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XV : Eternally

Mina miró a su hermano y sonrió aunque el dolor en su mirada era  mas fuerte que nada, pero por supuesto que no se mostraría débil por nada del mundo. — Protege a Chan hermano, esta es mi pelea, y yo debo terminarla.

— ¿Crees que te dejaré sólo irte? — Preguntó el chico indignado.

— Lo harás. — Dijo la mayor desapareciendo.

El castaño no tenia idea de a donde había ido, pero después se encargaría de ello, ahora debía encargarse del pelinegro, quien por cierto había empezado a caminar con su mochila en su espalda y sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Minho suspiró y empezó a seguirlo en silencio sin importarle si el contrario lo sabía presente o no.

Pero al parecer si lo hacía pues, unas cuadras antes de llegar a su casa pasaban por un parque que estaba casi deshabitado a esa hora, el pelinegro se detuvo aún dándole la espalda.

No dijo nada, y Minho no sabia como empezar a hablar, por lo que solo se quedaron en la misma posición hasta que el japones decidió sentarse en el banco más cercano, justo bajo un árbol cuya sombra escondía mas de la mitad de su cuerpo.

Bang Chan le imitó, y fue cuando lo tuvo al lado que el japonés se atrevió a hablar. — ¿Como es que lo supiste? — Preguntó suspirando.

El pelinegro humedeció sus labios con excesiva lentitud, ganándose toda la atención del contrario que lo miraba en detalle, pasando sus manos por su pantalón. — Supongo que siempre lo hice pero era demasiado cobarde para admitirlo. — Empezó a decir aún sin mirarlo. — Además eso nos dejaría en evidencia a ambos ¿No? — Hizo una mueca. — Nunca olvide esa noche por dos razones, Minho hyung. — Y con la mención de su nombre el japones trago con dificultad. — La primera es porque fue la primera vez que salí con mi padre de vigilancia, y la segunda, ese misterioso chico de mirada tan atrayente. — Suspiró con un brillo especial en sus ojos. — Obviamente jamás se lo mencioné a papá, ni siquiera quiero imaginar que habría pasado si además de confesarle lo que soy, le digo que he estado enamorado en secreto de un vampiro.

Minho mordió su labio sin apartar su mirada de la ajena, no tenía idea de que hacer, por muchos años había esperado cruzar una palabra con el chico frente a el y ahora, todo era muy diferente a como imaginó. — Chan...

Los primeros días tuve muchas fantasías, que siempre terminaban en una trágica pesadilla, y después solo intente olvidarlo, me concentre en mis entrenamientos, con ese objetivo, dándome cuenta de que eso lo único que hacía era intensificar mis deseos, y cuando entre al instituto y lo ví... — Se detuvo sonriendo mientras recordaba ese día. — ¿Alguna vez ha tenido un deja-vu Minho hyung? Porque eso fue lo que me pasó, bastó una mirada para revivir cada una de esas emociones.

La memoria de un vampiro jamas olvida Chan. — Contó. — Pero también fue una sorpresa para mi volver a verte allí, aunque no lo haya demostrado jamás. — Confesó el castaño.

Fue por eso que usted siempre estuvo presente en mi memoria, porque al fin le había dado un rostro a aquella mirada, o al menos fue así al principio ya que una vez lo conocí, usted me hizo olvidarme de ese chico. —  Sonrió Chan negando. — Es tan irónico que ahora sean la misma persona.

No tienes idea de lo mucho que me duele que todo haya sucedido de esta forma. — Fue lo único que pudo decir el mayor mordiendo su labio.

Pues mi interior no esta mejor que el suyo hyung, tenerlo tan cerca sabiendo lo que somos... Definitivamente no se me ocurre ningún final hermoso.

— Si tan solo pudiera...

— No lo diga hyung. — La mano del pelinegro se poso sobre la del japonés dejando una casi imperceptible caricia en ella. — Porque mi padre, sus ideales y su naturaleza no cambiaran solo por un deseo. — Dijo con tristeza.

Minho notó la gota cristalina que bajo por su mejilla y no dudó en limpiarla suavemente. — Lo lamento mucho Chan. — Se disculpaba por todo lo que había ocurrido desde la primera vez que se habían visto hasta los hechos recientes, y el pelinegro lo sabía, por eso le regalo una pequeña sonrisa ya que si un vampiro pudiera llorar, estaba seguro que las lágrimas del castaño ahora estarían en sus dedos.

