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CAPÍTULO DOCE
Rachel 

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Una parte de mí, y no sabía lo grande que podía llegar a ser, odiaba a Alice Cullen. La pequeña vampiresa era adorable, era cierto, pero cuando entraba en modo organizadora de eventos, era totalmente insufrible. Y eso, solo hacía que tuviera unos profundos dolores de cabeza. Todo, porque la duendecita no dejaba de hartarme con detalles que, en mi opinión, era una total tontería.

—¡Alice! —acabé por chillar, haciendo que cerrara la boca y me mirase con los labios formando una línea. —Aprecio lo que estás haciendo pero por favor, vuelve a hablarme de las estúpidas servilletas y te juro que me tiro por la ventana.

—Pero...

—Querida, —la suave voz de Jasper interrumpió la queja de la vampiresa. —no sé mucho de temperamentos lobunos, pero parece a pocos segundos de cumplir su promesa.

—Y los Wolf no rompen una promesa. —se mofó Edward, mientras pasaba una hoja del libro que fingía leer.

—Cállate, Eduardo. —gruñí enfadada, pasándome las manos por la cara con frustración. —Alice, mi querida Alice, estoy segura de que todo saldrá fenomenal. ¡Lo has diseñado todo tú! —le estaba haciendo la pelota para que me dejara en paz. —Además, eres un oráculo, si algo malo pasara, lo sabríamos.

Alice soltó un largo e innecesario suspiro, para luego asentir con la cabeza. Solté un chillido emocionado, feliz de poder irme a mi casa luego de que me sacaran a rastras para que eligiera no sé cuántos detalles. Jake se había librado por estar de patrulla.

—¿Necesitas que te lleve, Liz? —ofreció Edward, mirándome con una sonrisa divertida.

Que te zurzan, Eduardo.

—No, gracias. —esbocé una sonrisa falsa, mientras entrecerraba los ojos. —Puedo convertirme en un lobo del tamaño de un caballo. Creo que puedo arreglármelas para llegar a mi casa, gracias.

La risa de Emmet sonó desde la planta de arriba, lo supe porque era característica; como un oso atragantándose con un trozo de salmón. Fue secundada por la de Jasper y el siseo divertido de Alice. Edward rodó los ojos mientras Esme se acercaba a mí y me daba un paquetito envuelto en aluminio.

—Para el camino. —explicó al ver mi mueca de confusión. —Alice te sacó de casa sin desayunar, así que te he preparado un emparedado.

Era consciente de que mis ojos brillaron ante la mención de comida, por como Edward me estaba mirando. Realmente no sabía lo que era la privacidad y eso me ponía de los nervios. Le dirigí una última mirada enfurecida, para luego salir de allí lo más rápido que mis piernecitas me dejaron.

Al llegar a la línea del tratado ya me había acabado el emparedado y mi estómago estaba más feliz que unas castañuelas. Salté el río y me di cuenta del pelaje rojizo que estaba tumbado en la orilla, mirándome. Aparentemente, Jake me había olido.

Se acercó a mí y me dio un golpe en la pierna con su enorme cabeza. Lo miré con una ceja alzada, pero volvió a hacerlo.

Puedo estar así todo el día, Lizzie. Esbozó una sonrisa lobuna. Solo súbete de una maldita vez.

Rodé los ojos pero me limité a subirme a su lomo. Pocas veces hacíamos aquello, y lo cierto era que era divertido. Obviamente no se podía comparar a correr en forma lobuna, pero era reparador que el viento me diera en la cara conforme mi lobo corría. Me di cuenta de por qué a los niños pequeños les gustaba tanto montar a caballo —el tamaño de nuestros lobos no diferenciaba mucho— y Jake bufó ante eso.

Al llegar a nuestra casa y esperar por Jake, fruncí el ceño al ver una melena negra delante de la puerta principal. Ella se giró y contuve un grito al ver de quien se trataba.

—¡Liz! —exclamó, para luego abalanzarse sobre mí.

—¡Rachel!

Jake apareció de la nada y se quedó estático al vernos. Rachel se separó de mí y corrió hacia su hermano pequeño, envolviéndolo en un abrazo. Sonreí al verlos, aunque era cómico pensar que ella era la mayor cuando mi lobo le sacaba unos centímetros.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jake, luego de separarse.

