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Capitulo 49: Mar azul parte 1

[¿Alguien escucha las canciones que pongo?.]
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Para el día siguiente se levantó con bastante pereza, se estiró y se levantó de la cama, cuando se dió cuenta tenía al lado de el al gato quien dormía aún plácidamente.

-¿Mmh?

Lo miró por algunos segundos para luego quedarse sentando en la cama de loy preguntarse que hora era.

Sentía que se le hacía tarde, aunque no hubiera acordado ningún horario para llegar a la casa de aquel hombre, que por cierto, no había preguntado su dirección.

-Se me olvidó preguntarle ese detalle.

Pegó un bostezo, levantándose a ver cómo estaba la pequeña y si aquel gato no le había interrumpido sus sueños.

Claro que esto no pasó desapercibido por su hermano quien lo miró con cierta curiosidad.

-Buenos días.

-Buenos días, Kanon.

La ausencia del peliazul dentro de la habitación hizo que el gato negro se levantará rápido y lo siguiera mientras maullaba.

-¿De dónde sacaste un gato?

Preguntó el de cabellos oscuros, mientras miraba a un somnoliento peliazul quien reaccionó ante la pregunta.

-¿Eh?, ah, no se quedará, lo llevaré hoy con su dueño.

Saga arqueó una ceja por la respuesta, pero el felino se veía bastante apegado a su hermano gemelo.

-Bien, nos vemos en la noche Kanon, cuida de mamá.

-ah, si, si vale..

No le prestaba demasiada atención, pues aparte de lo medio dormido que estaba enfocaba su atención en su hija quien se movía e intentaba tomar su mano.

-Mai, despídete de tu tío.

La niña apenas miró a la puerta, viendo a hombre quien sonrió y también se despidió, pero le llegó a poner más atención al gato quien la miraba de forma fija.

Pero no lo miró por mucho tiempo cuando se fue el mayor y pasó a mirar al peliazul con cierta pizca de curiosidad.

eso le causo gracia a kanon, para después ver como el felino se acercó a ambos y se volvió a subir a la cuna.

-Bueno... Hoy te quedarás de nuevo con tu abuelita, papá tiene que trabajar.

Decidió antes de irse dejarla bañada y arreglada, para luego hacer lo mismo con el y tomar sus cosas para que luego de un rato logrará bajar y viera a su madre haciendo el desayuno.

-¿Te vas a ir sin desayunar?

-realmente ya voy muy tarde, veré qué como en el trabajo, no te preocupes, me haces un grandísimo favor cuidando de Mai mientras no estoy en casa.

-¿Que hay de Radamanthys?

-La verdad no lo sé, no tengo idea de dónde este, también me preocupa pero tampoco quiere contestar mis llamadas y mensajes.

-El volverá.

-Bueno, ya no sé si creerle...

Comentó ya desanimado, dando un suspiro para mirar a su hija y sonreír un tanto forzado y sentarla en el sofá.

-en está vida hay que confiar.

-eso lo sé.

Sin decir más terminó despidiendose de Chris y de Mai para que luego detrás de el se fuera el gato que le maullaba para que no lo dejara tirado, por lo que lo puso sobre su hombro y allí se mantuvo parado todo el camino.

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Una vez más en ese lugar de mala muerte, visitando al único amigo que tenía, al único que le contaba sus secretos y que no lo juzgaba por nada, allí estaba con Aiacos.

-No me siento bien... He vuelto a quedarme solo... No sé que hacer.

Le hablaba como consuelo a si mismo al de cabello violeta con lágrimas contenidas en sus ojos, las cuales evitaba derramar intentando ser fuerte.

Ya el resto de sus amigos se habían ido del país, y bueno, Kanon tampoco era que tuviera tiempo, al igual que su hermano, y solo quería mantenerse alejado de Milo.

Quizás ya era tiempo de volver a Rusia, e intentar manejar todo de mejor forma.

Tomó su mano con cuidado.

Mientras lo miraba con atención, ya llevaba semanas así, era muy poco probable que volviera en si, y abriera los ojos de nueva cuenta.

Siguió alli, hasta sentir un muy ligero apretón en su mano, uno muy ligero, que sobresaltó a Camus por lo repentino de la situación.

-¿Aiacos?

Lo miró atentamente, con una pizca de alegría, pero como efímera que era no recibió respuesta alguna después de aquello.

Se desánimo y frustró bastante, volviendo a sentirse mal.

-No debiste hacerte ilusiones, Camus.

Se dijo a si mismo, levantándose de allí decidido ya a irse, no tenía nada mas que hacer.

