CAPÍTULO DIECISÉIS: Venus As A Boy
«Su perverso sentido del humor, sugiere sexo emocionante. Sus dedos, se adhieren a él. Sus caricias, él es Venus como un chico. Él cree en una belleza. Él es Venus como un chico. Él cree en una belleza... Él cree en una belleza. Él es Venus como un chico. Él cree en una belleza...»
(Björk, Venus as a boy, 1993, 0m15s)
NamJoon jamás se consideró a sí mismo como alguien obsesionado con nada el particular, ni siquiera con sus figurillas de papel que con tanto empeño coleccionaba, pero por aquellos días tal aseveración había perdido fuerza. Ultimamente si que estaba obsesionado con algo, o mejor dicho, con alguien y esa persona era Min YoonGi.
Desde que amanecía hasta que anochecía, NamJoon se encontraba a sí mismo pensando en el pelinegro con recurrencia. No cuando estaba en cirugía o atendiendo algún paciente, pero sí durante sus descansos o cuando conducía por la carretera.
Pensaba en él de muchas formas distintas, la mayoría del tiempo se preguntaba qué estaría haciendo, sí en su trabajo le iba bien, si ya había comido y si las tentaciones se mantenían lejos de él (o él de ellas). La otra gran parte pensaba en sus ojos, en sus labios y en sus preciosas mejillas blancas y por supuesto en sexo, en tener sexo con él. Pero muy de vez en cuando, solo a veces, se planteaba preguntas que por cobardía más tarde no intentaba satisfacer y por eso procuraba no estancarse demasiado en ello.
Ese jueves estaba lejos de ser fin de semana, al menos eso sentía él. Los fines de semana significaban una sola cosa en el apartamento de Kim NamJoon y él no podía resistir un día más. Por la noche, en cuanto volvió a casa, lo primero que hizo fue correr a los brazos de YoonGi (algo así), lo empujó a la cocina, le dio la vuelta y abrazado a sus espaldas, le beso.
Min YoonGi jadeo entre sus labios y entonces comprendió una de las muchas razones por las que se sentía encantado por ese joven blanco. Si algo detestaba de las veces que lo hacía con las mujeres eran sus gemidos agudos. Los odiaba lo suficiente para conseguir sentirse asqueado. Pero en YoonGi, todo era distinto, todo era excitante, todo era encantador.
Ambos estaban de pie, uno delante del otro, tenía a YoonGi aprisionado entre la barra de la cocina y su cuerpo. Tal vez YoonGi le dijo que se detuviera quejándose de que la cena no se haría sola pero NamJoon estaba más preocupado por el postre que por lo demás e iba a comérselo sin que nada ni nadie pudiese detenerlo. El pálido puso ligera resistencia y él se aprovecho de eso, desnudandolo entre besos antes de desabrocharse los pantalones negros y ponerse el preservativo.
¿Qué más le gustaba de YoonGi? La lista era larga. Primero que nada, adoraba sus cejas rectas que iniciaban delgadas y acababan como un pequeño triángulo a los extremos de sus ojos. Segundo, su mentón curvo y alargado, ligeramente ancho. Tercero, el suave vello bajo sus axilas, debajo de su ombligo y entre sus piernas que le recordaban que, sin dudas, estaba con un hombre. Cuarto, el delicioso aroma varonil del sudor de la curva de su garganta abultada. Su piel gruesa, firme y seca. Su cuerpo delgado. Su cabello corto. Sus labios pequeños. Sus orejas frías. Sus dedos largos. Su voz gruesa. A resumidas cuentas, todo de YoonGi le gustaba. Absolutamente todo.
NamJoon estaba tan perdido en tales preciosos atributos que ni siquiera escuchó el usual pitido de la cerradura de la puerta. YoonGi tampoco lo notó, no con la cabeza recostada contra la mesa. Fue demasiado tarde cuando, finalmente, alguien apareció frente a ellos y NamJoon, horrorizado por lo que estaba pasando, salió de YoonGi, se subió los pantalones e intentó esconder a este pero llegado a ese punto, TaeHyung ya había visto todo.
