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Capitulo 42: Corazón de Garuda.

Fue una horrible noche, cuatro heridos, un muerto.

La bomba que habían creado dentro de joven Escarlate, terminó estallando aquella noche donde en una reunión entre Albafica y Lugonis el pelirrojo entro y gritó;

" ¡Muerte al mounstro sin corazón que nos vendió a las mafias!"

El mayor de los pelirrojos murió con dos tiros, serían tres pero uno de ellos los recibió el peliceleste.

Sin ser suficiente para el y cuando sus otros dos hermanos se hicieron presentes al oír los ruidos fueron blancos fáciles para Escarlate quien los hirió también de gravedad.

Aunque no mucho después de calmarse y ver lo que había hecho, segado por la ira intentó suicidarse.

Un gran futuro tirado a la basura por un ser manipulador como Minos, quien al ver todo solo pudo dejar el lugar, aún con los ojos de albafica clavados en el.

Familia Fogelberg, eliminada.

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No tardó mucho para que el día siguiente saliera la noticia de semejante hecho, un niño causante de lo que podía ser una matanza, y aunque el albino parecia no haberles ayudado en nada fue quien llamó a la policía para que un rato después llegaran varias ambulancias por los heridos.

Ahora estaba reunido con Aiacos, quien al oír su historia solo retrocedía aterrado.

-Eres un Mounstro, llegaste muy lejos Minos.

-¿Primera vez?, Radamanthys hizo que kanon matará también a su propio padre.

-¡el no tiene nada que ver!, Aspros estaba loco, quería deshacerse de el, Kanon no tenía la más mínima intención de matarlo.

-¿Lo defiendes?, ¿otro que defiende al idiota de Radamanthys?, ¡Por favor!, no me digas que también caiste en una misera trampa de eso del amor.

-Eso no te importa, solo digo... Que lo que hiciste estuvo fuera de toda imaginación, ¿Que más hiciste?, ¿Robaste todo el dinero que tenían?

-Mas que eso, ni siquiera tengo por qué decírtelo, ya Pandora está haciendo su trabajo.

Se quedaron en silencio, el de cabello violeta miraba mal a su compañero, ni siquiera podía llamarlo amigo con lo que había causado para que aquel niño que había utilizado como perpetrador terminará en el hospital en coma por el disparo que se había hecho en la cabeza.

-por un demonio.

Todo estaba había ido demasiado lejos.

-ahora que lo recuerdo, ¿Donde está Radamanthys?

- no lo sé, no lo veo desde ayer.

Una ligera risa se oyó del albino.

-hasta que no maten a ese chico no quedará contento rada.

-¡Oye!

-¡Es la verdad!, se lo advirtieron, si seguía con su estupidez matarían al que estaba interfiriendo con nosotros, y es lo mismo que pasará contigo si no dejas a esa mujer y a sus hijos solos, toleran a tu novia pero no quieren más personas que esten de metiches entre nosotros.

-No puedo hacer eso...

-aqui vamos otra vez.

-Desde lo que pasó con Degel, la señorita seraphina me tiene como compañía y apoyo, ¿Por qué traicionarlos de esa forma y decirles que yo fui el culpable de que su esposo ahora este desaparecido o muerto en algún lugar de mundo?

-por que así es este trabajo, Aiacos.

-¡al demonio todo!, son como la familia que nunca tuve.

-cometes un grave error..

-¿Y que?, ¿Me delataras?, ¿Harás que maten a mi novia y me maten a mi?

Se levantó de su lugar enfadado, lo miró con ira y golpeó la mesa, luego terminó calmandose y volviendo a su lugar, ganándose una risa un poco más fuerte de quien tenia enfrente.

-Rindete Aiacos... Lo único que deberías estar haciendo ahora es buscar al idiota de nuestro compañero para irnos pronto.

Era cierto en unos días se irían y volverían a Italia, a buscar un conocido del hermano de su jefe.

Ladeó la cabeza resignado, levantándose nuevamente a buscar el paradero de su verdadero amigo, aquel rubio que se había escabullido la noche anterior y que no había vuelto desde entonces.

Le preocupaba que le había pasado

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En silencio, allí estaban ambos mientras el peliazul lo revisaba, pero manteniendo la calma solo se quedaba a su lado.

Que cosa tan repentina, jamás creía que estaba al lado de alguien que sobrepasaba los límites de lo sobrenatural.

-¿Por qué no me lo dijiste?

- es... Complicado.

