25.
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CAPÍTULO VEINTICINCO
Los invitados
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Los invitados atestaban el hogar de los Cullen. La gran casa habría resultado incómoda para todos de no ser porque ninguno de los convidados dormía, aunque la horas de las comidas si era un problema. Ellos "colaboraron" lo mejor que pudieron. Cazaron fuera del estado para evitar la localidad de Forks y la reserva de la Push. Edward se comportó como un anfitrión lleno de cortesía, prestando sus coches conforme fueran necesarios sin un pestañeo.
Nosotros estábamos bastante molestos. Los licántropos existíamos para prevenir la pérdida de vidas humanas, y ahora debíamos cerrar los ojos ante lo que considerábamos asesinato puro y duro aunque se cometiera fuera del territorio defendido por la manada. A pesar de eso, Renesmee estaba en tan grave peligro que manteníamos la boca cerrada.
Debía admitir la facilidad con la que los vampiros nos aceptaron. No llegó a producirse ninguno de los problemas que Edward temía. Los visitantes fingían no vernos ni como personas ni como posible comida. Su trato con nosotros se parecía al de la gente q la que no le gustan los animales dispensa a la mascota de sus amigos.
Leah, Seth, Quil y Embry estaban patrullando con Sam por el momento, pues no los querían rondando allí.
Jacob y mi hermano se les habrían unido alegremente, de eso estaba segura. Pero mi hermano no podía soportar estar lejos de Renesmee, quien estaba muy ocupada dejando fascinada a aquella extraña colección de amigos de Carlisle. Y, Jake estaba en lo mismo, pues no quería estar lejos de mí, mientras intentaba tomarme enserio mi labor de "ángel guardián".
Se escenificó otra vez el número de la presentación de Renesmee al aquelarre de Denali como una media docena de veces. Primero con Peter y Charlotte, a quien Alice y Jasper habían enviado a la casa sin darles ninguna clase de explicación. Como la mayoría de sus conocidos, seguían sus instrucciones a pesar de la falta de información. Alice no les había dicho nada sobre la dirección a la que se dirigían ella y Jasper. No habían hecho ninguna promesa de que volviéramos a verlos en el futuro.
Aunque estaban al corriente de la regla sobre los niños inmortales, ni Peter ni Charlotte habían visto jamás a uno, de modo que su reacción negativa no fue tan violenta como la de los vampiros de Denali al principio. Habían permitido la <<explicación>> de Renesmee por pura curiosidad, y eso fue todo. En esos momentos estaban tan comprometidos a la tarea de servir de testigos como la familia de Tanya.
Carlisle había enviado amigos desde Irlanda y Egipto.
El primero en llegar fue el clan de los irlandeses y fueron sorprendentemente fáciles de convencer. Siobban era su líder: una mujer de inmensa presencia y cuerpo enorme y tan hermoso como hipnótica su forma de moverse con aquellas suaves ondulaciones. Pero tanto ella como su compañero de rostro duro, Liam, estaban más que acostumbrados a confiar en el juicio del miembro más joven del aquelarre. La pequeña Maggie, con sus elásticos rizos pelirrojos, no tenía una presencia física tan imponente como los otros dos, aunque poseía el don de saber cuándo se le mentía y sus veredictos nunca se discutían. Maggie declaró que Edward decía la verdad, así que Siobban y Liam aceptaron la historia incluso antes de tocar a Renesmee.
Amun y los otros vampiros egipcios fueron un hueso más duro de roer. A pesar de que los dos miembros más jóvenes de su aquelarre, Benjamin y Tia, quedaron convencidos por la explicación de Renesmee, Amun rehusó tocarla y ordenó a su aquelarre que se marchara.
Benjamin, un vampiro extrañamente jovial que parecía apenas mayor que un niño y tan seguro de sí mismo como despreocupado, persuadió a Amun de que se quedara con unas cuantas amenazas sutiles de disolver su alianza. El cabecilla del aquelarre no se marchó, pero continuó negándose a tocar a Renesmee y no permitió que tampoco lo hiciera su compañera, Kebi.
Parecía un grupito insólito, aunque todos los egipcios tenían un aspecto bastante similar, con su pelo del color de la medianoche y aquella palidez olivácea, tanto que habrían pasado por una verdadera familia biológica. Amun era el miembro más antiguo y el líder indiscutido. Kebi era tan pegada a él que parecía su propia sombra y nunca le oí decir ni mu. Tia, la compañera de Benjamin, también era una mujer tranquila, aunque cuando hablaba lo hacía con una gran clarividencia y circunspección. Aun así, Benjamin parecía la persona en torno a la cual giraba todo, como si ejerciera algún tipo de magnetismo invisible del dual los demás dependían para mantener el equilibrio.
Vi como Eleazar miraba al chico con los ojos abiertos como platos y eso nos llevó a pensar, a Bella y a mí, que tenía un talento que atraía a los otros hacia él.
—No es eso—nos contó Edward. —Su don es tan singular que a Amun le aterroriza perderlo. Igual que nosotros planeamos mantener a Renesmee fuera del conocimiento de Aro, él ha intentado reservarlo apartado de su atención. —suspiró. —Amun creó a Benjamin a sabiendas de que iba a ser especial.
—¿Y qué es lo que hace? —preguntó Bella.
—Algo que Eleazar no había visto nunca antes. Algo de lo que nunca habíamos oído hablar siquiera. Algo contra lo que tampoco el escudo de Bella podría hacer nada. —esbozó una sonrisa torcida. —Puede influir en los elementos de la naturaleza: tierra, viento, agua y fuego. Hablamos de una manipulación física real, nada de ilusiones de la mente. Benjamin aún está experimentando con ello y Amun pretende moldearlo para convertirlo en un arma, pero ya habéis visto lo independiente que es, no permite que nadie lo use.
—A ti te gusta. —deduje por su tono de voz.
—Tiene un sentido muy claro del bien y del mal y por supuesto, me gusta su actitud.
La actitud de Amun era otra cosa, él y Kebi se mantenían muy reservados, aunque Benjamin y Tia iban en buen camino de hacer grandes amigos entre los de Denali y los aquelarres irlandeses. Bella esperaba que el regreso de Carlisle relajara la evidente tensión del vampiro egipcio.
Emmet y Rosalie enviaron individuos sueltos, cualquiera de los amigos nómadas de Carlisle que pudieran localizar.
El primero en acudir fue Garret, un vampiro larguirucho, de ademanes impacientes, ojos del color del rubí y una melena rubia como la arena que anudaba a la nuca con una cuerda de cuero. Rápidamente llegamos a la conclusión de que era un aventurero. Le cayeron muy bien las hermanas Denali y se pasaba el tiempo formulando preguntas infinitas acerca de su estilo de vida poco habitual.
Mary y Randall también vinieron y eran amigas ya, aunque no viajaban juntas. Escucharon la historia de Renesmee y se quedaron para atestiguar, igual que los demás. Como los de Denali, estaban considerando su actuación en el caso de que los Vulturis no se detuvieran a escuchar sus explicaciones. Los tres nómadas jugaban con la idea de permanecer de todas formas.
Mi hermano se ponía de peor humor con cada nuevo recién llegado. Se mantenía a distancia cuando podía y cuando no, le gruñía enfurruñado a Renesmee que alguien iba a tener que elaborar un índice si esperaban que se acordase de los nombres de todos los nuevos chupasangres. A Jacob tampoco le hacía gracia, pero no decía nada.
Carlisle y Esme regresaron al cabo de una semana mientras que Emmet y Rosalie lo hicieron unos cuantos días más tarde. Todos nos sentimos mejor cuando llegaron a casa. Carlisle trajo con él un amigo más, aunque la palabra <<amigo>> quizá podía inducir a error.
Alistair era un vampiro inglés que contaba con Carlisle como su relación más cercana, aunque apenas podía soportar más de una visita al siglo. Alistair prefería con diferencia vagabundear a solas y Carlisle tuvo que recordarle un montón de favores que le había hecho para conseguir que viniera. Rechazaba toda compañía y quedó claro que no tenía muchos admiradores entre los aquelarres reunidos.
El inquietante vampiro de pelo negro creyó en la palabra de Carlisle sobre el origen de Renesmee, pero rehusó, como Amun, a tocar a la niña. Edward dijo que Alistair tenía miedo de estar allí, pero aún más temía no conocer el resultado de este asunto. Recelaba profundamente todo tipo de autoridad, y en especial era suspicaz respecto a los Vulturis.
—Claro que ahora sabrán que estoy aquí. —le escuchamos gruñir para sí mismo en el ático, su lugar preferido para despotricar. —No hay forma de que Aro no lo sepa a estas alturas. Esto se va a saldar con siglos de huida continua. Cualquiera con quien Carlisle haya hablado en la última década está en su lista negra. No me puedo creer como me he podido ver envuelto en un lio como este. ¿Qué manera es esta de tratar a los amigos?
Y entonces, llegaron otro par de amigos inesperados. Inesperados porque ni Carlisle ni Esme habían podido ponerse en contacto con las vampiras del Amazonas.
—Carlisle. —saludó una de ellas.
Eran dos mujeres muy altas y de aspecto salvaje, y la que había saludado era la de mayor altura. Ambas parecían como si hubieran sido estiradas, con sus piernas y brazos largos, largos dedos, largas trenzas negras, y caras alargadas con narices alargadas. No llevaban nada más que pieles de animales, túnicas amplias y pantalones ceñidos que se ataban a los lados con correas de cuero. No solo eran sus ropas excéntricas las que les daban ese aspecto salvaje, sino todo los que les rodeaba, desde sus incansables ojos de color escarlata a sus movimientos súbitos y apresurados.
Las había enviado Alice, y eso eran noticias <<interesantes>>, por decirlo con suavidad. ¿Por qué estaba Alice en Sudamérica?
—¡Zafrina, Senna! Pero, ¿Dónde está Kachiri? —preguntó Carlisle. —Nunca os había visto a las tres separadas.
—Alice nos dijo que necesitábamos separarnos. —contestó Zafrina, con una voz ruda y grave que encajaba a la perfección con su apariencia. —Es muy incómodo estar así, pero Alice nos aseguró que nos necesitabais aquí, mientras que ella necesitaba mucho a Kachiri en otro lugar. Eso fue todo lo que pudo decirnos.
A pesar de su fiera apariencia, escucharon con gran tranquilidad la historia y después permitieron que Renesmee les ofreciera su prueba. Quedaron igual de encantadas con la niña que todos los demás vampiros.
Las noticias sobre Alice resultaron un consuelo, por extraño que pareciera. Sin duda, estaba en alguna oscura misión de las suyas con el propósito de eludir a Aro.
Edward estaba realmente emocionado de tener a las vampiras del Amazonas allí, porque Zafrina poseía un talento muy desarrollado, y su don podía ser una arma ofensiva muy peligrosa. No era como si él le fuera a pedir a Zafrina que se alineara en la batalla, pero si los Vulturis no se detenían cuando vieran a los testigos, quizás pararían por un motivo diferente.
—Es una ilusión muy impactante. —explicó Edward cuando descubrieron que Bella no podía ver nada, hablando más hacia ella que hacia los demás que no sabíamos de que hablaba. Zafrina estaba entre intrigada y divertida por su inmunidad, algo que jamás se había encontrado antes y se removía de continuo mientras Edward le describía a su esposa todo lo que se estaba perdiendo. Los ojos del lector de mentes se desconcentraron ligeramente en ese momento. —Puede hacer que la mayoría de la gente vea lo que ella quiera, que vea eso y nada más. Por ejemplo, justo ahora tengo la sensación de estar en mitad de la selva. Resulta tan nítido que es muy posible que me lo creyera si no fuera porque todavía puedo sentir tu tacto.
Los labios de Zafrina se torcieron en su ruda versión de una sonrisa y un segundo más tarde, los ojos de Edward se enfocaron de nuevo, y él le devolvió la sonrisa.
—Impresionante. —comentó él.
Renesmee estaba tan fascinada por la conversación que tendió los brazos sin miedo hacia Zafrina.
—¿Puedo verlo yo también? —preguntó.
—¿Qué es lo que quieres ver? —inquirió Zafrina a su vez.
—Lo que le has enseñado a mi papá.
Zafrina asintió y luego observamos como los ojos de Renesmee miraban al vacío. Un segundo más tarde, su asombrosa sonrisa le iluminó el rostro.
—Más. —ordenó ella.
Después de eso, resultó difícil mantener a Renesmee lejos de Zafrina y sus <<dibujitos bonitos>>.
Aunque, lo que era entretenido de verdad, era ver a Bella aprendiendo a luchar. La primera vez que lo intentó, no le fue demasiado bien. Edward tardó apenas dos segundos en inmovilizarla, pero en vez de permitir que luchara para liberarse, dio un salto y se alejó de un salto. Luego de eso, Edward se negó a "entrenarla".
Emmet fue quien se mostró más predispuesto a ayudar, aunque su estilo de docente se parecía más a la venganza por todos los pulsos que había perdido. Rosalie, Tanya y Eleazar se mostraron tan pacientes como deseosos de ayudar a Bella. Sus lecciones me recordaron a las instrucciones de lucha que Jasper impartió a los otros el pasado junio. Algunos de los visitantes encontraron interesante el adiestramiento, y otros incluso ofrecieron su aporte. Garret, el nómada, hizo varios turnos y Bella encontró en él un maestro sorprendentemente bueno. Incluso luchó una vez con Zafrina, mientras Renesmee observaba desde mis brazos.
Bella aprendió varios trucos de la vampira del Amazonas, y para que mentir si yo también, pero nunca volvió a pedirle ayuda. Estaba segura que era porque le daba algo de miedo su aspecto más salvaje.
También era entretenido verla trabajar con Kate para intentar proyectas su escudo interno fuera de su cerebro para poder proteger a otros. Edward la animaba en ese tipo de entrenamiento. Pero resultó de lo más difícil para Bella, al menos según me había explicado. No había nada a lo que aferrarse, nada sólido con lo que poder trabajar. Solo tenía el airado deseo de ser de utilidad, de mantener a salvo con ella a tantos de su familia como fuera posible.
Edward se prestaba de conejillo de Indias y recibía descarga tras descarga eléctrica de Kate, mientras Bella intentaba forzar el escudo nebuloso fuera de su mente. En el fondo, algo me decía que la Denali disfrutaba de ver como fracasaba y le daba las descargas al lector de mentes.
—Eh. —dijo Edward con la voz alegre, seguramente intentando ocultar cualquier evidencia de dolor en ella. —Ese apenas me ha llegado. Buen trabajo, Bella.
Bella inhaló un gran trago de aire.
—Otra vez, Kate. —resopló a través de los dientes apretados.
Kate apretó la palma de su mano contra el hombro de Edward.
Él suspiró aliviado.
—Nada, en esta ocasión.
Ella alzó una ceja.
—Pues es no fue nada flojo.
—Estupendo. —bufó Bella, enfurruñada.
—Prepárate. —canturreó Kate, y alzó su mano hacia Edward de nuevo.
Este vez, él se estremeció y se le escapó un siseo bajo entre dientes.
—¡Lo siento!, ¡lo siento!, ¡lo siento! —cantó Bella, mordiéndose el labio.
—Estás haciendo un trabajo impresionante, Bella. —comentó Edward, abrazándola. —Apenas llevas trabajando en esto unos días y ya has conseguido hacer alguna proyección de vez en cuando. Kate, dile lo bien que lo está haciendo.
Kate frunció los labios.
—No lo sé. Es obvio que tiene una habilidad tremenda, y solo estamos empezando a acercarnos. Puede hacerlo mejor, estoy segura. Le hace falta un poco más de incentivo.
El pequeño público murmuró lo bajo. Estábamos de acuerdo con Edward, pensábamos que lo estaba haciendo bastante bien.
—Kate. —le advirtió Edward.
—Nessie, —dijo Kate. —, ¿quieres venir a ayudar a tu madre?
—No. —medio rugió ella.
Edward abrazó a su mujer, pero esta se lo quitó de encima con una sacudida justo cuando Renesmee revoloteaba por el patio en su dirección, con Kate, Zafrina y Senna justo detrás de ella.
—No, y es un no rotundo, Kate. —masculló.
La niña llegó junto a su madre, quien abrió los brazos de forma automática. Ella se acurrucó contra su cuerpo.
—Pero mami, yo quiero ayudar. —ofreció la niña.
—No. —replicó, retrocediendo con rapidez.
Kate había dado un paso deliberado en su dirección, con su mano extendida delante de ella.
—Apártate de nosotras, Kate. —le advirtió Bella.
—No.
La rubia comenzó a perseguirlas, como si fuera una cazadora arrinconando a su presa.
Bella cambió de posición a Renesmee de modo que quedó colgada en su espalda, mientras seguía caminando hacia atrás a un ritmo que se acompasaba al de Kate. Ahora tenía las manos libres.
Kate dio un paso calculado hacia delante, y un rugido despiadado desgarró la garganta de Bella y salió a través de sus dientes apretados.
—Ten cuidado, Kate. —le advirtió Edward.
La vampira dio otro paso más y entonces cometió un error que incluso alguien inexperto podía reconocer. A solo un pequeño salto de la neófita, apartó la vista y trasladó su atención a Edward.
Renesmee estaba segura a la espalda y Bella se agachó para saltar.
—¿Puedes escuchar algo de Nessie? —le preguntó Kate, con voz calmada y serena.
Edward se precipitó en el espacio que había entre las dos, bloqueando la línea de actuación.
—No, nada en absoluto. —contestó él. —Y ahora dale a Bella un poco de espacio para que se calme, Kate. No deberías aguijonearla de ese modo. Ya sé que no lo parece, pero no olvides que solo tiene unos meses.
—No contamos con tiempo para hacer esto con amabilidad, Edward. Hemos de empujarla un poco. Únicamente disponemos de unas cuantas semanas y ella tiene el potencial de...
—Apártate durante un minuto, Kate.
Kate puso mala cara pero aceptó la advertencia de Edward con más seriedad.
—Kate. —gruñó Bella. —Otra vez—jadeó. —, pero solo a Edward.
Ella puso los ojos en blanco, pero revoloteó hacia delante y presionó su palma contra el hombro de Edward.
—Nada, —dijo Edward.
—¿Y ahora?
—Nada todavía.
—¿Y ahora? —esta vez se notaba el sonido de la tensión en su voz.
—Nada en absoluto.
Kate gruñó y dio un paso atrás.
—¿Puedes ver esto? —preguntó Zafrina con su voz profunda y ruda. Su inglés tenía un acento extraño, y sus palabras se acentuaban en los lugares más inesperados.
—No veo nada que no debiera ver. —repuso Edward.
—¿Y tú, Renesmee? —inquirió Zafrina de nuevo.
Renesmee le sonrió y sacudió la cabeza.
—Que a nadie le dé un ataque de pánico. —nos advirtió Zafrina al pequeño grupo de espectadores. —Deseo ver cuánto puede extenderlo.
Todos los presentes emitimos un jadeo de sorpresa —Eleazar, Carmen, Tanya, Garret, Benjamin, Tia, Siobban, Maggie, Jake y yo—, todos menos Senna, que parecía estar preparada para el comportamiento de Zafrina. Me invadió la ansiedad.
—Alzad la mano cuando recuperéis la visión. —nos instruyó Zafrina. —Vamos, Bella. A ver a cuantos puedes cubrir con el escudo.
—¡Fascinante! —murmuró Edward, casi sin aliento, luego de unos segundos. —Es como un cristal de una sola cara. Puedo leer lo que todos están pensando, pero ellos no me pueden alcanzar aquí dentro. Y soy capaz de escuchar a Renesmee, aunque no lo era cuando estaba en el exterior. Me apuesto a que Kate podría lanzarme una buena descarga ahora, porque está dentro. Pero, por otro lado, no logro escuchar a Bella. Mmm... a ver, a ver... ¿Cómo funciona esto? Me pregunto si...
—Edward—gruñí entre dientes. —, nos ha quitado la vista, no el oído. Refunfuña para ti, ¿quieres?
Escuché las risas de Jacob, Garret y Benjamin, mientras Edward soltaba un bufido. Medio segundo después, continuó mascullando para él.
—Muy bien. —felicitó Zafrina. —Ahora...
Bella soltó un grito ahogado.
—¿Puedes darme un minuto? —jadeó pesadamente.
—Claro. —replicó Zafrina, y me relajé al poder ver de nuevo.
—Kate. —la llamó Garret.
—Yo no lo haría, Garret. —le advirtió Emmet.
Garret continuó avanzando hacia Kate a pesar de la advertencia, con los labios fruncidos en una mueca especulativa.
—Dicen que puedes tumbar a un vampiro de espaldas.
—Sí. —admitió ella. Y después, con una sonrisa ladina, removió juguetona los dedos en su dirección. —Qué, ¿sientes curiosidad?
Garret se encogió de hombros.
—Es algos que jamás he visto, y parece un poco exagerado...
—Quizás. —repuso Kate, con el rostro de repente serio. —Quizás solo funciona en los débiles o los jóvenes. No estoy segura. Vaya, y tú pareces bien fuerte. A lo mejor sí que puedes resistir mi don. —extendió la mano en su dirección, con la palma hacia arriba, en una clara invitación.
Torció los labios, en una grave expresión de intentar enredarlo.
Garret sonrió ante el reto, y tocó su palma con el dedo índice, muy seguro de sí mismo. Y entonces, con un grito ahogado que aun así resonó con fuerza, se le doblaron las rodillas y salió disparado de espaldas, hasta que golpeó con la cabeza en un trozo de granito que se rompió con un agudo chasquido.
—Ya te lo dije. —masculló Edward.
Los párpados de Garret temblaron durante unos segundos y después abrió los ojos como platos. Se quedó mirando a Kate, quien tenía grabada en el rostro una sonrisita de suficiencia, mientras otras sonrisa vagabundeaba por el rostro de él, iluminándolo.
¿Se ha quedado imbécil?
—Guau. —dijo.
—¿Lo has disfrutado? —le preguntó ella, con cierto escepticismo.
—No estoy loco. —rio Garret, sacudiendo la cabeza mientras se levantaba con lentitud desde su posición de rodillas—, ¡pero ha sido toda una experiencia!
—Eso es lo que he oído.
Se quedó lelo de todo.
Y entonces se produjo cierta conmoción en el patio delantero. Se escuchó a Carlisle hablando sobre un barboteo de voces sorprendidas.
—¿Os ha enviado Alice? —le estaba preguntando a alguien, con la voz insegura, algo molesto.
¿Carlisle molesto? Se acabó el mundo.
Edward salió disparado hacia la casa y la mayoría lo imitaron. Bella le siguió más despacio, con Renesmee aún aferrada a su espalda. Supuse que le daría a Carlisle un momento para que recibiera al invitado y luego le presentaría a Renesmee. Caminé a su lado, mientras la niña me dedicaba una amplia sonrisa, marcando sus hoyuelos. Era adorable.
—Nadie nos ha enviado. —decía una profunda voz susurrante al contestar a la pregunta de Carlisle.
La puerta principal estaba atestada de gente, ya que casi todo el mundo había ido a ver a los nuevos visitantes. Apneas se percibía algún ruido. Solo una respiración superficial.
La voz de Carlisle sonaba precavida cuando respondió.
—Entonces, ¿Qué os trae por aquí?
—Las palabras vuelan. —contestó una voz diferente, que sonaba como un murmullo, igual que la primera. —Hemos oído por ahí que los Vulturis se estaban organizando para ir a por vosotros. Hay rumores también e que no estaréis solos. Como es obvio, los rumores son ciertos. Esta es una reunión de lo más impresionante.
—No estamos desafiando a los Vulturis. —repuso Carlisle en tono tenso. —Ha habido algún malentendido, eso es todo. Y uno muy serio, a decir verdad, pero confiamos en ser capaces de aclararlo en su momento. Lo que estáis viendo son testigos, nada más, porque solo necesitamos que los Vulturis nos escuchen. Nosotros no...
—No nos preocupa lo que digan que habéis hecho. —le interrumpió la primera vez. —Y nos da igual si habéis incumplido la ley.
—Ni lo atrozmente que lo habéis hecho. —intervino el segundo.
—Hemos estado esperando un milenio para que alguien desafiara a esa escoria italiana. —continuó el primero. —SI hay alguna oportunidad de que caigan, queremos estar aquí para verlo.
—O incluso para ayudar a derrotarlos. —apostilló el segundo. —Creemos que tienes una posibilidad de éxito.
—¿Bella? —llamó Edward con voz dura. —Trae a Renesmee, por favor. Quizá deberíamos poner a prueba la petición de nuestros visitantes rumanos.
Asentí cuando Bella me miró, asegurándole que Renesmee estaría a salvo en caso de que los rumanos se sintieran molestos por ella. A mí tampoco me gustaba el sonido de sus voces o la oscura amenaza que destilaban sus palabras. Mientras caminábamos a través de la habitación, pude ver que no éramos nosotras las uncias que lo percibíamos así. La mayoría de los vampiros inmóviles que había allí los miraban con ojos hostiles y unos cuantos —Carmen, Tanya, Zafrina y Senna— caminaron con ligereza de postura, adoptando posiciones defensivas entre los recién llegados y Renesmee.
Los vampiros rumanos eran esbeltos y bajos, uno con el pelo oscuro y el otro con el pelo de un tono rubio ceniza tan claro que casi parecía gris pálido. Su piel tenía aspecto polvoriento. Sus ojos agudos, pequeños, eran de color borgoña oscuro. Llevaban simples ropas oscuras, que podían pasar por modernas aunque con aspecto de estar pasadas de moda. El de pelo oscuro sonrió cuando aparecimos a la vista.
—Vaya, vaya, Carlisle, pero que chicos más malos habéis sido, ¿Eh?
—Ella no es lo crees, Stefan.
—Y nos da igual de todos modos. —respondió el rubio. —Como ya os hemos dicho antes.
—Entonces sois bienvenidos como observadores, Vladimir, pero nuestro plan no es para nada desafiar a los Vulturis, como también hemos dicho antes.
—En ese caso, simplemente cruzaremos los dedos. —comenzó Stefan.
—Y esperaremos tener suerte. —finalizó Vladimir.
Al final, habían conseguido reunir diecisiete testigos: los irlandeses, Siobban, Liam y Maggie, los egipcios, Amun, Kebi, Benjamin y Tia; las del Amazonas, Zafrina y Senna; los rumanos, Vladimir y Stefan; y los nómadas, Peter y Charlotte, Garret, Alistair, Mary y Randall, además de los once miembros de los Cullen, ya que Tanya, Kate, Eleazar y Carmen insistieron en ser contados como tales.
Renesmee se había ganado a todos para su causa en un periodo muy corto de tiempo. Los Vulturis solo tenían que escuchar durante un segundo escaso...
Los dos rumanos supervivientes, concentrados en su amargo resentimiento por aquellos que habían derribado su imperio hacia quince siglos, se lo tomaban todo con calma. No tocaron a Renesmee, pero tampoco le mostraban aversión. Parecían misteriosamente encantados por la alianza entre vampiros y lobos. Observaron a Bella practicar su escudo con Zafrina y Kate, contemplaron a Edward contestar a preguntas no expresadas en voz alta, también a Benjamin alzando géiseres de agua del río o violentos brotes de viento del aire quieto solo con el poder de su mente, y sus ojos relucían con la ardientes esperanzas de que los Vulturis hubieran encontrado por fin la horma de su zapato.
Tampoco podía olvidarme de mi propio entrenamiento. Eleazar le había contado a Carlisle lo que había averiguado sobre mí, y ambos se habían puesto en marcha para entrenarme según lo que sabían. Benjamin fue realmente útil en el tema, pues sabía mucho de la leyenda de los alfas ancestrales, y me explicaba cómo él dominaba los elementos. Jacob parecía realmente fascinado, como si esperara que en algún momento fuera a provocar un huracán.
Al final, todos teníamos nuestras esperanzas, aunque no fueran las mismas.
Holiii :D
Entramos en la recta final del acto y, por tanto, de SoulMate. Queda muy poco para decirle adiós a Lizzie, a su familia y a su historia, así que disfrutad con todo el cariño que le he puesto.
Os confieso que SoulMate lleva semanas completa en mis borradores, pero he querido que se disfrute poco a poco.
Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?
¡Espero que os haya gustado!
Recordad que podéis hacérmelo saber mediante vuestro voto y algún que otro comentario. Ya sabéis que siempre os contesto, con muchísimo gusto además.
Nada más por mi parte, pero ya sabéis muy bien que...
¡Nos leemos en comentarios!
~I 👑
|Publicado|: 27/08/2021
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