04 ; Libros de Fantasía. 🖇
《 PRESENTE | AÑO 2044 》
A lo largo de mi vida he aprendido que las almas se pueden manifestar de diferentes maneras. A través de voces, sueños, posesiones, sentimientos, y la que más puede asustar, de forma visible. La forma visible es una de las más comunes: se manifiesta una persona de carne y hueso que solo aquellos que tienen la conexión con el más allá, pueden ver y tocar. Algunas veces las almas poseen memoria absoluta de los hechos ocurridos en vida, y a veces no recuerdan absolutamente nada, y es la persona médium quién tiene que hacerle recordar. Lo que sí tiene que quedar claro de todo esto, es que las almas, si se manifiestan de alguna u otra forma, casi nunca es por una buena razón. Puede que te topes con almas que aún no descansan en paz porque les quedó algo pendiente en este mundo, pero casi siempre vuelven a hacer presencia porque su muerte fue injusta, o tal vez malentendida. Descubrir que yo, Kang Lía, era una de las elegidas para ser intermediaria entre la vida y la muerte, fue un proceso muy complicado y agotador, pero que hoy es mi fuente de vida, casi. Hasta el día de hoy hay cosas que sigo aprendiendo y que me siguen derrotando cada vez. Pero debo seguir. Por mi hermano... por BeomGyu... las primeras dos almas que pude salvar...
—Cariño, quiero invitarte a tomar algo mañana. —Me habló Choi SiWon, mi esposo.
—¿Mañana? ¿Por qué? —pregunté yo escribiendo en mi laptop acerca del caso que acababa de resolver. Un silencio de parte de él nos distanció por unos segundos y yo lo miré esperando una respuesta a mi pregunta.
—Mañana es veintisiete de Agosto, Lía. —dijo él un poco confundido ante mi indiferente reacción. Yo fruncí el ceño sin comprender, pero cuando caí en cuenta, abrí mi boca con sorpresa y algo de vergüenza—. Nuestro aniversario de bodas. ¿Lo olvidaste?
—¡Ugh, lo siento, cariño! ¡Es que...! Tú sabes, el trabajo y todo. Me tienen mal. Demasiado ocupada... —expliqué. No quería admitirlo, pero me excusé. Aunque no era mentira. Realmente mi cabeza daba vueltas ahora mismo y no se me había cruzado por la mente que mañana era nuestro aniversario.
—Descuida... sabes que yo entiendo... —susurró SiWon calmado, pero yo sabía que no estaba del todo animado ante mi reacción. Yo suspiré.
—Organizaré mi agenda para mañana estar libre, ¿Si?
Él sonrió un poco convencido y asintió dulce. Yo sonreí, y él se acercó para darme un pequeño beso. Luego fue con los niños. Yo pasé mis manos por mi cara. Ni siquiera tenía tiempo para lamentar el hecho de que este trabajo desgasta mi matrimonio... Las ojeras que tenía eran miles, y mi cuerpo estaba cansado. Cerré la laptop y me levanté para estirarme. Bostecé un poco y luego caminé hasta mi habitación en donde simplemente me dejé caer rendida en la cama. Me dormí casi en un instante...
Ser Médium es un trabajo que me cuesta, pero amo sobrellevar.
《 PASADO | AÑO 2020 》
—Entonces, ¿No recuerdas nada? —preguntó Lía con sus ojos llenos de preocupación. BeomGyu estaba sentado en un rincón de la sala mientras abrazaba sus piernitas y miraba un punto fijo en el suelo.
—N-no... Nada de nada... —susurró BeomGyu algo aturdido. Lía se acercó y se sentó a su lado suspirando frustrada.
—Pero es innegable que eres tú. Todas esas cartas... ¡Te querían, BeomGyu! —exclamó Lía—. Es extraño que no puedas recordar qué te pasó... ¿Es que acaso todas las almas siguen rondando por la vida?
BeomGyu la observó y se encogió de hombros sin saber qué responder. Hasta hace unos cuantos minutos todavía ni siquiera podía hablar.
—El que me hicieras recordar mi nombre, hizo que pudiese hablar. ¿Por qué sucedió eso? —preguntó BeomGyu observando el techo con melancolía.
—Qué se yo... También me parece extraño... —bufó Lía y luego frunció el ceño mirándolo, pero luego una idea pasó por su cabeza, la cual la hizo sonreír radiante avergonzando a BeomGyu quién al verla, desvió la mirada.
