CAPÍTULO CUATRO: Tender
«Tierna es la noche, recostado a tu lado, tierno es tocar a quien amas demasiado. Tierno es el día cuando los demonios se van. Señor, necesito encontrar alguien que pueda curar mi mente...
Tierno es el fantasma, el fantasma al que más amo, escondiendome del sol, esperando a que la noche llegue. Tierno es mi corazón, estoy arruinando mi vida. Señor, necesito encontrar a alguien que pueda curar mi mente».
(Blur, Tender, 1999)
NamJoon sabía que los primeros días de abstinencia serían, naturalmente, los más difíciles por lo que ya esperaba algunas cosas de antemano y precisamente fue eso, lo que le permitió no impresionarse, cuando al volver a casa, se encontraba con un YoonGi que caminaba de la sala a la cocina y viceversa constantemente mientras TaeHyung lo vigilaba de cerca. Incluso entendía que ese tipo se atiborrara de comida mientras, de vez en cuando, los llamaba Kim enfermero o Kim doctor al dirigirse a ellos.
No obstante, sí que se sobresaltó esa tarde de jueves, cuando apenas puso una mano en la cerradura, al escuchar que algo dentro se caía y rompía. Por supuesto, sin siquiera quitarse los zapatos, se apresuró a entrar, únicamente para hallar a TaeHyung con las manos al frente mientras intentaba avanzar hacia la cocina y llamaba con voz suave a YoonGi. NamJoon ni siquiera tuvo que preguntar lo que sucedía, no al asomarse al fondo del apartamento y conectar con la mirada asustada de YoonGi, quien lloraba, agarrándose el pecho con una mano y con la otra sosteniendo unas tijeras.
-Cristo -masculló al ver la situación algo fuera de control.
-Creí que habías escondido todos los utensilios peligrosos -Escuchó el reclamo de TaeHyung a su lado-. Tijeras, cuchillos, tenedores... todo NamJoon.
-Bueno, parece que se me pasó algo -confesó sin mayor remedio-. ¿Cuánto lleva así?
-Unos minutos, dijo que le faltaba la respiración, note que se estaba poniendo mal así que decidí llevarlo a su habitación para canalizarlo pero apenas acerque la aguja hacia él se desbordó completamente. Me empujó, salió de la habitación y cuando llegué aquí ya tenía un plato en una mano y las tijeras en la otra.
Carajo. Sí, así eran los ataques de pánico, una vez que empezaban solo podían escalar más y más alto. NamJoon no pudo culpar a TaeHyung por lo que ocurría ya que este había decidido hacer lo correcto apenas notó los signos de alerta. Igual no era como si eso fuese importante en aquellos momentos. No, lo que precisaba era evitar a toda costa que ese tipo, que YoonGi, quería decir, se hiciera daño a él o a ellos dos.
Claramente no fue tarea fácil, ya que la cocina era un espacio casi cerrado excepto por donde se conectaba con la sala, además de ser estrecha y alargada, y rodearlo era imposible. La única forma de acercarse era caminando directamente hacia él, lo que justo significaba caminar directo a las cuchillas de las tijeras. NamJoon contempló la posibilidad de hablarle un poco, así, si tenía suerte podría acercarse sin que ninguno de los dos se hiciese daño. Sólo había un problema y es que no sabía qué decirle.
-YoonGi, hey -llamó casi sintiéndose estúpido-. ¿Qué sucede?
-¡Aléjate, no te acerques!
-Tranquilízate, solo quiero ayudarte.
-No, no. Tú me quieres lastimar, quieres matarme.
Un síntoma del pánico era la paranoia. Debía ser aún más cuidadoso en ese caso.
-No, no haremos eso.
-¡Lo harán! -grito YoonGi aún más alto, justo al intentar retroceder tanto como le fue posible contra el rincón de la cocina- Van a matarme, me usarán y después me van a tirar. Lo harán, lo harán. Eso hacen ustedes. Eso nos hacen a nosotros.
