Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VIII : Soulmate

Había prometido no desesperar y era lo que haría, aún cuando al día siguiente Jeongyeon llegara con las mejillas sonrojadas y los ojos enrojecidos por lo que supo que era el efecto de las lágrimas. Su mandíbula se tensó y apretó tan fuerte su puño que casi se lastimó pero tomó aire desviando su mirada antes de salir del salón antes que todos.

«Mataré a Minatozaki con mis propias manos si es la responsable de esto» pensó mientras caminaba en dirección de los salones del ala opuesta, había prometido a su madre controlarse con Jeong, pero no había dicho nada con respecto a su novia.

Estaba molesta y decidida a hacer una locura hasta que escuchó sollozos provenir de la terraza y no tardó en dirigirse allí, llegando en un par de segundos dada la ausencia de estudiantes en los pasillos.

Parte de ella se alegró al darse cuenta que se trataba de la chica que buscaba, pero al ver que era ella quien lloraba decidió esperar en las sombras hasta que tuviera una idea de lo que sucedía.

Y pudo enterarse de ello al leer su mente llevándose una sorpresa «¿Jeongyeon terminó con ella? De acuerdo esto no lo esperaba» pensó frunciendo el ceño intentando averiguar más, sin embargo no tuvo éxito pues la coreana no había explicado sus razones y si lo hizo, la pelirroja no lo recordaba con claridad.

Después de suspirar decidió irse de allí sintiéndose una invasora en la vida de la triste japonesa caminando hasta el comedor, donde extrañamente no encontró rastro de la castaña de ojos claros.

Tzuyu estaba empezando a adaptarse a lo que era la vida de un humano, incluso llevaba sus amuletos después de tantos años, un par de zarcillos de oro con un par de diamantes morados en su oreja izquierda, que le permitían caminar entre los humanos, salir a la luz de sol y camuflajearse fácilmente.

Se quedó sorprendida de los cambios que había en el mundo humano desde sus tiempos, y aunque no tardó ni una hora en ponerse al día, la tecnología seguía asustándola un poco, pero estaba agradecida de haber entendido el uso de un celular pues así pudo hablar con la pelirroja que la había conquistado gracias a aquella equivocación que no se había molestado en arreglar, ya tendría tiempo de hablar con los Myoui después.

Al igual que los últimos dos días había llegado al instituto de los chicos pasando totalmente desapercibida gracias a su vestimenta acorde con la del resto, con el único objetivo de ver de nuevo a Sana pero una extraña inquietud estaba alojada en su interior desde esa mañana, uno de los presentimientos de los que tanto profetizaba, aunque no había tenido ninguna visión y eso le inquietaba en sobremanera.

Llegó al lugar donde la pelirroja pasaba sus ratos libres con sus compañeras pero no la encontró allí y se sorprendió. Algo le decía que se mantuviera quieta que no saliera de su escondite pues al poner un pie fuera del límite que se había puesto, alguno de los menores podría darse cuenta de su presencia rápidamente, pero su preocupación fue mayor.

Maldijo cuando después de un par de minutos de búsqueda caminaba por uno de los últimos pasillos que le faltaban y alguien la tomó del cuello pegando su espalda contra la pared. — Pero que linda sorpresa verte aquí pequeña. — Dijo el dueño de la voz, que reconoció al instante.

¡Sueltame de una vez idiota! — Exigió liberándose de su agarre mirándolo con odio.

¿Que haces aquí? Estas muy lejos de casa. No me digas que le apoyas, o ya encontraste una mascota con la que divertirte. La voz del chico se torno grave pero a la Taiwanesa poco le importó.

No te importa lo que haga con mi vida. Dijo y se dio la vuelta dejándolo con una sonrisa divertida en su rostro.

Nos veremos otra vez pequeña. — Murmuró antes de pasarse la mano por su cabello castaño claro caminando con calma hasta la salida.

Tzuyu apretó la mandíbula sintiéndose mas preocupada por la pelirroja con el paso de los segundos, y con aquel chico rondando por allí temía por su vida. Hasta que la encontró.

Sana permanecía en la terraza del edificio, sus piernas que estaban pegadas a su pecho y donde recostaba su mejilla eran rodeadas por sus delgados brazos. Su cabello ondulado caía en cascada por su espalda y parte de sus brazos y mantenía la mirada fija en el cielo que empezaba a nublarse haciéndola sentir más triste.

Las lágrimas se detenían por momentos pero cada vez que volvían era más doloroso para su corazón roto.

No entendía porque su novia la había dejado de un momento a otro y sin explicaciones. Ella siempre había sido una buena novia, cariñosa y comprensiva, siempre le había demostrado a la coreana lo mucho que la quería, y una explicación era lo menos que se merecía, pero no, Jeongyeon sólo le dijo que ya no sentía lo mismo y que siguiera su vida sin ella.

Incluso se lo preguntó, le preguntó que había hecho mal pero la coreana le dijo que no era su culpa y que no la odiara, para después sólo irse de allí como si no acabara de romper su corazón, como si todo lo que vivieron no le importara, haciéndola sentirse una tonta.

Ella es la tonta, no tú. — Escuchó a alguien a su lado levantando la vista encontrándose con aquella hermosa chica que conoció en un lindo accidente del destino. Y a pesar de que sabía que su rostro era un desastre, aquella mirada azul la hizo sentir la más hermosa del planeta.

Lo siento yo... — Murmuró apresurándose a limpiar sus mejillas siendo detenida por las manos de la contraria.

Alguien que dio todo de si a alguien más, no merece estarse preguntando que hizo mal, Sanake. Susurró Tzuyu pasando sus dedos por sus mejillas, atreviéndose a dejar un beso en su frente, sin comprender el porque.

Tal vez el verla tan triste había logrado conmoverla lo suficiente para llevarla a actuar de ese modo.

Es ella quien te perdió a ti, no al contrario. — Agregó, mirándola a los ojos, que volvieron a llenarse de lágrimas, y cuando la pelirroja se lanzó sobre ella refugiándose en su cuello mientras sus sollozos llenaban sus oídos, se atrevió a cruzar el último de sus propios limites y la rodeó protectoramente suspirando al sentir como la menor se aferraba más a ella.

Mina había pasado el almuerzo y lo que restó del día más callada de lo normal, ni siquiera Nayeon o Lee Know habían conseguido hacerla hablar con sus bromas, y eso era bastante preocupante ya.

La coreana no tenía idea del reciente rompimiento de su prima y los japoneses no tenían idea del porque de su voto de silencio, incluso cuando Nayeon le pidió dejarla en su casa al final de la jornada escolar accedió con un asentimiento y sin preguntar la dirección dejó a la chica frente a la residencia Im.

Minari... — Llamó Nayeon una vez la japonesa se detuvo. — No te dije la dirección.

Lo sé, la investigué por mi cuenta. — Habló la japonesa dándose cuenta de que casi lo arruina.

¿Osea que estás diciéndome que aunque no me amas investigaste mi vida? Bromeó la sonriente coreana.

Mina la miró y suspiro «Si tan sólo supieras» pensó. — Así es Im. — Dijo tranquila.

Al menos hablaste. — Celebró la castaña. — Gracias Minari. — Se despidió con otra sonrisa que la hizo elevar una de las comisuras de su boca y asentir en respuesta.

Hasta luego Nayeon. — Murmuró una vez la chica bajo del auto y la vio caminar en dirección a la puerta antes de que las primeras gotas de lluvia empezaran a caer sobre la ciudad. — Habría sido tan sencillo si hubieras sido tú. — Susurró con nostalgia.

Una vez puso el vehículo en marcha Jeongyeon llegó a su mente, tenía mucha curiosidad sobre sus razones para terminar con la pelirroja, y en el fondo quería creer que era por ella, pero Jeongyeon jamás haría algo como eso a una chica buena como Sana, aunque después de su confesión el que siguiera junto a ella sin amarla le tampoco era muy honesto.

Sin darse cuenta terminó dando vueltas por la ciudad mientras la lluvia caía fuertemente en el exterior. — Espero estés bien Jeongyeonie. — Susurró tomando la ruta a su casa.

Pero un par de kilómetros después una figura bajo la lluvia y una presencia bastante conocida llamaron su atención.

Sin dudarlo aceleró el auto y al llegar al lugar bajó de él dejándolo a un lado de la casi desierta vía. Tal y como sospechó se trataba de la conocida nómada que había visto días antes, pero su impresión creció cuando se dio cuenta de quien era la humana frente a ella.

Una asustada Jeongyeon con los ojos hinchados de tanto llorar y cuya ropa y cabello estaban totalmente mojados por la lluvia la miró.

Tzuyu sonrió divertida al notar su cruce de miradas. — ¿Se te perdió tu comida Myoui? Te prometo que la encontré por casualidad. — Dijo intentado tocar el rostro de la castaña. — Aunque puede que me quede si...

¡No la toques! — Gritó Mina acercándose a toda prisa a interponerse entre ellas.

No te recordaba tan egoísta cariño. — Sonrió descaradamente. — Pero esta bien, no le haré nada a tu nueva... mascota. — Levantó sus manos en señal de rendición.

«Es mi soulmate» Le dijo la japonesa en su mente logrando sorprenderla.

¡Oh! — Exclamó la Taiwanesa. — Eso lo cambia todo. — Agregó sonriendo. — Sólo un concejo Myoui... — Se acercó a ella. — Ten cuidado, tu chica huele a magia de cazadores. — Sonrió.

Mina se sorprendió pero no quiso darle el gusto a la más alta de notarlo. — Largate Zhou. — Espetó mirándola con odio.

— Tan difícil como siempre. — Rió Tzuyu. — Como gustes. — Y después de hacer una reverencia ante las dos se dio la vuelta en dirección contraria a ellas perdiéndose en la espesura del bosque, Mina tenía muchas preguntas en su mente y casi se va tras ella pero al recordar que la castaña estaba a su lado se volteó rápidamente en su dirección al escucharla.

¿Mi-mina? — Llamó Jeong algo nerviosa, no entendía que sucedía y tener a la pelinegra frente a ella que además parecía conocer esa extraña chica, que no le generó confianza sólo empeoró su estado.

Tan segura como que tu eres Yoo Jeongyeon. — Le dijo sonriendo. — ¿Estas bien? — Preguntó antes de quitarse su chaqueta para colocarla sobre sus hombros mientras la coreana asentía despacio.

Si, sólo, me perdí y no se como termine aquí... — Susurró haciendo que la japonesa frunciera el ceño con curiosidad pero volvió a hablar rápidamente.

De acuerdo. — Mina se atrevió a rodear sus hombros para guiarla hasta su auto. — Sólo dejame sacarte de aquí, debes cambiarte... — Agregó caminando a su lado.

Y una vez llegaron al vehículo le abrió la puerta y la subió se apresuró a entrar siendo cautelosa, y encendiendo la calefacción para evitar que se resfriara.

No confiaba lo suficiente en la Taiwanesa como para llevar a la castaña a su casa, a pesar de lo preocupada que pudiera estar su familia, y a pesar de que la coreana sólo quisiera estar sola decidió llevarla a su casa, después pensaría en que explicación les daría a sus padres, por el momento solo se concentraría en la menor.

Jeongyeon estaba confundida y perdida en sus pensamientos, intentando recordar que pasó con ella en la última hora pero sólo recuerda el rostro de aquella chica chasqueando los dedos frente a sus ojos y a Mina llegando a salvarla segundos después, y llevándola a donde no tenía idea, pero por extraño que fuera era la única en la que confiaba en ese momento, probablemente porque era la única que no haría preguntas incómodas, y respetaría su decisión de no hablar sobre nada más.

Mina miraba de reojo la expresión ausente de la castaña y tenía muchas preguntas que quería hacerle, y obviamente la primera y mas importante era probablemente la única que esta no podría responderle «¿Que hacia allí?» pero no habló hasta que estuvo frente a su casa y detuvo su auto que decidió hablar.

Jeongyeonnie... — Llamó sin obtener respuesta lo que la hizo tomar una decisión de la que por supuesto que después podría arrepentirse pero ver a Jeongyeon en ese estado la estaba afectando demasiado.

Y cuando la tuvo entre sus brazos y entró a la casa sintiendo su cabeza recostada en su pecho mientras subía las escaleras supo que había valido la pena el riesgo. Pero cuando llegó a la puerta de su habitación la bajó y al instante su madre apareció a su lado sorprendida al verlas.

Minari ¿Que está... — Habló deteniéndose y acercándose a la coreana tomando una de sus manos entre las suyas. — ¡Oh! Eso lo explica. — Murmuró dejando a la pelinegra con la duda.

— Madre, te prometo que después te explico ahora sólo necesito que Jeong se cambie y... — Empezó a hablar siendo interrumpida por la mayor.

Y mientras eso ocurre esperaras aquí afuera mientras yo la acompaño. — Dijo la mayor decidida.

Mina intentó oponerse pero al ver su mirada bufo rendida. — De acuerdo pero no me moveré de aquí.

— Tan sobre protectora como tu padre. — Rió Sachiko. — Esta bien. — Dijo antes de acercarse a la menor y rodear sus hombros. — Ven conmigo linda, todo pasara pronto. — Dijo.

Mina hizo una mueca al oírla pero mordió su labio obedeciendo la petición de su madre de esperar cuando esta a dejó fuera de su propia habitación.

Se alegraba de que la mayor hubiera reaccionado de ese modo con la castaña, aunque no tenía idea de las razones de su progenitora para actuar de ese modo.

_______________

Hasta aquí mi reporte de hoy.

¿Que les pareció?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro