Capitulo 39: Lazo de sangre
Sentia que el tiempo pasaba demasiado rapido, se aterraba de ello como si nunca lo hubiera vivido...
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su plan habia resultado, por buen comportamiento durante el tiempo que dejo de jugar con su compañero de celda logró que le permitieran estar en una celda solo, mejor para el ya su físico comenzaba a cambiar bastante y que lo vieran asi solo sería peor.
Por fortuna pudo estar lejos de todos aquellos que se alguna u otra forma querían matarlo.
Tocó ligeramente su vientre, aún no se acostumbraba a eso por más que intentará.
El tiempo le pasaba rápido, eso era bueno para el, llegaría el momento que terminaría saliendo libre de nuevo ya redimido de sus acciones.
Con esa esperanza se mantenía, pero aún había un problema, su hermano.
El aún no lo sabía y si se enteraba sería el primero en ahorcarlo por semejante cosa, pues el los había visto aquel día.
Saga debía odiar a Radamanthys por lo que había hecho, pero ahora todo estaba en completa calma.
Estaba muy tranquilo que de costumbre.
—Rada...
La mayor cercanía que tenían era a través de cartas que el rubio se inventaba cuando no podía ir, lo estaban presionando bastante y las cosas estaban bastante turbias con la revelación a la familia Diamonds de lo que Degel hacia.
Una dura y triste verdad.
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El nuevo objetivo era la familia Fogelberg, la familia de pelirrojos y pelicelestes, dónde había dado a parar Radamanthys para acompañar a su otro amigo, Minos.
—jovenes, en fila todos.
La voz del albino, serena y juguetona les ordenó a los cuatro hijos de Lugonis que hicieran una línea para que conocieran a su nuevo acompañante.
Sabía cómo controlarlos, después de todo era fácil convencerlos y manipularlos, a excepción de Albafica.
—El es Radamanthys, el nos acompañará por un tiempo en lo que su padre llegue de su viaje de negocios.
—¿no teníamos suficiente contigo?
—uno más para la diversión, ¿No creen?
Los cuatro chicos se miraron entre si y luego clavaron sus miradas en el rubio quien se llegaba a ver amenazante hasta cierto punto.
—Ahora, Presentense uno por uno.
Volvieron a mirarse entre si para decidir quien empezaría primero, por lo que empezaron desde el mayor hasta el menor.
—Albafica Fogelberg, tengo 23.
—Cardinale Fogelberg, tengo 16.
—Afrodita Fogelberg, tengo la misma edad que el.
El más pequeño de los cuatro no dejaba de mirar al de ojos ámbar, apenas parpadeó un poco cuando Afrodita le dió un golpe en la cabeza.
—¡L~lo lamento!, Escarlate Fogelberg, t~tengo 13...
Terminó respondiendo con timidez, desviando la mirada luego de que una mirada acusativa de uno de sus hermanos mayores se clavara en el con desprecio.
—Bueno, Yo Soy Radamanthys O'kelly, tengo la misma edad de Minos.
Los cuatro asintieron, luego el nombrado aplaudió un par de veces para empezar con una orden.
—Espero que ya hayan ordenado sus habitaciones... De lo contrario será día de limpieza y tu, Afrodita, no te salvarás de ningún modo.
—¡¿Disculpa?!
— hagámoslo más interactivo.
Sacó cuatro cascabeles de su bolsillo y le dió dos al rubio quien se confundió al instante.
—Cuando cada uno termine, puede pedir un cascabel, pero si hacen trampa... No sé le darán los cascabeles, y si se preguntan por qué cascabeles... ¡Desayuno especial lleno de dulces o porquerías de las que ustedes jóvenes les gusta hoy en dia!, así que quien no haga lo que le toca simplemente tendra que empezar a comer vegano por una semana.
El mayor de todos lo miro mal, era un estúpido reto por algo de comida rara que en ningún momento su padre les daría, pero a los pelirrojos les emocionaba tanto que casi siempre terminaban saboteando a Afrodita por lo malo que era con ellos.
—Tienen diez minutos en lo que yo habló con mi compañero, espero ver esos cuartos limpios, jovencitos.
—esto es estúpido.
—no hay excepciones para ti Alba.
Ofendido terminó llendose a su habitación a organizarla, así mismo los otros tres chicos que a diferencia de Afrodita apostaron entre si para ver quién saboteaba o a el mayor o al egocéntrico de su otro hermano.
Todos terminaron desapareciendo de la vista del albino y de el de ojos ámbar quienes fueron a la cocina.
—si que tienes controlado todo.
—por eso mismo me contrataron, Radamanthys.
—Cielos, ¿Que es lidiar con cuatro cabezas así?
—es divertido, más cuando se sabotean entre si por ganar un poco de lo que el señor Lugonis no les da, son unidos... Pero a vez muy distantes con su padre.
—¿Eso tiene una razón?
—bueno, desde que he llegado aquí mantiene de viaje, Albafica se encarga de la Chocolatería, mientras que el resto trabajan como jardineros y tienen su propia floristería, pero... Afrodita tiene un trabajo distinto del cual su padre no sabe, le gusta el modelaje.
—Oh vaya...
Una vez se adentraron en la cocina, el de ojos grisáceos con una pizca de azul empezó a buscar cosas para cocinar, haciendo a un lado a Radamanthys quien solo se limitaba a verlo mientras pensaba un poco en como los cuatro hijos de Lugonis se llevaban mejor entre ellos que con el.
Una familia demasiado distinta a la anterior en la que había estado.
—¿Crees que debería hacerles una pizza o una lasagna?
—¿Cosas con demasiada grasa?, bueno se nota que no les afecta en nada aún siendo adolescentes.
—¡Ya se!, ¡tarta de chocolate!
—esta muy temprano para que les des dulces, por dios, no son niños pero es cierto que se comportan como unos.
No le daría tanto chocolate a su pequeño para no ver como se enloquecía o le daba asma en el suelo.
Le dió un escalofrío, no era bueno eso en lo absoluto.
—Calma, no haré eso, solo les daré cereal... No sé lo van a esperar, jaja.
—traidor.
Presente se había hecho en poco tiempo el mayor de cabello celeste quien lo miró mal y reclamó el cascabel.
—¿Si no te gustan estos juegos por qué sigues jugando?
—solo quiero comer unos Pancakes, con mafle... No quiero alguna aberración que le prepares a mis otros hermanos por ser amantes del chocolate.
El mimado, el favorito de Lugonis, Albafica.
—que exigente...
—Minos...
—bien, está vez si te haré una excepción, pero si tus hermanos se enteran entonces se enfadarán mucho conmigo.
—me da igual.
—que cruel eres...bien, espera entonces afuera por favor.
Sin más el mayor de los hermanos se fue de ahí, a Radamanthys no le agradaba demasiado pero a simple vista era serio y amargado.
—demonios... Que carácter.
—lo normal de todos los días rada, no es lo peor que puedes ver aquí.
Estuvieron unos minutos en silencio, mientras el albino cocinaba y se inventaba algo más o menos a la altura para los otros chicos, se sentía mal haciéndoles esa maldad por culpa del favoritismo.
El rubio por su parte solo estuvo mirando por la ventana y de vez en cuando recorriendo el lugar, el rojo predominaba demasiado entre las paredes de aquella casa.
Pero en menos de lo que se dió cuenta le arrebataron los dos cascabeles que tenía.
—¡Afrodita, dámelo!, ¡yo me lo gane!
—ingenuo, ¿crees que no me daría cuenta que tú y Cardinale conspiran en mi contra y desordenan todo lo que hago?, está semana no comeré hojas por tu culpa, Escarlate.
El niño solo pudo bajarle la cabeza luego de no lograr alcanzar el cascabel que su hermano le había quitado, arrepintiendose de lo que había hecho.
El otro que había tomado el cascabel que se quedaba a Radamanthys había sido Cardinale, quien al instante desapareció como un fantasma sin decir nada.
El rubio solo pudo observar ese comportamiento sin intervenir, necesitaba analizar como trabajaba aquella familia y como se trataban entre ellos.
Volvió a la cocina.
—¿En quien tenemos que concentrarnos?
—En el menor de los cuatro, Escarlate.
—¿Por?
—Solo dile algo que lo moleste y verás lo explosivo que es.
No preguntó nada más, se había pasado incluso de tiempo cuando terminó de cocinar, llamando a todos.
Y dejándolos en la sala mientras el revisaba habitación por habitación.
Todo en perfecto estado.
—¿Quien se quedó sin cascabel?
Todos señalaron a pelirrojo de marcas en sus ojos.
—¿Por qué no viniste a reclamar cascabel, Escarlate?
El nombrado no contestó, en cambio el peliceleste rizado tomó la palabra.
—Escarlate viene saboteandome desde hace ya varias semanas, no iba a dejar que se saliera con la suya una vez más.