Yo no hyung, porque al fin pude tenerte frente a mi, y decirte que si dependiera de mi, no habría nada que me impidiera amarte. — Contó levantándose sin separar sus manos.

— ¿No te molesta lo que soy? — Pregunto Minho curioso parándose al instante.

Se que no todos los vampiros son malos y no todos los cazadores son buenos hyung. — Explico el menor. — Y por desgracia a mi me toco de padre uno de esos, y aunque no lo haya elegido, por ahora prefiero que las cosas permanezcan tranquilas. — Suspiró. — Verlos enfrentarse esa noche fue un suplicio para mi, y si eso ocurriera ahora, sabiendo que no podre escoger entre ninguno... Se que no soy tan fuerte.

Minho limpió sus lágrimas de nuevo, y sin dudarlo un segundo, se acercó a él y lo abrazó protectoramente escuchando como sus sollozos aumentaban y su camiseta era mojada por sus lágrimas. Chan se había aferrado a él como su único soporte.

No se dieron cuenta de cuanto tiempo pasaron en aquella posición, pero cuando se separaron y sus ojos se encontraron no lo resistieron mas, sellando con un beso la promesa que sus ojos se encargaron de hacer, juntando sus frentes al final. — Si he podido esperar tantos siglos para poder amarte, podre hacerlo unos días más Christopher Bang Chan. —  Susurró el castaño sonriendo.

Y con aquella promesa llenando su corazón el pelinegro sonrió de vuelta, separándose de su cuerpo y girándose sobre sus talones para seguir su camino a casa, mismo en el que el japones lo cuidó desde una distancia prudente, una nueva etapa iniciaba en sus vidas ese día y ambos lo sabían.

_______

Sana salió a toda prisa del instituto con las lágrimas bajando por sus mejillas, tenía demasiadas emociones en su interior, miedo, rabia, decepción, y el dolor de haber sido engañada nuevamente en tan poco tiempo la dejó sin ánimos de ver a nadie.

Corrió y corrió por varios minutos, escuchó la voz de la Taiwanesa llamarla, pero no fue sino hasta que llegó al bosque que se detuvo, incapaz de atreverse a entrar en él, pues sabía que había experiencias de la niñez que simplemente te marcaban para siempre, y entrar al bosque había marcado a Sana.

Estaba dispuesta a marcharse pero al girar se encontró con esos hermosos ojos azules cargados de preocupación mirándola con cariño. — Alejate de mi. — Exigió en un intento de mostrarse segura cuando la verdad era que estaba muriendo por lanzarse a aquellos cálidos brazos para olvidarse del lugar en el que estaba, entre los cálidos brazos de la vampiresa y el oscuro bosque, estaba segura de que prefería mil veces la primera opción sin dudar.

No lo haré. — Respondió la pelicobrizo decidida. — No me importa lo que pienses de mi, no voy a dejarte, te lo prometí y lo cumpliré. — Recordó dando un paso al frente. — Voy a quedarme y protegerte aunque no me quieras ver.

— ¿Es que acaso no es de ti de quien debería protegerme en primer lugar? — La pelirroja dio un paso atrás. — Vi tus ojos, no puedes negarlo ahora.

Lo siento, no quise que te enteraras de este modo, pero estuviste ahí, sabes que es de él de quien debo protegerte.

Sana negó. — Pues no quiero que lo hagas. No quiero verte.

— Solo dejame explicarte ¿Si? — Pidió la mas alta volviendo a acercarse viendo como la japonesa se abrazaba a su chaqueta, pues aun la llevaba consigo, cosa que le hizo elevar una de las comisuras de su boca.

— ¿Es verdad? — Preguntó la japonesa terminando con todo el alivio que había crecido en su interior, pues no tenia idea de a lo que refería ahora. — Lo que dijo él. — Aclaró. — ¿De verdad asesinaste esas personas?

Y aun sabiendo lo que eso ocasionaría, la mas alta decidió decir la verdad, después de todo ya nada podía empeorar. — Así es. — Respondió observando el miedo en los ojos ajenos sintiendo como su alma se desgarraba por eso.

Sana negó cubriendo su boca mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas pero aún así volvió a hablar. — ¿Fue por placer? — Preguntó dejando estupefacta a la mas alta. — ¡Dímelo!

Tzuyu abrió la boca para decir algo, una mentira quizá, pero al ver la rabia en sus ojos, solo suspiró con pesadez. — En gran parte. — Confesó. — Pero eso pasó hace mucho Sana, te juro que...

— ¡No me mientas mas! — Exigió la japonesa cubriendo su rostro.

Desde el día que te conocí no he vuelto a matar a nadie, Sanake. — Contó Tzuyu suavemente, de verdad quería que la menor le creyera, que se diera cuenta de que no era un monstruo como imaginaba. — No me importa sino me crees pero es la verdad.

— ¿Y por cuanto tiempo seria así eh? ¿Planeabas matarme a mi también? — Reclamó la pelirroja.

¡Por supuesto que no! Si tan solo ...

— Lo siento pero, no puedo creerte. — La interrumpió Sana escuchándose más tranquila. — Después de todo lo que paso hoy yo... — Dio un paso atrás dispuesta a irse corriendo, pero no se sorprendió de que la mayor la tomara del brazo aunque no la mirara.

— Por favor Sana. — Suplicó con la voz ronca y la cabeza gacha, totalmente rendida.

Lo lamento mucho Zhou, pero ya no hay ninguna razón para creer en ti, nada me asegura que no mientes de nuevo. — Contó con una frialdad que logro helar el cuerpo de la mas alta.

Pero también le ayudo a armarse de valor para lo que quería hacer. En un segundo tuvo a la pelirroja en sus brazos abrazándola por la espalda, con sus manos sobre su pecho sujetando las suyas para que no huyera, y su boca muy cerca de su oído, con su cuello a su completa merced por si deseaba chupar su sangre en cualquier momento.

Quizá yo pueda mostrarte esas razones que tanto deseas. — Susurró en su oído, sintiéndola estremecerse. — Quizá por la forma en la que te miro, la manera en la que te trato, o el hecho de que eres la primera humana que he conocido en mas de mil años, que me ha dado razones para pensar que la humanidad realmente vale algo mas que su ambición, Sana. — Confesó soltando un suspiro. — Y he vivido lo suficiente como para apostar mi vida por ello, pero claro, no podía decirte eso desde la primera vez ¿Verdad? — Sonrió con nostalgia. — Y con respecto a lo que soy, ni siquiera tengo una justificación, porque si te soy sincera, no he conocido otra cosa.

Poco a poco fue soltando a la japonesa, quien no dudo en voltearse para mirarla.

Es como nací Sana, dentro de una familia de inmortales sin respeto por los humanos, y no fue sino hasta que murieron mis padres en manos de cazadores que lo entendí, tuve que ver de frente a la muerte para entenderlo; Jeonghan fue otra historia como viste, Minari y Momo lo detestan, pero fue por sus propios actos, él jamas abandonó nuestros antiguos ideales, y llego a un punto al que no le importa a quien lastime solo por obtener lo que desea. — Explicó con calma, sin atreverse a mirar a la chica a su lado que se debatía entre acercarse y abrazarla o no.

— Yo... ¿Y que es lo que quiere ahora? — Se atrevió a preguntar sin saber si le gustaría la respuesta.

Venganza. Mina y Momo se interpusieron en su camino, lo retaron según él, y me temo que lo que quiere es herirlas donde mas les duele, para después terminar con ellas. — Dijo Tzuyu con tanta naturalidad que la japonesa logro asustarse.

Jeongyeonnie... — Murmuró Sana ampliando sus párpados, imaginándose con terror el destino de la coreana.

Si ella estaba con Mina, lo más seguro es que ella y la otra chica que acompañaba a Momo sean el próximo objetivo de Jeonghan, pero tranquila, no están solas. — Una pequeña sonrisa creció en su rostro al recordar a los japoneses mayores.

Ellas... ¿Son como tu?

Sanake, nadie es como yo. — Dijo osadamente sonriendo divertida. — ¿Inmortales? Si, pero ninguna como yo, a mi no me mordieron yo nací de este modo. — Aclaró dando un paso quedando cerca de ella nuevamente. — Pero si tengo una cosa mas que confesar.

¿Que? — Formuló la nerviosa japonesa.

Desde que abrí mis ojos a la vida, no había encontrado una motivación tan grande para luchar por ser una mejor versión de mi cada día. — Sus manos acunaron el rostro nervioso de la pelirroja que no fue capaz de moverse. — Hasta que te conocí y con tus ojos y tu sonrisa llenaste mi mundo de colores, y en más de un milenio me hiciste sentir realmente viva.

— Zhou... — Susurró Sana cerrando sus ojos fuertemente cuando sus alientos se mezclaron, creyó que la vampiresa la besaría de verdad lo creyó, pero no fue así.