—¿Q-qué sucedió?
—¡Ya sé! —exclamó ella—. Si pude hacerte hablar, sé que podré ayudarte en el resto. —afirmó Lía decidida y se levantó. BeomGyu la miró confundido.
—¿E-enserio? ¿Estás segura?
—¡Sí! —chilló ella y caminó a la puerta de la sala de música, dejando a un BeomGyu algo desenfocado—. ¡Déjamelo todo a mí!
—Recuerden que si desaprueban el proyecto, tienen el cincuenta por ciento de probabilidades menos para aprobar la asignatura. —habló el profesor de aquella materia que Lía odiaba con su vida: Historia—. Así que estudien mucho y esfuércense. ¿Quedó claro?
—¡Sí, profesor! —exclamó todo el salón al unísono, incluyendo a Lía.
—¡Así me gusta!
La campana sonó indicando el fin de la clase de Historia y el inicio de la clase libre de estudio. La clase era corta, sin embargo era una especie de asignatura libre, puesto que era un espacio en el itinerario creado para que los alumnos estudiaran para la materia que quisieran. Aunque, con total sinceridad, no todos se ponían a estudiar: habían personas que leían y otras que simplemente desperdiciaban el tiempo haciendo payasadas o paseándose por el colegio. Lía, quién experimentaba aquello por primera vez, realmente tenía deseos de estudiar. El proyecto de Historia, para su buena suerte, le había tocado con Rossie, aquella chica que conoció hace unos días. Y también con otra compañera que aún no conocía para nada. Sería una buena oportunidad para comenzar a socializar mejor con sus compañeros, ya que desde que había llegado solo le habían pasado cosas bastante extrañas y peculiares. Además agradecía infinitamente al cielo por no haberla puesto en el mismo grupo que ese tal "NingNing" que realmente deseaba saber su nombre porque ese apodo le asqueaba. No porque sea feo o algo por el estilo, si no porque era un apodo demasiado bonito para una persona que tenía una muy mala personalidad.
—¡Kang! ¡Nos ha tocado juntas, qué coincidencia! —exclamó una voz femenina que Lía ya conocía, la voz de Rossie. Lía se volteó en busca de la persona emisora de la voz y cuando la encontró en su campo de visión le sonrió de forma amistosa.
—Lía, solo llámame Lía, por favor. —pidió ella manteniendo su sonrisa amable. Rossie asintió y de igual forma le sonrió en grande.
—Lía... —susurró Rossie y luego miró a la joven que estaba sentada en frente suyo. Era la chica con la que les había tocado hacer el proyecto—. ¡Hey, tú! ¡Ven! —exclamó Rossie. La verdad es que Lía no entendía cómo es que era tan confianzuda con todo el mundo. Envidiaba esa cualidad. Obviamente de forma sana, como admiración. La chica se levantó de su asiento y se acercó a las dos jóvenes ya conocidas. Cuando estuvo frente a ellas, hizo una reverencia.
—Un gusto en conocerlas. Soy Lee SaYeon. —Se presentó ella. Sus cabellos eran oscuros y lacios, perfectos.
—Yo soy Rossie Brown. ¡Un placer! Y ella es Kang Lía. —presentó ella. Lía hizo un asentimiento con su cabeza mientras sonreía.
—Encantada. —dijo la susodicha.
—Igualmente, chicas... —susurró la ahora conocida como SaYeon. Rossie sonrió animada y luego carraspeó su garganta.
—Bueno, ahora que nos conocemos, deberíamos empezar a hablar del proyecto. ¿Se les ocurrió algo? —introdujo la más extrovertida del grupo: Rossie.
—Yo tenía planeado hacer una maqueta que...
—C-choi BeomGyu... —susurró una voz.
Lía, quién hace unos segundos estaba totalmente atenta a su entorno, abrió sus ojos en grande y frunció su ceño al escuchar o quizá recordar aquella hermosa y dulce pero quebradiza voz masculina. Hace un par de días había descubierto la identidad de aquel joven de cabellos oscuros como la corteza de un viejo roble. Aquel chico con piel pálida hecha de porcelana fría, y esos ojos que recobraron su color cuando Lía descubrió su nombre. Aún conservaba aquella voz que supuestamente se le había caído a NingNing, y que aún no le devolvía. Su corazón comenzó a palpitar a una velocidad dolorosa. No había vuelto a visitar a BeomGyu, porque no encontró oportunidad para volverse a escabullir y entrar a la sala de música después de clases. Mordió su labio al recordar aquel abandono y comenzó a sudar en frío. Escuchaba a lo lejos las voces de las muchachas que parloteaban sin parar acerca de lo que ella suponía era el proyecto de Historia. Cuando comenzó a entrar en razón, se dio cuenta de que las chicas estaban esperando una respuesta de ella con respecto a... ¡Ups!, ese era el problema. Pues no había escuchado absolutamente nada.