Quisó excusarse con el enfermero, explicarle y decirle que lo que había visto no era lo que él seguramente creía pero este, aún con la mirada sorprendida, salió corriendo del apartamento mientras decía «Lo siento, lo siento» sin darle oportunidad de hablar. NamJoon maldijo por lo bajo y comenzó a vestirse correctamente mientras caminaba a la puerta.
-¿A dónde vas? -preguntó YoonGi a sus espaldas mientras reía descaradamente divertido.
-Con TaeHyung, tengo que explicarte este malentendido.
-¿Malentendido? -repitió YoonGi, ahora con el entrecejo junto-. Nos encontró teniendo sexo. ¿Qué se puede mal entender de eso? - NamJoon se quedó un silencio, observando a YoonGi como si este quisiera tomarle el pelo.
YoonGi comprendió su silencio y su mirada fue un completo reclamo.
- Oh ya, te preocupa que él crea que eres gay -dijo sonriendo-. Pues deberías saber que lo eres y que Kim enfermero no tiene ningun problema con ello aunque claro, lo sabrías si tan solo no fueras un maldito homosexual de closet.
NamJoon abrió la boca para negar todo aquello que YoonGi había dicho, sin embargo, al pensarlo un segundo, tuvo la sensación de que en realidad, de ellos dos, era él quien se equivocaba. YoonGi parecía molesto aún cuando se estaba escondiendo detrás de esa sonrisa sarcástica y NamJoon supo que de nuevo, sin darse cuenta, había arruinado las cosas con él, pues este, apenas con los calzoncillos puestos, tomó a Guksu del sofá y lo llevó consigo a su habitación antes de encerrarse allí con un portazo.
Sabía que debía quedarse allí y pedir disculpas por algo que aún era incapaz de comprender y aceptar pero no lo hizo, algo dentro suyo lo obligó a ponerse los zapatos y correr detrás de Kim TaeHyung por la calle. Alcanzó a este en el estacionamiento, dondé el joven, aún consternado, caminaba mirando el suelo con un muy visible sonrojo. NamJoon se arrepintió de estar ahí pero de todas formas lo enfrentó. Ambos se miraron y ninguno dijo nada hasta después de un par de minutos. TaeHyung fue el primero en hablar.
-¿Tú y YoonGi... salen?
Una pregunta que nunca había reflexionado a profundidad.
-Yo... creo... creo que eso hacemos.
-¿Eso crees? -preguntó TaeHyung haciéndolo sentir un imbécil, NamJoon bajo la cabeza con vergüenza-. De todas las personas en el mundo jamás pensé que tú... que tú serías gay.
NamJoon quisó responder que él no era gay pero hacerlo le pareció la respuesta más estúpida de todas las respuestas posibles. Aquella situación era una completa mierda. Los hechos contradecían todo lo que él no quería afirmar.
-¿Eso te molesta?
-En lo absoluto, solo digo que me sorprende. Es... fue... completamente inesperado. YoonGi y tú... lamento haber entrado así.
-¿Realmente no tienes problema con esto?
-¿Por qué lo tendría?
Aquella fue una pregunta a la que ni él mismo pudo hallar respuesta lógica. TaeHyung tenía un punto. No había razón para molestarse por ello y eso solo provocó que NamJoon se avergonzara de sí un poco más.
Luego de hablar con Kim TaeHyung, NamJoon volvió a casa. El silencio se extendía desde el pasillo hasta el fondo de la cocina. YoonGi no estaba a la vista así que supuso que seguía dentro de su habitación, eso quisó pensar en realidad. Llamó a la puerta pero no obtuvo respuesta, sin embargo, poco antes de comenzar a preocuparse, escuchó el suave maullido de Guksu al otro lado. YoonGi por ningún motivo dejaría encerrado a su gato, ni por muy molesto que estuviese y para confirmarlo giro del picaporte, del otro lado estaba puesto el seguro. Él estaba allí.
-¿Podemos hablar? - dijo.
Esperó escuchar la voz de YoonGi pero él único que respondió fue Guksu, rascando la madera. Dejó salir un suave suspiro, recordando la última vez que había hecho enojar al joven pelinegro.
