Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTITRÉS: Felicidad

«Probablemente no sabes, que el pasado que quería descartar adquirió sentido cuando lo definiste como nuestro preludio. Probablemente no sabes, que cuando me llamas por mi nombre le das un sentido más profundo, más allá de sus orígenes [...] Ya no es necesario sonreír por apariencia [..] El nombre de estas emociones, déjame susurrártelo. Se llama felicidad.»

(Omoinotake, 幸せ "Shiawase/Felicidad", 2023, 0m0s)

Las puertas del elevador se abrieron y NamJoon bajó en el sexto y último piso del hospital, caminando directo a la oficina del director general. La secretaria apenas verlo venir se levantó y fue dentro de la oficina. Se quedó allí esperando tan solo unos segundos hasta que la mujer salió y le permitió pasar. Dentro, detrás de su escritorio, lo estaba esperando el Dr. Kang WooYoung.

No obtuvo una sonrisa amable ni un saludo cálido como en otras ocasiones y vaya, ya lo veía venir, el citatorio en calidad de urgente de aquella mañana de septiembre no podía ser por un buen motivo. Hizo una reverencia completa y después tomó asiento. El director Kang suspiró con evidente molestía.

— ¿Sabe el motivo por el cual le he traído hoy? —preguntó el hombre con su voz ronca.

NamJoon negó suavemente.

— En realidad no, pero no me parece que sea por buenas razones, señor.

— ¿Está consciente de lo que se ha empezado a decir de usted allá afuera? —dijo—. ¿Entre el personal del hospital?

Así que se trataba de eso.

— Puede ser que la Dra. Ahn me haya mencionado algo.

— ¿Qué me tiene que decir al respecto?

— Son solo rumores Dr. Kang, nada que requiera preocuparse.

— Usted es de mis mejores médicos y esa clase de rumores, aunque parezcan inofensivos, pueden arruinar su carrera. ¿Cómo puede restarle importancia? — preguntó—. ¿Recuerda a la Dra. Song HyeSoo? Fue su profesora en la universidad y también su preceptora cuando inició su residencia.

Claro que NamJoon la recordaba, era una mujer admirable que había tenido la mala fortuna de liarse con el actual Jefe de cirugía Jong HoEun (su actual jefe inmediato), quien ya estaba casado y esperando su primer hijo por aquellas fechas. Era imposible no recordar el incidente, todo el hospital habló al respecto por lo menos un mes completo, incluso cuando la despidieron los chismes no pararon. NamJoon había escuchado que Song HyeSoo no había encontrado un buen hospital que la contratara después de ello y que ahora trabajaba en un centro de salud en algún pequeño pueblo cerca de la costa.

— Era una de mis mejores médicos cirujanos —continuó el doctor Kang—. También fue alumna mía, pero no pude hacer nada cuando la mesa directiva decidió terminar la relación laboral con ella.

NamJoon en ese instante recordó que incluso fue el director Kang quien había sugerido despedirla y conservar a Jong HoEun, nombrándolo unos meses después Jefe de cirugía cuando su familia había hecho una gran donación al hospital. NamJoon sabía la verdad, que la habían despedido no porque eso fuera lo justo sino porque ella era mujer y no tenía una familia rica o un familiar de renombre que la respaldara. Esa era la realidad.

— ¿Tiene idea de la clase de trabajo que tiene ahora? —preguntó de nuevo Kang WooYoung—. ¿Quiere que su carrera termine de esa forma?

— Pero esos rumores no son ciertos —mintió.

— ¿Cree que habrá diferencia? Aunque no fueran ciertos. Una mujer que se mete en el matrimonio de alguien más no se compara a un hombre con tales depravaciones. ¿Cree que la mesa directiva va a permitir que se manche de esa manera el nombre del hospital?

NamJoon mantuvo la mirada gacha. Por supuesto que no, en su maldito país la reputación siempre lo era todo.

— ¿No cree que es un buen momento para casarse Dr. Kim NamJoon?

De nuevo esa maldita pregunta, una y otra vez la misma mierda.

— Yo he estado pensando en tomar la especialidad en neurocirugía —respondió—. Así que creo que tal vez no sea un buen momento para casarme.

— ¿Bromea? —el hombre rió—. Es el mejor momento. Tener una esposa que lo apoye, que se encargue de la casa, de la comida. ¿Cree acaso que su padre o yo habríamos terminado nuestras especialidades sin nuestras esposas?

¿Era esa una estúpida adivinanza?

— Supongo que no —atino a contestar.

— Claro que no —dijo el hombre con una evidente emoción—. En serio muchacho, debe pensarlo.

