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CAPÍTULO CATORCE
La boda
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El gran día había llegado. El día de mi boda con Jacob.
Me gustaría decir que estaba nerviosa, pero lo cierto era que estaba bastante tranquila. Había dormido menos horas de las que Alice me había aconsejado, pero estaba considerablemente tranquila. Lo único que me ponía nerviosa era ver a todas corretear de un lado para otro, asegurándose de que todo estaría perfecto. Me daban ganas de mandarles un puñetazo a todas y quitarles los nervios.
Me había tenido que despedir de Jake en el lago, puesto que Sam, mi hermano y los demás se lo habían llevado como si fueran a secuestrarlo. Aparentemente, lo de ver a la novia antes de la boda seguía considerándose como algo muy real. Aquello solo me hacía gracia, pero no me apetecía enfrentarme a ellos, por mucho que pudiera con todos ellos sin pestañear.
Mamá llevaba unos cinco minutos intentando convencerme de arreglar el nido de pájaros que era mi pelo, pero sólo de pensarlo me daba muchísima pereza. Al menos, eso fue hasta que escuché unos tacones muy particulares, y supe que no tendría ni voz ni voto.
—Elisabeth Wolf, vas a arreglar ese estropajo que tienes por cabeza. —ordenó Alice, mirándome con una seriedad que la hacía ver mucho más alta de lo que era. —Será por las buenas o haré que venga Jasper y será bajo la manipulación de tus emociones.
—Puedo demandarte. —señalé, hablando entre dientes.
—Puedes, pero no lo harás. Me adoras demasiado. —señaló, danzando a mi alrededor mientras evaluaba el trabajo que mi madre había hecho con mi maquillaje. —¡Aline, la has dejado preciosa! ¡Y adoro esos pendientes!
Estaba segura de que entre las dos me iban a dejar completamente sorda, entre chillido y chillido. La cabellera chocolate de Bella se asomó con cautela, y casi suspiré al verla.
—¡Bells! ¡Sálvame! —gimoteé, haciendo pucheros.
—Vamos, Alice, sabes que Liz no se va a alisar el pelo. —habló ella, sonriendo de forma ladeada, como si le divirtiera algo. —Como mucho puedes intentar domar sus rizos, pero no alisarlos.
—De pequeña, Joe intentó alisárselos con una plancha. —comentó mi madre, y abrí los ojos como platos espantada ante la idea de comenzar a contar anécdotas. —Se la tiró a la cabeza y le dijo que como volviera a intentarlo, sería comida para los demonios de la noche.
—Dios, solo quiero que esto se acabe ya. —me lamenté, haciendo una mueca de disgusto.
—Bella, ayuda a Aline con el estropajo que tiene Eli por pelo. —ordenó Alice, haciendo un gesto con una mano. —Iré a ver cómo van Frank y los demás. Ni se te ocurra ponerte en plan reina del drama. —finalizó amenazándome.
La observé irse y cerré los ojos, suspirando. Luego, noté las manos de mi madre y Bella en mi pelo, intentando hacerlo parecer decente y no la maraña de rizos que ni me molestaba en intentar que pareciera decente. Pero hoy era distinto, era el día de mi boda. Se suponía que debía intentar parecer normal.
—¿A dónde vais a ir de luna de miel? —me preguntó Bella, supongo que para intentar distraerme.
—Oh, bendito tema. —suspiró mamá, haciendo que abriera los ojos. —No sabes lo que nos costó convencerla de que se fuera de viaje.
—No quiero dejar a la panda de perros solos tanto tiempo. —me quejé, cruzándome de brazos. —Capaces son de montar una buena.
—Lizzie, mi niña, ya estuvieron sin ti antes. —me recordó mamá con dulzura, y la miré enfurruñada a través del espejo. —Además, tu padre y yo mantendremos un ojo sobre ellos. No te preocupes.
Solté un largo suspiro, sabiendo que no tenía forma de negarme a aquello. Aunque, por increíble que pareciera, Jacob tampoco había estado muy de acuerdo con aquella idea. Así que al final tuvieron que convencernos a los dos.
