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CAPÍTULO SEIS: Play dead.

«Me hago el muerto, detiene el dolor. Me hago el muerto y el dolor se detiene. A veces es como dormir, acurrucado dentro de mis propias torturas privadas. Hago un nido de dolor, abrazo de sufrimiento, acariciando cada herida... Me hago el muerto.»
(Björk, Play dead, 1993, 2m4s)

*Ilboni: japoneses.

De nuevo era medianoche en el hospital, un turno como cualquier otro. NamJoon estaba en la sala de descanso bebiendo un café mientras jugaba con un trozo de papel en sus manos, doblando una esquina por aquí y uno que otro borde por allá. Preciso y dedicado a la tarea.
 
Había pocas cosas que Kim NamJoon disfrutaba hacer en sus ratos libres, y una de ellas era el origami. En realidad NamJoon amaba el origami, tanto que podía pasarse las horas formando pequeñas figurillas de papel sin aburrirse y solo detenerse hasta que los dedos se le acalambraban. Su madre odiaba cuando de niño llenaba repisas y libreros enteros con los animales que armaba pero su padre lo defendía, argumentando que, el arte de la papiroflexia, era un excelente instrumento para estimular la motricidad fina de sus manos y dedos. 

«Los ilboni entrenan a sus cirujanos así, sabes». Repetía cada vez que lo encontraba escondido de su madre mientras hacía su origami, luego le frotaba la cabeza y repetía que sería un excelente cirujano. Un orgullo más para la familia afirmaba su padre. Qué gracioso era que había empezado con la papiroflexia para olvidarse precisamente del futuro que sus padres habían trazado para él. 

Al realizar el último doblez, NamJoon observó su obra terminada, sintiéndose bastante satisfecho al contemplar la flor de loto pequeña y perfecta. Estaba sucumbiendo a la tentación de tomarle una foto para su colección personal, cuando una de las enfermeras más longevas entró al lugar, luciendo nerviosa.

—Dr. Kim, alguien lo está buscando en el estacionamiento.

—¿Quién me busca?

—El hombre no quiso dar su nombre, dice que es urgente, sobre un amigo suyo. ¿Debería llamar a la policía? No luce como una persona decente.

«No luce como una persona decente». Repitió en su cabeza, NamJoon. De inmediato, un solo rostro se vino a su mente. Negó al ofrecimiento de la enfermera y le pidió que se fuera, que él mismo se encargaría de ese asunto. A su petición añadió no decirle a nadie más que esa clase de persona lo estaba buscando pues NamJoon no quería que se hicieran ideas equivocadas de él y de las personas con las que se relacionaba. La enfermera aseguró que no le contaría a nadie al respecto aunque todo su semblante decía lo contrario. 

Esa era la naturaleza de las enfermeras y NamJoon estaba consciente que intentar frenar ese instinto que tenían ellas por chismosear en los pasillos era tarea no solo difícil sino imposible. Bien, ya lidiaría con ella después. Así que despidió a la mujer y caminó con dirección a la salida que daba al estacionamiento.
 
Al principió le fue difícil encontrar a la persona que le buscaba, tal vez porque esperaba toparse directamente con el rostro de YoonGi, pero no fue así. En realidad tuvo que cruzarse con varias personas antes de dar con su visitante y que horrible sensación fue darse cuenta del estado en el que se encontraba ese pálido rostro al cruzar miradas.

    YoonGi no estaba solo, con él venían tres hombres, uno sosteniéndolo de cada brazo y el tercero frente a ellos fumándose un cigarro.

    —¿Usted es el amigo de nuestro querido dongsaeng? —preguntó ese hombre después de dar una última calada a su cigarrillo y tirarlo al suelo, pisandolo para apagarlo.

    NamJoon frunció el ceño intercalando su mirada entre YoonGi y ese hombre. ¿Habían sido ellos los que lo habían dejado así de golpeado, con el labio roto y una laceración en la mejilla? Observó su ropa, la que hasta hacía unas semanas atrás era suya y notó que había gotas de sangre en ella. ¿Qué querían de él esos tipos?

    —Soy su doctor, si eso es lo que pregunta.

    —Oh, creí que eran más íntimos que eso. 

    ¿Qué clase de mierda les había dicho YoonGi para que pensaran algo así? Cristo, no estaba de ganas de averiguarlo, solo había una cosa que quería saber.

    —¿Qué quieren?

    Ese hombre rió entre dientes.

    —Un hombre directo, me gusta —reveló con sorna, luego atrajó a YoonGi hacia sí, Dios, de cerca lucia peor—. Aquí YoonGi y su amigo me deben dinero, una buena suma para serle sincero y él dice que usted nos va a pagar a nombre de ellos dos.

    Ah, vaya, así que eso era. Cómo no lo adivinó antes. YoonGi tenía una gran deuda al parecer y NamJoon ya se imaginaba de qué tipo.

—Lo siento, pero solo le atendí una vez. Ni siquiera lo conozco así que no tengo responsabilidad alguna sobre él. Yo no te pagaré.

NamJoon alcanzó a ver la expresión de enojo que se dibujó en el rostro de ese sujeto, y en cómo su agarre se afianzaba con mayor fuerza a los hombros de YoonGi, antes de darse la vuelta y caminar de regresó al hospital. No, él no iba a hacer nada por ese tipo nunca más, ya había hecho mucho por él y éste no se había comportado más que como un perro malagradecido. No era más que una rata en una tinaja.

Infortunadamente NamJoon no alcanzó a dar más de tres pasos, pues algo se sujeto de su brazo, deteniendolo. Al girarse encontró a YoonGi agachado al suelo, respirando agitado mientras esos hombres se frenaban para ir por él.

—Por favor, dijiste que me ayudarías.

—Y lo hice mas tu no estabas conforme con eso, sino te hubieras ido seguro que no estarías metido en lo que sea que te encuentras atorado ahora. Rascate con tus propias uñas y no me metas en tus problemas de hoy en adelante.

NamJoon sacudió su brazo para zafarse de YoonGi, sin embargo apenas se soltó de él este lo tomó de nuevo, entonces YoonGi alzó el rostro. Por primera vez NamJoon fue capaz de reconocer la vergüenza en su mirada pero también algo más, eran los ojos mismos de la desesperación. Había lágrimas contenidas en ellos.

—No sabes lo que me obligarán a hacer para que les pague —murmuró con voz trémula—. Por favor.

No fue una simple petición, aquello era una súplica, una de las más desesperadas que NamJoon había presenciado jamás. Por Cristo, no podía sucumbir a tal manipulación pero... sus ojos.

—¿Cuánto? —preguntó a contra de su propia voluntad.

—Cuatro millones y medio.

—¿Cuatro millones y...? Eso es muchísimo más de la mitad de mi sueldo, maldito loco.

—Pero eres médico.

—Medico residente —aclaró—. No es lo mismo que un médico de planta, imbécil. No gano tanto dinero como seguramente piensas. No puedo darte esa suma, no es así como funciona.

—Por favor, te pagaré. Prometo que lo haré. Haré lo que me pidas, lo que sea.

NamJoon quisó decirle que se fuera al carajo y que arreglara sus problemas él solo pero no pudo, por más que lo intentó simplemente la boca no le respondió. Tal vez fue la sangre en la ropa de YoonGi, los golpes en su rostro o las lágrimas en sus ojos. O tal vez fue todo, pero no pudo. Solo miró a esos hombres y lo malditos desquiciados que lucían porque no tenían el dinero que se les había prometido. Y se compadeció, se compadeció de YoonGi a pesar de decirse a sí mismo que esa clase de personas no merecían ser sujetos de compasión.

Dió un último vistazo a YoonGi y cedió por completo a su propia voluntad. Les dijo que no tenía ese dinero con él y no mentía, qué clase de persona llevaría siquiera medio millón de wones en la cartera pero les aclaró que podía conseguirlo, que lo único que necesitaba era el tiempo suficiente para ir al banco de ida y vuelta. Esos hombres no lo vieron muy convencidos y NamJoon tuvo que buscar la manera para ganar su confianza así que les dio su móvil y su gafete de entrada al hospital. Fue solo así que le dejaron irse con la amenaza de que si no volvía en el tiempo prometido ellos y YoonGi se irían. Un trato justo.

NamJoon se las ingenio para entrar de vuelta al hospital sin su gafete e ir por la billetera. Corrió por medio edificio hasta el otro extremo de la cuadra, justo donde sabía que había un banco. No era el banco de su tarjeta pero no importaba, era lo que había y casi ni se fijó en la cuota extra que tuvo que pagar por realizar un retiro desde una tarjeta externa. 

Tan pronto como pudo volvió por el mismo camino que había seguido, cruzando de nuevo el hospital con varias miradas encima suyo, pasó por la salida y llegó hasta el estacionamiento, otra vez. Todo en menos de veinte minutos. Y ahí seguíian ellos cuatro. 

No se anduvo con juegos, ni él ni ese hombre, solo sacó el fajo de billetes y se lo extendió. El hombre lo tomó y con prisa empezó a contar uno a uno los papeles. Los contó dos o tres veces hasta estar seguro que era el monto solicitado. Al final sonrió y agitó los billetes al aire, mostrándoselos con orgullo. Ahí iban una buena parte de sus ahorros. 

Satisfecho, el hombre le devolvió el gafete pero no el celular y cuando NamJoon intentó recuperarlo a la fuerza lo que obtuvo fue ser amenazado con una navaja. A la mierda el celular, no insistió más, entonces ese tipo ordenó que soltarán a YoonGi. Sus sirvientes no demoraron en obedecer, aventando el esbelto cuerpo al suelo antes de reír y largarse con su jefe por la calle contigua. NamJoon se quedó allí mirándolo sin pretender, ni de chiste, ir a ayudarlo. 

YoonGi se levantó con dificultad en medio de un quejido mientras se agarraba las costillas con una mano. Cuando al fin estuvo de pie se tambaleó un poco, mordiéndose el labio y con el rostro compungido. Namjoon puso los ojos en blanco y se dio la vuelta, tenía un turno que cubrir. 

—Te pagaré —le dijo aquel tipo a sus espaldas. 

Él sólo rió sacudiendo la cabeza, se volteó y lo miró de no creer. 

—¿Qué puede hacer un  parásito como tú para pagarme a mí? De tener la capacidad para pagar no habrías venido hasta aquí y hacerme perder mi dinero y mi celular. Piérdete y no se te ocurra venir a molestarme de nuevo porque es la última vez que hago algo como esto.

Dicho eso continuó con su camino, dejando a ese idiota en el estacionamiento mientras pequeños copos de nieve empezaban a caer.

NamJoon pasó varias horas haciendo su trabajo en el hospital, como no le tocaba estar en urgencias tenía que visitar a los pacientes en sus respectivas habitaciones. Cosas que no le demandaban demasiado esfuerzo a decir verdad. En alguno de sus cortos ratos libres había llamado a su compañía telefónica para reportar su celular como robado y hacer válido el seguro, pero cuando el agente le informó que para eso debía levantar un reporte en la estación de policía se rindió de inmediato, aceptando que solo desactivaran el maldito aparato. Ya después se compraría otro. Todo por ese maldito imbécil.

    Entonces NamJoon volvió a pensar en él y al hacerlo se le vino el recuerdo de su ropa. YoonGi llevaba la misma ropa con la que se había ido, sí, y eso era lo que sorprendentemente le preocupó porque no era ropa que alguien usaría para salir durante invierno, las prendas apenas le cubrían lo necesario para estar cómodo dentro de casa, pero afuera... eso era distinto. 

    ¿Pero por qué pensaba en eso si ya había dicho que no tendría nada que ver con él nunca más? NamJoon no se cansaba de asegurar que YoonGi era un completo imbécil pero él lo era más por seguir pensando en él, una y otra vez, a lo largo de aquella noche. De nuevo quiso solo ignorarlo y de nuevo terminó fracasando al intentarlo. 

Al final, las palabras de TaeHyung se le vinieron a la mente y experimentó una desagradable sensación de remordimiento. Había dicho que todos ellos eran unos hipócritas y aunque NamJoon cuestionó lo que quería decir con ello, él, muy en el fondo, conocía perfectamente la respuesta, incluso más que el propio TaeHyung. 
Pero existía algo en lo que TaeHyung estaba equivocado y eso era que, NamJoon podía parecerse en algunos aspectos a su padre mas no era exactamente como él, viese por donde se le viese. Y si necesitaba probarlo lo haría, sin dudas.

    Ya eran casi las seis de la mañana cuando se decidió a salir del hospital, aprovechando que las enfermeras estaban haciendo sus rondas diarias tomó su abrigo, compró un par de latas de café caliente en una de las tantas máquinas expendedoras y fue hasta el estacionamiento. Quien sabe que esperaba pero se decepcionó mucho al llegar al mismo punto donde había dejado a YoonGi y no encontrarlo allí. Claro, se había ido, nadie, ni por muy loco que estuviera, se quedaría bajo una nevada nocturna. Bien, la intención de ofrecerle una bebida caliente la había tenido, no era culpa suya que aquel tipo se hubiera marchado. 

    Ah, pero ese razonamiento no lo dejo de ninguna manera satisfecho, de hecho, tuvo el efecto contrario, irritandolo y haciendolo sentir un poco más idiota a cada segundo. Se giró hacia el lado del estacionamiento general que conectaba con el estacionamiento de los empleados. Pronto amanecería y él debía estar para la hora del desayuno haciendo sus rondas. Tenía que darse prisa si planeaba comportarse como un maldito ser humano por, posiblemente, primera vez en su vida.

    Decidió no perder más tiempo, corrió por el asfalto tan rápido como la nieve se lo permitió, subió al auto y manejó con dirección a ninguna parte en particular. No podía estar lejos, seguro que no, lastimado y sin dinero a lo mucho habría avanzado algunas cuadras antes de detenerse a descansar. 

    NamJoon se aferró a esa posibilidad por varias calles. Condujo por casi media hora de una manzana a otra. Primero al norte y luego al sur. Nada, ni una señal de él. A lo mejor sí había podido regresar a donde fuera que él vivía. Él quiso creer que así había sido pero no pudo sentirse tranquilo con ello. Ya solo le quedaba probar con el este, y si fallaba, entonces intentaría con el oeste. Viró el auto con dirección al río Han y no dio vuelta hasta llegar al pie del puente. Ni un solo rastro, solo nieve y autos.
 
    Y volvió, ya considerando rendirse si no lo encontraba en la última dirección que le restaba. Fue ahí que lo vio, casi por mero milagro. Cristo. NamJoon cruzó a la otra calle para acercarse, estacionó el auto y bajó camino a su encuentro, llevando con él las bebidas ahora tibias.

    YoonGi estaba sentado junto a una jardinera a las afueras de una tienda de conveniencia, encogido sobre sí mismo, fumando con labios y dedos temblorosos la colilla de un cigarrillo que estaba a escasos segundos de apagarse. No quería admitirlo pero YoonGi ya no inspiraba compasión sino que de nuevo NamJoon sentía lástima, una inmensa lástima por él. Fue en ese instante que NamJoon se preguntó por vez primera cómo es que un muchacho como lo era YoonGi había terminado tan solo y abandonado.

    Sin dejar de preguntárselo se acercó, aquél ni siquiera levantó la mirada, solo seguía temblando de frío. Así que le extendió una de las latas para llamar su atención. Funcionó. 
    YoonGi lo miró con ojeras bajo sus ojos y moratones rojo oscuro en su rostro que lucía aún más pálido que de costumbre. Se veía cansado, mucho. Esperó a que tomara la lata de café pero solo siguió mirándolo. Eso lo exaspero.

    —Anda, agarrala. Hace mucho frío. 

    Y YoonGi accedió, dejando caer el cigarrillo aún prendido en el suelo para tomar la bebida en sus manos. El poco calor que quedaba en ellas pareció reconfortarlo bastante. ¿Y ahora qué? NamJoon ya había realizado lo que pretendía, podía irse en paz mas no lo hizo. Continuó ahí de pie mirando a YoonGi que se frotaba sus manos. Miro alrededor, uno que otro transeúnte observándonos y todos ellos llevando un grueso abrigo que los protegía contra el frío, incluido él. YoonGi era la excepción. 

    NamJoon se quitó el abrigo y se lo colocó a YoonGi, sorprendiéndolo. Este estuvo a punto de quitárselo mientras lo rechazaba pero NamJoon no se lo permitió, agarrándolo por los hombros, levantándolo mientras le decía que no fuera terco, que lo aceptara si no quería morirse de frío.  
    Efectivamente YoonGi estaba muy cansado, porque no discutió más y dejó que NamJoon lo llevará al auto aferrándose aún a la lata de café. Y al subir al auto, llevando a YoonGi de vuelta con él pensó que de verdad, se había vuelto loco.

Durante el resto de su turno NamJoon tuvo que dejar a YoonGi durmiendo en el auto, con llave y con una rendija en la ventana lo suficientemente ancha para dejar entrar aire y no asfixiarlo. Al salir YoonGi continuaba tan dormido como cuando lo dejó, incluso tuvo oportunidad de ir a conseguir un nuevo móvil y este no despertó hasta que llegaron al apartamento y eso solo porque NamJoon le llamó para llevarlo dentro. 

    NamJoon lo dejó en el baño para que se aseara, le dio ropa limpia y mientras lo esperaba ordenó un poco de comida para ambos. Cuando YoonGi estuvo listo lo hizo volver a la misma habitación, fue allí que revisó las heridas de su rostro. El golpe en la mejilla era el de peor aspecto, con la carne expuesta cuando retiró parte de la sangre seca. NamJoon limpió a conciencia el área sin detenerse por las muecas de dolor que hacía YoonGi.

    —¿Cómo te hiciste eso? —pregunto después de no soportar el inmenso silencio de la habitación.

    —¿Cree que yo me lo hice? —contestó YoonGi.

    Bien, aceptó que esa había sido una pregunta estúpida de su parte así que la reformuló.

    —¿Cómo te hicieron eso?

    YoonGi no respondió en cambio dijo:

    —Le pagaré el dinero.

    NamJoon se sorprendió de encontrarse con los ojos firmes y directos de YoonGi observándolo fijamente. Quisó reír como lo había hecho la noche anterior, sin embargo se aguantó las ganas, de pronto ya no se sentía bien responder de esa forma.

    —Olvídalo —dijo, suspirando mientras ponía una gaza en la herida y acababa con su trabajo.

Y eso fue todo antes de dejar a YoonGi solo en la habitación, bloquear la puerta e ir a su habitación a tomar un baño. La comida llegó al poco tiempo. NamJoon la recogió fuera en el pasillo donde el repartidor la había dejado y regresó a poner la mesa. Llamó a YoonGi para que almorzara con él, pero cuando fue a buscarlo este se encontraba una vez más profundamente dormido. Lo dejó tranquilo por el resto de la tarde, comió a solas y cuando no pudo más con el sueño, se retiró a la cama. 

Ambos durmieron el resto del día. NamJoon se levantó desde muy temprano y lo primero que hizo fue ir a ver a YoonGi. Él también estaba despierto, desde mucho antes que él, y se hallaba mirando la nieve caer a través de la ventana. Ambos se miraron.

—¿De nuevo al hospital, Kim doctor?

NamJoon asintió y con esa simple cuestión recordó un par de cosas, la primera:

—¿Consumiste cocaina?

YoonGi titubeó un instante, finalmente asintió. NamJoon ya se lo imaginaba.

—Entonces recaiste —señaló, después preguntó—. ¿Hay algún lugar a donde puedas o quieras ir?

    El joven negó. 

    —Si te quedas vamos a empezar de cero y la abstinencia será igual o más dolorosa que la primera vez. ¿Estás de acuerdo? Porque si no lo estas puedes irte de una vez, ya no vamos a jugar al prisionero. Tienes que...

    —Estoy de acuerdo y me iré cuando usted me diga que me vaya.

    Sorprendente.

    —Bien. 

    Eso le dejaba la segunda cosa de la que tenía que ocuparse. TaeHyung. Un problema que no sabía cómo iba a solucionar. Claro que lo primero que tuvo que hacer fue recuperar su número telefónico, suerte que estuviera almacenado en la copia de seguridad de su anterior móvil. La verdad es que lo llamó sin tener absoluta idea de como empezar a disculparse y realmente no pudo hacerlo cuando TaeHyung respondió al otro lado de la línea, lo único que atinó a decir fue:

    —YoonGi está aquí.

    No hubo necesidad alguna de agregar otra cosa pues TaeHyung simplemente contestó con un:

    —Estaré allí a tiempo. 

    Y colgó la línea.

TaeHyung estuvo puntual tal como prometió, justo antes de que NamJoon tuviera que volver al hospital y lo recibió sintiéndose avergonzado por lo que le había dicho dos días atrás y quisó enmendar el daño. Creyó que sería suficiente con solo fingir que nada había sucedido y hablarle con naturalidad, agradeciéndole que estuviera de vuelta pero TaeHyung dejó bien en claro una cosa y eso era que no le iba a disculpar por ningún medio su ofensa.

—No te equivoques, Kim NamJoon —le aclaró el enfermero al poner un pie dentro del apartamento—. No vuelvo por ayudarte a ti, vuelvo porque Yoongi lo necesita. 
NamJoon no respondió a eso, pues se dijo que TaeHyung estaba en su derecho, así que solo tomó sus cosas y se fue. 

...

YoonGi, con frecuencia, caminaba grandes distancias para trasladarse de un lugar a otro, pues raramente tenía dinero suficiente para gastar en el transporte. Esa era una de esas ocasiones. 

    Llevaba ya rato caminando a lo largo del Puente Hangang pero por mucho que lo hiciera su recorrido no parecía tener fin y la orilla del Río Han seguía viéndose demasiado lejos. Los autos pasaban sin detenerse un momento y él los miraba, cansado y adolorido. ¿Cuánto más tendría caminar para avanzar aunque fuese un poco? 

    YoonGi estaba exhausto y sediento, por eso mismo decidió parar un momento, solo el tiempo necesario para recuperar las energías. Se quedó allí de pie  y miró en dirección al agua. Las luces de la ciudad se reflejaban en aquel espejo inmenso y oscuro. Entonces, de la nada, alguien simplemente lo empujó.

    Él no sabía nadar, nadie se había preocupado nunca por enseñarle. Pataleó intentando contener el aire, buscando algo a lo que pudiera aferrarse. Miró hacia arriba en busca de ayuda y se encontró con la mirada de HoSeok hyung. Este se inclinó hacia el agua y estiró uno de sus brazos, ofreciéndoselo. YoonGi quiso tomarlo pero estaba tan lejos, tan alto allá arriba, que era imposible. A pesar de ello, YoonGi no se rindió.

    Entonces un par de manos lo tomaron de los tobillos y tiraron de él, jalándole al fondo del Río Han. Jaló aire con desespero pero solo consiguió llenarse los pulmones de agua, intentó gritar pero una tercera mano se lo impidió, cubriendo su boca y nariz, mientras las otras dos subían por sus piernas antes de clavarse en su cintura. 

    Bajó el agua era imposible sentir sus propias lágrimas correr por su rostro pero YoonGi sabía que estaba llorando, mientras esperaba que lo ayudara alguien que sabía nunca llegaría. Y ahí, cayendo en el agua, escuchó sus voces.

    "Te lo mereces"

    "Es tu culpa"

    "No digas nada"

    "Eres un monstruo"

    "Me das asco"

    "Eres como él"

    "Te odio"

...

YoonGi abrió los ojos, agitado, con sus mejillas mojadas. Giró el rostro y se encontró con la mirada atenta de Kim enfermero, aquel estaba inclinado sobre él con una mano en su hombro. Se alejó de él y TaeHyung dio dos pasos atrás para darle, según le pareció, un poco de espacio.

    —No quería despertarte pero creo que estabas en medio de un muy mal sueño.

    —Lo siento.

    —¿Por qué? —YoonGi lo miró confundido—. ¿Por qué te disculpas?

    YoonGi no respondió, solo bajo el rostro y lo ocultó bajo su flequillo mientras se limpiaba las lágrimas. Intentó no moquear y no parecer aún más patético de lo que seguramente ya se veía pero tuvo que descubrirse cuando el castaño le extendió un pañuelo. Carajo, no estaba acostumbrado a esa clase de amabilidad. 

    Tomó el pedazo de papel y se acomodó en la cama, sentándose, y al hacerlo recibió una descarga eléctrica por toda su espina dorsal, desde la cintura hasta las piernas. Un calambre que sí que hizo que se retorciera en su interior. Debió haber hecho una mueca porque el enfermero volvió a acercarse a él con la misma expresión preocupada de unos segundos antes.

    —¿Estás bien? —preguntó.

    Quisó responderle que no pero eso implicaba explicarle porque no lo estaba y sinceramente, a pesar de que siempre actuaba desvergonzado con casi todos, con TaeHyung era muy difícil serlo. Así que guardó silencio, aguantando aunque Kim TaeHyung no iba, como siempre, a dejarlo en paz.

—¿Dónde te duele? 

No iba a responder, por ningún motivo lo haría. Oh, pero le dolía en verdad tanto. Permanecer sentado por los próximos días sería un infierno y cuando fuera a cagar, carajo, no quería ni imaginarlo.

—¿Me dejas revisarte?

De alguna forma Kim TaeHyung había adivinado la situación en la que se encontraba y aunque YoonGi no lo admitió en voz alta fue un alivio que lo hiciera. Lo fue porque gracias a ello no tuvo que decir nada que no quisiera decir y simplemente se recostó, bajándose los pantalones y la ropa interior hasta los muslos mientras cerraba los ojos y dejaba que el enfermero hiciera lo que necesitara hacer. 

...

Kim NamJoon había asistido dos cirugías complejas y dirigido una intervención menor durante el día anterior. Estaba de más decir que se encontraba demasiado cansado cuando volvió a casa esa tarde de sábado a finales de año. No obstante, y a pesar de haber tenido un día tan largo, NamJoon no había podido dejar de pensar en YoonGi en todos y cada uno de sus ratos libres y sobre todo, en sus matones. ¿Se atreverían a volver por más dinero ahora que sabían donde trabajaba? Esa clase de gente era el peor tipo y NamJoon temía que no pudiera librarse de ellos ahora que había decidido recibir de nuevo a YoonGi en su casa. Ya tendría que encargarse de ello después, seguramente llamar a la policía en algún momento. Así que agotado hasta los huesos, en lo menos que pensó al entrar a casa es que tendría que lidiar con más problemas, en especial con Kim TaeHyung. 
Al saludar al enfermero noto de inmediato que esté lucia aun o más molesto que la mañana del día anterior y que prácticamente lo quería matar con la mirada mientras lo esperaba en el pasillo, al pie de la habitación de huéspedes. NamJoon se abstuvo de preguntar los motivos pues seguramente este se los diría más temprano que tarde así que solo se acercó y asomó a la pieza en la que descansaba YoonGi. Fue extraño encontrarlo dormido tal como lo había dejado al irse.

    —Ha dormido todo el día —informó el muchacho en medio de susurros al adivinar esa pregunta no formulada.

NamJoon alzó una ceja, luego respondió, con voz baja:

—Quien diría que solo una noche afuera le quitaria tantas energías.

—No está cansado —negó el enfermero.

—¿No lo está?

—YoonGi está triste.

«¿Triste?» pensó. NamJoon juntó el entrecejo mirando a YoonGi cuando este suspiró entre sueños, luego se volvió a TaeHyung para descubrirlo exhalar con tedio.

—Tal vez hubiera sido bueno que examinaras a YoonGi apenas volviera a casa —dijo con reclamo—. Así habrías notado que... que atendió a alguien y no fueron precisamente delicados y cuidadosos con él.
 
Namjoon, sorpresivamente, se sintió avergonzado, sin saber qué responder. ¿Pero por qué se sentía así? No era su culpa después de todo, era la culpa de ese idiota por haberse ido en primer lugar. No hubiera tenido la necesidad de seguir prostituyéndose si simplemente se hubiera quedado allí, con él. Ah, sí, pero YoonGi no tenía forma de irse mientras no supiera la clave, había sido él quien le había abierto la maldita puerta. Dios. ¿Pero cómo iba a saber él...? Idiota. Claro que lo sabía.

—Le di analgésicos junto con sus medicamentos habituales, también tuve que dejarlo un rato solo para ir a la farmacia y comprar ungüento, así que la tarjeta ya está casi vacía. Comió lo suficiente en la mañana así que solo déjalo dormir y no le jodas más la existencia con tus insensibilidades. 

—No planeaba hacerlo —contestó un tanto ofendido.

—Claro —repuso TaeHyung con sarcasmo—. Volveré mañana temprano, no tienes que preocuparte por darle el desayuno, yo me encargaré de eso. 

—Es domingo, es tu día libre.

—No te preocupes, no te cobrarán cargos extras.

TaeHyung fue a la sala por sus cosas y mientras NamJoon esperaba se quedó contemplando la silueta dormida de YoonGi, de nuevo sintiendo lástima

—No te atrevas —amenazó TaeHyung al volver.

—¿A qué?

—A tenerle lástima —aclaró—. Déjalo conservar lo poco que pueda de dignidad. Es lo mínimo que puedes hacer por él.

    Y NamJoon no tuvo tiempo de responder pues TaeHyung simplemente se puso sus zapatos y salió, dejando el apartamento en completa calma y el suave ruido de fondo de una respiración.

...

Proxima actualización, capítulo siete — 11/02/22

🦄💊 Ahora si madrugue, jajaja. Aqui esta el capítulo de la semana y como podrán ver Namjoon no es tan hijo de p*ta, aunque admito que incluso a mi me cae mal.

Sigo odiando wattpad y su software asqueroso, así que necesito preguntarles: ¿Si me mudara de plataforma permanentemente me seguirían?. Lo estoy contemplando seriamente. 💊🦄




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