13 ; Es cuestión de pensarlo. 🖇
《 PRESENTE | AÑO 2044 》
Lía miraba por la ventana de aquella tranquila y discreta cafetería. En las calles de su ciudad podía verse los efectos de la lluvia; gente caminando con su paraguas, niños corriendo a los brazos de sus padres para no mojarse. Vecinos cerrando las ventanas de sus negocios para que el agua no se colara por allí. Dentro de aquel lugar, nada parecía tan grave, como si estuviese resguardada de todo mal. Aunque Lía amaba la lluvia, eso también era una pieza que jugaba a favor a su hermoso sentimiento estando en aquel lugar, observando, contemplando. Desde allí, nada parecía poder hacerle daño. La situación que estaba viviendo, era muy complicada, y necesitaba escuchar los consejos de una persona especial, de alguien que desde la secundaria la había estado apoyando. Su mejor amigo.
La conexión que había creado con él, era impresionante. Bueno, lo impresionante era pensar que habían logrado ser así de cercanos, pues su relación había empezado con algunos empujones y pisotones de por medio. Pero la vida había decidido unirlos para nunca más separarlos. O al menos después de 24 años, las cosas seguían igual. Nada había cambiado. Y eso era un alivio para Lía, pues, en momentos como estos, necesitaba de un amigo que sobara su espalda y le dijera que todo estaría bien, o que le fuese realista, sin abandonarla nunca. Ahora mismo, en aquel acogedor lugar, Lía se encontraba esperando por la llegada de su amigo, su compañero, su fiel testigo. El castaño entró por la puerta de la cafetería, haciendo sonar el llamador de ángeles que colgaba de la puerta de la misma. El chico dejó su paraguas en la puerta, junto a otros, y buscó a Lía con la mirada. Al encontrarla, tomó la rápida decisión de dirigirse hacia ella.
—Lamento el retraso, Lía. El tráfico estaba completamente pesado. No sé porqué. —expresó el joven, quitándose el gran saco marrón que cubría su cuerpo. Lo colgó en la silla frente a la chica y se sentó en la misma, para sonreírle en forma de saludo—. ¿Cómo estás?
—Hola... te extrañé, NingNing.
《 PASADO | AÑO 2020 》
—¿Por qué mencionaste el nombre de Beomgyu mientras hablabas sola? —soltó de la nada, dejando a Lía con las palabras y dudas en la boca. Quedó petrificada, ahora entendía. Él la había seguido, la había escuchado, y convenientemente, escuchó justamente lo que Lía quería ocultar.
—Y-yo... —titubeó ella, sin saber qué responder al respecto, ni dónde esconderse para no ser encontrada jamás.
—No huyas, no me mientas, quiero hablar contigo. Es el momento en que tú y yo nos quitemos las máscaras de una jodida vez por todas, Kang Lía.
Lía tragó en seco, duro, pesado. Por un lado, no podía negar que contarle todo a Hueningkai había sido una opción en su cabeza. Y es que Kai no era ni nadie más ni nadie menos que el mejor amigo de Beomgyu. Ignorar todo lo que él podría aportar, sería estúpido. Pero por otro lado, Lía estaba improvisando con el caso de Beomgyu. Había decidido empezar con el único recurso que tenía: poder comunicarse con él. Y por más que fuese algo enorme y sumamente útil e importante, no era suficiente, porque Beomgyu no recordaba nada. Tarde o temprano llegaría el momento en que Lía tendría que dejar atrás las diferencias y abrirse con Kai. Tal vez hubiese preferido que fuese de otra manera, pero bueno, ya estaba allí. Solo le tocaba la parte más difícil, o tal vez la más fácil: afrontarlo.
—¿Las máscaras? ¿Qué rayos es eso? Yo no te he ocultado nada... —habló Lía nerviosa, pero intentando fingir no estarlo. Hueningkai alzó una ceja incrédulo. Imitó la acción de Lía y se cruzó de brazos. Lía rápidamente deshizo aquella postura y carraspeó su garganta—. E-es decir, no te he ocultado nada porque nunca me has preguntado algo al respecto, así que, no tienes por qué hablar así. Yo solo-
—Responde, Lía. Me harás perder la poca paciencia que tengo contigo. —espetó Hueningkai comenzando a irritarse—. Esto es muy importante para mí. Beomgyu era muy valioso, porque él era-
—Tu mejor amigo. —interrumpió Lía completando la frase. Kai frunció el ceño aún más confundido. Y es que no entendía quién carajo era Kang Lía, y porque a pesar de ser recién llegada, ya sabía quién era Beomgyu y muchas cosas más de las que no debería haberse enterado tan fácilmente, o tal vez nunca.
—Lía, responde de una puta vez. —habló fuerte Kai, asustando un poco a Lía, quién retrocedió. No era momento de atrasar las cosas, de negar las confesiones. Se quedó en silencio intentando buscar las palabras correctas para comenzar. Estaba nerviosa, porque sentía que Hueningkai podría reírse de sus palabras. Y es que era algo muy fuera de lo normal.
—Bueno, yo... Agh, prométeme que no me interrumpirás, no te reirás y tratarás... —hizo una pausa para dar énfasis a su última palabra. Luego suspiró algo estresada— ...al menos tratarás de creerme.
—Lo prometo. Ahora habla.
—Bien... —soltó Lía para luego soltar aire. Suspiró un momento y decidió por fin animarse a decirle la verdad, por más descabellada que sonara—. Yo mencioné el nombre de Beomgyu, porque... estaba hablando con él. ¡No hablando con él! Es decir, sí, hablando con él, pero no en persona, porque... porque yo puedo verlo sin que él esté vivo. —intentó explicar Lía, pero al ver la expresión de confusión de Hueningkai, supo que tendría que cambiar sus palabras—. Ugh, soy médium. O esa cosa... ¡Es decir, yo...! Yo puedo comunicarme con Beomgyu. Con su espíritu.
Kai se sorprendió al escuchar las palabras de Lía. Medium, había escuchado esa palabra y en su mente simplificaba su significado a "persona que puede comunicarse con los espíritus". Pero ahora que estaba frente a una situación en la que aquel concepto cobraba suma importancia, entendía que ese término tenía más complejidad. Ahora era Lía quién esperaba una respuesta. Kamal tuvo que pensar qué respondería.
—Sé que es difícil de entender. Bueno, de entender no, de creer. —continuó la pelinegra—. Puede parecer que te estoy mintiendo. Pero la otra opción sería que estoy loca y que de repente me obsesioné con tu mejor amigo. Pero eso no explicaría el por qué sé cosas que no debería saber. ¿No?
—Lía, tú tomaste mi foto. Por eso sabes quién soy. —habló finalmente Hueningkai, intentando indagar más a fondo. Lía suspiró como por quinta vez en aquella situación, y asintió admitiendo aquel hecho. Hueningkai hizo una mueca.
—Pero no solo por eso. Mis compañeras también me han ayudado a investigar todo y además-
—¿Investigar todo? —interrumpió Kai, conflictuado por lo que Lía acababa de decir. Lía se tapó la boca sintiendo que había hablado de más. Y es que la situación la ponía en un estado de nerviosismo y su boca hablaba por sí sola. O al menos eso parecía.
—Ugh, lo siento, es mucha información de repente. Lo sé, pero... La primera vez que Beomgyu se apareció frente a mí, fue horrible. Porque es la primera vez que me pasa algo así, sobrenatural. —explicó Lía, llevándose toda la atención de un tenso Hueningkai—. Tuve problemas de salud, de hecho... Pero eso no fue suficiente razón como para acobardarme, y volví a él, lo busqué. Él me pidió ayuda, porque no recuerda quién es, ni qué le pasó. Entonces yo-
—Beomgyu se suicidó, Lía. Esto es ridículo. —espetó Kai molesto, pasando una mano por su cara, signo propio de fastidio e impaciencia.
—Bien, si es eso, estoy investigando para que Beomgyu recuerde quién es, qué le pasó, y así reconstruir el suceso paso a paso. Eso hará que él pueda obtener su justicia, y descanse en paz como merece. —remató Kang, y Hueningkai suspiró agotado. Era mucha información para procesar. Pensar en creer o dejarlo pasar. No podía simplemente ignorarlo. Lo que Lía decía, era fuerte. Y si era verdad... no quería estar ausente—. Te necesito. Eres un pilar fundamental para ésta investigación. Si no me crees, lo entiendo. Pero no te metas en mi camino.
Hueningkai quedó con las palabras en la boca, porque el timbre sonó, y ambos debían salir del salón en el que estaban escondidos. No dejaron de mirarse. Estaban serios, tratando de descifrar la mirada del otro. Kai no sabía si creer en ella. Lo que ella afirmaba, siendo para él y Beomgyu una completa desconocida, era una locura. No tenía sentido. Bueno, tal vez sí. ¿Por qué alguien ajena a la situación, estaba tan metida en ella? ¿Por qué se interesaría en algo así? Ese pensamiento tenía un voto de credibilidad. Estaba en un completo dilema, y debía decirle algo a la chica que esperaba por una respuesta de parte de él. A diferencia de otras veces que se cruzaron, los ojos de Lía no mostraban enojo, o rivalidad. Estaban desesperados. Lía necesitaba la ayuda de Hueningkai, porque sería la posibilidad de dar un paso gigantesco en la investigación. El chico tomó aire y soltó su tan anhelada respuesta.
—Voy... voy a pensarlo.
Hueningkai salía de la ducha con una toalla en la cintura, y otra con la que secaba sus castaños cabellos rizados. Ya era hora de dormir, pero como acostumbraba, antes de dormir, encendía su televisor y hacía zapping esperando encontrar alguna película para ver hasta que el sueño se apoderara de él. Era una persona a la que le costaba conciliar el sueño, por lo que recurría a aquellos recursos que le servían de ayuda. Encontró una película que le pareció interesante, pues era de acción: se trataba de guerras, algo que tampoco es que a Kai le fascinaba, pero sí le entretenía bastante. Mientras terminaba de cepillarse el pelo, y pretendía ver el contenido audiovisual, pensaba en lo que había hablado con Lía ese mismo día. Eran tantas dudas las que lo carcomían, quería llorar solo por la frustración.
Era todo demasiado loco como para creerlo. Pero Lía no parecía mentir. No es como si Kai la conociera de pies a cabeza, pero juraba que la voz de Lía manifestaba seguridad y confianza, e incluso, desesperación. Ella le había dejado muy en claro que si él aseguraba creerle y se ofrecía para ser de herramienta, su ayuda sería muy útil, porque él no era ni más ni menos que el mejor amigo del difunto joven. Y allí radicaba el problema de su indecisión; podría simplemente fingir no haber oído aquello que Lía le confesó, o tacharla de loca. Pero la simple idea de pensar que su mejor amigo estaba sufriendo y que había una manera de comunicarse con él luego de tanto dolor, no lo dejaba en paz. Además de que él había "descubierto" a Lía. Si no fuese porque él intervino, ella nunca le hubiese dicho lo que le dijo. Todo era muy confuso y sus sentimientos se encontraban mezclados. ¿Qué haría? Esa era la pregunta que lo hacía sentir ansioso todo el tiempo.
Decidió concentrarse en la película. Estaba en su punto final, en el clímax de la historia, cuando el mejor amigo del protagonista agonizaba por haber recibido un disparo en su corazón, y el protagonista lo veía morir en sus brazos. Sí, un cliché más de varios. Pero en éste momento, aquel cliché resultaba ser muy conveniente, acorde a la situación. Hueningkai observó la escena; la luz del televisor se reflejaba en sus ojos, y la situación parecía atravesarle, trascender y sumergirse dentro de su cuerpo para estremecerle. Apretó sus labios y soltó un gruñido de molestia. Tomó el control y apagó la televisión, dejando escapar un gran suspiro mientras pasaba sus manos por su rostro. Su vista se desvió a su closet, más específicamente a la parte de arriba de éste. Una caja de cartón yacía allí. Kai, indeciso, se mantuvo expectante a dicho objeto.
—¿Debería...? —se preguntó a sí mismo y después de pensarlo un poco, se levantó de donde reposaba y tomó la caja para sacarla de donde esta estaba acomodada. Abrió la caja con claras intenciones de revisar su contenido, y lo primero que sus ojos captaron en aquel acto, fue un cuadro con una foto algo vieja de dos niños juntos, abrazados, mirando a la cámara. La identidad de esos dos niños era obvia gracias a la reacción que tuvo Hueningkai al ver dicha imagen; era él y su mejor amigo, Choi Beomgyu, el chico que era el centro de todo lo que ahora le estaba sucediendo—. Ugh, maldita sea... ¿Qué se supone que debería hacer? ¡Beomgyu! ¡Dame una maldita señal, o algo!
Y en ese momento la televisión volvió a prenderse, aún estando en transmisión la película. ¿Por qué es que ahora los dos amigos ahora estaban juntos? ¿No es que el mejor amigo del protagonista había muerto? No, al parecer lo habían salvado justo a tiempo, luego de que él había optado por no seguir viendo la película. Se asustó, por supuesto que lo hizo. Miró la foto de ambos otra vez, y en esta, Beomgyu ya no estaba sonriendo. Algo parecido a lo que a Lía le había sucedido al comienzo, sin Hueningkai saber esto aún. Kai tembló, pero cerró sus ojos, apretándolos, pues a pesar de que el miedo le carcomía, ya estaba dentro de esto. Tenía que ser sincero consigo mismo, él quería ayudar. Evidentemente no podría conciliar el sueño si no lo hacía.
—Creo... creo que ya tengo mi maldita decisión respecto a ésta mierda.
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