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XVIII : Reborn

Según yo, esta historia sólo duraría unos 7 capítulos y ahora casi lleva unos 20 ¿Que cosas no?

Supongo que su apoyo me motivo más de lo que esperé.

Ahora si, disfruten su lectura.

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Jeongyeon despertaba poco a poco sintiendo como su cuello cuyo dolor la había hecho desmayarse, ahora ya no tenía ninguna molestia en él, notando además que se encontraba en aquella conocida habitación y la dueña estaba a su lado sonriéndole con tanto cariño que no dudo en lanzarse a sus brazos.

Minari... — Exclamó sintiendo como esta la abrazaba con cariño recordando lo ocurrido cuando se alejó de ella y vio su camiseta manchada de sangre. — Lo siento tanto. — Susurró sintiendo sus ojos cristalizarse.

Mina notó el remordimiento en su mirada y se apresuró a hablar. — ¡Hey! — Empezó a decir acariciando sus mejillas y besando su frente. — No digas eso, no tienes porque disculparte de nada. — Su voz cargada de cariño logró calmar a la menor, aunque no a sí misma. — Soy yo quien lamenta todo lo que tuviste que pasar, desde la hipnosis de Jeonghan hasta... La mordida. Tragó con dificultad apartando su cabello para dejar a la vista su cuello, donde había mordido anteriormente, aunque no había dejado marca alguna. — De verdad espero que algún día puedas perdonarme Jeongyeonnie.

— Oh Minari... — Jeongyeon la miró sintiendo como su corazón se enternecía al verla hablar tan dolida razón por la cual acercó sus rostros y besó sus labios en un intento de sanar su interior, de hacerla saber que no tenía la culpa, de transmitirle su amor.

Una vez más el pensamiento de que si fuera posible ver un vampiro llorar la invadió, pues no dudó que de ser posible Mina se habría roto frente a ella.

¿Sabes algo? — Preguntó al separarse acariciando suavemente el rostro de la japonesa, perdida en el brillo de sus hermosos ojos grises, que podía ver sólo por la luz de la lámpara en la habitación. — Hay una forma de que lo haga ahora mismo. — Sonrió divertida.

¿Cual? — Preguntó rápidamente y Jeong rió suavemente al ver la emoción en su rostro.

Que me prometas que estarás siempre a mi lado Minari. Pidió sonriendo con el corazón acelerado y la felicidad a flor de piel

Mina entre abrió los labios, sorprendida por su propuesta tan repentina pero una enorme sonrisa creció en su rostro, mientras la alegría invadía su corazón. — Ese será el más grande de mis placeres Jeongyeonnie. — Contó volviendo a unir sus labios para sellar su promesa.

Ninguna pudo evitar sonreír en medio del beso, que de un momento a otro había subido de nivel, con Jeongyeon sentada a horcajadas sobre el cuerpo de la japonesa que sostenía con un firme agarre su cintura y la acercó más a ella hasta dejarla acostada sobre la cama.

Momentos después se separó de su boca y bajó por su mentón rozando sus dientes en aquella zona totalmente satisfecha con el jadeo que salió de sus labios, pero su momento lleno de pasión terminó en el momento que las manos de Jeongyeon se colaron bajo la camiseta de la japonesa, aunque fue más por la repentina visita que Mina sabía estaban por recibir en su habitación.

Lo siento Mina yo... — Se disculpó Jeongyeon pensando que había hecho algo mal.

Sin embargo Mina al verla con la respiración agitada, los labios levemente hinchados y las mejillas completamente sonrojadas se acercó nuevamente a ella sin poder resistirse a besarla, aunque esta vez mas despacio y juntando sus frentes antes de hablarle.

Alguien quiere verte. — Informó entre susurros mientras acariciaba su mejilla y después de dejar un beso en su frente se levantó sonriendo divertida. — No lo sé, quizá quiere asegurarse que aún no te he profanado. — Dijo sonriendo con una picardía que de inmediato empeoró el sonrojo de la castaña.

— ¡Mina! — Murmuró en modo de reclamo escuchando la suave risa de la nombrada que procedía a abrir la puerta haciéndose a un lado.

La chica de ojos verdes no entendió ninguna de sus acciones hasta que la figura de la madre de esta apareció entrando sin pedir permiso y antes de llegar y sentarse a su lado miró a su hija negando suavemente mientras esta sólo rascaba su nuca con nerviosismo, lo que puso nerviosa a la coreana pues parecía que sabía lo que hacían.

Jeongyeon querida, que bueno que ya estás a salvo. — Dijo tomando una de sus manos y acariciándola con cariño.

Los nervios la invadieron y no fue sino porque cruzó su mirada con Mina, que había cerrado la puerta y caminado hasta la ventada, y esta le asintió sonriendo levemente que logró calmarse y armarse de valor para responderle. — Yo... Gracias señora Myoui, la verdad es que fue Mina quien corrió más peligro que yo.

¿Pero que dices cariño? Mina es una testaruda y fácilmente puede defenderse pero tu eres joven y delicada aún. — Habló esta como si no fuera su hija de la que hablara, obteniendo justo el efecto que buscaba, una queja inmediata de la pelinegra.

— ¡Hey! No hables como si no estuviera aquí. — Pidió Mina cruzando sus brazos. — Pareciera que tu hija fuera ella y no yo. — Se quejó haciendo un puchero que solo causó ternura a las castañas que rieron bajo.

Y mientas tanto la mayor de ellas aprovecho de seguir molestándola un poco más. — Por eso lo digo Minari. — Dijo observando como la pelinegra fruncía el ceño mientras Jeongyeon luchaba por no reírse. — ¿Y que son esas fachas Mina Sharon Myoui? Ve a asearte ahora mismo. — Mandó mirándola seria pues necesitaba que las dejara a solas a menos por un par de minutos.

Mina bufó. — Pero mamá yo sólo...

— Ahora. — Recalcó la mayor y en vista de que no tenía más opción pronto la pelinegra salió de la habitación dirigiéndose a toda prisa al baño mas cercano dejándolas a solas. — De acuerdo, eso fue difícil. — Bromeó soltando una risita traviesa.

— Es increíble la forma en la que ella la quiere. — Dijo Jeong mirándola con admiración.

Oh cariño, gracias por eso, pero sospecho que a ti te quiere mucho más. — Dijo sonriendo divertida. — Una madre siempre sabe reconocer el amor en los ojos de uno de sus hijos, y Minari aunque es la más reservada, también es muy transparente. — Contó acariciándole el cabello con cariño.

Por un momento Jeong deseó haber tenido ese tipo de conexión que tenían las japonesas con su propia madre, o al menos haber compartido momentos como los que la mujer frente a ella le había obsequiado en las pocas ocasiones que habían coincidido, pero claro, hay milagros que ni siquiera su magia podía hacer.

Una mueca se dibujó en su rostro a pesar de que se esforzó por que el recuerdo no le afectara, pero no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran, alertando a la hechicera que no hizo más que preocuparse por ella.

Hey ¿Que sucede? ¿Fue por algo que dije? Ven aquí. — Hablaba Sachiko atrayéndola a ella para estrecharla en sus brazos y acariciar su cabello y espalda con el mismo cariño que si de una de sus hijas se tratase escuchándola sollozar muy bajo.

Lo siento señora Myoui yo... — Dijo Jeong momentos después saliendo de su abrazo y limpiando sus mejillas, tratando de alejar la melancolía de su mente y corazón.

No te preocupes, si hay algo que pueda hacer por ti no dudes en decírmelo ¿De acuerdo? — Ofreció la mayor mirándola con cariño. — Ahora que estás con Minari, eres parte de la familia, y no dudes que te querré y apoyaré como tal.

Muchas gracias señora Myoui, usted ya me hace sentirlo. — Respondió con una pequeña sonrisa.

En ese caso, debo aprovechar para hablarte sobre algo un tanto delicado. — Atinó a decir la ojimiel asustándola un poco, creyó que diría algo relacionado con lo que casi pasa entre ella y Mina pero tal fue su sorpresa cuando esta siguió hablando. — ¿Ya pensaste como le contarás a tu padre sobre su unión y la nueva esencia de tu poder? Porque se que así como yo, también lo notará. — Preguntó.

Jeongyeon tragó con dificultad sintiendo el miedo invadirla, por supuesto que no había pensado en cuando viera a su padre de nuevo, y la mayor tenía razón su esencia había cambiado notablemente después de la mordida de la pelinegra, algo que en su mundo significaba la unión eterna de sus existencias por la magia.

Por supuesto que tenía conocimiento de ello cuando accedió a salvar a la pelinegra, y por supuesto que estaba más que feliz de que hubiera sido ella quien la mordiera, pero en verdad necesitaba una forma de explicarle a su padre lo que sucedía sin que todo terminara en un desastre.

Yo... — Musitó pasándose la mano por el cabello levantándose de la cama, mordiendo su labio con desesperación. — ¡Dios! ¿Ahora que haré? Conozco a mi padre, en lo que se de cuenta de ello, podría hacer cualquier cosa con tal de...

Tranquila, no nos precipitemos ¿Si? — Le dijo Sachiko caminando hasta ella. — Sé que de seguro se sorprenderá un poco con la noticia, pero según mis conocimientos, ya aceptó a Minari ¿No?

Puede decirse que si, aunque en ese momento no sabía que ella era un vampiro. — Formuló viendo asentir a la mayor.

Buen punto, pero lo que importa ahora es que permanezcan juntas y le demuestren que de verdad se quieren.

Jeong no entendió porque pero una vez más las palabras de la mayor la llenaron de melancolía y se sentó en la orilla de la cama esta vez, con la vista puesta en sus manos nerviosas. — Es realmente así, realmente usted es una buena madre.

— Oh cariño. — Sachiko se sintió conmovida por la forma en la que la menor la miraba y se sentó a su lado abrazándola de lado, pensando en que decir para hacerla sentir mejor. — ¿Sabes algo? Quizá todo esto sea culpa de Mina, y tal vez sea bueno para ella enfrentar a tu padre.

Jeong la miró confusa. — ¿Porque?

— Bueno quizá tener un suegro gruñón sea culpa de ella misma, como un castigo a su mal humor y su carácter tan terco. — Explicó viendo como la menor reía suavemente, creyendo que reía de su broma cuando era otra cosa. — Puede que se calme un poco.

Pues, creo que eso no funcionó con Mina. — Dijo Jeong entre risas.

— ¿Ah no?

Jeong negó suavemente. — Es que aún con todo lo gruñón que es papá y con todo su carácter y sus reglas, ni siquiera con su colección de armas logro intimidar a Minari. — Explicó soltando una risita recordando esa mañana que Mina fue por ella.

Veamos como le va ahora que ambos saben sobre el otro. — Bromeó ajena a la presencia de la pelinegra en la puerta.

Me siento muy motivada por la que tienes en mí, madre. — Dijo Mina con sarcasmo caminando hacia ellas, luciendo un nuevo atuendo, mas abrigado y cómodo.

— ¿Minari que te dije de espiar las conversaciones ajenas?

¿Que? No es mi culpa que pueda oírlas a más de 10 kilómetros. — Resaltó llegando al lado de Jeongyeon y sentándose a su lado. — ¿Todo bien por aquí? — Le preguntó sonriendo de lado mientras Jeong sonreía de vuelta asintiendo.

— Todo perfecto, pero yo ya me retiro, debes dejarla descansar Mina, lo necesita. — Dijo Sachiko mirando a la pelinegra que bufó asintiendo mientras con otro abrazo se despedía de la ojiverde. — Trata de dormir, mañana será un gran día para ambas. — Le susurró dejando un cariñoso beso en su frente.

Jeongyeon sonrió y asintió viéndola despedirse de Mina con otro abrazo y finalmente dejarlas solas.