—Vamos a ir a Hawái. —murmuré, respondiendo la pregunta de Bella. —Es el único sitio con playas lo suficientemente enormes para que tengamos algo de soledad. Además, es dónde vive Rebecca, la gemela de Rachel, y así Jake podrá verla.
—Que sacrificio. —se burló mi amiga, sonriendo.
—Cuando estés en este sitio, pienso hacer de tu vida un infierno, Isabella. —la amenacé, solo logrando que se riera entre dientes.
—Es verdad. —mamá pareció acordarse de aquello. —¿Qué hay de tu boda, Bella?
—Alice no quiere ponerse con ello hasta que Liz y Jake estén de vuelta. —murmuró, encogiéndose de hombros. —A los dos nos parece bien. Después de todo, no puedo casarme sin mi dama de honor. —me guiñó un ojo.
—Eso, tu intenta menguar mi enojo.
A los pocos segundos, dejaron de toquetear mi pelo, casi haciéndome suspirar con alivio. Me observé en el espejo y mentiría si dijera que no me gustaba como había quedado. Me habían hecho la raya del pelo más hacia la izquierda —en verdad nunca la tenía porque dejaba que mis rizos se fueran por donde ellos quisieran— y mis desordenados rizos ahora formaban bonitos bucles. Hasta parecía una persona decente.
—No dice nada pero le encanta. —le dijo mamá a mi amiga, sonriendo de forma ladeada. —Mira cómo le brillan los ojos.
—No os soporto. —gruñí, fastidiada.
—Mi niña, no soportas a nadie desde que Alice empezó a ser un torbellino preparador de bodas. —señaló mamá, logrando que la humana se riera.
—Solo quiero irme para dejar de aguantarla.
—Sé que me adoras. —Alice había vuelto, luciendo tan entusiasta como siempre. —¡Estás fantástica, Eli! Jacob se va a desmayar de la impresión cuando te vea.
—¿Lo has visto? —se burló Bella.
—No, pero no me hace falta verlo para saber que se le van a salir los ojos de las órbitas.
Me reí entre dientes, para luego fijarme en que Esme y Rosalie traían una percha enorme. Tragué saliva y me pareció ver como la vampiresa rubia sonreía con gracia. Le divertían mis reacciones ante ciertos detalles de la boda, lo había notado.
—Estás preciosa, Liz. —Esme me sonrió con suavidad.
—Pues espera a verla con el vestido. —canturreó Alice, con sus ojos dorados chispeando con emoción. —Va a estar tan preciosa que las cámaras van a romperse por no poder retratar semejante belleza.
—Buena forma de intentar que me olvide de lo que me has hecho pasar últimamente, Lice. —murmuré, algo sarcástica.
—Es tu boda, deja el sarcasmo. —me regañó.
—Lo siento, no puedo. Nací con él. —me encogí de hombros.
Alice rodó los ojos, mientras las demás presentes sonreían con diversión. Mamá me ayudó a levantarme y se repartieron para ayudarme a ponerme el vestido. Lo cierto era que no parecía uno de boda, al menos a simple vista. Y no había velo, lo cual agradecía enormemente.
Seguramente se habían tomado al pie de la letra mi amenaza de que lo quemaría como se le pasase por la cabeza comprar uno. Y lo cierto era que no había sido una broma. Los detestaba.
—Estás preciosa, cariño. —murmuró mamá, con los ojos cristalizados.
—Aline, ni se te ocurra manchar mi obra de arte. —la amenazó Alice, mirándola de reojo. —También va para ti, Bella, te veo venir.
La mencionada sonrió, mientras parpadeaba para evitar las lágrimas. Me sonrió levemente cuando nuestras miradas se encontraron, y no pude evitar reírme ante lo sentimental que podía llegar a ser. Sin duda, el estar con el vampiro dramático le había hecho mella.
—Bien. —Alice miró su reloj. —En marcha. Aquí solo se quedan Aline y Eli. —hizo gestos de ahuyentar palomas. —Fuera, fuera.
Rosalie se fue seguida de Esme, quien me sonrió una última vez antes de irse. Bella me sonrió de forma más amplia, mientras acariciaba uno de mis brazos, para luego irse en busca de Edward. Alice me guiñó uno de sus dorados ojos, antes de desaparecer como si fuera una simple brisa de aire.
