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12.


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CAPÍTULO DOCE
La decisión del Alfa

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["Jacob"]

Nada más escuchar la respuesta afirmativa, Carlisle y Rosalie salieron disparados escaleras arriba en un abrir y cerras de ojos. Los escuché debatir sobre la conveniencia de calentar o no la sangre antes de dársela. Puaj. Me pregunté qué tipo de atrezo digna de la casa del terror tendrían guardado por allí. Una nevera llena de bolsas de sangre... ¿Qué más podría haber?

Daba la impresión de que a Edward le faltaba la energía suficiente como para mantener viva la llama de esperanza que antes había prendido en él. Se quedó junto a su esposa. Ambos se tomaron de la mano y se miraron a los ojos, pero no era en plan pasteloso. Era como si estuvieran manteniendo una conversación mental.

Al instante, sentí un apretón en mi mano derecha, la que tenía entrelazada con Lizzie. Giré lentamente la cabeza parar mirarla, topándome de lleno con sus ojos marrones mirándome fijamente. Arqueé una ceja, preguntándome que mosca le había picado ahora. Las comisuras de sus labios se ladearon levemente, en una sonrisa enana. Tenía la mirada algo seria, los músculos de la espalda tensos y aun así era capaz de sonreírme. Me iba a dar algo.

Asintió con la cabeza, como si estuviera hablando consigo misma. Dio una fugaz mirada a la embarazada y su esposo, para luego inclinarse hacia mí. Su sonrisa se amplió cuando susurró:

—Nosotros somos más lindos.

Me tragué una risa e hice esfuerzos para no sonreír como un auténtico idiota. Aunque lo era. Era un idiota completa e irrevocablemente enamorado de mi preciosa mujer.

Rosalie bajó como un bólido de carreras al cabo de unos segundos y entró en la habitación como una racha de viento tras hacer un alto en la cocina, donde se escuchó el chirrido de la puerta de una alacena siendo abierta. Removía un líquido caliente.

—No la elijas transparente, Rosalie. —murmuró Edward, y luego puso los ojos en blanco.

Bella lo miró con curiosidad, pero Edward se limitó a negar con la cabeza.

La rubia volvió sobre sus pasos a través del cuarto de estar y desapareció de nuevo en la cocina.

—¿Ha sido idea tuya? —susurró Bella con voz rasposa.

Hizo un esfuerzo para hablar con el volumen necesario para que pudiéramos oírla, desconociendo lo finos de oídos que andábamos. No terminaba de gustarme —al menos a mí—, que pasara por alto el hecho de que nosotros no éramos del todo humanos.

Lizzie tiró de mí para aproximarnos un poco, de forma que no la obligáramos a hacer esfuerzos.

—No me culpes de esto. —respondió Lizzie, con voz más amable de lo que se esperaba. —Edward simplemente escogió algunos comentarios sarcásticos de mi mente.

—No esperaba veros de nuevo. —admitió, a la vez que sonreía un poco.

—Tampoco nosotros. —reconocí.

Me sentí un poco raro, allí de pie en medio de la estancia. Los vampiros habían retirado todo el mobiliario para instalar un en su lugar un equipo médico. Imagino que eso no les molestaba. Estar de pie o sentado no importa mucho cuando eres prácticamente de piedra. A mí también me hubiera dado un poco igual de no haberme encontrado tan cansado.

—Edward me ha contado lo que os habéis visto obligados a hacer. Lo siento.

—Está bien. Probablemente era cuestión de tiempo que nosotros y Joe estalláramos por alguna misión de Sam. —soltó Lizzie, con voz demasiado cantarina.

—Y Seth. —apostilló la embarazada en voz baja.

—De hecho— intervine. —, está encantado de echar un cable.

—Lamento meteros en problemas.

Solté una risotada que tenía más de ladrido que de risa, lo supe por la forma en la que Lizzie curvó los labios. Bella suspiró de forma débil.

—Supongo que eso no es nuevo, ¿verdad?

—No, —negó Lizzie, como si nada. —la verdad es que no.

—No tenéis por que quedaros a ver esto. —comentó, casi sin articular las palabras.

Podíamos salir, y hasta podía parecer una buena idea. Pero si lo hacíamos, a juzgar por el aspecto de la enferma en aquel momento, lo más probable es que nos perdiéramos sus últimos quince minutos de vida.

—En realidad, no tenemos ningún sitio mejor al que ir. —repliqué, mirando de reojo a Lizzie, y haciendo un gran esfuerzo para que mi voz no delatara ninguna emoción. —Esto de ser lobo mola mucho menos dese que se nos ha unido Leah.

—¿Leah...? —preguntó ella sin aliento.

—¿No se lo has contado? —le preguntó Liz a Edward.

Este contestó con un encogimiento de hombros y no apartó los ojos de Bella. Eso quería decir que Leah no era una noticia relevante y que no la consideraba a la misma altura de los demás hechos que se estaban produciendo.

Bella no se lo tomó tan a la ligera como él. Pareció hasta considerarlo como una mala noticia.

—¿Por qué? —se interesó.

—Para tener vigilado a Seth. —solté la versión corta.

—Pero ella nos odia. —susurró Bella.

<<Nos>>. Se incluía ya entre los vampiros.

Qué guay.

—No va a chinchar a nadie. —salvo a mí, pensé. —Ahora forma parte de nuestra manada. —miré de reojo a Lizzie. —Acepta el liderazgo de Lizzie. —Bella no parecía muy convencida. —¿Te asustas por Leah y haces buenas migas con la rubia psicópata?