Aquella fue una serie de oraciones cortas que al entrelazarse le helaron la sangre a Namjoon. Dándose cuenta que no fue hasta ese día en que él recordó lo que era sentir verdadera lástima por alguien, y al voltearse hacia TaeHyung, supo que no era el único. Ninguno de los dos sabían a ciencia cierta lo que YoonGi quería decir, mas habría que ser imbécil como para no sospecharlo.
Y es que NamJoon no era de los que se tentaba el corazón fácilmente, menos con el grupo de personas a las que YoonGi pertenecía pero por Cristo, habría mentido si hubiese dicho que el mirar las lágrimas que salían de esos ojos no hizo estragos en él. Y fue tal vez por eso, y solo por eso, que sus pasos se volvieron más veloces, sus movimientos más ágiles y sus ojos más agudos, logrando tomar con firmeza las manos de YoonGi, arriesgando su propia integridad para resguardar la de un completo extraño.
Se llevó uno que otro corte en las palmas y también varias patadas en las rodillas. A TaeHyung no le fue mejor pues en algún descuido, cuando YoonGi logró zafarse por un segundo del agarre de NamJoon, este le lanzó un par de puñetazos y de los cuales al menos uno logró conectar con su mandíbula. TaeHyung se había preparado bastante bien y en su mochila llevaba tres juegos completos de correas de sujeción, de los cuales usaron dos para mantener a YoonGi fijo en la cama.
Maniobraron bastante, NamJoon casi se moría de los nervios por el tremendo escándalo que YoonGi estaba haciendo al darse cuenta que estaba inmovilizado de manos y pies y que una aguja se le acercaba. Le preocupaba tanto lo que pudieran hacer los vecinos por aquello ¿Qué tal que alguno llamaba a la policía? No podía explicarles que había secuestrado a alguien con buenas intenciones sin armar un verdadero alboroto. Ya veía venir los titulares en los periódicos.
«Residente de último año secuestra a paciente» Dios. Su familia se moriría de la vergüenza.
Fue un alivio cuando el calmante empezó a hacer efecto, logrando que el llanto de YoonGi cesará mientras su respiración se normalizaba. Después de eso, este último, simplemente exhausto por el consecuente bajón de adrenalina, se quedó dormido. Entonces NamJoon y TaeHyung de nuevo se miraron, y aunque no dijeron nada, ambos tenían claro lo que el otro estaba pensando.
La primera semana de NamJoon y YoonGi viviendo bajo el mismo techo sucedió mucho más rápido de lo que ninguno de los dos hubiese esperado, tal vez un poco más rápido para NamJoon que para Yoongi. Aquel incidente con las tijeras había decidido ser ignorado por completo, pues tanto TaeHyung como NamJoon no tenían la más mínima idea de que decir al respecto y mucho menos sabían cómo podrían ayudar más allá de lo que conocían de la medicina práctica.
Claro que para NamJoon estaba la posibilidad de consultar a alguno de sus colegas psiquiatras, por supuesto, eso habría sido lo correcto, sin embargo, el médico se pensó y dudo aquello en más de una ocasión pues lo más probable es que tuviera que explicar a detalle cosas que no quería que otros supieran. Por eso, sólo vigiló aún más de cerca la desintoxicación de YoonGi, pre escribiendo algunos ansiolíticos que le ayudaran a continuar con el proceso.
Además, había decidido ser tan solo un poco más amable con él, comprándole algo de ropa interior que le quedara mejor junto con algunas prendas extras que le vistieran con mayor decencia, incluso le había hecho un chequeo más amplio para saber su verdadero estado de salud. YoonGi no cooperaba demasiado al responder preguntas pero al menos permitía que lo explorara físicamente a detalle, como a cualquier otro paciente, si así era necesario, siempre y cuando, a condición de este último, NamJoon no se lo llevase al hospital. El joven médico pronto notó que YoonGi estaba más acostumbrado a dejarse tocar físicamente, fuera de la forma que fuese, a permitir que alguien se adentrara mínimamente a sus pensamientos más superficiales.
Al menos pudo saber con certeza qué tan mala era la salud de YoonGi. Gonorrea anal y una infección micótica en los genitales resultó ser un diagnóstico bastante bueno para NamJoon, eso si consideraba a detalle el estilo de vida que YoonGi había seguido sabría solo Dios durante cuánto tiempo. Ya los resultados del análisis de sangre podrían dar un panorama completamente diferente. Por mientras tenía algo con lo que empezar más allá de la desintoxicación.
-Ya que estás mejor de la abstinencia puedes empezar con el tratamiento para tus infecciones -anunció esa mañana de nochebuena, sacando de su mochila las medicinas que había surtido la noche previa-. ¿Sabes si eres alérgico a algún fármaco?
-¿Infecciones?
Fue una de esas clásicas preguntas-respuestas de YoonGi a las que NamJoon empezaba a acostumbrarse. NamJoon fue paciente al explicarle.
-Tienes gonorrea y una fuerte infección por hongos en los genitales -explicó el más alto de ellos-. Seguro que a veces te duele orinar.
YoonGi no respondió a eso, en cambio dijo:
-No tengo ninguna alergia. No que yo esté enterado -agregó sin apartar la mirada casi que asqueada de su plato de sopa de algas, NamJoon lo estudió un segundo.
El último par de días el apetito de YoonGi había disminuido drásticamente, pasando de tener constantes atracones por la ansiedad, a no comer prácticamente nada después de esa tarde. NamJoon sospechaba que estaba cruzando por un cuadro de depresión y mejor sería que TaeHyung lo vigilase más de cerca, incluso el no descuidarlo por las noches se había convertido en una de sus preocupaciones. Por ello era que, mientras NamJoon cubría sus turnos nocturnos en el hospital, TaeHyung se quedaba todo el tiempo con YoonGi y solo iba a casa a descansar cuando NamJoon volvía también a descansar.
Claro que ese día, a pesar de que no tenía que cubrir ningún turno nocturno, TaeHyung cuidaría a YoonGi como venía haciendo por más de una semana, pues por la ocasión debía ir a donde la Iglesia y tener la tradicional cena familiar. Ah, la reunión con su familia, ese pequeño, pero muy molesto problema, que había estado intentando solucionar aquella noche, al encontrarse con YoonGi por segunda vez. Tanto tiempo había pasado ya y él no logró hacer nada al respecto. No le quedaba más que aceptar lo que vendría.
Y fue precisamente por ello que abandonó el apartamento con evidente mal humor cuando TaeHyung llegó, no sin antes explicarles a ambos, más al castaño que al pelinegro, los horarios y dosis que habrían de seguir con los antibióticos y antimicóticos, incluyendo ungüentos, pastillas e inyecciones. También había nuevos antidepresivos entre todo lo recetado. Luego de eso solo se fue para, primero, cubrir un largo día en el hospital y después, para pasar una nochebuena más en su cálido y viejo hogar.
Tal como creyó que pasaría, el día no duró tanto como los demás, probablemente por solo cubrir medio turno en vez del habitual turno de treinta horas. Eran más de las diez de la noche cuando salió del hospital, subió al auto y condujo directo a la catedral de Myeongdong. Creyó que tendría la fortuna de llegar aunque fuera un poco, poco tarde a la ocasión, justo cuando quedó atorado en el tráfico de Seúl por poco más de cuarenta minutos. Que pena que el hospital y la iglesia no estuvieran tan alejadas entre sí, con el río Han separándolos lo mínimo suficiente para que NamJoon pudiera disfrutar de un viaje en auto medianamente tranquilo, antes de llegar a la iglesia en punto de la medianoche.
Claramente su familia ya lo estaba esperando dentro, con un espacio reservado para él entre su hermana y otro miembro de la congregación. Muchas caras a su alrededor eran conocidas y otras no tanto. Ancianos, adultos, jóvenes y niños. NamJoon saludo a la mayoría con una reverencia que le fue devuelta de igual modo, antes que el cardenal tomara su lugar frente al altar. La noche apenas comenzaba.
La verdad es que, fuera de tener que lidiar con su familia, a NamJoon no le presentaba muchos problemas el asistir a la iglesia. La misa de vísperas de navidad no era excepcionalmente diferente, ni particularmente más interesante, que cualquier otra misa. Más allá del motivo y de las intenciones, era una ceremonia como cualquier otra: larga, repetitiva y aburrida. NamJoon no necesitaba esforzarse demasiado en realidad, rezar cuando se le decía que rezara, hincarse cuando debía hincarse, cantar cuando todos cantaban. Bastante fácil de hecho.
Fue, como siempre, una misa cualquiera con sermones acordes a la ocasión, nada más, excepto una cosa, pequeña e insignificante aunque no tan pequeña e insignificante para otros. Al menos no para su madre y hermana. El cardenal Adam había decido pronunciar su postura (y al parecer la de todos los allí presentes) sobre los recientes revuelos que feministas y proabortistas habían estado creando en las calles, predicando en particular que nadie, nunca, podría tener el derecho de acabar con la frágil vida de un feto. Lo más que NamJoon pudo pensar en aquel instante fue la diferencia entre feto y bebé, mirando a su padre para saber si él estaría pensando lo mismo. Lo más probable es que sí, vaya, si después de todo ellos eran iguales en muchos aspectos.
No fue sorprendente que, al salir de la iglesia y de camino al estacionamiento, su madre retomara el sermón del cardenal. NamJoon pronto adivinó cuál sería uno de los temas principales durante la cena. En efecto, la noche sería larga, larga.
YoonGi caminaba alrededor del apartamento la mayor parte del tiempo, lo suficiente para grabarse cada detalle del lugar y conocer cada una de las habitaciones a conciencia, o bueno, casi todas. Había un solo cuarto al que no se le permitía entrar y ese era la habitación de Kim doctor, de todas formas, no es como que le interesara hacerlo, tampoco la casa en realidad, pero no había mucho que pudiera hacer en su tiempo de reclusión, salvo mirar el televisor. Ah pero las noticias no le importaban y los dramas... pasaba de ellos simplemente.
Así, caminando y también aprovechando que Kim enfermero estaba en la sala leyendo, fue hasta la entrada, deteniéndose al llegar al Hyeongwan. Sus intenciones eran solo una, echar un vistazo a detalle a la cerradura electrónica. Había una razón por la que YoonGi aún no escapaba de ese maldito lugar y era precisamente ese jodido artefacto.
Kim Doctor cerraba con clave al entrar y salir, por dentro y por fuera, siendo demasiado cuidadoso como para que lo dejase asomarse siquiera un poco, y aunque TaeHyung también conocía la contraseña, por emergencia decían ellos, la verdad es que nunca la usaba. YoonGi no tenía manera de salir a menos que adivinara y acertara en el primer intento, cosa que era muy poco probable. Ah, si tan solo se hubiera quedado más cerca de Hoseok hyung no estaría en este problema.
HoSeok.
¿Estaría él buscándolo? YoonGi imagino que sí, después de todo, no era la primera vez que se iba a la casa de alguno de sus clientes pero si la primera en que no volvía en muchos días. Aunque, viéndolo así, tal vez debía suponer que en realidad, más que buscarlo, ya lo habría dado por muerto a dichas alturas. Carajo, HoSeok siempre le dijo que no atendiera a nadie fuera de las calles pero drogado como el estaba casi siempre era difícil tomar sabias decisiones. ¿Entonces, cómo saldría? YoonGi decidió que sería bueno descubrirlo pronto porque de verdad, de verdad necesitaba salir e ir por un poco de su amado polvo blanco pues las noches se estaban volviendo cada vez más difíciles sin él.
Claro que no todo era tan malo como hubiese supuesto el primer día allí. Kim doctor le había dado una cama en la cual dormir, en realidad una pieza completa para él solo, no había mucho en esa habitación, solo tres paredes, una puerta, una ventana, cortinas y la cama por supuesto, pero podía estar solo si quería y no le decían nada, dejándolo tranquilo la mayor parte del tiempo, además le había dado ropa interior nueva. También había un baño que solo él usaba, con shampoo y jabón que tenían un suave y rico aroma frutal y muy importante, agua caliente con la cual bañarse. El agua tibia era un lujo que YoonGi muy rara vez podía darse y del cual sólo disponía si iba al baño comunitario del barrio y dejaba su respectiva cuota de recuperación, cuota que la mayoría de las veces prefería gastar en nun aún si eso implicaba bañarse bajo la ducha helada, ya fuera invierno o primavera.
Sin embargo, lo más destacable, y tal vez la mejor parte de todo allí, era que había comida en la mesa, mañana, tarde y noche. Comida abundante, caliente y bastante bien elaborada, no como los fideos instantáneos que frecuentemente comían, y compartían, él y Hoseok, eso si bien les iba. Al menos una cosa buena le había salido de todo eso.
YoonGi sacudió sus ideas. Pero qué demonios estaba pensando. No iba a quedarse en ese maldito lugar por mucho más tiempo por muy bueno que pareciera todo. Claro que no.
Se mordió los labios y retomó su tarea de estudiar la puerta, inclinándose para mirar más de cerca. Que alegría la suya al descubrir un particular desgaste en cuatro de las diez teclas numéricas pero que frustración al no observar un patrón claro. ¿Cuántas combinaciones posibles serían esas? Estúpidas matemáticas, YoonGi jamás había sido bueno para ellas, igual ni que fueran a serle de mucha ayuda.
Estaba pensando en que combinación escribir primero, no conocía el cumpleaños ni ninguna fecha importante del doctor como para tener algo con lo que empezar, cuando un suave carraspeo a sus espaldas lo sobresaltó. YoonGi miró a la otra dirección y se encontró con la suave y amable sonrisa de TaeHyung, su esbelto cuerpo vestido en el uniforme gris de la clínica.
-¿Te gustaría un té para dormir? -preguntó el enfermero como si no se hubiera dado cuenta de sus intenciones-. Pareces inquieto otra vez.
-Estoy bien -Le contestó él, hosco y tajante.
Kim enfermero no insistió más pero sí que se quedó allí observando, vigilándolo. YoonGi comprendió que no lo dejaría en paz de permanecer allí, así que fue de vuelta a la sala con Kim siguiéndole los pasos. Ya en la habitación, el enfermero se sentó en el sofá, tomando lo que fuera que estaba leyendo e ignorando (según) de nuevo a YoonGi. Este de igual modo decidió ignorarlo, como hacía casi siempre desde que se conocían, ya que sólo hablaban cuando tenía que darle de comer o darle sus medicinas, y caminó, de nuevo, por la sala.
Se paró frente al estante blanco junto a la pared, donde también estaba el televisor, y miró. Había varios libros y fotografías, sin contar las estúpidas figurillas de papel que, de acuerdo a las sospechas de YoonGi, eran muy seguramente el pasatiempo de Kim doctor, y uno que otro adorno. Nada que YoonGi no hubiese visto ya. En las fotos se veían las personas que seguramente eran la familia de NamJoon, dos mujeres y un hombre de avanzada edad para ser exactos. Siempre las mismas cuatro personas en los portaretratos. YoonGi estaba tan aburrido de ver siempre lo mismo.
Ah, pero había una cosa en la que no había husmeado aún y era ese libro negro pulcramente acomodado junto a esa estúpida biblia. Un álbum de fotos. YoonGi lo abrió por la mitad y lo primero que encontró fue la imagen de un niño pequeño en medio de un jardín. El niño no parecía superar los cinco años de vida y sostenía en sus manitas un ramo de flores recién cortadas mientras sonreía a la cámara, abultando sus mejillas con dos hoyuelos en ellas. YoonGi la miro con detenimiento y al fondo, también sonriendo, había una mujer adulta mirando a ese niño. Ella también sonreía.
Fue en ese momento que algo se apretó dentro del pecho de YoonGi. Un recuerdo viejo, distante pero muy claro en su cabeza.
...
En una ocasión explorando su antigua casa, YoonGi había encontrado un artefacto negro y pequeño que a la vista resultaba especialmente interesante. Él se lo había llevado a la anciana para que esta le dijera que clase de cosa era y para que servia. La mujer le había explicado que era una vieja cámara fotográfica, de esas que aún necesitaban de un rollo fotográfico para funcionar. YoonGi había quedado maravillado al saber que una cosa así, tan pequeña y simple al ojo, pudiera sacar fotos como las que había en la sala y en los libros. ¡Qué sorprendentes eran las cosas que usaban los adultos!
La vieja por supuesto se había reído de él pero esa pequeña pregunta había causado que la mujer le prestara un poco más de atención de la usual, preguntándole si quería tomarse una foto. YoonGi no tenía fotos. Las únicas fotos que había en la casa eran las de ellas y un anciano que, según sabía, había muerto muchos años antes de que él naciera. YoonGi no sabía qué el tambien tenia permitido tener fotos, por eso no contuvo su emoción al saltar mientras gritaba con su voz de infante que sí, que quería tomarse una foto, pensando que tal vez, y solo tal vez, también podría tener una foto junto a ella cuando volviera del trabajo.
La anciana siguió riendo y le hizo ir al seco y descuidado jardín frente de la casa, el único que tenían en realidad, pidiéndole que sonriera una vez que le apuntó con esa cajita negra. La cámara hacía un ruido raro cada que la mujer apretaba el botón pero YoonGi no podía dejar de sonreír al agitar sus manos en forma de saludo. Fue tan feliz en ese momento.
Y por poco fue más feliz cuando, por la calle, apareció ella, mirándolo. YoonGi estaba decidido a pedirle una foto pero fue entonces que, antes de poder abrir la boca, ella gritó.
«¿Qué crees que estás haciendo, mamá?»
«Le tomo una foto al niño»
«¿Una foto? ¡No quiero que lo vean!» gritó furiosa yendo por él «¡No le tomes fotos! ¡Qué no salga!»
Ella lo había agarrado del brazo tan fuerte que YoonGi no pudo soportar el dolor que ese contacto le produjo, empezando a llorar al instante. Fue lanzado al interior de la casa mientras ellas dos comenzaban a discutir.
«Son solo unas fotos» gritaba la más grande de ellas dos.
«No son solo fotos y lo sabes, lo sabes bien»
¿Qué era lo que la anciana sabía bien y él no?
«Su cara, sus ojos. No quiero verlo, no quiero que nadie lo vea. Sabrán que es un maldito engendro»
¿Engendro? ¿Qué era eso y por que ella estaba tan furiosa? ¿Por qué ella siempre estaba enojada con él?
«¡Lo odio, lo odio!»
...
Los ojos de YoonGi picarón y entonces se dio cuenta que el enfermero lo estaba llamando.
-¿Si? -preguntó YoonGi, pasando rápidamente la página para apartar esos recuerdos de su cabeza.
-Dije... ¿Qué miras?
Finalmente reaccionó. YoonGi se aclaró la garganta y se dio la vuelta, mostrándole en el aire el álbum fotográfico al de cabellos castaños. Kim enfermero alzó una ceja, curioso. YoonGi se acercó y le enseñó una de las fotos. Un Kim doctor preadolescente estaba abrazando un perro en ella.
-¿Le gustan los perros? -preguntó YoonGi, disimulando la agitación de su corazón.
TaeHyung la observó un segundo antes de hacer una mueca desagradable.
-Creo que sí, ese era su perro Koya -le respondió.
-¿Era?
El enfermero asintió suspirando.
-Lo perdió cuando era niño. Pasarón toda una noche esperándolo y al otro día, cuando salieron a buscarlo, lo encontraron y... -TaeHyung hizo una pausa incómoda antes de seguir-. Lo habían degollado. NamJoon amaba ese perro con su vida, tanto que nunca tuvo otro, ni ninguna otra mascota, que yo supiera, claro.
La boca de YoonGi se torció en una desagradable mueca al imaginarse ese pobre perro blanco manchado de sangre del cuello para abajo. Tan inquietante.
- Mejor deja eso, no estoy muy seguro que a Namjoon le haga gracia que husmees entre sus cosas -le dijo Kim enfermero, señalando al librero-. Mejor será que tampoco le cuentes lo que te dije.
YoonGi entrecerró los ojos, extrañado.
-No pensaba hacerlo -dijo, a lo que el enfermero se encogió de hombros.
-Por si las dudas.
YoonGi guardó silenció y devolvió el álbum al lugar al que pertenecía, acomodándolo no con demasiado esmero. Después se volvió a los sillones y tomó asiento, mirando por un instante el rostro del enfermero, específicamente la marca azul verdosa que cubría la mitad de su barbilla, justo ahí donde día atrás lo había golpeado. Eso le recordó los cortes en las palmas y dedos del doctor. Imbécil.
YoonGi apartó la mirada experimentando algo muy parecido a la vergüenza pero que no alcanzó a serlo cuando un fuego artificial captó su atención. Era navidad y era la primera que no pasaba drogado en mucho tiempo, las luces no lucían tan atractivas así. Suspiró y de nuevo miró al enfermero, quien continuaba leyendo ajeno al ambiente fuera del apartamento. A YoonGi le pareció curioso.
-¿No deberías pasar navidad con tu familia? -comento mientras empezaba a arrancar un pequeño pellejo en uno de sus dedos- ¿O con alguna novia?
-Mamá sabe que mi trabajo es así, y no hay nadie más con nosotros así que ella fue a casa de uno de sus hermanos -sonrió de lado-. Novia no tengo, entonces tampoco hay problema.
-¿Y no tienes hermanos?
TaeHyung dejó su lectura e hizo a un lado el tomo de papel una vez que notó el repentino interés de YoonGi por hablar y sonrió amable al responder:
-Soy hijo único, no tengo hermanos y tampoco hermanas.
-Pensé que sí. Toda la gente que conozco tiene por lo menos un hermano.
-Yo no. Tengo primos y parientes de más o menos mi edad pero... no es lo mismo -sonrió-. ¿Y tú tienes hermanos o hermanas, YoonGi?
-Uhm, no que yo conozca.
Observó fijamente los ojos de TaeHyung y supo, casi de inmediato, que tenía muchas otras preguntas que quería hacerle, pero que era demasiado respetuoso como para insistir. Sinceramente, a YoonGi le agradaba TaeHyung, aunque fuera el encargado de vigilarlo y frustrar cualquier intento de huida que pudiera intentar. Le parecía un buen tipo, la verdad. Interiormente agradeció que no insistiera más con las preguntas aunque se veía completamente dispuesto a platicar.
Y como YoonGi estaba aburrido y necesitado de información relevante, decidió aprovechar la oportunidad.
-Kim doctor tiene una hermana.
-Oh si, GeongMin, es su hermana menor. Él la quiere mucho.
-¿Son cercanos?
-Más que con su madre y su padre por lo menos.
-Parece que conoces mucho de NamJoon -repuso-. ¿Son amigos de la infancia o algo así?
-No como tal, jamás llegamos a ser cercanos. Lo conocí porque su familia y la familia de mis tíos son prácticamente vecinos y a veces, cuando yo visitaba a mi primo, NamJoon Sunbae estaba ahí. Además nuestras familias pertenecen, o bueno, pertenecían a la misma congregación, naturalmente me relacione con él durante nuestro tiempo en la Iglesia.
Alzó una ceja.
-¿Crees en Dios?
-Sí. ¿Tú no?
YoonGi exhaló con algo de tedio.
-Creo que Dios es un cuento que los mayores se inventaron como forma de escapar de sus desgracias, imaginando que si haces bien esto y aquello eventualmente te sucederán cosas buenas como recompensa.
El enfermero estiró sus labios y rió bajito, luego dijo:
-Puede ser.
YoonGi frunció el ceño, extrañado por tal respuesta.
-¿No vas a corregirme o algo así? -cuestionó, TaeHyung no pareció entenderle a la primera, YoonGi se explicó con una segunda pregunta-. ¿Reclamarme por qué no creo?
Kim enfermero volvió a sonreír, esta vez entendiendo su confusión.
-«No creer» es también una forma de creencia, YoonGi -le aclaró el enfermero-. Tú tienes tus creencias y yo las mías, porque si yo tengo razones para no cuestionar la existencia de Dios es lógico que tú debes entonces tener razones para hacerlo y yo respeto eso.
Qué respuesta más inesperada fue esa. Sí YoonGi hubiese tenido que describir a Kim TaeHyung en una sola palabra, en ese preciso momento, seguramente habría elegido el término «raro».
-Eres un cristiano bastante extraño, sabes.
-Católico -corrigió el castaño-. Yo soy católico.
-Oh, por supuesto, Católico -dijo YoonGi pensando, en silencio, que al final todos eran la misma mierda-. Entonces Kim doctor y su familia también lo son.
-Ah sí. Muy, muy católicos. Sobre todo la señora Kim, una linda mujer y una buena madre aunque una persona no muy fácil de tratar, ni para NamJoon ni para nadie, creo yo.
Una buena madre. De pronto, las ganas que tenía YoonGi por preguntar mermaron drásticamente, quedándose así en silencio. TaeHyung lo observó un momento antes de decidir guardar silencio también, volviendo entonces a su lectura. De nuevo hubo un destello de luces coloridas a la lejanía.
YoonGi se recargó en el sofá y miró fijamente el librito que Kim enfermero sostenía en sus manos. Era un tomo de manga shonen con un grupo de piratas en la portada. YoonGi conocía el título sin siquiera leerlo solo de reconocer el estrambótico personaje principal, alguna vez lo había comenzado a leer. Alguna vez, muchos años atrás.
El enfermero no tardó en notar que él lo estaba observando.
-¿Te gustan los mangas, YoonGi?
El pelinegro alzó la mirada y después asintió.
-¿Quieres leerlo?
-Lo estabas leyendo tú.
-Es un tomo viejo, ya lo he leído varias veces, me lo sé de memoria, encima de eso traigo otros más en la mochila, podemos turnarnos si quieres -Kim enfermero sonrió y estirándose le acercó el libro-. Toma.
YoonGi lo agarró con algo de recelo mas lo aceptó, echandole una ojeada apenas tenerlo por completo en sus manos. Era una de los primeros capítulos y aunque no era el comienzo preciso de la trama, YoonGi pudo seguir con facilidad el conflicto de la historia. Le gustó.
-Igualmente, si te gusta puedes quedártelo -Le dijo TaeHyung después de leerse diez páginas.
YoonGi lo observó de nuevo, desconfiado una vez más. Seguramente al enfermero le hizo gracia su expresión porque se rió con amabilidad.
-Tómalo como un regalo -le propuso esté-. Un regalo de navidad ¿Sí?
Un regalo de navidad, un regalo para él. YoonGi no supo qué responder pero TaeHyung no parecía necesitar una respuesta realmente. Él solo sonrió y sacó otro tomo de su mochila, sentándose cómodamente de nuevo en el sofá, finalmente le ofreció otra mirada.
-Feliz navidad, YoonGi.
Tan cálido y amable.
-Feliz navidad, Kim enfermero.
...
*nun: palabra coreana que significa «nieve» y puede hacer referencia a la cocaína, cuya apariencia granulada, blanca y lisa, asemeja a la nieve, razón por la que algunos adictos le llaman así.
Próxima actualización, capítulo cinco - 21/01/22
🦄💊 Aquí estamos de vuelta con un nuevo capitulo. Con lo que han leído hasta ahora, ¿Como piensan que se desarrollarán las cosas? ¿Ya tienen una idea sobre el pasado de Yoongi?
Recuerden que me encanta leer sus teorias y comentarios.
Quiero comentarles que probablemente está historia se divida en temporadas y la primera abarcaria hasta el capítulo 15, aunque aún estoy decidiendo si será así. Díganme que opinan al respecto.
Feliz año nuevo atrasado, sepan que los adoro y les mando muchos abrazos. Porfavor, disfruten conmigo de este fic 💕. Besos en la coliflor 💊🦄
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