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18.


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CAPÍTULO DIECIOCHO
Neófita

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Haber podido ver a Edward interactuando por primera vez con su hija había sido digno de ver. Al principio, el vampiro parecía realmente perdido, como si no tuviera ni la más mínima idea de qué debía hacer. Luego, estuvo cerca del ataque de pánico, por tener miedo de ejercer demasiado fuerza y que se partiera en dos. Y, finalmente, su pálido rostro se iluminó en cuanto dejó de quejarse y me dejó colocarle a Renesmee entre sus brazos.

Había observado a la pequeña niña embelesado, con una de las sonrisas más amplias que le había visto en su repertorio. Luego, Renesmee había hecho de las suyas, usando su don con su padre. Eso causó que los ojos dorados del vampiro por poco se salieran de sus órbitas, mientras las estruendosas carcajadas de Emmet llenaban toda la habitación. Saber que el bebé podía hacer eso hizo que Edward tuviera muy claro que su hija era única.

A lo que nadie podía hacerle nada era al lento proceso de transformación que Bella estaba pasando. En ocasiones, Edward temía que no hubiera llegado tarde, pero Carlisle siempre le hacía serenarse. Le recordaba que escuchara el latido del corazón de Bella. Latía completamente desbocado, bombeando el veneno por todas las arterias, venas y capilares del cuerpo.

“Entonces, ¿por qué está tan quieta?”, había preguntado el lector de mentes, en una de esas ocasiones. Ni siquiera Carlisle supo que decirle, no hasta que mi hermano decidió dar su opinión. “¿No has pensado en que puede oírte lamentarte cuando vas a verla? Si sabe que estás sufriendo, y si lo que decís de que duele como el infierno, no se va a mover. No quiere hacerte sufrir más”. Mi hermano jamás podría haber estado más acertado en una hipótesis como en esa ocasión.

Sonaba a algo que Bella haría sin dudar, soportar el dolor para que Edward no sufriera. No era la primera vez que lo hacía. Y aunque mucha gente podría llegar a preguntarme como era que podía estar con ellos luego de todo lo que habíamos pasado, la respuesta era muy simple: el amor nos volvía estúpidos, a todos. No existía excepción alguna.

Se cumplía el tercer día desde el nacimiento de Renesmee y la muerte de Bella. El bebé era realmente increíble. Su inteligencia era demasiado evidente, pues no cedía a los chantajes de Carlisle. Quería beber sangre casi todo el tiempo, menos si yo era la que le preparaba y le daba uno de esos preparados de bebé. Solo yo, nadie más. Además de eso, había crecido considerablemente. Parecía tener cuatro meses en vez de tres días. Y usaba su don cada vez que podía, algo realmente útil para saber qué era lo que quería.

Observar a Jacob interactuar con ella era, probablemente, uno de los mejores momentos del día. El bebé parecía querernos a nosotros mucho más que a cualquier otra pareja de toda la casa, a excepción de sus padres y sus abuelos. Solía dormir en los brazos de Edward, Esme o los míos, ningunos más. Y casi todo el tiempo quería estar conmigo, con Jake y con Joe. De no ser así, se pillaba un enorme berrinche, digna de llevar el apellido de los Swan, sin duda.

Observé como mi hermano parecía enseñarle un juego de palmas a Renesmee — mi hermano y Jake la llamaban Nessie, y yo ya los había avisado de lo que haría Bella en cuanto se enterase—, y fue en el momento en el que lo escuché. El último latido del corazón que llevaba tres días bombeando como un auténtico loco. Al instante, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Alice, Jasper, Emmet y Carlisle prácticamente volaron escaleras arriba. Rosalie contuvo una sonrisa mientras Esme iba a preparar algo para Renesmee.

Jake y mi hermano me miraron, pues me había quedado con el vaso de agua a mitad del camino. No se había roto de milagro.

—Deberías ir preparándote, hermanito. —farfullé, con la vista clavada en las escaleras.

Joe gimoteó, escondiendo la cara entre las manos. Renesmee cogió uno de los sonajeros que Esme le había dado y le pegó un golpe a mi hermano.

—Creo que Nessie piensa que eres un poco cobarde. —se mofó Jake, mientras soltaba una risotada.

—Ay, bicho, deja de pegarme. —gruñó, recibiendo otro golpe de la híbrida. —Bien, bien. Dejaré de ser agorero, ¡pero dejar de pegarme!

Renesmee soltó una de sus musicales risas, mientras se caía sentada y sonreía como si no hubiera hecho nada malo. Jake estaba tirado en el suelo, riéndose de mi hermano cuanto podía. No lo culpaba, pues de no ser que tenía un vaso de agua en la mano, probablemente estaría igual.