Me llegó un siseo desde el segundo piso. Me había escuchado.

Bella me puso cara de pocos amigos.

—No. Rose me...entiende.

—Si, ya. —refunfuñé, rodando los ojos. —Lo que esa entiende es que vas a estirar la pata y le importa un bledo mientras consiga salir de esta con su engendro mutante.

—Deja de comportarte como un asno, Jacob. —replicó entre dientes.

—Pides tú poco. —musitó Lizzie, riéndose por lo bajo.

Al parecer, estaba demasiado débil para enfadarse.

—Lo dices como si fuera posible. —sonreí.

Bella intentó no devolver la sonrisa durante un segundo, pero no logró evitarlo. Al final curvó los labios en una sonrisa.

Entonces, asomaron la cabeza la psicópata en cuestión y el doctor Cullen. Este llevaba en las manos un vaso de plástico cubierto con una tapa y una paja flexible para beber. Vale. <<No elijas la transparente>>. Ahora tenía sentido. Edward no quería que su esposa tuviera que pensar en sus actos más de lo necesario. No podía verse el contenido de la copa de modo alguno, pero se olía.

Puaj.

Carlisle vaciló y mantuvo el brazo de la copa medio extendido. Su paciente le miró. De nuevo, tenía cara de pánico.

—Siempre podemos intentar otro método. —ofreció Carlisle con sosiego.

—No. —susurró Bella. —Voy a probar este primero, no tenemos tiempo...

Pensé que había visto algún indicio sobre el contenido y por fin se había preocupado por sí misma, pero luego movió la mano sobre su estómago abultado.

Voy a vomitar.

Bella alargó el brazo y se hizo cargo del recipiente. Su mano tembló ligeramente y alcancé a oír el sonido del líquido en su interior. Puaj. Intentó apoyarse sobre un codo, pero apenas logró alzar la cabeza. Lizzie me dio un apretón en la mano, seguramente al darse cuenta de lo mucho que se había debilitado Bella en apenas un día.

Rosalie pasó un brazo por debajo de los hombros de Bella y le sostuvo también la cabeza, tal y como se hace a los recién nacidos.

—Gracias. —musitó Bella, cuyos ojos se dirigieron hacia nosotros, todavía consciente de nuestra presencia.

Se habría puesto roja, eso no había duda, de no haber estado tan escasa de fuerzas.

—Haz como si no estuvieran. —la instó Rosalie.

Aquello me hizo pensar si deberíamos habernos ido cuando Bella nos ofreció aquella posibilidad. Por un momento, me pareció buena opción la idea de desaparecer, pero las cosas se pondrían un poco más difíciles. A Bella le iba a resultar más duro pasar por aquello si sospechaba que estaba demasiado a disgusto como para quedarme, lo cual era casi cierto. Y luego, estaría la lamentación de Lizzie por no haber pasado más tiempo con nuestra amiga antes de que muriera.

Opté por callarme como una tumba. No pretendía reclamar la estupidez de aquel idea, pero tampoco quería gafarla.

Bella alzó la copa hasta la altura de la nariz y olisqueó el extremo de la pajita. Dio un respingo e hizo una mueca.

—Bella, mi amor, podemos hallar una vía más sencilla. —dijo Edward al tiempo que tendía una mano para recoger el vaso de plástico.

—Tápate la nariz. —sugirió Rosalie, mientras miraba la mano tendida de su hermano, como si se la fuera a arrancar de un bocado.

Por un instante, me dieron ganas de que lo hiciera. Apostaba a que él no iba a quedarse de brazos cruzados, y la parte más macabra de mi mente habría disfrutado al ver cómo le arrancaban una extremidad a la psicópata rubita.

—No, no es eso, sólo que...—Bella suspiró hondo. —Huele bien. —admitió con boca pequeña.

Puaj. Hice un enorme esfuerzo por tragar saliva y ocultar mi mueca de disgusto. A mi lado, Lizzie tragó saliva.

—Eso es estupendo. —le dijo la Barbie, con demasiado entusiasmo. —Significa que vamos por buen camino. Venga, haz la prueba.

Después de ver la expresión facial de la rubia, me extrañó que no se pusiera a celebrarlo con un bailecito como el de los jugadores de béisbol cuando anotan un touchdown.

Bella se metió la paja entre los dientes, cerró los ojos con fuerza y arrugó la nariz. Pude oír el borboteo de la sangre, por lo que tragué saliva. El pulso volvía a temblarle. Dio un sorbo en un segundo y profirió un gemido bajo sin abrir los ojos.

Edward y Lizzie reaccionaron al mismo tiempo. Él dio un paso y le tocó la cara, mientras que mi mujer apretaba el agarre en mi mano.

—Bella, cariño...

—Estoy bien. —musitó. Abrió los ojos y lo miró con expresión de súplica y disculpa. Estaba asustada. —También sabe bien.

Puaj. Puaj. Puaj. Puaj.

Se me llenaron las tripas de bilis hasta el punto en que pensé en que iba a echar todo por la boca.

Tuve que apretar los dientes.

—Eso es estupendo—repitió la Barbie, todavía encantada. —, y una buena señal.

Su esposo le acarició la mejilla, curvando los dedos para adaptarse a la forma de los frágiles huesos de Bella.

La enferma suspiró y se llevó la pajita a los labios de nuevo. Esta vez se bebió un buen trago. Ya no la dominaba la debilidad. Era como si el instinto hubiera tomado el control.

—¿Qué tal el estómago? —quiso saber Carlisle. —¿Tienes náuseas?

