Capitulo 11: orbe de cristal
Solo quería imaginarlo, que el estaba allí, a su lado.
Ahora que todo estaba en completa tranquilidad en la tierra comenzaban las reconstrucciones en el mundo humano, hubieron miles de muertos ahogados en la gran ola que Poseidón liberó durante su batalla por sellarlo, ahora, luego de unos años se había logrado restaurar del golpe.
Entre la hipocresía de los dioses que se burlaron por tal intento de acabar con athena habían algunos que soportaban en escuchar que dos dioses, hermanos de el dios de los cielos fueron sellados por un par de humanos idiotas.
Entre ellos un espectro de la propia banda del dios del Inframundo.
Radamanthys se encargó de cuidar aquel orbe donde estaba la alma de su difunto compañero y novio, intentó buscar algún recipiente, pero cuando lo comparaba con aquella pequeña luz se desvanecía por completo la vista de aquel caballero dormido.
No era el cuerpo digno.
Estuvo por muchos lugares del mundo buscando algo parecido que concordara con este, pero muy pocos eran los que lograba ver atraves del cristal.
Cuando los comparaba eran simples niños, críos sin experiencia, o razón de ser de lo ocurrido.
Solo quería encontrar alguien más o menos de la edad que antes tenía.
Era lo único que deseaba.
—Radamanthys...
—Andas más perdido que oveja negra.
—Callesen ambos.
Aiacos de Garuda y Minos de Grifon lo acompañaban, en la misma playa de la península italiana dónde compartían una cabaña a medio contruir cerca del mar, luego de lo ocurrido años atrás con Hades hubieron muchas preguntas entre los espectros, Hypnos vivía con el odio interminable de su hermano quien no dejaba de molestarlo o acusarlo de traidor frente a los demás.
Y Radamanthys, ni de un lado ni del otro, no lo acusaron de haber traicionado al dios del Inframundo, pero tampoco le tenían confianza.
—Dame esa canica, me vendría bien como regalo a Lune.
—No es una "canica", y más te vale no quitarmela cuando esté distraído por qué yo mismo me encargaré de hacerte pagar caro.
—Amargado...
—¡Silencio Aiacos!
Para el rubio era una tortura estar junto a sus dos compañeros, más que todo ahora que intentaba cuidar de sus manos sucias y malvadas a la alma de Kanon.
Si lo dejaban caer se podría romper el orbe, o herir la alma... O quién sabe, conociendolos podía ser cualquier cosa.
—¿Nada que le encuentras un cuerpo a tu noviecito?
—Es muy... Selectivo.
—¡Oigan ya cierren la boca!
—Si debe ser por eso.
Con sus conversaciones a espaldas del Wyvern solo hacían que se molestará más, pero la paciencia que tenía era increíblemente grande.
Paciencia que había heredado gracias al Ex caballero de géminis.
Lo agradecía de alguna forma.
Pero en medio de los murmullos se le ocurrió algo al rubio de ojos ámbar.
Tomó el orbe y lo comparó con sus dos compañeros, no viendo nada en Aiacos, pero un pequeño detalle en Minos.
—Oye... No me mires así, ¿que pretendes?
No pudo reaccionar el albino cuando Radamanthys se le tiró encima como una ave de rapiña, y le metió el orbe en la boca.
Atorado intentó escupirlo el Griffon, pero no lo logró por qué el rubio no se lo permitió escupir.
—R~Radamanthys, ¿que demonios haces?, ¡Suelta a Minos!
—Se lo que hago.
No se moriría tan sencillo, era un espectro, básicamente un ser inmortal, era imposible morir por asfixia.
Algo ocurrió entonces, el cabello largo y blanco de Minos comenzó a teñirse de azul en las puntas, pero nada más fuera de eso.
—Su cabello... Está cambiando de color.
Cuando quiso ver, al soltarlo Minos logró escupir la esfera que el mayor de los tres se la había incrustado en la garganta.
El tinte azul desapareció y el alma al albino volvió.
—¡Tarado!
Recogió la orbe y se la tiró en la cara al Wyvern con molestia, quien la recogió antes de que cayera al suelo de nuevo.
—En definitiva no dejaré que esté dentro de ti.
—¡Casi me ahogas con la alma de ese ex caballero de athena!
—No exageres ... Eres inmortal.
Luego de aquello el de cabello violáceo oscuro dejo de hablar de lo que se burlaban, al igual que el albino de ojos violeta que aún se sentía atragantado luego de eso.
Radamanthys salió, en su búsqueda de nuevo de un recipiente adecuado para el de cabello azul.
Decidió ir directamente al santuario de Athena.
¿El por qué?
Una persona en concreto, Saga de Géminis, el Gemelo de Kanon, a lo mejor eran compatibles.
Pero no le agradaba pensar que solo lo vería cuando a ese egoísta le diera la gana de dejar salir a su pareja.
