Capítulo Único
¿Existe algún motivo para este pequeño fic? para nada, ¿lo amo de todas formas? absolutamente
No, no he fallecido aún, sólo estaba de parranda
Espero lo disfruten
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Sospechoso
Virgil no entiende porque está ahí, sentado en una habitación fría y herméticamente cerrada apenas iluminada por una pequeña lámpara que cuelga sobre su cabeza y se balancea ligeramente, haciendo que las sombras en las esquinas se vean más amenazantes de lo que son. Al menos no está esposado, piensa tamborileando sus dedos nerviosamente en el borde de la mesa, removiéndose cada tanto en la silla casi escuchando el tick-tack de un reloj imaginario, sus ojos pasando de sus dedos al borde de su suéter, a la mesa, a la lámpara, a la sombra más cercana a la puerta, al cristal tras el cual sabe deben estar los detectives que le pidieron hablar con él mientras realizaba las compras, ¿y por qué rayos estaba ahí y ellos aún no entraban para hablar como dijeron?
¿Es qué no pueden respetar el tiempo de otros? Tiene lugares donde estar, tiene compras que hacer y recoger el correo de los miembros de su familia, ¿era tan difícil para esos idiotas hacer lo que prometieron que harían? Respira hondo cuando nota que su respiración se comienza a agitar, jala las mangas de su suéter para ocultar sus manos encogiéndose en la silla deseando haber tomado su suéter usual con la capucha, y no el suéter negro con amarillo que le pertenece a su esposo. La idea había sido de él, el amarillo realzaba sus ojos había dicho mientras lo colocaba sobre su cabeza dejando besos en sus mejillas impidiéndole responder que no, que simplemente quería verlo en sus colores y que dejara de tratar de convertirlo en una masa avergonzada.
Lleva sus manos a su boca mordiendo el borde de sus uñas, solo para volver a bajarlas inmediatamente chocando sus nudillos contra la mesa y jalando las mangas del suéter nuevamente para no ver sus dedos. Su esposo odiaba que mordiera sus uñas, era un acto antihigiénico, ¿acaso no sabes cuántas bacterias hay en tus manos Virgil? Por supuesto que lo sabe se dice llevando sus manos nuevamente a su boca, pero esta vez no muerde, solo deja que sus dedos reposen contra sus labios mientras sus ojos recorren la habitación nuevamente y... ¿eso es la figura de un hombre en la esquina? ¿por qué había un hombre en la esquina y no sentado frente a él dándole fin a esta estúpida entrevista? ¿por qué estaban tardando tanto? ¿dónde estaban los gemelos? ¿acaso lo dejarían pudrirse aquí como si fuera su culpa y...?
—¿Señor Fuentes? —Virgil alza la vista hacia la puerta tan rápido que su cuello duele, parpadea rápidamente alejando sus manos de su boca al notar que efectivamente se estaba mordiendo los dedos, su esposo no apreciaría eso pero está seguro de que lo perdonará cuando le explique que en realidad no había notado que lo estaba haciendo, tal vez incluso en lugar de regañarlo haga toda una rutina de cuidado de la piel para ayudarle a olvidar que sus uñas y sus dedos son un desastre nuevamente... —¿Señor Fuentes?
—Archer —corrige en automático parpadeando una vez más para concentrarse en el Detective que le había llevado allí—, tomé el apellido de mi esposo cuando nos casamos, creo que aún no está en los registros.
—Ah, por supuesto —el Detective asiente acomodando sus lentes acercándose hacia la mesa para tomar asiento frente a él, el compañero del hombre entra poco después cerrando la puerta una vez más con un click que resuena por todo el cuerpo de Virgil haciendo que todas sus alarmas se disparen—. Lamento la espera, había un problema en la recepción, alguien vino a buscarlo y tuvimos que explicarle que solo queríamos hacerle unas preguntas.
—¿Vinieron por mí? —pregunta enderezándose en el asiento dando vuelta a las preguntas del hombre, ¿habría sido alguno de los gemelos? Son los únicos que realmente podrían causar una escena en la estación de policía y realmente salirse con la suya.
—¿A caso no estás escuchando? —el otro hombre responde antes de que su acompañante pueda decir algo.