—No, ni pizca. —contestó ella con un hilo de voz al tiempo que negaba con la cabeza. —Por ahora, ¿no?

—Excelente. —Rosalie estaba radiante.

—Me parece prematuro aventurar esa conclusión, Rosalie. —la atajó el doctor.

La enferma bebió otro largo trago de sangre y luego le lanzó una mirada a Edward.

—¿Esto entre en mi cómputo o empezamos a contabilizar cuando ya sea vampiro?

—Nadie te lleva la cuenta, Bella, y en todo caso, nadie ha muerto como resultado de eso. —le dedicó una sonrisa algo desfallecida. —Tu hoja sigue en blanco.

¿De qué cuernos hablaban?

—Te lo explicaré más tarde. —contestó Edward, hablando para el cuello de su camisa.

—¿Qué...? —susurró Bella.

—Nada, nada, hablaba conmigo mismo. —mintió con voz suave.

Si aquel experimento tenía éxito y Bella vivía, Edward no iba a ser capaz de despistarla de ese modo, pues ella tendría unos sentidos tan agudos como los suyos. Debería hacer un esfuerzo por ser más sincero.

Los labios de Edward se curvaron, estaba luchando por contener una sonrisa.

Bella apuró sin pausa unos cuantos tragos más con la vista fija en la ventana, sin mirarnos. Lo más seguro era que fingiera que no estábamos allí. O tal vez solo Liz y yo, pues éramos los únicos del grupo que encontrábamos censurable su conducta y lo más probable era que ellos las estuvieran pasando canutas para no arrancarle el vaso de cuajo de las manos.

Edward puso los ojos en blanco.

Caray, ¿Cómo podía alguien llegar a vivir con él? ¡Qué lástima que Edward no le pudiera leer los pensamientos a su esposa! Entonces, él le daría una chapa contándoselos a todos y ella no tardaría en acabar harta y dejarlo hablando solo.

Edward soltó una risilla entre dientes. La enferma volvió los ojos hacia él de forma inmediata y esbozó una media sonrisa al descubrir un atisbo de humor en su rostro. Seguramente Bella no había visto en él una nota de alegría en mucho tiempo.

—¿Qué te divierte tanto? —suspiró.

—Liz y Jacob. —le contestó.

Ella alzó la vista y nos dedicó otra sonrisa que reflejaba su cansancio. A mi lado, Lizzie rodó los ojos al tiempo que bufaba.

—Liz y Jake son geniales. —admitió.

Vaya.

—Ahora somos el bufón de la corte. —musitó Lizzie entre dientes.

—¡Tachán! —murmuré, en una mala imitación del débil sonido del plato de la batería.

Nos dedicó otra sonrisa y dio otro trago de la copa. Pegué un respingo cuando la succión de Bella provocó un borboteo bien audible. Era indicativo de que no había más líquido.

—Lo conseguí. —anunció la enferma, quien parecía complacida. Su voz era más clara y fuerte, nada que ver con el susurro con el que había hablado hasta ahora. —Si tolero esto, ¿me quitarás las agujas, Carlisle?

—En cuanto sea posible. —prometió él. —Lo cierto es que ahora mismo tampoco está siendo de mucha utilidad.

Rosalie palmeó la frente de Bella y ambas intercambiaron una mirada de esperanza. Estaba a la vista de todos que el vaso lleno de sangre humana había tenido un efecto inmediato. Bella estaba recuperando el color, ya podía ver una pincelada rosa en sus facciones de cera, y había dejado de necesitar la ayuda de Rosalie para sostenerse, respiraba con menos dificultad y había jurado que el latido de su corazón era más fuerte y constante.

El espectro de la alegría en los ojos de Edward se había convertido en algo más visible.

—¿Te gustaría tomar un poco más? —la presionó Rosalie.

La aludida bajó los hombros.

Edward fulminó a su hermana con la mirada antes de dirigirse a Bella.

—No tienes por qué beber más ahora mismo.

—Ya, ya lo sé, pero... quiero hacerlo. —admitió.

Rosalie acarició el pelo lacio de Bella.

—No te avergüences por eso, Bella. Tu cuerpo tiene antojos y todos los comprendemos. —al principio, habló con acento suave, pero su voz adquirió un tono ronco cuando agregó—: Quienquiera que no lo comprenda no debería estar aquí.

Eso iba por nosotros, obviamente, pero no íbamos a dejar que la Barbie nos desplazara. La mejoría de Bella alegraba, así que, ¿Qué más daba si los medios para lograrlo hacían que se me revolvieran las tripas?

Carlisle tomó la copa de las manos de Bella.

—Enseguida vuelvo. —anunció.

Bella nos miró en cuanto se marchó el doctor.

—¡Qué más aspecto tenéis, chicos! —soltó.

—Mira quién fue a hablar. —ironizó Lizzie.

—Lo digo en serio, ¿Cuánto hace que no dormís?

Intercambié una mirada con Lizzie, considerándolo unos momentos.

—Eh...—farfullé, pensando. —Lo cierto es que no estoy del todo seguro...

—Ay, chicos, no quiero echar a perder también vuestra salud. No hagáis estupideces. —rechiné los dientes mientras Lizzie bufaba. ¿Ella tenía permitido dejarse morir por un monstruo y nosotros no podíamos perder unas cuantas horas de sueño para vigilarla? —Tomaos un descanso, por favor. —continuó. —Arriba tenéis unas cuantas camas, tumbaos en la que más os apetezca.

