Gracias le doy al Señor, ¡alabado sea mi Dios! por este regalo tan grande de tener un buen pastor.

   Se apasiona por todas las almas, donde otros dicen ¡No!, él como un guerrero va, siempre haciendo la obra, abriendo brecha él está.

   Tiene una fe inquebrantable de esas que nadie puede parar, nada lo detiene, evangelizando en todo lugar, buscando las almas para el reino, implantando esperanza, salvacion, proclamando verdad.

   Su corazón vale más que el oro, como David se sumerge hacia la presencia divina del Padre donde derrama unción, poder y autoridad. Donde Él multiplica sus fuerzas, prospera, da seguridad.

   Mi pastor es un ángel en la tierra, que nos guia a la verdad, nos enseña y muestra el camino por donde debemos andar.

   Es un hombre rozagante, buen mozo, de autoridad, siempre está formando y velando por todos sus hijos, como un excelente papá.

   Hombre justo y honorable que como pocos hay, sacerdote leal y fiel, que obra en justicia, amor y verdad.

   Mi pastor es único ya que en todas las esferas él está, siempre obrando, trabajando en el reino, sumergido con pasión y humildad, en la presencia divina de nuestro Dios celestial.