11 ; Un Sueño, Una Visión. 🖇
《 PASADO | AÑO 2020 》
Se escuchaba el agua gotear sobre un charco. ¿Sería un grifo abierto? Resonaba a lo lejos resonando en aquella oscuridad que solo se iluminaba con cada gota. Los ojos de Lía se abrieron de a poco, mientras ella intentaba enfocar su vista, ya que todo se abrumaba en una oscura nubosidad de pesadez. Se sentó refregando sus ojos, intentando descifrar en dónde se encontraba, pero solo se veía negro, a excepción de las gotas iluminar un poco. Frunció el ceño y cuando volteó su mirada hacia otro lado, pudo ver una luz, la cual tenía forma de una puerta. La joven se levantó y con cuidado, caminó hacia aquella misteriosa puerta, ¿Acaso se estaba muriendo? No, porque fuera de esa puerta se comenzó a escuchar un llanto, un llanto que le era familiar. Comenzó a correr acercándose más y más a la puerta, hasta que, cuando la atravesó, se encontró con el patio de una escuela. La confusión crecía, pues no entendía ni sabía de qué escuela se trataba.
El llanto se había hecho aún más fuerte, por lo que Lía asumió estar cerca del emisor del llanto. Comenzó a caminar por el patio vacío, mientras buscaba escuchar más de aquel sonido de angustia, para saber cuándo se hacía más fuerte; hasta que llegó a un rincón, en dónde un joven de diecisiete años lloraba abrazando sus piernas, estando en posición fetal. Lía se preocupó y se acercó, intentó consolarle, pero solo lo traspasaba. Intentó hablar, pero el joven ni siquiera se inmutaba, así que allí dedujo que solo era una entidad dentro de aquella realidad que aún no identificaba del todo, pero creía que era un sueño. El chico dejó ver su rostro y Lía retrocedió asustada, conocía ese rostro joven y triste, lo conocía perfectamente. Era Kang JungHyuk, su fallecido hermano mayor. Lía quedó congelada; aquel chico miraba las heridas de su cuerpo, porque sí, estaba herido. Observaba aquellos moretones y rasguños con desprecio, desprecio hacia sí mismo. Lía tembló.
—Y-ya no aguanto... V-van a matarme... Tengo t-tanto miedo... M-mamá... —sollozaba el joven mientras temblaba entre sus propios brazos. Lía sintió una terrible angustia recorrer su cuerpo, tapó su boca y comenzó a llorar. No entendía por qué su hermano estaba así, por qué decía esas palabras y por qué se veía tan destrozado. Cuando su llanto sonó, su hermano pareció escucharlo—. ¿Lía? —llamó, sorprendiendo a Lía, quién cuando lo miró, gritó asustada. Ahora JungHyuk tenía su cabeza rota, de la cual brotaba sangre, sus ojos no tenían brillo, de su boca también goteaba sangre y su piel estaba tan pálida... El olor putrefacto característico de un cadáver se sintió, y Lía casi vomitaba, y es que... su hermano, estaba muerto—. Sálvame, Lía... ¡SÁLVAME!
—¡NO, JUNGHYUK! —gritó Lía llorando, despertando de aquel horrible sueño. Sus lágrimas caían mientras ella intentaba quitarse aquella imagen de su hermano muerto de la cabeza. Sus manos temblaban y su llanto era silencioso, pero triste. Lía tapaba su boca para no despertar a su madre. Una de sus temblorosas manos se estiró para alcanzar su móvil; era Sábado, de madrugada, pero dudaba que se pudiera volver a dormir. Se levantó y tomó su cuaderno. Allí reconstruyó los sucesos de su sueño, teniendo el presentimiento de que aquello tal vez le serviría más adelante. Bueno, su vida ahora se basaba en escuchar su intuición. Guardó aquel cuaderno en su escritorio, justo donde lo encontró y fue directamente al baño.