Rosalie puso una cara que dejaba bien claro que no estaba de acuerdo. Eso me llevó a preguntarme si, de todos modos, la Barbie necesitaría una cama. ¿O era que era muy posesiva con sus cosas?

—Gracias, Bella...—farfulló Lizzie.

—...pero preferiríamos dormir sobre el suelo—seguí hablando. —, lejos del hedor, ya sabes.

—De acuerdo.

Entonces regresó Carlisle y Bella extendió la mano para recoger la nueva dosis de sangre. Tenía aire distraído, como si estuviera pensando en alguna otra cosa, y empezó a beber con el mismo gesto ausente.

Cada vez tenía mejor aspecto. Se inclinó hacia delante con todo cuidado para no tener problemas con los tubos y se deslizó hasta sentarse en la cama. La Barbie se inclinó sobre ella, con las manos preparadas para cogerla si le fallaba el cuerpo, pero la embarazada ya no la necesitaba. Se terminó ese segundo vaso de sangre enseguida, respirando hondo entre un trago y otro.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Carlisle.

—Ya no me encuentro mal. Únicamente siento como si necesitara tomar algo más, aunque no estoy segura de sí se trata de comer o beber, ¿sabes a que me refiero?

—Mírala un momento, Carlisle. —murmuró Rosalie, tan pagada de sí misma como lo estaría un pavo real con la cola totalmente desplegada. —Parece evidente que le pide el cuerpo, ¿no? Debería beber más.

—Sigue siendo humana, Rosalie, y también necesita comida. Démosle algo de tiempo para ver los efectos y luego quizá probemos a darle alimentos otra vez. ¿Hay algún plato que te guste especialmente, Bella?

—Los huevos. —respondió Bella al instante.

Luego, intercambió una mirada y una sonrisa todavía frágil con su marido, pero su rostro tenía mucha más vida que antes.

En ese momento, empecé a parpadear y casi me olvidé de abrir los ojos otra vez.

—Deberíais dormir algo, chicos, de veras. —nos pidió Edward, intercalando la mirada de mi mujer a mi persona. —Tal y como dijo Bella, estáis invitados a hacer uso de las comodidades de esta casa, aunque lo más seguro es que os encontréis más a gusto fuera. No os preocupéis por nada, os prometo ir a por vosotros si surge cualquier necesidad.

—Claro, claro. —mascullé por los dos.

Podíamos darnos el piro ahora que a Bella parecían quedarle más de unas horas de vida. Nos acurrucaríamos debajo de cualquier árbol lo bastante alejado como para que no llegara el hedor a vampiro. El chupasangre nos despertaría si algo se torcía. Lo había prometido.

—Y lo haré. —aseguró Edward.

Asentí, al tiempo que Lizzie ponía una mano sobre las de Bella, seguramente frías como la nieve.

—Mejórate. —le dijo por los dos.

—Gracias, chicos.

Lizzie se quedó unos segundos mirando como Bella había girado la mano para estrechar la suya.

—Tapadla con una manta. —comentó, mientras tiraba de ella.

Tres aullidos rasgaron el velo de la tranquila mañana antes de que hubiéramos salido del edificio. El tono de los mismos era inconfundible. Esta vez no cabía dudad alguna.

—Maldita sea. —bufé.

Cruzamos la puerta a toda pastilla y lancé todo mi cuerpo hacia delante para atravesar el porche de un salto. Me dejé tomar por el fuego del cambio de fase mientras estaba en el aire y los pantalones acabaron hechos jirones.

Mierda. No tenía más ropa.

Y por la manera en la que Lizzie maldecía, a ella también se le había olvidado.

Caí sobre las zarpas y ambos nos marchamos hacia el oeste a la carrera.

¿Qué ocurre?, pregunté.

Invitados, contestó Seth. Un mínimo de tres.

¿Se han dividido?

Voy a correr en línea recta hacia Seth a la velocidad de la luz, prometió Leah, a quien oí resoplar con furia mientras avanzaba a una celeridad de vértigo que convertía el bosque circundante en un manchurrón.

Más de vale, Leah, se quejó Joe.

Hasta ahora no hay otro punto de intrusión. No los desafiéis, cachorros. Esperadnos, indicó Lizzie.

Han aminorado la velocidad, observé. Agh, que rabia no poder oírlos... Creo... ¿Sí...?

Me da la impresión de que se han detenido. ¿A la espera del resto de la manada?

Calla. ¿Notas eso?

¿Alguno ha cambiado de fase?, preguntó Joe.

Da esa impresión, coincidió Seth.

Leah volaba en dirección al espacio en el que su hermano y Joe permanecían a la espera. Hundía las pezuñas en el suelo y derrapaba como un coche de carreras.

Yo os cubro las espaldas, niños.

Se acercan, anunció Seth, hecho un manojo de nervios. Caminan despacio.

Ya casi hemos llegado, los informó Lizzie, mientras intentábamos correr tan deprisa como Leah.

De pronto, sentí una sensación horrible al vernos tan separados de Leah, Joe y Seth, con un peligro potencial más cerca de ellos que de nosotros. Eso estaba mal.

Mira quien se está volviendo paternal, pensó Leah con sarcasmo.

Céntrate, Leah.

Son cuatro: tres lobos y un hombre, afirmó Seth. Tenía el oído muy agudo.

Llegamos al claro en ese momento y nos dirigimos de inmediato al lugar donde se hallaban Seth y Joe. Ambos suspiraron de alivio y se enderezaron.