No entendió porque ahora se puso tan nerviosa estando a solas con la pelinegra, quizá por la forma en la que esta la miraba, como si la analizara y a la vez deseara arrancarle la ropa.

Pero cuando quedo de rodillas frente a ella tomando sus manos entre las de ella, sonriéndole con cariño todo rastro de nervios se desvaneció transformándose en alegría. — Según mi madre ya es hora de dormir pero no puedo estar tranquila si no comes algo antes de ir a la cama.

— ¿Así que eres tu la que me ve flacucha ahora? — Bromeó sonriendo.

Que conste que eso lo dijiste tú. — Rió Mina y Jeong suspiró mordiendo su labio para ocultar la enorme sonrisa que le provocaba el ver aquella hermosa sonrisa aniñada de su novia, tan tierna y a la vez tan seductora como encantadora. — Vamos. — Se levantó ofreciendo su mano para que esta la tomara y así bajar a la cocina.

No esperó que la cena ya estuviera lista para ella, pero claro, en una casa de vampiros que se  movían a gran velocidad no debería ser tan extraño que cada tarea les tomara menos tiempo del normal. — ¿Tu hiciste eso? — Preguntó al ver la mesa servida.

Hice mi mejor intento, al fin tengo una excelente razón para poner en práctica mis dotes culinarios. — Respondió la japonesa haciendo un mohín y sentándose a su lado, era obvio que no comería con ella, pero si que disfrutaría de aquella velada a su lado, robándole uno que otro beso, diciéndole lo hermosa que era para obtener varios de sus sonrojos y dejándole conocer un pedazo mas de su personalidad sincera y juguetona.

Para que al final de la velada terminaran dormidas en los brazos de la otra, aunque más bien fue la coreana que durmió recostada en su pecho sintiendo como Mina acariciaba su espalda y su suave cabellera castaña, velando sus sueños, y atreviendo después de tantos años a pedirle un deseo al universo y a la luna azul que ya estaba por desaparecer.

Que le permitiera estar siempre junto a ella, haciendo realidad cada uno de sus sueños.

A la mañana siguiente, Mina se encontraba nuevamente en la cocina, preparando el desayuno de la coreana y escuchó como alguien por primera vez en mucho tiempo usaba el timbre de su casa, y se sorprendió de que ninguno de sus hermanos o sus padres se levantara a averiguar que sucedía, en un movimiento apagó la estufa se dirigió a la puerta de entrada, llevándose una gran sorpresa al ver de quien se trataba.

¿Donde está, Minari? — La voz de Nayeon la recibió y casi tuvo el impulso de cerrar la puerta rápidamente pero logró contenerse. — ¿Donde tienes a Jeong? — Volvió a hablar de forma acusatoria, algo que no le agrado a la pelinegra.

¿Nayeon? — Formuló Mina frunciendo el ceño, realmente sorprendida de que hubiera averiguado la dirección de su casa. — ¿Como es que...

Lo lamento Mina-chan. — Habló Momo apareciendo tras la eufórica coreana que acariciaba su cabello en espera de una respuesta.

Y Mina suspiró entendiendo todo. — Claro, debí suponerlo. — Negó haciéndose a un lado para que las chicas ingresaran finalmente a la casa. — Bien, entren ya.

¿Y bien? ¿Donde está? — Volvió a preguntar la coreana mirándola impaciente con los brazos cruzados sobre su pecho.

Pero al verla tan desesperada y al borde de un ataque, Mina sonrió levemente elevando una de sus cejas, si Nayeon se había atrevido a ir personalmente a su casa, entonces aprovecharía de molestarla un poco. — Tranquila coneja, ella esta bien, pero aún duerme.

— ¿La cansaste? — Intervino Momo moviendo sus cejas de manera insinuante. — Que rápida eres Mitang. — Intentó bromear ganándose las miradas de las otras dos, dejando claro que no era buen momento.

Minari ¿Que sucede? — El pelinegro mayor apareció justo detrás de la ojigris que volteó despacio y suspiró al verlo, sin ánimos para dar mas explicaciones, ella tenia un desayuno listo y no quería que se enfriara.