NamJoon asintió nuevamente, después de todo, no existía algo más que pudiera hacer al respecto. Todo ese asunto se le estaba saliendo de las manos y entendió que tarde o temprano tendría que hacerle frente a su realidad. No obstante, aún no era el tiempo preciso y lo único que podría hacer provisionalmente sería callar los rumores a como diera lugar. Porque ahora más que nunca necesitaba su trabajo, pues las medicinas y los cuidados costaban, y costaban mucho en Corea del Sur.

Y a pesar de ello, a pesar de que hubiera tomado la decisión por necesidad y por voluntad propia, sabía que las circunstancias lo habían orillado a dichas acciones. En esta ronda del juego fue él quien perdió y NamJoon odiaba perder sobre todo si las reglas eran injustas y arbitrarias.

Ya que más quedaba. Más tarde invitaría a Moon ByulYi a una cita. Una cita de la cual se aseguraría se tuviera conocimiento público. Y lo único en lo que pudo pensar después de ello fue en la mirada de Min YoonGi. De pronto, aunque se dijo que lo que haría era por el bien de ambos, no dejó de sentirse como una decisión incorrecta.

....

YoonGi estaba mirando el reloj mientras el profesor de matemáticas terminaba de repasar con todos las instrucciones de la tarea, la cual, según escuchó, estaría disponible en la plataforma de la escuela a partir de ese instante. El segundero, el minutero y el horario se alinearon finalmente en el número dos, y YoonGi, apenas ver al profesor abandonar el aula, empezó a guardar todas sus cosas, listo para escapar de su tortura.

Antes de poder levantarse Jeon tatuajes ya estaba caminando hasta su asiento.

— YoonGi-ah —llamó JungKook al acercarse—. ¿Quieres que hagamos la tarea juntos? Son muchos ejercicios, avanzaremos más rápido si lo hacemos entre los dos.

YoonGi se arrancó un pellejo de uno de sus dedos mientras ofrecía una media sonrisa.

— Lo siento —dijo—. No puedo quedarme hoy.

— ¿Estás ocupado?

Lo pensó.

— No realmente, es solo que... tengo que tomar un medicamento y hoy lo olvidé en casa.

— Oh ya veo —respondió JungKook con decepción—, en ese caso creo que nos veremos mañana.

YoonGi quiso responder que así sería, sin embargo se reprochó a si mismo que estaba siendo grosero al rechazarlo, después de todo, JungKook hasta ahora lo había adoptado de algún modo y era su único amigo en la escuela. De hecho, era la única persona con la que hablaba a pesar de que el joven tatuado intentó, en varias oportunidades, presentarlo con otros de sus compañeros. Así que suspiro, y cuando este ya se había dado la vuelta para salir del aula, YoonGi lo alcanzó.

— ¿Y si me acompañas a mi casa? —propuso—. Así podríamos estudiar y ninguno de los dos tendría que gastar en comida.

— ¿Me invitas a tu casa? ¿Tus padres no tendrán problema?

— Yo vivo solo... bueno, vivo con un amigo y mi gato.

— ¿Tienes un gato? —preguntó JungKook ahora con sus ojos brillando de emoción.

YoonGi asintió conteniendo las ganas que tenía de reír. Siempre había pensado que Kim enfermero era una de las personas mas alegres que había conocido hasta ese momento, Jeon tatuajes parecía ser un digno adversario para llevarse tal puesto.

De camino al apartamento, ambos dentro del metro, no dijeron mucho, en realidad no hablaron nada pero al bajar en la estación y comenzar a caminar si que habían conversado. Fue en tal oportunidad que finalmente YoonGi se había atrevido a preguntarle a JungKook porque llevaba tantos tatuajes. La respuesta no pudo ser mejor.

— Porque me veo bien con ellos.

Si, JungKook era estúpidamente ocurrente y YoonGi tuvo que admitir que eso era algo que le gustaba de él.

Al llegar al apartamento, JungKook hizo una reverencia al entrar, siendo sumamente respetuoso con la etiqueta. YoonGi no le dijo nada al respecto y simplemente le hizo seguirlo hasta la cocina. JungKook de inmediato noto la presencia de Guksu, quien estaba echado en el sofá, pero en cuanto intentó acercarse para acariciarlo, este le rugió y salió disparado hacia la habitación de YoonGi. Rio al ver el puchero que JungKook hizo.

— No está acostumbrado a las visitas —dijo excusando a su mascota.

JungKook pareció comprender porque ya no se veía triste al tomar asiento en la mesa.

Mientras Jeon tatuajes sacaba los libros de la clase y revisaba la plataforma en el móvil, YoonGi comenzó a sacar la comida refrigerada que había cocinado la noche anterior, para después colocarla al fuego, en tanto también calentaba agua para preparar fideos instantáneos. Como ya era la hora de su medicina tomo un bocadillo y saco la pila de píldoras que correspondían al día lunes. Entonces la mirada atenta de JungKook recayó en su dirección, primero sobre los medicamentos, después sobre él.

— ¿YoonGi-ah, estás muy enfermo? —lo escuchó preguntar.

YoonGi lo vio de reojo mientras se metía un dumpling de fresa a la boca, evitando así responder. JungKook no se detuvo.

— Tomas muchas medicinas, hace mucho que no veo tantos medicamentos juntos.

Eso sonó como una confesión, YoonGi juntó las cejas, intrigado.

— ¿También estuviste enfermo?

El joven alto nego.

— Mi hermano... —respondió este con la mirada caída—. Él tenía cáncer.

— ¿Está bien ahora? —preguntó.

— Murió hace cuatro años.

En ese momento YoonGi pudo sentir como el dumpling se quedaba entre su garganta y su pecho. No sabía mucho sobre el concepto de familia ni nada relacionado, aún así fue capaz de imaginar que no debía ser fácil aceptar en voz alta la pérdida de un ser querido. JungKook siguió observándolo con atención como si estuviera esperando algo en particular. ¿Era Jeon JungKook una persona en la que pudiera confiar? No tenía la certeza en ese momento pero realmente parecía una buena persona.

— Tengo VIH —confesó y su voz tembló en esa última sílaba.

Allí YoonGi notó que aquella fue la primera vez que lo decía en voz alta. Tenía VIH.

Los ojos de JungKook le dijeron lo sorpresiva que había resultado esa información. YoonGi espero que le preguntara lo obvio pero en lugar de cuestionar el por qué o él cómo se contagió, el joven dijo:

— ¿Y vas a estar bien?

Con frecuencia, YoonGi evitaba hacerse esa clase de preguntas a sí mismo, pero justo ahí decidió que podía permitírselo al menos una vez. Lo meditó por un instante para finalmente asentir con media sonrisa. Sí, gracias a esa pregunta YoonGi supo que, de uno u otro modo, estaría bien.

...

NamJoon llegó a la puerta del apartamento con una sonrisa, sintiéndose satisfecho por la buena compra que realizó antes de volver a casa. En ambas manos llevaba un par de bolsas de plástico, y en cada una, una buena cantidad de mandarinas que había encontrado en oferta en una pequeña tienda cerca del hospital. Por supuesto, las compró con la completa seguridad de que YoonGi estaría encantado. Con esa certeza en la cabeza entró de lleno a su hogar, para inmediatamente ser recibido por el encimoso de Guksu, al cual apenas pudo saludar antes de escuchar voces viniendo desde la sala.

Reconoció el ya familiar timbre grave y áspero de YoonGi sin embargo la otra voz, la más suave, era por completo desconocida. Después de quitarse los zapatos fue hasta donde el salón y se encontró con un joven que llevaba el brazo derecho lleno por completo de tatuajes. «Tengo un amigo, está tatuado y lleva piercings en la cara» le había contado YoonGi días atrás. ¿Era ese el compañero de clase del que YoonGi le habló? Debía ser, por supuesto. Al fin de cuentas, una persona con tantos tatuajes no era algo común de encontrar.

YoonGi, al dejar una de sus libretas en la mesa, fue el primero en levantarse y saludarlo, yendo a tomar las bolsas de la compra. El otro joven le siguió y le ofreció una reverencia al estar frente suyo. NamJoon pudo notar que era casi tan alto como él. Alto y bien parecido. Guapo y atractivo. Una serie de pensamientos que lo asaltó a contra voluntad y que en secreto lo desconcertó. Odiaba esa clase de jugadas mentales.

— Me llamo Jeon JungKook, gracias por recibirme en su casa —dijo ese joven con suma formalidad.

NamJoon reprimió el impulso de fruncir el ceño o reír. Solo sus pacientes le hablaban con ese grado de respeto, y para él fue extraño.

— Yo soy Kim NamJoon —respondió—, es un gusto recibirte.

— Un placer, NamJoon-ssi.

Jeon JungKook, sin dudas, era una persona peculiar y NamJoon pensó que probablemente era normal pues YoonGi también era una persona fuera de lo común. Pasó mucho tiempo antes de que aceptara lo bien que se sintió aquel día al saber que YoonGi tenía un nuevo amigo. Reinsertar en la sociedad. Ese era el fin último de sus esfuerzos, el motivo por él cual seguía haciendo lo que hacía por YoonGi, aun si por un segundo divisó la posibilidad de que este, logrado que pudiera valerse por sí mismo, se fuera de su lado. Mientras YoonGi estuviera bien se dijo que él también estaría bien.

De igual modo, decirse aquello dentro de sus propios pensamientos no evitó que un rastro de celos se apoderara de su ser cuando YoonGi, de forma muy amable y con una sonrisa repleta de emoción, le ofreció a Jeon JungKook una de las mandarinas que ahora sostenía en ambas manos. Y que fuera compartido no fue su problema, lo que lo descolocó en realidad fue el modo en que aquel joven respondió cuando rechazó cortesmente su ofrecimiento, refiriéndose a él como «YoonGi-ah». ¿Qué tan cercanos podían volverse dos compañeros de clase con tan solo un mes de conocerse?. Al parecer bastante y de nuevo, ese seguía sin ser el mayor de los problemas.

Lo repasó muchas veces en su cabeza y no dejo de pensarlo ni siquiera cuando Jeon JungKook dejó el apartamento a eso de las ocho de la noche. No dejo de pensarlo mientras cenaban, ni cuando recogieron la mesa, ni cuando fue a su oficina a revisar unos expedientes en el ordenador. Ni cuando Guksu se subió al escritorio y caminó encima del teclado haciendo un maldito desastre, abriendo decenas de ventanas en la pantalla, su mente se detuvo.

Incluso el mensaje de respuesta de Moon ByulYi fue incapaz de distraerlo

Cuando no lo aguantó más se levantó de su escritorio y se acercó con sigilo a YoonGi, quien estaba en la cocina, colocando los trastos sucios en el lavavajillas. Lo tomo de la cintura y dejo un beso en su nuca. Escuchó como este rió con los labios cerrados.

— ¿YoonGi, somos cercanos? —preguntó.

YoonGi se giró hacia él mirándolo con una ceja alzada.

— ¿En serio me estás preguntando eso? —dijo YoonGi, soltándose de su abrazo—. ¿Después de todas las cosas que hacemos?

— ¿Por qué no me llamas NamJoon-ah?

YoonGi parpadeó luciendo sorprendido por apenas un segundo, después sonrió de lado. Jugando.

— ¿Te gustaría eso? —preguntó este, recargándose contra la encimera del lavabo—. Tú tampoco me llamas de esa manera.

Muy cierto, YoonGi tenía un punto, así que se inclinó, le dió un pequeño besó en la comisura de sus labios y luego, con una sonrisa en rostro, dijo:

— YoonGi-ah.

Min YoonGi rió grande y amplio, echando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. NamJoon contempló los pequeños dientes blancos y cuadrados de YoonGi, rodeados de encías relucientes color rosa intenso. Su corazón una vez más latió con mucha más fuerza de la que jamás había sentido. Hipnotizado por la preciosa melodía grave y gruesa de la risa de YoonGi, apenas y noto cuando este se lanzó a sus brazos y tiró de su cuello, tomándolo con sus labios. La boca de YoonGi era pequeña. delgada y muy, muy dulce. Y a pesar del regusto lejano del cigarrillo, aquel momento con él fue el más dulce de todos cuando YoonGi entre besos respondió:

— NamJoon-ah.

En ese momento pudo jurar que se derretía desde las orejas hasta los pies.

Esa noche lo hicieron en la cocina y luego una segunda vez en la sala. NamJoon ya se había acostumbrado a siempre cargar con varios condones consigo y YoonGi no se quedaba atrás, dejando lubricante y condones en los lugares más inesperados. Para la tercera ronda en la habitación ninguno de los dos fue capaz de correrse, no obstante eso no fue impedimento para quedarse largo rato entre brazos, ambos desnudos, comiéndose la boca hasta que sus labios dolieron. NamJoon no se habría detenido de no ser por las tres notificaciones, una tras otra, que llegaron a su móvil.

Miro el remitente una vez y después apagó la pantalla, dejando a un lado el móvil. Cuando se recostó noto la mirada atenta de YoonGi.

— ¿Problemas en el hospital?

Pudo haber mentido y decir que sí, que era un mensaje del hospital, sin embargo no lo hizo porque no quería mentirle a YoonGi. Mucho menos por la naturaleza de lo que estaba planeando hacer.

— Es Moon ByulYi —respondió—. ¿Recuerdas ese nombre?

Este asintió, revolviendo su cabello contra la almohada.

— Es la mujer con la que tus padres te organizaron una cita, la misma por la que regresabas ebrio.