Decidió darse una ducha de agua fría, porque estaba sudada. Era comienzo del fin de semana. Lía estaba triste, tenía una pesada sensación de vacío en su pecho. La perturbadora imagen de su hermano en ese estado deplorable volvía a él una y otra vez, devolviéndole esa sensación de asco que sintió la primera vez que vio a BeomGyu. Y no, no porque le diese asco su hermano, si no, porque la situación era tan impresionante, sumado a la horrible imagen mental y el olor tan real y familiar a muerte, le revolvían el estómago. Lía se sentía tan presionada, porque había cosas que ella no pidió, y que no podía elegir; el ser "médium", o algo así, le asustaba. ¿Sería así toda su vida? ¿Tendría que lidiar con gente fallecida hasta su propia muerte? Y eso también, ¿Ella tendría una muerte en paz? No sabía, y tenía miedo, todo eso le causaba un pánico terrible. Tan solo tenía diecinueve años, y si bien, había cosas que le emocionaban, había otras que requería de un estómago fuerte y de una psicología organizada, que a veces, no poseía. Lía salió de la ducha un poco más calmada. Ya estaba amaneciendo, su madre despertaría tal vez en menos de una hora, debía fingir estar bien hasta entonces.
—Cebollas, zanahorias, carne y pan. ¿Te acordarás de todo o quieres que te lo anote? —preguntó la madre de Lía mientras juntaba la plata que le daría para que ésta última realizara la compra. Lía aún estaba algo distraída. Tenía tantas cosas en la cabeza, que la simple idea de retener la lista de una simple compra le estresaba. Así que, respondió acorde a sus pensamientos.
—Prefiero que lo anotes. —dijo finalmente Lía. Su madre rió un poco negando y cumpliendo con aquello, tomó un papel y un bolígrafo para anotar todo lo que necesitaba para cocinar el almuerzo. Lía recibió el papel junto con la suma de dinero necesaria para luego tomar su pequeño bolsito y salir de su casa en busca de los alimentos necesarios para la comida.
Aire fresco... Hermoso aire fresco que deseaba sentir de esa forma toda su vida. Pues su vida parecía descontrolarse cada tanto, y eso le fastidiaba. Ahora no solo estaba pensando en la situación de BeomGyu, si no que ahora su hermano se había sumado a sus preocupaciones. Él había fallecido cuando ella era pequeña, por lo que mucho no recordaba acerca de eso. Solo sabía que él una vez desapareció de su vida y que ya no pudo hacer nada al respecto. Tenía leves recuerdos de sus juegos con él, porque JungHyuk nunca fue una persona amarga, siempre dulce y extrovertido con ella, al punto de que no importaba que cara extraña hiciera, Lía reía alegre, sintiéndose completa. Su muerte fue una tragedia para su madre, pero para ella simplemente fue un hasta luego, porque era pequeña y la mayoría de su vida la viviría sin él. Además su madre nunca fue sincera con ella respecto a la muerte de Kang JungHyuk. Tal vez esa era la razón por la que ella no estaba tan conectada con ello. Bueno, por lo menos hasta ahora...
Sus pasos eran algo lentos, tranquilos, al menos más en calma que su mente; pues ahora, ésta, le estaba jugando una mala pasada con pensamientos superpuestos acerca de lo recién soñado. Y no solo eso, si no que la situación de BeomGyu también le preocupaba bastante. Bajo sus ojos se encontraban estancadas unas bolsas, o mejor llamadas "ojeras", que profundizaban la cuenca de su ojo y que se habían producido debido a la evidente falta de sueño. Cómo odiaba el querido insomnio... Mientras caminaba en dirección al mercado en dónde conseguiría lo que su madre necesitaba, miró hacia el cielo, dándose cuenta de que éste estaba nublado, y con toda la disposición de largar una fuerte lluvia. Lía maldijo en voz baja, ya que no había traído paraguas al no creerlo necesario. Pero ahora solo rogaba que la lluvia no le molestara. Estando distraída con el nublado cielo, no pudo ver la grieta de la vereda con la que su pie tropezó, y cayó al suelo dejando escapar un gran grito de dolor. Su frente había chocado contra el cemento, por lo que le dolía mucho. Intentó no sollozar del dolor, pero su cuerpo sintió una mala vibra enorme que la distrajo completamente de ello. Levantó su mirada y se encontró con una tenebrosa escuela secundaria que recordaba...
...era la escuela secundaria de su hermano. Lía se levantó lentamente y limpió su ropa algo temerosa. La escuela daba malas energías, y muy notorias. Al menos para ella, le resultaba un aura muy tenebrosa la que la envolvía. Tragó en seco creyendo que tal vez era una exageración suya debido a todo lo que había tenido que pasar hasta ahora. Por lo que tocó su frente y caminó, o más bien corrió hacia el mercado de la cuadra siguiente, intentando ignorar la situación recién experimentada.
—Quiero otra, por favor. —pidió BeomGyu mirando a Lía y luego a lo que tenía entre sus manos; era un paquete de galletas de chocolate, y ella había descubierto que a él le gustaban demasiado. Probablemente porque cuando estuvo vivo era así de igual manera. Dato que, no era menor para ella, ya que a pesar de tener miles de cosas en la cabeza, viniendo de BeomGyu y tratándose de sus recuerdos, Lía no podía dejarlo pasar por alto.
—¿Otra? Claro, allí está el paquete. Saca las que quieras, sin culpa. —respondió ella mientras leía algunas cosas en su cuaderno, analizando. Lo cierto es que, desde que tuvo aquel sueño con respecto a su hermano, decidió empezar a anotar todo lo importante y lo que tal vez erróneamente consideraba menos importante. Y es que se seguían presentando más y más cosas que ya no entraban en la mente de Kang Lía, temiendo que desbordaran de la peor manera posible, tal vez delante de BeomGyu, quién era la última persona o, mejor dicho, alma, a la cual quería espantar.
—Gracias, Lía. —agradeció BeomGyu con un tono dulce al hablar, un tono que, solo empleaba para Lía. Y que a pesar, de no recordarlo con claridad, sabía que no lo había utilizado con nadie más en vida. BeomGyu tomó otra galleta del paquete y mientras la comía lleno de felicidad debido al exquisito sabor que era captado poco a poco por sus papilas gustativas. Pero luego su atención fue puesta en la chica a su lado que se mostraba muy concentrada en lo que hacía. La curiosidad pudo con él y decidió zacearla—. ¿Qué haces?
Lía lo miró y luego miró nuevamente a su cuaderno, estirándose un poco, pues había estado encorvada hace mucho tiempo intentando repasar todos los hechos hasta ahora, para saber qué relacionar con BeomGyu y qué no,
—Bueno, anoto cosas importantes que puedan ayudarnos a progresar respecto a tu memoria. —respondió Lía haciendo una mueca de cansancio, para luego apoyarse en el hombro ajeno. BeomGyu se sorprendió, se avergonzó y se sonrojó ante aquel acto, y fue tal la reacción, que se atoró un poco con la galleta, comenzando a toser. Lía se asustó separándose de él para ayudarlo.
—¡Tranquilo! ¿Estás bien? —preguntó Lía con una sonrisa al ver que BeomGyu se había calmado. Éste aún acariciaba la zona de su garganta, de forma superficial por el cuello, ya que la sentía algo resentida. Aún así, Lía tomó su mochila y sacó su botella de agua para entregársela. Choi la aceptó y tomó de ella sin hacer contacto visual.
Pero en consecuencia de ello, sus ojos llegaron a la mano de Lía que estaba cerca de él. Su mirada regresó a Lía, quién ya estaba nuevamente concentrada en su cuaderno, y secretamente feliz por haber visto un tono que no fuese pálido en el rostro de BeomGyu. Éste último tragó en seco mirando hacia el frente. Su mano comenzó a desviarse lentamente hasta la mano de Lía que reposaba en el suelo. El sentimiento que estaba pasando en ese momento era tan aterrador, en el buen sentido, porque podría llegar a jurar que su apagado corazón recobraba su luz y se alteraba con la idea de tocar aquella dulce mano y entrelazar sus dedos. Tan solo ese simple contacto, ¿podría hacerlo rencontrarse un poco consigo mismo? Pero no lo pudo averiguar; el timbre que indicaba el fin del receso sonó, haciendo que Lía quitara su mano para guardar sus cosas, entre ellas, su cuaderno. BeomGyu escondió su mano y también sus intenciones, sintiéndose un poco avergonzado por lo que iba a hacer. No se entendía, en absoluto.
—Bien, volveré mañana a verte, ¿sí? Cuídate muchísimo, ¿sí? —se despidió Lía con una enorme sonrisa. BeomGyu asintió en forma de saludo y de su boca quería salir un "tú también", pero no pudo. Aún le costaba un poco expresarse en palabras. Pero estaba agradecido de que Lía no le presionara a nada y le permitiera ir a su ritmo sin problemas. Por ahora quería centrarse en sus propios sentimientos, ya que le era extraño "sentir" siendo un alma perdida entre la vida y la muerte, intentando entender su vida para descansar en paz.
Lía llevaba su bandeja del almuerzo junto a Rossie y Sayeon, quiénes iban hablando de cosas triviales. Lía venía perdida en sus pensamientos, como de costumbre, pero esta vez no era BeomGyu el único que aparecía en ellos; pues su hermano Junghyuk estaba bastante presente también. Aquel sueño se repetía en pequeñas secuencias, las cuales recordaba tan vívidamente que realmente lograban asustarle un poco. Cuando las tres llegaron a una mesa en la que pudieron sentarse tranquilas, Rossie paró su conversación al ver que, en la mesa de al frente, había alguien sentado solo. Era Kang TaeHyun, aquel chico que daba de que hablar ante los ojos de Sayeon y por supuesto de Rossie. Lía no podía ignorar la presencia de TaeHyun así como así luego de lo que Sayeon y Rossie le habían contado acerca de su cambio repentino de actitud luego de repetir, y por supuesto, de la muerte, es decir, del supuesto suicidio de BeomGyu.
—¿Lo viste? —preguntó Rossie comiendo de su sándwich vegetariano, mientras continuaba observando a TaeHyun almorzar absolutamente solo en una mesa, mirando a la nada. Como siempre, desde que había empezado el corriente año, su mirada estaba perdida en la nada misma. No se podía descifrar qué es lo que estaba sucediendo o pasando por su cabeza—. Almuerza solo...
—El otro día, él actuó muy raro conmigo en la biblioteca. —confesó Sayeon, captando la atención tanto de Rossie, como de Lía—. Simplemente tiene una personalidad extraña ahora.
Lía hizo una mueca para luego volver a mirar a TaeHyun, el supuesto famoso bully del año anterior. No entendía qué podría haberle pasado para cambiar tan radicalmente de un año a otro. No es como que podría madurar tanto en tan solo unos meses de vacaciones, ¿o sí? Aunque tal vez alguna tragedia en su árbol genealógico o en su círculo social le había hecho volverse así. La opción de que cambió por el simple hecho de quedarse solo (debido a que sus compañeros del año pasado se fueron todos de diferentes formas), también ocupaba espacio en las posibilidades que argumentaba Lía en su mente, para sí misma. Y antes de poder sacar alguna que otra conclusión solo con mirar a TaeHyun, su vista fue interrumpida por HueningKai, quién pasaba cerca de donde el otro Kang estaba. Ambos se miraron, y a diferencia de otras veces, la mirada de HueningKai no era con odio. Era con duda.
Lía no paró de hacer contacto visual con él, y Kamal tampoco bajó la guardia ante aquello. Los dos se miraban fijamente, como si HueningKai preguntara con sus ojos, y Lía tratara de responder con los suyos. Era todo muy estresante, porque parecía que se querían decir muchas cosas, pero había algo que lo impedía. Pero Lía no sabía qué rayos era aquello...
HOLAAAAAA, ¿me extrañaron? o bueno, ¿extrañaron la historia? ¡Hay tanto por saber todavía! No se imaginan...
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