—Todo va a salir bien, hermano. —lo animé, dejando el vaso en un mueble.

—¿Tú crees? —me miró escéptico.

Me senté en la alfombra, y al segundo, Renesmee extendió sus brazos hacia mí. La tomé en brazos, sentándola en medio de mis piernas, haciendo que su espalda quedase apoyada contra mi torso. Elevó una de sus manitos y me tocó el cuello.

—Si, monstruito, verás hoy a mamá. —le aseguré, mientras le sonreía. —Solo no esperes que sea tan cariñosa como nosotros, no es su mayor encanto.

Renesmee rio, para luego prestar atención a uno de los libros acolchados que le traían Alice y Jasper. Realmente lo único que hacía con ellos era cogerlos por una hoja y estamparlos contra el suelo, como si estuviera luchando contra ellos.

En ese momento, escuchamos una ráfaga de aire, característica de los vampiros. Edward había saltado desde una ventana y ahora estaba mirando hacia arriba. A los segundos, una figura que parecía Bella lo siguió. Parecía dudar de lo que hacía. Comenzaron a correr y obviamente nosotros nos levantamos para seguir observando.

Al llegar al río, Edward le mostró como saltarlo, pero Bella se tomó su tiempo. Se quedó mirando el vestido que llevaba y los rasgó por los laterales. Al instante, prácticamente toda la casa estalló en carcajadas, menos Alice, quien bufó con irritación. Dejamos de verlos en cuanto Bella saltó el río y volvieron a correr.

—Jo, vaya chasco. —Jake hizo un mohín. —Por un momento pensé que veríamos a un chupasangre patoso.

Joe se echó a reír de manera algo escandalosa, y Emmet no tardó demasiado en hacerle coro con sus risotadas. Realmente era mala combinación tener a ambos en el mismo lugar.

—No seas malo, Jake. —lo reprendí, pero lo cierto era que viniendo de Bella me esperaba cualquier cosa. —Nunca ha habido un vampiro torpe.

—Bueno, pues Nessie es la primera de su especie. —señaló Joe, mientras le sonreía a la niña.

—¿Eso crees? —alcé una ceja, de forma escéptica. —Después de todo lo que hemos vivido, me cuesta aceptar que Renesmee sea la primera híbrida de vampiro y humano.

—Cuesta creer que mi hermano sea el único que haya estado con una humana, ¿eh? —era Alice, quien avanzaba medio bailoteando. —No sois los únicos que lo creéis. Carlisle también lo piensa.

—¿Y todos crecerán tan rápido como ella? —musitó mi hermano, mientras hacia una mueca.

Todos los pares de ojos en la habitación volaron a Renesmee, quien estaba ajena a aquello. Parecía concentrada en el collar que colgaba de mi cuello mucho más que en cualquier otra cosa.

—Ahora deberías preocuparte por Bella. —se burló Emmet, sonriendo de forma ladeada.

—No estás ayudando, Emmet. —señaló Jasper, con pose de soldado, mientras sus ojos dorados estaban en mi hermano. —Sus niveles de ansiedad no dejan de aumentar con cada segundo que pasa.

—Gracias por analizar mis emociones, Jasper. —murmuró mi hermano, con sarcasmo. —Pero eso tampoco ayuda.

El soldado fingió una sonrisa inocente, aunque algo en su mirada brillaba con maldad. Alice rodó los ojos, pegándole un codazo en las costillas, mientras Emmet se reía por lo bajo. Rosalie ladeó la cabeza para escuchar, pero meneaba la cabeza mientras leía una revista de decoración. Esme se acercó a mi hermano y posó una mano sobre uno de los hombros de Joe.

—No te preocupes, Joe, puede que le cueste aceptarlo al principio, pero luego se dará cuenta de que lo único que todo el mundo quiere aquí es lo mejor para Renesmee. —lo animó con tono dulce, mientras le ofrecía una de sus amables sonrisas.

—Gracias, Esme.

Ella hizo un gesto, como si le restara importancia, para luego caminar hacia la cocina, tarareando por lo bajo. Los demás se quedaron como si fueran estatuas, aunque sus ojos iban de vez en cuando hacia el bebé o el bosque. Joe se limitó a observar a Renesmee, mientras Jake cerraba los ojos para dormitar un poco.

Durante unos minutos, me dediqué a prestarle atención a la bebé, aunque era bastante tranquila. A veces veía el fantasma de Bella en ella, a pesar de que cuando yo la conocí ya era más mayor. También podía ver un poco de Edward en la manera en la que rodaba los ojos o fruncía el ceño. Quizás era tan madura porque su padre era un rey del drama, aunque solo eran suposiciones mías, por supuesto.