Aparecieron ante nuestros ojos pocos segundos después. Venían andando, tal y como había intuido Seth. Jared marchaba al frente con las manos en alto. Paul, Quil y Collin le seguían a cuatro patas. No había agresividad alguna en sus ademanes. Se mostraron vacilantes detrás de Jared, con las orejas tiesas. Estaban alerta, pero tranquilos.

Me extrañó que Sam enviara a Collin en vez de a Embry. De enviar una legación en son de paz a territorio enemigo, no se mandaría a un crío, sino a un luchador.

¿Y si es un movimiento de distracción?, preguntó Leah. ¿Estaban Sam, Embry y Brady efectuando un movimiento en solitario? No parecía muy probable. ¿Queréis que eche un vistazo? Puedo recorrer todo el perímetro y estar de vuelta en un par de minutos.

¿Debemos avisar a los Cullen?, inquirió Seth.

¿Y qué pasa si el encuentro solo tiene como fin dividirnos?, repliqué.

Los Cullen saben que se está cociendo algo, señaló Lizzie, con voz tranquila. Están preparados.

Sam no sería tan estúpido..., pensó Joe, mientras se imaginaba a Sam lanzando un ataque contra los vampiros con solo dos lobos junto a él.

No, no lo es, aseguró Lizzie.

Jared y los tres lobos permanecieron mirándonos todo el tiempo, a la espera de nuestra reacción. Resultaba estremecedor no oír lo que se decían entre ellos Quil, Paul y Collin. Sus expresiones vacías eran inescrutables.

Jared carraspeó para aclararse la garganta, y luego asintió en dirección a Lizzie.

—Bandera blanca... Hemos venido a hablar.

¿creéis que sea cierto?, preguntó Seth.

Tiene sentido, observó Joe, pero...

Exacto, coincidió Leah, pero.

No nos relajemos.

Jared torció el gesto.

—Sería más fácil habar si pudiéramos escucharos.

Lizzie rodó los ojos, mientras le lanzaba una fija mirada. Estaba claro que no cambiaríamos de fase hasta que encontráramos comodidad en la situación, hasta que tuviera sentido.

¿Por qué había mandado a Collin? Esa parte era la que más inquietaba.

—De acuerdo. Supongo que entonces solo voy a hablar yo. —dijo Jared. —Queremos que volváis, Liz, Jake.

Quil soltó un suave aullido a su espalda, secundando su afirmación.

—Habéis separado a la familia. Esto no tiene por qué ser así.

No estábamos de acuerdo con eso. Y ahí estaba lo chungo, en la existencia de unas cuantas diferencias de opinión entre nosotros y Sam.

—Conocemos vuestra forma de sentir, en especial en lo tocante a la situación de los Cullen. Somos conscientes de que es un problema, pero esto que habéis hecho es pasarse de la raya.

¿Pasarse?, refunfuñó Seth. ¿Y atacar a unos aliados sin previo aviso no lo es?

Cachorro, ¿sabes lo que es un rostro inmutable? Serénate.

Perdón.

La mirada de Jared se posaba en Seth y luego en Lizzie y en mí.

—Sam está dispuesto a tomarse esto con tranquilidad, chicos. Se ha calmado y ha hablado con los ancianos de la tribu. Ellos han decidido que una acción inmediata en este momento no beneficia a nadie.

Traducido: ellos ya han perdido el factor sorpresa, pensó Leah.

—Frank, Billy y Sue están de acuerdo con vosotros, chicos, creen que podemos esperar a que Bella... se separe del problema. Ninguno de nosotros de siente cómodo con la idea de matarla.

Aunque habíamos reprendido a Seth por gruñir hacia nada, no pude contener un bufido. De modo que ninguno se sentía <<cómodo con la idea de matarla>>. Increíble.

Lizzie soltó un gruñido.

Jared alzó las manos de nuevo, con ademán conciliador.

—Calma, chicos. Sabéis a que me refiero. El tema es que vamos a esperar y reconsiderar la situación, ya decidiremos más tarde si existe algún problema con...la criatura.

Ja, menuda tontería, replicó Leah.

¿No te lo tragas?

Sé que se traen entre manos, Joe, sé qué piensa Sam. Ellos dan por hecho que Bella va a morir de cualquier forma, y se imaginan que alguno va a tener un ataque de ira y...

...que ese alguien liderará el ataque cuando eso suceda.

—¿Liz? ¿Jake? —preguntó Jared. Resoplé.

Leah, haz una ronda para asegurarnos, indicó Lizzie. Vamos a tener que hablar con él y quiero estar segura de que no hay nadie más mientras se está en otra fase. Giró la cabeza para mirarme. Jake, todo tuyo.

Dame un respiro, Liz. Jacob puede adoptar forma humana delante de mí. por mucho que me he esforzado en evitarlo, he tenido que verle desnudo. No significa mucho, así que... no te preocupes.

No pretendo proteger la inexistente inocencia de tus ojos, Leah, sino cubrirnos las espaldas. Ve ahora mismo.

Ella resopló una vez y se precipitó en dirección al bosque. Escuché como sus garras abrían surcos en la tierra mientras adquiría más velocidad.

La desnudez era un inconveniente inevitable de la vida en manada al que no se le concedía demasiada importancia. Que Lizzie y Leah estuvieran en la manada, con los caracteres algo explosivos que tenían, hacía que de vez en cuando estallaran e hicieran jirones la ropa. La cuestión no era ver un atisbo de anatomía, sino que si podía evitar que vieran a mi mujer desnuda, lo evitaría.

