Capitulo 26: Con la cabeza en alto.
Desde que vieron a estos caballeros dorados antecesores a ellos y sus armaduras Sapuri no habían quedado tranquilos.
Milo y Kanon simplemente se veían intimidados ante el poder que emitían con solo su presencia.
El antecesor de Milo era el que más intimidaba al peliazul, simplemente le recordaba aquel día que por primera vez conoció al pelivioleta.
Esos pocos ex santos dorados eran demasiado para los que estaban actualmente en el santuario.
Pero ahora tenían que acompañar a ese tipo, de nombre Kardia hacia la Atlántida, a buscar el cadáver de la última persona que faltaba.
-No se preocupen... No tardaré mucho en encontrar a mi compañero.
Habían llegado a Asgard con la técnica de Kanon, y el de cabello azabache que aún lucía la gran marca de mariposa en un lado de su rostro les pidió que lo esperarán pues el sabía en qué lugar lo había visto por última vez.
Aunque no valió de mucho aquella petición, pues de igual forma su sucesor y aquel que lo acompañaba lo siguieron poco confiados.
- ¿Conoces este lugar?, pues yo engañe a Poseidón por un poco de su poder... Al llegar aquí.
Comento para ver su expresión aunque bajo el control de la mariposa este apenas rió un poco sádico.
-¿enserio?, eso suena impresionante...
No era lo que esperaba de parte de alguien tan imponente como ese ex caballero dorado de escorpio.
Pero ya le daba bastante igual.
Continuaron su camino hasta llegar a un templo un poco alejado de dónde Kanon conoció a Poseidón, luego de andar un poco más y mirar a su alrededor se dieron cuenta de unos restos de hielo que aún no se derretían.
— cuando intenté bajar a aquí toda la ciudad estaba congelada... Me sorprende que el cosmos de Poseidón logrará derretir la mayoría del hielo que cubria su templo submarino.
Milo se sorprendió al oír eso, el hielo solo podía ser de los caballeros de Acuario, por lo que el que buscaban estaba congelado bajo su propia trampa.
Pero con la tranquilidad con que hablaba su antecesor parecía que lo conocía bastante bien.
—¿Y tu que hiciste?
Preguntó con un poco de curiosidad, más les valía aprovechar sus 24 horas junto a los caballeros dorados revividos por Hades antes de que volvieran a su sueño eterno.
—¿Yo?, ja ... Luché a muerte con uno de los jueces del Inframundo.
—¿con cuál?
— preguntas demasiado...
—solo contesta.
Está vez habló Kanon, pues el también tenía curiosidad por saber a quién de los tres jueces se había enfrentado.
—Radamanthys de Wyvern, fue contra ese tipo, es muy resistente... Incluso para resistir mis agujas escarlatas con mi habilidad especial, Katakkaio.
La sorpresa fue mayor, en especial para el peliazul, jamás se lo había contado el rubio de ojos ámbar y no sabía por qué.
Luego de eso solo se quedaron en silencio hasta llegar a aquel lugar donde aún estaba el cadáver de aquel antiguo caballero dorado, Kardia lo recordaba con armadura ese día, supuso que ya para entonces la armadura de acuario escapó de aquella prisión.
Aquel día seguía sin olvidarlo...
—Degel...
Ahora se veía muy diferente, el hielo lo había preservado en su mayor parte pero ahora estaba desgastado.
—por Athena...
Milo quedó paralizado, aquella persona tenía demasiado parecido con Camus, y lo hacía recordar aquel día que lo mató con sus propias manos, ahora era verlo pero en otro tipo de persona.
Sus manos temblaron, aún setía su sangre sobre sus manos.
Tenía que dejar de pensar en eso, pero le resultaba casi imposible.
Kanon lo notó, y sin comprenderlo intento preguntar pero no pudo cuando aquel tipo volvió a hablar.
—Atrás... No quieren ver esto ni en sueños.
Los dos obedecieron y retrocedieron un poco para luego ver qué una llamarada emanó del pecho de kardia, con furia intensa.
— está es el fuego de mi corazón que solo tu puedes aliviar... Degel, ¡Despierta!, ¡Aguja escarlata Katakkaio!
Lanzó las 15 agujas escarlatas al hielo y con su propia sangre ardiente hizo que el frágil hielo fuera derritiéndose con lo que parecía lava ardiente.
Aun siendo descuidado varias de su agujas lograron tocar el cuerpo inerte, y solo le hicieron unas pequeñas heridas.
Pronto dejo de atacar escupió sangre y cayó al suelo bastante resentido, pero sin embargo solo sonrió como si fuera una victoria.
Apenas fue ayudado por aquellos que lo acompañaban, quienes notaron su sonrisa.
—es una técnica demasiado poderosa que requiere de sacrificio para ser ejecutada tantas veces.
Dijo Kanon bastante impresionado mientras intentaba junto a Milo mantener de pie al azabache.
—que le devuelvan su alma... Lo que quiero es ver qué sus ojos vuelvan a mirarme.
Tosió de nuevo sangre, pero ya en menor cantidad, pues aún con una vida limitada toleraba bastante bien los efectos secundarios de su técnica más fuerte.
—Kanon...
El nombrado miró al pelivioleta, y este asintió por lo que llamó a Aiacos con un objeto que este le había dado y el juez apareció inmediatamente con una mariposa parada en su dedo.
—eso fue rápido, señores.
Dijo Garuda con una ligera sonrisa para ir hasta aquel cuerpo y dejar que la mariposa se apoderara de aquel cadáver, que fue reparandolo de apoco, una vez listo y con una pequeña esfera en su mano el de cabellos violetas oscuros aplastó la esfera contra la frente de este.
—Tranquilos, despertará en unos minutos, solo no lo hagan enojar.
Advirtió antes de volver a irse, sin antes mirarlos y dedicarles unas últimas palabras.
—Esta noche atacaremos... Así que hagan su plan para que Lord Hypnos pueda encerrar a Abel y a la diosa Athena.
La mención de la diosa creyó que despertaría a Kardia de su trance pero ese parecía pensar más en aquel santo de acuario que ni siquiera le prestó atención.
—ah y lo otro ... No sé preocupen por mencionar a su diosa, la mariposa de Myu no controla sus mentes casi por completo pero si hace que ignoren esos detalles del porque han vuelto a la vida.
Una vez dijo eso Aiacos se fue, dejando a Kanon y a Milo con una nueva preocupación, tenian que pensar bien como atacar o fracasaría por completo.
Lo único malo era que se les daba fatal ser buenos estrategas.
Algo tenían que idearse.
Luego de la distracción Kardia les gano en fuerza y tumbó a Milo en un intento de acercarse a degel cuando lo vio despertar y abrir los ojos de a poco.
—¿estas bien Milo?
Kanon le ofreció su mano para que este le levantará mientras le sonreía de forma amable, aquello no pasó por desapercibido por el santo de Escorpión quien dudo un poco pero que al final acepto y se levantó con su ayuda.
—ese tipo si que aún conserva su fuerza física... Aún luego de estar muerto por dos siglos.
—si... Tienes razón.
Lo miraron, notando su aparente preocupación y desesperación por qué lo reconociera pero el de pelo verde se veía demasiado desorientado como para reconocer a quienes lo rodeaban.
—Kanon... ¿Por qué la marca de la mariposa no está sobre su rostro?, ¿se está resistiendo?
—es imposible... No creo que sea así, aún está demasiado débil como para resistirse al control de Myu.
Trataron de calmarse para ver lo próximo que hacía, notando como está vez Kardia buscaba algo entre su sapuri, y que al encontrarlo se lo puso a su compañero.
—Aún conservo tus lentes ... Supe que algún día los volverías a necesitar si te veía en otra vida.~
Fue lo que el peliazul y el pelivioleta escucharon de boca de aquel caballero, una vez se los había puesto esa mirada amatista se clavó intensamente en ellos dos.
