15
__________________________
CAPÍTULO QUINCE
TRANSFORMACIONES
_________________________
Giré la cabeza hacia la izquierda, donde estaba mi amiga morena, la cual me dirigió una mirada angustiada. Intenté forzar una sonrisa, pero solo me salió una mueca, ya que algunas lágrimas traicioneras seguían corriendo por mis mejillas. Le apreté un brazo levemente, intentando demostrarle que la apoyaba, a lo que recibí una mini sonrisa y un apretón en mi mano.
Ni siquiera nos molestamos en tocar a la puerta, ya que esta se encontraba abierta de par en par. Esa era una de las tradiciones más milenarias de los quileutes. Cuando alguien moría, la familia debía dejar la puerta abierta para que el alma pudiera encontrar su camino hacia la luz y, al mismo tiempo, mostraban a la tribu que no estaban en condiciones de realizar actividades.
Cruzamos el umbral de la casa, ya escuchando algún que otro sollozo. La primera persona a la que vi fue a mi padre, quien tenía unas grandes bolsas debajo de los ojos y las mejillas rojas de llorar. A su lado estaba mi hermano Joe, con mueca triste hablando con Seth, quien parecía que había dejado de llorar hacía poco. Un poco más atrás, estaban Charlie Swan y Billy Black, ambos hablando con los rostros cargados de tristeza. Al fondo de la sala, al lado del ataúd, estaban sentadas mi madre, Sue y varias mujeres que no conocía. Mi madre tenía uno de sus brazos sobre los hombros de la viuda, de cuyos ojos no dejaban de caer lágrimas. Aislada de todos, estaba Leah, mirando por la ventana con los labios apretados. Al verla, miré instantáneamente a Emily, quien me sonrió, mostrándome que estaba bien.
Nada más entrar, mi padre alzó la vista y su mirada se encontró con la mía. Pude ver lo mal que lo estaba pasando, por lo que cuando llegamos a su altura, le apreté un brazo, como había echo con mi amiga morena. Luego, me giré hacia mi hermano y Seth. Probablemente mi hermano notó mi mirada, ya que me miró e hizo una mueca con los labios. En ese momento fue en el que el pequeño de los Clearwater me miró, mostrándome cuan roto estaba.
No pude evitar abrazarlo con fuerza, porque me dolía en el alma ver a mi pequeño ángel tan destrozado. Él siempre estaba sonriendo y alegre, por eso verlo llorando y triste hacía que mi corazón se encogiera.
—Gracias por venir, Lizzie.—murmuró Seth, con la voz cortada.
Nuevamente, sentí como mi corazón se encogía. Supe que mi hermano sintió lo mismo cuando hizo una mueca con los labios y desvió la mirada.
Me separé un poco de Seth y le sequé las lágrimas, haciendo que me mirara a los ojos. Quien dijo que los ojos eran el espejo del alma, no podía estar más acertado.
—Lo siento muchísimo, Seth.—murmuré sincera.—Sabes perfectamente que nos tienes para lo que necesitéis, ¿verdad?
Seth asintió, lamiéndose los labios. —Gracias.
Suspiré, girándome hacia mi hermano. Joe me miró, reflejando angustia en sus ojos avellana. Me acerqué a él, haciendo una mueca.
—No lo dejes solo, Joe.—le susurré, para que solo lo escuchara él.
—Ni loco.—asintió mi hermano.
Me sentí satisfecha, ya que por una vez el terremoto de mi hermano se había relajado. Eso reflejaba lo mucho que le importaba su amistad con Seth.
Me acerqué al sofá, haciendo que las mujeres alzaran la mirada. Mi madre me sonrió triste, dejándome ver que, al igual que mi padre, estaba mal. Pero casi oí como mi corazón se rompía en miles de millones de trocitos cuando Sue me miró a los ojos.
—Oh, Lizzie.—murmuró.—Gracias por venir, cariño.
Hice una mueca con los labios, intentando aguantar las lágrimas, aunque nadie podía negar la rojez de mis mejillas. Me incliné, para luego abrazar a Sue con fuerza. Me mordí el labio inferior cuando oí como un sollozo salía de la mujer. Me separé un poco de ella y le intenté sonreír, aunque creo que quedé en el intento.
