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CAPÍTULO SIETE: Bury A Friend

«¿Qué quieres de mí?, ¿por qué no huyes de mí?. ¿Qué te estás preguntando?, ¿qué es lo que sabes?. ¿Por qué no me tienes miedo?, ¿por qué te preocupas por mí?. Cuando todos nos dormimos, ¿a dónde vamos?»
(Billie Eilish, Bury a friend, 2019, 0m8s)

Los días en el apartamento de Kim NamJoon pasarón con normalidad hasta donde podría esperarse. Pocas cosas habían sucedido en aquellas dos semanas. La celebración de año nuevo en casa de sus padres había sido idéntica a la de años anteriores aunque curiosamente nadie insistió con eso del matrimonio, ni siquiera su madre. Tal vez tenía que ver que la señorita Moon ByulYi se hubiera aparecido de nuevo a mitad de la cena tal como en Navidad. Al parecer tenían todo bien planificado para él y aunque NamJoon no fuera a aceptar ninguno de sus tratos sucios, al menos les seguiría el juego por el mayor tiempo posible para tenerlos a todos contentos en casa. 

Igual, durante esas dos semanas recibió un par de mensajes de la señorita Moon, incluida también una solicitud de amistad en su perfil personal. Lo que había que hacer para estar tranquilo. NamJoon no tuvo de otra más que responder y aceptarla como amiga.
Claro que NamJoon no la pasó tan mal con aquello como lo que YoonGi sufrió por desintoxicarse una vez más, volviéndose por esta segunda ocasión un poco más agresivo, motivo por el que TaeHyung lo mantuvo atado a la cama un par de días. A pesar de ello, podían decir que había superado las dos semanas más difíciles y ahora, si bien lucía fatal, por lo menos se quedaba tranquilo en su habitación la mayor parte del día, en especial cuando NamJoon volvía a casa y TaeHyung se iba a descansar, quedando inevitablemente solos. Esa noche fue una de esas ocasiones.

Y aunque las condiciones bajo las cuales se encontraban parecían ser las mismas que en un principio, la verdad era que todo se sentía distinto, comenzando por la actitud de YoonGi. NamJoon había reparado, desde los primeros días, en el cambio drástico de su conducta, principalmente en su manera de responder que era, para ser específicos, prácticamente nula. YoonGi no hablaba a menos de ser estrictamente necesario y prefería comunicarse con TaeHyung antes de hacerlo con él. También, NamJoon tenía que resaltar que su aspecto era deprimente, viese por donde se le viese había una certeza indiscutible y es que YoonGi, tal como había remarcado TaeHyung en múltiples oportunidades, estaba desanimado, triste, completamente deprimido y además las horas de sueño no daban indicios de estarle ayudando de ningún modo.
YoonGi cursaba sus días totalmente ensimismado y la única cosa que resultaba útil para sacarlo de su deplorable estado, era los mangas que TaeHyung seguía trayendo para él, y cuya lectura repetida solía sacarle, muy contadas veces, alguna sonrisilla distraída. Así que aquella noche NamJoon estaba pensando en todo eso mientras se decidía por el menú de la cena.
 
NamJoon estaba bastante consciente de lo hijo de puta que había sido con él, TaeHyung se lo recordaba constantemente en cada oportunidad. Posiblemente fue por ello, recordando todo lo que TaeHyung le había dicho durante todo aquel tiempo, que se le ocurrió esa idea. Se arriesgo a ceder ante las meras suposiciones suyas, quizá preguntarle a YoonGi hubiera sido una mejor y más acertada opción sin embargo no se sentía capaz de hacerlo sin sentirse un completo imbécil bajo esa mirada sombría a ratos. 

Después de hacer la orden solo le quedó esperar lo que le pareció el tiempo más largo para una entrega común y corriente por delivery, cuestionándose incluso si debía reclamar por un servicio deficiente aunque desistiendo a la vez que verificaba que en realidad no había pasado el tiempo señalado en la aplicación. Al final la cena llegó con la normalidad de siempre. Entonces llamó a YoonGi a comer, este, tal que cada vez, obedeció en silencio. NamJoon simplemente lo esperó a la mesa mientras sacaba los platos de la bolsa plástica. YoonGi se sentó frente a él en el otro extremo de la mesa. 
NamJoon lo observó fijo por un par de segundos, su piel luciendo más pálida mientras su cuerpo parecía más pequeño que de costumbre. Apartó la mirada e inhalo profundo, luego apuntó a la comida.