—Chicos. —nos llamó Alice, haciendo que la mirásemos. —Bella y Edward llegarán al prado en dos minutos. Supongo que seguís queriendo hacer el experimento, ¿no?

Sentí la mirada de mi hermano clavada en mí, por lo que asentí con la cabeza.

—Esme.

A los segundos, una ráfaga anunció su llegada.

—¿Sí?

—Te toca. —informé, mientras señalaba a Renesmee con la barbilla.

Esme se agachó, tomando a la bebé entre sus brazos y llevándosela a algún lugar de la casa. Cuando me giré, Rosalie me estaba mirando con cara de pocos amigos y Emmet parecía estar sofocando alguna que otra de sus risitas.

—No me mires así, ella prefiere a Esme. —me encogí de hombros, con aire inocente.

Rosalie soltó un gruñido, causando que Emmet explotara en carcajadas. Alice rio, de forma mucho más suave que su hermana, un sonido que me recordó a unas campanitas. Jasper esbozó una sonrisa ladeada, y sus ojos dorados brillaron con diversión.

Luego de una señal, Jake y Joe se levantaron. Los tres salimos por la puerta trasera y nos dirigimos la lugar en el que Alice nos había dicho que Bella y Edward estarían. A los pocos segundos, escuchamos los pasos de Seth y Leah, ambos en forma lupina. Sabíamos que no hacía falta tanta gente, pero ellos dos habían insistido demasiado como para decirles que no. Me limité a decirles que se mantuvieran cerca de los helechos.

A los segundos, escuchamos dos ráfagas de aire. Dos vampiros. Solo que uno olía de forma más intensa que el otro, haciendo que los tres arrugáramos la nariz. Detrás de nosotros, Seth y Leah estornudaron de manera bastante cómica.

—Tened cuidado, chicos. —nos advirtió Edward. Un rugido se alzó en el bosque para corear su preocupación, dándome unas terribles ganas de rodar los ojos. —Quizás esta no se la mejor manera…

—¿Acaso crees que es mejor dejar que se acerque primero al bebé? —lo interrumpí, con el ceño fruncido. —Es más seguro ver como se maneja Bella con nosotros. Nosotros nos curamos rápido.

Sí, era una prueba. Una prueba para ver si Bella soportaba nuestra sangre antes de reencontrarse con Renesmee. Y, por increíble que le pudiera parecer a la neófita que parecía confundida, había sido todo idea nuestra, no de su Edward.

Edward pareció pensárselo durante un momento, pero entonces, su expresión se torció. Se encogió de hombros y una corriente sumergida de hostilidad tiñó su voz cuando replicó:

—Es vuestro cuello el que os jugáis, supongo.

El gruñido en el bosque se volvió más furioso esta vez. Era Leah, sin duda.

La mirada de Bella voló a nosotros. De reojo, vi a Jacob comenzar a sonreír, y algo me dijo que pronto soltaría uno de sus comentarios. Joe se estremeció ligeramente, aunque no sabía si era teatro o si de verdad le daba escalofríos la nueva apariencia de Bella. Quitando los ojos, seguía siendo ella.

—Tengo que decirlo, Bells. —Jake amplió su sonrisa. —Eres un verdadero espectáculo para friquis.

Bella le devolvió la sonrisa. Pero Edward gruñó.

—Ándate con ojo, chucho.

—Edward. —gruñí.

El viento sopló a nuestras espaldas.

—Que va, tiene razón. —señaló la neófita, y realmente me sorprendió su aceptación. —Los ojos sí que lo son, ¿verdad?

—Realmente espeluznantes. —concordé.

—No tienes tan mala pinta como pensé. —admitió Joe.

—Oye… ¡Gracias por ese cumplido tan asombroso!

Mi hermano puso los ojos en blanco.

—Ya sabes lo que quiero decir. Todavía pareces tú… más o menos. No es tanto el aspecto que tienes como que… sigues siendo Bella. —sonrió levemente. Luego, se echó a reír. —De todas formas, seguro que pronto nos habremos acostumbrado a los ojos.

—¿Seguro? —preguntó Bella, confundida.

Miré de reojo, viendo como la sonrisa de mi hermano se borraba poco a poco. Sus ojos se movieron a los de Edward.

—Gracias. —le dijo. —Realmente no sabía si serías capaz de callar, lo hubieras prometido o no. Como siempre le das todo lo que ella quiere….

—Quizás es que no he perdido la esperanza de que se enfade tanto que te arranque la cabeza. —sugirió Edward, con falso tono de chiste.

Mi hermano bufó, y Jake rio entre dientes.

—Pero, ¿Qué pasa aquí? ¿Es qué me estáis guardando algún secreto? —exigió Bella, incrédula. Nos miró a Jake y a mí. —Vosotros lo sabéis, ¿no?

—Te lo explicaremos después. —murmuré de forma inconsciente, pues mi mente estaba en Renesmee. —Primero… que empiece la función.

Hubo un gañido de protesta, y entonces el cuerpo gris de Leah salió de detrás nuestra. Seth, más grande y de color arena, estaba justo detrás.

—Tomáoslo con calma. —aconsejó Jacob, aunque tenía la mandíbula apretada. —Apartaos.

Pero ni siquiera él hizo caso. Tanto mi hermano como Jake, así como los dos lobos, me siguieron. Me dieron ganas de rodar los ojos, pero me controlé lo mejor que pude. El viento ahora se había calmado, aunque no sabía cuánto la podía ayudar. Me acerqué lo suficiente, puesto que Edward vigilaba la distancia.

—Venga, Bells, pórtate mal.

—Lizzie. —me regañaron Jake y Joe a coro.

Leah gruñó y Seth lloriqueó.

Bella parecía no querer inspirar. Seguramente pensaba que no era buena idea aprovecharse de nuestra presencia de aquella manera, aunque nos hubiéramos ofrecido.

—Me van a salir canas, Bella. —la provoqué, ignorando las quejas de mi marido y mi hermano. —Bueno, no técnicamente, ya sabes… Vamos, huéleme.

—Sujétame. —le pidió a Edward, mientras se pegaba a su pecho.

Las manos del de ojos dorados se aferraron a los brazos de la neófita.

Aspiró un poco de aire, algo tensa. Pareció saborearlo, aunque sonará un poco más psicópata de lo que realmente pretendería. Luego, volvió a inspirar de nuevo y se relajó.

—Vaya, veo que todo sigue exactamente igual por aquí, —señaló. —Apestáis, chicos.

Edward estalló en carcajadas, sus manos se deslizaron de los brazos de Bella para enredarse en torno a su cintura. Seth ladró una baja risotada que armonizó con la de Edward y se acercó un poco mientras que Leah se alejaba varios pasos. Jake soltó algo parecido a una risa nasal, Joe rodó los ojos y yo me limité a sonreír con sorna. A lo lejos, escuché el bajo y diferente carcajeo de Emmet.

—Mira quién habla. —replicó Jacob, apretándose la nariz de modo teatral.

Me acerqué a él y pellizqué levemente su costado para regañarle por su mala actuación. Me miró de reojo, moviendo su brazo derecho hasta que su mano estuvo posada en mi cintura. Me apoyé en su cuerpo, observando como los dos vampiros parecían haber entrado en su nube.

—Vale, pues ya ha pasado, ¿no? —habló Bella de pronto. —¿Y ahora me vais a contar cual es el gran secreto?
La expresión de mi hermano se tornó nerviosa.

—No es nada de lo que debas preocuparte por el momento…

Se escuchó otra risita de Emmet… como si fuera alguna clase de sonido anticipatorio. Quizás Bella debería haber presionado más, pero seguramente mientras escuchaba a Emmet había percibido los demás sonidos de la casa. La respiración de siete personas y un juego de pulmones que se movían con mayor rapidez que los otros. Y el corazón de Renesmee, el cual latía como las alas de un colibrí, ligero y rápido.

—Renesmee. —susurró Bella.

—Ven y lo vemos. —le dijo Edward. —Sé que lo vas a hacer muy bien.

Dejé de prestar atención a su conversación, al menos hasta que Bella dio un paso adelante. Y entonces, mi hermano los interceptó, con el rostro convertido en una máscara de preocupación.

—¿Estás seguro? —le exigió a Edward, con la voz casi suplicante. —Esto no me gusta nada. Quizás deberíamos esperar…

—Ya habéis tenido vuestra prueba, Joe.

—Pero…—comenzó él de nuevo.

—Joe,—lo interrumpí. —,confiemos en que Bella lo hará bien.

Joe me lanzó una mirada extraña, y después se volvió, echando a correr hacia la casa.

Edward gruñó.

Le di una mirada de disculpa, para luego salir disparada detrás de mi hermano, con Jaco corriendo a mi lado. Los Cullen ya estaban comenzando a reunirse para recibir a Bella, todos sonrientes, pero en una línea que se me antojaba defensiva. Rosalie estaba al final, con Renesmee en brazos, y nos hizo un gesto para que nos colocáramos delante.

Al hacerlo, Renesmee agarró mi camiseta y la agitó con insistencia. Me incliné hacia ella y posó una manito en mi mejilla, mientras me miraba intensamente y me preguntaba.

—Sí, pequeña. Vas a ver a mamá. —le aseguré, tocando su nariz.

Justo el momento en el que me giré, Bella y Edward llegaron. Los ojos de la neófita se fijaron en el cuerpecito que se inclinaba en los brazos de Rosalie. Renesmee era realmente curiosa.

—Pero, ¿no tiene solo tres días? —preguntó Bella en un jadeo, incrédula.

Renesmee alzó una mano, moviéndola en dirección de su madre durante un momento, para luego volverse y tocar la garganta de Rosalie. Ella palmeó la manito y murmuró.

—Sí, es ella. Liz te lo dijo.

Los ojos de Renesmee volaron hacia los de su madre y entonces, le sonrió. Un rayo brillante de diminutos dientes blancos y perfectos.

Bella dio un paso vacilante hacia ella. Todo el mundo se movió a gran velocidad.

Emmet y Jasper se situaron justo enfrente de Bella, hombro con hombro y las manos preparadas. Incluso Carlisle y Esme se movieron para cubrir los flancos de Emmet y Jasper, mientras Rosalie retrocedía hacia la puerta, con los brazos fieramente apretados en torno a Renesmee. Joe también se movió, manteniendo su postura protectora delante de ellas.

Ni Jacob ni yo nos movimos.

Tampoco Alice, quien se quedó en su sitio.

—Oh, vamos, dadle una oportunidad. —les reprendió. —No le va a hacer nada. Solo quería verla un poco más de cerca.

—Estoy bien. —prometió Bella, palmeando la mano de Edward sobre su brazo. Entonces, pareció dudar y añadió: — De todas formas manteneos cerca, sólo por si acaso.

En cuanto escuchó su voz, Renesmee luchó por desprenderse de los brazos de Rosalie, extendiéndolos en dirección de Bella. Como siempre lograba, su expresión mostró impaciencia.

—Jazz, Em, dejadla. Bella puede con ello.

—Edward, el riesgo…—comenzó Jasper.

—Es mínimo. Escucha, Jasper, cuando estábamos de caza, captó el olor de unos excursionistas que se encontraban en el lugar equivocado y a la hora inoportuna…

Me pareció escuchar como Carlisle tragaba aire con una inspiración de asombro. El rostro de Esme se llenó de pronto de un interés cariñoso mezclado con compasión. Tanto la boca de Jake como la de mi hermano se torcieron en una mueca disgustada, mientras yo aplanaba los labios. Emmet se encogió de hombros. Rosalie mostró aún menos interés que su compañero, ya que estaba intentando sujetar al bebé que luchaba entre sus brazos.

La expresión de Alice dejaba ver que a ella nadie la engañaba. Sus ojos entrecerrados, concentrados con una intensidad ardiente en la camisa de Bella, parecía más preocupada por la ropa que por otra cosa.

—¡Edward! —le recriminó Carlisle. —¿Cómo has podido ser tan irresponsable?

—Ya lo sé, Carlisle, ya lo sé. Simplemente me he comportado como un estúpido. —Como si fuera de ahora. Edward me ignoró. —Debería haberme tomado mi tiempo para comprobar que estábamos en una zona segura antes de dejarla suelta.

¿Habla de una persona o de un perro?

—Edward. —masculló Bella, avergonzada.

—Tiene toda la razón del mundo para reñirme, Bella. —repuso Edward, con una mueca. —He cometido un error terrible. El hecho de que tú hayas mostrado más fortaleza que nadie que haya conocido no lo cambia.

Alice puso los ojos en blanco.

—Un chiste de buen gusto, Edward.

—No era un chiste. Le estaba explicando a Jasper por qué sé que Bella puede apañárselas bien con esto. Noe s culpa mía que todos os hayáis precipitado en vuestras conclusiones.

—Espera. —le interrumpió Jasper con un jadeo. —¿Es que ella no cazó a los humanos?

—Empezó a seguirlos—replico Edward, seguramente disfrutando de la historia. —Estaba concentrada por completo en la caza.

—¿Y qué ocurrió? —intervino Carlisle, mientras sus ojos brillaban. Parecía ansioso por recibir nueva información, y casi me recordó a un niño pequeño.

Edward se inclinó hacia él, animado.

—Me escuchó ir detrás de ella y reaccionó a la defensiva. Tan pronto como mi persecución interrumpió su concentración, la abandonó bruscamente. Nunca había visto nada igual. Se dio cuenta de lo que estaba pasando… y entonces contuvo el aliento y huyó.

—Guau. —comentó Emmet. —¿En serio?

—No lo está contando bien. —refunfuñó Bella entre dientes. —Se ha dejado la parte en la que gruñí.

Me reí, sin poder evitarlo.

—¿Y no le diste un par de buenos sopapos? —le preguntó Emmet con alegría.

—¡No! Claro que no.

—¿No? ¿De verdad que no? ¿De verdad que no le atacaste?

—¡Emmet! —protestó.

—Ah, vaya, que lástima. —gruñó él. —Eres la única persona del mundo que podría haberlo conseguido, porque no estaría en sus cabales para evitarlo, y además tenías una excusa perfecta. —suspiró—. Me muero por ver cómo se las apañaría sin esa ventaja.

Bella lo miró con cara de pocos amigos.

—Ni se me ocurriría.

—Po supuesto que no, Emmet. —me burlé, sin poder evitarlo. —Es mucho más civilizada que tú.

El vampiro me miró de reojo, pero no objetó nada.

Edward tocó su puño ligeramente con el hombro de Jasper. Se me antojó un ademán algo burlón.

—¿Te das cuenta de lo que quiero decir?

—Esto no es natural. —farfulló Jasper.

—Podría haberse vuelto contra ti… Solo tiene horas. —le reprendió Esme, poniéndose la mano sobre el corazón. —Oh, deberíamos haber ido contigo.

Algo me decía que Bella había dejado de prestar atención a la conversación. Su mirada estaba en Renesmee, quien volvió a alzar las manos hacia ella, sabiendo perfectamente quien era. De forma automática, las de Bella se alzaron imitando las de la pequeña.

—Edward. —le dijo, inclinándose hacia aun lado de Jasper para verla mejor. —¿Por favor?

El soldado no se movió.

—Jazz, esto no es nada parecido a lo que hayas podido ver antes—le comentó Alice, con voz tranquila—, confía en mí.

Los dos vampiros se miraron durante un breve segundo, y después Jasper asintió. Se apartó del camino de la neófita, pero puso una mano sobre su hombro y la siguió mientras avanzaba lentamente.

Parecía pensarse cada paso antes de darlo. Me pareció a una de las procesiones de las festividades en las que se honran a toda clase de dioses. Tuve que hacer esfuerzos para no reírme.

Y entonces, el bebé que estaba en los brazo de Rosalie, luchando y lanzando los brazos en dirección de su madre todo el tiempo, mientras su expresión se mostraba cada vez más irritada, soltó un aullido agudo y cantarín. Todo el mundo reaccionó a la vez.

Nos reunimos a su alrededor en un segundo.

—¿Qué pasa? ¿Está herida? ¿Qué ha ocurrido?

La voz de mi hermano era seguramente la que sonaba más alta, y llena de ansiedad.

Estiré mis brazos hacia Renesmee quien no dudó ni un segundo en lanzarse contra mí, todavía llorando. Rosalie se rindió y la dejó en mis brazos sin luchar.

—No, está bien. —nos aseguró.

Renesmee dejó de llorar, quedando en un pequeño gimoteo. Empujó mi mejilla con su diminuta mano, mirándome con impaciencia. Sabía lo que quería.

—¿Ves? —le decía Rosalie a Joe. —Solo quiere ir con Bella.

—¿Ella quiere venir conmigo? —susurró.

Los ojos de Renesmee, el mismo chocolate que había tenido Bella, se movieron hacia ella con impaciencia.

Edward salió disparado hacia atrás hasta llegar a su lado. Puso las manos en sus brazos y la empujó hacia adelante.

—Te ha estado esperando durante tres días. —le dijo.

Estaban ahora apenas a unos cuantos pasos de ella. Vi de reojo como mi hermano temblaba levemente, mientras trataba de mantenerme serena.

—Estoy bien, Liz…—me aseguró, aunque parecía algo atacada por alguna razón.

Entrecerré los ojos, pues una parte de mí no estaba demasiado calmada con la idea de dejar a Renesmee en sus brazos.

La niña gimoteaba con impaciencia y seguía estirándose, cerrando sus pequeñas manos en forma de puños una y otra vez. Reconocía esa insistencia, pues siempre hacía lo mismo cuando quería venir conmigo y Rosalie se mostraba reacia a dejarla ir. Bella dio el último paso, poniendo sus manos en el lugar exacto, donde encajarían mejor, mientras la acercaba a su cuerpo con ternura.