—Ya se lo he dicho a Seth, pero...—hice una pausa, mirando a mi madre.—...sabéis perfectamente que tenéis a la familia Wolf para lo que necesitéis.
Sue esbozó un amago de sonrisa a la vez que me acariciaba una mejilla.
—Gracias, cariño.—dijo sincera.—Jacob se ganó un ángel contigo.
—Sí que lo gané.
Suspiré al oír la voz de mi lobo, para luego girar mi cabeza hacia su dirección. Me dedicó una pequeña y fugaz sonrisa, cambiándola luego por una triste cuando su mirada se cruzó con la de Sue. Me aparté, dejando que ocupara mi lugar. Me mordí el labio inferior mientras veía como Jacob abrazaba con fuerza a la mujer, frotando su espalda con una mano, mientas le decía algo que no lograba escuchar. Cuando se separaron, Sue le acarició un brazo y le dio las gracias.
Jacob se puso a mi lado, pasando un brazo por mi cintura. Lo miré brevemente, haciendo una mueca. Me sentí observada, por lo que volví la vista, encontrándonos con la mirada de las mujeres sobre nosotros. Mi madre nos miró de arriba a abajo, sin decir nada, mientras seguía abrazando a Sue.
Giré la cabeza hacia donde se encontraba Leah, aún apoyada contra la ventana. Me tensé cuando vi como le temblaban las manos y ella las apretaba, tratando de disimularlo. Volví la vista a Jacob, que parecía haberse dado cuenta de lo mismo, ya que cruzó una mirada angustiada conmigo. Mi madre y Sue también se tensaron, probablemente al ver nuestro intercambio.
—Ve a por Sam.—le medio ordené, entre dientes, para que solo él me escuchara.
—Ten cuidado.—me susurró.
Dejó un beso en mi frente, para luego sonreírle en disculpa a Sue y despedirse de Seth con un pequeño abrazo.
Tragué saliva, rezando para que la loba de mi abuela actuara sola e hiciera las cosas más fáciles. Casi suspiré aliviada al notar el familiar calor corriendo por mis venas. Aún así las cosas no iban a ser precisamente fáciles, sobre todo cuando Leah estaba en el meollo del problema.
Crucé una mirada con mi madre, quien parecía angustiada por la situación. Le envié una sonrisa tranquilizadora, aunque no lo parecía. Sue me miró para luego desviar la vista hacia el ataúd y finalmente a su hija. Ella también parecía angustiada.
Me acerqué lentamente a Leah, mentalizándome de la mala contestación que iba a recibir. Ella me escuchó llegar, ya que la vi cerrar los ojos brevemente, aunque seguía mirando por la ventana.
—De verdad que aprecio el apoyo que tu familia le da a la mía, Liz.—habló Leah, tosca.—Pero te agradecería que no me vengas a mostrar tu pena.
—No vengo a eso, Leah.—murmuré, asegurándome de que nadie podía ver las manos temblorosas de la chica.—Ambas sabemos lo que te está pasando y espero que vengas conmigo para no armar ningún escándalo.
Fue entonces cuando Leah me miró. Sus ojos negros me miraron de arriba a abajo, como si me estuviera analizando. Pese a su mueca tosca, podía ver que estaba profundamente destrozada.
—No lo quiero.—musitó, aunque la había oído.
—Lo sé, créeme que lo sé.—suspiré, pensando en cuando me convertí yo. —Pero no es algo que podamos elegir, porque sino te aseguro que lo habría negado.
—Los ancianos dijeron...
Se cortó al ver mi mueca.
—Por favor, ven conmigo.—le pedí, ignorando su comentario. —Sé que no quieres hacerle daño a tu hermano.
Leah miró detrás de mí, a lo lejos, donde estaba su hermano con el mío. La vi hacer una mueca, mientras aún le temblaban las manos. Me miró, luego de haber estado mirando a Seth durante unos segundos.
—Está bien.—cedió.
Casi suspiré aliviada. Me giré, dándole una mirada significativa a mi madre y a Sue, quienes asintieron levemente. Quise chillar cuando mi hermano y el pequeño Clearwater se cruzaron en nuestro camino, ambos mirándonos angustiados
—¿Va todo bien?—preguntó Seth, pasando la vista de su hermana a mi, preocupado.
