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Capitulo 4: Rivalidad

Los días pasaron, con ello las semanas y así sucesivamente hasta dar con los meses.

Tres meses desde entonces, nunca lo volvió a ver, ahora que planeaba irse al santuario surgió un inconveniente, no dejaba de esperar a el de ojos ámbar, esperando alguna aparición de el.

Jamás lo hizo.

Al no volver luego de tanto tiempo su hermano envío a alguien que lo buscará, desaparecer de la nada también iba con el.

Sabia que Radamanthys había aprendido eso de el también, había muchas cosas que había aprendido de su inmadurez y de su estupidez.

—¿por que tanta demora?, me siento como aioros una vez que nos perdimos y tocaba ir a buscar.

—¿Por que no mejor te quedaste en el santuario?

—¿Crees que tenía opción?

—pense que no le obedecerian a saga por se traidor.

—Saga es una cosa, Athena es otra.

Milo de Escorpión, santo dorado de la octava casa se venía a meter en sus asuntos.

Enviado por su hermano y por la diosa Athena.

—Genial...

Ahora dentro de aquella habitación se hacía de noche, a lo cual alertó al pelivioleta.

—¿Ya estás listo?

—Deberiamos estar aquí un tiempo, no te haría mal un poco de descanso, Milo.

—Haras que mi trabajo sea doble si sigues negandote a ir al santuario.

Kanon no quería irse aún, pero no debía sobre limitar la paciencia de el caballero de escorpio, apenas se llevaban y el lo respetaba desde su pequeño enfrentamiento cuando la guerra contra Hades comenzó.

Pero aún necesitaba por lo menos saber algo de Wyvern.

—Solo necesito un momento.

—Como quieras, estaré esperando afuera.

Dijo para luego salir de la habitación dejandolo solo de nueva cuenta.

El peliazul pegó un suspiro pesado, tenía todo listo, pero no sabía que hacer con lo que había ocurrido tiempo atrás, jamás lo volvió a ver, era como si la tierra se lo hubiera tragado.

El MP3 que le había dado ya se le había agotado la batería, tenía que conseguirle una nueva.

Salió por la ventana para que Milo no lo siguiera, y tampoco lo viera, un recuerdo había llegado a su mente, si había una playa cerca quizás ... Simplemente quizás lo encontraría allí en medio de la arena observando el mar.

Cosa que jamás ocurrió.

Al llegar no lo vio por ningún lado, pero fue evidente el choque de cosmos que venía desde la posada de la que había salido.

Era un cosmos tan oscuro que le era sencillo de reconocer, pronto una figura de dragón formada de aquel oscuro cosmos impactó contra el suelo.

—Radamanthys, ¿pero que demonios estás haciendo?

Mientras tanto con Milo, este no parecía ir muy bien, había sido tomado por sorpresa cuando lo atacaron, al ver de quién se trataba no dudó en afirmar que se trataba de un ataque enemigo de parte de los espectros de Hades, lo que no entendía era por qué estando Kanon, no se había encargado de un espectro que ya había derrotado antes.

—Radamanthys de Wyvern, ¿que haces aquí?

—¿Donde está?

—¿Dónde está quien?

—Kanon.

—¿Kanon?

El rubio no dudó en volver a atacarle con el rugido de Wyvern, pero este lo había esquivado y atacado con su aguja escarlata.

—Ahora que esa dichosa protección de Hades no está, puedo herirte sin mayor esfuerzo.

Había perforado la armadura como si nada,  pero no parecía ser de importancia para el de ojos ámbar que con su ignorancia ante las heridas puso nervioso al pelivioleta.

—Te lo preguntaré por última vez, ¿Dónde está Kanon?

Al ver la insistencia de el nombrado Milo termino respondiendo.

—Esta arriba, nos vamos al santuario.

Una mueca de desagrado se formó en Radamanthys por tal mentira.

—¿por quien me tomas?

El escorpión lo notó, su cosmos ya no estaba allí adentro, ¿como se distrajo de esa forma?, ahora un molesto juez del Inframundo parecía querer atacarlo con más de su fuerza.

—No se a donde se habrá ido, pero si lo matarás primero tendrás que matarme a mí.

—Entonces así será.

Cuando se le iba a lanzar a Milo como una bestia sin razón un triángulo dorado apareció frente a este y lo transportó a una dimensión perdida de la cual no saldría jamás.

—¿Estas bien Milo?

—¿Donde carajos estabas?

—trataba de saldar cuentas con alguien pero no lo encontré.

—¿Hablas del juez del Inframundo Radamanthys verdad?

Su expresión cambió notablemente, no quería pensarlo, pero ahora que lo había confinado en su triángulo dorado se enojaría con el, aunque de hecho el era el que estaba molesto por lo que había ocurrido.

—Disculpa por lo ocurrido, por favor no se lo digas a mi hermano, me matará si se entera.

—Athena lo sabe, pero no le ha dicho a Saga.

—Espera, ¿Que?

—es evidente el cosmos oscuro que emana.

—Estaré en muchos problemas en este momento.

—¿Por que no te encargaste de el cuando llegaste?

El géminis se quedó en silencio y desvío la mirada, tenía sus razones para no hacerlo y tampoco lo haría.

Agradecía de alguna manera que no supieran el porque de la carta.

—Es un poco... Escurridizo.

—Mientes.

Todo se fue al demonio en ese momento.

—Cuando desvias la mirada es por qué mientes.

No tenía más excusas, Milo percibía completamente lo que estaba ocurriendo entre ellos.

Además de que leía su lenguaje corporal.

—Oye yo no te digo nada aún sospechando cuando se que tu y acuario también actúan raro estando juntos.

—Esto no tiene nada que ver con lo que pasa entre camus y yo.

Una mirada de molestia también se formó en Milo luego de aquel comentario.

—jamas me juntaria con un traidor, y me estas cambiando de visión luego de esto, ¿estás planeando algo en contra de Athena?

—¿Yo?, ¡claro que no!, ya aprendí mi lección luego de lo que pasó con Poseidón.

—me estabas cayendo bien, se que algo ocultas y no dudaré en decírselo al patriarca y a la Diosa Athena.

Fue una dura advertencia, que iba a hacer si su hermano se enteraba de que se había juntado con un espectro de la orden alta de Hades, siendo uno de los tres jueces del Inframundo.

¿Lo tacharían de traidor y sería despreciado como los demás santos que vendieron su alma?

—Milo, por favor, no le digas nada de Radamanthys...

El escorpión lo miró un tanto acusativo pero luego se resignó y asintió con la cabeza, de igual forma tendría que reportarlo.

—Nunca hubieron asesinatos, el me trajo aquí con la carta de misión.

—¿tampoco luchó contigo?

—No.

No hubieron más preguntas, era todo lo que quería saber el pelivioleta.

—Recoge tus cosas, debemos irnos.

Kanon asintió con la cabeza, subió por su armadura y luego volvió con el guardián de la octava casa, sin antes Liberar al espectro en la habitación sin mediar palabra, una simple mirada bastó para darle a entender al Wyvern que no quería problemas, pero que extrañaba un poco de las charlas que solían mantener en medio de la noche cerca de cabo unión.

Aquel lugar secreto, al que tal vez jamás volvería si Milo lo delataba con su hermano y a la diosa Athena.

Ya no importaba nada, con un primer y último abrazo del rubio en aquella habitación se fué.

Ahora la rutina volvería y todo sería como antes.

—“nos veremos algún día, Wyvern.”

—¿Listo?

—Si, vámonos.

Incluso podía notar que a Milo le caía mal a montones a Radamanthys.

Era un espectro y un caballero, era normal ese tipo de relaciones.

[

Reproducir canción en Youtube con el siguiente link: https://youtu.be/zXOWW0Lpt7M?si=e9f4VLG-rwe2XNhF]

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