—Smith —reprende el Detective lanzándole una mirada de advertencia a su acompañante antes de girarse nuevamente hacia Virgil sonriendo ligeramente en un intento de tranquilizarlo—. Señor Archer, le aseguro que no tomaremos más de su tiempo, solo queremos hacerle un par de preguntas.
—Está bien —Virgil asiente forzando su cuerpo a relajarse, entrelazando sus dedos y soltándolos varias veces mirando del uno al otro—, dispare Detective... ¿hm?
—Lyod, Detective Logan Lyod y mi compañero Martin Smith. Puede llamarme Logan si le hace sentir más cómodo —dice el Detective Lyod colocando una libreta frente a él que Virgil no había notado tenía en sus manos hasta ese momento.
—De acuerdo, Logan —asiente una vez, vuelve a asentir y se cruza de brazos carraspeando—, adelante.
—Señor Archer, ¿conoce usted a este hombre? —Logan coloca una foto frente a él, ¿de dónde rayos la había sacado?
Virgil debería prestar más atención a lo que hacen las manos del hombre y no al brillo de la lámpara sobre la mesa, tal vez incluso debería prestar más atención a lo siguiente que le pregunta, sin embargo, su atención va de la mesa a la fotografía en cuestión. Por supuesto que conocía al hombre en la fotografía, ¿cómo no hacerlo? Había estado molestando a su esposo e interfiriendo en su trabajo, incluso había tenido el descaro de tocar a su cuñado cuando fue su turno de hacer las compras, por eso esta vez le tocaba a Virgil y no a Patton para evitar encontrárselo en el pueblo, aunque Patton no sabía que ya no se lo volvería a encontrar.
—Se me hace familiar —responde cuando nota a ambos detectives mirarlo en espera de una respuesta. —¿Arnold? Creo, ha estado acosando a mi cuñado, ¿leyeron la denuncia? Me costó convencer a Patton que la pusiera, pero era necesario para alejarlo de él, estoy seguro de que estaba obsesionado con él.
No, él no había convencido a Patton de ponerla, el hombre era demasiado dulce para su propio bien y hacerlo sentir mal haría sentir mal a Virgil, pero si había apoyado a su esposo cuando este propuso la idea. Es una lástima que la policía no hubiera hecho nada antes que los gemelos; la imagen de rojorojorojrojorojorojo por todas partes cuando Roman había regresado de uno de sus viajes al pueblo no saldría de su mente por un buen tiempo, sobre todo porque Roman ya no se colaba en su habitación a llorar en su regazo o a buscar palabras dulces que le aseguraran que ''no, Roman, no has hecho nada mal. Shhh cariño no, nada malo te va a pasar nosotros te vamos a cuidar''.
Extrañaba esos días, piensa mirando fijamente por encima de la cabeza del Detective Logan ignorando lo que este le está diciendo, los días en que su amigo le ayudaba a pintar mientras lloraba que no, no quería hacerlo, pero su voz no dejaba de sugerirlo, Virgil. ''No fue una orden Virgil; hubiera sido mejor si lo fuera'' o como simplemente se acurrucaba a su lado como un niño mientras ambos arreglaban la ropa que Remus había destrozado en su viaje previo a la ciudad. ¿Por qué tenían que hacer eso? ¿por qué simplemente no podían ser una familia y evitar que los ojos de su amigo se oscurecieran cada vez más mientras los de su hermano se iluminaban un poco más?
—¿Señor Archer? —la voz de Logan lo hace salir de sus pensamientos y mirarlo, —¿Señor Archer, se siente bien? Podemos terminar la entrevista otro día en un lugar más cómodo para usted.
—Por amor a... Lyod no puedes solo acomodarlo —Virgil no notó cuando el otro detective se había acercado a la mesa, pero la forma en que golpea esta con sus manos lo hace retroceder en la silla mirándolo con alarma—. Su esposo y esos... perros falderos que tiene son sospechosos por la desaparición de este hombre y otras 10 personas.