—Quédate con mamá.—casi le gruñó su hermana.
Joe me miró, alzando una ceja, a lo que yo asentí. Lo vi suspirar, para luego posar una mano en el hombro de Seth.
—Deja que vayan a solucionar sus problemas de adolescentes, Seth.—le dijo tranquilo.
El mencionado miró a mi hermano, para luego volver la vista a nosotras, en especial a su hermana.
—Quedaos aquí.—ordené, aunque no era yo realmente quien lo decía.
Joe asintió, casi arrastrando a Seth, quien aún no parecía muy convencido por la idea.
Salí de la casa, con Leah pisándome los talones, aunque pronto su paso se volvió más rápido y pesado, algo que me alertó. Llegamos a un claro cercano, donde ella se quedó parada, con las manos apretadas y la mandíbula tensa. Me mantuve quieta, casi suspirando cuando Sam y los demás aparecieron. Leah se giró a mirarme, con los ojos brillando de ira.
—¿A esto me trajiste, Liz? ¿Para que vuelvan a romperme el corazón cien veces?—me gruñó, haciendo que elevara una ceja.
Sentí a Jacob a mi lado, rodeándome con un brazo, mientras le dirigía a la chica una mirada cautelosa.
—No.—negué, suspirando.—Sam puede ayudarte más de lo que crees. Solo tienes que dejarle.
—No.—gruñó ella.
Sam me miró serio, mientras yo pensaba que narices hacer. Me tensé cuando vi que Leah se movía de un lado a otro.
—Atrás-—casi ordené a los demás—Lahote, tú también.
Ignoré la mirada que me dio el mencionado, solo centrándome en Leah, quien había comenzado a retorcerse. Hice una mueca, apartando el brazo de Jacob, quien me miró angustiado. Suspiré.
Si estaba en mi sangre ser alfa, debía empezar a comportarme como una.
Me acerqué un paso cauteloso, observando como se retorcía, teniendo flashes de cuando me pasó a mi lo mismo. Leah abrió los ojos, los cuales había tenido cerrados y soltó un gemido de dolor. Ahí supe que los estaba aguantando, una tarea un tanto difícil.
Solté una exclamación cuando un lobo grisáceo pasó a estar en mi campo de visión. Miró a su alrededor, confusa. Su mirada se cruzó con la mía, por lo que intenté mostrarme tranquila, por lo menos por ella. Me volví a acercar, oyendo como soltaba un gemido lastimero. Le fallaron las patas de atrás y quedó sentada, mirándome.
—Tranquila, Leah. No pasa nada. De verdad.—le hablé tranquila, aunque no lo estaba para nada. —Es normal que estés confusa. Te aseguro que todos nosotros estábamos igual que tú.
Su gran cabeza blanca se movió de un lado a otro, como si se negara algo a si misma. Luego bajó la vista hacia el suelo, viendo sus patas, donde se quedó mirando durante unos segundos. Me volvió a mirar.
Giré la cabeza hacia Jared, quien me dio una manta y ropa.
—Largaos.—ordené, frunciendo el ceño. —Todos.
Me miraron sorprendidos, a lo que yo me limité a mirarlos mal, esperando a que hicieran caso.
—Fuera.—insistí, comenzando a impacientarme.—Os quiero lejos ahora mismo. Moveros.
Sam pareció entenderme, por lo que fue el primero en marcharse, seguido de los demás. Jacob besó mi frente, para luego trotar con los demás.
Volví a mirar a Leah, quien había estado observando la acción. Luego, volvió su vista a mí.
—Bien, ahora quiero que te concentres en como eres, ¿vale?—la instruí con calma.—Como si fuera una foto. Concéntrate en cada curva, cada lunar, cada detalle.
Volvió a emitir un gemido lastimero.
—Vamos, puedes hacerlo.
Vi como inclinaba la cabeza, por lo que me dediqué mirarla. Sonreí orgullosa cuando vi como iba cambiando, por lo que me apresuré a rodearla con la manta. Me miró sin decir nada, para luego coger la ropa que le ofrecía y ponérsela.
—Gracias.
—No es nada, Leah, es algo norma...
—No, no me refiero a eso.—me interrumpió.—Sino a todas las veces que has estado para mi familia sin pedir nada a cambio. Es genial tener a una familia como la tuya cerca.—se aclaró la garganta, algo incómoda. —De todas formas, no esperes que vayamos a ser mejores amigas.
Quise reírme pero me controlé. Después de todo, Leah estaba intentando ser agradable.
—Sé que no va a ser fácil, pero te daremos todo el tiempo que necesite.—me encogí de hombros—Ahora somos algo como hermanas de manada.
Alzó una ceja, aunque yo presentía que estaba divertida.
Un ruido me hizo dejar de prestar atención a Leah para girarme. Solté un sonido de sorpresa cuando un lobo color arena apareció en el claro, dando tumbos. Abrí los ojos como platos viendo como mi hermano venía detrás de él, luciendo angustiado.
—¿Seth?—me atreví a preguntar.
El lobo giró su cabeza hacia mí, pareciendo sorprendido. Casi sentí como se me desencaja a la mandíbula. Leah se acercó a mi lado, mirando al lobo color arena con una mueca.
—¿Quieres ocuparte tú? —le pregunté, casi sabiendo la respuesta.
La mayor me miró, asintiendo.
—Voy a buscarle ropa.—murmuré, queriendo darles privacidad.
Toda la respuesta que obtuve de Leah fue otro asentimiento.
Suspirando, caminé con mi hermano a buscar algo de ropa. En el camino, le explicamos a los demás lo que había pasado. Sam estaba sorprendido de que alguien tan joven como Seth se hubiera transformado tan pronto.
Cuando volvimos al claro, Leah abrazaba a su hermano pequeño, envuelto en una manta. Ambos se miraban angustiados.
Se giraron a mirarnos cuando nos oyeron llegar. Oí a Leah suspirar y Seth esbozó algo parecido a una sonrisa.
Me acerqué a ellos, agachándome para estar a la altura de Seth.
—Hey, angelito, ¿como estás? —le pregunté, esbozando una pequeña sonrisa.
—Este es definitivamente el día más raro de mi vida.—afirmó el pequeño, con una brillante sonrisa. —Pero es bestial.
—Bestial—Oí como se burlaba Paul.
Le dirigí una mala mirada al joven Lahote, gruñéndole bajo, en advertencia. Él alzó las manos en señal de rendición.
Volví la vista a los hermanos Clearwater, que nos miraban sin decir nada. Leah seguía con una mueca de disgusto mientras que Seth parecía encantado.
—¿Por qué no te vistes e intentamos que esto sea menos raro?—le ofrecí, intentando ignorar el anterior comentario de Paul.
Seth asintió, por lo que le ofrecí la ropa que habíamos cogido. Me giré, para darle la suficiente intimidad, fulminado con la mirada a los demás para que siguieran mi ejemplo.
Oí como Seth se levantaba, por lo que me giré de nuevo, para mirarlo. Leah tenía una mano en uno de los hombros de su hermano pequeño, mirándonos atentamente.
—Bienvenidos a la manada—sonreí, poniendo ambas manos en mis caderas.
¡Hola, hola! ¡Ya estoy aquí! Creo que un récord personal jajajaj.
Bueno, ¿qué es un capítulo sin drama? Exacto, un aburrimento. Bromeo...o no juju.
Quería mostrar (de nuevo) lo buena que es Lizzie con los Clearwater. Y aún más en este momento, que es el velatorio de Harry, quién fue amigo de la familia Wolf desde siempre.
Ahora bien, siempre he pensado que Sue es adorable. Como Seth.
Llegaron las transformaciones de ambos hermanos, que en la saga se tocan muy poco. Pero como Lizzie adora a Seth (y, seamos francos, él la idolatra) y intenta ser buena con Leah, pues quise darles más importancia.
¿Cómo creéis que será la relación entre Leah y Lizzie?
¿Y entre Seth y Liz?
Jake aparece poco en este capítulo. Pero lo que aparece, es adorable. Vamos yo lo intento hacer adorable, pero un poco sin perder su esencia.
Si os ha gustado dejadme una bonita estrella.
También podéis dejar en comentarios todo lo que queráis.
Ya sabéis que me encanta leeros y contestaros.
El feedback me hace muy feliz, para que negarlo.
Nos vemos en el próximo capítulo.
~I 👑
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro