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23.


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CAPÍTULO VEINTITRÉS
Los Denali

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Aunque Bella había intentado que nos mantuviéramos al margen, bastó una mirada de Nessie para que aceptara de forma rendida. Así que, las tres y Jacob esperábamos en el comedor de los Cullen, situado al otro lado de la esquina a la que daba la puerta principal, sentados ante la gran mesa de madera pulida. Renesmee estaba sentada en mis piernas; Jacob quería vía libre por si entraba en fase y Bella sería más rápida con sus reflejos de neófito.

La niña parecía de lo más entretenida jugando con mi pelo, mientras pasaba mi mirada de ella a su madre. Bella parecía estar intentando recordar a los Denali, aunque según me había dicho, sus recuerdos humanos eran borrosos. Yo sí los recordaba. Tanya, Kate, Carmen y Eleazar. Dos rubias y dos morenos.

Renesmee se acomodó pegada a mi cuello, con la mano contra mi mejilla pero sin ninguna imagen. Parecía que no tenía ninguna para lo que sentía en esos momentos.

—¿Y si no les gusto? —susurró y todos nuestros ojos se dirigieron hacia ella.

—Claro que les…—comenzó a decir Jacob.

—Ellos no te comprenden, Nessie, porque jamás se han encontrado a alguien tan extraordinario como tú. —le expliqué, mientras le tocaba la nariz con el índice de la mano derecha.

—El problema está en hacérselo entender. —asintió Bella.

Nessie suspiró, y me puse a pensar en todos nosotros. Vampiros, humanos, licántropos. Ella realmente no encajaba en ningún sitio.

—Tu eres especial—soltó Bella, como si me hubiera leído la mente—, y eso no es malo.

Ella sacudió la cabeza, expresando así su desacuerdo. Pensó en nuestras caras tensas y dijo:

—Es culpa mía.

—No. —dijimos a la vez.

Pero antes de que pudiéramos argumentar algo más, escuchamos el sonido que habíamos estado esperando: el de un motor que reducía la velocidad en la autovía y el de las cubiertas de las ruedas moviéndose del asfalto a la tierra.

Edward salió disparado hacia la esquina para esperarlos en la puerta y Renesmee escondió la cara entre mi pelo. Jacob, Bella y yo nos quedamos mirándonos, con la desesperación claramente pintada en nuestras caras.

El coche se trasladó con rapidez a través del bosque, con un estilo de conducción más rápido que el de Sue o Charlie. Le escuchamos atravesar el prado y pararse delante del porche delantero, y luego como se abrían las cuatro puertas y se cerraban. No hablaron mientras se aproximaban a la puerta y Edward la abrió antes de que llamaran.

—¡Edward! —exclamó una voz femenina, con entusiasmo.

—Hola, Tanya. Kate, Eleazar, Carmen.

Los tres murmuraron saludos.

—Carlisle nos dijo que necesitaba hablar con nosotros de forma urgente. —comentó la primera voz, Tanya, mientras percibía que todos permanecían en el exterior de la casa. Me imaginé a Edward en la entrada, bloqueándoles el paso. —¿Cuál es el problema? ¿Algún lío con los licántropos?

Jacob puso los ojos en blanco.

—No. —replicó Edward. —Nuestra tregua con los hombres lobo es más fuerte que nunca.

Una mujer se echó a reír entre dientes.

—¿Vas a invitarnos a entrar o no? —preguntó Tanya, y después continuo hablando sin esperar respuesta. —¿Dónde está Carlisle?

—Ha tenido que marcharse.

Se hizo un corto silencio.

—¿Qué es lo que está pasando, Edward? —inquirió Tanya, con voz exigente.

—Si me concedierais el beneficio de la duda durante unos cuantos minutos. —respondió él. —Tengo algo difícil que explicar, y necesito que mantengáis una actitud abierta hasta que podáis entenderlo.

—¿Carlisle está bien? —preguntó una voz masculina, con ansiedad. Era Eleazar.

—Ninguno de nosotros se encuentra bien, Eleazar. —le informó Edward y después palmeó algo, quizá el hombro del vampiro. —Pero al menos físicamente, sí, se encuentra bien.

—¿Físicamente? —preguntó Tanya de repente. —¿Qué quieres decir?

—Que toda mi familia corre un peligro muy grave, pero antes de que me explique, os pido que me prometáis que lo escuchareis todo antes de reaccionar. Os suplico que oigáis toda la historia primero.

Su petición se encontró con un silencio más largo, tenso, a lo largo del cual nosotros nos miramos sin decir nada.

—Estamos escuchando. —dijo Tanya al fin. —Lo escucharemos todo antes de juzgar nada.

—Gracias, Tanya. —repuso Edward con fervor. —No os habríamos implicado en esto de haber tenido otra posibilidad.

Edward se puso en marcha y percibimos cuatro pares de pasos cruzando la entrada.

Alguien olisqueó.

—Ya sabía que esos licántropos tenían que estar en el asunto. —masculló Tanya.

—Sí, y están de nuestro lado. Otra vez.

El recuerdo de lo sucedido debía silenciar a Tanya.

—¿Dónde está Bella? —inquirió otra de las voces femeninas. —¿Cómo se encuentra

—Se nos unirá pronto. Y ella está bien, gracias. Se ha incorporado a la inmortalidad con una sorprendente finura.

—Cuéntanos en que consiste el peligro, Edward. —solicitó Tanya en voz baja. —Todos te escucharemos y estaremos de vuestro lado, donde pertenecemos.

Edward inhaló un gran trago de aire.

—Primero quiero que lo veáis por vosotros mismo. Prestad atención… en la otra habitación. ¿Qué oís?

Se hizo de nuevo silencio y después algo se puso en movimiento.

—Solo escuchad, por favor. —insistió Edward.

—Dos lobos, supongo. Puedo oír sus corazones. —repuso Tanya.

—¿Qué más?

Se hizo una pausa.

—¿Qué es ese sonido como de repiqueteo? —preguntó Carmen o Kate. —¿Es… alguna clase de pájaro?

—No, pero recordar que lo habéis oído. Ahora, ¿Qué oléis? Además de los lobos.

—¿Hay ahí un humano? —susurró Eleazar.

—No. —Tanya expresó su desacuerdo. —No es humano, pero… es más cercano a lo humano que el resto de los olores que hay por aquí. ¿Qué es eso, Edward? No creo que haya olido nada igual en toda mi vida.

—Seguro que no, Tanya. Por favor, por favor, recordad que esto es algo por completo nuevo para vosotros. Apartad vuestras ideas preconcebidas.

—Te prometimos que te escucharíamos, Edward.

—Muy bien, entonces ¿Bella? Tráenos a Renesmee, por favor.

Nessie me miró, por lo que le sonreí de forma tensa, para luego empujarla hacia su madre. Ella se levantó con la niña en brazos, para luego caminar los pocos pasos que había hasta la esquina. Nosotras la seguimos. Dio un paso más hacia habitación grande y entonces se detuvo, incapaz de caminar más. Renesmee inhaló con profundidad y después se asomó a mirar por debajo de su pelo, con sus pequeños hombros tensos, esperando ser rechazada.

Tanya saltó hacia atrás cuatro pasos, con sus rizos temblorosos, como un humano que se enfrenta a una serpiente venenosa. Kate también recorrió a saltos hacia atrás todo el camino hacia la puerta principal y tanteó a ciegas para ver donde tenía la pared a sus espaldas. De entre sus dientes apretados brotó un siseo mezcla de sorpresa y miedo. Eleazar se agazapó delante de Carmen, en una postura defensiva.

—Oh, por favor. —se quejó Jacob.

Edward puso un brazo alrededor de Bella y Renesmee.

—Prometisteis escuchar. —les recordó.

—¡Hay algunas cosas que no deben escucharse! —exclamó Tanya. —¿Cómo has podido, Edward? ¿Es que no sabes lo que esto significa?

—Tenemos que salir de aquí. —replicó Kate, con ansiedad, con la mano en el pomo de la puerta.

—Edward…—Eleazar parecía encontrarse lejos de las palabras.

—Esperad. —dijo Edward, con la voz endurecida. —Recordad lo que oísteis, lo que olisteis. Renesmee no es lo que creéis.

—No hay excepciones a esa regla, Edward. —replicó Tanya, con brusquedad.

—Tanya—replicó Edward, con dureza. —, ¡has oído el sonido de su corazón! Para y piensa lo que eso significa.

—¿El latido de su corazón? —susurró Carmen, mirando por encima del hombro de Eleazar.

—No es una niña vampira completa. —respondió Edward, dirigiendo su atención a la expresión menos hostil de Carmen. —Es semihumana.

Los cuatro vampiros se le quedaron mirando como si estuviera hablando en un idioma ininteligible para ellos.

—Escuchadme. —la voz de Edward se moduló ahora hacia un tono de persuasión. —Renesmee es única en su especie. Yo soy su padre; no su creador, no, soy su padre biológico.

La cabeza de Tanya temblaba, aunque era un movimiento casi imperceptible. Ella no parecía ser consciente de ellos.

—Edward, no puedes esperar de nosotros que…—comenzó a hablar Eleazar.

—Pues dame otra explicación que te encaje, Eleazar. Puedes sentir la calidez de su cuerpo en el aire. La sangre corre por sus venas, Eleazar, puedes olerla.

—¿Cómo ha sucedido esto? —preguntó Kate, casi sin aliento.

¿Enserio?

—Bella es su madre biológica. —le contestó Edward. —Concibió, la llevó en su seno, y dio a luz a Renesmee mientras todavía era humana. Eso casi la mató, así que me vi obligado a introducir una cantidad suficiente de ponzoña en su corazón para salvarla.

—Nunca había oído hablar de una cosa así. —replicó Eleazar. Tenía todavía los hombros rígidos y una expresión fría en el semblante.

—Las relaciones íntimas entre vampiros y humanos no son frecuentes. —contestó Edward, ahora con algo de humor negro en su tono. —Y que existan humanos que hayan sobrevivido a este tipo de citas, menos aún. ¿No estáis de acuerdo, primas?

Tanto Tanya como Kate le miraron con cara de pocos amigos.

—Fíjate bien ahora, Eleazar. Seguro que puedes apreciar el parecido.

Pero fue Carmen la que respondió a las palabras de Edward. Dio un paso para salir de detrás del vampiro, ignorando su advertencia a medias, y caminó con cautela hasta permanecer delante de Bella. Se inclinó con ligereza, mirando cuidadosamente el rostro de Renesmee.

—Parece que tienes los ojos de tu madre—comentó con voz tranquila y baja—, pero el rostro de tu padre. —y después, como si no hubiera podido evitarlo, le sonrió.

La sonrisa de Renesmee en respuesta fue deslumbrante.

—¿Te importaría que la misma Renesmee te lo cuente? —le preguntó Bella a Carmen. Todavía parecía demasiado tensa como para hablar en voz más alta que un simple susurro. —Tiene un don para explicar las cosas.

Carmen todavía le sonreía a la niña.

—¿Hablas, pequeña?

—Si. —respondió con su aguda voz de soprano. Toda la familia de Tanya se estremeció ante el sonido de su voz, salvo Carmen. —Pero puedo mostrarte más cosas de las que puedo contar.

Colocó su pequeña mano llena de hoyuelos en la mejilla de Carmen. La vampira se envaró como si le hubieran aplicado una corriente eléctrica. Eleazar estuvo a su lado en un instante, con las manos en sus hombros como si fuera a apartarla con brusquedad.

—Espera. —pidió Carmen, casi sin aliento, con sus ojos que no pestañeaban fijos en Renesmee.

La niña <<le mostró>> a Carmen su explicación durante un buen rato. El rostro de Edward permaneció atento mientras observaba. Tanto Jacob como yo cambiamos el peso de un pie a otro con impaciencia.

—¿Qué le está enseñando Nessie? —pregunté entre dientes.

—Todo. —murmuró Edward.

Pasó otro minuto y Renesmee dejó caer la mano del rostro de Carmen y le sonrió con alegría a la asombrada vampira.

—Realmente es tu hija, ¿a que sí? —comentó Carmen casi sin aliento, moviendo sus grandes ojos de color topacio al rostro de Edward. —, ¡que don tan vivo! Eso solo podía venir de un padre igual de bien de dotado.

—¿Crees lo que te ha contado? —preguntó Edward, con una expresión llena de intensidad.

—Sin ninguna duda. —replicó Carmen con sencillez.

El rostro de Eleazar estaba rígido de la angustia.

—¡Carmen!

Ella le cogió las manos con las suyas y se las apretó.

—Aunque parezca imposible, Edward no nos ha dicho más que la verdad. Deja que la niña te lo muestre.

Carmen empujó a Eleazar hacia Bella y luego asintió a Renesmee.

—Enséñaselo, querida mía.

Renesmee sonrió de oreja a oreja, de alegría por la aceptación de Carmen, y tocó a Eleazar en la frente con un toque ligero.

—¡Ay, caray! —escupió él, y saltó hacia atrás.

—¿Qué es lo que te ha hecho? —inquirió Tanya, al tiempo que se acercaba, embargada por la preocupación. Kate también se deslizó hacia delante.

—Solo está intentando mostrarte su lado de la historia. —le dijo Carmen, con voz tranquilizadora.

Renesmee frunció el ceño con impaciencia.

—Ven, mira, por favor. —le ordenó a Eleazar. Le extendió la mano y después dejó unos cuantos centímetros entre sus dedos y su rostro, esperando.

Eleazar le echó una mirada suspicaz y después clavó sus ojos en Carmen, buscando su ayuda. Ella asintió para darle ánimos. El vampiro inhaló un gran trago de aire y después se inclinó hacia ella hasta que su frente tocó la pequeña mano otra vez. Él se estremeció cuando el proceso comenzó pero se quedó quieto en esta ocasión, con los ojos cerrados, concentrado.

—Ahh. —suspiró cuando sus ojos se entreabrieron, unos cuantos minutos más tarde. —Ya veo.

Renesmee le sonrió. Él vaciló, y después le devolvió una sonrisa desganada en respuesta.

—¿Eleazar? —preguntó Tanya.

—Es todo cierto, Tanya. No es una niña inmortal, es semihumana. Ven. Míralo por ti misma.

En silencio, Tanya acudió a su vez para colocarse delante de la niña con ademán precavido y después Kate, ambas mostrando sorpresa cuando le llegó la primera imagen del contacto de Renesmee; pero luego, en cuanto terminó, parecieron del todo convencidas, igual que Carmen y Eleazar.

Edward mantenía un rostro tranquilo. Sus ojos dorados lucían claros, sin sombras.

—Gracias por escucharnos. —dijo con voz serena.

—Pero aún existe el grave peligro del que nos hablaste—dijo Tanya a su vez. —, ya veo que no procede directamente de esta niña, pero entonces ha de proceder de los Vulturis. ¿Cómo han llegado a saber de ella? ¿Cuándo vendrán?

—El día en el que Bella vio a Irina en las montañas—le explicó Edward. —, tenía a Renesmee con ella.

Kate siseó, entrecerrando los ojos hasta convertirlos en rendijas.

—¿Ha sido Irina quien ha hecho esto? ¿A vosotros? ¿A Carlisle? ¿Irina?

—No. —susurró Tanya. —Ha debido de ser otra…

Sí, su gemela perdida, te jode.

—Alice la vio acudiendo a ellos. —comentó Edward.

—Pero, ¿Cómo ha podido hacer eso? —preguntó Eleazar, sin dirigirse a nadie en concreto.

—Imagínate que hubieras visto a Renesmee solo a distancia, y que no te hubieras esperado a oír nuestra explicación.

Los ojos de Tanya se entrecerraron.

—No importa lo que ella haya pensado…. Vosotros sois nuestra familia.

—Ya no hay nada que podamos hacer respecto a la decisión de Irina. Es demasiado tarde. Alice nos ha dado un mes de plazo.

Tanto Tanya como Kate inclinaron la cabeza hacia un lado, y esta última frunció el ceño.

—¿Tanto tiempo? —preguntó Eleazar.

—Vienen todos juntos y eso requiere una cierta preparación previa.

Eleazar soltó un jadeo.

—¿La guardia completa?

—No solo la guardia. —replicó Edward, con las mandíbulas apretadas. —También Aro, Cayo, Marco… incluso las esposas.

La sorpresa relampagueó en los ojos de todos los vampiros.

—Imposible. —repuso Eleazar sin poder creérselo.

—Justo lo que dije yo hace dos días. —comentó Edward.

El vampiro puso muy mala cara y cuando habló lo que surgió fue casi un rugido.

—Pero eso no tiene sentido alguno. ¿Por qué se iban a poner ellos mismo y a las esposas en peligro?

Porque son imbéciles.

—No tienen ningún sentido desde ese punto de vista. Alice dijo que se trataba de algo más que un simple castigo por lo que creían que habíamos hecho. Ella pensó que tu podrías ayudarnos.

—¿Más que un castigo? Pero, ¿Qué otra cosa puede ser?

Eleazar comenzó a caminar de un lado para otro, dirigiéndose primero hacia la puerta y luego hacia atrás como si estuviera solo en la habitación, con las cejas fruncidas mientras miraba al suelo.

—¿Dónde están los demás, Edward? ¿Carlisle, Alice y los otros? —preguntó Tanya.

La vacilación de Edward apenas fue perceptible y respondió solo a parte de la pregunta.

—Buscando amigos capaces y dispuestos a ayudarnos.

Tanya se inclinó hacia él, adelantando las manos en su dirección.

—Edward, no importa cuando amigos consigas reunir, no podemos ayudarte a ganar. Solo podemos morir contigo. Debes saber eso. Claro, quizás nosotros cuatro nos lo merecemos después de lo que Irina ha hecho, y después de cómo os fallamos en el pasado… y esta vez también por el bien de la niña.

Edward sacudió la cabeza con rapidez.

—No os vamos a pedir que luchéis y muráis con nosotros, Tanya. Ya sabes que Carlisle jamás solicitaría una cosa así.

—Entonces, ¿Cuál es la naturaleza de vuestra petición, Edward?

—Simplemente estamos buscando testigos. Si les podemos detener, aunque sea por un momento, si dejan que nos expliquemos…—tocó la mejilla de Renesmee y ella agarró su mano y la mantuvo apretada contra su piel. —Es difícil dudar de nuestra historia cuando la ves por ti mismo.

Tanya asintió con lentitud.

—¿Tú crees que su pasado les importará mucho?

—Solo en la medida en la que amenace su futuro. El sentido de mantener la restricción estaba en protegernos de quedar expuestos y de los excesos de los niños que no podían educarse.

—Yo no soy peligrosa en absoluto. —intervino Renesmee. —Nunca le hecho daño al abuelito, a Sue, a Frank o a Billy. Me encantan los humanos. Y los lobos como mi Lizzie, mi Jake y mi Joe. —ella dejó caer la mano de Edward hacia atrás y me dio una palmadita en el brazo.

Que adorable es…

Tanya y Kate intercambiaron una rápida mirada.

—Si Irina no hubiera venido tan pronto—musitó Edward—, nos podríamos haber evitado todo esto. Renesmee crece a un ritmo sin precedentes. Cuando pase este mes, habrá ganado otro año de desarrollo.

—Bueno, eso es algo que lograremos atestiguar sin ninguna duda. —replicó Carmen en tono decidido. —Podemos prometer que la hemos visto madurar por nosotros mismo. ¿Cómo iban a ignorar los Vulturis una evidencia como esa?

Eleazar masculló entre dientes.

—¿Cómo, en verdad? —pero no alzó la mirada y continuó paseándose como si no estuviera prestando atención en absoluto.

—Sí, os serviremos de testigos. —admitió Tanya. —Al menos eso sí. Y consideraremos que otras cosas hacer.

—Tanya—protestó Edward, escuchando algo más en sus pensamientos e lo que había en sus palabras. —, no esperamos que luchéis contra nosotros.

—S8 los Vulturis no se detienen para escuchar nuestra declaración, no nos vamos a quedar de brazos cruzados. —insistió Tanya. —Aunque claro, yo solo puedo hablar por mí misma.

Kate resopló.

—¿Realmente dudas tanto de mí, hermana?

Tanya le dirigió una gran sonrisa.

—Después de todo, es una misión suicida.

Kate le devolvió otra sonrisa, y después se encogió de hombros con indiferencia.

—Yo también estaré.

—Y yo haré todo lo que pueda para proteger a la niña. —acordó también Carmen. Y luego, como si no se pudiera resistir, tendió las manos hacia Renesmee. —¿Me dejas que te coja, mi precioso bebé?

Renesmee se inclinó decidida hacia Carmen, encantada de haber hecho una nueva amiga. La vampira la abrazó con fuerza, murmurándole algo en español.

Sucedió lo mismo que había pasado con Charlie, con la manada y con los demás Cullen. La niña era adorable y, por ende, irresistible. ¿Qué era lo que había en ella que hacía que todos se le rindieran, que les hacía incluso desear entregar sus vidas para defenderla?

Tal vez Renesmee lograra lo imposible. ganarse a los enemigos como se había ganado a los amigos.

Y entonces me pregunté que había visto Alice exactamente, y si debía mantener mi esperanza a flote o pinchar el globo.


Holiiii :D

¡Ya están aquí! ¡Los Denali llegaron!

De verdad, son de mis vampiros favoritos de los que hacen de testigos de los Cullen, en especial Kate. Es que me hace muchísima gracia, sobre todo en la película.

No tardarán demasiado en llegar los demás, así que podréis ver si son groseros con Lizzie y los lobos... O no. 👀 Quién sabe... (yo pero no voy a decir nada xd).

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Recordad que la única forma que tengo de saber si os está gustando lo que leais es que me lo digáis y que votéis el capítulo. Yo no tengo visiones como Alice, así que hacédmelo saber, porfi 🤧

Nada más por mi parte pero ya sabéis que...

¡Nos leemos en comentarios!

PD: puede que el domingo, sobre las 22:30pm (hora europea) haya capítulo. Depende de vosotros ;)

~I 👑

|Publicado|: 20/08/2021

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