—No se atreva a llamar a los chicos perros nunca más —sesea Virgil poniéndose en pie y posando sus manos con fuerza en la mesa. Por primera vez desde que ambos hombres entraron lo mira directamente a los ojos frunciendo el ceño—, tienen nombres y ninguno de ellos ha hecho nada. Ellos jamás lastimarían a nadie.
Toma una bocanada de aire desviando la vista hacia Logan cruzándose de brazos como si pudiera protegerse solo con ese gesto; vuelve a desear tener su suéter usual, pero el remanente del olor de la colonia de su esposo que se desprende del que lleva puesto le ayuda a centrarse en el mundo a su alrededor antes de perderse en una nueva espiral en su mente. Carraspea jalando ligeramente un hilo suelto en la parte cercana a su codo.
—¿Ya terminamos, Detective Logan? —pregunta alejándose de la mesa—, tengo muchas cosas que hacer el día de hoy antes del almuerzo y no sé cuánto tiempo he estado aquí realmente.
—No puedes estar pensando en... —empieza a protestar el Detective Smith cuando Logan se pone en pie.
—Lo mejor será continuar en otro momento —Logan ignora a su compañero haciéndole un gesto a Virgil guiándolo a la salida.
El hombre lo sigue rápidamente, aliviado de poder darle fin a esa incómoda situación y no pensar en que tendrá que ser interrogado nuevamente en un futuro. Antes de salir mira con disgusto al Detective Smith por la forma en que se expresó de los gemelos; nadie tenía derecho a hablar así de ellos se dice cerrando la puerta tras de sí siguiendo al detective a través de la estación.
Durante todo el camino, que se le hace más largo de lo que posiblemente sea, mira a su alrededor con cierta aprensión de haber estado en una de las últimas salas de interrogatorio; ¿y si algo malo hubiera pasado allí dentro alguien hubiera venido en su ayuda? Ese pensamiento le hace sostener con fuerza su costado, imaginando en el peor de los escenarios donde el Detective Logan no haya sido tan amable, o que hubieran puesto a alguno de los oficiales a interrogarlo en lugar de los detectives y que ante su obvia incapacidad de mantenerse fuera de su cabeza por unos jodidos minutos hubieran empezado a...
Sus pensamientos se ven interrumpidos ante el sonido de unas botas, que reconocería en cualquier lugar, golpeando repetidamente contra la cerámica del suelo. Alza la vista suspirando aliviado al ver a los gemelos cerca de la entrada de la estación, ambos con los brazos cruzados mirando con disgusto a los oficiales que aparentemente les impiden ir a buscarlo personalmente; sonríe ligeramente ante la reconfortante idea de que lo que esos dos serían capaces de hacer por asegurarse de que esté bien, no sólo por ser el esposo de quién los ha cuidado por tanto tiempo, sino porque se ha ganado esa lealtad a pulso.
—¡Pesadilla nocturna! —grita Roman al notarlo acercarse tras el detective y rápidamente camina hacia él ignorando las miradas de los oficiales. El Detective Logan parpadea al verlo y se hace a un lado permitiendo que el hombre tome a Virgil en sus brazos. —¿Estás bien? ¿estás herido? ¿necesitas algo? —pregunta rápidamente apretándolo contra su pecho y tratando de revisarlo al mismo tiempo sin alejarlo demasiado.
—Sí Araña, ¿estos cerdos azules te hicieron algo? —Remus se acerca y coloca una mano en su cabello revolviendo los mechones teñidos de morado en un gesto que para cualquiera resultaría fraternal, pero Virgil reconoce como una forma de asegurarse que efectivamente está bien y completo. Está por responderle a ambos que sí, que está bien y que simplemente quiere irse de ese lugar antes de que sigan metiéndose bajo su piel, cuando los ojos de Remus se desvían al Detective Logan y una sonrisa que él y Roman solían describir como ''predadora'' se extiende por sus labios.
—Hola, ¿qué hace un bocadillo como tú en un lugar tan nefasto como este? —dice acercándose al Detective, quién parpadea confundido por el intercambio que se había dado lugar frente a él.
—¿Bocadillo?
—Remus, por todo lo que es sagrado, no —protesta Roman dramáticamente dejando ir a Virgil finalmente, pero tomando su mano inmediatamente para asegurarse de forma inconsciente de que nadie se llevara a su amigo nuevamente.
