1 | Broma de mal gusto.
—Mantenganse todos juntos, el bosque es muy grande y es fácil perderse —dice nuestra guía mientras nos adentramos al campamento.
He de decir que soy una persona que le cuesta no distraerse con facilidad, y que me siento obligada a esa petición ya que me esforce bastante para conseguir el permiso para el viaje escolar. Digo, sí, tengo dieciocho años y en teoría soy mayor de edad; digo en teoría porque mis padres son los típicos adultos que dicen "mientras vivas bajo mi techo debes pedir permiso para todo".
Y no digo que haya sido difícil, siempre fui una persona tranquila, solo tuve que firmar una hoja donde me comprometía a no separarme de mi equipo de campamento y a mantenerme fuera de los problemas.
Acamparíamos una noche y regresaríamos al día siguiente al colegio, mi reloj marca las seis de la tarde, el lugar se está poniendo oscuro gracias a la falta de iluminación por la puesta del sol, y los árboles grandes y frondosos no ayudan mucho.
—Andrea, ese celular —dice la profesora viéndonos, deteniendo la excursión—. Bien, ¿saben qué? Celulares, ahora.
Saca una bolsa de tela y la extiende hacia nosotros. Lo que me faltaba. Gracias Andrea, ahora con lo único que puedo no distraerme, ya no lo tengo.
Cada alumno pone su celular en la bolsa de la profesora, y cuando deposito el mío me doy cuenta de que reconozco uno de los teléfonos. Funda azul claro y diseño de videojuegos.
Busco a mi alrededor y finalmente me encuentro con esos ojos que deseaba con mi alma no ver nunca más. Dereck. Mi ex novio.
Algunos podrían tolerarlo, pero digamos que él y yo no acabamos en buenos términos. Bueno, ¿quién queda en buenos términos con su ex?
Debo admitir que todavía le guardo un poquito-mucho- de rencor, siempre me llamaba egoísta y exagerada, y yo siempre me irritaba con él. De tantas peleas, no sé cuál fue la que detonó nuestra ruptura.
—Nat —dice Dafne, mi mejor amiga, sacándome de la nube—, ¿ya viste?
Asiento pensativa fijando mi vista en ella.
—No sabía que los del doce también venían —digo viéndolo junto a su grupo.
—Supongo que eran tres grupos —dice Dafne en un susurro mientras seguimos caminando.
—Miren, que lindo —dice una de las compañeras y todos se dirigen hacia ella.
Me encuentro a punto de ir cuando un ruido a mi izquierda me llama la atención. Me dirijo a ver, separandome un poco de mi grupo, digo, tan solo son unos metros y solo será por unos segundos; sin embargo, puedo ver el rastro de galletas quebradas, pareciese a propósito, forman un camino frente a mi, y mi curiosidad es tan grande que me hace seguirlo.
Atravieso por aproximadamente quince árboles del bosque, la oscuridad invade mi vista poco a poco por la hora, pero saco la linterna de mi mochila y alumbro mi camino. Veo hacia atrás solo por curiosidad y puedo ver que el rastro de galletas... Ya no está.
Me alarmo un poco, pero mi pensamiento de volver desaparece al escuchar un ruido a mis alrededores, y quizá no sea la mejor idea, pero hablo nerviosa.
—¿Hola?, ¿Quién está ahí?
Nadie responde, sin embargo, el ruido se escucha cada vez más cercano, como unas pisadas. Es lo único que se escucha a mi alrededor, las voces de mis compañeros han desaparecido, ¿cuánto caminé realmente?, ¿en verdad estoy perdida?, ¿podrán al menos regañarme mis padres una vez más?
—Natalia —habla una voz de pronto haciéndome aventar la linterna por inercia al frente.
Inmediatamente me arrepiento al ver la linterna estamparse contra el rostro de Dereck, quien suelta un alarido de dolor.
—¡Auch!, oye, ¿qué te pasa?, ¿acaso estás loca? —dice molesto sobando su frente rojiza por el golpe.
