Capitulo 25: Hasta el final.
Pasaron algunas semanas para que Milo logrará llegar a Italia, había tomado un atajo para llegar más rápido y se dió cuenta de que su armadura parecía resonar con otra, quizás se trataba de las armaduras de los otros dorados dándole a entender que estaban cerca aquellos nuevos santos de oro de acuario y cáncer.
Decidió andar con cautela, estaba en el centro del país, Roma, incluso cerca del gran coliseo romano que se lograba admirar de lo lejos, tenía que buscar a Kanon y sabía que lo podría encontrar allí.
—Kanon...
Aunque dónde pensaba que estaría se equivocó, pues un choque de cosmos se dió incluso más lejos de dónde estaba, estando alerta fue hacia aquel sitio para ver de que se trataba.
Hizo lo posible por llegar rápido, portando su armadura dorada empezó a ir por los techos, para tener mejor visión.
—¡Ex caballero de Géminis, rindase ahora o tendremos que matarlo!
—¡Tendran que matarme antes de siquiera rendirme!
Escucho su voz, era el, aún continuaba con vida.
—¡Kanon!, ¡Aguja escarlata!
Atacó a quienes lo seguían dando con los caballeros que Sonia le había dicho, el pelivioleta logro asestarle dos agujas al caballero de cáncer quien cayó al suelo y lo miró con odio luego sorprendiendose de que se trataba de el anterior santo dorado de escorpión.
—¡no te metas! ¡Descenso Abismal!
Milo notó a las personas muertas por seguir a kanon estás se levantaron como zombies para ir por el luego de que se bajó de los techos, era una técnica nueva que nunca había visto y que Deathmask jamás había utilizado.
Tuvo que atacar a los muertos para que no lo siguieran.
—que cobarde de su parte...
Se dijo con una ligera mueca de fastidio al ver que el de cabello rosa se levantó y fue tras su compañero.
Volvió a seguirlo, no podía dejar que se escaparan así como así.
Volvió a tomar ventaja saltando sobre los techos, para esta vez ver qué el chico con la armadura de acuario iba a lanzarle al su compañero el polvo de diamante para detenerlo.
—¡No dejaré que le hagan nada!, ¡Aguja escarlata!
Tokisada, quizas mas débil de Schiller obtuvo ocho de las 14 agujas escarlatas que lo hicieron caer y este a diferencia del Santo de cáncer no pudo ponerse de pie una vez más.
—¡Tokisada!
El de cabello rosa se detuvo a auxiliarlo pero ya cuando se dieron cuenta se había escapado a quien habían tardado semanas o meses en buscarlo.
Cómo consecuencia milo bajó y los miró acusativos.
—me compadeceré de ustedes, pero tendrán que entregarme sus armaduras doradas, ustedes no son dignas de portarlas con lo que hicieron.
Dijo con seriedad mientras los miraba con molestia.
—Lord Abel acabará con aquellos que rebelen contra el... No podemos entregar nuestras armaduras...
Ya con más calma habló el moreno, no querían terminar muertos por no cumplir con su misión.
—yo me encargaré de destruir a ese dios, junto a kanon.
Confirmó, no pensaba impartir confianza hacia aquellos que ahora veía como sus enemigos, solo buscaba la forma de llevar consigo a kanon e ir de nuevo al santuario a buscar ayuda del ejército de Hades una vez más.
Los dos se resignaron, y se desprendieron de sus armaduras, para entregárselas a Milo, pues sus fuerzas no bastaban para derrotar a uno de los antiguos caballeros dorados.
— De igual forma... Ya estamos muertos.
dijo Tokisada con algo de dolor, luego de que permitiera que la armadura de acuario se desprendiera de el y volviera a su forma tótem.
Schiller no dijo nada también obedeció y se desprendió de su armadura.
—Ninguno de ustedes morirá... Aunque no merecen ser santos de oro.
Dijo con confianza y seguridad, para que luego las armaduras volvieran a sus cajas de pandora, y el decidiera llevarlas en su espalda.
—Huyan y no vuelvan jamás, ya causaron demasiados problemas.
Los dos asintieron, para que el de cabello rosa tomara a su compañero y lo ayudara a irse con el.
No muy lejos los observaba Kanon, quien muy poco confiado de su acercarse o no decidió irse de allí.
Luego del incidente, Milo fue a alcanzar al peliazul una vez dejo de sentir su presencia pues necesitaba encontrarlo para llevárselo.
—¡Kanon!
llamó, mientras sobre los techos lo buscaba insistentemente, aunque por fortuna este no logro ir tan lejos.
—Kanon...
El nombrado lo volteo a ver, viéndose acorralado, solo le quedó resignarse y detenerse pues ya no servía de mucho ocultarse.
—Milo...
Ambos se miraron por algunos segundos para que luego el de cabello violeta continuará.
—Te necesitamos ... Athena está controlada por un Dios olímpico, tu sabes cómo estuviste a Poseidón... Tienes que hacer lo mismo con ese otro dios.
—no pienso enfrentarme a otro Dios... Solo quiero una vida tranquila alejada de toda esta realidad.
—Kanon... No soy el único que te busca.
El de cabello azul lo miro con más atención, pensando que se trataba de Radamanthys.
—Radamanthys de Wyvern, ¿verdad?
—parece bastante desesperado... Garuda me lo dijo.
Aunque el de nuevo caballero de escorpio intentaba convencer a su ex compañero no sabía a ciencia cierta si eso era cierto pero por como recordó el rostro de Aiacos aquel día que lo vio quizás era así.
Escuchó un suspiro de su parte viendolo resignado pero volviendo a recobrar su sentido de la lucha por la justicia.
—Bien... Iré contigo, pero al parecer no nos queda mucho tiempo.
El ex caballero de geminis miro al cielo, Milo imitó su acción, viendo algo extraño, probablemente no tenían suficiente tiempo.
—¿tienes la armadura de geminis?
—la escondí esperando olvidar el amargo pasado, en una isla de las costas de Italia, tendre que volver por ella.
El pelivioleta asintió, estaba dispuesto a acompañarlo hasta aquel lugar para tener de vuelta al verdadero caballero de geminis.
Kanon de Geminis.
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Luego de ir por la armadura fueron directamente al santuario, una vez mas allí estaba aquel lugar donde Garuda esperaba la llegada de kanon, para dejarlo entrar al Inframundo.
Tardaron el menor tiempo posible con el triángulo dorado del peliazul, dónde directamente dieron cerca de Cabo Unión.
El ahora de nuevo santo de geminis se paró en aquel sitio donde siempre se había hecho para encontrarse con el juez del Inframundo.
Cómo se esperaba Aiacos de Garuda apareció de la nada viendo con sorpresa al peliazul y al caballero de escorpio de nuevo.
—Kanon...
—¿donde está Radamanthys?
—Primero necesitamos de tu ayuda...
Kanon se quedó en silencio, dispuesto a saber de que te trataba.
—el Inframundo necesita que rompas el sello de Athena, para ayudarles a derrotar a Abel.
—¿para romper el sello?
Lo pensó por un momento, pero ya nada perdía con ello.
—para romper el sello necesitaré la espada de Hades... Con eso podré romper el sello que los tiene a todos ustedes encerrados.
El espectro asintió al escuchar eso y que los ayudaría.
—Hecho... Les avisaré a los dioses gemelos...
Miró a ambos lados para luego volver a ellos dos.
—entren... Aquí no es seguro.
Kanon y Milo, poco convencidos de eso decidieron aceptar entrar junto a el.
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Las horas pasaron, luego de un acuerdo mutuo Kanon logró conseguir prestada la espada del Dios Hades con la que solo faltaba buscar el sello de Athena para romperlo.
—Tambien necesitamos el rosario de Shaka, allí están sellados los 108 espectros.
—Me temo que Abel asesinó a mis compañeros cuando vine a buscar a Radamanthys por primera vez cerca de Cabo Unión.
Eso le recordó algo al peliazul.
—¿Por cierto dónde está Radamanthys?
—El está un poco ocupado... A nosotros los jueces no nos sienta bien salir de una prisión del mundo de los sueños y pues no somos los mismos una vez despertamos.
Respondió Aiacos mientras los miraba curioso, aunque ahora estaba a cargo de la espada de su jefe para que ese par de caballeros dorados no la rompiera.
Pero Kanon al escuchar eso le preocupó un poco, era probable que no lo recordara después de tanto tiempo metido en una prisión del sueño.
—por ahora solo enfoquemonos en romper el sello para que salga Hades a la tierra junto a los dioses gemelos y los jueces del Inframundo.
Habló Milo, habían encontrado el cofre donde está el sello de Athena y que no permitía resurgir físicamente a los tres dioses que estaban en el Inframundo.
El día que Hypnos se ofreció a detener a Poseidón ni siquiera tenía un cuerpo, por lo que un arma divina lo podría destruir completamente, y allí sería su fin.
Kanon tomó algo de aire para luego con el filo de la espada cortará el sello, ahora los cuerpos de los tres dioses estaban dispuestos para la guerra que se avecinaba, al igual que la salida permanente de los tres jueces del Inframundo.
—Listo... Falta el rosario.
—eso no es necesario...
Los dos santos dorados allí presentes miraron a Garuda con desconcierto, y un poco confundidos.
—¿por que lo dices?
—Lord Hades revivirá a unos cuantos aliados poderosos... Pero con la ayuda de Myu de papillion para que no se revelen en nuestra contra.
—¿podemos saber de quienes se tratan?
Pregunto Milo con cierta intriga, para que el de cabellera violeta oscura les invitará a seguirlo.
—Los más fuertes de su anterior generación... Aún nos falta uno pero su cuerpo se encuentra en la Atlántida, permacongelado.
A los ojos de ellos estaban sorprendidos, era increíble pero bastante aterrador por el cosmo que poseían.
—imposible.
Al verles el rostro su mirada era muerta y la marca de mariposa regia sobre su rostro.
Eran algunos caballeros dorados del siglo XVIII.
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