NamJonn asintió lentamente, confirmando con pesar dicha información. YoonGi si que prestaba atención a los detalles al parecer.

Se hizo un silencio ensordecedor en la habitación. YoonGi no dijo ni preguntó nada al respecto, NamJoon hubiera preferido algún reclamo a que simplemente este permaneciera callado mientras lo observaba. La puerta al tema ya estaba abierta y no tuvo más remedio que explicar la situación a la que se estaba enfrentando, tanto con su familia como en el hospital. El joven pelinegro escuchó cada palabra con suma atención, sin reacción alguna en su rostro. Claramente omitió el grandísimo detalle de aquel expediente cuidadosamente construido por Kim SeokJin, mismo que permanecía oculto al fondo del cajón de su escritorio.

Sin embargo, entre líneas, le dejo saber a YoonGi que SeokJin y su familia conocían ya demasiado de él.

— ¿Fue por eso que te golpeó Kim imbécil? —preguntó este—. ¿Por mí?

NamJoon cerró los ojos y nuevamente, con fastidio, asintió. Volvió a centrar la mirada en YoonGi cuando escuchó a este reírse quedito. En silencio le preguntó lo que le sucedía, este sonrió de lado.

— ¿Saben que tú y yo ... ?

YoonGi dejó inconclusa la oración mientras señalaba sus entrepiernas desnudas a turnos. NamJoon no pudo reprimir lo mucho que ese gesto le hizo gracia así que se carcajeó mientras asentía.

— Lo saben.

— ¿Y también saben quien le da a quien? —preguntó YoonGi alzando repetidamente las cejas.

NamJoon pudo imaginar el rostro horrorizado de su padre ante dicha cuestión. Rio aún más fuerte.

— Espero que imaginen lo contrario a esto.

— No lo sé —canturreó el pelinegro—. Puede que algún día quieras probar y pase Kim doctor.

— Nunca —negó con decisión.

— Nunca digas nunca NamJoon-aaah.

Por Dios, de nuevo sus orejas se pusieron calientes a niveles inhumanos así que se obligó a mantenerse sereno y retomar la conversación hasta el punto antes de que se desviaran.

— Como sea, podrían despedirme si los rumores continúan.

Aquella sentencia hizo eco entre sus pechos desnudos, dejando en claro cómo serían las cosas de ahora en adelante para ellos dos y su relación, al menos por un tiempo. YoonGi tampoco pareció encontrar una solución distinta.

— Está bien —aceptó—. Sal con Moon ByulYi.

— ¿Realmente no te importa?

— Yo no dije eso —repuso, nuevamente serio—. Pero tu lo has dicho, es algo que necesitas hacer, tu trabajo es importante, se como funciona el mundo, no tienes que explicármelo. Allá afuera nos odian.

Ese era el mundo real.

— Prometo no hacer nada con ella.

— Sé que no lo harás, no puedes.

NamJoon parpadeó un par de veces, confundido. YoonGi sonrió con malicia.

— No se te para con las mujeres —dijo con satisfacción—. Lo sé hace mucho.

— ¿Cómo sabes eso?

— Porque soy muy bueno para esas cosas.

Sí, NamJoon lo sabía, esa era la astucia que caracterizaba a YoonGi, podía leer muy bien a las personas si se lo proponía. Con el paso de los años comprendió que fue esa una de las cosas por las que se enamoró de YoonGi y que era esa una de las cualidades que siempre adoraría de él.

Él y YoonGi no hablaron más sobre el asunto, permanecieron callados hasta que lentamente el segundo se durmió. NamJoon apenas dormito unos minutos antes de volver en sí cuando sintió la pierna de YoonGi entrelazarse con la suya y ver que también estaba rodeado por el cuello. Bajo la mirada y encontró la barbilla del joven pelinegro sobre su hombro, con los labios entreabiertos en un sueño profundo apacible.

La vista fue tal que NamJoon se imaginó toda una vida así, despertando de la misma manera cada mañana de su maldita existencia. Si ese era su futuro entonces con gusto y con brazos abiertos le daba la bienvenida. No había sido una buena persona hasta ese tiempo pero si la recompensa, si el paraíso eran los brazos de YoonGi, entonces se esforzaría en serlo.

Fue ahí que NamJoon sé dijo de nuevo que cualquier cosa que hiciera por YoonGi siempre valdría la maldita pena. siempre. A partir de ese día, nunca en su vida, a pesar de todo lo que sucedió después, fue capaz de pensar lo contrario.

Para NamJoon, YoonGi siempre lo sería todo, incluida la felicidad misma.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro