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19.


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CAPÍTULO DIECINUEVE
Trece de septiembre

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—Lo siento mucho, Seth. Debería haber estado más cerca.

Edward y yo seguíamos todavía disculpándonos, mientras Bella nos miraba con cara de pocos amigos. Seguramente pensaba que no era del todo justo ni apropiado. Después de todo, no habíamos sido ninguno de los dos el que había perdido por completo el control del temperamento. No habíamos intentado arrancarle la cabeza a Joe, quien ni siquiera había entrado en fase para protegerse, ni le habíamos roto el hombro y la clavícula a Seth cuando saltó para defender a su mejor amigo.

Yo tenía parte de culpa, pues debía haber estado más cerca de mi hermano. De esa manera, Seth no habría salido herido. Debería haber sido yo a la que Bella le hubiera roto algún hueso, pues era mi hermano pequeño el implicado. Y, porque después de todo, yo era la Alfa.

—Seth, yo...

—No te preocupes por eso, Bella, estoy muy bien. —dijo Seth, al mismo tiempo que Edward replicaba:

—Bella, amor, nadie te está juzgando, lo estás haciendo muy bien.

La miré con curiosidad, pues ninguno de los dos le había dejado terminar la frase. Observé como parecía intentar calmarse, pero que mi hermano estuviera fuera con Renesmee seguramente no la ayudaba demasiado.

Carlisle ajustó otra pieza del cabestrillo del brazo de Seth y éste hizo un gesto de dolor.

—¡Lo siento, lo siento! —masculló la neófita.

—No te alteres, Bella. —dijo Seth, palmeándole la rodilla con la mano buena mientras Edward acariciaba el brazo de su esposa desde el otro lado.

Seth estaba de lo más tranquilo, y sin duda a Bella debía de chocarle.

—Estaré bien en media hora. —continuó él, todavía dándole palmaditas en la rodilla. —Cualquier hubiera hecho lo mismo, porque eso de Joe y Ness...—lo advertí con la mirada y se detuvo a mitad d de la frase. Cambió de tema con rapidez. —Quiero decir, al menos no me mordiste ni nada. Eso hubiera sido una mierda.

Bella enterró la cabeza entre las manos y se estremeció ante el pensamiento, y no pude evitar el estremecerme con ella. Podría haber ocurrido fácilmente. Y nosotros no reaccionábamos ante la ponzoña del vampiro del mismo modo que los humanos, porque nos envenenaba.

—Soy una mala persona.

—Claro que no lo eres. Yo tendría que haber...—comenzó Edward.

—Para de una vez. —suspiró.

—Qué suerte tiene Ness... Renesmee al no estar cargada de veneno. —dijo Seth, después de un silencio, corrigiéndose cuando volví a advertirlo con la mirada. —Porque se pasa todo el día mordiendo a Lizzie, a Jake y a Joe.

A Bella se le cayeron las manos.

—¿Eso hace?

—Sí, lo hace. —asentí, logrando la atención de la neófita. —No lo suele hacer con frecuencia, pero cuando mi hermano y Rose no le meten la comida en la boca con suficiente rapidez, muerde a mi hermano. Obviamente a Rose le hace muchísima gracia.

Se quedó mirándome sorprendida, y me pregunté si una parte de su mente se alegraba de que su hija mordiera a mi hermano.

—Bueno, Seth—comentó Carlisle, levantándose. —, creo que esto es todo lo que puedo hacer. Intenta no moverte en, bueno, unas cuantas horas, supongo. —se echó a reír. —Ojalá el tratamiento en los humanos fuera igual de gratificante. —dejó posar la mano durante uno momento sobre el pelo negro de Seth. —Quédate quieto. —le ordenó y después desapareció escaleras arriba.

—Cachorro. —le gruñí, en cuanto se removió en el sitio. —Quédate quieto, no quiero ni verte fuera ¿estamos?

Me dio una mirada de pena, pero me mantuve de brazos cruzados.

—Bueno... creo que podré arreglármelas para quedarme un ratito. —asintió Seth, para luego abrir la boca en un gran bostezo.

Con cuidado, asegurándose de no poner el hombro en mala postura, Seth inclinó la cabeza sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos. Unos segundos después, se quedó dormido con la boca abierta.

Negué con la cabeza, para luego reparar en cómo me estaba mirando Edward. Tenía la cabeza ladeada hacia un lado y entrecerraba los ojos.

—Deja de pensarlo. —me pidió.