—¿Qué? —el hombre se gira a ver a su hermano frunciendo el ceño, ambos mirándose directamente a los ojos como si tuvieran una completa conversación con ese gesto y la interacción tan familiar hace que el resto de los nervios que lo habían estado dominando se derritan en Virgil permitiendo que su mente finalmente se aclare—. Bien, bien, me calló —dice Remus cruzándose de brazos y alejándose del Detective.
—Ok niños, ¿podemos irnos ya? —Virgil sonríe ligeramente jugando con el borde del suéter con su mano libre.
—Por supuesto pequeña tormenta —concede Roman apartando la vista de su hermano para sonreírle a su amigo apretando su mano antes de soltarla para poder enlazar sus brazos. El hombre, dramático como siempre, se gira hacia el resto de los oficiales haciendo una pequeña reverencia—. Hasta luego queridos oficiales.
—Nos vemos en el infierno —agrega Remus agitando su mano riendo ligeramente ante la mirada molesta que recibe a cambio de todos los presentes, pero regocijándose simplemente en la mirada curiosa que el detective que había liberado a su arañita le dedica. Camina tras Roman y Virgil que se adelantan hablando entre susurros, pero antes de salir se gira hacia el detective mirándolo con ojos brillantes—. Hey precioso, deberíamos encontrarnos tu y yo, podrías hacerme todas las preguntas que quieras mientras los dos estemos en una superficie plana sin nada de ropa.
—¡Remus! —grita Roman, quien parece haber escuchado lo que dijo, seguido por la risita de Virgil cuyos ojos finalmente parecen haberse aclarado por completo del pánico que los había estado nublando hasta ese momento. Satisfecho con distraer a su arañita, a pesar de la interrupción de su hermano, le guiña un ojo al detective lanzándole un beso antes de girarse y correr para alcanzar a los otros dos y juntos volver a casa.
Por su parte el Detective Logan los ve marcharse, confundido por el cambio que parecía haberse dado en el joven Archer desde el momento en que fue sacado de la sala de interrogatorios, los coqueteos de un hombre al que no había conocido hasta ese momento, y las emociones que dicho coqueteo le había hecho experimentar, pero no se va a detener a analizar eso aún muchas gracias. Suspira quitándose sus lentes para poder presionar sus dedos contra sus ojos, pensando en como le va a explicar a su superior que dejó ir al esposo del sospechoso en un arranque de simpatía.
Virgil mira la puerta de la oficina de su esposo respirando hondo para calmar los nervios que empiezan a invadirlo ante la perspectiva de explicar lo que había sucedido; había logrado calmarse por completo mientras terminaba lo que debía hacer en el pueblo con ayuda de los gemelos y estos le habían asegurado que su esposo no estaría molesto, no era su culpa que los ''cerdos azules'' hayan ido tras el eslabón menos protegido en palabras de Remus, pero ahora las cosas se veían diferentes. Nunca antes había ido a parar a la estación de policía, nunca antes había interactuado con ninguno de los oficiales aparte de saludos pasajeros en el mercado y ahora está seguro que cada vez que vaya al pueblo iban a detenerlo.
¿Y sobre terminar el interrogatorio? ¿el Detective Logan lo arrastraría de nuevo a la estación y esta vez no sería tan amable por hacerle perder el tiempo? ¿lo haría el Detective Smith o alguno de los oficiales con ordenes de usar a fuerza si se negaba a hacerlo? Lógicamente por ley no deberían llevarlo una segunda vez sin una orden, pero todo el mundo sabía que a veces en lugares tan pequeños como esos la ley no tenía mucho peso.
—Virgil, prácticamente puedo escuchar tus pensamientos desde aquí —el hombre se sobresalta ante la voz de su esposo mucho más cerca de lo que estaría si la puerta estuviera cerrada.
Al alzar la vista de sus manos, que no había notado había estado rascando compulsivamente concentrado en la espiral de ansiedad en su mente, se encuentra a su esposo mirándolo; para su sorpresa y alivio en lugar de enojo en sus gestos puede notar preocupación. Bien, bien, podía trabajar con el hombre preocupado por su bienestar, prefería eso al enojo, aunque no estuviera dirigido hacia él, nunca dirigido hacia él.
—¿Estás bien tesoro? —el hombre alarga sus manos, desprovistas de sus casi inseparables guantes, tomando las suyas acariciando suavemente las marcas de rasguños.
—Lo siento —dice en automático suspirando cuando su esposo niega y lo jala al interior de su oficina. Se deja llevar hasta uno de los sillones, donde su esposo toma asiento guiándolo hasta que está sentado en su regazo con sus piernas colgando de uno de los brazos del sillón y los brazos de su esposo envueltos en su cintura.
—Los gemelos me contaron una parte de lo que sucedió —el hombre lo mira dejando pequeñas caricias en su costado atento a como la tensión desaparece de sus hombros lentamente—. No estoy enojado contigo.
—Lo sé Janus, no puedo evitar preocuparme —Virgil alza la vista finalmente alzando sus brazos para envolverlos en el cuello de su esposo—. Me tomó de sorpresa, y luego estuve encerrado no sé canto tiempo en la sala de interrogación, tan metido en mi cabeza que el Detective tuvo que dejarme ir porque no podía colaborar.
—Hm —Janus apoya su mentón en su cabeza moviendo las caricias hacia su espalda y jalándolo un poco más contra su pecho—, lo importante es que estás bien. ¿Qué les dijiste?
¿Qué les dijiste? Virgil repite la pregunta en su cabeza parpadeando despacio, no qué le preguntaron o de que hablaron, sino lo que pudo o no decirles a los detectives. Cierra sus ojos apretando sus brazos y repite la conversación con Logan tal y como se dio, sus palabras entremezcladas con comentarios de como se estaba sintiendo encerrado en la habitación, el miedo a que lo echaran en una celda hasta que les diera la gana de liberarlos, el terror de pensar que Janus no iría por él.
—Jamás diría nada que te ponga en peligro —agrega tomando una bocanada de aire y alejándose lo suficiente para ver a su esposo, ignorando las lágrimas que corren por sus mejillas como consecuencia de decir en voz alta su miedo.
—Y yo jamás te dejaría en un lugar como ese, Virgil —Janus alza su mano para limpiar su rostro con delicadeza, su expresión concentrada en lo que hace, pero sus ojos están llenos de una calidez que calma el latir acelerado del corazón de Virgil—, te amo mi dulce arañita, sabes que no te abandonaría a tu suerte.
—Lo sé —Virgil asiente—, lo sé, yo también te amo Jan —suspira alzándose lo suficiente para dejar un beso en los labios de su esposo, gesto que es rápidamente correspondido por el hombre, sus manos subiendo de su espalda a su cabello envolviendo sus dedos en este jalando ligeramente provocando que una corriente eléctrica lo recorra por completo.
Le alivia tanto que Janus no esté molesto, al menos no con él; al separarse del beso suspira apoyando su cabeza en su pecho acurrucándose todo lo que la posición le permite ignorando como sus piernas empiezan a acalambrarse y que se está empezando a hacer incomodo permanecer así, mientras Janus no sugiera levantarse entonces se quedará así todo el tiempo del mundo. Permanecen en silencio por unos minutos antes de que su esposo empiece a acariciar su cabello contándole en voz baja como estuvieron las cosas por allí mientras él estaba fuera en el pueblo, así como la reacción de todos al enterarse por los gemelos que había sido detenido por la policía.
Cierra sus ojos dejándose llevar por la suave voz de Janus sin registrar por completo sus palabras, deseando que todo pudiera ser así de tranquilo siempre, desea con fuerzas que Janus no tenga que hacer lo que hace para protegerlos, ni que los gemelos salieran a manchar sus manos. Desea que el brillo regrese a los ojos de Roman y que Patton no usara su amabilidad natural para hacer algo que en el fondo sabe que está mal; se acurruca más contra el pecho de Janus empezando a quedarse dormido.
No importa lo que pudiera desear muy en el fondo, jamás pondrá a su familia en peligro. Si para mantenerlos a todos a salvo, a Janus, los gemelos y Patton, tenía que hacer de la vista gorda lo hará con gusto.
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