La noche anterior la pasó en vela esperando a su hermano, pero jamás apareció, había tenido el anillo el suficiente tiempo como para corromperlo, lo que lo preocupaba bastante.

Kanon no entendía cómo aquello pudiera destruir a las personas mentalmente, solo haciéndolas guiarse por su instinto banal de la avaricia y la supervivencia.

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-noviembre 14.

[" No puedo creer que al que le confíe la joya que contenía la armadura de cáncer la haya destrozado, en mucho tiempo jamás había visto como una persona se convertía en mounstro, literalmente."]

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Roma- Italia.

Unas semanas después.

-que gusto verte de nuevo, Manigoldo.

En medio de la oscuridad de una habitación se encontraba un hombre de cabello azabache corto, con el rostro ligeramente deformado y con un brazo perdido, en su cuello fragmentos de oro incrustados de aquel suceso que ya había pasado unos 5 años.

Era algo así como un medio amigo del dios de la muerte, quien no le permitía morir por aquel acto que había cometido en su contra, en aquellas épocas del siglo XVIII.

-¿Sientes tu brazo?

-Que gracioso, púdrete.

Estaba realmente enfermo, y las consecuencias de su estupidez de tiempo atrás era lo que más lo afectaba en su momento, pero nuevamente, no podía morir por qué Thanatos lo tenía en una especie de tortura por el fin de la eternidad.

El pelinegro con unas pinzas le sacó uno de los fragmentos del lo que parecía un collar, pegados a su cuello quemado, luego la guardó en una pequeña bolsita.

-Yo también te quiero, pero ahora no tengo tiempo para estar contigo, será en otro momento, no te desesperes, volveré en unas semanas.

El de ojos oscuros acarició la cabeza de su contrario, riendo un poco, recordaba aquel día, de cómo intentó enfrentarlo pero al hacerlo el lo contraatacó destruyendo su colgante, que luego reventó como un explosivo y lo había herido bastante.

Eso sí, el brazo amputado había sido obra de el.

No se arrepentía, a demás era por defensa propia.

Se fue, aunque conocía también las veces que al utilizar el poco poder que contenía el collar terminaba convirtiéndose en un monstruo, hasta le gustaba, tener ese tipo de mascotas del infierno era mejor que el perro de tres cabezas de Hades.

Quizás era el único al que le había pasado aquello, no, ahora que lo recordaba, Phantasos casi termina con el mismo destino, la quemadura que tenía en el cuello aún no sanaba, todo por colocarse la gargantilla de piscis.

-¿A quien debería de buscar ahora?, oh, ya se, hay que darle una visita a Shion y a su amiguito Dohko.

Los dos nombrados por thanatos vivían en China, pero no solo le interesaba buscarlos, le interesaba más encontrar a ese sujeto que había entregado esas joyas, ya que el tenía la más importante de todas.

Ofiuco.

-Oddyseus, no te escondas, tarde o temprano te encontraré, ya tus subordinados, a lo que les entregaste está responsabilidad no tienen las armaduras, cometiste un grave error una vez más.

Burló, para luego meterse a su mundo y llegar de nuevo junto a su hermano, está vez ambos se encontraban con dos jóvenes, Oneiros y Morpheo.

-Padre...

-Averigüen el paradero de ese anillo perdido, ya casi tenemos todos, solo nos faltan tres, así podremos desatar al dios Hades que conocemos.

Los dos asintieron para luego desaparecer de aquel sitio y empezar con su búsqueda.

-Mira, Manigoldo, hazme un favor y llama la atención de tus compañeros y amigos.

Chasqueó los dedos para luego que la estrella de su frente brillará, efectuando aquel control que ya una vez había usado sobre minos, pero que no logró corromperlo como pensaba, al menos en un caballero dorado si tendría mejor efecto.

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-¡C~camus, espera!

-¿No que nos íbamos a Rusia?

El antes tratable peliazul turquesa se había convertido en una gran piedra de hielo, recordaba cada detalle, como si un cofre dentro de su cabeza se hubiera abierto, uno de amargos recuerdos de esos, donde simplemente quería olvidarlo.

A su lado estaba Unity, el repentino cambio de actitud del peli turquesa no fue pasado por alto por su familiar y hermano de su madre, tan frío como el hielo e indiferente que era demasiado raro en el.

-¿Que hay de tus amigos?

-no tengo amigos, todos se fueron a otro país, sin decirme nada... Y kanon... Fue quien causó todo este lío... Si no fuera por el, mi padre estaría vivo aún y madre no estaría así como ahora, es como un imán de desgracias.

La respuesta dejó al albino callado, solo pudo lamentarse internamente por lo que ocurrió pero la actitud tan seria y fría de el era bastante perturbadora.

...

[-¿Kanon fue quien causó la Gran inundación?, es imposible, el no sería capaz de...

-asi fue, quieras aceptarlo o no, ahora la diosa Athena desconfía más de los que fueron traidores, todo por el, dile adiós a tu cómoda vida tranquila.

-Shaka no puede ser verdad.

-lamentablemente es así. ]

Esas palabras de un pasado incierto resonaban en su cabeza, en medio de una guerra doble, como si no fuera suficiente, ¿Por qué?, por un juego estúpido de alguien.

Tomó aire para adelantarse, ya no le interesaba en que estaban metidos sus familiares, solo quería mantenerse lo más alejado posible de todos aquellos problemas que solo acababan con su vida lentamente, no quería saber nada de sus compañeros del pasado, solo quería comenzar de nuevo.

Unity al ver que se adelantó solo pudo ir a buscar a su hermana, quien estaba acompañada de uno de sus confiables guardaespaldas, de esos que parecen del servicio secreto.

-Seraphina, hermana, vamos a casa... Ya no hay nada más que hacer aquí.

La mujer solo se mantenía en un profundo silencio, con la mirada perdida, solo caminaba a la par con el albino mientras iban a tomar el avión.

-Estaremos seguros y juntos de nuevo, Seraphina.

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[ Las miradas pegadas sobre el de una forma amenazante e irritante, en una casa de paredes blancas, donde lo único que miraba era como los pocos que conocía y sus amigos lo miraban con desprecio.

-¿Que pasa?

El silencio era como una enfermedad para el, nadie le dijo nada, terminado por señalarlo y rodeándolo.

-viviamos tranquilos, en un mundo donde haríamos nuestras vidas, ¿Por qué siempre tienes que arruinarlo?

Todos los que lo tenían acorralado hablaron al unisono, angustiando más en medio de la culpa a Kanon.

¿De que hablaban?, jamás se había metido con alguno de ellos para hacerlos quedar mal o lo que sea que estuvieran pensando.

Los dejó de ver, negando con la cabeza, tenía recuerdos muy leves, pero no completamente desbloqueados, sintiéndose excluido, mientras los demás le decían cosas inaudibles.

Solo pudo mirar a su amigo, Camus, su mirada igual de fría como la nieve parecía una perdida y decepcionada.

-¿Camus?

-Causaste la Gran inundación, solo queríamos tener una vida tranquila y lo único que causaste fue que me ejecutarán.

A su lado estaba un joven pelinegro, uno azul celeste y un azul oscuro corto, aparte de ellos su hermano también estaba cerca de ellos, sin verle, aparentemente desilusionado y decepcionado de el.

-¿De que hablas?, ¿Estás bien Camus?

Después pasó a ver a Milo, quien lo miraba con desprecio y molestia, que al final solo desvío la mirada de el.

-Milo...

No entendía, no lo comprendía, ¿Que había hecho para causar semejante cosa?.

-Traidor.

Esa palabra solo empezó a repetirse constantemente entre los doce jóvenes que dejaron de señalarlo, eso solo angustió más al peliazul, quien al no recordar nada de lo que habia hecho le frustraba, ¿Ahora todos los odiaban?, ¿su propio hermano lo odiaba?, ¿Se estaba volviendo loco por los anillos que tenía?

Era tan escalofriante que no mucho después se vió rodeado de agua, en una costa, la luna era brillante, el ruido del océano inundaba el sitio, calmandolo del temor que tenía.

-¿Dónde estoy?

Se miró así mismo, sentía como un dejá vu, pero al ver uno de sus brazos notó que este estaba cubierto por una especie de armadura, naranja con partes doradas.

En el brazo donde tenía puesta la manilla que Sorrento le había colocado.

Pero est misma empezó a apretarlo con cierta fuerza, que le incómodo un poco, pero parecía como si quisiera volverse su propia piel.

"Entrega los anillos, Kanon, sabes que solo atraerás problemas teniendo los contigo, tienes una familia, deberías aprovecharla en vez de cargar con una responsabilidad que no es tuya."

La voz le era familiar, no sabía de adónde, pero estaba tan confundido de si mismo y de todo lo que estaba pasando que solo se perdía en medio de todo ello.

"Anda Kanon, vuelve con tu verdadera familia y trae a la tuya, serán bien recibidos."

Cerró los ojos, dejándose caer al agua del mar, que se hacía cads vez más oscura con lo profundo que llegaba.]

Despertó.

Le dolía mucho el brazo izquierdo, al parecer no se trataba de un simple sueño, estaba en su habitación, acostado en su cama jadeando ligeramente, se levantó buscando gente en la casa, esperando no encontrarse perdido en algun tipo de ilusión de la otra dimensión, sin embargo notó que no tenia los anillos puestos, lo cual lo relajó.

Realmente tenía que deshacerse de ese par de anillos, o lo volverían loco.

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-Diciembre 14.

["Supongo que estás armaduras guardan secretos de sus anteriores portadores, pero no creo que reconozcan a alguno de ellos al ser de un mundo distinto, esa marca que los diferencia hace que las armaduras de oro desconfíen de sus nuevos compañeros.

Si no tienen la verdadera marca que antes tuvieron muy difícilmente lograrán hacerse uno con ellas, pero hay armaduras embusteras que aprovecharán cualquier oportunidad para hacerse de un idiota y seguir órdenes de su verdadero creador."]

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Continuará...