—Vengo a cuidar de papá mientras vosotros os ocupáis de la boda. —respondió, esbozando una sonrisa amplia. Luego, me pegó un puñetazo en el brazo que me pilló desprevenida. —Tú, pequeña perra, ¿Cómo no me dices que te casas con mi hermanito? ¡Tengo que enterarme por los Clearwater de que mis dos pequeñines se casan!

—Rachel. —masculló mi lobo avergonzado, mientras yo intentaba no ahogarme en la vergüenza.

—Tu hermano me pilló desprevenida. —hablé con rapidez, ganándome una mirada incrédula de mi lobo y una curiosa de mi cuñada. —Y lo cierto es que nuestra wedding planner me tiene la cabeza tan loca que a veces olvido como me llamo. —hice un pequeño puchero. —No te enfades, ¿vale?

Se echó a reír, mientras me envolvía de nuevo en un abrazo. Le guiñé un ojo a Jake cuando este nos miró enternecido, recibiendo una pequeña sonrisa de mi lobo.

Sin duda la llegada de Rachel era un soplo de aire fresco. Tenía muchas cosas que me hacían acordarme de Sarah, aunque físicamente se pareciera más a Billy. Tenía esa euforia que Jacob trataba de ocultar pero que yo sabía que estaba.

—Vamos, debemos decirles a todos que has venido. —señalé, de repente encantada, tomándola de la mano.

—Amor...—se quejó Jacob, mirando hacia la casa.

Me tragué una risa y vi como Rachel esbozaba una pequeña sonrisa. Después de todo, yo no era la única capaz de leerlo a la perfección.

—Eso puede esperar. —señalé, haciendo un ademán con mi mano libre. Bufé la verlo hacer un puchero. —¡No hagas eso, Jacob! Tu hermana está aquí, así que vamos a llevarla con la manada. ¿Estamos?

Rodó los ojos y comenzó a caminar en dirección a la playa, mientras maldecía en algunos idiomas, todos los que se sabía. Rachel soltó una risita, aparentemente divertida por el temperamento de su hermano menor.

—Eres la única a la que mi hermano no manda a paseo cuando discutís. —señaló, haciendo que girase la cabeza para mirarla. Ella seguía mirando la dirección por la que su hermano menor se había ido. —Sin duda, estáis hechos el uno para el otro.

Me reí entre dientes, intentando por todos los medios no sonrojarme. Por todo lo sagrado, ¿Qué problema tenían los Black con hacer comentarios que me avergonzaran? Parecía ser su pasatiempo favorito.

—¿Rebecca vendrá? —cuestioné, intentando no ser el centro de la conversación.

—No lo sé, cariño. —aseguró, pasando su mirada oscura a mí. Era idéntica a la de Jacob. —Desde que se mudó a Hawái, es imposible dar con ella. —aquello me desanimó bastante. Si algo quería era que la familia de Jake estuviera en nuestra boda. —Oye, no pongas esa cara. Yo estoy aquí, en representación de las dos. Ya sabes, somos gemelas. —añadió, a modo de broma.

Sonreí de lado al escuchar aquello, aunque en el fondo seguía desanimándome. Sabía cuánto quería Jacob a sus hermanas mayores, y que una de ellas faltara seguramente lo iba a desanimar un poco. Solo esperaba que ese fuera el único bache de toda la boda.

Cuando me quise dar cuenta, ya habíamos llegado a donde estaba toda la manada reunida. Emily fue la primera en darse cuenta, levantándose de la toalla y arrojándose a abrazar a Rachel. Esta rio divertida, devolviéndole el abrazo a la de apellido Young. No tenía ni idea de qué hablaban, pero ambas se veían animadas. Habían sido amigas desde bebés, y estaba claro que se habían echado de menos.

Una vez Emily soltó a Rachel, Embry y Seth se echaron sobre ella como si fueran un animal salvaje. Jake bufó, mientras se acercaba a mí y rodeaba mi cintura con un brazo. Verlo en plan hermano pequeño celoso era divertido, por eso me reí y recibí una mala mirada por su parte. Obviamente ni me inmuté, sino que mi diversión creció, hasta el punto en el que se resignó.

Todos parecían felices de que una de las gemelas Black estuviera de vuelta en Forks, era muy obvio. Yo sabía de la aversión que ambas tenían por La Push desde que Sarah había muerto, por eso Rebecca prácticamente salió por patas cuando pudo. Rachel no lo hizo. Se quedó cuidando de su hermano pequeño y su padre hasta que le ofrecieron una beca. Realmente dudó entre si aceptarla o no, puesto que temía dejar a ambos solos. Ahí fue donde mis padres entraron en acción, asegurándole de que todos estarían bien.