Se arrepentia de demasiadas cosas en su vida, seguramente si no fuera por eso, toda su vida habría sido diferente.

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Le costó comprender la dirección a la que lo habían enviado, pero de luego de una media hora de viaje en taxi llegó a una casa bastante alejada, una gran mansión de aspecto antiguo pero bastante bien cuidada.

Tocó el timbre, el gato estaba parado a su lado, paciente para entrar.

"Identifíquese."

-ah... Mi nombre es Kanon Adrianos Walden, vengo por un trabajo que me ofrecieron, aparte traigo un gato.

Contestó al aparato que estaba sobre el timbre, luego de unos segundos las puertas se abrieron, por lo que decidió entrar, aunque con un poco de nervios.

En la puerta apareció una mujer de cabellos oscuro, quien luego de una inspección visual lo dejo entrar con el felino en brazos.

-lo dejaré en la sala, por favor espere a que llame a mí jefe.

-Claro, está bien.

Lo llevó a dicho lugar donde se sentó en el sofá, observando a su alrededor, viendo como el interior se seguía viendo incluso más antiguo que el exterior.

Los minutos pasaron, hasta que la chica volvió a aparecer y le dijo que la siguiera con el gato negro a la cocina.

-ya quiero ver por qué dice mi señor que adora tus cafés, así que prepararás uno y me lo darás a probar, así será tu prueba de contrato.

-De acuerdo, haré mi mejor esfuerzo.

Sonrió de la forma más amable posible, preparándose para cumplir con lo pedido, así le entregaba el gato a su respectivo dueño.

Lo dejaron solo.

-bien, solo tengo que calmarme y hacer lo mejor que pueda.

Asintió para si mismo, y buscó lo que necesitaba para empezar a preparar aquel capuchino pintado de gatos.

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-¿C~como?

-si, se trata de Kanon, está aquí.

El rubio se veía preocupado, había caído en la boca del lobo y en una trampa demasiado evidente.

Pero no podía moverse aún, sus huesos rotos aún dolían demasiado, pero necesitaba avisarle como fuera al peliazul que se fuera de allí.

-Calmate... Así no podrás hacer nada contra los jefes.

Minos intentaba controlarlo, pero el rumor había corrido demasiado rápido cuando los demás que vivían allí mencionaron que alguien ajeno había llegado a trabajar para el rey.

-necesito ir a sacarlo de aquí...

-quieto.

El albino lo detuvo en seco, las heridas que le había hecho aquella vez aún sanaban, y aparte había corrido otro rumor.

Una persona que podía curar cualquier enfermedad, y que quizás pudiera traer de nuevo a la vida a su amigo Aiacos.

Por ahora eso solo se mantenía en palabras.

Radamanthys decidió resignarse y esperar a que no le hicieran nada, confiando en que se enteraría Kanon del lugar donde se habían metido.

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Luego de una media hora terminó lo que preparaba, y sirvió para luego con un poco de más café oscuro y leche hacer el grabado con mucho cuidado.

Quedando conforme con el resultado.

A la cocina llego de vuelta Pandora, quien al ver que ya estaba listo todo fue a traer al mayor.

-Bien... Espero que le guste.

Buscó al gato, al que había perdido de vista hace ya un rato, pero que esperaba que estuviera cerca de el.

Pasados unos minutos ambos llegaron, allí estaba el pelinegro, con el gato en brazos y bastante animado por tener de vuelta a su minino, al igual que el animal que estaba contento por ver de nuevo a su cuidador.

-Buenos días...

-Buen día, kanon, ¿Verdad?

-a~asi es, aquí está el café, al rato iré por algo de tarta para usted.

Aquel hombre asintió para acercarse a la mesa y tomar una de las tazas de café y sonreír ligeramente al ver el grabado que tenía, ya lo extrañaba.

Pandora dudó en beber de lo que había preparado, pero luego de una señal de su señor, decidió tomar la taza y ver el infantil diseño de gato que tenía encima.

Movió la cabeza y empezó a beberlo, no le había agradado nada aquello.

Pero jamás se había imaginado que sería quizás uno de los mejores que había probado.

-Sigue teniendo el mismo toque que el de la cafetería.

Comentó el pelinegro, mientras que su acompañante aún estaba incrédula a lo que había probado, era demasiado bueno para ser verdad.

-esto debe de estar trucado.

Negó con la cabeza mientras dejaba el vaso en el lavaplatos y se iba aún renegando por lo que había pasado.

Entre su camino encontró a los gemelos, y particularmente era Thanatos quien intentaba convencer a su hermano de algo.

Solo pudo observarlos un momento, el de cabello negro decía incoherencias hasta que el de cabello dorado lo estrelló en la pared solo con un poco de su poder.

-Rayos...

Decidió irse a revisar a los heridos, ya debia despejar su mente en otra cosa.

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Kanon se quedó solo luego de que aquella persona importante bebiera lo que había preparado, ya con eso podía irse en paz a su trabajo como tal, pero no sabía si tendría que llevarse al gato o se se lo terminaría quedando.

Pero lo dejaría allí por el momento.

Al dejar todo arreglado fue a recorrer la casa, solo para no perderse la próxima vez que viniera.

Recorrió el sitio con cuidado, pero todo parecía solo.

Le picaba la curiosidad, por lo que revisando asi superficialmente encontró una caja abierta con varias joyas allí metidas, no sabía si sorprenderle, pero entre todas ellas logró diferenciar el "supuesto" anillo que era de su hermano.

-¿Que hace esto aquí?

Se acercó y lo tomó, si, se trataba del anillo de su hermano, lo reconocía bastante bien por qué era igual al que el tenía.

Terminó por guardarlo en su bolsillo, para por fin irse, no había nadie cerca así que no pasaba nada.

Sin decir nada se fué.

Mientras caminaba con su bolso trató de pensar un poco el por qué estaría aquel anillo en esa casa, quizás Saga lo habia perdido y aquel hombre lo habia encontrado o podia haber otra razón para ello.

Prefirió no pensarlo demasiado para enfocarse en lo que tenía que hacer ese día, ya había sido suficiente con lo que había hecho en la mañana.

Volvió a recordarlo, tendría que llevarle tarta de fresa al pelinegro.

-Demonios.

Ya se arrepentía de aceptar ese trabajo solo por el gato.

Aún seguía muy perdido en sus pensamientos, cuando en un momento se cruzó con uno de sus viejos amigos, Sorrento.

-Kanon, tiempo sin verte.

-¿Ah?, vaya, que no te reconozco.

Dijo ciertamente con burla, aunque no se sentía muy cómodo con habérselo topado.

-¿Cómo van las cosas?

Preguntó mientras se frotaba el cuello un tanto nervioso, no tenía muy buenos recuerdos de haber pasado alguna noche agradable con el de cabello lila.

-Bastante bien, gracias, kanon ahora que te veo luego de mucho tiempo necesito hablar contigo, en un lugar más privado.

-ah claro.

El peliazul siguió a su contrario a otro sitio más tranquilo, preguntándose internamente que quería ahora el joven.

-Tengo algo para ti.

-¿Eh?, ahora que me vas a salir está vez.

Sorrento buscó entre su bolso una pulsera, no parecía la mayor cosa, pero tenía una piedra azul como el color de su cabello, y un ligero grabado de un dragón.

-¿esto es un regalo de disculpas?

-tomalo como quieras, supuse que lo necesitarías, algo malo está pasando, pero no sé con certeza que es.

-¿Por qué carajos nadie me dice en serio que está pasando?

Se preguntó Kanon en voz alta, y con cierta ironía, todo mundo parecía ocultarle lo que ocurría a su alrededor como si quisieran que no se enterara de nada por conveniencia.

-Creeme enserio que no sé, solo sigo una corazonada, también me gustaría saber que demonios está pasando.

Sin más el de cabello corto le colocó la manilla en su muñeca, ya era uno menos al que tenía que buscar por fortuna.

-Solo cuídate, ¿Si?

-¿Okey?

Confundido se despidió de su amigo y se fueron por caminos distintos, mientras aún observaba aquella piedra azul marcada con un dragón marino a medio hacer.

Seguramente se trataba de algún tipo de constelación.

-vaya día..

["Eres el parte del mar, aquel que es uno con el agua y que sabe manejarla."]

Se le vino a la mente aquella frase, solo pudo negar con la cabeza, no debía seguir pensando en tales cosas que ni siquiera tenían sentido para el.

Llamaría a su amigo Camus para saber cómo se encontraba, tenía algo de tiempo, así que esperaba que el también tuviera un poco.

-Amigo, debes de estarla pasando bastante mal con todo esto que te está pasando.

También debía hablar con Milo, y saber que demonios había hecho el para haber dejado solo al de cabello azul turquesa en medio de aquel dilema que sufría.

Pero se le pasó ligero cuando recordó que se había llevado aquel anillo que era de su hermano, se sentía como un ladrón de joyas preciosas.

-ya se me pasará, esto le pertenece a Saga de igual forma.

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