—Dijiste que te gusta el ramen —mintió patéticamente con la cabeza gacha, aún señalando la comida—. No sabía el sabor así que yo... bueno... hay soja y miso. Toma el que gustes.

Alzó el rostro y encontró la expresión desconcertada de YoonGi, probablemente porque estaba tratando de recordar cuándo había dicho esa mentira recién inventada. NamJoon no le hizo caso y simplemente insistió con la cena. Finalmente YoonGi tomó uno de los platos y comenzó a comer.

NamJoon estudió sus expresiones mientras cada uno sorbía los fideos, él un poco más ruidoso y más rápido que YoonGi, entonces notóo ese pequeño gesto hecho con sus cejas y nariz. Una mueca que no había visto en todo aquel tiempo compartiendo los alimentos juntos. YoonGi, por primera vez, parecía disfrutar por completo la comida. Y eso, sin estar consciente, le sacó una media sonrisa a NamJoon.

—¿Está buena? —preguntó al cabo de un rato, cuando NamJoon ya casi se acababa todo y YoonGi escasamente llevaba medio plato terminado.

El de piel clara apenas levantó la cara para responder.

—La textura es demasiado grasosa para un miso —dijo sin demasiada expresión—. Pero en lo demás está muy rica. Gracias. 

Que extraño fue escucharlo agradecer y más extraño fue el sentimiento de paz que eso le transmitió a NamJoon. Al fin había hecho algo bien y siguió recordando a TaeHyung y sus palabras. «Puedes ser más amable». Sí, muy seguramente podía así que... ¿Por qué no intentarlo?

—Bien, entonces haremos esto —explicó NamJoon—. Por cada semana que no intentes escapar, aunque ya hayas dicho que no lo intentarías, y te mantengas abstinente, yo te daré algo en recompensa. Una cena por ejemplo, lo que tu quieras comer eso pediremos. ¿Te parece?

YoonGi no dio respuesta inmediata, en vez de ello miró su plato, luego apartó la mirada hacia el estante con libros de la sala. Entonces dijo:

—¿Puedo pedir algo que no sea comida? 

Una pizca de molestia recorrió la nuca de NamJoon aunque se contuvo. La comprensión y paciencia estaba dentro de lo que implicaba ser amable. Además, debía reconocerle a YoonGi que por lo menos no estaba siendo evasivo ni negaba la posibilidad a nada. Parecían estar de camino hacia una especie de buen trato así que NamJoon no cerró la puerta que daba pie a su propuesta.

—Depende de qué —contestó.

Hubo un asomo de sonrisa en los labios de YoonGi.

—Mangas —dijo este.

¿Por qué no le sorprendía a NamJoon aquello?

—¿Te gusta mucho leer mangas? — preguntó sonriendo, YoonGi asintió con un suave destello en sus ojos.

NamJoon experimentó una inusual contracción en su estómago junto con un singular vacío al cruzarse con esa desacostumbrada mirada. Tardó en darse cuenta que se había quedado mudo y se vio forzado a aclararse la garganta antes de continuar hablando mientras agitaba la cabeza de arriba abajo.

—Bien, un tomo por semana —propuso—.  ¿Te parece justo? 

Yoongi asintió de nuevo y una vez más NamJoon tuvo la sensación de que algo dentro suyo se apretaba contra sus paredes estomacales. 

La mañana siguiente, daba pistas de ser, como todas las anteriores, lo mismo de siempre. Por aquellas dos semanas él y YoonGi ya habían establecido una rutina que cumplian al pie de la letra al estar juntos, la cual básicamente consistía en despertar, saludarse y desayunar a la par antes de que TaeHyung llegará y NamJoon se fuera. En ese tiempo NamJoon se encargaría de calentar el desayuno, servir la mesa, revisar el progreso en la salud de YoonGi y vigilar que tomara sus antibióticos. 

Sin embargo, hubo un par de cambios a media mañana en el apartamento y todo empezó cuando NamJoon, mirándose al espejo mientras se peinaba, recibió el mensaje de TaeHyung. Hablaba sobre una fuga de agua en su lavamanos y tenía que esperar al encargado de mantenimiento, cosa que eventualmente le haría llegar tarde con YoonGi. Doctor y enfermero acordaron que no pasaría nada si dejaban a YoonGi media hora solo, después de todo ya se percibía más calmado. Además, esta vez ya no había objetos peligrosos a su alcance. Bien, podían manejarlo sin problemas.

El segundo cambio fue cuando NamJoon llamó a YoonGi para desayunar y explicarle que estaría solo unos cuantos minutos mientras TaeHyung resolvía los problemas de su apartamento. YoonGi apareció en el comedor a los pocos segundos aunque su aspecto no era el mismo de la noche anterior, en realidad volvía a lucir enfermo, enfermo de verdad y no solo decaído. El mayor signo de alerta fue notar que YoonGi se agarraba el costado derecho de su abdomen mientras caminaba con dolor.

—¿Estás bien? —preguntó NamJoon al acercarse y notar, que aparte de su evidente dolencia, YoonGi parecía acalorado de las mejillas.

—Sí, es solo dolor de estómago y un poco de gases, náuseas también —mencionó yendo al sofá a tomar asiento—. Seguramente ese ramen mal cocinado me cayó mal.

«Mal cocinado» había dicho. NamJoon entrecerró los ojos, rindiéndose al impulso de sonreír con algo de malicia.

—¿Mal cocinado, dices? Creí que habías dicho que estaba bueno. 

—No quería hacerlo sentir mal, doctor.

—Como si tuvieras sentimientos —bromeó, obteniendo de YoonGi una mala mirada.

NamJoon hizo caso omiso de ello y siguió estudiando el semblante de YoonGi, realmente parecía adolorido y su frente sudada no le hacía verse mejor. Estiró la mano y tocó su rostro, percatandose de su afiebrado estado. Fue allí que tuvo una ligera sospecha.

—Te revisaré, acuéstate —ordenó.

YoonGi le entrecerró los ojos y parecía que no iba a cooperar pero si lo hizo, obedeció y se recostó en el sofá. NamJoon se acercó a él y palpó suavemente la zona donde YoonGi le indico existía malestar, su abdomen se endureció de forma inmediata e involuntaria como respuesta al tacto. No tenía más opción que dar el siguiente paso.

—Haré presión —informó con voz calma.

El muchacho siguió callado y lo dejó hacer lo que necesitase. NamJoon presionó su abdomen inferior con ambas manos, lenta y constantemente, y YoonGi expresó sentir dolor aclarando que no era algo insoportable. También le dijo que la molestia disminuía conforme pasaba el tiempo. NamJoon lo escuchó con atención, si, así se suponía debía ser. Sin quitar la mano, NamJoon observó su rostro, YoonGi lucía bastante sereno, fue entonces, que sin previo aviso y abruptamente, retiró sus dos manos de ese delgado cuerpo. 

YoonGi no gritó ni maldijo, solo se dobló mientras su rostro se fruncía con extremo dolor. NamJoon no necesitaba más exámenes físicos para estar seguro que YoonGi estaba todo menos bien.

—Es una apendicitis —le comunicó mientras lo tomaba del brazo para levantarlo—.  Te vienes conmigo al hospital. 

—No —exclamó YoonGi alejándose bruscamente de él—. Me van a arrestar. 

—No lo harán —aseguró—. Yo me ocuparé de eso. 

Los ojos de YoonGi gritaban desconfianza y duda al mirarlos. NamJoon no entendía como YoonGi podía preocuparse más por ser arrestado que por su propia salud. A lo mejor era que él no comprendía la gravedad del asunto. Entonces debía explicárselo.

—Esto que tienes requiere operación, de no hacerla se romperá e infectará, cuando eso suceda podrías morir. Necesito que vengas conmigo al hospital.

NamJoon percibió un ligero titubeo en su expresión al escuchar la palabra «morir», sin embargo no fue suficiente para convencerlo.  

—Por favor —pidió—. Confía en mí, yo me voy a encargar de todo, no habrá policías.

Al final, YoonGi le concedió el favor de la duda, aclarando que se escaparía si no cumplía con su palabra. NamJoon se aguanto las ganas que tenía de decirle que si lo intentaba al final terminaría volviendo porque no había lugar al cual él pudiese ir, no obstante se reservó sus palabras y se llevó a YoonGi con él directo al hospital. 

Tuvo que hacer varias cosas antes de ingresar a YoonGi a la sección de estudios médicos, llenar algunas formas, dar algunas explicaciones a las enfermeras, posponer unas cosas aquí y cancelar otras allá, pedirle a TaeHyung que los encontrara en el hospital y sobre todo, evitar a toda costa las preguntas que referían a la identidad y procedencia de YoonGi. Fue más cansado lidiar con todo eso que simplemente hacerle los exámenes a YoonGi.

Después de un ultrasonido y un examen rápido de sangre, NamJoon ya tenía un diagnóstico establecido y confirmó la necesidad de operar a YoonGi tan pronto como fuera posible. Expuso el caso a sus superiores y consiguió la autorización mucho antes de comunicarle los resultados a YoonGi. Cuando NamJoon se propuso explicarle la situación éste ya lucía demasiado ansioso mordiendo sus uñas mientras TaeHyung lo vigilaba, ambos sentados en la sala de espera.

—El ultrasonido y la prueba de sangre son consistentes —dijo dándole a YoonGi el par de hojas de su expediente recién integrado—. Ahora mismo te ingresaré porque debemos operarte. ¿Comprendes lo que te digo?.

YoonGi contempló lo dicho con rostro preocupado solo unos segundos antes de aceptar.

—De acuerdo —contestó. 

Bien, por lo menos no pensaba resistirse, por el contrario, venía algo más difícil y NamJoon no estaba seguro de sí obtendría la misma cooperación por parte de YoonGi. Si este se negaba no le quedaría de otra que obligarlo aunque aún debía intentarlo por las buenas.

—Para operarte necesito algunos datos importantes.

—¿Qué datos? —preguntó, otra vez mostrándose desconfiado. 

NamJoon suspiró y dijo:

—Tu nombre completo y por lo menos tu fecha de nacimiento. De ser posible también tu número de residente.

El joven pelinegro apartó el rostro buscando el apoyo de TaeHyung al parecer. NamJoon ya había notado que ellos dos tenían cierto vínculo amistoso así que apeló al buen juicio del joven enfermero para que este lo alentara a dar la información que necesitaba. Después de una silenciosa mirada YoonGi aceptó. Que extraño fue para él y TaeHyung conocer un poco más de ese muchacho, el cual descubrieron que no era tan joven como aparentaba.

—Min YoonGi de Daejeon. Nacido en 1995, febrero 9 —dijo antes de dictar su número de residente.

TaeHyung apenas era un año mayor que YoonGi, quien lo hubiera adivinado. Y un Min... Cristo, eso sí había sido completamente inesperado.

—¿Min YoonGi? —repitió a modo de confirmación—. Así que tienes veinticuatro años. Bien, por ser mayor de edad no requiero más. 

Puede que no necesitara dar mayores explicaciones pero NamJoon que intentaba ser una mejor persona con YoonGi llegó a la conclusión que si algo debía hacer para lograrlo eso era tratar a YoonGi como a cualquier otro paciente y eso incluía el informarlo correctamente.

—Como yo seré tu doctor necesitamos que TaeHyung sea quien funja como tú responsable, para que cuando estés dormido en el quirófano sea él quien firme a tu nombre, solo si es necesario por ejemplo, cualquier intervención adicional no prevista en los estudios médicos, aunque tu debes dar el consentimiento expreso y escrito de todos los procesos médicos a los que serás y puedes ser sometido mientras dispongas de absoluta consciencia.
NamJoon también le comentó con detalle lo que se podía esperar una vez que ingresara al quirófano. Sobre la anestesia, los medicamentos, la intervención quirúrgica misma y sobre el comienzo de su recuperación después de extirpar el apéndice. YoonGi no dudó esta vez y dio una afirmación rotunda cuando NamJoon le preguntó si comprendía lo que se le estaba diciendo. Una vez que ambos estuvieron entendidos y resueltos de dudas, YoonGi fue subido a piso, camino a ser preparado para su cirugía en un par de horas.

...

YoonGi no conocía mucho del interior de los hospitales, lo cierto es que pocas veces había visitado uno y siempre había sido limitado al área de urgencias. En realidad, probablemente la única vez que estuvo en uno fue el día en que fue traído al mundo y para su buena fortuna no disponía de recuerdos de ello. Si lo pensaba bien, YoonGi en contadas ocasiones había estado en consulta con algún médico, los poquísimos doctores que conocía eran todos esos graduados voluntarios que atendían a la gente como él en los albergues o las casas hogares. Así que no, YoonGi no esperaba recorrer tantos pasillos y habitaciones antes de llegar al quirófano y mucho menos imaginó que así luciría la sala de operaciones en la vida real.

    Seguro es que estaba haciendo alguna cara extraña cuando los camilleros, eso dos enfermeros que lo recogieron en la habitación compartida que le habían asignado, lo dejaron en medio de esa habitación enorme y lúgubre, con una luz enorme al centro y muchas luces pequeñas alrededor, porque lo primero que escuchó fue un par de risillas que producían esas dos enfermeras junto a él. YoonGi las observó para saber que carajos les daba tanta risa pero no podía ver sus rostros por el barbijo azul que los cubría, mientras ambas acomodaban con detenimiento un montón de utensilios metálicos, punzantes y afilados. YoonGi palideció ante la sola idea de esas delgadas hojas cortando su carne.

—¿Asustado? —preguntó el Doctor Kim al cruzar aquella puerta de cristal, vistiendo un montón de cosas que apenas permitía que sus ojos se asomaran por encima del cubrebocas tal como las enfermeras.

YoonGi levantó la cabeza hasta donde pudo para mirarle directamente, evitando tirar la manta azul que lo cubría. Una de las enfermeras lo regañó y obligó a recostarse de nuevo. No pudo hacer más que suspirar mirando al techo.

—Nervioso, porque me van a abrir la panza —especificó.

Kim Doctor río.

—Será un corte muy pequeño y prometo que la cicatriz ni siquiera sé va a notar. 

    Claro, eso hubiera estado magnífico si tan solo el hecho del corte en su piel fuese lo que más le preocupase tanto como que le metieran mano dentro de sus órganos, que hasta ahora y con mucha suerte, había mantenido casi intactos.

—Podrías rezar para calmarte —bromeó el hombre moreno mientras sus asistentes y enfermeras se acercaban a la mesa de operaciones.

    —Yo no rezo —aclaró, clavándole la mirada.

    El doctor en respuesta le entrecerró los ojos.

    —¿Acaso no crees en Dios?

    —No.

—Pues deberías, sobre todo ahora —dijo, riendo de nuevo debajo de la mascarilla 

    ¿Dónde estaba la gracia en todo eso? YoonGi no lo supo y tampoco se esforzó en averiguarlo. No fue necesario seguir hablando para calmar los nervios. Kim NamJoon le dijo que iniciarían la intervención y que le dormirían tal como se lo había explicado. 

    YoonGi no sabía lo que era ser sedado pero supuso que incluso podría ser parecido a inhalar coca, reír, y después simplemente caer dormido. Siguió imaginando eso cuando una de esas desagradables enfermeras le puso una mascarilla en el rostro, ordenándole respirar profundo mientras contaba del número cien hacia atrás. Y siguió esperando que dormir en ese estado fuera casi tan bueno como dormir por una línea abundante de cocaína y que si soñaba no fuera con ella. 

    Eso siguió esperando.

...

Pocas veces YoonGi tenía la fortuna, o infortunio, ya no sabia como decirle, de no soñar con ella, en su lugar su mente era acaparada por esa otra mujer y todas esas niñas. YoonGi las recordaba bien, sobre todo a la primera. 
Aun podía escuchar su alegre voz mientras la tiza chirriaba sobre la gran pizarra verde al frente del salón, podía sentir el aroma de su cabello y podía sentir su cara estirarse en una genuina sonrisa. 

    YoonGi no sabia que era lo que sentía y no lo entendió hasta que ella se lo explicó.

    «Eso es amor, cariño» había dicho ella. 

    Sarang. Esa era una palabra que no solía escuchar con frecuencia pero era una palabra muy bonita que hacía que su estómago revoloteara de alegría. Amor. Sentía amor. 

¿Pero cómo se expresaba eso?

    «Con abrazos» respondía ella. «Con besos y caricias». Entonces ella sacaba un dulce de su bolso y se lo daba. 

    A YoonGi no se le permitía comer dulces en casa y cuando rogaba desesperadamente por uno, ella siempre lo ignoraba, empujándolo. Oh, pero esa mujer era tan distinta de ella, porque lo abrazaba y permitía que tocara su cabello. 

Esa otra mujer acariciaba sus mejillas, sus hombros, su pecho y estómago. Era diferente porque YoonGi recibía besos en sus cachetes, en sus párpados, en sus orejas...en su garganta. 

Y se sentía tan, pero tan querido. Esa mujer lo quería, lo quería muchísimo. 
Y luego estaban sus compañeras, esas niñas con las que jugaba y que le hacían reír tanto en los recreos. YoonGi también las amaba, mucho, mucho. Por eso quería demostrarles el enorme amor que les tenía, así que se acercaba a ellas y las abrazaba aun cuando decían que no se acercará... las besaba a pesar de que ellas lloraban. 

YoonGi no entendía. No comprendía. Él no sabía. 

...

Cuando despertó, lo primero que vio fue un techo blanco con una pequeña mancha gris, la cual era de una forma extraña y que le recordó a un dinosaurio sin brazos.  Pasó segundos así en silencio antes de llevar sus manos a su rostro y notar que esta vez no había lágrimas derramadas. Claro, porque esa clase de sueños, aunque lo atormentaban, no le hacían sufrir tanto como aquellos otros. Así que la anestesia no tenía el mismo efecto al final de cuentas. Qué desperdicio. 

    Volteó a mirar a su entorno y clavó su mirada en la noche afuera de la ventana, después, al observar a su alrededor, descubrió que no era la misma habitación que le habían dado en un inicio, entonces la puerta del cuarto se abrió y una de esas enfermeras entró, llevando una enorme sonrisa en su cara mientras lo saludaba. 

    Tan asquerosamente falsa.

...

La cirugía de YoonGi la había dirigido NamJoon por completo y apenas había necesitado de la ayuda de un residente de primer año mientras este observaba una de sus primeras cirugías. No fue una intervención complicada ni mucho menos tardada, en realidad fue mucho mejor de lo que esperaba, la situación de YoonGi se veía más grave en los análisis que al abrirlo. Suerte que lo hubiese revisado en el apartamento y pudiera llevarlo al hospital a muy buen tiempo.

    Para llegada la noche ya habían pasado un par de horas desde que YoonGi fuera pasado del postoperatorio a su nueva habitación. TaeHyung se había ido a comprar algo de comida para ellos dos así que NamJoon pensó que podría ser el momento ideal para darle un saludo, después de todo, por la hora, ya debían haber pasado gran parte de los efectos de la anestesia y YoonGi estar lo suficientemente despierto para hablar. 

    Supo de inmediato que así era cuando al llegar al piso de YoonGi y cruzar por la estación de enfermeras, las escucho hablar sobre un paciente nuevo que no era precisamente educado al responder los saludos. NamJoon sonrió de lado recordando ese primer encuentro entre ellos. 

    No desperdició tiempo en hacer preguntas, solicitó el expediente de YoonGi en la estación y fue directo a la habitación. Lo primero que encontró fue a un muchacho que con extremo interés miraba, y también tocaba, la intravenosa en su brazo.

    —Si te sigues sacando las intravenosas como una bestia salvaje solo dañaras el tejido y podría infectarse.

    —No planeaba quitarla —contestó Min YoonGi al bajar el brazo, empezando a jugar sus dedos con intranquilidad—. Solo que me molesta.

    —Sí, puede ser incómoda, lo reconozco, pero debes dejarla en su lugar.

    YoonGi guardó silencio, indicando con un suave gesto que obedecería. Que agradable le resultaba a NamJoon que fuera tan cooperativo últimamente, por lo menos en ese aspecto.

    Con su paciente ya más tranquilo decidió acercarse y revisar el estado de la herida en ese blanco abdomen. Para ello, le pidió a YoonGi que se recostara y estuviera muy quieto mientras levantaba las sábanas y descubría su cuerpo. También tendría que quitar las gasas para ver.

—¿A todos los pacientes les dan este tipo de habitaciones? — cuestionó YoonGi a mitad de la exploración.

La herida y piel circundante se veía bastante bien para el tiempo que llevaba de ser suturada.

—¿A qué te refieres? —preguntó NamJoon muy a pesar de saber lo que YoonGi quería decir.

—El tipo de habitación, privada y con ventanas. Quiero decir, esta no es la misma habitación dónde me dejaste la primera vez. Esto debe ser muy caro.

    No se había equivocado, NamJoon esbozó una muy suave sonrisa.

—Bueno, respondiendo a tu pregunta inicial. No, generalmente son habitaciones cuádruples, esta es una doble aunque por ahora solo la ocupas tú. Segundo, todas las habitaciones que no son de cuidados intensivos, tienen ventanas. La oxigenación es importante para los pacientes. En cuanto a no ser la misma habitación del principio, no te equivocas, como ya dije, esta es una doble, más privada, en efecto, y por eso mismo pedí que te transfirieran a esta otra. Lo cual lleva al tercer punto y es que no debes preocuparte del valor, yo estoy pagando por ello.

Dijo eso último pensando que sí, efectivamente YoonGi no debía preocuparse por ese tema, pero vaya que la tarjeta de crédito de NamJoon resentiría el golpe a penas le pasaran la factura de todos los gastos médicos. Suerte que tuviera un buen historial y un buen crédito con el banco, de lo contrario hubiera estado en muchos problemas.

—Todo para evitar que me escape. ¿No es así?

NamJoon tuvo que reprimir una sonrisa amarga al darse cuenta que no podía evitar que YoonGi pensara que tenía esa clase de intenciones. Mas, a su vez, tampoco podía, por alguna razón que todavía no alcanzaba a comprender, que YoonGi se quedara con esa percepción suya. Por ello se explicó.

—Lo hice para que estuvieras más cómodo y para que nadie que no asigne yo, te moleste.

Apenas dijo eso YoonGi pareció sorprenderse. NamJoon alzó una ceja inquisitiva.

—Te dije que me encargaría, no debes asombrarte por ello. Puedo ser grosero con frecuencia, lo acepto, pero nunca falto a mi palabra. Así que puedes estar tranquilo. 

—Uhm, gracias. 

NamJoon lo observó, aún no se acostumbraba a que esa palabra saliera de la boca de aquel hombre.

—De nada. 

Luego de eso hubo un silenció largo pero sumamente natural entre ellos dos. Durante este, NamJoon regresó cada pedazo de vendaje, tela y manta a su lugar, dejando a YoonGi cubierto tal cual como lo había encontrado al llegar. Todo parecía ir bien, ya solo necesitaba revisar sus signos vitales para dar por terminada la visita.

—¿Y cómo estuvo? —dijo YoonGi cuando NamJoon se proponía a revisar el monitor.

—¿La operación? —preguntó, y YoonGi asintió—. Para alguien que no sabe rezar, bastante bien en realidad, muy rápida y sin ninguna complicación. 

—¿Quién ha dicho que no sé rezar? 

NamJoon juntó el entrecejo al ver el rostro confundido de YoonGi. ¿Había hecho una suposición errada?

—Ah, pues pensé que no sabías, como eres ateo —se excusó.

—Soy ateo por elección, mi abuela y mi madre son cristianas, claro que sé rezar.

«Son». Esa palabra le hizo repensar algunas cosas a NamJoon. Hasta ese tiempo se había imaginado mucho acerca de YoonGi, todas con base a pequeñas cosas que este último le había dicho o dado a entender. Tal vez había comprendido mal la información, consideró, a pesar de que recordaba con seguridad a YoonGi diciendo que no tenía familia; eso sumando que este último nunca hablaba de nadie conocido ni cercano, incluyendo amigos, familiares o mascotas siquiera.

—Es la primera vez que hablas de tu familia —señaló, sintiéndose genuinamente intrigado—. Había supuesto que... que eras huérfano o algo así. Como habías dicho que no tenías familia.

Al responder eso NamJoon entendió que YoonGi recién caía en cuenta de lo que acababa de decir porque su expresión se endureció y apartó la mirada de inmediato, esquivando notoriamente el tema. Esta vez se extendió un silenció bastante incómodo en la habitación. 

Entonces NamJoon fue lo suficientemente inteligente para entender que ese era un tema sensible ante el cual, por respeto, debía evitar seguir insistiendo. Por tanto, se limitó a cumplir con su trabajo, tratando a YoonGi con la mayor normalidad posible, si acaso es que había algo normal entre ellos.

—Yo soy tu doctor de cabecera así que tendrás dos enfermeras asignadas y otra doctora de apoyo —le informó, notando de reojo un cambio en la postura de YoonGi.

En ese momento una persona más ingresó al cuarto, NamJoon echó un vistazo. La sonrisa enorme de HyeJin lo saludo casi de inmediato.