—¿Estabas haciendo trampa?, ¡Quien lo diría!, bueno castigo es castigo... Una semana de veganos para ti Joven Escarlate.
El menor sólo desvío la mirada y asintió con la cabeza.
Radamanthys lo observaba atentamente, el chico era callado tímido pero a su vez dispuesto a sabotear a uno de sus hermanos para fastidiar, sería una bomba de tiempo en cuanto le contarán absolutamente todo sobre su familia.
Todos desayunaron de forma tranquila lo que tanto les gustaba, a excepción del castigado quien prefirió comer en su habitación encerrado.
Luego de todo y desayunar era hora de lavar los platos, lo que cada uno hizo, Minos no lavaria trastes luego de haber cocinado.
Después de eso cada uno fue a distraerse a su forma, Albafica se fue poco después a trabajar, mientras que Afrodita y Cardinale fueron a encargarse del jardín quedandose solo Escarlate.
Buen momento para empezar a manipularlo.
—¡Escarlate!
El nombrado se presentó casi que corriendo.
—Digame señor Minos.
—bien, siéntate.
Los tres se sentaron en el comedor, para luego que el albino nuevamente tomara la palabra.
—Escarlate... ¿Que harías si tú padre tuviera preferencia por uno de tus hermanos?
—¿D~disculpe?
—asi es, ¿que harías?
—yo no podría hacer nada en contra de mis hermanos o de mi padre... ¿A qué viene todo esto?
—¡pero si tus hermanos te tratan mal!, es cierto que eres el menor, pero al menos te deberían tener algo de respeto ¿No?
—pues s~si pero...
— siempre tienes que sabotearlos para que te tengan en cuenta... Sin eso serías como alguien invisible.
El pelirrojo no lo entendió, seguía observando a Minos pero a veces miraba a Radamanthys quien estaba callado y serio.
—¿No quieres cambiar eso?
—S~si... Si quiero.
—Tienes suerte, tengo el método perfecto.
Sobre la mesa puso su arma, quien al verla Escarlate se levantó y retrocedió.
—¿Tienes valor para hacerte tener en cuenta a la hora de tomar las decisiones?, si lo tienes entonces puedes tomarla... Si no entonces eres alguien deplorable y cobarde en la vida, tu padre estaría decepcionado, ¿No crees?
—Minos...
El rubio lo llamó, estaba siendo demasiado exagerado en poco tiempo, pero había logrado intimidar por completo al chico quien dudaba de que hacer.
—Escarlate... ¿No crees que Afrodita es alguien muy... Egoísta?, ¿Que piensa más en su mismo que en los demás?, ¿Que hay de Cardinale?, Te vende cuando puede para no salir involucrado... Tu no mereces eso y lo sabes.
—Minos... Para.
—escuchame Escarlate, es la impotencia lo que te consume cuando tus logros pasan desapercibidos por tu padre, debes hacerte resaltar, y enseñarle que no eres un cualquiera.
—Minos, ¡Que pares dije!
Alzó la voz el de ojos ámbar para hacer que su amigo se callara, este lo miro serio y con molestia pero luego de unos segundos de silencio, el chico de 13 años se acercó a la mesa y tomó el arma con miedo pero con un agarre firme, manteniendo una expresión forzada de molestia, que si sentía pero que el miedo también lo frenaba.
—Esas si son agallas, debo de admitirlo, joven Escarlate.
—n~no quiero hacerles daño... Pero quiero que sepan que tampoco soy un muro invisible.
—bien, te ayudaré, solo sigue normal, no importa si te ven como alguien invisible, utiliza eso a tu favor.
—si...
Minos sonrió con picardía, eso a Radamanthys no le agradaba pero había resultado.
El albino tomó de vuelta su arma para guardarla y darle un par de dulces como recompensa, ya tenían el perpetrador y el señuelo, solo necesitaban que Lugonis volviera a casa.
El infierno se desataría pronto para aquella familia.
Era la última en aquel país, cuando terminara tendrían ambos que abandonar el lugar para que la policía no los buscará, pero era muy poco tiempo para el rubio, no podía irse aún.
Aún esperaba a su hijo, que por fortuna le perdonaron la vida sus jefes, pero si estaban bastante disgustados por eso.
No le ayudarían a sacar a kanon de la cárcel, eso sí no había remedio.
Todo iría bien...en eso confiaba ciegamente el de ojos ámbar, por ahora solo podía centrarse en aquella familia la cual se destruiría por si sola.
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