Repasé las caras con la mirada y me di cuenta de que faltaban Jared y Paul. No los veía por ningún lado y supuse que estaban haciendo una ronda de por el territorio. Sin bien no había ninguna amenaza luego de acabar con Victoria y los neófitos, no queríamos confiarnos. Las rondas y guardias seguían siendo cosa de Sam, ya que a mí ese tema no me entusiasmaba para nada.

—Faltan Jared y Paul, ¿verdad? —la voz de Rachel me sacó de mis pensamientos. La miré. —Oye, Liz, ¿y tu hermano?

Las cosas con mi hermano no estaban muy bien que digamos. Seguía de mal humor cada ciertos días y eso solo me preocupaba más. Él me aseguraba de que estaba bien, pero no podía evitar mantener un ojo sobre él, por si las moscas. Papá también lo vigilaba, de forma más intensa por vivir bajo el mismo techo, y mamá me llamaba cada noche solo para calmar mis miedos.

—Está en casa estudiando. —murmuré, no sabiendo si era cierto.

Seth me dio una mirada algo escéptica, claramente no se lo había tragado. Después de todo, eran mejores amigos y él lo conocía mucho mejor que yo en muchos aspectos. Honestamente llegué a creer que acabarían juntos, como pareja, pero ambos se habían reído tanto de aquello que acabé por descartarlo.

Rachel asintió, para luego iniciar una conversación con Emily y Sam. Le estaba preguntando cientos de cosas, y no pude evitar fijarme en la mueca de Leah. Parecía como si nada, pero me di cuenta de que los miraba de vez en cuando, como si no fuera con ella el asunto. Aquello me dio un pinchazo en el pecho, pues me recordó que no todas las imprimaciones tenían un gusto tan dulce como la mía.

Jake me dio un suave apretón al notar mi mueca, haciendo que lo mirase. Tenía el ceño fruncido y me miraba con la preocupación reflejada en sus ojos obsidiana. Cada día me parecían más profundos, si era que eso podía ser físicamente posible.

—No te comas la cabeza. —me susurró, desviando la mirada hacia la manada unos segundos, antes de volver a mí. —No hay nada que podamos hacer.

—Lo sé. —bisbeé, solo para que él fuera capaz de escucharme. —Pero eso no quita que me sienta mal por ella.

—Eres demasiado empática. —bufó, poniendo los ojos en blanco con diversión. —Quizás no es buena idea que sigas juntándote con el chupasangre empático.

Solté un largo suspiro, aunque en verdad sonó a bufido, intentando contener mis ganas de rodar los ojos. A veces, cuando se lo proponía, Jake era un poco insoportable. Estaba claro su desprecio hacia los Cullen, sí, lo aceptaba. Pero eso no significaba que lo compartiera. Para mí todas las especies eran increíbles, cada una a su modo. Era algo que mi abuela me había inculcado desde muy pequeña.

—¡Anda, pero si son los desaparecidos! —exclamó Embry, viendo hacia el otro lado de la playa. —¡Apurad un poco! ¡Rachel ha vuelto a casa!

Me reí ante su entusiasmo, siendo secundada por la ronca risa de Jacob. Lo vi de reojo y me fijé en que estaba negando con la cabeza, divertido, como si su mejor amigo no tuviera remedio alguno. Desvié mi mirada, viendo como las figuras de Jared y Paul se acercaban, ambos con la sorpresa plasmada en sus rostros.

Estaba claro que nadie contaba con Rachel.

Jared fue el primero en llegar, abrazando a mi cuñada con fuerza, aunque ella tampoco se quedó atrás. Él le susurró algo en el oído que causó que se riera, y me pregunté qué andaría tramando el de apellido Cameron. Siendo él, no podía ser nada bueno, y menos al ver su sonrisa ladeada. No, aquella sonrisa no auguraba nada bueno.

Cuando la soltaron, Rachel desvió su mirada hacia Paul, quien estaba esperando. La sonrisa del de apellido Lahote se borró lentamente, al mismo tiempo que sus miradas conectaron. Abrí los ojos como platos al darme cuenta de lo que estaba pasando. A los pocos segundos, Paul cayó sobre sus rodillas, algo ido. Mi cuñada parecía sorprendida, mientras no dejaba de mirarlo.

—Oh, mierda. —murmuró el lobo, saliendo del trance.