Y cuando los labios de la contraria besaron su frente, soltó el aire que tenía retenido en sus pulmones con alivio. — No soy la mejor persona del mundo Sanake. — La escuchó. — Pero puedes confiar en que cumpliré mi promesa, y jamás me iré de tu lado, aún cuando no me quieras ver.

Sana mordió su labio que empezaba a temblar a causa del llanto y no lo resistió más, lanzándose a sus brazos como tanto deseaba. Ya no le importaba lo que sabia ahora, había visto sinceridad en aquellos hermosos ojos, y si estaba segura de algo era de que no la quería perder también, aunque eso implicara poner su propia vida en riesgo.

Pues ya no quiero que te vayas Zhou. — Murmuró la pelirroja en su pecho. — No me importa lo que hayas hecho en el pasado, o lo estar contigo implique, porque solo te quiero a ti a mi lado.

Es lo único que deseo Sanake. — Agrego Tzuyu dejando un beso en su cabeza mientras acariciaba su cabello, podía sentir como la menor lloraba y una idea paso por su mente. — ¿Podrías hacer algo por mi ahora Sana?

— ¿Que?

Cierra los ojos y aferrate a mi. — Pidió siendo obedecida por la mas baja, y después de mirar a ambos lados asegurándose de que nadie las veía. Se tele transportó hasta la habitación de esta. — Listo. — Informó viendo como la menor ampliaba sus párpados por la sorpresa.

Pero... ¿Como hiciste eso? — Preguntó la japonesa separándose de su abrazo.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. — Chupar sangre no es lo único que puedo hacer bien pequeño ángel.

Sana sonrió por primera vez, sin poder creerse lo que había pasado. — ¿Así que también puedes volar Zhou? — Bromeó haciendo reír a la pelicobrizo que caminó hasta llegar frente a ella y acariciar su mejilla.

Apuesto a que te gustara ver eso. — Fue lo único que dijo mirándola con cariño mientras Sana volvía a abrazarla.

No sabía que pasaría a partir de ese momento pero estaba segura de que nada la haría alejarse de aquella hermosa Taiwanesa de hermosos ojos, que con su singular sentido del humor y sus anticuados modales, había llegado a su vida para llenarla de cariño y sonrisas.

________

Cuando Nayeon volvió a recuperar sus sentidos y se encontró a si misma en un lugar muy diferente del edificio del instituto miró a todos lados alarmada por ello, hasta que sus ojos se posaron en la responsable de su confusión.

No sabía en que momento Momo las había llevado a ese lugar, que no era otra cosa que una azotea, pero eso la molestó, sólo un poco más, pues se sentía como una niña sin voluntad.

¿Donde estamos? — Preguntó totalmente a la defensiva. — ¿Por que me trajiste aquí?

Momo parecía debatir consigo misma, su expresión era indecisión, incluso la coreana podía apostar que tenía miedo de algo, pero no le quedaba claro de que exactamente. — Necesito que me escuches bunny. — Fue lo único que dijo después de suspirar profundamente. — No estoy segura de porque la diosa de la luna me ha traído hasta ti, pero se que fue ella.

Casi sonaba como una historia fantasiosa, y de no haber escuchado y leído sobre ello antes, Nayeon estaba segura que no le habría creído, sin embargo por mas historias que le contara la pelinegra, no cambiaba el hecho de lo era. — ¿Donde estamos? Sacame de aquí de una vez Momo, no quiero escuchar nada de lo que me digas. — Volvió a hablar alejándose más de ella, en busca de alguna salida, pero sus esperanzas murieron cuando al ver la única puerta del lugar esta parecía no haber sido usada en años y estaba casi sellada al marco que la sostenía.

Bunny por favor calmate ¿Si? Solo dejame explicarte todo y si después deseas alejarte, lo entenderé.

— Pero es que no lo entiendes Momo, no se trata de lo que yo desee, si mi padre se entera de esto... — Se pasó la mano por el cabello con frustración. — Es que si al menos...

Momo se acercó a ella intentando tomar su mano. — ¿No te das cuenta de que eso no me importa? — Pregunto mirándola con tristeza al ser rechazada.

No te atrevas  a tocarme Hirai. — Dijo Nayeon con hostilidad, estaba esforzándose por no caer ante ella y su expresión cargada de tristeza.

— Pero bunny...