El rubio mantenía un mano en su corazón mientras le costaba respirar, apenas se estaba recuperando pero sabía que en cualquier momento volvería a sentir el mismo horrible dolor que había vivido hace años.

-Solo me importa que estés bien, Kanon.

-¿Un contrato con la muerte?, ¿Es enserio?, no se cómo sentirme... ¿Utilizado?

-no, no... No pienses eso, jamás te utilicé, tampoco esperaba esto... Pero siento que te conozco desde hace tiempo atrás, antes de siquiera vernos por primera vez, no permitiría que te hicieran daño por mi culpa.

La verdad se había revelado entre ambos, kanon tenía un mal sabor de boca, aún luego de que el de ojos ámbar le contará todas sus razones por lo que había hecho y lo que había realmente ocurrido con su padre no sabía ni siquiera que pensar.

Se sentía más tranquilo con tenerlo a su lado, pero a su vez se sentía demasiado utilizado para hechos en los que participó sin pensar.

Negó con la cabeza.

-Por dios...

-Kanon.

-no, no Radamanthys, esto es... Estúpido.

Se sentía demasiado estresado, hablaba con seriedad y calma, pero por dentro, más allá del estrés estaba destrozado.

-por eso me dijeron que me alejara de ti y que no te estorbara.

-¿Que?

-ya comprendo por qué.

El rubio se acomodó un poco para sostenerlo de ambos hombros y mirarlo preocupado.

-¿Quien te dijo eso?

-¿Ah?, ¿Ahora tengo que contartelo?, ¿tengo que decirte todo cuando me estuviste mintiendo desde que apareciste en mi casa?

-Kanon, por favor...

-sueltame.

Con resignación el de ojos ámbar asintió y lo soltó, volviendo a su lugar soltando un ligero quejido de dolor.

Bajó la cabeza, debió haber aclarado las cosas cuando tuvo la oportunidad, pero ahora todo era un desastre.

Que pesadilla.

-Lo lamento, Kanon, debí decírtelo con anterioridad... Pero si abría la boca, entonces... Sería yo quien estaría muerto en este momento.

El silencio persistió, estaban en un edificio abandonado que fue lo primero que encontró Radamanthys al sobrevolar buscando el lugar más seguro posible.

Parecía una fábrica abandonada, pero bastante amplia y con buena luz.

El silencio seguía allí, entre ellos como una barrera que pretendía separarlos como esperaba.

Ambos se negaron, allí estaba la trampa de Hypnos, algo tan sencillo como hacer que se juntaron para que terminarán discutiendo y que en un futuro provocará algo peor.

¿El dragón terminaría comiéndose su tesoro? ¿O el mismo tesoro terminaría matando a su guardian con tanto de lo que tenía?

Solo era darse un poco de tiempo para reconocer todo y tranquilizarse.

Comprender y perdonar.

-Kanon...

-Rada...

Aún con mentiras y engaños no podían estar así, después de todo se entendían el uno al otro.

-Lo lamento, enserio...

-Yo también lo lamento.

Radamanthys le hizo una seña con su mano para que se acercara a el, Kanon la entendió apoyando su cabeza en el pecho del rubio mientras que sin soportarlo más terminó llorando en su regazo.

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Se resignó, no lo encontraría en ningún lado cuando se le daba la gana de desaparecer.

-Radamanthys por un demonio...

Aiacos se resignó, por lo que volvió a casa a ver cómo se encontraban lo que estaba cuidando.

-¡Violate!

Llamó, pero la mujer no se encontraba, seguramente había salido con Seraphina, a reuniones de chicas.

Si seguramente eso.

Dejó sus cosas sobre el comedor, tenia unas ganas de darse una buena ducha para relajarse y quitarse el sudor que tenía encima.

Subió las escaleras para buscar la habitación del peliturqueza, pero todo estaba en completo silencio que le daba algo de miedo.

Tocó la puerta un par de veces.

-¿Camus?

Y aunque llevará días sin verlo por qué siempre se encerraba en su habitación no sabía por qué tenía una extraña sensación de que algo le pasaba.

Apenas hubo un ruido detrás de la puerta, luego se oyó como le habían puesto seguro a la misma.

-santo cielo...

Volvió a tocar con más insistencia, pero de nuevo no le quisieron abrir.

-Camus, por favor, no me hagas romper la puerta si no me dejas entrar.

Sin respuesta, últimamente había sido así, se cerraba por completo, no entendia por qué, ya llevaba tiempo desde la revelación y la verdad sobre Degel.

Tenía una corazonada de que aún no lo superaba, y realmente necesitaba hablar con alguien.

-Cam... Abre, por dios, solo quiero hablar contigo, no te juzgaré por nada, pero deja de encerrarte así, que tú madre está preocupada.

Sin recibir alguna palabra acercó su oído a la puerta para escuchar algo, pero no había nada relevante.

No pasó mucho después para que luego de tanta espera abrieran la puerta.

-Por fin, gracias a Dios.

-¿Que quieres hablar...?

El joven lo miró serio y aunque parecía algo cansado se veía bastante bien.

Dejó entrar a Aiacos a su habitación, luego volvió a cerrar la puerta de nuevo con seguro.

-llevas días sin salir de tu habitación, bueno aunque eso es mejor a qué dejes de comer o algo por el estilo.

Camus solo hizo un gesto como afirmación mientras organizaba parte de las cosas que tenía esparcidas sobre su cuarto.

-¿Estás bien?

-estoy bien.

-¿seguro?, se que ha sido demasiado difícil para ustedes.

-ya le dije que estoy bien...

El de ojos azules se sentó en la cama, aún mirando poco convencido a su contrario de su presencia allí.

-bueno... Si ya estamos en confianza, ¿Puedo preguntarte algo?

-adelante.

El de cabello violeta carraspeó un poco para luego hacer la pregunta al menor.

-¿A dónde fuiste hace tres semanas en la noche?, era demasiado tarde para salir, ¿No crees?

-no se de que me hablas.

-bueno hace tres semanas son como casi un mes, aún recuerdo ese día por qué la dama seraphina me estuvo preguntando sobre tu paradero.

-y~yo...

El de cabellos turquesas desvío la mirada y dió un suspiro, daba igual lo que estuviera haciendo ese día, quizás fue el único donde pudo sentirse libre de esa carga por completo.

Donde la había desaparecido.

Ahora solo tenía que cuidar de su hermanito, con eso le hacía sentir mejor consigo mismo.

- solo salí por algo de beber, un amigo me trajo de nuevo a casa cuando ustedes dormían.

-pense que eras alguien que no bebía y prefería mantener en casa.

-si, bueno... Ese día quise hacer una excepción.

-¿Que hay de Milo?, ¿Aún se hablan?

-no quiero hablar de el, ni siquiera quiero pensar en el.

-cierto que ustedes dos rompieron.

-si, ¿Y?

Buscó algo entre los cajones de su mesita de noche, pero que al no encontrarla se resignó, pero a su vez se llegó a sorprender un poco.

-¿Buscabas esto?

-¿C~como lo sacaste de aquí si yo...?

-Asi no solucionarás nada, Camus.

-Que más da...

Rodó lo ojos y dió un suspiro pesado y aburrido, mientras Aiacos miraba aquella pequeña botella y le recordó a su amigo Radamanthys.

-Sabia que no podía dejarte cerca de Radamanthys mucho tiempo, maldito borracho.

Hubo silencio entre ambos, pero esa charla había hecho sentir mejor un poco mejor al peliazul turquesa quien sonrió ligeramente.

-¿Quieres salir a pasear a algún lado?

-¿Tienes un don sobre natural con el que puedes volar o algo por el estilo?

-tengo algo mejor que eso, pero será un secreto entre los dos, yo guardo tus secretos y tú los míos, ¿Va?

- está bien...

Al caer la noche, el de raices azules avisó a su novia y a su amiga que saldría con el de cabello turquesa un rato, cosa que seraphina al ver a su hijo fuera de la habitación le alegró mucho, pidiéndoles a ambos que se divirtieran pero que no llegarán muy tarde.

Luego de eso salieron a afuera.

-Ayer en la noche me di cuenta de este don, bueno me gané una corazonada... Cuando mi compañero desapareció, ni siquiera recuerdo cómo demonios pasó, pero ahora puedo volar.

-Suena estúpido pero quiero verlo.

-ven agárrate.

Camus se montó en su espalda con un poco de miedo pero luego de sentirse un poco más seguro miró al frente, aunque no fue demasiado bueno para el cuando su contrario se impulsara con un salto y que de repente de su espalda salieran una alas oscuras y brillantes, y que al ver sus ojos estos brillaban con ferocidad y emoción.

-Vayamos al cielo y miremos la ciudad que está bajo nuestros pies.

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(Para quienes quieran saber cómo se ven Radamanthys y Aiacos con este despertar les dejare las imágenes aquí abajito, ¡gracias por leer este capítulo!)

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