Capitulo 21: Rebelión.
La negativa de poder salir del Inframundo desesperó al Wyvern, no sabía que pasaría si no lograba salir de aquel sitio y terminaban ejecutando a Kanon.
Si el peliazul era ejecutado jamás lo volvería a ver en el resto de su existencia, y la eternidad.
No era su primer dilema...
— iré por ti Kanon, no dejaré que hagan polvo de estrellas tu alma.
Luego de la salida de el caballero de acuario y el de cáncer hacia los posibles lugares donde podría estar la armadura según la información que el patriarca les había dado su relación no iba tan bien, las diferencias seguían entre ellos y probablemente no se aguantaban, solo querían cumplir su misión y luego podrían dejar todo en el olvido.
En el poco tiempo que llevaban iban por el norte de Serbia, sin dar rastro alguno de aquel traidor y ladrón que se había llevado la cloth de géminis.
Aunque desde que habían salido las cosas en el santuario no habían mejorado mucho.
Lo último que escucharon fue la rebeldía del santo de leo, quizás el unico que decidió quedarse en el santuario aún después de la época sangrienta con la que fue denominada al igual que la gran inundación.
—¿Crees que el maestro Aioria se revelará en contra de su propio hermano?
— Realmente no lo sé, sin embargo... No es algo a lo que debamos tomarle importancia en medio de esta misión.
—Tokisada, Un traidor más... Sabes que nos matarán a todos.
El moreno de cabellos rosas se alarmó ante eso; el aquel santo de leo se revelaba todos, absolutamente todos los caballeros dorados apenas escogidos serían eliminados por la misma Athena.
— ¿Le temes a la muerte?
— no, temo que la diosa Athena deje de ser la persona benevolente en la que todos ven la paz y la sabiduría.
El tragarse tantos secretos oscuros no le hacía bien a su corazón, según el de cabellos verdes Sonia también dudaba de lo que ocurria en el santuario.
—Tokisada... ¿Sabes algo de lo que ocurre en el santuario?
—¿Yo?, no... Por supuesto que no, ¿quien le diría todos los oscuros secretos del santuario a un mísero caballero de acuario que tiene el nombre más manchado de sangre de la historia de los santos dorados?
— No eres el único... Mi peor maldición fue quedar de santo de cáncer... Igual para Amor de piscis...
—Shiller...
—¿Que?
— ¿al menos sabes por qué Sonia nos regaló esta misión?
—¿Por qué?
— por qué ella sabe que si fallaba la matarían... Si no cumplimos con nuestro deber... Nos matarán a ambos.
Un silencio se apoderó de la situación, así que había sido por eso, se habían metido en la boca del lobo sin siquiera saberlo.
Esperaban cumplir con su misión, o que aioria no se revelará ante el patriarca.
El santuario - Grecia.
—Aioria, ¿Que demonios crees que haces?
Contra el suelo y amenazado por una flecha en su cuello se encontraba el león mirando a los ojos a su hermano que parecía decidido a lanzarle aquella flecha a quemaropa si continuaba con su ideal de revelarse contra athena.
— ¿Que no sabes que si no soy yo quien te mate lo hará Athena?
—¿prefieres vivir en esta mentira por seguir a nuestra diosa?, Aioros, ella no es la Athena que conocemos, tu mismo viste a ese tipo, ¡el le lavó la cabeza a Athena!
—¡Silencio!, Aioria, por favor... Desiste de tu idea... No soportaría la idea de ejecutarte por traición...
— Ni siquiera te importó ejecutar a nuestros compañeros, ¡hiciste que Shura se suicidara y dejaste traumado a Milo!
—Era necesario...
—¿Necesario?, ¿matar a aquellos que ya habíamos perdonado sus pecados?, Hiciste que también matarán a saga... ¿Que no era que lo amabas?
—Aioria...
El castaño miró con melancolía a su hermano menor, pero sabía que en otra vida lo encontraría y no existirían rencores.
—Aioros... Si vas a matarme, hazlo ahora.
El escuchar aquello fue inaceptable para el sagitario, no sería capaz de soportar la culpa.
—No... Lo lamento, no puedo hacerlo.
Aioros retiró su flecha del cuello de su hermano para luego darle la espalda y volver al trono, viendo con algo de preocupación el casco de patriarca.
— Aioros...
—Vete... Huye del santuario, antes de que Abel se enteré de esto y haga algo peor con Athena.
Sin decir nada más y comprendiendo la compasión del mayor decidió irse de ahí y preparar todo para dejar el santuario, aún temía su destino y el destino de su hermano mayor.
—en otra vida será... Aioros.
Una vez cayó la noche fue que se marchó, dejando la armadura de Leo en su templo, y dándole lugar a un nuevo sucesor que saliera vencedor de los combates clasificatorios.
En el Inframundo...
—¡Aiacos!
—Radamanthys, cierra el maldito osico de una buena vez, ¿Acaso quieres que nos encuentren?
—No hay tiempo...
— Si Lune se entera ustedes dos serán castigados por Lord Thanatos y la señorita Pandora.
—No ayudas Minos...
—¿Por qué tanto alboroto por un humano insignificante?, ah, es verdad... Es el noviecito de Radamanthys.
El rubio lo miró de mala forma por aquel comentario que había hecho el albino.
— Jamás formalizamos nada...
—¿Pero eso será pronto no?
El de cabellos violetas oscuros miró a su compañero poco convencido por eso, sin embargo al verlo con una rosa se le hizo extraño.
— ¿De dónde sacaste esa rosa?, aquí en el Inframundo no crecen ese tipo de flores.
El de ojos ámbar también se fijó en ese detalle, frunció el seño, y lo miró de arriba a abajo.
— ¿a quien convertiste en marioneta ahora?
—¿Ah?, ¿Esto?, es un viejo recuerdo de un viejo caballero... Aún sigo guardando la rosa que casi me mata.
—¿Albafica?, por favor, Minos... Lune te matará si te ve con esa rosa.
—Le gusta ser masoquista.
—Me agrada tener a Lune de compañero, de hecho es bastante divertido verlo juzgar a los muertos por sus pecados, pero Albafica... Es una lastima que no volveré a oír su voz y a romperle cada uno de sus huesos una vez más.
—Sadico.
Luego de aquel comentario sadomasoquista del Grifo, Aiacos continuó buscando una forma para abrir la brecha entre el mundo de los vivos y muertos, solo para que Radamanthys saliera y buscará a Kanon.
El también se estaba revelando al régimen recién dictado por los dioses gemelos ahora encargados del Inframundo.
Buscaban proteger la integridad del Dios Hades, y mantener con vida hasta la próxima era a los espectros.
No sabía cuánto tiempo tardaría en volver, pero solo necesitaba el Wyvern reencontrarse con el ex caballero de géminis, Kanon.
—Ire pronto, no te preocupes... Kanon.
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Más de una debe sentirse así, ojalá estos caballeros existieran en la vida real, cuanto daría por un Shura.
Nos vemos en el próximo capítulo!
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