— Es sólo Momo papá. — Bromeó escuchando como la nombrada se quejaba al instante. — Y también trajo a su novia, pero que te la presente ella. — Habló girándose para volver a la cocina, de donde salió con la bandeja de desayuno en sus manos.

Esta niña tan mal educada. — Murmuró Akira apretando el puente de su nariz, negando despacio.

¡Papá! — Se quejó a mitad de la escalera. — ¡Escuché eso! — Lloriqueo escuchando la risa de los tres.

También te amo Minari. — Rió el mayor invitando a pasar a las dos chicas hasta la sala, donde no sólo conversaron con él, sino que minutos después tuvieron la compañía de Sachiko, Lee Know y Nina a quien le alegró mucho volver a ver a la coreana.

Mina entró a su habitación y ocultó una risa al ver la forma en la que la menor abrazaba una de sus almohadas, pero le pareció adorable.

Dejó la bandeja en su escritorio y se acostó con cuidado en la cama abrazándola por la espalda. — Buenos días Jeongyeonnie. — Susurró dejando un beso en su hombro y otro en su cuello, escuchando el suspiro que salio de los labios de esta.

Jeongyeon sintió su mano en su abdomen y entrelazo sus dedos antes de voltearse y quedar frente a ella. — Hola Minari. — Su voz estaba mas ronca pero aún así era la más hermosa del mundo para Mina, que beso la punta de su nariz soltando una risita.

Parece que si dormiste muy bien ¿De casualidad no soñaste conmigo? — Preguntó sonriendo coqueta ganándose el primer sonrojo de la castaña que tartamudeó. — Sólo bromeo Jeongyeonnie.

Bueno... Tengo que decir que quizá no me habría gustado soñar contigo esta noche. — Contó mirando como la japonesa fruncía el ceño confundida.

— ¿Que? ¿Porque no? — Puchereo.

Porque prefiero tenerte a mi lado como ahora, que soñar que te tengo. — Aclaró Jeong dejando una suave caricia en su mejilla.

Y después de sonreír Mina le dio un corto beso. — Te amo Jeongyeonnie. — Dijo de repente acunando su rostro con sus manos mirándola con tanto cariño que el corazón de la menor se lleno de felicidad sólo con eso. — Mi hermosa Soulmate.

También te amo Minari. — Respondió sonriendo de vuelta acercando sus rostros para besarla ella esta vez.

Mina lo analizó mientras sus labios permanecían unidos, mientras sentía las manos de la menor en su cuello, mientras escuchaba su nervioso corazón.  — Lo sé mi hermosa Jeongie. — Susurró rozando sus narices, antes de dejar un casto beso en sus labios y levantarse. — Pero ahora llegó el momento de tu desayuno.

Jeongyeon miró maravillada la bandeja que la pelinegra tenía en sus manos y negó en cuanto la vio sonreír orgullosa. — ¿También lo hiciste tu? — Preguntó sentándose en la cama teniendo a la contraria sentada a su lado segundos después.

La japonesa acaricio su cabello, apartando su cabello para dejar su rostro libre. — Soy culpable. — Admitió moviendo sus hombros. — El desayuno es mi comida favorita del día. — Confesó acercándose a su cuello donde dejó un inesperado beso.

Jeongyeon tragó con dificultad al escuchar su voz tan cerca de su oído y sentir su aliento en aquella zona, pero se alejó rápidamente. — Bueno saber eso Myoui. — Respondió sonriendo coqueta dejando un beso en la comisura de su boca.

Ahora me gusta más. — Rió Mina viéndola comer, volviendo un ritual el besarla de vez en cuando, el admirar su perfil con vehemencia y el besar su mejilla cuando se distraía.

Hasta que la comida terminó y después de dejar la bandeja a un lado entrar al baño, y al salir de este encontrarse con una pensativa japonesa con la mirada fija en la ventana jugando con el anillo dorado en su dedo.

Lista. — Habló llamando su atención.

Mina levantó su mirada y al instante se puso de pie. — Hermosa como siempre. — Sonrió negando y caminando hasta ella.

Era una suerte que fueran casi de la misma talla de ropa y tanto sus zapatos como los vaqueros y la sudadera que le prestó le quedaran, aunque esta última era más holgada que el resto de las prendas.  — Es tan injusto que mi ropa te quede mejor que a mi. — Bromeó tomando sus manos dejando un beso en éstas.

Pero de pronto su actitud cariñosa cambió y se alejó de ella haciendo una mueca que llamo la atención de la castaña. — Quizá te de algo de fuerza también, quien sabe.

Jeongyeon frunció el ceño y la miró interrogante. — ¿Porque dices eso? — Preguntó tomándola del brazo para voltearla.

Quizá no era tan grave lo que tenía que decir pero aun así, Mina suspiró y volvió a acercarla a ella dejando una caricia en su mejilla. — Nayeon esta aquí. — Informó con calma causando que la contraria sólo se alejara de ella.

— ¿Que? — Jeongyeon miró a la puerta como si el simple hecho de hacerlo la dejara frente a su prima. — ¿Como es que... — No pudo terminar de hablar cuando ella misma se dio cuenta. — ¿Fue Momo no es así? — Preguntó viendo como la mayor asentía y mordiendo su labio se giró despacio. — Bueno, supongo que si llego con ella papá no se molestará mucho. — Murmuró pasándose la mano por el cabello.

No lo sé... — Empezó a decir Mina abrazándola por la espalda escuchándola suspirar y recostarse de su hombro. — Creo que deben hablar antes de que vuelvas a casa. — Sugirió besando su mejilla.

— ¿Algo malo sucedió? — Volvió a alarmarse mirándola sorprendida.

Mina la giró haciendo una mueca pensando en si contarle lo que sabía o no, pero la menor merecía estar informada. — Bueno digamos que el señor Yoo y el comandante Im organizaron toda una operación de rescate y Minho y Momo terminaron acorralados por ellos en el bosque. — Contó mientras Jeongyeon la miraba expectante.

Como si no tuviera suficiente con los nervios de lo que le contaría a su padre ahora también debía cargar con aquella. — ¿Que? — Preguntó alarmada. — ¿Pe-pero como? ¿Ellos están bien? — Con las miles de cosas que pasaron por su mente cubrió su boca sintiendo la culpa invadirla nuevamente. — No puede ser, y todo por culpa de...

— Hey tranquila. — Se apresuró a hablarle Mina acariciando sus brazos. — No resultó tan malo, después de todo Nayeon y Momo ahora tienen todo el permiso de seguir juntas. — Una linda sonrisa creció en su rostro, una de felicidad por la japonesa mayor.

Y como las noticias no paraban de llegar, Jeong no dejaba de impresionarse. — ¿Osea que el tío Jihoon ya sabe que Momo es... — Preguntó cubriendo su boca mientras Mina volvía a asentir acariciando su cabello. — No puede ser.

— ¿Quieres verla ya? — Preguntó la japonesa mirando su rostro algo nervioso, aunque de igual modo asintió, mientras más pronto saliera de ello mejor. — Espera, hay algo que debes ver antes. — La detuvo tomando su mano cuando intentó salir de la habitación quitándose su anillo bajo su atenta mirada.

¿Que haces? ¿Porque te quitaste tu amuleto? — Preguntó alarmada al ver los rayos de sol entrar por la ventana, tenía conocimiento de la pequeña pieza gracias a una de sus muchas conversaciones, donde Mina no sólo le habló de los amuletos que tanto ella como su familia usaban para protegerse y camuflajearse entre los humanos, sino además de la pulsera de protección que el peliblanco había destruido frente a ella, mismas que sólo un hechicero podía crear.

Necesito mostrarte algo, la parte que no has visto de mi. — Le respondió Mina haciendo una mueca de dolor cuando su garganta empezó a arder, pero sólo mientras se acoplaba al cambio de su cuerpo sin el amuleto.

¿Que? ¿Tus colmillos? — Bromeó la castaña sonriendo divertida. — Porque después de sentirlos, ya no cuentan.

Mina rió suavemente negando despacio. — No mis colmillos, mis ojos no humanos. — Informó acercándose mas a ella, sintiendo como el olor de su sangre empezaba a despertar cada uno de sus instintos, cerrando sus ojos por un par de segundos hasta que al abrirlos sólo eran dos cuentas negras y vacías.

Jeongyeon jadeo al verlos pero al mismo tiempo se sintió tan atraída por ellos que no pudo apartar su mirada, con temor subió su mano hasta su mejilla y dejó una caricia en ella sonriendo, totalmente fascinada de ver algo así, viendo como poco a poco empezaban a volverse mas humanos, pero con el mismo color tan negro como la noche.

No sólo mis ojos cambian cuando me quito mi amuleto. — Contó Mina tomando sus manos. — También mis instintos, es como si me controlaran con más intensidad, como si mi sed de sangre aumentara. — Pasó su lengua por sus labios soltando un suspiro. — Pero por alguna razón contigo se me hace tan sencillo controlarla. — Terminó de decir dejando un beso primero en sus manos, después en su frente, sus mejillas y finalmente rodeando su cintura para besar con calma sus labios. — Puede que sea mi enorme voluntad de protegerte.

O quizá porque ya probaste la mía. — Respondió Jeong sonriendo.  — Pero sin duda el amor que sientes por mi ayuda mucho. — Dijo mirándola a los ojos, totalmente convencida de que sin importar que color tuvieran aquellas orbes, siempre las amaría y desearía llamar su atención, pues de cualquier color la miraban con una adoración que esperaba poder tener el tiempo de corresponder.

Sin duda alguna. — Mina besó su frente de nuevo para luego juntarla y suspirar profundamente al ponerse de nuevo su anillo.

Y una vez sus ojos volvieron a ser grises, y sintió como cierta coreana de sonrisa adorable empezaba a impacientarse a pesar de estar bien entretenida en la planta baja de su casa, por eso decidieron bajar a la sala donde estaba el resto de los Myoui y las Namo.

Tal y como ambas sospecharon Nayeon se levantó caminando hacia ellas al verlas llegar. — ¡Jeongyeon, por Dios! ¡Eres tú! — Dijo abrazándola de pronto sintiendo como esta la correspondió al instante. — ¿Estas bien? ¿Ese loco no te hizo nada verdad? El tío Chang está súper preocupado, y ni hablar de Ryujin ¿Puedes creer que me escondió mi funda favorita hasta que aparezcas? Me culpa de que ese loco que te llevara, definitivamente no tiene respeto por su prima favorita.

Nayeonnie, tranquila. — Habló Jeong deteniéndola pues por los rostros de los vampiros, se dio cuenta de que no era la única que se sorprendió por la cantidad de información que esta soltó en un segundo. — Estoy bien, gracias a Mina, Momo y Minho que se deshicieron de él. — Explicó mientras los tres nombrados sonreían.

Mas yo que ellas. — Bromeó Lee Know de pronto. Mina y Momo lo miraron interrogantes y el resto parecía curioso por lo que se apresuró a aclarar todo. — ¿Que? Fui la carnada.

Gracias por eso Minho Oppa. — Le dijo Jeongyeon sonriéndole con cariño mientras Mina negaba por la actitud de su hermano.

Y Nayeon que hasta el momento la había ignorado al fin la miró, cosa que no fue muy agradable por la mirada que le dedicó, pero por supuesto que eso no le importó demasiado. — A ver pingüina ¿Y tú cuando es que pensabas contarme que eres un vampiro eh? — Le reclamó mientras Mina solo rodaba los ojos, definitivamente Im Nayeon jamás la dejaría en paz. — Eso esta muy mal Minari, no hay secretos entre las amigas.

Mina por su parte sonrió sin mostrar sus dientes antes de responderle tranquila. — De cualquier modo planeaba borrar tu memoria así que no hubiera tenido caso. — Confesó moviendo sus hombros mientras la contraria la miraba con horror cubriendo su boca.

Pingüina mala. — Puchereo escuchándola reír.

Quizá Nayeon no haya llegado a su vida a robarse su corazón como deseaba, pero definitivamente el afecto que le tenía, la hacía importante para ella. — Esta bien coneja, luego te compensaré. — Revolvió su cabello cual niña pequeña y aunque esta se quejó también sonrió ampliamente.

Bueno, bueno, es genial que estemos todos bien y eso. — Intervino Momo acercándose a ellas. — Pero si no llegas pronto a casa, no sólo el señor Im me matará sino que seré conejillo de indias de un hechicero. — Bromeó haciéndoles reír a todos.

Las 2yeon se despidieron de la familia Myoui con la promesa de volver pronto, y por supuesto que Mina y Momo las acompañarían a sus casas, aunque todas viajaron en el auto de la primera, para comodidad de las coreanas.

En en camino las primas se pusieron al tanto de lo que había ocurrido en su ausencia y los intentos que hizo el castaño por encontrarla mientras las japonesas que iban en la parte de adelante se comunicaban en su mente y de vez en cuando reían de alguna de las ocurrencias de pelicorto.

Changjoon vio aquel auto estacionarse frente a su casa, y no tardó en dirigirse a toda prisa a la puerta con la esperanza de que su querida hija descendiera de él, pero su ceño se fruncio al ver como la primera que bajaba era la japonesa de ojos grises, usando sus característicos lentes de sol.

No tenía idea de porque su ceño se fruncio al verla pero no le gusto nada lo que sus instintos le advertían. Mientras tanto en el interior del auto la ojiverde se encontraba nerviosa recordando las palabras de la ojimiel sobre la conversación que estaba por tener con su padre, no tenía idea de como reaccionaría, y le aterrorizaba que fuera de mala forma.

Mina notó su nerviosismo y después de suspirar apago el motor se volvió hacia ella tomando su mano. — Hey. — Susurró con una pequeña sonrisa en su rostro. — Tranquila, todo estará bien, estoy contigo ¿De acuerdo? — Jeong sonrió asintiendo y después de devolverle el gesto la ojigris al fin se puso sus lentes de sol. — Bien, en marcha. — Dijo bajando del auto.

Ella sabía que la mirada del castaño estaba puesta sobre ella pero no se atrevió a mirarlo, sino que rodeó el auto con calma abriendo la puerta trasera para que la menor saliera de él seguida de Nayeon, y Momo que salió momentos después tomando su mano caminando tras ellas.

Mi hija... — Murmuró Changjoon al verla caminar hasta él, abriendo sus brazos con los ojos cristalizados para recibirla. — Mi adorada hija. — Susurró estrechándola entre sus brazos mientras las demás solo veían la escena con cariño.

Jeongyeon no pudo evitar que las lágrimas salieran de sus ojos al estar entre sus brazos, quizá era la emoción de volver a verlo, o el miedo de enfrentar su reacción, pero lo que si era seguro era que no quería perder a su padre. — Papá...

Oh cariño, no llores mi amor, ya pasó, ya todo pasó. — El castaño acariciaba su cabello mientras de la casa salía una sorprendida Ryujin, dirigiéndose a toda prisa a unirse a su abrazo.

Unnie. — Exclamó abrazándola.

Todos observaban como la menor de los Yoo ahora era quien lloraba de emoción, o al menor casi todos pues el castaño miró a Mina, quien no supo como interpretar su mirada aclaró su garganta, esperando algún reclamo, recibiendo lo contrario. — Gracias por devolverme a mi hija Mina.

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Mina no murió sino que además devolvió a Jeongyeon sana y salva a su casa... Esto es hermoso.

Ya solo quedan uno o dos capítulos antes del epílogo... Lloro.

Otro epílogo, mejor me preparo para las lágrimas y la miel.

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