El gruñido que soltó Jacob salió desde el fondo de su garganta y me di cuenta de su expresión furibunda. Lo entendía. Si tuviera una hermana y le hubiese tocado alguien como Paul, seguramente también estaría de lo más furiosa.

—Paul, corre. —le indicó Sam, para sorpresa del mencionado.

Paul le dio una mirada incrédula, pero el de apellido Uley no parecía estar bromeando. Clavó su oscura mirada en mí como si buscara ayuda para detener a Jacob, pero lo cierto era que no estaba en buenas manos. Desde la batalla con los neófitos, las emociones de mi lobo las sentía con mucha más intensidad. Y su ira... me estaba esforzando en contenerla y que no se me contagiara.

—¡Tú! —rugió, logrando que algunos dieran un salto en el sitio. La mirada de Jake se clavaba en Paul como si fuera una cuchilla. —Tienes diez segundos, Lahote.

—Jake, hermano...

—Nueve. —advirtió mi lobo, frunciendo más el ceño. —Ocho.

Paul abrió los ojos con horror, para luego salir disparado en dirección contraria. Se tropezó varias veces, cayendo una de ellas, pero siguió corriendo, tratando de alejarse de la ira de mi lobo. Este me dio un beso en la frente para luego salir corriendo detrás del de apellido Lahote.

—¡Vamos, Jacob, tío!

—¡Reza para que no te pille, Lahote! ¡¿Tenía que ser mi hermana?!

Por increíble que pareciera, me reí. No pude evitar soltar una carcajada, acto que hizo que todas las miradas estuvieran sobre mí. Era superior a mí, por lo que tapé mi boca para que no se escucharan.

—¿No deberías ir a detener a Jacob? —Emily parecía profundamente preocupada por ambos. —Pueden hacerse daño.

—Estarán perfectamente bien. —señalé, intentando no reírme. —Pero, realmente Paul se lo tiene merecido. Y yo dije que cuando se imprimara, me iba a reír. —solté otra risita, sin poder evitarlo. —¡Miradme, lo estoy cumpliendo!

—Supongo que tendré que alargar mi estadía en Forks...—musitó Rachel, mirando hacia la dirección en la que los dos chicos se estaban peleando.

Y aquello solo hizo que, no solo mis carcajadas sonaran por toda la playa, sino las del resto de la manada.

¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

Esta semana me ha venido la inspiración así de golpe, igual por el estrés de los exámenes o vete tú a saber la razón. Lo bueno es que así podemos -y podéis- avanzar con la historia de Lizzie y Jake.

Por primera vez en toda la novela, tenemos la interacción de Lizzie con un familiar de Jake que no sea Billy. Lo cierto es que pensé en meter a Rachel antes, pero luego recordé cierto acontecimiento en las vidas de ambos y decidí que este era el mejor momento. Si no lo habéis pillado, prácticamente estamos rozando el final de Eclipse. No queda mucho para acabarlo, y por eso Rachel aparece ahora, porque en la saga original aparece en Amanecer Parte 1, cuando toda la manada está en la playa. Sale muy poco, por eso yo quise que apareciera ahora.

Creo que ya podéis intuir que Rachel será algo así como la hermana mayor de Lizzie, nada que ver con su gemela. De hecho, siempre me pregunté que hacía en Hawái, porque literalmente no sabemos mucho más de ella. Si Lizzie la verá o no... bueno, eso ya se verá je.

Necesitaba poner la imprimación de Rachel y Paul, lo necesitaba. No sé si recordaréis cuando Lizzie se burló de él, de que cuándo se imprimara y se volviera un empalagoso como ellos se iba a reír. Bueno, básicamente por eso lo he puesto. Por eso y porque quería a Jake en modo hermano pequeño celoso, lo confieso.

Bueno, ¿qué os ha parecido?

¡Espero que os haya gustado!

No tengo mucho más que deciros, bueno, salvo que... ¡Muchas gracias! Hemos llegado a los 150k de leídas. ¡Y estoy muy feliz! ¡Gracias, gracias! Gracias por apoyar la historia de Lizzie y Jake. No sé si os podéis hacer una idea de lo feliz que estoy, pero significa mucho para mí que le deis una oportunidad. Ver como crecen las leídas, los votos, leer vuestros comentarios.... bueno, me alegran el día, la verdad. ¡Así que gracias! 

Nada más por mi parte, pero ya sabéis que...

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 26/03/2021

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