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Capitulo 8: Castigo divino.

—Es que... Yo en el pasado engañé a Poseidón para que causará una guerra en contra de athena, creí que se lo debía cuando me salvó todas esas veces que estuve apunto de ahogarme en Cabo unión.

Kanon estaba sentado tratando de explicarle a Radamanthys sobre el por qué el emperador de los mares lo quería muerto y de tal forma, a lo simplemente el rubio se limitaba a escuchar.

Era entendible, pero lo había hecho de una manera sucia, atacarlo cómo lo había hecho se trataba bien de un castigo divino.

Aunque, ¿por qué Athena no estaría metida en eso?

Era una pregunta que el de ojos ámbar se daba, Poseidón aceptó en derrocarla de la tierra junto a Hades, ¿pero y si es niña le dijo que matará a Kanon antes de matarla a ella?, le parecía confuso, y no lo comprendía, habían muchos secretos entre los dioses.

—Kanon, no quiero que te esfuerces, yo me encargaré de esto.

—No puedes escapar de la ira de los dioses, tarde o temprano moriré cuando el dolor sea insoportable para mi cuerpo.

—No digas eso, no permitiré que te mueras, no te voy a perder.

Le tomó ambas manos, prometiendo que no dejaría que nada más le ocurriera y con un beso en los labios la selló.

—intentaré buscar a alguien que te ayude a sanar las heridas internas, y a alguien que te quite esa maldición, ¿Bien?

—Te preocupas demasiado, Estaré bien, pero gracias por todo.

Luego de aquello Radamanthys se fue al Inframundo, en búsqueda de alguien que le ayudará con su propósito, mientras averiguaba como quitarle esa muerte de encima al peliazul.

Dió con Lune de Balrog, y con el estaba otro de los jueces del Inframundo: Minos de Grifo.

—Oh mira a quien tenemos aquí...

—Minos, Lune...

—¿Qué vienes a buscar Radamanthys?

—Lune... ¿Kanon está en tu libro?

—Tengo entendido que no está muerto, así que no debe de estar en mi registro.

—Solo míralo, necesito sacarlo de una maldición.

—¿Una maldición de la muerte?, ¿Se trata de Lord Thanatos?

—No... Se trata de Poseidón.

El nombre de aquel dios dejó la sala en completo silencio, Lune miró las hojas de su registro buscando el nombre del ex caballero de géminis, cosa que encontró muy extraña al dar con el.

—Si, está en el libro, y el libro nunca miente, debería estar muerto y su alma en la... Cuarta prisión, si no estoy mal.

—¿Su alma está aquí?, pero si él está vivo en la tierra...

—Es por la maldición.

—Minos...

—Saca su alma de allí y quizás le des un poco más de esperanza de vida a tu noviecito.

—Cállate y no te metas con el, o te las verás.

—Uy que sensible...

Con la ubicación de lo primero que buscaba fue hacia la cuarta prisión, ni siquiera entendía por qué estaría allí, aún así no tenía que importarle, solo necesitaba devolverle lo que le pertenecía a Kanon.

—Si le pido a uno de los guardias que lo busqué lo más probable es que le cuenten a Pandora, prefiero hacerlo por mi cuenta.

Dió una vuelta por aquel lugar lleno de almas moribundas, buscando la de su compañero de vida, estuvo allí más de una hora hasta que la encontró, aunque huía de él por juego logró mantenerla en un recipiente, había completado su primer objetivo, ahora tenía que volver a la tierra junto al peliazul.

Cuando subió a la superficie con la vasija, continuó caminando hacia la cabaña oculta, seguía lloviendo, y fuerte.

Al asomarse a una de las ventanas oyó más voces allí dentro, cosa que le alertó, no dudando en entrar para saber de qué se trataba.

—¿Kanon?

Vaya fue su sorpresa al ver tres caballeros dorados sentados allí con una taza de chocolate hablando animadamente con su pareja.

—¿Pero que demonios...?

—Hola Rada, ¿tardaste un poco no?

Kanon estaba con una sonrisa mientras tenía una taza en sus manos también.

—¿Quieres tomar chocolate?

—Eh... No, gracias.

Los tres caballeros voltearon a mirarle, los recordaba a los tres.

Afrodita de Piscis, Camus de Acuario y Deathmask de Cáncer.

—¿Que hacen caballeros de Athena aquí?

—Ya no somos caballeros de Athena.

—no queremos meternos en otra guerra, mucho menos de nuevo contra Poseidón y Hades.

Respondió el cáncer, bebiendo de la taza lo poco que quedaba de su bebida.

Y los otros dos afirmando a lo que decía este.

—¿Tu los trajiste?

—No iba a dejarlos en medio de la lluvia, mucho menos a Afrodita, me mata si dejo que su cabello se moje.

—tienes suerte de tener a un géminis de tu lado, Juez del Inframundo.

Dijo como respuesta el peliazul celeste, con una leve sonrisa vanidosa.

El único que se mantenía en silencio y observando era el francés de cabellos turquesas, había enfriado el chocolate por qué no le gustaba caliente.

—Ven siéntate Radamanthys.

—Kanon, de hecho, necesito hablar contigo a solas.

Se acercó a él y se lo llevó a rastras hacia la habitación, para luego cerrar la puerta.

—¿Soy yo o esos van hacer algo?

Preguntó camus por primera vez, cosa que los otros dos le miraron y luego ignoraron.

—No nos debería de importar.

Mientras tanto Wyvern le dijo que se sentará en la cama al peliazul, y con la vasija en sus manos la abrió y dejo que su alma volviera a su cuerpo.

—¿Te sientes mejor?

—¿Como tenías mi alma encerrada ahí?

—Tarde mucho en encontrarla, no te imaginas, espero que con eso estés bien.

Hizo una pausa para tomar algo de aire y continuar.

—Poseidón separó tu alma de tu cuerpo y si un cuerpo no tiene alma es por debería estar muerto, al menos eso me dijo Minos cuando Lune vio tu nombre en su libro.

—es un poco confuso ...

—Lo se, pero solo conformate con saber que estarás bien por un tiempo si ese dios no vuelve a hacer la misma jugada.

—Ya veo... Gracias Rada, por ayudarme.

—No es nada, no te preocupes, no iba a dejar que te hicieran daño o que te matarán.

—¿Podemos volver con los demás?, no quiero que piensen cosas raras si tardamos demasiado aquí.

—Claro, está bien.

Ambos salieron, las miradas de los demás se clavaron en ellos, a lo que desviaron la mirada y Wyvern se desprendió de su portador.

—Oigan, faltan dos de ustedes... El otro géminis y capricornio.

—no quisieron venir, ellos dijeron que darían su vida por Athena si eso los deshacía de sus pecados.

—Que estupidez.

—Saga está molesto con Kanon además.

El ex caballero de géminis pegó un suspiro pesado, ahora pensando en eso sabía que su hermano jamás lo perdonaría.

Pero tenía de apoyo a su pareja así que tampoco se sentía el hueco en ese apartado de confianza.

—Kanon, no eres el único que tiene esa cicatriz curiosa.

—¿Que...?

Los otros tres caballeros le mostraron la misma marca en la frente a los dos, al rubio no le sorprendió, pero a Kanon si.

—Oh vaya sorpresa, ahora me siento especial.

Sonrió, para luego reír un poco.

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