—No puedo evitarlo. —respondí, lanzándole una mirada al cachorro durmiente. —Después de todo, me guste o no, Seth es mi responsabilidad. Y se hizo daño defendiendo a mi hermano—hice una mueca con los labios—, yo debería tener el hombro y la clavícula rotos, no él.

—Liz. —me siseó Bella, mirándome horrorizada.

—Seth no está enfadado contigo, Liz. —me aseguró Edward, supongo que intentando animarme. —Y si te consuela, yo me siento igual que tú. Debería haber estado más cerca para asegurarme de que nadie saliera malherido.

—En el fondo lo estás disfrutando. —ataqué, arqueando una ceja.

—Si fuera tu hermano...—se quejó con un jadeo cuando Bella le dio un codazo. —Lo siento, lo siento. Mal pensamiento.

Bella rodó los ojos, para luego poner mala cara hacia el rostro sereno de Seth. Como Jacob y yo misma, Seth tenía el don de quedarse dormido a voluntad.

—Liz, deberías ir con Jacob. —me aconsejó Edward, y me pareció ver como retenía una carcajada. —Está considerando venir a por ti buscando ayuda.

—¿Joe y Rose están peleándose otra vez por quien alimenta a Renesmee? —inquirí, aunque una parte de mí ya sabía la respuesta. Me reí entre dientes. —Batalla perdida.

—¿Por qué? —preguntó Bella, confundida.

—Te lo explicaré más tarde. —le aseguró Edward.

—Bueno, iré a parar la guerra. —hice un saludo militar y luego salí de la habitación.

Justo como Edward me había prevenido, Jacob salía de la habitación en donde estaba Renesmee justo en ese momento. Por poco choqué contra su pecho, pero sus reflejos fueron más rápidos que los míos. Me agarró de la cintura y ladeó mi cuerpo para que no impactáramos.

—El lector de mentes te avisó, ¿eh? —masculló con algo de sorna.

—Jake —lo regañé. —, recuerda que ahora somos familia.

—Sí, no hemos hablado de eso. —farfulló, con el ceño algo fruncido. —¿Cómo lo llevas?

—Mejor que tú. —me burlé, sonriendo ampliamente al escucharlo gruñir. —No es tan malo, después de todo, somos los tíos favoritos del monstruito.

—Hablando del monstruito... —soltó un suspiro. —No quiere comer si no le das tú. Es una niña caprichosa.

Me reí entre dientes, para luego entrar en la habitación. Rosalie y mi hermano se gruñían el uno al otro, con la comida del bebé en una mano. Renesmee hacía un mohín enfadado, negándose a comer cuando uno de ellos lo intentaba.

Los ojos chocolate de la niña se centraron en mí en cuanto me escuchó llegar. Al instante, extendió las manitos hacia mí, abriéndolas y cerrándolas en puños.

Me acerqué a ella y la levanté del suelo, mientras ella se acomodaba contra mí. Estaba segura de que a veces le gustaba más el calor que emanaba de mí más que yo misma. Rosalie me tendió la comida, soltando un suspiro de rendición, mientras mi hermano se enfurruñaba. Jacob se sentó a mi lado, haciéndole una mueca a Renesmee y causando una de sus cantarinas risas.

Antes de comer, la manito del bebé voló a mi garganta. Estaba preocupada por su madre y Seth. A pesar de que los vampiros le tapaban la visión, sabía lo que había pasado. Y estaba preocupada a partes iguales por los dos.

—Ambos están bien. —le aseguré. —Ahora, come.

Nunca había disfrutado tanto de un bebé como con Renesmee. Sí, adoraba a Claire, pero ella era otro cantar. El bebé que tenía entre mis brazos parecía quererme con intensidad, pues siempre me estaba buscando. Era como si supiera que nuestras familias estuvieran unidas por un lazo y quisiera tenernos a todos cerca. Y, yo no pensaba negarle nada. Era mi consentida.

Rosalie salió de la habitación, farfullando que iría a buscar a Alice para comprar ropa. Joe se sentó enfrente de nosotros y clavó su mirada en mí. Sentí un brazo de Jacob sobre mis hombros, algo que me arrancó una sonrisa. En medio de un bocado, Renesmee lo observó y luego a mí. Acto seguido, sonrió enseñando sus dientes y marcando sus dos hoyuelos. Era un encanto de niña, nada que ver con los agonías de sus padres.

—¿Qué pasa, Joe? —le preguntó Jake, aunque yo estaba centrada en el bebé. —Parece que hayas visto un fantasma.

Alcé la mirada unos segundos hacia mi hermano, quien parecía algo estupefacto mientras nos miraba. Antes de que volviera mi atención a Renesmee, me pareció ver como sacudía la cabeza mientras seguía pareciendo sorprendido.

—Lo siento, es que no he podido evitar pensar que...—vaciló y, a mi lado, Jake chasqueó la lengua con irritación. —.... Bueno, que casi parecéis vosotros sus padres.

Me tragué una risa, viendo de reojo como Jacob me miraba. Estaba claro que mi hermano había vuelto a abrir cierto tema que ni mi marido ni yo habíamos dejado cerrado. Al menos, no completamente.

—Ya hablamos de eso, amor. —le recordé con suavidad, mientras limpiaba la boca de Renesmee. —Y ahora, hay una pequeñina que reclamaba toda nuestra atención. —toqué la pequeña nariz del bebé, logrando otra de sus encantadoras risitas. —¿Lo ves? No es el momento.

—Lo sé, lo sé. —farfulló entre dientes, pero seguía mirándome fijamente.

—Jake...—me quejé.

Él bufó pero no añadió nada más. Mi hermano se echó a reír por lo bajo.

Rosalie volvió con un peine en las manos y miró a Renesmee. Ella negó con la cabeza, haciendo un mohín, para luego golpear mi pecho con su puño varias veces. Ya conocíamos esa señal, la usaba para indicar quien quería que hiciera cada cosa. Y la mitad de ellas quería que lo hiciera yo.

Oculté una enorme sonrisa mientras extendía la mano para que la rubia dejara el peine allí. Ella chirrió los dientes, como siempre celosa de que el bebé me prefiriese a mí por encima de ella. Intenté no disfrutarlo mientras recogía el objeto y volvía a encoger el brazo.

—No lo disfrutes tanto, Liz. —me pidió entre dientes.

—¿Yo? ¿Disfrutarlo? —me hice la loca, mientras Renesmee se recolocaba en mis brazos. Por inercia, Jacob alargó un brazo, como si temiera que se fuera a resbalar y estampar contra el suelo. Me hizo sonreír levemente. —No tengo ni la menor idea de que me hablas, Rose.

La escuché farfullar entre dientes, mientras se sentaba algo alejada de nosotros. Agarró una revista de ropa infantil, pues debía de haber olvidado que Alice estaba de caza. Jasper era uno de los pocos que se habían quedado, simplemente para vigilar a la vampira neonata.

Renesmee se quedó quieta mientras pasaba el peine por sus rizos. Un ojo humano no podría haberlo visto, pero el nuestro sí. Su pelo había vuelto a crecer en el tiempo que habíamos estado con ella. Seguía creciendo con rapidez, pues sus genes no ayudaban demasiado.

Los vampiros entraron en la sala, siguiendo a Carlisle. Este llevaba una cinta de medir y una balanza, por lo que miré de reojo el reloj. Jasper salió disparado para situarse al lado de Bella. Incluso Leah, quien estaba fuera, se sentó y miró fijamente por la ventana.

—Deben de ser las seis. —comentó Edward.

—¿Y? —preguntó Bella, con los ojos fijos en nosotros.

—Hora de medir a Ness... esto, Renesmee. —explicó Carlisle, mirándome de reojo cuando me reí por lo bajo.

—¡Oh! ¿Hacéis eso todos los días?

—Cuatro veces al día. —la corrigió Carlisle con aspecto ausente, mientras Renesmee suspiraba.

—¿Cuatro veces? ¿Todos los días? ¿Por qué?

—Ella sigue creciendo con mucha rapidez. —le explicó Edward, con voz serena y contenida.

Le apretó la mano y su otro brazo se envolvió con seguridad alrededor de su cintura.

Mi hermano tenía los brazos cruzados con fuerza sobre el pecho, algo preocupado. Edward tenía el ceño fruncido sobre los ojos dorados.

Renesmee se estiró obedientemente en mis brazos mientras Carlisle extendía la cinta en torno a su longitud y después la usaba para medir el perímetro de su cráneo. No tomó ninguna nota, pues lo recordaría a la perfección.

El bebé reclamó mi atención, como si esperara una especie de felicitación por haberse quedado quieta.

—Lo has hecho muy bien, monstruito. —le aseguré, mientras ella soltaba una pequeña risita.

Mientras tanto, la neófita parecía estar haciendo cuentas mentales sobre ella. No me extrañaba demasiado.