—Kardia...
Apenas ladeó la cabeza, aún le costaba entender pero si estaba el azabache era por qué todo estaba bien.
La marca de la mariposa terminó apareciendo en un lado de su rostro.
Milo y Kanon sonrieron, ya tenían a todos, pero en especial a Milo le causaba cierta nostalgia verlos juntos, pues le recordaba aquella vez que junto a Camus se habían perdonado sus diferencias y terminaron reconstruyendo su amistad.
Por poco que le pedía que fueran pareja... Sin embargo se dió aquello.
Ahora solo tenía que mantener la cabeza en alto como lo hacía Kanon, que aún con todo perdido sabía que solo tenía que seguir adelante.
Solo de esa forma lograrían tener algo de eso en otra vida.
—Camus...~
Murmuró de forma inevitable su nombre, el nombre del caballero dorado de acuario de su época que aún con todos sus defectos quizás era la mejor persona que había conocido en su vida.
—Vamonos Milo ... Volvamos con los demás, está noche tendremos que acabar con ese dios y salvar a Athena, o en caso contrario acabar con ella de igual manera.
Al escuchar la voz del peliazul asintió para luego acercarse a su antepasado y tocar su hombro.
—Tenemos que irnos... No queda mucho tiempo.
El azabache asintió, para ayudar a levantar a degel y llevarlo, estaría mejor cuando llegarán y descansarán un poco.
—Gracias por tratar mi corazón...~
Milo lo miró confundido pero luego se dió cuenta que una de las manos del peliverde estaban sobre el pecho de Kardia y que la llama ya no se encontraba más en su pecho.
Aún le daba lastima pensar como habría sido el final de aquellos dos caballeros dorados.
Se fueron, tenían aún mucho que hacer.
◈ ━━━━━━━ ⸙ - ⸙ ━━━━━━━ ◈
Las cosas en el santuario iban de mal en peor, Abel no se preocupaba por qué estaba cerca la destrucción de la humanidad por su impertinencia pero aquel sujeto que tenía de patriarca no había hecho más que causar problemas.
Lo toleraba aún, pero si continuaba insistiendo en contactar con alguno de sus escudos humanos tendría que acabar con el.
No era pánico el que sentía por una aparente traición de Aioros, más bien pensaba que el estaba planeando algo para irse del santuario como diera lugar.
Bajó al salón patriarcal para encontrar al de cabellos castaños sentado en el trono, y que al verlo se tensó y desvío la mirada.
—Aioros...
—Lord Abel.
El dios tenía una lira en sus manos que después hizo desaparecer.
—¿Aún resentido por lo que le hize a tu hermanito~?
Fue aquellas palabras que le murmuró en su oido al sagitario quien apenas empuñó las manos y solo se quedó en silencio.
El de cabellos azules se retiró de rostro de este para mirarlo de forma sería.
—¿Que se siente tener sangre ajena de tus compañeros sobre tus manos?
Dijo con un poco burla.
Aquella explosión que acabó con su hermano, Shaka y Aldebarán fue obra de una de sus flechas que Abel le había pedido lanzar y este la invadió de su cosmos para causar aquel tragico desenlace.
Casi no recordaba lo que había pasado, solo el momento en que había tomado esa flecha dorada cargada del cosmos destructivo que aquel dios que fue directamente hasta Aries.
Mü y Kiki se protegieron con el muro de cristal cuando hablaban con los que aún continuaban vivos.
Después de eso el reporte que le dieron fue que con esa técnica quedaron hechos polvo de estrellas.
Junto y probablemente con sus almas.
Esa simple pregunta lo hacía desear su muerte también.
—Si intentas salir del santuario, entonces haré que veas como torturo a saga frente a tus ojos mientras una y otra vez lo devuelvo a la muerte, ¿Entiendes?
—Si, Lord....Abel.
—anda, la diosa Athena te necesita, ¿Quizás sea la última vez que la veas con vida antes de que la humanidad sea exterminada.
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