Sabía que ahora tenía que venir papá y mamá tenía que irse a su puesto. Respiré hondo varias veces, mientras mamá me recolocaba el collar de la abuela, de forma que destacara más. Eso no era posible, ya que mi piel tostada y su color plateado hacían que brillara mucho más.
—Ella estaría muy feliz por ti. —me aseguró, como si supiera lo siguiente que iba a pensar. —Adoraba a Jake, y estaba completamente segura de que te haría feliz.
—Ojalá estuviera aquí. —me lamenté, haciendo una mueca. —Igual que Sarah.
—Lo están. Recuérdalo: mientras el recuerdo siga presente en nuestras mentes, esa persona nunca morirá. —esbozó una dulce y amplia sonrisa, mientras acariciaba con suavidad una de mis mejillas. —No te lo he dicho, cariño, pero estoy muy orgullosa de ti. Tu padre y yo lo estamos.
—Mamá...—musité, abrazándola con un brazo o sabía que el torbellino de apellido Cullen aparecería para gritarme. —Gracias. Te quiero.
—Y yo a ti, mi niña.
—Por todo lo que es mínimamente sagrado, ¿habéis visto a mi mujer y a mi hija? Porque yo no las encuentro. Solo veo a dos preciosidades.
Mamá y yo giramos la cabeza para ver a papá debajo del travesaño de la puerta. Estaba sonriendo, de forma muy sutil, mientras se arreglaba las mangas de la chaqueta del traje. Lo cierto era que la camisa verde que se había puesto debajo no me convencía mucho, por eso me preguntaba cómo había hecho para convencer a Alice.
—Lo sé, me veo caliente. —murmuró con egocentrismo.
Rodé los ojos, mientras mamá soltaba algo parecido al bufido de un gato. Papá se acercó, observándonos a las dos de arriba abajo.
—Hija, estás radiante. —señaló, de mejor humor que la última vez que habíamos hablado. —Espero que Jacob sepa apreciar el diamante en bruto que le voy a entregar hoy.
—Sabes que lo hace, querido. —indicó papá, mientras se acercaba a él y le arreglaba la pajarita. —Desde mucho antes de la imprimación.
Papá asintió, besando con suavidad la frente de mi madre.
—¿Dónde está Joe? —pregunté, ladeando la cabeza.
—Oh, tu hermano...—papá soltó una risa, negando con la cabeza. —Está intentando que Seth no se eche sobre la fuente de chocolate.
—Esos dos no tienen remedio. —se lamentó mamá, aunque se le escapó una risa. —Iré a ayudarlo y luego a mi puesto. —besó mi mejilla levemente. —No te preocupes, cariño, se pasa más rápido de lo que te parece.
Se despidió de papá, mientras yo observaba como se alejaba. Le había crecido el pelo, y en contraste con sus joyas doradas le quedaba demasiado bien. Además, el vestido azul que llevaba era demasiado bonito.
—¿Estás segura de esto? —la voz de papá me hizo girar la cabeza para mirarlo. —Aun estás a tiempo de cancelar todo. Puedo ir a hacerlo yo mismo.
—Papá. —lo regañé, divertida. —Amo a Jake. Esto es lo que quiero.
—Pero podíais esperar...
—Ay, ni siquiera somos normales, somos jodidos lobos. —le recordé, cortando su comentario. —Además, lo normal es casarse antes de que vengan los cachorros. —me eché a reír ante su mueca de espanto. —Te estoy vacilando, papá, no estoy embarazada. Tomamos precauciones, no te preocupes.
Aunque no demasiadas, pensé, pero no lo dije porque temía que le fuera a dar un infarto.
Ambos escuchamos unas suaves notas de piano, y no me hacía falta ser adivina para saber que era Edward. Él mismo se había ofrecido a tocar, y no me había podido negar. Adoraba el sonido del piano y por supuesto que lo quería en mi boda.
—¿Lista? —me preguntó, ofreciéndome el brazo.
—Lista. —aseguré, mientras lo agarraba. —No dejes que me caiga.