Renesmee había madurado de una simple célula a un bebé de tamaño normal en el transcurso de unas cuantas semanas. Tenía muy buen aspecto. Parecía camino de convertirse en un bebé de un par de años de edad en apenas algunos días. Si seguía con ese ritmo de crecimiento...

—¿Qué vamos a hacer? —susurró Bella, horrorizada.

Los brazos de Edward se tensaron, porque comprendió lo que estaba preguntando. Del mismo modo que el brazo de sobre mis hombros de Jake hacía lo mismo, o los músculos de mi espalda.

—No lo sé.

—Va algo más despacio. —masculló mi hermano entre dientes.

—Necesitamos unos cuantos días de más medidas para poder establecer una pauta, Joe. No puedo hacer ninguna promesa.

—Ayer creció cuatro centímetros. Hoy menos.

—Por apenas una centésima de centímetro, si mis medidas son correctas. —replicó Carlisle con tranquilidad.

Renesmee se removió inquieta. Comenzó a retorcerse y después levantó la mano imperiosamente hacia mí. Me incliné de modo que pudiera tocarme la cara. Al recibir su demanda, suspiré.

—¿Qué es lo que quiere? —me exigió Joe.

—A Bella, por supuesto. —le contesté, para luego mirarla. —¿Cómo estás, Bells?

—Preocupada. —admitió, y Edward le dio otro apretón.

—Todos lo estamos, pero sabes perfectamente que eso no es a lo que me refería.

—Estoy bajo control. —me prometió.

Joe se mordió el labio pero no hizo ningún movimiento para impedir que le tendiera a la niña. Jasper y Edward parecieron vacilar de forma coordinada, pero lo permitieron. Yo seguía tensa. Me pregunté como sentiría la habitación el empático, luego de todo lo que había aprendido de ellos.

Renesmee y su madre se acercaron la una a la otra, el bebé con una sonrisa cegadora iluminando su pequeño rostro. De inmediato, ella puso su manita en la mejilla de la neófita.

Me pregunté si le estaba recordando como Bella cargó contra mi hermano a través del prado que había delante de la casa, y como Seth había saltado entre ellos. Edward se echó a reír por lo bajo, aunque ambos vampiros dieron un respingo a la vez. No me hizo falta un máster para saber que estaría recordando el chasquido de huesos de Seth. Renesmee exhibió su brillante sonrisa, pero algo en la mirada de Bella me hizo saber que la perspectiva de su hija no acababa de gustarle del todo.

—Oh, maravilloso. —gruñó. —Perfecto.

—Seguro que es porque sabe mejor que todos nosotros. —le aseguró Edward, con la voz estirada por su propio disgusto.

—Ya os he dicho que le gusto. —bromeó Joe desde donde estaba sentado, con los ojos fijos en Renesmee. Su broma fue algo desganada, pues el ángulo de sus cejas no se había relajado.

Renesmee palmeó la mejilla de su madre, reclamando su atención. Seguramente le volvió a enseñar algo. Como el momento en el que le había peinado los rizos, algo que le encantaba. O cuando Carlisle apareció con la cinta de medir, pues ella sabía que debía estirarse y quedarse quieta.

—Es como si te estuviera haciendo un resumen de todo lo que te has perdido. —comentó Edward hacia su mujer.

Ante el siguiente recuerdo, Bella arrugó la nariz. Y entonces, Renesmee estuvo fuera de sus brazos, pues los de su madre estaban sujetos a su espalda. Ella no luchó contra Jasper, sino que observó el asustado rostro de Edward.

—¿Qué es lo que he hecho?

Edward miró a Jasper y luego a Bella.

—Es que ella estaba recordando la sed. —masculló Edward, con la frente formando arrugas. —Estaba recordando el sabor de la sangre humana.

Me pareció que los brazos de Jasper apretaron con más fuerza los de Bella.

—Sí. —admitió ella. —¿Y?

Edward frunció su ceño y entonces su expresión se relajó. Soltó una carcajada.

—Pues parece que nada de nada. Esta vez he sido yo el que ha reaccionado de forma exagerada. Jazz, suéltala.

El soldado deshizo su agarre. Bella alargó las manos para tomar a Renesmee tan pronto como se vio libre. Edward se la devolvió sin vacilación.

Jasper gruñó algo por lo bajo, para luego retroceder hacia la puerta trasera. Leah se apartó para darle un amplio margen de espacio mientras caminaba hacia el río, donde seguramente se arrojó de un solo salto. Según lo que sabía de él, seguramente necesitaba reajustar su visión de los neófitos, teniendo en cuenta la que ahora tenía cerca.

—¿Está furioso conmigo? —le preguntó Bella a Edward.

—No, —los ojos del lector de mentes se abrieron como platos. —¿por qué tendría que estarlo?

—¿Pues qué es lo que le pasa entonces?

—Está furioso consigo mismo, Bella. Le preocupa que se trate de... una <<profecía de cumplimiento inevitable>>, supongo que podría llamarse así.

—¿Cómo es eso? —preguntó Carlisle.

—¿Una qué? —cuestioné a la vez.

—Se está preguntando si la locura de los neonatos es algo tan realmente difícil de superar como siempre hemos pensado, o si por el contrario, con la orientación y preparación adecuadas, cualquiera podría desempeñarse tan bien como Bella. Incluso que quizás él ha experimentado una dificultad tan grande solo porque pensaba que ello era natural e inevitable. Quizás si se hubiera esperado más de sí mismo habría podido hacerlo igual de bien. Bella le está haciendo plantearse un montón de cosas que hemos dado por supuestas e imposibles e cuestionar.

—Pero eso es injusto. —repuso Carlisle. —Todos somos diferentes, cada uno de nosotros tiene sus propios restos. Es posible que el comportamiento de Bella salga de lo natural, pero quizás sea ese su <<don>>, por decirlo de algún modo.

¿Su don?

—Es una teoría muy interesante y plausible. —repuso Edward.

Lo consideré, pero desde la perspectiva de Bella. ¿Así sin más? ¿No había visiones mágicas, ni formidables capacidades ofensivas, como lanzar rayos por los ojos o algo por el estilo? ¿Nada útil ni... guay?

Aunque, aquel don del autocontrol tenía su parte buena. Al menos no era una desquiciada máquina de matar como otros neonatos. Aquello podría significar que no tendría que esconderse durante su primer año, como nos habían explicado Edward y Carlisle mientras ella estaba en plena transformación. Quizás eso habría el espectro de que pudiera sentirse algo más humana.

—¿Has visto alguna vez el autocontrol como un talento en alguien que conocieras? —le preguntó Edward a Carlisle, sacándome de mis pensamientos. —. ¿Crees realmente que es un don o solo un producto de toda su preparación?

Carlisle se encogió de hombros.

—Es algo similar a lo que Siobban era capaz de hacer, pero ella nunca lo llamó don.

—Siobban, ¿tu amiga del aquelarre irlandés? —inquirió Rosalie, quien se había mantenido en silencio hasta el momento. —No tenía ni idea de que tuviera algo especial. Pensé que la que tenía algún talento distintivo en aquel grupo era Maggie.

—Bueno, Siobban creía lo mismo, pero ella tenía ese modo de decidir sus objetivos y entonces casi... convertirlos en realidad con solo desearlos. Ella consideraba que era únicamente el resultado de un buen planteamiento, pero yo siempre me he preguntado si no sería algo más. Como cuando ella incluyó a Maggie, por ejemplo. Liam era muy territorial, pero Siobban quería que eso funcionaría y así ocurrió.

Edward, Carlisle y Rosalie se acomodaron en unas sillas mientras continuaban con su interesante conversación. Joe se sentó al lado de Seth, con aspecto de estar aburrido. Por el modo en el que empezaron a caérsele los párpados, estaba segura de que se quedaría inconsciente de un momento a otro. Me apoyé en Jacob y observé a los dos cachorros dormir, intentando darle a Bella su momento con su hija.

Jacob movió su brazo, atrayéndome hacia él y su calidez. Besó mi sien, aunque mantuvo sus labios allí el tiempo suficiente para que notara como se estiraban en mi piel. Estaba sonriendo, aunque no sabía por qué.

—¿Te has dado cuenta de cómo ha cambiado todo en tan poco tiempo? —me susurró, aunque estaba segura de que podían escucharlo.

—Si lo piensas, es una locura. —le respondí en el mismo tono, mientras cerraba los ojos para disfrutar de su cercanía. —Pero no cambiaría absolutamente nada.

—Quizás podrías considerar el...—se hizo el interesante, mientras descendía sus labios hacia mi oreja. Me dio un escalofrío. —... darle a Nessie una primita o un primito.

Retuve una risa, mientras notaba el tono de Jacob.

Desde que nos habíamos separado de Sam y los demás, sus insistencias habían cesado un poco. Supongo que verme interactuar con Renesmee había vuelto a avivar esa llama en su mente. Y no podía culparlo, pues cuando lo veía con Ness en los brazos... bueno, digamos que me recorría un fuego que desconocía por completo.

