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Epílogo

3 años después

«Definitivamente, no existe nada más hermoso que Yoo Jeongyeon»

Mina contuvo la respiración al ver a la castaña en la cima de las escaleras descendiendo con mucha elegancia, gracia y naturalidad, cual princesa de cuentos.

Changjoon se encontraba a su lado con los ojos cristalizados por la emoción de llevar a su niña hasta el altar para entregarla a la que sería su compañera por el resto de su vida.

Había valido la pena la espera que les había exigido a ambas para la ceremonia, pues en ese tiempo no solo habían disfrutado de un cariñoso y envidiable noviazgo, además de eso ambas familias se habían conocido mejor y la menor había logrado desarrollar todos sus poderes, que gracias a la esencia de su lazo habían crecido.

Los Myoui habían organizado cada uno de los detalles, y con la gran participación de Nayeon, quien ahora cumplía un año como vampiresa y esposa de la japonesa mayor, quien por supuesto había seguido siendo cazadora de vampiros, ahora a su lado y el resto de la familia Im.

Lee Know, y Nina, acompañados de Bang Chan, estaban junto a sus padres y el resto de las chicas que miraban con una enorme sonrisa a la coreana y a la pelinegra, cuyos rostros llenos de alegría eran la prueba de su enorme felicidad, y que no apartaban la vista de la otra en ningún momento.

Sintiéndose como en un sueño Jeongyeon se separo de su papá y tomó la mano de la pelinegra que lucía tan elegante y hermosa como nunca con aquel vestido que se ceñía a su cuerpo y tenía una variedad de detalles en encaje que lo complementaban a la perfección, mismo que hacía juego con el suyo.

Juntas caminaron hasta el improvisado altar en una de las propiedades de la familia japonesa de su país natal, había sido una propuesta de los mayores y coreanos aceptaron con alegría aprovechando de recorrer la ciudad luego de la ceremonia, como invitados de los vampiros.

Y juntas también sonrieron en el momento que debían ponerse los anillos y expresar sus votos, siendo Mina la primera en hacerlo mirando directamente los hermosos ojos verdes de su amada novia.

Jeongyeonnie, mi hermosa y amada Jeongyeonnie. — Sonrió de lado logrando sonrojar a la nombrada que sintió su corazón regocijarse ante la felicidad y el amor en aquellos ojos grises. — Cualquiera podría pensar que fue gracias a un sueño que me enamoré de ti, pero la verdad es que, ahora después de todo este tiempo de compartir mi vida contigo puedo asegurarle al mundo entero, que así no hubiera habido una luna azul, o un sueño de Soulmates, yo te habría amado. — Contó escuchando un “Awww” de la audiencia, lo que la hizo sonreír nerviosa, pero continuó hablando tranquila sin apartar su mirada de la ajena. — Pues en este mundo lleno de personas cegadas por el odio, el desamor, y todos los malos sentimientos que hacen que sus vidas sean difíciles, tu eres la prueba de lo fácil que es vivir cuando se tiene amor, de lo fácil que es enamorarse todos los días de la misma persona más allá de lo que eres, y hoy frente a las personas mas importantes de nuestras vidas, te prometo que mientras siga en este mundo, y pueda seguir viendo tus ojos llenos de luz, inocencia y picardía, te apoyaré, te protegeré, te amaré y te valoraré sobre todas las cosas. — Terminó de decir dejando un beso sobre el dorso de la mano donde ahora tenía sus dos anillos.

Los primeros en sorprenderse por sus dulces palabras fueron sus padres y hermanos, pero aún así sonrieron orgullosos y felices por ella, siendo Sachiko la única que pudo demostrar su emoción a través de las lágrimas que derramó recostada del pecho de su esposo que jamás había estado más orgulloso de su hija.

Jeongyeon por su parte, se encontraba sumergida por completó en aquellas intensas orbes grisáceas y la forma tan amorosa en la que la miraban, sintiendo como su corazón se aceleraba, luchando con las ganas de lanzarse a los brazos de su perfecta novia y no alejarse jamás de su lado, quizá esa fue la razón por la que los nervios la traicionaron cuando fue su turno de expresar sus votos.

Minari... — Susurró con la voz temblorosa lo que la hizo soltar un suspiro antes de volver a hablar. — Tengo que confesar que a pesar de que siempre tuve una vida feliz, fue a tu lado que logré descubrir que si era posible superar eso. Empezó a decir recordando cada uno de sus momentos juntas lo que la hizo sonreír como boba. — Porque cada vez estoy enamorándome mas de ti y cada una de tus sonrisas, de tus intensas y misteriosas miradas, de tu singular sentido del humor, de la forma en la que me amas, me apoyas, me cuidas y me dejas ganar en todos los juegos. — Todos en la audiencia rieron al escucharla, incluso Mina que sonreía ampliamente y asintió despacio pasando su lengua por sus labios. — Siempre recordaré la primera vez que hablamos aquella noche sobre el río Han, porque verme reflejada en tus ojos, tan transparentes y cariñosos, me hizo sentir la mujer más amada sobre la tierra, algo que ahora es mi día a día y no quiero que termine nunca Minari. — Una lágrima salió de sus ojos cristalizados, y aunque Mina sabía que era de felicidad, no tardó en limpiarla. — Y puede que vengan problemas o dificultades, pero sé que mientras tú estés a mi lado, ningún obstáculo será imposible de vencer. — Aseguró luchando con su propia emoción para no quebrarse frente a todos. — Te amo y te prometo que mientras duren nuestras vidas, será de ese modo Minari. — Terminó de decir poniéndole el anillo a su ahora esposa, que también lucía su anillo de compromiso en su dedo anular.

Todos miraban la escena totalmente enternecidos, y de no haber sido por las palabras del sacerdote habrían llenado el lugar con sus sollozos, los que podían. — Si no hay nadie presente que conozca algún impedimento para que esta boda se realice, las declaro esposas, señoritas, se pueden besar. — Informó dando la señal a las dos chicas que después de mirarse y compartir por milésima vez su sonrisa, acercaron sus rostros para besarse por primera vez aquel día, dejando claro cuando sus cuerpos se acercaron, lo mucho que habían estado esperando por aquello.

Y Mina se separó dejando un par de besos cortos sobre los labios de su esposa y otro en su frente antes de mirar a su familia y amigos que con sus aplausos y silbidos dejaron claro lo mucho que se alegraban por ellas.

Y mirando la forma en la que Jeongyeon sonreía a todos y agradecía por sus felicitaciones, junto a las personas que las amaban, que habían estado a su lado en aquel hermoso descubrimiento, tan lleno de amor como de lágrimas y miedo, ahora podía decir con toda seguridad que nunca existiría nadie mas feliz y afortunada que ella, porque tenía a su alma gemela frente a ella.

La persona que más allá de su amor era su amiga, su refugio y su escape, su paraíso y su propio infierno, de tantas formas hermosas, de tantas formas inolvidables y más intensas que la anterior.

La que con una sonrisa coqueta y un guiño mientras pasaba su pulgar por su labio lograba seducirla, la que usaba puchero y un suave beso como distracción cuando quería ganarle en los juegos, la que sólo con una caricia en su mejilla y una cariñosa mirada le decía que la amaba del mismo modo que ella.

La misma que amaba cuando pasaba su mano por su cabello con frustración cuando estaba molesta, y la misma que seguía amando cuando sus ojos brillaban de felicidad y la que seguía adorando cuando lloraba mientras veían una película triste.

Estaba segura que sin importar el como o el porque, en todo momento y de cualquier forma, Jeongyeon siempre la conquistaría y estaba mas que feliz de ello.

Porque del mismo modo que Jeongyeon siempre sería su capitana de animadoras favorita, tan centrada en aprenderse sus coreografías con constancia y dedicación, también sería su compañera de juegos consentida, la que se emocionaba por un nuevo set de legos o un nuevo rompecabezas que armar juntas y que al completar celebrarían dándose amor sin ningún miedo que las aquejara o se interpusiera entre ellas.

_________

2 años después

Era julio, exactamente dos años y medio después de su boda, Mina y Jeongyeon se encontraban en su propia casa, en el centro de Seúl, ninguna había deseado estar lejos de su familia, por lo que optaron por adquirir una propiedad en la que todos tuvieran la posibilidad de ir a verlas cuando desearan.

La casa no era algo tan grande como había sugerido su madre, pero si tenía un hermoso jardín delantero cuidado por la misma Jeongyeon, así como un alberca y un espeso bosque más allá del campo donde podía correr la pequeña Haseul, hija de Nayeon y Momo, junto al perro de Sana y Tzuyu cuando las visitaban.

¿De verdad lo estás considerando? — Preguntó Jeongyeon mirando a su esposa con un hermoso brillo en sus ojos verdes, atenta a cualquier cosa que saliera de sus labios.

Y Mina sonrió dándole un beso en su mejilla, colocando un mechón de cabello tras su oreja, aprovechando la posición en la que se encontraban que no era otra que Jeongyeon sentada a horcajadas sobre ella, rodeando su cuello con sus brazos. — ¿Recuerdas cuando en mis votos estaba presente mi promesa de apoyarte siempre? — Preguntó de vuelta sonriendo divertida, aunque en su interior también estuviera muriendo de felicidad por la pregunta de su amada esposa.

Si lo dices así, pensaré que no quieres hacerlo también. — Tal y como imaginó, Jeong mal interpretó su pregunta e intentó levantarse de su regazo haciendo un adorable puchero, pero el agarre el su cintura se lo impidió.

— ¡Hey! — Era entendible que en esos años supiera como tratar con el humor tan delicado y sensible de la menor, incluso a diferenciar de cuando hacía algo por capricho y cuando lo hacía porque en verdad era serio, y en aquel momento, sabía que la castaña hablaba muy en serio y ella también lo hacía. — Ven aquí, saca esas ideas de tu hermosa cabecita de una vez ¿Ok? — Dijo suavemente dejando un beso en el mohín que se había formado en su boca, antes de mirarla con cariño. — Porque por supuesto que quiero tener todos los hijos del mundo contigo Jeongyeonnie. — Contó sonriendo ampliamente.

Sus dedos terminaron entrelazados y sus miradas jamás se separaron de la otra, mientras ella seguía hablando con un hermoso brillo en sus ojos. — ¿Sabes lo feliz que eso me haría acaso? Tener nuestra propia familia juntas, tener alguien a quien amar y consentir tanto como a ti. — Con cada una de sus palabras la menor sentía como su corazón se hinchaba de felicidad y mordió su labio sintiendo como la emoción llegaba a sus ojos llenándolos de lágrimas. — Agregar más sonrisas, lágrimas y emociones a nuestro álbum de anécdotas mientras le vemos crecer, teniendo todas tus habilidades para ser adorable, dedicada y cariñosa al mismo tiempo y del mismo modo siendo tan terca y obstinada mientras cuida de los que quiere como yo. — Una suave risita salió de sus labios y al verla Jeong no pudo resistirse a abrazarla, comprobando que cada día Mina en serio la hacía enamorarse mas y más de ella.

Con tu hermosa sonrisa. — Murmuró volviendo a mirar a su esposa haciéndola sonreír automáticamente.

Y para no quedarse atrás Mina acarició su mejilla a la vez que respondía sin dejar de sonreír. — Y tus hermosos ojos. — Sin dejar de mirar aquella parte de la contraria le dio un suave beso.

Jeongyeon amaba cuando Mina la besaba de aquella forma, o de cualquier otra, pues solo con aquel roce de labios, la pelinegra siempre lograba transmitirle todo su amor, alguna vez había escuchado que habían personas que besaban con el corazón, y fue muchos años después cuando conoció a Mina y la besó por primera vez, que comprobó que era verdad. — Espera... ¿Le pondremos un nombre coreano o japonés? — Preguntó una vez se separo de ella con cortos besos.

— Puede ser árabe si deseas cariño, lo amaré de todas formas. — Rió Mina escondida en su cuello disfrutando de su dulce olor, haciéndole cosquillas con su aliento.

¡Mina! — La regañó la castaña obligándola a mirarla de nuevo. — Esto es serio. — Su expresión era seria pero Mina solo podía sonreír como boba sin poder creerse que de verdad estuviera casada y fuera la dueña del corazón de aquella maravillosa mujer.

Esta bien. — Aceptó haciendo un puchero volviendo a perderse en la belleza de la menor. — Pero no sabemos si será niña o niño en primer lugar.

Y supo que debía alarmarse un poco cuando esta sonrió de forma divertida, igual que cuando le hacia trampa en alguna de sus partidas o cuando planeaba hacerle una broma a su prima. — Eso lo hará más interesante. — Aseguró sin dejar de sonreír en grande. — Es una buena forma de aumentar la expectativa de todos.

Mina rió dejando sus encías a la vista una vez más mientras Jeong peinaba los mechones oscuros de su lacio cabello y su flequillo. — Mamá te sobre protegerá desde el primer segundo que lo sepa, estás advertida, y no bromeo. — Comentó recordando cuando Nina era una bebé y su madre apenas se separaba de ella por miedo a que se lastimara, aunque claro en ese momento Mina no entendía de las advertencias que había recibido la mujer sobre la muerte a corta edad de la menor de los Myoui si no la cuidaban.

Eso no me molestaría, sabes que la quiero mucho. — Jeong se había recostado de su hombro esta vez mientras ella acariciaba su espalda.

Si alguna de sus amigas llegaba y las veía en aquel momento de seguro les habrían dicho, por enésima vez, que parecían un par de adolescentes hormonales incapaces de separarse de la otra, pero aquello no les hubiera molestado para nada, ya que era la pura verdad.

Apenas y podían pasar un segundo lejos de la otra sin sentirse incompletas, por lo que cada vez que estaban juntas siempre se encargaban de que alguna de sus extremidades, o sus cuerpos enteros estuvieran así de unidos, a Mina le encantaba y Jeongyeon lo adoraba, así que porque privarse de ello cuando sabían que ambas se pertenecían.

Mmhm, lo entiendo. — Habló Mina después de unos minutos asintiendo suavemente antes de sonreír divertida. — Aunque probablemente se mude con nosotros y no nos deje dormir en la misma habitación por nueve meses ¿Sabes? — Bromeó ganándose toda la atención de su esposa, definitivamente aquello no lo esperaba, y aunque la expresión de Mina se torno divertida, no parecía que mintiera, lo que solo la inquietó más.

¿Que? — Cuestionó haciendo una expresión asustada pasándose la mano por el cabello. — ¿Eso es realmente cierto? — Volvió a preguntar mientras la mayor se encogía de hombros. — No Minari, sabes que no puedo dormir si no me abrazas.

— Esa es la madre que tenemos ambas ahora. — Dijo tranquila haciendo un puchero, y allí fue que Jeong recordó un detalle que entre tanta emoción había pasado por alto.

Es cierto, papá de seguro también enloquecerá al enterarse de que ya decidimos hacerlo abuelo. — Y puesto que aquel tema había salido a flote, aprovechó de preguntar algo que estaba rondando su cabeza desde que supo de la madre de su esposa. — Por cierto ¿Como es que ninguno de ustedes es igual a su madre, y son como su padre en cambio?

Mina la miró incrédula por un segundo y después de suspirar respondió. — Esa es una larga historia, aunque no tan larga. — Agregó recordando la historia que le contaron sus padres cuando ella les hizo la misma pregunta. — Mama sabía lo que pasaba si ella y papá tenían hijos después de crear su lazo. — Empezó a decir dibujando pequeños círculos en la espalda de la contraria mientras sonreía con nostalgia. — Fue por eso que nosotros nacimos antes de que este se creara.

— ¿Como es posible? — Los dedos de Jeongyeon se entrelazaron en su cuello mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad tratando de entender todo. — ¿Ellos realmente esperaron tanto para unirse de ese modo? — Ahora tenía una nueva razón para admirar a los japoneses mayores que con el pasar de los años se habían convertido en unos padres para ella también.

Mina sonrió y asintió viendo como su esposa parecía una niña mientras preguntaba. — Ellos ya se amaban más allá de su lazo Jeongyeonnie, del mismo modo que te amo yo, incluso antes de saber que la diosa luna los había unido. — Contó dejando un beso en su mejilla.

Y Jeongyeon ladeó su rostro haciendo un puchero. — ¿Y como sería si no lo hubieran hecho de ese modo? — Llegó a sentirse tonta por esperar tanto tiempo para preguntar aquel dato tan importante sobre su esposa aunque a Mina parecía no molestarle. — ¿Que clase de...

— ¿Criatura o abominación seriamos? — Bromeó la japonesa aunque a ella no le hizo ninguna gracia por lo que le dio un golpesito en el hombro. — Esta bien, lo siento. — Rió suavemente. — Supongo que seriamos una especie demonio similar a un íncubo o un súcubo ¿Sabes? No solo sería un poco de sangre lo que necesitaríamos para sobrevivir y mantener nuestra magia, sería incluso algo mas... — Hizo una mueca. — ¿Despiadado, inescrupuloso y sin respeto por la vida humana?

«Igual a Yoon» pensó la coreana recordando ese nombre después de tantos años que tenían juntas, pero no fue la única que había quedado mal por aquello, pues cuando miró a la mayor notó como la linda sonrisa de su rostro se había apagado, y de inmediato hizo algo para repararlo. — Pero por suerte no eres ni parecida a alguno de esos despiadados seres, sino una tierna y cariñosa pingüina, mi pingüina. — Habló dejando varios besos por su rostro, escuchando su suaves risas de nuevo.

Tengo mucha suerte de ello. — Alardeó Mina uniendo sus labios en un corto beso.
 
Así es Sharon, y ahora... — Dijo rozando sus labios. — Te amo.

— Te amo más Jeongyeonnie. — Le respondió Mina antes de volver a besarla con tanto cariño como siempre, haciéndola superar el limite de la felicidad que ella misma le hacia sentir con su amor.

_________

Nueve meses después una impaciente Nayeon se encontraba en aquella sala de espera de la clínica donde su prima estaba dando a luz, era cierto que estar rodeada de tantos quirófanos y muy cerca de un banco de sangre no era la mejor de las combinaciones para ella como vampiresa, pero lo estaba llevando bastante bien, aunque a decir verdad, desde que ella y su esposa habían decidido adoptar una niña humana, y lo decidida que estaba, su auto control era más grande que cualquiera de sus instintos.

¡Aigoo! — Se quejó levantándose de su silla por enésima vez, mientras su esposa la miraba sonriendo. — ¿Hace cuanto están allí? Realmente es muy horrible esperar tanto. — Se quejó volviendo a sentarse cruzando sus brazos.

Momo bloqueó su celular y luego de guardarlo en el bolsillo de su chaqueta se acercó a ella tomando su mano. — Tranquila bunny, recuerda que así son los partos, aunque nosotras no tuvimos que pasar por ello. — Sonrió recordando cuando ella y la castaña habían recibido a su hija en aquel orfanato y tuvo que controlar a Nayeon para que no terminara por adoptar a todos los niños porque se le hacían hermosos y necesitados de un amor que ella aseguraba podría darles sin problemas.

Nayeon hizo una mueca de alivio sintiendo las caricias de su esposa en su brazo. — Y lo agradezco tanto, hubiera sido una angustia total para mi. — Dijo sincera. — Ya entiendo a la pobre Tzuyu Unnie cuando nació Minju, de haber estado en su lugar yo... Hasta habría envejecido.

La risa de la japonesa se dejó escuchar y Nayeon se acerco mas a ella, era muy limitada la cercanía que las sillas de la sala de espera les permitían tener pero aun así se las arreglaron para que ella quedara recostada del hombro de la pelinegra mientras esta rodeaba su cuerpo con uno de sus brazos y mantenía sus manos unidas. — No creo que eso haya sido posible bunny. — Dijo la mayor con calma. — Tú eres perfecta y Tzuyu Unnie es muy paciente y terca, ya viste que no dejó sola a Sana-chan en ningún momento.

Los flashes de aquel día llegaron a Nayeon en un segundo y no pudo evitar sonreír recordando lo serena que se veía la mayor de todas mientras ella misma cargaba a la japonesa menor hasta la sala de partos, aunque después confesó que su razón fue el miedo a que alguno lastimara a la menor con sus negligencias.

Definitivamente Tzuyu aun tenia mucho que aprender sobre los humanos modernos pero por suerte tenía a su esposa y a su hija a su lado ahora. — Lo sé por eso la admiro tanto. — Habló Nayeon con la misma sonrisa levantando la vista a los hermosos ojos azules de su esposa. — Y por cierto nuestra hija es más perfecta. — Dijo antes de besarla despacio.

Era un beso tranquilo y cariñoso, apenas un roce de labios de lo que ambas habían tenido que aprender a disfrutar después de varios años de pasión desbordante en su relación, antes de la llegada de su hija. Pero por supuesto que la castaña mayor no pensaba del mismo modo cuando llego y las encontró tan cariñosas.

«Y después hablan de Minari y Jeongyeon» pensó la ojimiel caminando hasta ellas. — Chicas estamos en un hospital por favor mantengan la decencia. — Les dijo entre susurros que ambas escucharon a la perfección y que las hicieron separarse de inmediato.

Pero mamá Sachiko solo era un besito. — Se quejó la japonesa haciendo un puchero mientras Nayeon sonreía cual niña traviesa, atrapando su labio inferior entre sus dientes disfrutaba mucho ver a su esposa actuar de forma tan tierna.

La ojimiel negó ocultando una sonrisa mientras el pelinegro hablaba con uno de los doctores a unos metros de ellas. — Las conozco bien a ambas, así que dejenlo allí. — Pidió dando fin a aquel tema cambiando su expresión a un preocupada al instante. — ¿Que noticias tienen sobre ellas?

Las dos vampiresas suspiraron y negaron siendo la japonesa quien habló rascando su nuca. — Todavía nadie dice nada, y Minari no me escucha o no sé...

La hechicera soltó un bufido al escucharla, tal vez si Mina no hubiera tenido la terquedad no dejar que su hijo naciera en casa, habrían evitado aquella situación. Estaba a punto de intentar establecer una conexión telepática con la ojigris cuando escuchó su suave voz a sus espaldas. — Mamá.

Minari cariño. — No tardó ni un segundo en llegar hasta ella, aprovechando de bombardearla de preguntas. — ¿Que ocurrió? ¿Como esta Jeong? ¿Y el bebe? ¿Ya nació?

Mina parpadeó repetidas veces intentando procesar todas las preguntas, pero apenas había logrado calmar a su madre cuando Changjoon y el resto de la familia Yoo, Im y Myoui apareció, llenándola de muchas más preguntas.

— ¿Que es? — Escuchó a Ryujin que al igual que todos la miraba expectante. — ¿Niño o niña?

La ojigris rió y levantó sus manos como señal de que se detuvieran. — Tranquilas, todo salió muy bien y nuestra hija es hermosa y fuerte. — Informó viendo como los rostros de todos de iluminaban de felicidad. — Además... Es tan especial como Jeongyeonnie.

— ¿Ehh? — La expresión de felicidad de el ojiverde se llenó de curiosidad al escuchar aquello, por eso Mina sonrió orgullosa y se acerco a el y rodeo sus hombros al ver su estado de shock, Sachiko ya tenia una idea de lo que hablaba su hija y solo ensanchó su sonrisa.

Así es señor Yoo. — Dijo la ojigris respondiendo la pregunta que el castaño aún no lograba articular. — Tiene sus ojos y apenas la vi, sentí la esencia de su magia correr por sus venas. — Nada podía igualar la enorme sonrisa que Mina tenía dibujada en su rostro en aquel momento, quizá sólo la felicidad del día de su boda con la coreana era capaz de compararse con aquella alegría que había sentido al tener a su hija al fin entre sus brazos.

Los ojos del castaño se cristalizaron y su labio inferior tembló ante las lágrimas de emoción que aquello le causó. — Eso es...

Increíble papá. — Completó una energética Ryujin uniéndose a su abrazo, tener una nueva hechicera en la familia era una de las grandes cosas que tanto habían deseado.

Mina se dirigió a su madre que la miraba orgullosa y sin decir nada la abrazó, sabía lo que aquello significaba para la familia Myoui y en especial para la castaña, que siempre había deseado tener alguien a quien heredar todos sus conocimientos sobre el mundo mágico y sus grandes maravillas.

Bien. — Volvió a hablar Mina después de que el resto la felicitara con un abrazo y como fue el caso de Momo con una actuación algo dramática a su parecer, pero claro, tantos años junto a Nayeon debieron afectarla en algo. — ¿Están listos para conocerla? — Preguntó viendo como todos asentían cual niños pequeños.

Por supuesto. — Fueron Sachiko y Changjoon quienes dijeron al unísono haciéndola sonreír, por lo que al instante los invito a todos a seguirla.

Y cuando al llegar a aquella habitación se encontraron con una sonriente Jeongyeon dándole de comer a su pequeña hija, el brillo en los ojos de Mina al verlas, fácilmente pudo haber iluminado la más oscura de las noches, y la alegría de todos los testigos pudo contagiar a la pequeña doctora que estaba a su lado, y que salió convencida de que esa era una familia singular y un tanto extraña, pero sobretodo unida y feliz.

Y no se equivocó.

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9 años después

Yujin cielo. — Llamó una curiosa Mina al llegando junto a la pequeña castaña que estaba parada en la entrada del espeso bosque que tenían en su patio. — ¿Que estas haciendo aquí? — Al instante que la niña volteo a mirarla ella se apoyo de una de sus rodillas quedando a su altura, tomando sus pequeñas manitos entre las suyas, mirándola con el mismo cariño que la primera vez.

Es que lo encontré mami. — El rostro de Yujin se iluminó y con una sonrisa señaló a la misma dirección donde se encontraba su mirada momentos antes. — El señor conejo ha estado justo allí todo este tiempo. — Agregó mientras Mina la imitaba y se levantaba sin soltar su otra mano.

— Que extraño... — Murmuró mirando de nuevo a su hija. — ¿Como llego hasta allí? — Su voz era suave y tranquila pero curiosa, según recordaba la menor no solía sacar aquel juguete de su habitación y allí estaba, sobre la rama de uno de los arboles de su patio, esperando quizá por quien se decidiera a rescatarlo.

Una tierna mueca de estar pensando se dibujó en el rostro de la niña, que llevó su mano a su mentón haciendo que el corazón de su madre se enterneciera por aquella adorable escena. — No lo sé pero, estaba pensando como ir por él, tal vez igual que con el tío Minho. — Murmuró al final, logrando sorprender a la japonesa.

Jeongyeon le había hablado sobre las curiosas preguntas que le había hecho su hija sobre las habilidades que poseía y que en cada entrenamiento junto a Minho dejaba en evidencia, incluso le había manifestado su deseo de ser tan increíble como la japonesa, pero Mina jamás pensó que en realidad fuera algo tan serio, hasta ese momento.

Oh mi amor, ven aquí. — Dijo tomando a la niña en brazos. — Escucha eso es diferente, sabes lo que somos él y yo ¿Cierto? — Preguntó suavemente obteniendo una afirmación de parte de la pequeña, Yoo Myoui Yujin había crecido entre mundos mágicos y de carreras de vampiros, tele transportaciones y entrenamientos con sus abuelos y sus tíos, por lo que era mas que obvio que sabría lo que su madre era. — Entonces sabes porque podemos hacer eso con facilidad. — Afirmó viendo a la menor asentir.

— Si, y también sé que yo también podré hacerlo algún día si practico mucho. — Agregó Yujin sonriendo con alegría.

El brillo en sus ojos fue tan hermoso que a la japonesa le pareció injusto romper sus ilusiones tan abruptamente, por lo que le siguió la corriente tratando de averiguar de donde provenía su seguridad. — ¿Si practicas?

La castaña bajo la mirada y empezó a jugar con sus manos. — Si, es que... — Había algo de nerviosismo en su voz, el mismo que cuando hacía algo que sabía no le gustaría a sus madres y debía contarles ya que de cualquier forma lo descubrirían. — Yo escuche lo que hablaron los abuelos la otra noche mami. — Confesó haciendo un puchero.

Mina suspiró. — Así que es eso. — Murmuró molesta con sus padres por no hacerle caso cuando les pidió que no hablaran sobre eso en su casa, ya que sabía lo escurridiza que podía ser su pequeña hija. — Ya veo, pero oye, ellos no estaban seguros, sólo fue... — Trató de aclarar todo y que la niña dejase de lado esos pensamientos, sin imaginar que su hija era mas lista de lo que creía, algo que realmente no le sorprendía mucho.

Mami no me mientas. — Le exigió la pequeña interrumpiéndola de inmediato mirándola además como si la hubiera ofendido, y aquello sólo fue el inició. — Se que puede ser posible, se sobre el lazo de tu y mami Jeong, y también que soy como ella, en casi todo, pero también existe la posibilidad de que sea como tu, en una pequeña cantidad. — Explicó dejando a una pobre Mina con los párpados ampliados y la boca levemente abierta.

— ¿Como es que sabes todo eso? — Cuestiono mas para si misma que para la menor, pues no era justo que a su edad ya supiera aquellas cosas. — ¡Aigoo! Apenas tienes 8. — Se quejó viendo como su hija sólo sonreía.

Yujin tomó sus mejillas y la miro fijamente. — Si, pero tengo la inteligencia de ambas, tu me lo dijiste ¿Recuerdas? — Como no iba a hacerlo si día a día, su hija no paraba de sorprenderla.

Eres más especial de lo que creí. — Rió dándole un beso en la mejilla. — Y ¿Sabes que? Estoy muy orgullosa de ser tu madre mi amor. — La pequeña la abrazó y se escondió en su cuello, justo como cuando era una bebé, justo como lo hacía cuando tenia una pesadilla, justo como lo hacía Jeongyeon. — Se que lograras todo lo que te propongas.

— Sólo quiero ser tan increíble como lo eres mami. — Respondió entre murmullos antes de terminar con su abrazo.

Ella misma sabía lo mucho que su Yujin la admiraba y era algo totalmente curioso que ella sintiera la misma adoración hacia ella, pues siendo tan parecida a Jeongyeon mas allá del físico, no había nada que Mina no hiciera por verla feliz.

Pero cariño, tu ya eres mucho más increíble que yo, tienes toda la magia de tu mami y no hay nada que ame más de ustedes que eso. — Contó con una sonrisa que su hija correspondió de inmediato. — ¿Quieres que vaya por él? — Seguían al pie de aquel árbol, suficientemente alto para que la niña lo viera enorme, pero no tanto como para que Mina de un salto llegara hasta el juguete.

La niña negó. — Yo lo haré, cuando este lista lo haré. — Aseguró confiada.

De acuerdo. — Apoyó Mina sin más remedio. — Ahora a comer, tu madre se molestará si dejas enfriar la comida. — Empezó a caminar en dirección a la casa con la menor en brazos mientras una sonriente Jeongyeon las miraba desde el ventanal de la cocina.

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4 años después

Jeongyeonnie... — Llamó una pensativa Mina a su esposa que terminaba de cepillar sus dientes para ir a dormir. — ¿Crees que ya es tiempo de que le demos un hermano a Yujin? — Soltó de repente sentándose en la cama mirando a su esposa que desde la puerta del baño la veía incrédula.

La ojiverde limpió su rostro y la miró sin poder creer que al fin hubiera hecho esa pregunta. — ¿Eh? ¿Hablas en serio?

Mina entendió su duda, por supuesto que lo hizo, así que se levantó y en un segundo estuvo frente a ella rodeando su cintura para acercar sus cuerpos mientras Jeong llevaba sus manos hasta su cuello. — Claro que si mi amor. — Respondió dejando un beso en la punta de su nariz. — ¿Recuerdas que quiero tener todos los hijos contigo? — Dijo sonriendo y Jeong parpadeó repetidamente.

Minari... — Murmuró siendo ignorada por la mayor que empezó a acariciar su cabello castaño claro mientras seguía hablando.

Y como Yujin ha demostrado ser una buena aprendiz de hechicera, así como una excelente hija y nieta, estoy segura de que también será una buena hermana mayor. — Aseguró sonriendo orgullosa de los logros que había tenido su hija a su corta edad tanto en el mundo humano, como el sobrenatural, siempre siendo tan amable, respetuosa y siempre ganándose el cariño de quienes la conocían.

Minari... — Volvió a decir la coreana tratando de llamar su atención, volviendo a fallar.

Mina seguía perdida en sus pensamientos y la belleza etérea de la mujer frente a ella, hablando sin más. — Además creo que nuestros padres se alegarían mucho por eso también, el otro día conversaba con mamá y la note nostálgica por no tener un bebé que consentir de vez en cuando, incluso Nina ya ha crecido y me dijo que...

Y cuando Jeongyeon se canso de que la mayor la ignorara opto por hacer algo mas, uniendo su labios en un corto y suave beso que la mayor correspondió como pudo. — Minari, escúchame por favor.

— Lo siento mi amor. — Rió aun con los ojos cerrados pasándose la lengua por los labios.

— ¿De verdad quieres que tengamos otro bebé? — La mirada llena de ilusión de Jeongyeon al preguntarle aquello fue lo primero que vio cuando abrió los ojos y podía jurar en ese preciso momento que haría lo que fuera por que siguiera allí por siempre.

Absolutamente segura señora Myoui. — Respondió sonriendo ampliamente. — Es más, podríamos adoptar también, esos programas en los que trabaja Bang Chan podrían ayudarnos, del  mismo modo que lo hicieron ellos con Félix y el pequeño Lee Do.

Jeongyeon sonrió y la abrazo al escucharla sintiendo su corazón hincharse de felicidad. — Mina eso sería increíble mi amor. — En todos los años que tenían juntas había descubierto que por mas tiempo que pasara, ella solo podía ser mas y mas feliz al lado de su esposa. — ¿Pero cuando pensaste en todo esto eh? — Tan pronto como la abrazó se separó de ella mirándola con los ojos entre cerrados.

Y Mina solo rió dejando un nuevo beso en su mejilla. — Puede que hace unos meses. — Contestó juntando sus frentes. — ¿Quieres que lo hagamos?

— Claro que si, incluso yo quería hablarte de ello hace tiempo. — Confesó Jeong haciendo un adorable puchero, mismo que Mina no podía dejar de amar con los años y que era bastante parecido al de su hija. — Y creo que entiendo a mamá Sachiko, Yujin creció más rápido de lo que imaginé, incluso ya me pregunto sobre como saber cuando le gustaba alguien.

Y con aquellas palabras de su esposa fue suficiente para que la sonrisa de Mina desapareciera y su rostro se tornara serio. — ¿De verdad te dijo eso? — Cuestionó viendo como la contraria asentía ocultando su sonrisa.

Jeong sabía lo que pasaba por la mente de su esposa, años de convivencia con la sobreprotectora ojigris le habían dado la experiencia para ello. — Tranquila mamá celosa. — Rió dejando un  beso en la punta de su nariz viéndola hacer una mueca no muy convencida. — Ella estará bien, confía un poco en todo lo que le enseñaste. — Pidió tranquila, después de todo, su hija jamas les había dado motivos para no confiar en ella. — Aún con lo joven que es, es tan escéptica e inteligente como tú, además jamás dejaría de adorarte.

— Aún así Jeongie, es una bebé aún. — Su descontento y expresión recelo solo hicieron que la nombrada riera suavemente abrazándola contra ella acariciando su cabeza como si de una niña se tratase. — Es mi bebé y tienes razón creció demasiado rápido. — Murmuró finalmente haciendo un puchero.

Jeongyeon continuó dándole cariñosos mimos mientras continuaba perdida en los recuerdos de cada momento junto a su hija. — Estoy de acuerdo contigo mi amor, parece que fue ayer cuando aún la tomaba entre mis brazos para que pudiera dormirse y ahora ya es casi una adolescente. — Comentó sonriendo con nostalgia, mirando el rostro de su esposa que se había separado de su abrazo. — Pero mejor sigamos hablando de nuestro futuro hijo ¿Si? — Sugirió al verla mas tranquila.

Una sonrisa lasciva se dibujo en el rostro de la japonesa que mordió su labio antes de contestar. — O hija.

¿Quieres otra niña? — Cuestionó la ojiverde mirándola incrédula, por alguna razón había pensado que su esposa deseaba tener un hijo varón, pero se había equivocado.

Mina hizo una mueca por unos segundos y después sonrió asintiendo energéticamente. — Tengo una fascinación con las chicas lindas, y si son mis hijas mucho más. — Confesó cual niña emocionada por una nueva muñeca, y Jeong le creía, por supuesto que ver la forma en la que Yujin era la luz de sus ojos, como la cuidaba y consentía en todo, instruyéndola en cada paso que daba.

No le sorprendía para nada que la menor la admirara tanto, y no es que a ella no lo hiciera, sabía que su hija la amaba, pero la admiración que las dos sentía hacia la japonesa, era solo una de las muchas cosas en las que se parecían. — Chan me hablo de Heejin y Olivia, sino mal recuerdo, podríamos conocer a una de ellas o a ambas. — La emocionada voz de la pelinegra la saco de sus pensamientos y le sonrió en respuesta.

Ya quiero ver como la sobreproteges también. — Rió dándole un corto beso, acariciando su mejilla con cariño mientras Mina la guiaba hasta la cama con sus frentes unidas.

Una de las dos debe ser la madre sobreprotectora. — Se defendió esta antes de acostarla en la cama de repente.

Una risita salió de la boca de Jeongyeon que acunó su rostro sin dejar de mirarla. — Eres todo un caso mi amor. — Una vez mas se había perdido en aquella mirada grisácea, y los muchos momentos hermosos que habían pasado juntas.

Si habían debido enfrentar algunos problemas, aunque claro, eran tantos como una pareja de vampiresa y hechicera pueden tener, pero siempre habían logrado resolverlo con una conversación y uno que otro beso, que por lo general terminaba con ellas en alguna parte del planeta lejos de todo por algunas horas, dándose tanto amor como sentían en sus corazones. — Te amo tanto Minari. — Y la forma en la que aquellas palabras salieron de sus labios llenaron el pecho de la japonesa.

No importaba cuantas veces la coreana le dijera aquello, cada vez conseguía tener el mismo efecto en ella, cada vez se sentía mas cálido, y tan mágico como la primera vez. — Te amo más mi hermosa Jeongyeonnie. — Dijo de vuelta acercando sus rostros para besarla entrelazando sus dedos a un lado de sus cuerpos, dándole todo de si misma cuando una vez más se entregaron a la otra.

_______

3 años después

¿Ese no es el tío Minho? — Preguntaba una curiosa Yujin de 16 años, que recién entraba a la cocina, a su madre sacaba una bandeja de pastelillos del horno.

La castaña mayor dejó la bandeja sobre la isla de la cocina y dirigió su mirada al mismo lugar que su hija. — Si, me pregunto que hace allí como un stalker. — Bromeó quitándose sus guantes y su delantal para colgarlos en su lugar.

La menor hizo una mueva y rascó su nuca pensando en cual motivo podría tener el japonés para decidir no entrar a la propiedad donde era más que bienvenido. — Iré a saludarlo y le pregunto. — Anunció dirigiéndose hasta la puerta pero la mayor la detuvo.

No Yujin, espera. — Jeongyeon tomó su mano, sintiendo una extraña sensación en su interior, misma que le avisaba cuando algo estaba por suceder.

Y a pesar de los años de entrenamiento que tenía, la menor estaba lejos de entenderlo, por lo que hizo un adorable mohín antes de volver a hablar. — Pero mami, es el tío Minho, quizá tiene noticias de mamá. — Y allí estaban las razones de la menor para tener tanto interés en salir hasta donde su tío, la sospechosa desaparición de la japonesa desde esa mañana.

Jeongyeon también tenía algo de curiosidad sobre el paradero de su esposa que había desaparecido sin más antes de que todas despertaran, solo esperaba que cuando volviera tuviera una buena explicación.

Y tal parecía que no tendría que esperar más, pues estaba a punto de ceder al puchero de su hija cuando la suave voz de la ojigris la sobresalto a sus espaldas.

¿Porque Minho debería tener noticias sobre mi? — Una mueca de confusión estaba dibujada en su rostro y un par de bolsas es encontraban en sus manos.

Mami. — Exclamó una sonriente Yujin corriendo hasta ella para abrazarla como si hubiera pasado años sin verla, pero claro, no era un secreto lo mucho que esta la adoraba.

Jeongyeon negó observando aquella interacción, definitivamente no tenían remedio cuando se juntaban. — Minari... — Suspiró más tranquila.

La nombrada rodeo con uno de sus brazos el cuerpo de su hija y levanto la mirada hasta su esposa que la veía en espera de respuestas. — Lamento la demora chicas pero, la verdad no encontré los ingredientes de mi exótica receta para la cena de esta noche, aquí en Corea.

Los párpados de la coreana mayor se ampliaron, sabía lo que eso significaba. — No destrozarás mi cocina. — Demandó recodando la última vez que dejó a la japonesa sola en aquel lugar y había terminado con la mitad del lugar carbonizado, solo porque esta se había olvidado de que estaba preparando la cena de su familia y se había entretenido en una carrera con su hermano, como de costumbre, fue una suerte que no hubiera nadie en casa en ese momento pues una semana fuera de su habitación hubiera sido lo menos que Jeong le habría dado de castigo.

Pero viendo que no tenía caso recordar aquello, cambió su expresión a una más seria. — ¿Y donde estuviste entonces? — Preguntó elevando la voz aunque no lo suficiente para despertar a las dos niñas que dormían a unos pocos metros de allí.

Bueno, puede que haya visitado un par de ciudades americanas. — Respondió Mina sonriendo cual niña traviesa. — Aprendí portugués hoy. — Dijo con acento brasileño.

— ¡Mina! — La reprendió Jeong mientras su hija la miraba con asombro.

Wao, eres increíble mami. — Exclamó sonriendo ampliamente, Mina definitivamente era su heroína y la admiración en su mirada hacía ella era la prueba.

No, no es increíble. — Las regañó Jeong al ver como ambas celebraban aquello como si de una gran hazaña se tratase. — Nos preocupamos. — Terminó de decir haciendo sentir algo de culpa a la japonesa que en aquel momento era que empezaba a caer en cuenta de que tal vez irse sin avisarle no había sido una gran idea después de todo.

Pero la voz de su hija logró elevar sus ánimos rápidamente. — Yo no lo hice, sabia que estabas bien. — Contó ganándose una mirada severa de la ojiverde mayor.

Yujin ve a tu cuarto ahora. — Ordenó sin mirarla pues sus ojos estaban posados en el rostro de su esposa.

Pero mami, yo solo... — Puchereo tratando de convencer a su madre, aunque esta vez no tendría ningún efecto, y lo comprobó al ver el rostro serio de su progenitora. — Bien. — Suspiró separándose de su madre susurrándole un “suerte” ante la mirada que la castaña mayor le dedicaba.

Jeon se cruzó de brazos y solo una vez escuchó la puerta de la habitación de la menor ser cerrada, volvió a hablar. — Espero tengas una buena explicación para esto Sharon. — Mina tragó con dificultad al verla tan seria, pero eso no le evito acercarse a ella después de dejar las bolsas en el refrigerador.

Un suspiro salió de sus labios mientras rascaba su nuca con nerviosismo. — La tengo cariño, ya te dije que... — Empezó a decir cuando la figura de su hermano sobre aquel árbol llamó su atención. — ¿Que haces ahí como un criminal Minho? Entra de una vez. — En momentos como esos era que agradecía no tener vecinos.

El castaño no tardó ni 3 segundos en cruzar la puerta de la cocina. — Oye no pagues tu rabia conmigo, es Jeong quien te regaño. — Le recordó haciéndola rodar los ojos. — Por cierto, hola Jeong. — Saludó a la coreana que le dio un abrazo y un beso antes de que este se acercara a ver a sus pequeñas sobrinas dormidas.

Bien. — Mina rompió el silencio que se había formado entre ella y su esposa acercándose a ella con cuidado. — Jeongyeonnie solo... — Trató de tomar una de sus manos, pero se detuvo al ver como la menor se alejaba de su tacto. — Lo que tengo que decirte es muy delicado mi amor, y no podemos hablar aquí, Yujin escucharía. — Susurró mirando hacia la puerta, aunque sabia que su hija seguía en su habitación.

Jeongyeon sintió como su corazón se llenaba de angustia, esperaba que aquel presentimiento no se tratara de algo malo. — ¿Que pasa con nuestra hija Mina? — Preguntó al borde de la desesperación,

No puedo decírtelo aquí mi amor. — Respondió Mina soltando un pesado suspiro.

Una mueca se formó en el rostro de la menor. — ¿Entonces? — Empezaba a perder la paciencia y la contraria lo sabía.

¿Bailas conmigo cariño? — Jeongyeon miro su sonrisa y miró su mano extendida frente a ella y frunció el ceño apretando los labios, tenía una pequeña idea de lo que tramaba su esposa, después de todo, ya lo había hecho en mas de una ocasión.

Un suspiro salió de sus labios y se pasó la mano por su cabello castaño claro. — Mina, no estamos para bromas, además las niñas podrían despertar en cualquier momento y... — Dijo usando su tono mas firme con la japonesa, que se quejo haciendo un puchero lo que casi la hizo desesperarse pues esta nunca le ocultaba nada y aquello empezaba a preocuparla.

Por favor. — Suplicó la mayor extendiendo sus dos manos ahora, y aunque Jeong busco algo de apoyo en el chico que lucia incluso mas joven que cuando lo conoció, pero este solo levanto sus manos rendido dirigiéndose a su nevera para tomar una manzana y darle una mordida.

De acuerdo. — Aceptó finalmente tomando las manos de su esposa, sintiendo como esta la abrazaba y como el mareo que le provocaban las tele transportaciones de Mina la invadía. — Debí haber sabido que se trataba de esto. — Murmuró apoyándose del cuerpo de la pelinegra inhalando su perfume que como siempre le ayudaba a calmarse mientras apretaba su abrigo con sus manos. — ¿Me dirás que ocurre ya? — Preguntó una vez su cuerpo se estabilizó dándose cuenta del lugar en el que se encontraban, la misma terraza donde la japonesa le había propuesto matrimonio.

¿Me regalas un beso antes? — Otro tierno puchero creció en los labios de la mayor que sabiendo lo especial que era aquel lugar para las dos, estaba segura la castaña no se negaría.

Y cuando la hermosa sonrisa de Jeongyeon creció en su rostro y sin previo aviso unió sus labios enredando sus brazos en su cuello, Mina se sintió otra vez enamorada, enamorada como nunca y como siempre. — Todos son tuyos Minari. — Habló Jeong al separarse acariciando su mejilla, gesto que la contraria correspondió dejando un beso en su frente.

Yujin tuvo razón con lo que te contó hace días, la tuvo desde los ocho años cuando ella sola llegó a la conclusión de que una parte de ella era como yo. — Contó la japonesa con la mirada fija en el océano frente a ellas.

Jeongyeon se alejó de ella para mirarla. — Pero eso es... Imposible. — Aseguró con miedo, conociendo perfectamente lo que aquello implicaría. — ¿No? — Preguntó dudando de si misma. — Yujin ha vivido toda su vida como una niña normal, solo tiene mi magia y...

— Tal y como dijeron nuestros padres, ella nació después de que nuestro lazo se formara mi amor. — Mina hablaba y la miraba tranquila, entendiendo las dudas que aquella información le generaba a la castaña, ella misma las había tenido antes de averiguar todo. — Y aunque no tiene directamente mis genes gracias a ese misterioso donante, tuvo parte de mi a través de ti. — Explicó suavemente.

Pero Minari, no es posible. — Jeong se separo de ella un caminó de un lado a otro pasando las manos por su cabello hasta que estuvo suficiente calmada y volvió a hablar. — Tu misma lo dijiste, un hijo de un vampiro y un hechicero después de la formación de su lazo, seria incontrolable, y Yujin no es así. — Creyó que aquello sería suficiente para que la japonesa se retractara.

Pero Mina solo sonrió acercándose a ella y rodeando su cintura otra vez. — Su naturaleza humana y la fortaleza de su magia viene de ti ¿Porque no sería tan gentil como ? — Cuestionó viendo como la expresión confusa de la contraria se convertía en una pensativa.

El rostro de la menor se iluminó. — Eso quiere decir que...

— Nuestra hija es mas especial de lo que ambas imaginamos. — Completó asintiendo mientras aquella sonrisa orgullosa aparecía en su rostro.

Jeongyeon sintió como el alivio invadía su sistema y volvió a abrazar a la mayor. — ¿Me prometes que no es un sueño? — Pidió cuando volvió a mirarla y la mayor asintió antes de volver a escucharla. — ¿Me prometes que todo estará bien? — Parecía una niña que necesitaba dirección y Mina estaba más que feliz de ser quien la ayudara.

Cariño, muchas veces soñé con esto, aunque no haya sido de forma tan literal como cuando supimos que eras mi Soulmate... — Ambas sonrieron al recordar ese sueño. — Pero por supuesto que todo estará bien, esta es nuestra vida ahora, una muy feliz y llena de amor y no cambiará por nada del mundo.

— Lo se mi amor, solo... — Otro suspiro salió de los labios de la coreana pero no pudo seguir hablando pues Mina la besó, encargándose de disipar sus dudas con aquella acción. — De acuerdo, ya entendí, solo tengo un par de dudas. — Dijo cuando se separaron. — ¿Como lo descubriste? ¿Cuando lo confirmaste?

Mina apretó los labios, sabía que en cualquier momento la menor preguntaría aquello, y sabiendo que tenía como averiguarlo después, opto por contarle. — Estuve haciendo un par de visitas por aquí y por allá, puede que haya visitado viejos conocidos, y puede que recibiera ayuda de la vampiresa mas antigua que conocemos. — Confesó esperando que la menor relacionara las cosas.

Tzuyu... — Concluyó esta pensando seriamente en como les reclamaría a ambas por ocultarle algo así.

Así es, ya sabes como ella y Sana consienten a Yujin. — Rió Mina recordando las innumerables ocasiones en las que la menor le pedía que la llevara con su tía Chewy, y como en la actualidad era una de las que mas admiraba.

Y al volver a la realidad Jeongyeon casi entra en pánico de nuevo. — ¡Por Dios Minari! Cuando Yujin lo sepa... — Se pasó la mano por el cabello de forma preocupada pero Mina volvió a besarla.

Tranquila mamá preocupada. — Rió de nuevo acariciando sus mejillas. — Lo más peligroso que puede hacer es que no parara de saltar de un árbol a otro. — Bromeó obteniendo el resultado que deseaba cuando esta rió suavemente.

Nunca entendería la manía de los vampiros por sus constantes competencias de velocidad pero le alegraba que aún mantuvieran aquella tradición de hermanos, a la que Momo y Nayeon se unían de vez en cuando, y que la ojigris siempre terminaba ganando. — Tan inquieta como su madre y sus tíos, todos tan desastrosos con sus competencias de velocidad. —  Comentó sonriendo.

Y tan dedicada como tu, mi Jeongyeonnie. — La japonesa se permitió perderse en aquellos hermosos ojos verdes que poseía su esposa una vez más, jamás podría explicar que era eso que tenían aquellos hermosos ojos que solo con mirarla la dejaban rendida ante ella pero no quería que cambiara jamás.

No tan rápido Sharon. — Le dijo deteniendo sus manos que querían colarse bajo su blusa en medio del beso que compartieron momentos después. — Sigo molesta porque te desapareciste. — Contó seria, tratando de mantenerse firma pero Mina solo sonrió asegurando su agarre en su cintura acercándose hasta su oído.

Entonces, creo que debo hacer algo para resolver eso. — Susurró mordiendo el lóbulo de su oreja sacándole un sonoro suspiro.

Jeongyeon apretó el cuello de su camisa cuando los labios de la mayor tocaron su piel, enviando corrientes a cada rincón de su cuerpo con aquel roce.  — Minari... — Suspiró cuando sintió sus labios en su cuello. — Debemos volver, las niñas... — Trataba de mantener la cordura, pero definitivamente la mayor se lo estaba dejando complicado.

Están con Minho, dejemoslos solos un rato, además Momo y Haseul venían en camino, al parecer Nayeon volvió a molestarse con ellas por no cuidar bien de Yeojin, y ya sabes como las niñas disfrutan de su compañía. — Contó Mina sin descuidar los besos en aquella sensible zona acompañándolos con caricias en la espalda de la contraria.

Pero luego del tener aquella información y analizarla correctamente, la menor se separó de su tacto mirándola alarmada. — ¡Santo Dios Mina! — Exclamó alejándola por los hombros. — ¿Hasta ahora me lo dices? — Cuestionó furiosa, y al ver la rabia en sus ojos, la japonesa supo que podía irse despidiendo de su sesión de besos. —  Las tres junto a Minho, Haseul y Momo destrozarán mi casa. — Y allí estaba manifestado el miedo de Jeongyeon y su prisa por volver a casa lo antes posible.

A Mina le pareció bastante gracioso a decir verdad el amor que sentía la castaña por su casa, aunque lo entendía, en aquel lugar habían pasado momentos muy significativos de su matrimonio y la crianza de sus hijas. — No te preocupes amor, te prometo que te ayudaré a limpiar. — Trató de convencerla pero esta solo negó y se cruzo de brazos. — Entonces... ¿La limpiare sola? — Volvió a intentar sabiendo que había ganado al ver la sonrisa de la menor.

Ahora si que Jeong pudo suspirar mas tranquila. — Esta bien, eso me agrada. — Una gran sonrisa apareció en su rostro y volvió a rodear el cuello de Mina dándole un gratificante beso.

— ¿Ya me perdonarás? — Preguntó la mayor rozando sus narices, con sus ojos cerrados, las caricias en la espalda de su esposa no cesaron y los besos en su rostro tampoco.

Solo si logras ingeniártelas bien Myoui. — Fue Jeongyeon quien se acerco a su oído esta vez, enredando sus dedos en sus hebras oscuras, y dejando uno que otro beso en su pálido cuello, tentándola más y más con el pasar de los segundos.

En ese caso tengo una ventaja. — Escuchó decir a Mina que ya tenía la voz ronca e hizo que sus miradas cargadas de deseo se encontraran.

La castaña sonrió coqueta mordiendo su labio con la mirada fija en los ajenos. — ¿Porque estas tan segura? — Rió delineando sus labios con su pulgar.

Porque conozco cada espacio de su cuerpo, señora Myoui. — Respondió Mina antes de besarla otra vez.

De un momento a otro el resto del mundo paso a segundo plano con el beso que dejo a la menor de ellas sin aire, con sus manos en el cabello de su esposa y con las de esta en toda su espalda acariciándola de arriba a abajo, apretando su trasero y sacándole mas de un jadeo que calló con sus besos.

— Te amo Minari. — Habló la ojiverde minutos después con sus frentes unidas y su propia respiración agitada.

Yo te amo Jeongie, y jamás dejaré de agradecerle a la diosa luna por ponerte en mi camino y hacerme realidad este hermoso sueño que siempre se llamo tú. — Mina la miró y le habló con el mismo cariño que aquella noche sobre el río Han, haciendo que cada momento, cada lágrima, cada obstáculo que enfrentaron para llegar hasta ese momento valiera cada segundo.

Seremos dos muy agradecidas con la diosa luna por siempre mi hermosa pingüina.

Y fue de ese modo que compartiendo un nuevo beso cargado de cariño, en los brazos de la otra, escuchando las olas a unos metros de ellas, con el cielo de aquel lugar llenándose de colores cálidos, sellaron la promesa que para ambas era eterna, como su gran amor.

________

Ahora si se acabo... Es el fin de Soulmate Dream ¿Para siempre? Lloro.

Lo pensé bastante y creanme que me costo decidirlo pero, esta historia y Esmeralda japonesa, tendrán segunda parte.

Así es, quizá no hoy o mañana pero las haré, aunque se centraran mas en los hijos de nuestras chicas, otros shipps y personajes, con sus breves apariciones por supuesto pero como dije antes, aún no se cuando.

Tengo demasiadas historias y proyectos en mente, sólo espero poder culminarlas todas pronto.

Saludos y muchas gracias por el apoyo que me dieron, a través de sus votos y comentarios a lo largo de esta y todas mis historias, espero sigamos juntos por mucho mas.

Se les quiere.

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