—Nunca, mi niña. —besó mi sien, sonriendo. —Si te caes, me tiraré contigo y fingiremos que es parte del espectáculo. ¿Vale?
—Vale. —respondí, luego de reírme. —Te quiero, papá.
—Y yo a ti, pequeña.
Cuando sonaron las notas que me habían indicado que eran mi señal, papá comenzó a andar. Realmente odiaba el paso de las bodas, era como ir de procesión. Además de que detestaba tener que andar lento como una tortuga, esperando a que un caracol nos adelantara como si de repente fuera rayo McQueen. Pero me limité a seguirle el paso, mientras observaba el resultado final de la decoración.
Se había creado un pasillo central totalmente blanco, de pequeñas piedrecitas brillantes, y no tenía ni idea de donde había sacado Alice los árboles. Era preciosos, y de ellos colgaban flores también blancas. No cualquiera flor, sino unas que parecían pequeñas guirnaldas. Los bancos eran de madera, y los chicos habían estado construyéndolos a mano, sin dejar que el novio hiciera nada. Había gente allí sentada que no tenía ni la menor idea de por qué estaba, como los amigos de Bella. Aparentemente, a Alice le había parecido pequeña nuestra lista de invitados. Conforme nos acercábamos, avanzando por el pasillo central, bajo la mirada de todos los presentes, me fijé en el enorme círculo de arbusto que había detrás del altar. Había una mesa, también de madera, con un jarrón de flores. Y fue cuando mis ojos chocaron con él.
Jacob me sonrió, de esa manera tan cálida que solo él sabía hacer. Tenía las manos delante de su cuerpo, y me dio la sensación de que estaba ansioso. Llevaba un traje de color beige, nada de negro porque no le gustaba ir de pingüino —sus palabras literales—. Embry, Paul y mi hermano estaban a su lado, en un escalón más bajo, los tres intentando aparentar ser más formales de lo normal. Joe me guiñó un ojo cuando lo miré, y no pude evitar fijarme en que parecía más mayor con aquel traje negro. Al otro lado, Bella parecía incómoda en aquel vestido, al lado de Rachel —quien sonreía abiertamente—, Emily —quien me daba una cálida mirada—, y Alice, quien parecía brillar como si fuera un diamante. Aunque, mi miraba volvió a volar a él, al amor de mi vida, a mi impronta. No podía apartar mi mirada de la suya, en especial cuando dio un paso hacia nosotros, estirando una mano.
—Te estoy entregando a mi pequeña, Black, más te vale cuidarla. —lo advirtió papá, y por su tono me dio la impresión de que estaba a poco de llorar.
—Con mi vida. —aseguró Jacob, al mismo tiempo que tomaba su mano.
Me regaló otra de sus brillantes sonrisas, calentando mi corazón y haciéndome imposible el no corresponderla. Ni siquiera fui consciente de que caminaba hasta que la mirada de Billy se centró en nosotros. Se había sacado la licencia en tiempo récord, y me dio un guiño, indicándome que no se iba a alargar demasiado. Se lo agradecía, y sabía que mi lobo también, puesto que ser el centro de la atención y fingir ser normales no era demasiado nuestro estilo.
Siendo honesta, repetí los votos como si fuera un robot, simplemente viendo como los ojos obsidiana de Jake brillaban levemente con cada palabra. Eran los tradicionales, puesto que él me había dicho que tenía algo preparado, y confieso que eso me dio mala espina. Simplemente habíamos cambiado el "hasta que la muerte nos separe" por "tan lejos como llegue nuestra vida". Después de todo, no éramos humanos y era un pequeña broma. Una que la manada y el clan Cullen no tardaron en pillar, por sus sonrisas.
Sentí mi corazón acelerarse con felicidad cuando Jacob unió nuestros labios, luego de habernos puestos las alianzas. Noté como sonreía en medio del beso al escuchar algunos gritos, la mayoría de la manada, diciendo que nos consiguiéramos un hotel. Cuando nos separamos, no pude evitar reírme ante la lluvia de pétalos, cortesía de Alice y Emily, que me golpeaba la cabeza. Jacob parecía no haber contado con aquello, mientras su padre anunciaba el nuevo matrimonio Black. Desde luego iba a costarme acostumbrarme a decir que era una Black en vez de una Wolf.
