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10 ; Un Viejo Piano. 🖇

PASADO | AÑO 2020

—Lía... te extrañé, Lía.

Lía pudo sentir, o más bien escuchar, la angustia con la que BeomGyu había pronunciado esas palabras. Y aunque ella no quisiera, debía enfrentar el terror de enfrentarlo; había dejado a BeomGyu solo por bastante tiempo, sin darle siquiera un poco de información acerca de su búsqueda, y si bien eso no era tan grave, Lía se sentía demasiado culpable respecto a eso. Además de que BeomGyu era los restos que quedaban de una persona que murió injustamente, y que de seguro estaba destrozada por dentro. Cualquier cosa podría herirle y hundirle más, y podría estar más que justificado por ello. Lía solo tomó valor y se acercó al joven fantasma, quién la miraba algo triste. La muchacha tragó en seco y cuando llegó hasta el joven, acercó su mano para acariciar los oscuros cabellos del chico, quién al ver aquella intención e insinuación al tacto, se cubrió con miedo. ¿Pero miedo a que? ¿A las caricias? ¿O a un posible maltrato? Lía solo suspiró, pero no se rindió.

—No, no voy a herirte si eso es lo que piensas... Solo quiero acariciarte, como hice veces anteriores... No te asustes, sé que quizá ahora no quieras confiar en mí, pero te aseguro que solo quiero ayudarte, y ahora... mimarte. ¿Sí? BeomGyu...

El chico la miró con un poco de inseguridad. Lía intentó regalarle su sonrisa más dulce y amable, intentando transmitirle paz y tranquilidad, sin pasar por alto su actitud ante la situación; el miedo que BeomGyu tuvo a su mano extendida acercándose, le daba curiosidad. ¿Dato relevante? Tal vez, en todo caso, lo sabría más adelante. BeomGyu suspiró y abrazó sus piernas con algo de frustración, el ambiente de tensión fue desapareciendo poco a poco, y Lía dejó de sentir miedo. Luego procedió a continuar con su persistencia, acariciando los suaves cabellos de BeomGyu, quién ahora solo se dejó hacer. Él miraba por el ventanal de aquella habitación mientras Lía lo observaba detenidamente; a pesar de que era una persona quién se había quitado la vida, su cabello era tan sedoso que hasta le daba un poco de envidia. La joven miró hacia dónde él miraba y notó que él miraba a HueningKai sentado en un banco que justo se veía desde allí. Aunque ese lugar que se podía ver desde el balcón de la sala de música también era parte del patio de la escuela, nadie iba por allí, y Lía no sabía por qué.

—¿Qué es lo que miras tan serio, pequeño? —preguntó Lía y BeomGyu la miró fijamente a los ojos por unos segundos. Pequeño... secretamente se guardó aquel sentimiento de cariño en su corazón no latente. Le había encantado aquel apodo.

—Él... todos los días viene y se sienta allí. HueningKai... Desde que mencionaste su nombre, yo... siento tantas cosas. No sé por qué viene, ni siquiera sé si él me recuerda, pero su nombre me reconforta bastante, Lía. —habló BeomGyu con algo de timidez, de hecho, su voz aún era delicada, bajita, como si sintiera dolor al hablar aunque no fuese así. Lía soltó una pequeña risita y dejó un dulce beso corto en la mejilla del chico, quién se encogió un poco en su lugar, pues no entendía ese tipo de contacto, o eso creía.

—No digas eso, bobo. Él te recuerda y te quiere. Te tiene presente, y tu ausencia le está generando malestares internos que exterioriza con personas como... yo, supongo. —explicó Lía. BeomGyu tocó su mejilla algo caliente, y tratando de analizar tanto las palabras que ella dijo, como el pequeño gesto de Lía, tan solo asintió.

Hubo un momento silencioso en el que ninguno de los dos dijo nada. Ambos observaron como HueningKai miraba debajo del balcón de la sala de música, como si lo que estuviese allí, le causara una suma tristeza. Lía se guardó aquella imagen mental, una cosa más que debía retener en su cabeza, pero bueno, todo sumaba si su idea era ayudar a BeomGyu. Aparte no era cualquier persona, si no Kamal, quién fue mejor amigo de BeomGyu durante su tiempo en vida. Luego de aquel momento casi incómodo el cual terminó con que Huening se levantara de allí y se fuera, Lía carraspeó su garganta llamando la atención de Choi, quién rápidamente la observó.

—Tengo algunas cosas que decirte, BeomGyu... Estuve recaudando información acerca de ti. Hay algunas cosas nuevas que debes saber, ya que eres tú quién debe confirmármelas. —dijo Lía sentándose en el suelo. BeomGyu asintió curioso y se levantó para sentarse a su lado.

A decir verdad, Lía sentía mucho dolor al hablar de lo que había sido BeomGyu en vida, con quién era BeomGyu ahora, atravesando su proceso de muerte. Sentía que estaba torturando al alma de Choi dándole información que lo hacía recordar su triste vida anterior de una forma deprimente. Pero hasta ahora, no había encontrado una mejor forma de hacer las cosas. Desde que supo que el alma de BeomGyu iba recordando a medida que ella iba encontrando información, datos, fotos, etcétera, solo se dedicaba a llevar la situación de aquella forma. Ahora, debido a eso, BeomGyu esperaba a que ella cortara el hilo de tensión con su sinceridad, revelándole aquello nuevo que ella había conseguido saber. Y entonces, Lía, finalmente lo hizo.

—Bien. Veamos... —Lía tomó su mochila y de ella sacó la ficha de BeomGyu que había logrado obtener de suerte. BeomGyu la miraba con suma curiosidad mientras ella actuaba—. Bueno, puedes leerla, pero... En resumen, eras un chico muy reservado.

El joven tomó la ficha entre sus pálidas manos mientras ella hablaba y hablaba. Sus oscuros ojos sin brillo alguno, se enfocaron en el papel blanquecino que tenía escrito todo acerca de él, o al menos lo relevante para la institución. Lía se quedó callada contemplando cada expresión que BeomGyu hacía, y se sorprendió al ver como de aquellos ojitos tan oscuros y apagados, caía una lágrima. La joven se preocupó al instante, pero no sabía qué hacer en ese momento tan complicado. Tragó en seco y acarició la espalda del chico, quién al sentir ese tacto, la observó y trató de hablar, pero no pudo; comenzó a hiperventilar, sintiendo que le faltaba el aire. Lía se asustó y lo abrazó, detectando de inmediato aquel ataque de nervios que el joven fantasma estaba teniendo.

—Respira... Despacio, pequeño. Tómate todo el tiempo que necesites... —susurró la chica, acariciando aquella delicada espalda mientras él buscaba bocanadas de aire que no llegaban, pero esto siendo solo una alucinación del ataque—. Yo estoy aquí contigo.

Para cuando BeomGyu se relajó, Las hojas de papel ya estaban todas húmedas debido al llanto que el joven había tenido que soltar debido a la presión que sus recuerdos le generaban. Lía susurraba miles de veces que lo sentía, pero BeomGyu solo sollozaba bajito. No era su culpa, no lo era, pero aún así, le dolía muchísimo. La voz del joven fantasma intentó salir de su garganta para decir algo, y ésta vez, sí pudo. Lía solo se detuvo a escuchar atentamente lo que el chico quería decir.

—Lía, yo... quiero mostrarte algo...











Sayeon se encontraba en la biblioteca de la escuela mirando los libros nuevos que habían traído. Estaba algo nerviosa, pues hace un tiempo había leído un libro acerca de un libro interesante que según había hablado con la bibliotecaria, sería traído pronto. Pero al parecer aún no llegaba. Se fijaría mañana, tal vez tendría más suerte... Aunque, cuando quiso dirigirse a la salida de aquella librería, sus ojos captaron que el libro que ella quería, estaba en manos de otra persona. Se acercó hasta el chico que lo tenía entre sus manos pálidas y algo huesudas, para preguntar por él, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca de la persona, se dio cuenta que era de su clase. Se sorprendió y carraspeó su garganta para llamar la atención del joven, quién rápidamente la miró.

—Hola... Kang TaeHyun, ¿cierto? Yo... quería saber si cuando termines de leer ese libro, ¿podrías avisarme de ello? Es que lo estoy esperando hace bastante y me emociona mucho empezarlo. ¡Pero solo cuando tú termines!

Cuando la chica terminó de hablar, el ahora mencionado TaeHyun solo se levantó de su lugar y le dejó el libro en la mesa de una forma extraña, la cual preocupó a Sayeon. Él no pronunció palabra alguna, solo cerró el libro, perdiendo totalmente la página en la que iba y comenzó a caminar hacia la salida, pasando por su lado. Sayeon frunció el ceño algo confundida ante la, ¿tal vez grosera?, actitud de su compañero repitente Kang. Ella quiso hablarle o algo para detenerlo, ya que su intención no era ofenderlo o algo parecido, pero simplemente no pudo; TaeHyun ya se había ido.

—¿Qué rayos pasa con él? —susurró ella quedando más confundida.











Lía cepillaba su cabello algo húmedo debido a la reciente ducha que se había dado. Su mente divagaba. Tomó dos pequeños moños y se trenzó el cabello delicadamente, mirándose al espejo que tenía en su tocador. Sus pequeñas manos moviéndose al atar su pelo, y sus ojos algo cansados por el día agotador, no era lo que le quitaban el sueño ahora. Si no, BeomGyu. BeomGyu y lo que iba recordando a medida que ella iba descubriendo. Su cabeza daba vueltas, pues recordaba una y otra vez aquello que BeomGyu había hecho y le había dicho. Para cuando fue a preparar su cama para dormirse, sus ojos no podían pegarse ni de broma. Un enorme suspiro salió de su boca, y solo se resignó a revivir cada momento en el día; entre ellos, lo que había sucedido con Choi BeomGyu.



—Lía, yo... quiero mostrarte algo...

BeomGyu se paró de su lugar y Lía se preocupó, pero cuando quiso levantarse también, BeomGyu la detuvo y la volvió a sentar, negando con una sonrisa débil. Cuando ella vio aquella expresión en el rostro ajeno, solo obedeció quedándose en su lugar tal cual él se lo había pedido. El chico se acercó con lentitud al viejo piano que había en aquella sala de música. El piano estaba bastante malgastado y sucio, propio de haber sido abandonado por más de un año. El joven fantasma se sentó y levantó aquello que cubría las teclas del viejo piano y estiró sus dedos. Lía sintió su cuerpo estremecerse al escuchar la primer tecla sonar. Él comenzó a tocar con cuidado y dedicación la canción Júpiter, The Bringer of Jollity con aquel hermoso instrumento. Las manos de BeomGyu hacían magia cada que tocaban una nota. Y es que el chico lo hacía con tanta pasión que Lía sentía como su piel se erizaba, cada parcela de piel en su cuerpo se volvía arrugada, esperando ser acariciada.

Lía abrió lentamente sus ojos, sintiendo como la calidez de cada nota llegaba a sus oídos como una brisa de invierno, cobijándola entre sus cálidas hojas cual crudo otoño, la energía que irradiaba era como cuando las rosas florecían en dulce primavera, cuando el verano derretía cada sentido de su ser. Sujeta a la parsimonia con la que los dedos de BeomGyu marcaban el camino a la belleza de un mundo ideal, Lía se enamoraba de aquella melodía utópica. Los ojos de la joven castaña viajaron por la silueta del chico sin vida que, al momento de tocar, parecía tenerla. Y no, no era una metáfora como todas las que han leído hasta ahora, el chico realmente parecía volver a la vida con cada acorde que pasaba. Aquel antiguo piano fue recuperando su color a madera nueva, reluciente y lustrada. El sonido del piano mejoró a tal punto que parecía una melodía celestial. Y la pálida piel cual cadáver de BeomGyu, fue tornándose cada vez más saturada.

BeomGyu estaba viviendo.

Y no solo eso, la música vivía con él. O mejor dicho, la música lo hacía vivir.

Lía estaba... ¿llorando? Lloraba cristales, o solo era que sus lágrimas eran tan puras, tan claras, que podían desaparecer en aquella habitación sin antes haber caído al suelo. BeomGyu había muerto, pero sus dones y talentos le seguían acompañando aún en su otra vida. Lía lloraba mientras BeomGyu era feliz, porque sentía que le habían arrebatado la vida, que le habían arrebatado un pedazo tan bello de su transcurso por el mundo que ahora compartían. BeomGyu sonreía de una forma que ella no podía entender. Era una sonrisa de felicidad, pero la canción solo le hacía ahogarse en agonía por miedo a no darle su tan merecida justicia. Lía hiperventilaba. Buscaba la salida de ese dolor tan cruel. Ya no quería seguir ahí, pero al mismo tiempo quería escuchar hasta la última maldita nota que los preciosos dedos de BeomGyu registraran en aquel hermoso piano.

Ella se sentía descompuesta, su garganta soltaría todo, el nudo en su garganta explotaría... Pero BeomGyu acabó la pieza musical de la forma más genuina y bella, dejándose llevar y atrapar por la muerte una vez más. Su piel perdió su color y aquel piano volvió a llenarse de polvo. Nada parecía tener sentido para Lía. Ella se quedo paralizada observando a su adverso, quién la observaba a ella también. Las palabras no salían. Pero él logró romper el hielo.

—Ahora lo recuerdo... yo siempre fui esto... La música era mi manera de expresarme sin utilizar palabras... Siempre fui reservado, porque la música es mi hogar.

Entonces Lía se negó rotundamente a hablar de TaeHyun aquella vez. BeomGyu había recordado suficiente como para presionarlo a más. Y ella... estaba cansada. Necesitaba descansar de aquella experiencia tan vívida como pluma acariciando su piel.



Lía se quedó dormida pensando en aquello, recordando la ilusión de un BeomGyu viviendo su vida junto a un viejo piano que acarició su alma y le hizo cosquillas. Muchas cosas por hoy, mañana sería otro día, uno mejor... O al menos, eso creía.

Heeeyyyy, ¿Cómo están? Yo bien <3, más que contenta de volver^^

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