Doble personalidad.
Le tomó algo de tiempo, gracias a los atajos por medio del Inframundo podía llegar sin mayor esfuerzo, pero no sería sencillo entrar, los demás caballeros lo tomarían como un enemigo.
Más que todo el santo de la primera casa, Mü de Aries.
—¿Un espectro?
—¿Aries verdad?
—¿Que quieres?, de buenas a primeras te advierto que no dejaré que des un paso más para adentrarte en mi templo.
—Solo busco a Saga de Géminis.
—¿Saga?, ¿por qué un espectro de la orden de Hades buscaría a un caballero dorado?
—Eres irritante entre más preguntas haces y no ayudas.
Con ello se ganó una mirada seria y algo molesta del de cabellos lilas y ojos verdosos.
—Olvidalo...
—Tengo algo de importancia para el.
—¿Cómo que?
Le enseñó la orbe de color violeta, el jamiriano no lo entendió, ¿que tenía de especial aquella simple esfera?
—¿Que se supones que es?
—El alma de su hermano.
—imposible.
—Kanon murió por la tontería que ocurrió años atrás, supuse que sería de importancia para su hermano.
Ante la inquietud le dijo que se quedará ahí, lo teletransportaria hacia Géminis, dónde se encontraba el peliazul oscuro.
Con un par de parpadeos de parte del rubio ahora estaba frente a aquel gigante templo que tenía dos grandes pilares cuadrados con la imagen grabada de la constelación y lo que representaba, una persona diferente en cada uno.
La persona buena, y la mala.
El ángel y demonio.
—Gemini Saga.
Llamó, sin respuesta alguna a su llamado.
Se internó en aquel templo oscuro sin antorchas, buscando algún indicio de su estadía allí dentro, tampoco podía entrar demasiado, o el laberinto que tenía por defecto lo atraparía en una ilusión mental cuando quisiera salir de aquella casa del zodiaco.
—Tengo a tu hermano, Kanon, pensé que querías verlo.
Silencio, nada más que simple y puro silencio entre los pilares y paredes.
Decidió irse, no lo encontraría, seguiría su búsqueda en otro lugar para no perder el tiempo.
—¿Que quieres?
Ahora de la nada había aparecido afuera sentado en uno de los dos grandes pilares de afuera del templo, bestia cómo el patriarca, no se le veía serio, solo algo... Perdido.
—Mü me dijo que te envío al templo por algo que tenías para mí.
—Ah... Si~
—¿Que es?
El Wyvern sacó de nuevo aquella pequeña esfera de su bolsillo para observarla con detenimiento, tomo algo de aire para ofrecersela a el.
—¿Mmh...?
—Supuse que ambos hermanos debían estar juntos.
El de cabellos oscuros tomó el orbe y la miró sin comprenderlo pero al verla atra vez con la luz de la luna notó de quién se trataba.
—¿K~kanon?, ¿es la alma de ...?
—He estado intentando buscarle un cuerpo, pero solo un niño es lo ideal para el, Hypnos me dió su alma cuando Poseidón le atravesó el pecho con su tridente, hace algunos años.
—¿Por qué me entregas su alma?
—eras la última opción.
Hubo un leve silencio, luego Saga de la devolvió.
—Quedatela...
—¿Que...~?
—aqui no está lo que buscas, además no se de qué te quejas si eres un maldito ser inmortal, de seguro sabrás esperar cuando crezca.
—¿Disculpa?
¿Era el o el caballero de géminis no quería tener a su hermano devuelta?, bueno, no sabía cómo era su relación con Kanon.
Era de esperarse.
—Tengo suficiente con mi doble personalidad como para tener una tercera.
Aceptaba la bipolaridad, eso era algo.
—Ademas no quiero que te vuelvas a meter en el santuario solo para buscarme por Kanon.
—mmh...~
Había algo en lo qué tenía razón, era un espectro que jamás moriría, podría esperar todo el tiempo del mundo para volver a estar junto a el peliazul.
—Gracias...
—Y enserio... La próxima vez que vengas aquí dejaré que Aries te destruya y te vuelva polvo de estrellas.
—Bien.
Con aquella última conversación Radamanthys se fue del santuario para siempre, no quería volver a tocar territorio enemigo, mucho menos por el ex caballero de géminis, Kanon.
Ahora con un niño que había encontrado huérfano le hizo tragar a la fuerza la orbe de cristal que tenía la alma de su pareja, sobreviviendo en el proceso y siendo cuidado por el mismo juez del Inframundo vigilando que no se metiera en problemas.
—Cuando recuerdes algo... Solo dímelo.
—Si, señor...
Era un jovencito de unos 12 años, pero tampoco vivía con el miedo de tener cerca a una parca, como compañero.
O así lo creía.
Solo hacía falta esperar.
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