Luego de recorrer el camino de la mano de Jake, Alice apareció sonriendo levemente y diciendo que era hora de ponerme un vestido más normal. Lo decía porque tenía pánico de manchar aquel hermoso vestido blanco, por lo que asentí. Me separé del que ahora era mi marido, —caray, eso también me iba a costar—, y la seguí con rapidez. Me ayudó a cambiarme en tiempo récord y luego me abrazó.
—Está saliendo justo como esperaba, Eli. —exclamó, dando saltitos de emoción sobre sus tacones. —Estoy tan feliz por ti.
—Muchas gracias, Lice. Está todo más bonito de lo que me esperaba.
—Todo para mi querida Eli. —me guiñó uno de sus bonitos ojos dorados.
Salimos de la habitación en la que me había cambiado de vuelta al exterior, acercándome a Jake. Él estaba con su hermana mayor, Paul, y Billy. Rachel se tiró sobre mí en cuanto me vio, balbuceando cientos de cosas que no entendí más allá de "estoy tan feliz de que seas mi hermanita". Paul también me abrazó, riendo divertido, mientras me felicitaba. Billy me dio la bienvenida oficial a la familia, mientras notaba como sus ojos estaban cristalizados. Jake nos observaba con una amplia sonrisa, y me guiñó un ojo cuando lo miré.
Cuando nos separamos de su familia, fuimos asaltados por mi madre y mi hermano, mientras mi padre fingía estar bien. Joe nos abrazó a ambos, exclamando que era genial tener un hermano mayor, mientras Jacob le revolvía el pelo. Mamá le dio la bienvenida a la familia, mientras nos sonreía de manera dulce. Papá tardó en acercarse, abrazándome con fuerza. Luego, apoyó una mano en el hombro de Jake y soltó:
—Bienvenido a la familia Wolf, hijo.
Aquello pilló tan desprevenido a mi lobo que lo vi cómo se le cristalizaban los ojos. Papá rio al verlo para luego darle un abrazo, uno de esos que se dan los tíos. Ya sabéis, esos en los que se dan golpecitos en la espalda para tratar de fingir que no tienen sentimientos y esas pamplinas. Pero ambos tenían los ojos cristalizados, no me lo podían negar.
Poco a poco, cada invitado se acercó a felicitarnos, incluso Leah. A decir, verdad, Seth arrastró a su hermana mayor y la obligó, de manera educada, a felicitarnos. Lo hizo de manera algo sarcástica, para luego pegarle un puñetazo amistoso a Jacob y abrazarme de forma leve. Lo cierto era que incluso los Cullen nos abrazaron, sin inmutarse demasiado por nuestro olor a perro mojado. Edward me aseguró que me iba a poner mal en pocos minutos, y me dio la sensación de que Jake lo mataba con la mirada. Sin duda, había leído su mente y mi lobo no quería que el vampiro se fuera de la lengua.
—¿Cómo llevas eso de ser el centro de la atención? —Bella se acercó a mí cuándo me vio algo más libre.
—No te voy a mentir, pensé que me iba a ahogar entre abrazo y abrazo. —admití, soltando una risilla y haciendo que ella riera conmigo. —Pero parece tan irreal que no me molesta.
Luego de que Bella asintiera y comentara lo bonito que la había quedado el diseño a Alice, fue el momento del banquete. Era hasta cómico ver como los Cullen disimulaban lo mejor que podían. Me gané la mirada entrecerrada de Edward, mientras Jacob posaba un brazo sobre mis hombros. Él estaba tan divertido como yo, pensando lo mismo. Me preguntaba como harían después para vomitar todo lo que se estaban comiendo ahora para fingir ser humanos.
Me temí lo peor cuando llegó el momento de los brindis. Algunas sonrisas no me daban buena espina, en especial la de Jacob. Era como si estuviera planeando algo para dejarme completamente roja.
—¿Qué pasa? —su voz me sacó de mi idilio, dándome cuenta de que lo estaba mirando con los ojos entrecerrados. —¿Tengo algo en la cara?
—Sí. Mueca de que has tramado algo.
Sonrió. Esbozó una sonrisa entre coqueta y divertida, mientras soltaba una risa entre dientes.
—No te preocupes. —besó mi sien, mientras su mirada de desviaba a otro lugar. —No será nada malo.
—No me das buenas vibras, Jake.
—Relájate. —me susurró, su voz más ronca. —Confía en mí.
Desvié la mirada, viendo como Alice ponía un micrófono en el escenario y me daba un guiño. Oh, aquello me dio malas vibraciones y por esa misma razón mi cuerpo se tensó solo. Jacob rio de forma suave, acariciando mi espalda con suavidad. Observé los que parecían tener intención de hablar: Rachel, Bella, mi hermano, mis padres, Billy y Embry. Y, algo me decía, que Jacob también.
—Me gustaría proponer un brindis por mi nueva hermana, Liz. —Rachel me guiñó un ojo cuando la miré sonriente. —Espero que sepas en que te metes al haber escogido a mi hermanito. —causó risas y un gruñido del mencionado. —Pero sé que ambos seréis muy felices. Por vosotros, chicos.
—Nunca pensé que estaría tan tranquilo al dejar que alguien se casara con mi hermana, pero estoy seguro de que Jacob sabrá cuidarla bien. —mi hermano esbozó una sonrisa de lado, una que no auguraba nada bueno. —Porque de lo contrario, te patearé el trasero con mis técnicas de Kung-Fu.
—Liz y Jake han sido mis mejores amigos desde que tengo memoria. Ambos son igual de tercos. —Embry sonrió cuando ambos lo miramos mal. —Realmente te das cuenta de cuanto se parecen cuando llevas tanto tiempo viéndolos. Por eso sé que ambos se complementan tan bien, y no necesitan ninguna palabra de aliento por nuestra parte. Lo tienen todo controlado. —elevó la copa. —Felicidades, jefes.
—Conozco a Liz y a Jake desde que tengo memoria, y creo que siempre han sido muy evidentes. En especial Jacob. —Bella sonrió con diversión, al lograr carcajadas entre los chicos de la manada. —Ellos son mis mejores amigos. Han estado para mí cuando nadie lo ha hecho e incluso cuando no me lo merecía realmente. Son dos almas que se complementan de maravilla, como si fueran uno solo. Por eso sé que les irá fenomenal, aunque espero que sea mucho más que eso. Felicidades, chicos.
—Desde el primer momento en el que los vi jugar juntos, supe que ambos tenían una conexión especial. Creo que todos los que los conocemos desde que eran bebés se han dado cuenta de sus miradas. —mamá sonrió de forma amplia, y pude ver como sus ojos oscuros brillaban con felicidad. —Jake, bienvenido a la familia, aunque ya llevas muchos años siendo parte de ella. Os deseo lo mejor, niños.
—Llevo muchos años viendo crecer a Liz, y nunca he visto a nadie tan compatible con mi hijo como ella. Siempre ha sido un soplo de aire fresco en nuestra casa, que siempre ha sido tuya, muchachita. —me dio la impresión de que a Billy le temblaba la voz. Nos guiñó un ojo. —No olvidéis que vuestra conexión va más allá de lo que es normal. Por eso os aseguro que os irá de maravilla. Felicidades, chicos.
—Sé que Jacob cuidará de mi pequeña, porque no le queda más remedio si no quiere enfrentarse a mi ira. —papá parecía divertido, y me daba la impresión de que había bebido para no parecer amargado. —Solo espero que recuerde que tengo un arma y que mi mejor amigo es el jefe de policía. Solo digo eso. —se echó a reír, mientras sacudía la cabeza. —Felicidades, chicos. Bienvenidos al matrimonio, no es un sendero fácil, pero para vosotros no tendrá demasiados baches.
Alcé la mirada al ver como Jacob se levantaba de mi lado, mirándolo algo alarmada. Me guiñó un ojo, y besó mi frente. Lo observé caminar hasta el micrófono, mientras mi madre me apretaba con suavidad un hombro. Me mordí el labio inferior, nerviosa, mientras no dejaba de observar a mi lobo.
¿Era posible estar más perfecto en traje?
Lo dudaba.
—Es increíble conocer a alguien como Lizzie, que me entiende mejor que yo mismo. La conozco de toda la vida, pero siempre me ha dado la sensación de que ya la conocí en otra vida. Soy como un libro abierto para ella, es como si me leyera la mente. Nunca se me pasó por la cabeza amar a alguien con la misma intensidad con la que la quiero a ella. Ni que ella me correspondiera, porque vamos, ¿la habéis visto bien? Es una diosa del olimpo. Es mi diosa, porque siempre me ha guiado por el buen cariño. Lizzie, no te prometo que todo sea perfecto, porque ambos sabemos cómo somos. Pero te puedo asegurar que nadie te querrá más de lo que mi pobre corazón lo hace. Solo te pido que me des un respiro, porque si siempre vas a estar así de radiante, acabará por darme algo. Te amo, nena, y te amaré hasta el final de mis días.
No pude evitarlo y me levanté de un salto, para luego echarme sobre él. Me abrazó, rodeándome entre sus cálidos brazos, mientras los invitados aplaudían y vitoreaban. Sollocé, mientras me aseguraba de no arruinar la obra de arte que era mi maquillaje.
Me separé solo lo justo para poder mirarlo a los ojos. Él ya me estaba mirando, con esa sonrisa que tanto adoraba.
—Te amo, Jake. Y te amaré hasta el último latido.
¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.
¡Por fin llegó el momento! ¡La boda de Lizzie y Jake! Estoy hiper emocionada, y es que es uno de los capítulos que más tiempo me ha llevado preparar. Realmente no tenéis ni idea de las horas que he pasado en pinterest, buscando exactamente lo que me imaginaba. Al final me hice una idea, por eso no puedo poneros una foto exacta de la decoración de la boda. Sin embargo, con las descripciones, espero que hayáis logrado haceros una idea.
¡Ay! Hay tantas cosas que me gustaría comentar que no sé ni por donde empezar, y por eso soy consciente de que me voy a quedar corta. ¡Ay! Parezco yo la novia y simplemente soy una espectadora. Me gusta pensar que soy algo así como la cámara que presencia todo, aunque lo ponga en boca de Lizzie. Por lo menos para tener algo en común con ambos.
Bueno, creo que a lo largo de Eclipse hemos podido ver como la relación de Lizzie con los Cullen cambia poco a poco. Sinceramente, mi favorita es con Alice. ¡Es tan adorable que quiero llorar! Adoro el personaje de Alice, y pensar que es Ashley Greene, con lo chiquita que es, pues me hace adorarla más.
Y si, lo confieso, he querido mejorar la relación extraña que tienen Lizzie y Edward. Yo en verdad adoro a Edward (en verdad a Rob, pero dejémoslo así). ¿Es un dramas? Sí. ¿A veces se le va la cabeza? También. Pero desde que he leído un poco de Sol de Medianoche lo entiendo más. Eso sí, no es, ni por asomo, mi Cullen favorito.
También he querido mejorar la relación con Bella. No podía dejarla como mala todo el tiempo, ya me estaba cansando. Además, necesitaba que las cosas con ella mejoraran, teniendo en cuenta lo que se viene. Yo no digo más, y lo digo todo je.
Honestamente, la parte de los discursos no tenía muy claro si ponerla o no. ¡No me convencían! Y alguno sigue sin convencerme del todo, pero bueno. Eso sí, el de Jake sí que lo iba a poner sí o sí. Los otros son un poco extra, por decirlo de alguna manera.
Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?
¡Espero que os haya gustado!
Me haríais muy feliz si lo apoyáis con una estrellita, porque realmente me ha llevado muuucho tiempo conseguir el capítulo que tenéis delante. Me ha dado muchos dolores de cabeza porque soy un poco tiquismiquis y perfeccionista cuando me da la real gana, seamos honestos. ¡Ah! ¡Y no olvidéis comentarme todo lo que queráis! Ya sabéis, de sobra, que me gusta mucho mucho leeros y responderos. ¡Así que no os cortéis!
Nada más por mi parte, pero ya sabéis que...
¡Nos leemos en comentarios!
~I 👑
|Publicado|: 06/04/2021
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