—Hablando de Roma —Bromeó—. Ella es Ahn HyeJin, tu otra doctora. 

YoonGi apenas y la miró. Ella se acercó, llamándolo en son amistoso «el chico fugitivo». NamJoon fue orillado a explicarse por ella cuando YoonGi casi le gritó «traidor» con la mirada. Se aclaró la garganta antes de hablar:

—La dra. Ahn fue la otra médico que te atendió la primera vez que llegaste aquí. Yo... ya le he explicado tu situación. No va a decir nada, lo que le importa es que te recuperes.

    El joven en la cama lo escuchó pero en ningún momento dijo algo, solo siguió mirándolos. YoonGi realmente se veía incómodo, cosa que su colega tal pareció, no fue capaz de notar. Ella sonrió mirándolo con cierta ternura.

—Bien —canturreó HyeJin al acercarse—, revisemos esa herida. 

Apenas la mujer dio un pasó cuando YoonGi se negó firme y alto a que ella siquiera le tocara un pelo.

Tanto HyeJin como él se paralizaron mientras YoonGi apartaba la mirada con enfado hacia cualquier parte en la que no estuvieran ellos. NamJoon no comprendió de inmediato lo que sucedía, máas no tenía manera de averiguarlo, simplemente intercedió y alejó a HyeJin, aclarándose la garganta.

—Ya lo he revisado yo, Ahn —dijo—. No es necesario que te preocupes, yo puedo terminar el chequeo. 

HyeJin asintió, dijo que continuaría su ronda con los demás pacientes  y de inmediato salió de la habitación, despidiéndose con timidez de un YoonGi que seguía mirando por la ventana.

Cuando HyeJin finalmente se fue, NamJoon se acercó a YoonGi.

—¿No te agradan HyeJin y las enfermeras? 

—No me agrada la gente que me mira de esa forma.

NamJoon juntó las cejas, extrañado. Como no entendía le pidió a YoonGi que se explicara.

—Lástima, ellas me miran con lástima —reclamó YoonGi—. Estoy acostumbrado a que me observen con asco y repulsión, puedo aceptar eso, pero no tolero que me miren como un ser enfermo o indefenso porque no lo soy.

    NamJoon escuchó atentamente las palabras de YoonGi y a pesar de que tenían sentido, pudo sentir que había algo más allí oculto. Era una verdad a medias que servía como fachada para esconder un secreto más profundo, más doloroso. ¿Qué si quería averiguar más en aquel momento? Claro, NamJoon sentía curiosidad y la sintió por mucho tiempo más sin tener una verdadera respuesta. Porque no importaba cuantas veces se le preguntara ni de qué forma se hicieran las preguntas, YoonGi era una caja con llave que no decía nada de sí mismo. Cosa que con  el tiempo NamJoon comprendería era la manera en la que YoonGi se autoprotegía de los demás y posiblemente, también de sí mismo.

    Y NamJoon lo dejó tranquilo, tomó las últimas notas en su bitácora y se fue, prometiendo que TaeHyung más tarde le vería e informándole que se iría de ese lugar en solo un par de días cuando estuviera mejor. 

    Entonces YoonGi le dijo adiós, cerrando los ojos al recostarse con el rostro en dirección a las estrellas afuera de la ventana. 

Pero YoonGi solo fingió dormir. Fingió mientras se repetía lo mismo una y otra vez en su cabeza. Las mujeres eran malas, todas ellas eran seres horribles y YoonGi las odiaba. Las odiaba tanto como ellas lo odiaban a él. 

...

Próxima actualización, capítulo ocho - viernes 18/02/2022.

🦄💊 Supongo que ya han empezado a darse una idea de las cosas que ha tenido que sufrir YoonGi.

Aunque no planeo ser demasiado explícita y gráfica, no está demas advertir la delicadeza de estos temas y que continuar la lectura de esta obra queda a responsabilidad de cada uno de los lectores.

Estaré leyendo sus comentarios como siempre y recuerden que todas sus sugerencias y observaciones siempre son bien recibidas y apreciadas. Jiji.

Nos vemos la próxima semana. Los quiero mucho!!

P. D. Ya me rindo con los guiones largos en wattpad.

P. P. D. Está obra también está disponible en Inkspired. Jeje. 💊🦄


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