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CAPÍTULO DOS
FOGATA

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Después de lo que parecía una eternidad, Jacob y yo habíamos convencido a Bella de que viniera a la reserva. No le habíamos dicho que venía a una fogata, ya que se habría negado al instante. Era una pequeña mentira piadosa.

Me desperté antes que Jacob, quien seguía durmiendo con un brazo rodeando mi cintura. Me levanté, oyendo como gruñía en sueños, lo que hizo que casi me riera. Besé su frente y salí de la habitación, dejando que durmiera.

Bajé las escaleras trotando, pensando en la cantidad de veces que mi madre me había regañado por hacerlo. Ahora no podía, ya que no estábamos bajo el mismo techo. La idea me entristecía un poco, pero vivir con Jake era lo mejor del mundo.

Silbando, llegué a la cocina. Me devané los sesos pensando que hacer, mientras mi estómago comenzaba a protestar. Emily me había enseñado muchísimas cosas de cocina, y se lo agradecía enormemente. Ahora podía sorprender a Jake, lo que me hacía sonreír sin querer.

Estaba tan concentrada intentando que no se me quemaran las tortitas, que pegué un salto cuando los brazos de Jacob me rodearon. Soltó una pequeña risita, mientras besaba mi hombro desnudo y miraba lo que estaba haciendo.

—Eres toda una caja de sorpresas, amor. —murmuró, aún con los labios en mi piel.

—Espero que te gusten. —sonreí, sacando las tortitas de la sartén.

Apagué el fuego justo a tiempo, ya que las manos de Jacob me giraron, al tiempo que las mías volaban a su cuello. Sonrió de lado.

—Cada vez que haces algo así, me dan más ganas de que seas mi mujer. —murmuró con voz ronca, acariciando mi mejilla.

Intenté que no se notara como me temblaban las piernas ante las dos últimas palabras. Era algo que me hacía ilusión y me angustiaba a partes iguales.

Quería a Jacob con toda mi alma y de eso estaba segura. En mi caso, la imprimación había sido lo mejor que me había pasado en la vida. Pero me daba miedo pensar en lo que pudiera pasar después. Éramos jóvenes, pero no del todo humanos.

—Eso será más pronto de lo que crees. —hablé sonriendo, sacándome de mis propios pensamientos.

Los ojos de Jacob brillaron. — ¿En serio? —

Asentí. —Quiero que todo el mundo esté tranquilo. —hice una mueca. —Y los Cullen son amigos, por mucho que pese. Creo que si me casara sin Alice, me mataría. —

Jacob puso los ojos en blanco. —A veces no soporto que te parezcas tanto a Amelia. —

Solté una carcajada, jugando con los pelos de la nuca de Jake.

—Lo siento, solo quiero que haya paz. A mi abuela le costó mucho lograrla. —encogí los hombros. —No estoy diciendo que tengamos que ser sus mejores amigos del alma, pero podemos coexistir. —

Bufó. —Supongo que tienes razón. —

—La tengo. —

Negó con la cabeza, para luego posar sus labios contra los míos. Sus manos bajaron hasta mi cintura, mientras mis dedos enrollaban mechones, de su cabello. Sus labios se movieron lentamente, a la par que los míos. El movimiento estaba sincronizado, casi sin darnos cuenta. Su lengua pidió permiso y no dudé en abrir mi boca. Recorrió mi cavidad, lentamente, como si estuviera deleitándose. Tiré de un mechón, causando un gemido que brotó desde el fondo de su garganta. Una carcajada fue amortiguada por sus labios, notando como sonreía.

Sus manos bajaron hasta mi trasero, alzándome. Solté un sonido de sorpresa, para luego rodear su cintura con mis piernas. Separó brevemente sus labios de los míos, ambos tomamos aire y volvió a aplastarlos. Sentí como la encimera se clavaba contra mi espalda, mientras sus labios se movían más rápido que antes. Sentí como la temperatura aumentaba, por lo que me pegué más a el. Eso causó que ambos soltáramos un gemido, por la fricción generada.

De repente, me acordé de las tortitas y el desayuno. Me separé de Jacob, haciendo que bufara. Abrí los ojos antes que el, viendo como sus orbes chocolate parecían más oscuras.

—Las tortitas. —le recordé.

Bufó, pasando sus labios por mi mandibular, en dirección al cuello. Me estremecí cuando su aliento chocó contra la piel sensible de esa zona. Una carcajada salió de él. Comenzó a besar y lamer la zona, cerca de la marca que él mismo había echo. Mordí sobre ella de nuevo, haciendo que abriera los ojos como platos. Eso no me lo esperaba

—Jake. —mi voz intentó que fuera un regaño, pero salió como una súplica.

Él parecía ignorarme, algo que mi lado Alfa no pareció gustarle. Sentí como mi loba tomaba el control y rápidamente mordí su marca, con mucha más fuerza. Soltó un gemido, sorprendido. Lo mire, lamiendo mis labios, aún con su sangre.

—He tardado mucho en hacerlas. —me quejé, frunciendo el ceño. —No pienso hacer nada hasta que desayunemos. —

Jacob alzó una ceja, buscando algún rasgo de broma en mi. Pero no lo encontró, por lo que asintió. Lamió mi cuello, quitando la sangre y me ayudó a bajar de la encimera.

Sonrió al ver la marca sangrando, logrando que pusiera los ojos en blanco. No parecía notar que la suya también lo hacía.

Salté sobre la espalda de Jacob, ambos en dirección al coche que él mismo había arreglado. Soltó una risa, a la par que sus manos atrapaban mis piernas. Caminó hacia el vehículo conmigo aún encima, para luego detenerse.

—Recuérdame porqué tenemos que ir en coche. —protestó como un niño pequeño.

—Bella es humana. —dije, resaltando lo obvio. —No podemos dejar que vaya caminando por el bosque mientras la pelirroja esté por ahí. —

—Mierda, tienes razón. —

Bajé de un salto y me puse delante de él, viendo que tenía el ceño fruncido.

—Siempre lo tengo, amor. —sonreí altanera.

Besé rápidamente sus labios para luego rodear el coche y sentarme del lado del copiloto. Lo oí protestar, mientras abría la puerta del piloto, haciendo que una pequeña sonrisa apareciera en mi cara.

Me miró de reojo antes de encender el motor. Su mano libre voló a mi pierna, mientras conducía en dirección al límite del bosque, en donde Edward había decidido dejar a Bella. Cuando llegamos, ellos ya estaban allí. Bajé de un salto, sonriéndole a los dos, aunque mi sonrisa era más por mi amiga. Esta me devolvió el gesto, más tímido, mientras que el vampiro hacia un gesto con la cabeza.

— ¿Es que no tiene camisas? —lo oí preguntar, mirando a Jacob.

Miré a mi lobo, quien parecía divertido con la situación. Me miró y guiñó un ojo. Hacía tiempo que me había acostumbrado a que estuviera sin camiseta.

— ¿Es que no puede hacer como Liz y ponerse una maldita camiseta? —seguía Edward, con el ceño fruncido.

—No veo a Liz protestar. —apuntó Bella a su novio, mirándome brevemente.

—Es su novio, Bella, no es buena jueza. —repuso el vampiro.

Solté una pequeña risa que llamó la atención de los dos. Jacob estaba a mi lado, con un brazo por encima de mis hombros, mirando divertido al vampiro.

—Vamos, Eddie, tienes que cazar y Bells tiene que pasar tiempo con sus mejores amigos. —pinché, sonriendo de lado.

El vampiro puso los ojos en blanco al oír su apodo, pero procedió a despedirse de la humana. Le dijo que sería rápido, pero ella insistió en que estaría bien. Eso era del todo verdad. Con nosotros estaría perfecta.

Bella cruzó el espacio que nos separaba sin mirar atrás, consciente de que si lo hacía, no vendría. Esbozó una pequeña sonrisa cuando llegó junto a nosotros.

—Hola, nena. —la saludé, sonriendo de lado.

Soltó una risa a la vez que la abrazaba. Miré al vampiro, que parecía tener un tic en el ojo y le guiñé el mío, haciendo que bufara divertido. Me separé para dejar que Jacob abrazara a nuestra amiga.

— ¿Qué quieres hacer?—pregunté, mirando de reojo a Jake.

— ¿Montar en moto? ¿Hacer senderismo? ¿Salto de acantilado? —ofreció Jacob, riendo brevemente.

Bella arrugó la nariz. —Algo más... Tranquilo, por favor. —

Sonreí, aplaudiendo como Alice, ganándome la mirada de la humana.

—Vamos a ir a una fiesta. —dije contenta.

— ¿Fiesta? —Bella no parecía muy feliz con la idea.

—Una fogata. —asintió Jake, siguiéndome el rollo de la fiesta.

—Será genial. —prometí.

Nada más llegar a la playa con Bella y Jacob, el pequeño terremoto de los Clearwater llegó corriendo hacia nosotros. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, como era costumbre en él.

— ¡Lizzie! ¡Jake!—exclamó contento. —Hasta que llegáis. Paul ha intentado comerse todas las hamburguesas, pero os he guardado algunas.

—Gracias, cachorro—murmuré, revolviéndole el pelo.

—Bella, él es Seth, el hermano de Leah Clearwater. —la voz de Jacob se dirigió a la humana. —Es el más joven de la manada. —

—Más joven, más brillante y más genial. —afirmó el pequeño, con una sonrisa de orgullo.

Jake lo miró como si le hubiera salido un cuerno en el medio de la frente. —Y el más lento. —

Seth le pegó un puñetazo amistoso a Jacob, quien le hizo una llave, frotándole el pelo. Ambos reían, siendo observados por Bella, quien sonreía ligeramente.

Puse los ojos en blanco. —Son como niños pequeños.

Ambos me miraron mal, pero yo tenía la vista clavada en los miembros del consejo. Jake siguió mi mirada y puso una mueca. Bella nos miraba raro a los tres.

—Dijisteis que era una fiesta. —murmuró la humana.

—Técnicamente lo es. —susurré.

—Es una reunión del consejo. —le explicó Jake.

— ¿Reunión?—la humana parecía al borde de un ataque.

—Tranquila, Bella. —habló mi lobo. —Lo único que vamos a hacer es comer y escuchar historias. —

Seth soltó una carcajada infantil, para luego echar a correr hacia los troncos.

— ¿Historias? —repitió Bella, de pronto interesada.

—Leyendas Quileute. —intervine, ganándome la mirada de ambos. —Nuestras leyendas. Creímos que te gustaría oírlas. —

—Me apetece mucho. —esbozó una sonrisa tímida.

Agarré su muñeca y comenzamos a andar hacia donde estaban ellos. Seth me hizo unas señas para indicarme sitios libres. Mi padre levantó la cabeza y me guiñó un ojo, haciendo que sonriera. Billy me sonrió, al lado de mi progenitor.

—No sabía que tu padre estaba en el consejo. —la voz de Bella me hizo girarme para mirarla.

—Fue el último Alfa, antes de que Sam cogiera el relevo. —murmuré, a lo que Bella alzó ambas cejas, sorprendida.

Jacob se juntó con Embry, quien comía perritos. Puse los ojos en blanco porque sabía lo que iba a hacer: ponerse a comer como si no hubiera un mañana. Emily se acercó a nosotras, abrazándome mientras sonreía.

—Ya creí que te estabas escaqueando, Lizzie. —me regañó con voz divertida, para luego mirar a la humana. — ¡Bella! Me alegro que hayan conseguido convencerte de venir. —

La mencionada hizo una mueca rara. —Se puede decir que me arrastraron hasta aquí. —

Puse los ojos en blanco, a la par que Emily soltaba una pequeña risa.

—Vamos a sentarnos. —indicó la pelinegra, con su usual emoción. —Billy está a punto de comenzar. —

La seguimos, volviendo a encontrarme con Jake, quien traía comida en las manos. Me ofreció un perrito, al igual que a las otras dos, pero solo Emily y yo aceptamos su oferta. Saltamos los troncos y nos dejamos caer en la arena. Me senté al lado de Seth, quien me sonrió mientras comía un perrito. Sentí como Jake se sentaba detrás de mi, por lo que me apoyé en él. Bella y Emily se sentaron al otro lado, viendo como la morena sacaba un cuaderno.

— ¿Te sabes las historias de memoria? —me preguntó Bella, mirando también a Jacob.

Asentí, pero fue mi lobo el que contestó. — Siempre es distinto cuando lo escuchas de otra persona. —

En el centro estaba la pequeña fogata, que chasqueó, lanzando explosiones de chispas brillantes.

—Los quileute han sido pocos desde el principio. —comenzó Billy, haciendo que todos se callaran. —No hemos llegado a desaparecer a pesar de lo escaso de nuestro número porque siempre ha corrido magia por nuestras venas. No siempre fue magia de la transformación, ya que eso fue después, sino que al principio fue la de los espíritus guerreros. Protectores que se transformaban en poderosos lobos. Eso nos permitía defendernos de nuestros enemigos y proteger la tribu. —

Siempre me había gustado la voz que ponía Billy para contar nuestras leyendas. Se volvía majestuosa y tenía un toque de autoridad que se veía reflejado en el brillo de sus ojos al decir cada palabra. Se notaba que se las sabía de memoria, ya que no paraba en ningún momento.

Miré a Emily y a Jake, sonriendo. Los tres sabíamos que historia venía ahora.

Billy volvió a hablar. — Un día, los guerreros se encontraron con una criatura. Parecía un hombre, aunque era duro como una piedra y frío como el hielo. Los afilados dientes de los guerreros finalmente consiguieron desgarrarlo, pero solo el fuego lo destruyó completamente. Vivían con el temor de que el hombre frío no estuviera solo. Y tenían razón.

<< La mujer fría desató su venganza contra la aldea. Nuestro viejo jefe, Taha Aki, era el único espíritu guerrero que quedaba para salvar a la tribu, cuando mataron a su hijo. Por eso, no dudó en atacar a la mujer fría. La tercera esposa de Taha Aki sabía que él perdería la batalla. Ella no era un ser mágico, pero tenía un poder especial: el valor. Su sacrifico distrajo a la mujer fría lo suficiente como para que Taha Aki la destruyera. Ella salvó a la tribu.

<< Con el tiempo, nuestros enemigos desaparecieron, pero quedan algunos. Los fríos. —la voz de Billy era potente en esta parte final, entregando un mensaje claro. —Nuestro gen despierta cuando están cerca. Y lo sentimos ahora, la amenaza en nuestra sangre. Algo terrible se aproxima y debemos estar listos. Todos nosotros. —

Al acabar el relato, la atmósfera se rompió con algunas risas, dejando de parecer tan importante. Pasó a ser una reunión de amigos, con comida y bromas.

Casi podía ver la mente de Bella trabajando, absorbiendo la leyenda que había escuchado. Emily levantó la vista del cuaderno que tenía en las manos, dejando ver que había estado de copiando. Me divertía, ya que yo me sabía la historia tan bien como Billy, aunque no tenía el arte de contarla como el suyo.

Jake besó mi cuello, llamando mi atención. Fue cuando me di cuenta que los miembros del consejo me miraban con una sonrisa. Sabía lo que eso significaba. Giré la cabeza, buscando a Sam. En cuanto mi mirada chocó con la suya, él asintió. Solté aire.

Lo que se venía no parecía nada fácil.

¡Hola, hola!
Espero que estéis bien🥰.

Tenía ganas de escribir este capítulo, ya que la historia que cuenta Billy me gusta mucho. Siempre quise ir a una fogata como la que muestran, así que Lizzie no podía faltar a ella.

¿Qué os ha parecido?

Podéis dejarme lo que queráis en comentarios. Ya sabéis que os contesto siempre, tarde más o menos, porque es algo que me gusta mucho. También podéis apoyar la historia dándole a la estrella.

Por cierto, que me acabo de dar cuenta de que falta poquísimo para las 80K de leídas.
¡Mil gracias por todo el apoyo que le dais a la historia! Estoy súper feliz, la verdad.

¡Espero que os haya gustado!

Nos leemos.

~I 👑

|Publicado|: 18/10/2020

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