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Capitulo 12: Recuerdos

Le tomó un tiempo acostumbrarse, pasaba tiempo de más en la tierra junto a aquel crío que había utilizado como recipiente de su pareja, había logrado ganarse su confianza y un poco de su amistad, aquel chico de cabellos castaños claros y ojos miel trataba de hacer lo mejor que podía para también llevarse bien con el rubio de ojos ámbar aunque no faltaba el miedo que le daba por lo ocurrido tiempo atrás, nunca lo vio molesto y siempre le decía que se enfocará en estudiar y no perder el tiempo como vago.

no lo comprendía, ¿por qué un espectro, un ser que no sabía si estaba vivo o muerto le pediría eso?

Ni siquiera tenía respuesta para ello, pues tampoco le revelaba mucho el Wyvern cuando le preguntaba sobre el por qué lo había escogido.

Y... ¿Quien era ese tal Kanon?

Tantas preguntas que eran negadas a dar respuesta alguna.

Vivía junto a otras dos personas, también compañeros de Radamanthys, que no trataban con el por miedo al este primero, tampoco entendía el porque.

—"Se comen a las personas, mejor dicho sus almas, si quieres seguir con vida mejor no te acerques a ellos."

Era lo único que le decía cuando se iba, confiando en que no haría una tontería como provocar a alguno de los dos otros Jueces del Inframundo.

Y aunque también intentará conseguir respuestas de boca de ellos no decían ni una sola palabra referente a aquello, a cambio lo intimidaban y amenazaban con comérselo si seguía fastidiando.

—los espectros no pueden comer humanos...

Era lo que se decía a diario.

Algo le ocultaban y tenía que ver con ese tal Kanon de Géminis.

Desde que le habían hecho tragar aquella esfera se había sentido extraño, diferente, no sabía cómo describirlo pero... No llegaba sentirse bien del todo.

—creo... Que me tragado una piedra, ugh~

A veces no le daban ganas de nada por esa molestia.

Todos los días ocurría algo diferente, nada era rutina, todo tenía algo distinto, aunque fuera por un detalle.

Se había acostumbrado a ser observador, ponerle atención a todo y cuidarse las espaldas, no podía permitir que se aprovecharán de su inocencia.

Por eso notaba que todos los días eran distinto.

Era un chico listo, eso lo sabía.

Aquella noche estaba a un lado de el juez del Inframundo, escribía algo, pero no le entendía la letra.

—¿Que hace señor?

—metete en tus asuntos, niño.

Fue su respuesta a lo que hacía, no era de extrañarse siempre era así.

Por su lado Radamanthys lo que hacía era llenar papeleo, había atrasado demasiado su trabajo con todo el tiempo invertido en buscar a alguien compatible con el peliazul, no se arrepentía de ello, ahora en un lugar tranquilo podía hacerlo sin mayor problema.

El chico no tenía nada que ver en su trabajo, pero tampoco quería que lo interrumpiera.

Un rato después el niño de mirada color miel salió afuera, para observar el cielo, el ruido de las olas chocando suavemente contra la arena era algo que lo tranquilizaba, era tan acogedor...

Algo saliendo de allí y una melodía bajo el agua le llamó la atención, se acercó un poco para ver qué era, pero no había nada.

—¿Una sirena?, ¿Las sirenas existen?

Se preguntó, luego se alejó un poco.

Sentándose en la arena miró hacia el cielo, con cierta intriga, luego de un largo rato alguien vino hacia el y se sentó a su lado.

—Esa es la Estrella del Wyvern, ¿la ves?

Una mano señalandole a una estrella que poco brillaba junto a las demás hizo que el chico lo mirará con sorpresa.

—Señor Radamanthys...

—Solo dime Radamanthys...

—De acuerdo... Radamanthys.

Luego ambos volvieron a ver las estrellas, para que el rubio volviese a señalarle una estrella, está vez una luminosa, más que la anterior que le había mostrado.

—¿Sabes cual es esa?

—N~No...

—Es una de las estrellas principales de la constelación de Géminis.

La observó con detenimiento, para sonreír un poco, un recuerdo llegó a su mente de repente, pero le parecía un dejá vu.

Flashback...

—Kanon... Mira, esa es mi estrella guardiana.

Un par de niños estaban afuera en una playa, cerca del santuario, otro chico los acompañó, uno de cabellos castaños que sonreía mientras ellos hablaban.

—¿Esa es la mía?

—Tu estrella guardiana siempre estará cerca de la mía, por qué nuestra constelación es géminis, no lo olvides.

De pronto el otro chico se les acercó.

—Esa es la mía... Está demasiado lejos a la de ustedes dos, pero, sagitario y su flecha siempre señalarán el salir del sol.

—¿Es cierto que géminis tiene dos lados?

—si, el ángel bueno quien es compadecido de su hermano, y el demonio quien apesar de odiar al ángel y hacer la vida de los demás un infierno es igual de sensible que el primero.

Los dos gemelos se miraron entre sí por un momento, para luego levantarse de golpe y preguntarle a su compañero.

—¡¿Quien de nosotros es el malo?!

—oigan... Tranquilos, ninguno de ustedes es malo, nadie es malo por naturaleza, solo se forma con las acciones y el tiempo.

Se conformaban con esa respuesta, pero desde entonces Saga fue considerado como el ángel en la constelación, y Kanon el Demonio.

La luz y la oscuridad siempre se complementaban, y sin una no existiría la otra.

Pero a veces los que parecen ser angeles terminan siendo demonios, y los demonios siendo los angeles reales tomados por mentirosos.

Así fue con los dos hermanos.

Fin del Flashback.

—¿Los dos gemelos?, ¿El ángel y el demonio?

Preguntó con curiosidad por lo que había recordado, volteando a mirar al Wyvern quien asintió con la cabeza levemente.

—Asi es.

—Ya veo... Entonces, ¿quien era el malo?

—¿El malo?

—si... El bueno terminó siendo malo, y el malo siendo el bueno, ¿no?

—Los humanos no son perfectos, los dioses tampoco son perfectos, todos tenemos alguna debilidad o ignoramos los hechos de algo que simplemente sabemos que es imposible de cambiar.

Fue lo único que dijo, para agarrarlo de la mano.

—Aun así... No importa quien es el bueno o el malo.

—¿Como estás tan seguro de eso?

—¿Crees que yo siendo un espectro que ha matado a miles de personas... He podido redimirme y encontrar la persona que cambió ese lado de malo por uno de bueno?

—No lo se...

El rubio de ojos ámbar guío su mano izquierda al pecho del joven señalando con su dedo índice.

—Tu ya lo conoces.

—¿Se trata de ese Kanon del que siempre hablas?

—Si recorres un poco más sus memorias, quizás comprendas algo de lo que te digo.

Soltó su mano para luego levantarse, volviendo a la cabaña para continuar con su trabajo, aquel niño de cabellos castaños se quedó allí, pero luego volvió adentro también, estaba algo agotado con el día que había tenido.

Pero siempre veía que todo lo que ocurría era alrededor de esa persona, ¿por qué tenía tanta importancia?, ¿o solo tenía importancia para el juez?

¿Que pasaría luego de que la conciencia de ese hombre se apoderará de el?, ¿Desaparecería?

Le gustaba su vida, no quería perderla, o malgastarla.

Aún con aquella preocupación se fue a dormir, llegaba a sentirse manipulado.

—Esto no me gusta.

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