-¿Volverás a irte? -preguntó.
-No -dijo YoonGi al otro lado-. No me iré.
Sonó como una promesa y para NamJoon eso fue suficiente. No lo molestó más, solo acomodó las cosas de la cocina y se fue a su habitación, esperando que las cosas quedaran resueltas el próximo día.
Al otro día NamJoon despertó un poco más tarde de lo usual y lo primero que hizo fue ir directamente a la habitación de YoonGi. Encontró la puerta abierta y la cama pulcramente hecha, sin señales de YoonGi. Fue en su búsqueda por el apartamento, negándose a enloquecer siquiera un poco. Una oleada de alivio le recorrió el cuerpo al llegar a la cocina y hallar el desayuno hecho para él. Sonrió un segundo por ello, pero al instante siguiente su expresión cambió drásticamente, al observar como Guksu se zampaba la tortilla de huevo directamente del plato. NamJoon corrió hacia él.
-Gato del infierno, eso es mío -reclamó, ahuyentándolo de la mesa.
Guksu saltó de la mesa, lo miró desafiante desde el suelo y después se largó como el maldito ser malcriado en el que se estaba convirtiendo. NamJoon empezaba a odiarlo pero no podía hacer nada contra él, después de todo era el gato de YoonGi y estaba de manos atadas. Ya se vengaría más tarde de él.
Miró con algo de tristeza su plato ahora medio vacío más la sensación en su pecho fue reconfortante. Aún cuando YoonGi estaba claramente molesto con él, se había tomado la molestia de hacerle el desayuno y por si fuera poco, Guksu seguía allí. Min YoonGi no iba a irse. Aquel hecho le dió paz a su alma y fue capaz de comer tranquilo, seguro de que, más tarde, podría disculparse de nuevo.
...
Para Min YoonGi no fue una de las mejores mañanas ese día y más tarde todo empeoraría. Debió sospechar que las cosas estaban mal al cruzar la puerta y recibir esa mirada despectiva de la chica en la caja. Pero es que estaba tan acostumbrado a ello que poco le importó si esta vez lucía cargada con un mayor desprecio al usual.
La segunda alerta debió ser la evidente molestía de la dueña cuando les dijo que el corte de caja no coincidía con los productos «vendidos». YoonGi pensó en ese momento que aquello no era problema suyo, después de todo, él solo limpiaba baños y cargaba cajas, si acaso había un responsable debía ser alguno de los cajeros y le estaban retrasando en sus tareas.
La tercera alarma fue la más obvia y aún así, como el imbécil que era, la ignoró. Poco después de la hora del almuerzo, HoSeok entró por unos cigarrillos, no sin antes pasearse por el local buscando claramente molestarlo. YoonGi no le dirigió la palabra y simplemente se concentró en barrer, con la mirada gacha. Sin vigilar a la persona de la que más tenía que cuidarse. Error tras error.
Las piezas finalmente tuvieron sentido cuando, ya casi siendo la hora de la salida, apareció una pareja de oficiales, la señora del lugar habló con ellos y después lo señaló directamente a él. Aquellos hombres se le acercaron amenazantes y bajo la mirada de todos los presentes, lo tomaron por la fuerza, esposándolo con rudeza aún cuando él ni siquiera se resistió.
JeongYeon, la cajera, estaba sonriendo mientras lo miraba poco antes de pedirle a los oficiales que revisaran sus brazos.
-Es un drogadicto como su cómplice -dijo ella-. Varias veces he visto marcas en sus brazos.
Los policías alzaron las mangas de su polera, dejando ver el pequeño piquete en una de sus venas. El rojo, pequeño e insignificante punto dondé NamJoon había puesto la aguja al tomarle la muestra de sangre un par de días atrás.
-No es esa clase de marcas -quisó aclarar, pero no le dejaron decir mucho.
Le leyeron vagamente sus derechos antes de subirlo a la patrulla y YoonGi tuvo que aguantarse las ganas de llorar mientras pensaba en la reacción que tendría Kim NamJoon cuando supiera lo que había «hecho».
Siempre arruinaba las cosas. No era más que un ser inútil.
...
Por la tarde, NamJoon realizó una de sus cirugías programadas y le tomó mucho más tiempo del estimado terminarla con éxito. Al salir del quirófano e ir al área de desinfección Ahn HyeJin iba con él, justo detrás suyo. Trabajar juntos era común siendo ambos cirujanos y platicar ya no era tan extraño como antes. No demasiado.
-¿Cómo ha estado nuestro paciente favorito?-preguntó ella mientras estaban en los lavabos-. ¿Min YoonGi aún vive contigo?
-Aún lo hace y él ha estado mucho mejor las últimas semanas.
-¿No ha recaído una sola vez?
NamJoon inhalo suavemente al recordar aquella noche.
-Solo una, por eso lo mantengo cerca, creo que es demasiado pronto para dejarlo ir por su cuenta.
-Tienes razón pero sigue siendo extraño que te preocupes tanto por alguien así.
-¿Por qué todos piensan eso de mí? -preguntó con molestía-. Kim TaeHyung me dijo algo similar.
Ahn HyeJin alzó una ceja y después se encogió de hombros.
-No olvides que estaba contigo esa noche. Escuche perfectamente cada una de tus palabras. No puedes esperar que olvide algo así con facilidad.
-Bueno, lo que pienso ahora es muy diferente a mis pensamientos de esa noche.
-Eso es lo que me intriga, quisiera saber qué es lo que te hizo cambiar de opinión.
NamJoon guardó silencio, inseguro de poder responder a tal cuestión sin decir nada comprometedor. Analizó bien lo que diría pero no pudo hablar más pues una enfermera lo llamó por la ventanilla de la puerta del pasillo, señalándole con un gesto que tenía una llamada y por como lucía su expresión, debía ser algo realmente urgente. No se equivocó.
TaeHyung no se escuchaba demasiado bien al otro lado de la línea, en realidad parecía molesto y preocupado a partes iguales, mientras rápidamente le explicaba que YoonGi, por alguna razón que él tampoco entendía, estaba en la estación de policía. Kim TaeHyung le dijo que quería ir por él pero había dos grandes razones que se lo impedían. La primera era su trabajo, pues no podía abandonar al hombre del cual cuidaba bajo ninguna circunstancia y la segunda, YoonGi estaba en la estación que Kim SeokJin administraba.
-¿Por qué te llamó a tí y no a mí? -fue lo primero que dijo.
-Creo que tiene miedo.
-¿Miedo de qué? Ya está detenido.
-Miedo de lo que pienses de él.
Eso era absurdo. A YoonGi no le importaba lo que nadie pensara de él, ni siquiera lo que él le dijera. No tenía ningún sentido pero Kim TaeHyung insistió en que fuera amable con él, que fuera de inmediato a la comisaría y que intentara escuchar a YoonGi antes de escuchar lo que otros tenían que decir. También le pidió disculpas por no poder ser útil en dicha situación y que esperaba que no hubiera mayores problemas una vez que le hiciera frente a su primo. Kim NamJoon le excusó y dijo que esto no era su responsabilidad y agradeció que le llamara tan pronto como le fue posible. Colgó no sin antes prometer que le avisaría el estado de la situación apenas tuviera la oportunidad de hacerlo.
Abandonó el hospital tan rápido como marcó su hora de salida en la oficina de control. Condujo con rapidez y aparcó el auto a unas cuantas calles del edificio de la estación policiaca. Tuvo que registrar su entrada y seguir a un oficial hasta las oficinas principales. Al poner un pie en la amplia habitación, lo primero que buscó con la mirada fue el rostro de YoonGi y allí, en una pequeña celda, cerca de la puerta, estaba él, caminando en círculos. Reconoció de inmediato su ansiedad y eso le hizo preocuparse.
Min YoonGi se detuvo de su andar cuando notó su presencia pero no hizo el intento de llamarlo, solo se quedó allí de pie, mirándolo con su par de ojos vidriosos por las lágrimas contenidas. NamJoon no dudó, ni por un segundo, que se había cometido un error en contra del joven pelinegro y él estaba dispuesto a clarificar las cosas.
Otro oficial, el encargado del caso, lo hizo tomar asiento y le mostró la denuncia que había sido puesta en contra de YoonGi. La narración, hecha con sumo detalle, de manera resumida, declaraba que el acusado era cómplice de robo en más de una ocasión en el establecimiento en el que trabajaba.
NamJoon negó la acusación en la primera oportunidad y explicó que Min YoonGi no tenía absoluta necesidad de robar nada. En respuesta le mostraron las cintas de video del lugar. Le señalaron la presencia de un hombre particular y NamJoon, con algo de esfuerzo e imaginación, reconoció la silueta como el viejo amigo de YoonGi, ese tal Jung HoSeok.
En el video se podía ver como ambos jóvenes hablaban un par de veces, YoonGi siempre guardando la distancia mientras el otro sujeto lo provocaba. En ninguna toma ni desde ningún ángulo, se veía a YoonGi tomar un solo producto de los estantes, ni tampoco dinero de la caja. Él único que lo había hecho en todas las ocasiones era ese maldito imbécil. Era claro quien había sido el único delincuente pero al oficial no le importó nada de lo que NamJoon planteó e insistía que YoonGi debía pagar el daño.
-Deberían estar buscando al verdadero ladrón en vez de retener sin fundamento a una persona inocente -reclamó ante tal muestra de injusticia.
El oficial pareció no tomarlo en serio, sonriendo con sorna.
-Él podría probar su inocencia si entregara a ese hombre pero se niega a cooperar y continúa repitiendo que no sabe donde encontrarlo.
-Porque probablemente es así, ellos no son amigos -aclaró-. Él video muestra claramente como es acosado por ese imbécil. Lo están inculpando y la víctima es él.
Fue una conversación sin sentido, cuya frustración hizo que Kim NamJoon golpeara la mesa con ambas manos y otros oficiales intervinieran, llamando inevitablemente la atención de su jefe. Justo lo último que necesitaba.
Kim SeokJin, evidentemente molesto al darse cuenta que era él la causa del alboroto, le hizo pasar a su oficina privada, llevando consigo el expediente del caso después de escuchar de boca de su subordinado, toda la situación. Las cosas no podían ponerse peor. Eso pensó NamJoon demasiado pronto.
-¿Qué crees que haces al gritar así en una estación de policías? -preguntó el mayor.
-No fue mi intención pero ese oficial tuyo es un idiota, por Dios.
-Está haciendo su trabajo.
-¿Su trabajo es inculpar a personas inocentes? -increpó, ahora enojado-. Sí es ese el caso deberías darle una medalla.
Kim SeokJin frunció el ceño y apretó la mandíbula. Leyó el expediente en silencio frente a él y NamJoon esperó con extrema paciencia a que este le respondiera con algo inteligente. Esperaba que le diera la razón y dijera que podía llevarse a YoonGi. En cambio, y contrario a todo lo que él deseaba, recibió una mirada de reproche antes de que iniciara lo que sintió como un asqueroso interrogatorio.
-¿Quién es ese tipo? ¿De dónde lo conoces? Lo defiendes como si supieras todo de lo que él es o no capaz.
-Ya te lo he dicho antes.
-En el hospital, eso fue lo único que mencionaste. No es explicación suficiente.
-Fue uno de mis pacientes -dijo, comenzando una mentira a medias-. Llegó por una apendicitis y no tenía a nadie, así que le tendí una mano, eso no es ningún pecado y Min YoonGi no es ninguna clase de delincuente.
-Dios...¿Cómo puedes asegurarlo?
-Porque lo conozco más de lo que tú lo haces.
SeokJin suspiro incrédulo y NamJoon por primera vez en su vida experimentó una fuerte sensación de desprecio hacia su mejor amigo. Siguió a la espera de una resolución pero no hubo más que silencio. Exasperado, NamJoon se armó de valor y habló.
-Tanto tú como yo sabemos que no puedes retener a YoonGi sin tener las pruebas necesarias, así que quiero llevármelo.
-No puedes sin que la afectada retire los cargos, de lo contrario se quedará hasta concluir la investigación y eso es un proceso tardado.
-En ese caso hablaré con ella -declaró-. Yo mismo pagaré por los daños.
-¿Vas a dar tu dinero por un crimen que se supone tu amigo no cometió? -dijo SeokJin, riendo-. No hay lógica en ello.
-La hay, si con eso lo dejan tranquilo.
SeokJin no pudo impedirle hacer nada y NamJoon no tuvo otra opción que llamar a un abogado.
Pasaron horas antes de que fuera posible reunirse con los dueños del minisuper y llegar a un acuerdo con ellos, estableciendo una cifra a cambio de que le otorgaran el perdón a YoonGi. Al principio no fue fácil convencerlos pero con ayuda del abogado al final retiraron los cargos en la comisaría. La tarjeta de crédito de NamJoon fue la que se llevó un duro golpe aquella noche.
Cerca de la una de la mañana, y bajo la mirada furiosa de Kim SeokJin, le abrieron la celda a YoonGi, que hasta ahora había estado siguiendo de cerca sus pasos tanto como las rejas se lo permitieron. Antes de que abandonaran ese infernal sitio, el jefe de policías se acercó al médico y le habló con discreción.
-Busqué su nombre en la base de datos -dijo con cierto tono de satisfacción-. ¿Realmente sabes quien es él? ¿De dónde viene? ¿Su pasado?
No, NamJoon no lo sabía pero tampoco iba a darle el gusto de aceptarlo frente a él, menos cuando al fin comprendió la clase de persona que era ese hombre al que una vez llamó amigo.
-Sé lo necesario -dijo, convenciendose a sí mismo de que era así.
Claro que Kim SeokJin no se lo creyó y dijo:
-Te conozco perfectamente y voy a averiguar la verdad detrás de tu relación con esa maldita basura.
NamJoon sonrió con desgana.
-No me conoces en nada -declaró- y puedes hacer lo que te plazca. No me interesa.
Ambos hombres se desafiaron con la mirada. Kim NamJoon fue el primero en dejar las cosas seguir su curso, se dió la vuelta, miró a YoonGi y poniendo una mano sobre su hombro, sonrió suavemente.
-Vámonos de aquí -dijo.
Ya en el auto, NamJoon no dijo nada, solo puso las llaves y encendió el motor. A los pocos segundos notó como YoonGi lo veía fijamente. Le devolvió la mirada en silencio.
-¿Tú acabas de creer en mí? -preguntó YoonGi.
-Eso hice -respondió-. ¿Cometí un error?
-No... no quiero decir eso, es sólo que... nadie más me creyó.
Sí, lo sabía bien y recordó que un tiempo atrás él tampoco lo habría hecho, porque él juzgaba a las personas sin siquiera conocerlas. Tan ruín.
-Yo te creo a nombre de todos -dijo.
Eso debió sorprender a YoonGi, pues abrió mucho los ojos, con un par de lágrimas en ellos todavía. NamJoon cayó en cuenta de lo mucho que le lastimaba ver al joven pelinegro de esa manera. Por eso se obligó a sonreír con intención de remediar los ánimos dentro de la cabina del auto.
-¿Qué te parece si conseguimos algo de cenar? ¿Te gustaría ir a por pizza o una buena barbacoa?
YoonGi lo miró fijamente, un poco apenado.
-Quisiera volver a casa y dormir.
Por supuesto, después de lo que le habían hecho YoonGi debía estar exhausto. Él se sentía muy cansado, ciertamente. No insistió con la cena y condujo de vuelta a casa. Había sido un día demasiado largo para ambos.
Al llegar al apartamento NamJoon había previsto que cada uno de ellos iría a su propia habitación para dormir, sin embargo y para su gran sorpresa, YoonGi le pidió que se quedara con él. Jamás habían dormido juntos así que no fue fácil responder con palabras, en cambio asintió en silencio. Después de ponerse los pijamas, ambos se encontraron recostados, frente a frente, en la cama de YoonGi, mientras Guksu dormía a sus pies. Fue la primera de muchas noches a su lado.
...
La primera vez que YoonGi vió un oficial de policía fue durante una visita informativa a su escuela pero su primer acercamiento real fue aquel último día a lado de mamá. Él estaba tomando el desayuno, hacía días que no iba a la escuela, no desde que ella lo había golpeado por ser un mal niño con sus compañeras.
Alguien había llamado a la puerta y la anciana fue quien los dejó pasar. Había una mujer y otro hombre que no parecían ser policías, con sus pulcros trajes negros puestos. Ellos lo habían mirado con horror e inmediatamente tomado en brazos. Todos dijeron que mamá había hecho algo muy malo y que él ya no podía vivir más tiempo allí.
YoonGi gritó cuando intentaron sacarlo de la casa. Berreo desesperado buscando los brazos de su madre, prometiendo que sería un buen niño si lo dejaban quedarse con ella. Esas personas no lo escucharon. Lo metieron en un auto y lo apartaron de mamá mientras los policías la llevaban a esa otra patrulla, esposada.
Ella también gritaba furiosa. YoonGi pensó que estaba molesta porque estaban intentando separarlos pero aun con las ventanas arriba, le fue posible distinguir todos esos insultos que no eran para los oficiales sino para él. La señora de traje le dijo, con una sonrisa, que todo estaría bien de ahora en adelante. Pero YoonGi supo de inmediato que eso era una mentira. Nunca nada estaría bien para él, porque para él, lo único bueno en la vida, era mamá. Y mamá no lo quería a él. Mamá lo odiaba.
Aún así deseo quedarse a su lado y siguió haciéndolo mientras el auto se alejaba de lo que alguna vez fue su hogar. Continuó deseándolo a pesar de que su pequeño corazón de niño se había roto en mil pedazos.
...
Kim SeokJin tenía razón. Él no sabía mucho de YoonGi, en realidad no sabía nada. Era una caja de secretos herméticamente sellada a la que no se le escapaba nada, excepto cuando dormía. Kim NamJoon conoció más de YoonGi aquella primera noche juntos que todos los anteriores días viviendo con él. Ya había advertido las pesadillas y por eso insistía con los antidepresivos y los ansiolíticos pero jamás presenció alguna que fuera tan agresiva. YoonGi no solo lloraba en sueños, también hablaba y aunque la mayor parte eran solo balbuceos fue capaz de entender algunas palabras. YoonGi sufría y lo hacía muchísimo.
NamJoon casi no durmió esa noche intentando entender un poco más de el pelinegro y aunque no era mucho, si fue suficiente para hacerse una mínima idea de la raíz de los problemas de YoonGi, y es que todo parecía girar en torno a su madre, esa mujer de la cual este se negaba a hablar. De la misma forma que aprendió esto, también notó que YoonGi se tranquilizaba si acariciaba su cabello y que constantemente buscaba algo a lo que abrazarse. Así fue como abrazo por primera vez a YoonGi, en medio de malos sueños y pequeñas lágrimas sobre su pecho. Fue una experiencia dolorosa.
Cuando amaneció, apenas pudo pegar un ojo y se levantó solamente porque Guksu maullo a modo de demandar su primera comida del día y NamJoon no quería que YoonGi despertara después de tan terrible noche para él. Después de alimentar al malagradecido gato pensó que debía pedir algo para desayunar, no obstante, recordó como la mañana anterior, aún cuando YoonGi estaba molesto con él, este le había dejado el desayuno hecho. Tal vez era una buena ocasión para devolver el gesto.
De entre todas las ideas que Kim NamJoon pudo tener esa fue de las peores. Y es que la intención fue buena pero jamás tomó en cuenta su nula habilidad en cuestiones de cocina. Intentó hacer un desayuno elaborado basándose en recetas de internet, y a pesar de que siguió cada una de las instrucciones al pie de la letra, aún así se las arregló para quemar una parte y salar el resto. Para cuando se dió cuenta del desastre en que había resultado todo e intentó arreglarlo, YoonGi ya estaba de pie en la cocina, mirándolo con sus ojos ligeramente hinchados.
-Yo... quise hacer el desayuno -dijo como si estuviera confesando una travesura.
-¿En serio? -preguntó YoonGi al acercarse con una tenue sonrisa-. Luce bien.
-No estoy seguro de que sepa bien.
-No puede estar tan mal.
YoonGi dijo demasiado pronto, pues tomó un bocado directo de la sartén y su rostro rígido mientras se obligaba a tragar la comida, le dio un indicio a NamJoon de lo terrible que debía saber. Le pareció increíble que no escupiera nada.
-¿Y bien?
-Creo que... necesitas medir con mayor cuidado la cantidad de sal que utilizas.
NamJoon frunció el ceño con vergüenza mas dejó de hacerlo cuando YoonGi rió gravemente y le dijo que no se preocupara, que él se encargaría de hacer el desayuno. Ese gesto le hizo creer por un segundo que YoonGi estaba bien pero en el fondo sabía perfectamente que no era así y que todo aquello era una actuación, un acto de autoprotección. Pensó en ello durante todo el desayuno sin saber la manera correcta de remediarlo. El psiquiatra sonaba como la mejor de las opciones pero no sabía cómo ofrecer algo de esa magnitud a una persona como YoonGi. Temía que no lo tomara de la mejor manera así que tal vez debía comenzar por algo más sencillo.
-Mañana volveré a buscar trabajo -dijo YoonGi después de un sorbo de café, interrumpiendo sus pensamientos.
NamJoon lo observó cuidadosamente.
-No necesitas hacerlo -respondió.
-Quiero pagarte.
-Sé que eso quieres pero como están las cosas pienso que tal vez podrías darte un pequeño descanso de eso, no voy a reprocharte si te tomas un poco más de tiempo en saldar esa deuda.
YoonGi lo miró con atención mientras le escuchaba. A NamJoon le pareció que realmente se estaba pensando las cosas así que aprovecho esa pequeña oportunidad.
-Pensé que tal vez, si tu quisieras, podrías volver a la escuela.
-Soy demasiado viejo para eso y tampoco soy bueno.
-Pero si terminaras la secundaria sería más fácil para ti encontrar un mejor empleo y si todo va bien, incluso asistir a la universidad -dijo entusiasmado, contemplando el panorama completo para YoonGi-. Eres bueno cocinando, sé que te gusta, lo disfrutas. Podrías tomar una carrera técnica en gastronomía. ¿No te gustaría eso?
YoonGi no respondió a la pregunta en cambio dijo:
-¿Por qué quieres que estudie?
Esa era la única cosa que NamJoon sí tenía bien clara.
-Porque dije que te ayudaría a rehabilitarte y parte de eso incluye asegurarme que puedas valerte por ti mismo algún día. Que tengas una buena vida con tu propio dinero y tu propio círculo social.
YoonGi se mordió la mejilla y aguardo callado por un segundo, después dijo:
-¿Puedo pensarlo?
-Claro.
Guardaron silencio un par de minutos luego NamJoon prosiguió, esperando que las cosas no se arruinaran.
-¿Puedo preguntarte algo, YoonGi? -dijo y este asintió-. Dijiste que habías vivido en un orfanato por algún tiempo, pero también has mencionado a tu madre y abuela.
El pelinegro se tensó.
-¿Por qué dejaste de vivir con ellas? -preguntó observando con atención a YoonGi, no parecía ser una cuestión fácil de responder para él.
-Mi madre se enfermó.
-¿Murió?
-No, solo enfermó.
-¿La has vuelto a ver? ¿Qué hay de tu abuela?
YoonGi ya no quiso responder y NamJoon supo que por mucho que lo presionara no iba a obtener nada más de su boca así que lo dejó por las buenas, guardando la esperanza que algún día, cuando el joven pálido estuviese listo, este le contaría un poco más de él, de su familia y de su pasado. Decidió ser paciente pero sobre todo comprensivo, después de todo, él también tenía recuerdos de los que no hablaba con nadie. Iba a respetar la privacidad de YoonGi, respetar por completo a su persona.
🌸 Estoy de vuelta... Oh siii🌸
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