Jared y los demás siguieron contemplando el lugar por donde la loba gris había desaparecido, entre los matojos, con gesto de recelo.

—¿A dónde va? —quiso saber Jared.

Le ignoré, cerré los ojos y recuperé mi ser de nuevo. Sentí como el aire se estremecía a mi alrededor y se removía en torno a mi cuerpo como si fueran las olas del mar. Me alcé y elegí el preciso momento en el que me hallaba totalmente alzado para adoptar mi forma humana.

—Vaya—dijo el portavoz de Sam, mientras Lizzie se acercaba a mí. —Hola, Jake.

—¿Qué hay, Jared?

—Gracias por hablar conmigo.

—Ya.

—¿Liz no va a cambiar de fase?

La escuché gruñir por lo bajo.

—No. Te tendrás que conformar conmigo. —negué, negándome a que la vieran desnuda.

—Queremos que volváis, tío.

Quil volvió a soltar un gimoteo de los suyos.

—No lo veo fácil, Jared.

—Venid a casa. —pidió mientras se inclinaba hacia delante con aire de súplica. —Podemos solucionar esto. Vosotros no pertenecéis a este lugar. Dejad que Joe, Seth y Leah regresen a sus hogares también.

Me eché a reír.

—Vale. Como si no se lo hubiéramos pedido desde el principio.

Seth y Joe bufaron detrás de mí.

Jared recapacitó sobre mi información. Volví a ver en sus ojos una nota de cautela.

—Bueno, entonces, ¿ahora qué...?

Le estuve dando vueltas durante cerca de un minuto, mientras él aguardaba mi respuesta. Lizzie golpeó mi pierna con su hocico, dándome una mirada significativa en cuanto la miré.

—No lo sé, pero tampoco estoy seguro de que las cosas puedan volver a ser como antes, Jared.

—Vuestro sitio sigue estando a nuestro lado.

Enarqué las cejas, posando una mano en la cabeza lobuna de Lizzie cuando la escuché bufar.

—Dos Alfa no pueden pertenecer al mismo lugar, Jared. ¿Recuerdas lo poco que faltó la última noche? El instinto es demasiado competitivo, aunque ninguno de los dos lo pretenda.

—¿Vais a quedaros por aquí el resto de vuestras vidas? —inquirió. —No tenéis hogar alguno en estas tierras y ya os faltan hasta la ropa. —apuntó. —¿Permaneceréis en forma lupina todo el tiempo? Ya sabes que a Leah no le hace ni pizca de gracia comer así.

—Ella puede comportarse como le venga en gana cuando tenga hambre. Ha venido aquí por elección propia y ni Lizzie ni yo pensamos decirle a nadie lo que debe hacer.

Jared suspiró.

—Sam lamenta lo que hizo.

Lizzie volvió a empujar mi pierna con su hocico, dando un leve asentimiento.

—Ya no estamos enfadados.

—¿Pero...?

Pero no tenemos intención de volver, no por ahora. Vamos a esperar un poco y ver cómo queda la cosa. Y también vamos a proteger a los Cullen tanto tiempo como sea necesario y esto, a pesar de lo que podáis llegar a creer, no es solo por Bella: protegemos a quienes hay que proteger. Y eso también se aplica a los Cullen.

Seth soltó un aullido en señal de asentimiento.

Jared torció el gesto.

—Entonces, no queda mucho más por decir.

—Ahora no, pero ya veremos.

Jared se volvió hacia Seth y se concentró solo en él, sin hacernos caso.

—Sue me ha pedido que te diga que vuelvas a casa, bueno, pedido no, me lo ha implorado. Tiene el corazón destrozado por tu culpa, Seth. Está totalmente sola. No sé cómo Leah y tú habéis podido hacerle esto. Mira que abandonarla de esa manera cuando tu padre acaba de morir...

Seth lloriqueó y los hermanos Wolf le gruñeron a Jared a la vez.

—Baja esos aires, Jared. —lo avisé.

—Le cuento las cosas como son, solo eso.

Resoplé.

—Vale. —Sue era la persona más dura que había conocido en mi vida. Lo bastante como para jugar con los sentimientos de sus hijos si pretendía hacerlos volver a casa. Pero no estaba bien usar a Seth de esa manera. —En este momento, ¿Cuánto hace que esté al tanto de la situación? ¿Y no ha pasado la mayor parte de ese tiempo en compañía de Billy, Frank, el Viejo Quil y Sam? Sí, claro, estoy convencido de que desfallece en soledad. Eres libre de irte cuando quieras, Seth, pero eso ya lo sabes.

Seth sorbió la nariz y un segundo después alzó una oreja en dirección norte. Su hermana debía de hallarse muy cerca. Jesús, pues sí que era rápida. La loba gris irrumpió dos latidos después, frenó en seco al llegar a los matojos de los lindes, a pocos metros del claro, y se detuvo. Entró al trote y se situó enfrente de Seth. Mantuvo erguido el hocico, sin mirarme.

—¿Leah? —dijo Jared.

Las miradas del portavoz y la loba se encontraron. La recién llegada echó hacia atrás el hocico, dejando entrever los dientes.

Jared no pareció sorprendido por su hostilidad.

—Sabes que en realidad no deseas estar aquí, Leah.

Ella le gruñó. Dirigí una mirada de aviso a Leah, pero ella no la vio. Seth gimoteó y la rozó con el lomo.

—Perdón, no debería darlo por sentado, pero vosotros no tenéis atadura alguna con los chupasangres, ¿a qué no?

Leah miró de forma deliberada primero a su hermano, luego a mí y después a Lizzie.

—De modo que quieres vigilar a tu hermano, vale, eso lo pillo. —repuso Jared, quien me miró de refilón durante un segundo antes de centrarse en ella. —Ahora bien, ni Liz ni Jake ni Joe van a dejar que le pase nada y Seth no tiene miedo alguno a quedarse aquí. —Jared hizo un mohín. —De todos modos, por favor, Leah, vuelve. Queremos que regreses. Sam desea tu vuelta.

El rabo de la loba se tensó en señal de disgusto.

—Sam me dijo que te lo suplicara de rodillas si era necesario, como suena. Desea que vuelvas a donde perteneces, Lee-lee.

Ella se sobresaltó cuando Jared empleó el viejo apodo con el que Sam se dirigía a ella. Erizó la pelambrera del cuello cuando el portavoz pronunció las últimas palabras y se puso a pegar aullidos entre dientes. No necesitaba adoptar mi forma lobuna para leerle la mente, sabía la sarta de palabrotas que le estaba dedicando a Jared. Casi era posible oír los tacos de Leah, así como las risitas bajas de los otros tres.

Esperé a que terminara.

—Me arriesgaré a suponer que Leah pertenece a donde elija.

Leah gruño mientras fulminaba a Jared con la mirada. Imaginé que eso significaba que estaba de acuerdo.

Jared miró a Joe, pero este le gruñó por lo bajo. Estaba claro que, si había un mensaje de Aline o de Frank, el pequeño Wolf no quería que pasara por la censura del portavoz.

—Mira, Jared, seguimos siendo una familia, ¿a que sí? Debemos superar las desavenencias, pero convendría que no abandonarais vuestro territorio hasta que eso suceda. Para evitar malentendidos, ¿vale? Ninguno tenemos ganas de bronca, ¿verdad? No es eso lo que quiere Sam, ¿me equivoco?

—Por supuesto que no. —me espetó Jared. —Nosotros seguiremos en nuestro territorio, pero ¿Cuál es el vuestro? ¿La tierra de los vampiros?

Lizzie bufó.

—No, Jared, por el momento andamos sin casa ni hogar, pero no te preocupes, esto no va a durar para siempre. ¿De acuerdo? —tomé aire, mirando los ojos castaños de Lizzie durante unos segundos. —No queda mucho tiempo, ¿vale? Bueno, supongo que los Cullen se irán y Joe, Seth y Leah volverán a casa.

Joe, Leah y Seth aullaron al unísono, volviendo los hocicos hacia mí en perfecta sincronía.

—¿Y qué hay de Liz y de ti, Jake?

—Volveremos al bosque, o eso pretendemos. En realidad, todos sabemos lo que pasará en cuanto pisemos La Push.

Que Sam dejará de poder actuar como Alfa y será todo de Lizzie.

—¿Y qué hacemos si necesitamos hablar con vosotros? —inquirió Jared.

—Aullad, pero desde vuestro lado de la frontera, ¿vale? Ya acudiremos nosotros. —me detuve cuando Lizzie bufó por lo bajo. —Ah, y otra cosa, Sam no necesita enviar una legación tan numerosa. No buscamos pelea.

Jared puso cara de pocos amigos, pero asintió.

—Ya nos veremos por ahí. Bueno, o no. —concluyó, mientras se despedía con la mano sin entusiasmo alguno.

—Aguarda, Jared. ¿se encuentra bien Embry?

La sorpresa cruzó el rostro del emisario.

—¿Embry...? Claro que sí, está perfectamente. ¿Por qué?

—Me preguntaba por qué Sam envió a Collin en vez de a él, solo eso.

Estudié su reacción. Continuó mostrándose receloso hasta que un brillo fugaz de los ojos me indicó que había comprendido por donde iba.

—Eso ya no es de tu incumbencia, Jake.

—Supongo que no. Era simple curiosidad.

Observé por el rabillo del ojo como uno de los lobos torcía el hocico, pero fingí no darme cuenta para no desenmascarar a Quil, quien había reaccionado de inmediato ante la simple mención.

—Informaré a Sam de vuestras... instrucciones. Adiós, chicos.

—Vale. Adiós, Jared. —Lizzie me dio un golpecito con la pata. —Eh, dile a mi padre que estoy bien, ¿lo harás? Y dile también cuanto lo siento y que lo quiero. —Lizzie y Joe aullaron a la vez. —Supongo que el mismo mensaje para Frank y Aline.

—Se lo diré, a los tres.

—Gracias.

—Vámonos, chicos. —ordenó Jared.

Debido a la presencia de Leah y Lizzie, se dio media vuelta y se alejó de nosotros antes de cambiar de fase. Paul y Collin le pisaron los talones, pero Quil vaciló. Aulló quejumbroso. Me acerqué un paso, con Lizzie siguiéndome.

—Si, yo también te echo de menos, hermano.

Quil vino al trote, meneando la cabeza con lentitud. Le palmeé el lomo y Lizzie elevó una pata, como si le estuviera diciendo hola. Retuve una risa.

—Estaremos bien.

Él gimoteó.

—Dile a Embry que echamos en falta teneros a nuestros flancos.

Asintió y pasó su hocico por mi frente. Alzó los ojos cuando Leah resopló, pero no la miró a ella, sino detrás de él, hacia le lugar por donde se habían marchado los demás.

—Sí, vuelve a casa. —le dije.

Quil aulló otra vez, rozó a Lizzie con una pata —como si le devolviera el extraño saludo de antes— y luego echó a correr en pos de los otros. Seguro que Jared no iba a esperarle con demasiada paciencia. Busqué mi fuego interior y lo extendí para que fluyera. Tras un estallido de calor, volví a estar a cuatro patas.

Por un momento pensé que te ibas a poner a lloriquear, se mofó Leah.

La ignoré. No porque quisiera, sino porque Lizzie se tiró sobre mí, lanzándome al suelo. Me quejé, obviamente, mientras los otros lobos se reían entre dientes. Lizzie lamió mi mejilla, para luego levantarse y dar saltitos a mi alrededor.

¿Eso es que lo he hecho bien?, pregunté. Me preocupaba haber hablado en su u nombre de ese modo, cuando no podía oír su mente y, por tanto, ignoraba lo que pensaban. ¿Dije algo que hubierais preferido que me callara? ¿Me faltó algo?

¡Estuviste genial, Jake!, me alentó Seth.

Creo que se lo dejaste bien clarito, señaló Joe.

¿Ves cómo podías?, se burló Lizzie.

Podías haberle atizado un mamporro a Jared, agregó Leah, haciendo reír a mi mujer. No me habría importado.

Supongo que ahora sabemos por qué no han dejado venir a Embry, pensó Seth.

No lo pillé.

¿No le han dejado?

¿Has visto a Quil, Jake? Estaba hecho polvo, ¿vale? Apostaría diez a uno que a Embry le ocurre otro tanto, quizá más, pero Embry no tiene a Claire, no hay nada que le retenga. No hay forma de que Quil elija estar fuera de La Push, pero Embry si podía. Por eso, Sam no se va a arriesgar a que se deje convencer para cambiar de bando. No desea que nuestra manada sea mayor de lo que ya es.

¿De veras? ¿Tú crees? Embry no vacilaría en despedazar a alguno de los Cullen.

Pero él es tu mejor amigo, Jake. Y el de Lizzie. Él y Quil preferirían apoyaros en una lucha antes que enfrentarse a vosotros.

Bueno, me alegra que Sam le retenga en casa. Esta manada ya es bastante grande, suspiré.

Bueno, estamos bien por ahora, intervino Lizzie, algo pensativa. Joe, Seth, ¿os importaría manteneros alerta? Jake, Leah y yo necesitamos echar una siesta. Jared y los demás parecían de fiar... pero nunca se sabe. Quizás sea un movimiento de distracción.

¡Sin problemas!, Seth estaba impaciente por hacer cualquier cosa, al igual que Joe.

¿Quieres que me acerque para explicar lo ocurrido a los Cullen? Probablemente estarán nerviosos.

No, eso es cosa mía y de Jake. Además, quiero comprobar por mí misma como van las cosas.

Ellos empezaron a tomar imágenes tanto de mi cerebro como del de Lizzie.

Seth aulló de sorpresa.

Vaya.

Joe parecía a punto de vomitar.

Leah movía la cabeza adelante y atrás, en un intento de sacarse la imagen de la cabeza.

Es la cosa más horripilante y repulsiva que me he echado a la cara en la vida. Puaj. Habría echado la pota de haber tenido algo en el estómago.

Son vampiros, supongo, se permitió decir Seth al cabo de un minuto, para compensar la reacción de los otros dos. Quiero decir, tiene sentido, y si esto de la copa de sangre ayuda a Bella, es algo positivo, ¿no?

Los cuatro lo miramos fijamente.

¿Qué?

A tu madre se le cayó de pequeño, ¿verdad, Leah?, se mofó Joe.

Sí, confió Leah. Parece que los porrazos se los dio todos en la cabeza. También solía roer y chupetear las barras de la cuna.

¿Llevaban una mano de plomo?, me burlé.

Tiene toda la pinta, respondió ella.

Joe se echó a reír al mismo tiempo que Seth bufaba.

Muy divertido. ¿Por qué no cerráis el pico y os vais a dormir?

Lizzie esbozó una sonrisa lobuna.

Vaya, el cachorro tiene carácter. Que agradable sorpresa.

¡Lizzie!


¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

Creo que este es el capítulo más largo de todo SoulMate, pero quería explicar muchas cosas siendo fiel al libro y a lo que yo tenía en mente.

Leyendo comentarios me di cuenta de que mucha gente no se pone en el papel de Bella. Yo la entiendo, hasta cierto punto. Así que no puedo llegar a odiarla, mucho menos después de leer Sol de Medianoche.

Por otro lado, la Rosalie del libro en esta parte es desquicianye. Se le nota muchísimo que solo le importa el bebé, que la vida de Bella le importa lo que vienen siendo tres pimientos. No me malinterpreteis, adoro a Rosalie, pero en estas escenas no la soporto. Pero, como quiero ser fiel al libro, las incluyo.

Muy pronto se entenderá porqué Lizzie y Jake no se separan de Bella. ¡Aunque ya ha habido gente que lo ha ido adivinando! La verdad es que, cuando quiero, soy algo evidente.

Bueno, ¿que os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

De nuevo, os recuerdo que podéis encontrarme en mis otras historias activas. Dianne y la piedra filosofal tiene actualizaciones semanales, tantas como esta. Fire on Fire, más de lo mismo. Los OS volverán cuando tenga algo de inspo. Así que, os espero por allí.

¡Ah! En mi instagram siempre estoy poniendo cositas de mis historias. Adelantos, algunos edits, respondiendo a preguntitas...así que si os interesa, me llamo exactamente igual que aquí.

Nada más por mi parte pero ya sabéis que...

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 23/07/2021

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