Jacob se mantuvo en silencio, sin moverse ni un ápice. Sabía que esperaba alguna clase de respuesta, pero si yo tenía un don era el de sacarlo de quicio. Además que tampoco me parecía que una casa llena de vampiros con sentidos superdesarrollados fuera el lugar idóneo para hablar del tema.

—Lo pensaré. —musité, reteniendo una sonrisa.

Desde el fondo del pecho de Jacob sonó un sonido que estaba entre un suspiro y una especie de ronroneo. Sabía que realmente no lo había pensado él, puesto que luego de las explicaciones que Saleba me había dado, ahora tenía el conocimiento de que aquellas reacciones eran del lobo interior de Jake. Igual que las mías. Así que ya no me preocupaba tanto como antes, aunque una parte de mi mente seguía pensando que era joven para ser madre.

Era de noche cuando Leah se levantó y se escabulló entre los arbustos cuando Alice apareció al otro lado del río, balanceándose hacia delante y hacia atrás en una rama como una artista de trapecios. Tenía los dedos de los pies pegados a las manos antes de arrojar su pequeño cuerpo en una graciosa voltereta hacia el río. Esme hizo un salto mucho más normal, mientras que Emmet se lanzaba contra el agua, chapoteando de tal modo que las salpicaduras llegaron hasta las ventanas traseras. Jasper lo siguió, con su propio y eficaz salto de aspecto sobrio.

La amplia sonrisa que se extendía por el rostro de Alice me resultó familiar en una oscura y extraña manera. Todo el mundo sonreía de pronto, incluso nosotros, pues sabíamos de qué iba todo. Esme sonreía con dulzura, Emmet algo excitado, Rosalie con expresión de suficientica, Carlisle indulgente y Edward expectante.

Alice se deslizó dentro de la habitación delante de todos los demás, con la mano extendida hacia delante de ella y una impaciencia que casi se podía ver a kilómetros, como si fuera una especie de aura rodeando todo su cuerpo. Traía en la palma de su mano una llave de bronce de aspecto cotidiano con un enorme lazo rosa de satén atado.

Le dio la llave a Bella, quien automáticamente agarró a Renesmee con más firmeza en su brazo derecho para poder estirar el izquierdo. Alice dejó caer la llave sobre su mano.

—¡Feliz cumpleaños! —canturreó.

Bella puso los ojos en blanco.

—Nadie empieza a contar su cumpleaños el día de su nacimiento. —le recordó. —El primer cumpleaños se celebra al año de haber nacido, Alice.

La gran sonrisa de la vidente se volvió petulante.

—No estamos celebrando tu cumpleaños como vampira, al menos no todavía. Hoy estamos a trece de septiembre, Bella. ¡Feliz veinte cumpleaños!

Y ni Jake ni yo pudimos retener nuestras risas.

Holiii :D

Okay, como pueden ver, a Joe no le paso nada, ¡sino a Seth! Eso no quise cambiarlo, teniendo en cuenta que Joe y Seth son mejores amigos tenía sentido que uno saliera en defensa del otro, ¿no? Digo yo.

Y sí, Jake vuelve al ataque con lo de los cachorros, pero Lizzie se hace la James Potter  (bueno, en verdad sí que sabe de que habla, pero se hace la loca). ¿Por qué? Bueno, porque se lo digo yo, ahre no. No es el momento. ¿Y cuando lo será?, podéis preguntaros. Pues cuando haya pasado todo el plot original de la saga, que si os leísteis los libros y lo acompañasteis de las películas, ya debéis saber que drama se viene (creo que ya deberían estar saltando vuestras alarmas internas al mencionar a Siobban).

Bueno, ¿Qué os ha parecido?

¡Espero que os haya gustado!

Friendly reminder (os recuerdo de forma amigable), lo importante que es para mí vuestro voto y vuestro(s) comentario(s). Enserio, aunque solo me pongáis una carita feliz, al menos dejadme saber que os guste el capítulo, la historia, Lizzie o el gato que tenga el vecino, por fi. 

Y a todas las personitas que dejan su voto y comentarios, ¡muchas gracias! Os amo 3000 <3

(me escuece decirlo, sos *cries in spanish*).

Nada más por mi parte, pero ya sabéis que...

¡Nos leemos en comentarios!

(Quienes los dejéis :3)

PD: próximo capítulo el viernes sobre las 22pm (hora europea)

~I 👑

|Publicado|: 10/08/2021

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