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XV. Homare

Cuando el Hokage llamó a Homare a solas y luego le asignó su equipo para la próxima misión, no pensó mucho en ello hasta que el hombre le entregó el pergamino con el contenido de su misión y le dijo que una vez que lo terminara de leer, lo quemara.

Luego le entregaron el pergamino que tendría que proteger y entregar junto con su equipo.

El Hokage no llegó a su posición por nada y lo podía ver en las profundas líneas de expresión de su rostro y en sus ojos tan oscuros y profundos como dos lagos inamovibles e imperturbables.

Su equipo consistía en tres Chunin con cara de genin, lo cual serviría mucho para despistar a cualquier enemigo y descartar que quisiera robar el pergamino en sus manos, pero a diferencia de sus rostros juveniles, Ichikawa Ayumu era un especialista en ninjutsus de Agua, siendo capaz de soltar tres Suiton Jutsus consecutivos de clase A sin sudar y podía detectar genjutsus rápidamente y luego torcerlos a su favor, por otro lado, Sano Tomiko, aunque descrita como temperamental, astuta y un poco degradante, tenía una naturaleza común de tierra y, aunque no era la mejor Kunoichi de su generación, podía hacer combinaciones de Suiton y Doton con rapidez, siendo capaz de mezclar ambos elementos con un poco de esfuerzo.

Su ultimo integrante, era un Uchiha.

Kimura Homare no se consideraba un hombre con prejuicios, pero dudaba de que el chico Uchiha pudiera encajar con un grupo de tres ninjas de Origen Civil, en especial cuando es tan joven y, según lo que a escuchado, un prodigio.

Dios sabe que clase de cosas les están enseñando el clan Uchiha.

Sinceramente, Homare no esperaba cooperación alguna entre su equipo con el joven Uchiha en él y, aunque sus suposiciones fueron correctas, no fue por falta de cooperación del Uchiha como pensaba y, en vez de eso, fueron los dos shinobis de origen civil quienes rechazaron al chico, ya sea por su edad o su clan, Homare no lo sabía.

Uchiha Blair fue total y completamente cordial y paciente con su equipo, pero claramente había algo que lo estaba afligiendo desde antes de la misión y estaba poniendo una distancia entre su equipo y él, no intencionalmente, puesto que el chico fue el primero en saltar a salvar a Tomiko mientras ayudaba sutilmente a Ayumu cuando un ninja lo iba a atacar en sus puntos ciegos, pero aun poniendo cierta distancia inconsciente entre ellos.

Con lo poco que pudo observar del Uchiha, Homare lo catalogó como ferozmente protector.

Claro, no se veía como tal, pero el fuego que ardió en sus ojos una vez que vio a en peligro a sus compañeros a pesar de mantener una cara irritantemente vacía hablaba más de lo que podría expresar cualquier palabra.

Demonios, ese pequeño demonio saltó desde un árbol para matar a uno de sus contrincantes para que no se viera abrumado por la disparidad numérica con sus oponentes, ¡Y él era un Jounin, por el amor de dios! También le compró una valiosa oportunidad al despistar a unos de sus enemigos lo que le permitió acabar rápidamente la pelea mientras el chico reunía los cuerpos y los quemaba para borrar evidencias.

Había ciertos rumores, hace mucho tiempo, de que el amor de los Uchiha era intenso.

Que era de color rojo y se desbordaba tan rápidamente como la sangre de los cuerpos que cortaban.

Decían que mientras un Senju crearía un mundo para ti, un Uchiha destruirían el mundo por ti.

Y Homare fue testigo de eso.

En algún momento de su combate con los ninjas de Kumo, todo empezó a ir de mal en peor, Ayumu perdió uno de sus ojos y Tomiko casi pierde la cabeza en más de una ocasión si no fuera porque fue manipulada por hilos de Chakra que provenían del Uchiha menor, que, a su vez, estaba rodeado por los Chunin.

Blair claramente no los amaba, pero si amaba a Konoha, entonces los amaba porque pertenecían a Konoha.

Y cuando casi pierde un brazo, si no fuera porque fue empujado bruscamente por el cuerpo de Tomiko, que le dio una patada en las costillas al ser manipulada, todo se fue al carajo cuando ellos tres estaban detrás del cuerpo iracundo de un pequeño Uchiha que ni siquiera le llegaba al pecho.

Los ojos de Blair pasaron de ser llamas ardientes llenas de rabia negra a ser de un abrasador color carmesí como la sangre que derramaron de sus cuerpos.

Y fue un espectáculo.

Fue un verdadero espectáculo ver como una pequeña pulga como el Uchiha empezó a sobre analizar todo el combate y utilizó Jutsus de rayo, agua y fuego para joder a los ninjas de Kumo, metiéndose en sus cabezas con su Sharingan, metiéndolos brevemente en genjutsus para comprar algo de tiempo e infligir heridas fatales, lanzando Senbons para inmovilizar sus miembros y moverse como si el dolor no existiera en su vocabulario aun cuando su sangre era derramada.

Una pequeña bestia.

Un monstruo.

Parecía como si Uchiha Blair no pudiera pensar en nada más que en el Ojo herido de Ayumu, la herida casi fatal en el abdomen de Tomiko que no paraba de sangrar y el corte que raspó ligeramente su hueso dejando lo peligrosamente cerca de perder su brazo (algo que arruinaría para siempre su carrera de shinobi, que lo dejaría invalido y le costaría conseguir cualquier tipo de trabajo considerando el no tener a movilidad completa de no de sus brazos).

Blair mató con facilidad a los tres Chunin restantes de Kumo con las mismas técnicas que utilizaron contra ellos, pero las potenció al utilizar los restos húmedos de los jutsus de agua de Ayumu, se aprovechó de las técnicas terrestres de Tomiko como si fuese un topo y utilizó las diferentes temperaturas de las corrientes de viento para utilizar el fuego que es famoso entre el clan Uchiha y crear espejismos y niebla.

El ninja con el que luchó Homare durante la mayor parte del tiempo y al cual él dejó más herido estaba muerto, mientras que el Jounin restante perdió una mano, pero dejó inconsciente al pequeño monstruo de un feroz puñetazo que lo arrastró fuera de la niebla y lo hizo rebotar en el suelo como una pelota de goma hasta finalmente impactar y derribar un árbol.

Homare no sabía que pensar, pero no hacía falta pensar en algo para matar rápidamente al Jounin restante e ir corriendo hacia el niño que respiraba con dificultad ahora que la adrenalina se había extinguido y estaba inconsciente.

Ayumu aún estaba incrédulo por todo el espectáculo del infierno que acababan de ver, también estaba un poco mareado y desequilibrado por la nueva perspectiva de haber perdido un ojo, pero se las arregló para cargar a Tomiko de alguna manera y seguirle el ritmo a Homare, que cargaba al niño inconsciente, mientras ambos corrían hacia Tanzaku.

Cuando llegaron, lo primero que hicieron fue visitar el hospital de la ciudad turística y Homare, como lider de la misión, dejó a Ayumu a cargo de su equipo después de que le cosieran la herida del brazo y él mismo se fuera a entregar el pergamino de su misión.

Blair, aunque es joven, es despiadado y cruel, un monstruo que cuando crezca podría ser fácilmente un dios demonio si así lo quisiera.

Pero amaba demasiado fuerte y esa era una correa para mantener al monstruo rabioso que el niño era y una vez que esa correa se cortase...

No quería pensar en ello.

Homare realmente no quería pensar en qué sucedería si ese pequeño monstruo perdiese a alguien que realmente amaba. Si por ellos, un grupo potencial de desconocidos que no lo habían tratado especialmente bien ni con hospitalidad recibieron esa clase de cuidado feroz, ni siquiera quería ponerse a imaginar en la hipotética idea de que el chico perdiese a alguien amado.

Él era un adulto, un shinobi que ha estado dentro del mundo ninja desde su tierna edad de trece años hasta los treinta que tiene actualmente, había participado parcialmente en la segunda guerra shinobi y se había endurecido como el hierro al cual golpean y se hace más fuerte. Él era un hombre que había pasado por muchos momentos altos y bajos, había experimentado la felicidad y la agonía de la vida, un hombre que no se considera ni sabio ni tonto, solo una persona más que tiene habilidades que le permiten sobrevivir en este caótico mundo shinobi.

Y este hombre sobreviviente sabía que lo más inteligente que podía hacer un shinobi, era confiar en sus instintos.

Y sus instintos le decían (no, le gritaban) que ese niño sería un maldito monstruo en la batalla, alguien con una brutalidad nunca antes vista.

Y temía.

Temía porque toda esa brutalidad tendría algo que ver con el intenso amor que ese chico sentía.

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