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CAPÍTULO UNO
ALFA
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Levanté la vista de la nota para mirar a Jacob, quien parecía un tanto alterado. El papel dejaba notar donde había apretado más el bolígrafo al escribir, demostrando su estado de ánimo. Suspiré, después de leerla, llamando su atención y haciendo que me mirara al instante.

— ¿Realmente quieres decirle esto, Jake?—le pregunté, alzando una ceja.

—No lo sé, simplemente quiero que dejar de agobiarme por sus notas. —murmuró, haciendo muecas. —Puedo no dársela a Billy y lees y contestas tú las que vendrán. —

Hice una mueca. —Son para ti, Jake. Yo la veo todos los jueves. —

Soltó un sonido parecido al del bufido de un gato, mostrando así lo que pensaba.

—Me pareció mal que eligiera ir a salvar al chupasangre en vez de quedarse con nosotros. —habló Jake, con la voz un poco más tranquila. —Somos sus mejores amigos pero siempre prefiere quedarse con los Cullen. —

Me quedé callada, siendo consciente de que tenía razón. Bella llevaba bastante tiempo sin venir a la Reserva. No me explicaba por qué cada vez que la veía, simplemente se disculpaba y saltaba de tema. Eso ponía de los nervios a Jake cada vez que se lo contaba, haciendo que su enfado hacia la humana creciera cada vez más.

—Lleva semanas sin venir. —añadió, como si me hubiera leído el pensamiento. —Y sé que te fastidia tanto como a mí. —

—Sí, pero uno de los dos tiene que ser el racional. —bromeé, intentando que se relajara.

Un amago de sonrisa bailó en la comisura de sus labios, sin embargo no la esbozó.

—Sigo sin entender por qué no puede venir aquí. —murmuró Jake, ahora más calmado. —Podemos protegerla perfectamente de la pelirroja y aún así nos sobraría tiempo para estar con ella. —

—Parece ser que Edward no se quiere despegar de ella. —Casi solté en un gruñido. —A veces es peor que una sanguijuela. —

Jacob alzó una ceja, probablemente ante mi cambio de humor al hablar del vampiro. Pero estaba un poco enfadada con él por no dejar que mi amiga viniera a la Reserva. Después de todo, cuando él y su familia de caras pálidas no estaban la habíamos protegido y no le había pasado nada. Pero eso parecía que no le entraba en su cabeza de ciento y pico de años.

—Ya le tienes un apodo. —sonaba como una pregunta, pero Jake parecía convencido.

—Si, la verdad es que si. —resoplé. —Las sanguijuelas son más fáciles de despegar que ese vampiro. —

Jacob soltó una pequeña carcajada, haciendo que esbozara una diminuta sonrisa. Meneó la cabeza, para luego volver la vista a la nota que tenía entre mis manos. Copié su acción, haciendo una mueca pensativa, para luego alzar la mirada a sus ojos. Me miró cuando sintió mi mirada sobre él.

—Creo que si que deberías dársela a Billy. —murmuré. —Que vea que estamos enfadados. —añadí con una risita tonta.

Mi lobo puso los ojos en blanco pero sonrió, seguramente pensando que era una tonta de cuidado. Asintió, cogiendo la nota de mis manos y doblándola a la mitad. La dejó encima de unos papeles que su padre debía llevar al pueblo, por lo que sabría que era nada más ver el papel doblado.

—Vamos, tenemos algo que hacer. —dijo mirándome, con los ojos brillando.

Hice una mueca involuntaria al ver en el salón de la casa de Jacob a los miembros del Consejo. Sue había tomado el puesto de Harry tras su muerte. También se encontraba el viejo Quil, que era como llamábamos todos al abuelo de Quil, básicamente para distinguir.

Miré mal a Jacob, ya que el no me había dicho nada. Recibí una pequeña sonrisa, mientras esbozaba un puchero. Solté un bufido, viendo como mi lobo intentaba ablandarme para que no me enfadara con él.

Todos se giraron al oírnos entrar y quise que la tierra me tragara. No me sorprendí al ver a mi padre allí, quien me sonrió tranquilo. Miré brevemente a Jacob para luego ambos caminar hacia ellos. Billy se acercó rodando, sonriendo ampliamente.

—Hola, muchachita. —la cálida voz del mayor de los Black me hizo sonreír. —No te enfades con Jake por la encerrona, no lo ha echo muy feliz. —

Volví a mirar a mi lobo, quien me miraba avergonzado. Le sonreí para luego besar su mejilla, haciendo que esbozara una pequeña sonrisa boba. Volví a mirar a Billy, quien había estado mirando nuestro intercambio.

—No podría enfadarme con él ni aunque quisiera. —murmuré sincera.

Billy soltó una pequeña carcajada, girando la silla y volviendo a donde estaba antes. Jacob y yo volvimos a avanzar hacia el círculo, quienes nos miraban sonriendo.

—Supongo que ya sabes por qué es esto. —habló el viejo Quil, mirándome por encima de sus gafas.

—Creo que tengo una idea de ello. —hablé, haciendo una mueca en dirección a Jacob, casi sin poder evitarlo.

Suspiré cuando mi impronta rodeó con sus brazos mi cintura, haciendo que mi corazón dejara de latir tan rápido. Seguía nerviosa, pero su mera presencia lo hacía todo más fácil.

—Queremos asegurarnos de que tienes todo bajo control. —intervino mi padre, mirándome con cariño.

—La naturaleza sigue su curso, papá. —asentí, usando sus propias palabras

Soltó una carcajada al darse cuenta, haciendo que Sue esbozara una pequeña sonrisa. Me miró con los ojos brillando cuando mi mirada chocó con ella. La alegría me llenaba al ver que se encontraba mejor.

—Sabemos que tienes todo controlado, o eso dicen mis hijos. —intervino Sue, sonriéndome cálidamente. —Pero me gustaría saber si te encuentras del todo bien. —

Solté un suspiro al darme cuenta de que nada había cambiado entre nuestras familias. Sue seguía preocupándose por mi como si fuera su hija, lo que me conmovía enormemente, debido al gran cariño que le tenía.

—Estoy genial, Sue, te lo aseguro. —sonreí, mirando de reojo a Jacob. Este se dio cuenta y besó mi cuello, haciendo que soltara una pequeña risa. —Creo que puedes verlo. —

—Sam nos ha contado tu trabajo con los Clearwater. —apuntó el viejo Quil, mirando de soslayo a Sue. —No puedo decir que esté sorprendido. —

—La sangre de Amelia corre por tus venas, muchachita. —sonrió Billy. —Esa es la prueba irrefutable. —

— ¿Has hablado de Sam sobre esto? —preguntó mi padre, sonando serio.

Volví a mirar de reojo a Jacob, quien parecía concentrado en su mundo. Sentía como dibujaba formas en mi piel, sabiendo que eso me calmaba.

—Si, lo hablamos. —asentí, intentando sonar seria y no como una adolescente nerviosa. —Ha dejado de dar órdenes directas, aunque en mi hace tiempo que dejaron de hacerme efecto. —

—En mi tampoco lo tiene. —habló por primera vez mi lobo, volviendo de su mundo.

Billy le sonrió a su hijo, mientras nos miraba a ambos.

—Esa es la magia de la imprimación. —se rió el viejo Quil, haciendo que mi padre soltara una risa entre dientes.

—Si sentís las emociones del otro, es normal que la posición en la manada también os afecte. —murmuró mi padre, como si la explicación del anciano no hubiera servido de mucho. — Por eso, si por alguna razón Lizzie se rebelara a Sam y se fuera, tu lobo, sin pensar, haría lo mismo, Jacob. —

Sin poder evitarlo, miré a Jacob, quien miraba a mi padre serio. Cuando notó mi mirada sobre él, sus ojos marrones me miraron. Esbozó una pequeña sonrisa, mientras se inclinaba en mi dirección y dejaba un beso en mi frente. Luego, volvió a mirar a los presentes.

—Lizzie ya sabe que la seguiré allá donde vaya. —habló serio mi lobo.

Sentí como mi corazón latía más rápido ante sus palabras, ganándome un apretón cariñoso en la cintura de su parte. Los miembros del consejo esbozaron una sonrisa casi al mismo tiempo. Mi padre miraba a Jacob contento, como si sus palabras le hicieran sentir más tranquilo. Billy miraba a su hijo con una sonrisa orgullosa, intercambiando miradas con mi padre.

—Deberíamos hacer una fogata. —murmuró de la nada el viejo Quil. —Hace mucho que no hacemos una. —

—Y seria la primera de Seth, Leah y Quil. —señaló Sue, esbozando una sonrisa triste.

Casi había olvidado que Quil se había transformado. A cecea perdía la cuenta de cuántos éramos, hasta que estábamos todos en casa de Emily.

—Y sería bastante especial. —murmuró mi padre, mirándome.

Me mordí el labio inferior ante sus palabras, moviendo mi peso de un pie a otro.

—Sam aún tiene la batuta, papá. —repliqué, intentando no sonar divertida

—Eso no significa que el fuego no vaya a arder más contigo delante. —señaló Billy, sonriendo de lado. —Puede que Sam esté asumiendo el puesto de Alfa, pero el tuyo está en tus venas. —

La magia corre por nuestras venas, esperando el momento.—recité de memoria.

Eso causó un brillo en los ojos de Billy, ya que era algo que solía murmurar él cuando nos contaba nuestras leyendas.

—Y la tuya es especial. —carraspeó el viejo Quil. —Al igual que la de toda tu familia. —

Vi como mi padre hacía una mueca, probablemente pensando en mi hermano. Era casi inevitable tener en cuenta de que muy pronto Joe estaría en la manada. Y eso me aterraba.

— ¿Cuándo la haremos? —pregunté, sintiéndome de pronto emocionada por la idea.

—La noche de luna llena. —murmuró Billy, aunque el tono divertido tiñó su voz.

—No somos Hijos de Luna, Billy. —lo regañó mi padre, aunque sonaba divertido.

—Lo sé. —replicó el mayor de los Black, divertido. —Pero es la noche que mejor se ven las llamas. —

—En eso tiene razón, Frank. —habló Sue, mirando a mi padre. —Las noches de luna llena son, sin duda, las mejores para una fogata. —

Mi padre puso los ojos en blanco, al mismo tiempo que oía una pequeña risa salir de Jacob.

—Como digáis. —murmuró mi progenitor. —Después de todo, siempre acabáis ganando. —

Sue y Billy soltaron una pequeña carcajada, mientras que el Viejo Quil meneaba la cabeza de un lado a otro. Mi padre parecía molesto, como un niño con rabieta, pero esbozó una pequeña sonrisa ante las risas de sus compañeros.

—Avisad a todos. —murmuró mi padre, probablemente intentando ignorar las carcajadas

—Lo haremos. —murmuró Jacob, moviéndose.

Murmuramos una despedida y luego ambos salimos de la casa. Caminamos en silencio hacia la que habíamos adjudicado como nuestra, lo que hacía que mi corazón bombeara un poco más rápido.

Jacob paró de andar y se giró a mirarme al oír el ritmo de mi corazón.

— ¿Todo bien? —preguntó preocupado.

Suspiré. —Una fogata es una de las maneras de anunciar el ascenso de un Alfa.—hice una mueca—Y no sé si es el mejor momento. —

— ¿Por qué lo dices? —su voz sonaba preocupada.

—No lo sé. —admití, volviendo a suspirar. —Pero es como un sexto sentido que me dice que algo malo va a pasar.

Jacob alzó las cejas y meneó la cabeza. — ¿En Forks? Es el pueblito más aburrido que sé. —

—Recuerda el clan de vampiros que vive al otro lado. —murmuré. —Hace días que no hablo con Alice. La última vez que lo hice, parecía ansiosa. —

— ¿Y que hay con eso? —frunció el ceño ante la mención de los Cullen.

—Jake, olvida un momento el asco que les tienes. —protesté ante su mueca. —Y piensa en algo clave. —añadí, haciendo que me mirara con interés. —Alice ve el futuro. Aunque sus visiones siempre son relativas a las decisiones de las personas. —eso pareció llamar la atención del lobo. — ¿Y si vio algo tan peligroso como para lograr angustiarla? —

Jacob se quedó en silencio unos segundos, procesando lo que había dicho.

— ¿Crees que tiene que ver con Bella? —preguntó de repente.

—Puede ser. —murmuré. —Hace tiempo que no hablo con ella. —bufé. —Pero la pelirroja sigue por aquí dando vueltas, como si estuviera esperando algo. —pasé una mano por mi cara. —Me huele mal esto. Muy mal. —

—Deberíamos hablar con Sam sobre esto. —murmuró.

Asentí, haciendo una mueca.

—Pero no ahora. —hice un puchero. —Quiero ir a casa. —

Jacob soltó un ruido estrangulado, para luego tomar mi mano y caminar. Con mi mano libre, agarré su brazo, acercándome más a él. Era algo que solía hacer cuando estaba nerviosa. Su olor me calmaba.

No me despegué de él ni cuando entramos en la casa. Soltó un largo suspiro, dejando las llaves a un lado, para luego girar y mirarme.

Le devolví la mirada, viendo como se mordía el labio inferior. Suspiré y lo rodee con mis brazos. A los pocos segundos, sus cálidos y fuertes brazos me rodearon, apretándome contra su cuerpo.

Besó mi coronilla mientras yo ponía mi cara en su cuello, aspirando su olor.

—Sea lo que sea, lo resolveremos juntos, Lizzie. —murmuró contra mi pelo.

—Te amo, Jake. —

Volvió a besar mi pelo.

—Te amo, Lizzie. —

Apreté mi agarre en él, a la par que él hacía lo mismo. No quería salir de sus brazos, eran como un refugio. Mi propio refugio. En el no me sentía mal, sino que un sentimiento de protección me envolvía.

Separó sus brazos, cogiéndome por los hombros y me hizo mirarlo a los ojos. Sus manos volaron a mi cara, acariciando mi mejilla.

—Más que a mi propia vida. —susurró.

Para luego, juntar sus labios con los míos, haciendo que sonriera involuntariamente.

Más que a mi propia vida.

¡Hola, hola!
Espero que estéis bien.🥰

¡Esta es la inauguración del segundo acto! Estoy emocionada y no sé muy bien porqué jaja.

Bueno, ¿qué os ha parecido el capítulo?

Ya sabéis que podéis dejarme en comentarios todo lo que se os pase por la cabeza. Me gusta mucho mucho contestaros, y la verdad es que muchos comentarios me arrancan risas. También podéis dejar una estrella para de ese modo apoyar la historia.

¡Espero que os haya gustado!

Nos leemos en comentarios.

~I 👑

|Publicado|: 11/10/2020

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