— ¡Sacame de aquí de una vez! ¡¿No entiendes que no quiero estar cerca de ti!? — Bramó sintiendo sus ojos arder por las lágrimas que por supuesto no dejaría salir.

Momo notó como su voz iba apagándose poco a poco, y decidió acercarse. — ¿Realmente es así? — Pregunto sonriendo coqueta. — Porque tus ojos me dicen otra cosa. — De un movimiento la tomo de la cintura con una mano y con la otra acarició su mejilla suavemente. — Mi amor hacia ti no es mentira bunny. — Susurró con cariño, derritiendo su corazón. — No he conocido nada más real que eso en todos mis años.

Mo-momo, alejate. — Murmuró la la coreana nerviosamente, definitivamente no era sencillo mantenerse firme cuando la japonesa se lo dejaba tan difícil. — ¿Porque no entiendes que esto también es difícil para mi? El saber que no puedo estar contigo ahora...

Entonces tenemos un problema, porque yo no quiero alejarme de ti, aunque tenga que enfrentar directamente a tu padre. — Dijo Momo decidida. — Tampoco imagine que las cosas sucederían de este modo pero...

La expresión de Nayeon se descompuso, la indecisión la estaba torturando, amaba a Momo y sabía que la japonesa la amaba del mismo modo, pero debía ser realista y pensar con la cabeza, considerando que lo mejor para ambas era no volver a verse. — Ahora ya no hay nada que podamos hacer más que...

Ni se te ocurra terminar eso, por que prefiero morir antes que vivir una eternidad sin ti ¿Entiendes?

¡¿Y que harás?! — Cuestionó mirándola y dejando salir las lágrimas que tanto luchaba por retener. — ¡¿Solo llegaras frente a mi padre y le dirás lo que eres como si nada?! ¿De verdad ese es tu maravilloso plan? — Más allá de su rabia había dolor en su voz y eso lastimo a la vampiresa. — ¿Que te hace pensar que...

Y después de perder la paciencia y no resistir la tentación de tener a la menor tan cerca, Momo sólo la besó ignorando cada una de sus preguntas, moviendo sus labios con cariño sobre los de ella, que aunque al principio se resistieron, poco a poco fueron cediendo.

Las manos de Nayeon subieron a su cabello enredando sus dedos en su cabello tirando de el suavemente, abriendo sus labios y rindiéndose ante la experta lengua que invadió su boca sacándole más de un suspiro.

Ninguna dijo nada cuando sus bocas se separaron y sus frentes se juntaron. Momo dejó un beso en su frente y limpió sus lágrimas cuyo sabor había sentido directamente de sus labios, para después abrazarla.

Esto no cambia nada Momo. — La escuchó decir escondida entre su cuello y su hombro. — No importa cuanto te ame, o cuantos besos me des, seguiremos en esta realidad.

— Al menos dejame intentarlo bunny. — Pidió en un intento de convencerla, ella mejor que nadie sabia que siempre existían las probabilidades de que todo saliera a su favor. — Y si después de eso no logro vencer lo que me separa de ti, entonces yo misma me encargaré de que me olvides.

Nayeon la miró sintiendo una nueva lágrima bajar por su mejilla. — Momori...

No llores bunny. — Dijo sonriendo con cariño. — Eso sólo pasará si tu padre logra intimidarme lo suficiente, y tal vez darme una buena pelea. — Bromeó viendo una pequeña sonrisa crecer en el rostro de la castaña.

Te quiero tanto bunny. — Confesó de pronto con una suavidad que derritió el corazón de Nayeon, y fue ella quien la beso esta vez, dejándole claro con un beso cargado de emoción, que la correspondía con todo su corazón.

También te quiero Momori. — Acarició su mejilla, perdida en aquel intenso azul. — Pero quiero ir a casa ahora, por favor.

¿Te molesta que te acompañe?

Nayeon sonrió mostrando levemente sus dientes. — Tu fuiste quien me trajo aquí, esperaba que hicieras algo al respecto.

Por supuesto que si. — Sonrió divertida cargándola de repente al estilo nupcial. — ¿Estas lista?

Nayeon se escondió en su cuello y después de responderle con un suave murmullo la japonesa ensancho su sonrisa y se tele transportó hasta la entrada de su casa.

Pudo haberla dejado en su habitación, pero sabia que la coreana necesitaba tiempo para pensar las cosas, y si algo tenía la ojiazul, era paciencia.

_________

Ya viene el final.

Lloro, espero les haya gustado esta hermosa historia.

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