Renesmee alzó la mirada y le sonrió de nuevo a su madre, mostrando sus pequeños dientes cuadrados y sus dos hoyuelos. Entonces, de forma muy deliberada, le tocó la cara. Luego de unos segundos, la manito cayó desde la mejilla. Sonrió aún más, luciendo de nuevo sus hoyuelos. Se hizo un silencio profundo en la habitación, solo interrumpido por el latido de los corazones.

—¿Qué…. ha sido…eso?

—¿Qué es lo que has visto? —le pregunté con curiosidad. —¿Qué es lo que te ha mostrado?

—¿Qué ella ha sido la que me lo ha mostrado? —susurró Bella.

Edward se inclinó para susurrarle algo en el oído.

—¿Qué ha sido? —preguntó Jacob.
Bella pestañeó rápidamente varias veces.

—Mmm. A mí, creo. Pero tenía un aspecto horrible.

—Es el único recuero que tiene de ti. —explicó Edward. —Quiere que sepas que sabe quién eres.

—Pero, ¿Cómo hace eso?

Renesmee parecía realmente indiferente a los ojos pasmados de su madre. Sonreía levemente y tiraba de uno de los mechones marrones.

—¿Cómo puedo escuchar yo los pensamientos de otros? ¿Cómo ve Alice el futuro? —preguntó Edward de modo retórico, y después se encogió de hombros. —Ella tiene un don.

—Es un giro interesante—le dijo Carlisle a Edward. —, como si ella hiciera justo lo opuesto a lo que tú eres capaz de hacer.

—Interesante—admitió Edward. —, me pregunto…

Mientras ellos especulaban, me dediqué a observar la escena.  Bella se inclinó y presionó los labios contra la frente del bebé. Me pareció algo tan natural que me encontré a mí misma sonriendo al ver aquello. Estaba claro que el recuerdo de Renesmee era lo que había mantenido a Bella con fuerzas.

—Está bien. —murmuró Alice hacia Jasper.

Ambos se mantenían atentos.

—¿No hemos hecho ya suficientes experimentos para un día? —preguntó Joe, con la voz más aguda de lo normal debido a la tensión. —Vale, es verdad que Bella lo está haciendo genial, pero no llevemos las cosas demasiado lejos...

Bella le echó una mirada de pura irritación. A su lado, Jasper se removió inquieto.

—¿Cuál es tu problema, Joe? —le exigió la neófita.

Edward le siseó.

—No te hecho a la calle, Joe, porque lo entiendo, pero Bella lo está haciendo extraordinariamente bien, así que no arruines el momento.

—Y yo le ayudaré a echarte, perro. —prometió Rosalie, con la voz hirviendo de indignación. Seguramente todavía estaba pensando en el incidente con su pelo. —Te debo una buena patada en las tripas.

—Vaya dos reinas del drama. —me burlé en un susurro.

Bella observaba con una mirada envenenada la ansiosa expresión de mi hermano, casi enfadado. Tenía clavados los ojos en el rostro de Renesmee. Con todo el mundo apretado a su alrededor, tenía el contacto de al menos seis vampiros diferentes en ese momento, pero no le molestaba.

—¡No! —jadeó la neófita.

Los dientes de Jasper rechinaron y los brazos de Edward se cerraron en torno a su pecho como si se tratase de una boa constrictor. Luego de una mirada con el lector de mentes, había sacado a Renesmee de las manos de la inestable vampiresa, quien hizo el amago de retenerla, hasta que debió sentirlo.

—Liz. —me dijo entre dientes, con lentitud y precisión. —Que Rosalie se lleve a Renesmee.

Rosalie extendió los brazos hacia mí y le pasé el bebé, quien me dio una mirada cargada de preocupación. Ambas nos apartamos de la neófita, andando hacia atrás.

—Edward, no quiero hacerte daño, así que por favor, suéltame.

Él vaciló.

—Ve y pone delante de Renesmee. —le sugirió. El lector de mentes pareció pensárselo y luego la dejó ir.

Bella se inclinó hasta adoptar una posición de ataque, agazapada, y dio dos pasos lentos hacia Joe.

—Tú… ¡No!

Él retrocedió, con las palmas de las manos hacia arriba, intentando razonar con ella.

—Ya sabes que es algo que no podemos controlar.

—¡Tú, chucho estúpido! ¿Cómo has podido hacerlo? ¡Es mi bebé!

Mi hermano salió de espaldas por la puerta principal mientras la neófita lo acosaba, casi corriendo por las escaleras. Los demás nos movimos detrás de ellos.

—¡Bella, no ha sido idea mía, carajo!

—Yo la he tenido en mis brazos una sola vez, ¡una sola vez!, ¿y ya te crees con derecho a no sé qué estúpida reclamación lobuna? ¡Es mía!

—Podemos compartirla. —le dijo Joe, con voz suplicante, mientras seguía caminando hacia atrás.

—A pagar. —canturreó Emmet, y me dieron ganas de pegarle un sopapo.

—No es el momento, mastodonte. —le gruñí por lo bajo.

Me respondió con una de sus estruendosas carcajadas, mientras me miraba con diversión.

—¿Cómo has osado imprimar a mí bebé? ¿Has perdido por completo la cabeza, Wolf?

—¡Ha sido involuntario! —chilló.

En ese momento, reaparecieron dos enormes lobos, que le flanquearon por ambos lados. Leah le gruñó a la neófita, mientras Seth arqueaba la espalda.

—Bella, ¿te importaría escucharme durante solo un segundo? ¿Por favor? —suplicó mi hermano. —Ya, Leah, cállate. —añadió.

Leah curvó su labio superior pero no se movió.

—¿Por qué tengo que escucharte? —bramó la neófita.

—Porque tú fuiste la que me dijo esto. ¿No te acuerdas? ¿No dijiste tú que éramos familia? Tú dijiste que era así como se suponía que debía ser. O sea que… aquí estamos. Todos. Como tú deseabas.

Bella le lanzó una mirada feroz. Debía de recordar esas palabras. Aunque su cerebro de vampiro ahora trabajaba mucho más rápido.

—Y pretendes formar parte de mi familia, ¡como mi yerno! —le chilló.

Emmet se echó a reír, recibiendo un codazo de Alice.

—Detenla, Edward—murmuró Esme, preocupada. —, porque ella será infeliz si le hace daño.

—¡No! —insistía mi hermano al mismo tiempo. —¿Cómo puedes verlo siquiera de esa manera? ¡Por amor a dios, que es solo un bebé!

—¡Pues eso es lo que yo digo! —aulló Bella.

—¡Tú sabes que no pienso en ella de esa manera! ¿Es que crees que Edward me habría dejado vivir tanto si fuera así?

—Todavía lo estoy considerando. —canturreó el mencionado, sonriendo con sorna.

—No es el momento, Eduardo. —le siseé, gruñendo cuando me guiñó un ojo.

—Todo lo que quiero es que ella esté a salvo y sea feliz. —continuó mi hermano, gritando. —¿Es eso tan malo? ¿Es tan diferente de lo que tú quieres?

Bella le lanzó un rugido.

—¿A qué es sorprendente? —murmuró Edward.

—No se le ha tirado a la garganta ni una sola vez. —admitió Carlisle, sonando extrañado.

—Vale, esta la ganas tú. —reconoció Emmet a regañadientes.

—¿Podéis dejar de disfrutarlo tanto? —les pedí entre dientes; recibí una mirada de disculpa del doctor y las divertidas de los restantes.

—Te vas a mantener apartado de ella. —le siseó Bella a mi hermano.

—¡No puedo hacer eso!

Ella le respondió entre dientes:

—Inténtalo. Y empieza ahora mismo.

—Eso no es posible, lo has visto en mi hermana. ¿Acaso no recuerdas lo mucho que querías que estuviera a tu lado hace tres días? ¿Lo difícil que te resultaba que estuviera lejos de ti? Todo eso no significa nada para ti, ¿verdad?

—Ya no.

—Era por ella. —siguió mi hermano. —Desde el principio.

—Huye mientras puedas. —lo amenazó.

—¡Venga, Bells! Yo también le gusto a Nessie. —insistió.

Las has cagado, hermanito.

Todos nos quedamos helados, observando la tensa espalda de la neófita.

—¿Cómo…la has llamado?

Joe dio un paso más hacia atrás, intentando lucir avergonzado.

—Buenos…—masculló entre dientes. —, es que es el nombre que os habéis sacado de la manga es un trabalenguas y…

No lo estás arreglando.

—¿Le has puesto a mi hija de apodo el nombre del monstruo del Lago Ness? —le chilló Bella.

Y después, le saltó a la garganta.


¡Holii! :D

Soy malisima por dejaros así, pero no sufrais. El martes sabréis si Bella pateó el trasero de Joe JUAJAJA.

No sé qué comentar porque pasan demasiadas cosas en un solo capítulo, send help. Básicamente porque los de este acto son mucho más largos que todos los demás jiji.

Estaré actualizando três veces por semana hasta nuevo aviso (y si mi entorno colabora, vaya) : martes, viernes y domingo. Así que estad atentos al tablero de mi perfil uhu.

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Nada más por mi parte pero...

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 08/08/2021

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