—¿Qué opinas, Lía? —preguntó Rossie, y luego frunció el ceño al ver lo extraña que se comportaba Kang—. ¿Estás bien?
—A-ah, sí, lo siento... —susurró Lía algo avergonzada y rascó su nuca—. Solo estoy un poco distraída, eso es todo.
—Soy Choi BeomGyu... Y-yo...
—Yo pienso que deberíamos... —comenzó charlando Lía y luego volvió a paralizarse cuando escuchó o recordó otra vez aquello.
—Tengo miedo...
—Lo siento chicas, tengo algo importante que hacer. ¡Sigan sin mí! ¡Enseguida regreso! —exclamó Lía levantándose rápidamente de su lugar para salir corriendo por la puerta del salón, dejando confundidas a Rossie y a SaYeon.
Y es que el recuerdo de aquella asustada y temerosa voz la hizo despertar de su vida normal de una joven estudiante que estaba saliendo de la pubertad. Estaba claro que ella no era normal al tener ese tipo de contacto con aquel joven, pues anteriormente había descubierto que era Choi BeomGyu, aquel joven que obviamente ya no estaba vivo. No entendía muy bien qué sucedía, pero sabía que era una oportunidad única en su vida, y tenía la certeza de que no era locura. Sus pies se movían solos. Aún tenía presentes las expresiones que el joven había hecho al enterarse quién era, y al confesarle que no sabía el porqué de su agonía en su nueva vida en el más allá. Si él era el alma o fantasma de un muerto, ¿Por qué seguía sufriendo? Y es eso lo que Lía había prometido descubrir. Pero el problema surgía desde ese punto: ¿Cómo rayos ayudaría Lía a descubrir algo de lo que ni siquiera sabía? Ella tenía el hábito de hacer cosas por los demás y comprometerse en cosas difíciles o casi imposibles por mera impulsividad de querer ayudar y ser útil, pero las cosas siempre se terminaban complicando. Ahora debía buscar la manera de ayudar a BeomGyu a recordar algo de lo que le sucedía pero no sabía por dónde empezar...
Entre tantas ideas entremezcladas, el revoltijo en su estómago y la presión de sentir que tenía que resolver todo cuanto antes, sus pasos apresurados se fueron deteniendo hasta quedar completamente inmóvil frente a ese lugar que parecía ser agua en desierto, luz en la oscuridad, en fin, una especie de milagro: la biblioteca. ¡Pues claro! ¿No sabes la respuesta de algo? ¡Búscala en libros! La opción del internet también era efectiva, pero jamás se le ocurrió por estar cegada en su nerviosismo y preocupación. Se apresuró a ingresar a la biblioteca. La señora encargada de la recepción la observó agitada y levantó su dedo índice para posarlo sobre sus labios y dejar salir de ellos un leve "Shh", ordenándole que fuera más silenciosa. Lía hizo una reverencia disculpándose y comenzó a pasearse por la biblioteca. No sabía si buscar en la sección paranormal o en la de fantasía. Comenzó a mirar los títulos con suma atención sin hallar algo que le interesara, hasta que dio en el blanco: un libro pequeño que tenía la tapa negra con detalles sumamente elegantes en tonos dorados brillantes. El libro se titulaba "Almas: Sí existe la Vida después de la Muerte." Enseguida fue a por él, tomándolo y abriéndolo para leerlo. Buscó algún subtítulo en el índice, quedando paralizada ante todos ellos, pues todos eran relacionados a lo que a ella le interesaba justamente ahora. Caminó con el libro hasta donde estaba la mujer y la observó curiosa.
—¿Qué tengo que hacer para poder llevarme un libro a casa? —preguntó Lía algo ansiosa. La mujer alzó la mirada y la observó a través de sus lentes.
—Bueno, para eso debes hacerte socia de la biblioteca. —respondió aquella mujer mayor.
—Bien, quiero ser socia. ¿Qué debo hacer?
La puerta de aquella lúgubre sala de música volvió a ser abierta por esa chica castaña que estaba visitándola a menudo. La joven pasó y cerró la puerta, para luego buscar con la mirada al protagonista de todo el asunto que la tenía nerviosa. El chico no estaba allí, lo cual le pareció algo extraño. Como nadie aparecía ante el ruido de sus pasos, Lía decidió dirigirse al armario en donde aquel jovencito acostumbraba a esconderse. Dio tres leves golpecitos a la vieja madera de aquel armario y nadie respondió. Ella frunció el ceño y volvió a golpear, pero esta vez decidió acompañar sus golpes con su dulce y femenina voz. Deseaba que de esa forma el chico pudiese aparecer frente a ella nuevamente.
—¿BeomGyu? ¿Estás ahí? —susurró dulce ella—. Soy yo, Lía. No tienes de qué preocuparte...
Y como por arte de magia, la puerta del armario fue abierta por aquel pálido jovencito que ya no lucía tan aterrador como la primera vez que lo conoció. BeomGyu le sonrió apenas un poco, puesto que aún tenía un poco de desconfianza y temor. Dio dos golpecitos a un costado del suelo del armario para que Lía pudiese entender esa referencia y se sentara junto a él: y así lo hizo. Cuando ambos estuvieron sentados y cómodos, Lía le sonrió y sacó el libro que había sacado de la biblioteca al haberse hecho socia y tener membrecía. BeomGyu observó con suma curiosidad aquel libro y levantó un poco su cabecita para observar atentamente cada acto que la joven llevaba a cabo.
—¿Q-qué es eso? —Se atrevió a preguntar él.
—Un libro... Un libro de almas. —susurró Lía con una sonrisa de triunfo—. Estuve husmeando libros de fantasía hasta que di con este. —agregó y abrió el libro buscando en el índice nuevamente. "¿Cómo se manifiestan las Almas y por qué?" fue el título que ella leyó y buscó la página en donde éste estaba.
—¿Y t-tú crees que ese libro de fantasía podrá... ayudarme a recordar? —cuestionó BeomGyu en un susurro temeroso.
—¡Eso espero! —exclamó Lía leyendo. Sus ojos se abrieron en grande y una sonrisa hermosa salió de sus labios. BeomGyu observó aquella sonrisa y sus mejillas se enrojecieron levemente, solo un touch—. ¡Escucha, escucha! —chilló Lía emocionada y comenzó a leer—. "Un alma se manifiesta por diversas razones, pero las más comunes son: por querer comunicarse con los seres vivos para saldar deudas pendientes en vida, y la más conocida, porque su muerte fue malentendida o injusta." —comenzó leyendo. BeomGyu comenzó a meditar todo aquello con su seño fruncido. Lía continuó con su lectura—: "Las almas suelen recordar qué fue lo que les pasó en vida y a qué vienen. Pero, aunque sean escasos los casos, existe la posibilidad de que las almas no recuerden el porqué de su perecimiento. Por eso, se requiere ayuda de aquellas personas en vida que tienen la capacidad de comunicarse con ellas. Estas personas son las aptas para ayudar al alma a recordar, y así, hacer aquello que deben hacer para poder descansar en paz." —BeomGyu abrió su boquita y sus ojos con suma sorpresa, pues realmente era un relato interesante—. "Lamentablemente hay almas que jamás se conectan con una persona médium, y terminan sufriendo el resto de su tiempo en muerte por no lograr aquello que necesitan para poder descansar..."
Lía levantó su mirada con impresión. BeomGyu tapó su boca y ella hizo lo mismo, ambos sorprendidos ante aquello que resultó ser muy interesante y nuevo para ellos. BeomGyu no estaba muy convencido de que un libro de fantasía podría ayudarle, pero Lía sí, y se le notaba en la cara.
—¡Debemos intentarlo! ¡Funcionará!
—P-pero... ¿Y si no...? —cuestionó BeomGyu indeciso.
—Debemos hacer lo que podamos para que dejes de sufrir, ¿Si? —susurró ella—. Tranquilo... Te salvaré... Lo iremos haciendo poco a poco. —afirmó.
BeomGyu asintió convenciéndose a sí mismo. Era eso, o seguir sintiendo esa angustia y dolor constante toda su vida sin poder descansar en paz como un alma normal.
—Así como al hacerte recordar tu nombre, te hice lograr hablar, yo...
BeomGyu la observó con sus ojitos brillantes, esperanzado.
—Investigaré qué rayos te sucedió, y te sacaré de esto.
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