nada de lo que le cuento.

Me reí.—Eso es justo lo que le dije yo.

Pasé al interior de la casa, en la cual había pasado tanto tiempo en mi infancia y antes de convertirme. Billy me contó como había cambiado el patrón de comportamiento de su hijo, lo que no hizo más que confirmar la teoría de Sam: Jacob se iba a convertir pronto. Eso me asustaba y entusiasmaba a partes iguales. Cuando se convirtiera, entendería porque me alejé de él y volveríamos a nuestra relación anterior, la cual extrañaba demasiado. Quizás después se daría cuenta de cual es su sitio en la manada, aunque eso lo dudaba mucho, por palabras de su padre.

—Espero que podáis arreglarlo pronto.—murmuró Billy, sacándome de mis pensamientos.—Sé que te echa mucho de menos.

Me mordí el labio inferior.—Y yo a él.

Ambos nos tensamos al oír la puerta abrirse, aunque por distintas razones. Me quedé congelada en el sitio sin saber muy bien que hacer. Fue tarde cuando vi a Jacob entrar, quien se quedó sorprendido de verme allí. Su reacción era muy normal, ya que en la playa casi le había gruñido, y ahora estaba en su casa, hablando tranquilamente con su padre.

—No esperaba verte aquí, Lizzie.—dijo rascándose la nuca, como cada vez que estaba nervioso.

Suspiré.—Yo tampoco.

Billy nos miraba a ambos, sin saber como intervenir. Me removí incómoda ante la mirada del menor de los Black. Luego de unos segundos, me levanté, dispuesta a irme, aunque en verdad solo me quedaría en el bosque, montando guardia cerca.

—No hace falta que te vayas, muchachita.—dijo Billy al notar mis intenciones.

Me lamí los labios, nerviosa, mientras miraba a ambos.

—Tengo cosas que hacer.—dije, dándole una mirada significativa al mayor.

—Sí, como corretear con Sam y sus amiguitos.—medio bufó Jacob.

Hice una mueca, incapaz de mirarlo.

—Jacob.—lo reprendió su padre.

—No, Jake tiene razón.—dije suspirando.—Solo espero que luego lo entienda.—

El mencionado me miró raro, por lo que me di cuenta de que casi había metido la pata.

Me despedí de Billy, aunque la mano de Jacob en mi brazo impidió que diera un paso más. Me giré a mirarlo a los ojos, lo cual era una muy mala idea ya que me sentía intimidada cuando se me quedaba mirando sin decir nada.

—No quiero que te vayas, Lizzie.

—Tengo cosas que hacer, Jake.—murmuré.

—Sabes a lo que me refiero.

Tragué saliva al leer entrelineas. Nunca había visto a mi amigo tan vulnerable ante nadie.

—No me voy a ir a ningún lado, Jake.—le dije, sabiendo que sonaba como una promesa.—Cuando me empieces a echar de menos, ya estaré otra vez por aquí molestando.

Alzó una ceja.—¿De verdad?

—Te lo prometo.—asentí.—Y los Wolf nunca rompemos una promesa.

Se quedó en silencio unos instantes, estudiándome con la mirada, o sopesando la situación.

—Ven mañana a ver las motos.—dijo.—Bella no deja de preguntarme por ti.

Sonreí de lado.

—Te prometo que vendré. Será genial.

Casi bufé aliviada cuando me soltó, dejando que me fuera. Me acerqué a él y sin darle tiempo a reaccionar, dejé un beso en la comisura de los labios. 

Salí de la casa, dejando a Jacob en la puerta, mirándome sorprendido, mientras una pequeña sonrisa juguetona se extendía por mis labios.

Bueeeeno, se puede decir que el drama se ha acabado (por ahora JJAJAJA). ¿Qué sería una historia sin drama?

En este capítulo hemos visto la primera interacción entre Bella y Lizzie.
¿Cómo creéis que será su relación?

No sé porqué, siempre que leo algo de Jacob, Bella es super mala. No os voy a decir como va a ser aquí (no spoilers je), pero ya os voy a decir que ni va a ser una perra ni una santa.

Por otro lado, Lizzie va a volver a pasar tiempo con Jake... Porque, parece que nuestro querido va a ser lobito pronto.
¿Que creéis que significará eso?

También tengo que destacar las interacciones con Emily. Ella es un angelito, realmente. Y creo que ya lo dije, pero es un personaje que está infravalorado y que me gusta mucho. Así que sí, aquí va a aparecer bastante jiji.

No olvidéis que podéis dejarme en conentarios vuestras opiniones, críticas y teorías. Me gusta leerlas, aunque tarde mil años en contestar (sorry, tengo la cabeza en las nubes). Y si queréis hacer e muy feliz, dejadme una estrellita. Me hacen muy feliz ( además, cuantos más votos, antes actualizo. Ahí lo dejo jeje).

Nos leemos en comentarios.

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