Capitulo 20: Verdad
¿Quienes con la suficiente convenencia podrían convencer a Athena de desconfiar de sus caballeros?
Así es, se trataba de el, Abel.
Ayudado por Artemisa logró plantar una semilla de desconfianza y caos en el santuario, cualquier caballero que tuviera la osadía de revelarse sería asesinado.
-Lo único que te faltaba era un poco de mano dura, hermanita... Así nadie se revelará ante ti y seguir tus ideales, ¿Quieres la paz?, está es la forma de conseguirla.
El de cabellos azules que vestía una túnica blanca, y parte de una armadura.
Puso su mano sobre el hombro de la de cabellos entre lilas y rosas para sonreírle.
-Ahora... Dime, ¿han encontrado a ese tipo que causó la gran inundción?
La mujer negó, acababa de enviar a otro de sus caballeros a buscar a Kanon, no podían dejarlo huir más para que se escondiera como una rata.
-bien... Espero que está vez logren atraparlo.
Se retiró de allí para luego mirar al patriarca quien lo miraba acusativo y un tanto molesto, pero sus ideales eran tan fuertes que solo se limitaba a desviar la mirada y continuar obedeciendo órdenes de Athena.
Para ser el patriarca y ver a varios de los suyos morir había sido una carga en su conciencia.
¿Quienes se habían encargado está vez de ir a buscar al gemelo de saga?
...
-No me caes bien...
-tu tampoco a mi.
Un par de dorados caminaban con la caja de Pandora a sus hombros, el de cabellos verde oliva miraba con cierto desprecio a aquel que al mismo tiempo que el se ofreció a cambio de Sonia para ir a buscar a aquel caballero que había hurtado la cloth de géminis.
-Solo valoremos que la diosa Athena nos ha escogido personalmente para acabar con la desgracia de los caballeros dorados, y limpiar el rango de oro.
-Si... Ya me harta que los caballeros de plata se burlen aún siendo de menor rango que nosotros, me encantaría romperles la cara.
Ya más de uno debe imaginarse de quienes se tratan.
-Por fin estamos de acuerdo en algo Tokisada.
-Lo mismo digo Shiller.
Aún sin saber a quién se enfrentaban realmente salieron de los límites del santuario, sabían que sus armaduras resonarian con la de géminis cuando estuviesen cerca de ella.
Por otro lugar Kanon estaba relajado en la playa, la pasaba bastante bien aún sin que Radamanthys estuviera encima de el, pero sabía que ese leve vacío en el era por su falta.
-Rada...
Se levantó de su lugar para buscar a Sorrento que había desaparecido de su vista, al encontrarlo solo lo mró acusativo por dejarlo tirado.
-Sorrento... ¿Que haces?
Eso por cierto tomo por sorpresa a la sirena quién se sobre saltó y se puso nervioso.
-Nada... Cómo te dije, estaba buscando al señor Julián.
Kanon asintió y lo dejó en paz tenía que irse a otro lugar ese mal presentimiento del sol tiempo antes no le había gustado para nada.
—bueno si no te molesta entonces me iré... Puedes ir a visitarme a las costas de el sur de Italia si gustas.
El joven asintió a aquello para alzar una mano y despedirse con un ligero sonrojo en sus mejillas, aunque después se le pasó y frunció el seño un poco molesto.
Con solo verlo irse se relajo y se alivio.
—Suerte con tu viaje Kanon, cuídate.
El peliazul tomo su armadura y se la llevó, volvería quizás a Italia para esperar al juez del Inframundo por el tiempo que demorará en volver.
Aún seguía poco convencido de lo que ocurría últimamente con los nuevos caballeros dorados.
—Quizas estoy sobre pensando mucho las cosas.
Se dijo a si mismo para salir de la playa, con intención de quizás está vez no volver jamás a Grecia.
Semanas después...
Isla de Cerdeña, oeste de Italia.
Aquel místico lugar por ser acogedor y bastante llamativo para los turistas fue su lugar escogido para pasar el tiempo que fuera necesario, sabía que el juez del Inframundo daría con el sin demasiado problema.
— Géminis, temo que tendré que dejarte escondida hasta que las cosas se calmen, aún si eso significa la eternidad.
Comentó hacia la armadura, no sabía si le comprendería bien, pero bastaba con que por un tiempo nadie lo encontrará por su rastro de cosmos.
—Prometo que volveré... Hermano.
Cubrió la caja de Pandora con lo que encontró en un rincón recóndito de donde estaba, tenía que separarse de aquella armadura, era por su bien en lo que el juez del Inframundo volvía de su viaje.
En el Inframundo.
—¡Hypnos!, ¡¿Puedes decirme por qué diablos no puedo salir del Inframundo?!
Entro enfadado el rubio de ojos ámbar a la recamara de los dioses gemelos, donde solo se encontraba el Dios del sueño.
— Es por tu bien... O a menos de que estés dispuesto a enfrentar el castigo divino te dejaré salir de aquí.
—¿Por mi bien?, ¿Castigo divino?, ¿De que hablas?
—la carta que recibiste... Fue una advertencia de los arcángeles, voceros de dioses como Zeus.
—Asi que no estaba equivocado.
El de cabellos dorados lo miró relajado pero un tanto preocupado por lo que estaban pasando.
—Ya saben que tú y ese ex caballero de Athena causaron lo que han llamado: “La gran inundación”, así que los quieren muertos a ambos.
—Espera un momento, Kanon aún está en la tierra, ¿como se supone que voy a ayudarlo si no puedo salir de aquí?
— Olvídate de el.
—¿Que?
—Así es, eres uno de los espectros más fuertes, Hades jamás permitirá perder a tan valioso espectro de sus filas, menos un juez del Inframundo.
—Hypnos... Se que te metimos en problemas con Lord Thanatos y Lord Hades, pero estuvimos está locura y estoy dispuesto a pagar el precio por salvar a Kanon, de lo contrario... Todo lo que he hecho e intentado hacer no servirá para nada.
—Radamanthys, vuelve a tu puesto, se que olvidarás a un patético humano y buscarás a alguien más interesante... Por ejemplo Pandora.
—¿Pandora?, apenas somos amigos, no sería capaz de mantener sentimientos hacia una mujer como ella.
Hypnos se retiró dejando a un Wyvern sin una solución y algo frustrado.
—maldición.
Y pensar que ahora el peliazul estaba en serios problemas si alguno de los arcángeles o caballeros dorados lo encontraba
—¿Para que vine aquí?, Seguramente este era el plan de Valentine y Pandora.
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