Suelto una leve risa y después un suspiro enojada.
—¿Quién te manda a asustar a las personas? —le digo en defensa.
—Y a tí, ¿quién te manda a seguir un camino de galletas separándote del grupo? —me mira estupefacto—, ¿acaso crees que esto es Hansel y Gretel?
—Pero qué... —Me quedo perpleja al oirlo—, ¿fuiste tú el que lo hizo?
—Bueno, pensé que sería divertido ver tu cara al asustarte —dice con su mano aún en la frente—, pero demonios, el sorprendido fui yo.
—Bueno ya, te lo ganaste, ahora dime cómo volver porque ya nos alejamos mucho del grupo —le digo molesta.
—¿No seguiste el camino? Es solo ir de vuelta.
—Ay, vamos Dereck, ¿vas a decirme que no las quitaste a propósito como parte de tu broma? —Jadeo incrédula.
—Yo no las quité —dice con un rostro serio— viendo hacia atrás—, se las habrá comido un animal.
Le miro levantando las cejas sin poder creerlo, pero comienzo a preocuparme cuando veo que no está bromeando.
—Maldición —susurra de nuevo frotando su nuca.
—¿Me estás diciendo que no sabes cómo volver? —digo molesta—, ¿Es parte de tu broma también?
—Te lo juro que estoy siendo honesto.
—Si claro, un hombre honesto —susurro irónica—, sobretodo mi ex.
Busco en mis bolsillos mi teléfono, y recuerdo que no lo tengo. Y le miro preocupada. Bajo mi mochila al suelo y comienzo a buscar una brújula, pero tampoco la tengo, nuestra guía apenas nos iba a explicar cómo usarla.
Saco algunas cosas de la mochila, tratando de buscar algo que ayude, un paraguas, mi botella de agua, una soga.
Veo molesta con lágrimas en los ojos a Dereck y veo cómo solamente porta un paraguas en su mano. La noche ha caído completamente y sin darme cuenta, el aire frío comienza a envolverme. Hago la linterna hacia todos lados con esperanza de que alguien nos vea, pero nadie llega. Trato de gritar pero en eso Dereck me detiene.
—No sabemos qué animales haya, no grites —susurra tomando mis cosas y cargandolas nuevamente a la mochila—, lo mejor será resguardarnos en lo que alguien nota nuestra ausencia.
Entonces, sin dudarlo, desenvuelvo la carpa quitandola de mi mochila al escuchar un ruido cerca y tratamos de armar la carpa de manera rápida, aún con la tensión entre ambos.
—No va así, ¿jamas habías armado una carpa o qué? —me quejo en un susurro arrebatándole uno de los ganchos.
—¿Tu sí? —Me mira irónico.
—Yo vi la imagen en la caja —respondo tratando de armarla por mi cuenta.
—Vamos Natalia eso no es suficiente —se queja y comenzamos a forcejear.
—Ay, ¡Eres insoportable! —digo molesta.
—Y tu eres una egoísta —me dice de vuelta.
—¿Egoista? Si por tu culpa mira dónde estamos —me quejo nuevamente mientras le miro.
El aire frío nos invade, la lluvia empieza a caer; él toma el paraguas y lo pone sobre nosotros.
—Solo quería hacer una broma... Lo siento Nat —susurra con seriedad.
—Sabes bien que una disculpa no... —Él me interrumpe ahora.
—Escucha, me equivoqué, lo siento —susurra mientras me mira—. Merezco los peores insultos, no hice bien las cosas, entiendo. Pero necesitamos cooperar para resguardarnos.
Le miro en silencio, aún molesta. Odio que tenga razón, siempre odié esto de la misma manera. Armamos la carpa en cuestión de minutos y dejando los paraguas afuera entramos en ella con mi mochila.
—¿Y tus cosas? —pregunto en un susurro.
La lluvia sigue callendo, y no es algo que logre no intranquilizarme, la carpa es térmica, pero de igual forma siento como si en cualquier momento me fuera a caer el agua helada sobre el cuerpo.
—Las tiene Rubén... —susurra—, solo trajimos una mochila para los dos.
—Pensé que odiabas los campamentos —susurro de nuevo tendiendo una manta sobre el suelo de la carpa, arreglando un lugar lo suficientemente cómodo para pasar la noche.
Él no responde, sin embargo me ayuda a acomodar el lugar. Encendemos la linterna y la ponemos entre nosotros cuando terminamos de arreglar todo, mientras nos miramos en silencio unos minutos.
—Los odio... Pero Rubén insistió —susurra.
—¿Viniste solo por él? —pregunto.
—Necesitaba distraerse, pero no tenía permiso sin un acompañante —responde.
De pronto siento hambre, así que saco de la lonchera de mi mochila dos platos con pasta y mi termo de chocolate caliente.
—¿Quieres comer? —pregunto en un susurro nerviosa.
Después de segundos me arrepiento, al ver que el otro cubierto no está dentro de mi mochila, y recuerdo que Dafne lo tomó al inicio del viaje para comer su desayuno.
—Claro —Sonríe.
—No, olvidalo —susurro escondiendo mi cubierto.
—Oye, no puedes ser tan grosera —me dice quejándose.
—Ay, pues solo hay un tenedor, y es mío —le respondo nerviosa.
Dereck comienza a reír mientras me mira, y el escuchar su risa de nuevo, me hace sentir que el tiempo se detiene. Le miro tan alegre y muchos de los recuerdos que tenemos juntos llegan a mi mente. Como la vez de nuestra primera cita, nuestros paseos y pláticas aburridas y sin sentido que nos mantenían felices por la madrugada.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunto en un susurro.
—Tú —me responde sonriendo con nostalgia—. No has cambiado nada...
—Pues ni que fuera las estaciones del año —susurro.
—¿Recuerdas cómo te conocí? —Sonríe mientras me mira—. Te tiré por accidente tu comida y me hiciste comprarte algo de comer, y una bebida bonus por el coraje.
Sonrío tiernamente al recordarlo, las sensaciones de ese día siguen intactas al recordarlo.
—Eso te pasa por descuidado —susurro mientras le miro. Siento mis mejillas arder nuevamente y ese sentimiento de no poder dejar de sonreír se plasma de nuevo en mí.
—Pero si tu fuiste la que chocó conmigo, yo estaba recargado en la puerta del salón.
—¿No se trataba de convivir en armonía mientras salimos de esta?, ¿Quieres pelear a caso por quién tuvo la culpa? —Le miro sonriendo tímidamente.
—Ya sabemos que fuiste tú, siempre eres distraída.
—Eso es mentira —me defiendo.
—Mira dónde estamos... Por tu curiosidad y fácil manera de distraerte.
Me quedo en silencio un momento, quizás es cierto, pero al menos... Me da gusto tener su compañia y no la de un completo desconocido.
—Eso es lo que me encantaba de ti —susurra sonriendo—, bueno... No es que ahora lo odie.
Entonces, lo veo acercarse poco a poco. Me quedo en silencio sin saber qué responder, su sonrisa sigue intacta y yo todavía siento el ardor en mis mejillas; me pongo aún más nerviosa al sentir su mano sobre una de ellas, mientras la avaricia lentamente haciendo que todos mis sentidos me traicionen.
—Dereck —susurro nerviosa sin moverme.
—Eres igual, e incluso más linda cada día Nat —susurra a solo unos centímetros de mi—, ¿estás saliendo con alguien? Porque no me extrañaría que...
Un trueno me hace brincar asustada, cayendo como una chica boba de un cliché, directo a sus brazos. Me separo inmediatamente nerviosa, y él me toma de la mano deteniéndome, aún sonriendo.
—No pasa nada —susurra viéndome—, no te va a pasar nada.
—Deja de hacer eso —susurro molesta con un poco de tristeza.
—¿Qué cosa estoy haciendo? —pregunta confundido.
—Eso de hablarme lindo, Dereck, eres mi ex novio, no está bien.
—Pero... —lo interrumpo antes de que pueda continuar.
—Tú decidiste terminar conmigo, no querías nada serio, y créeme que me dolió —susurro—, no intentes jugar conmigo así.
—No estoy jugando contigo Natalia —Me mira con seriedad soltando un suspiro—. Sé que hice las cosas mal, que fue inmaduro de mi parte; temía lastimarte por ignorar lo que sentía. Porque me causa temor que seas mi punto débil.
No digo nada, solo le miro mientras siento que mis ojos se inundan de lágrimas, y aunque trato de evitarlo logran escaparse y resbalar por mis mejillas.
—Lo siento —susurra nuevamente sin soltar mi mano—. Sé que te lastimé quizá más de lo que debía, y sé que merezco que me odies y jamás en tu vida quieras verme, aún después de esta situación.
—Dereck basta —susurro con tristeza.
—Sé que ni siquiera merezco otra oportunidad —me dice triste—, pero Natalia... Por favor necesito que me perdones.
Suspiro pesadamente sin quitar mi vista de sus ojos, no digo nada por un breve momento. No quiero caer de nuevo... En verdad Dereck me gusta mucho, es un chico que además de guapo siempre fue muy lindo conmigo.
—No puedo hacer esto —dijo Dereck ese día de nuestra última salida.
—¿Qué cosa, amor? —Sonreí mientras le veía.
Tenía un rostro cansado, parecía que no hubiese dormido nada, aunque durante toda la hora me había dicho que sí. Nos encontrabamos en el parque aunque habían pronosticado lluvias más tarde, teníamos ganas de vernos y decidimos pasarla en el kiosko del lugar por si comenzaba a llover.
—Debemos terminar —dijo de pronto, dandome un golpe emocional.
—¿Qué? —pregunté atónita, nerviosa.
—Nat, tengo muchos problemas, no puedo hacerme cargo de una relación.
—Pero dijiste que...
—¡Sé lo que dije! —habló de pronto molesto haciendome sobresaltar—. Soy humano, cometo errores, no debi salir contigo en primer lugar.
—¿Estás diciendo que te arrepientes? —pregunté con lágrimas en los ojos.
—Si lo ves de esa forma —dijo en un susurro antes de levantarse del suelo y salir del kiosko, dejandome sola en el parque.
—Si te odio —susurro con tristeza—, pero no para desear no verte nunca Dereck.
—Menos mal —Ríe levemente mientras me mira.
—Te odio porque me lastimaste —digo con indiferencia, aunque es lo último que podría sentir en este momento.
—No sabes cuánto me arrepiento de haber dicho lo que dije ese día —susurra triste—, en verdad, nunca dejé de amarte Nat.
Me quedo en silencio mientras observo sus hermosos ojos que siguen logrando impnotizarme, mientras veo cómo se acerca lentamente a mi, cerrando aquel espacio que nos separa de manera tranquila e indecisa.
Siento su mano sobre mi mejilla y en cuanto menos lo pienso, se encuentra frente a mi, a pocos centímetros de mis labios. Él me mira a los ojos, tal parece esperando alguna señal para continuar; me encuentro muy nerviosa, pero a pesar de ello, el sentimiento de tenerlo nuevamente cerca, sentir su tacto, ver sus ojos viendo los míos con atención y sonreírme sutilmente hace que sin pensarlo dos veces, cierre los ojos de manera tranquila.
Sus labios chocan con los míos de manera suave y tierna, mil emociones recorren mi cuerpo una y otra vez de una manera rápida; amor, tristeza, nostalgia, nervios, felicidad. Al pasar alrededor de unos diez segundos, se separa lentamente sin dejar de verme a los ojos con esa hermosa sonrisa que logra atraparme de nuevo.
—Dereck —susurro nerviosa y soy interrumpida por él antes de que pueda decir algo más.
—Di lo que quieras Natalia —Sonríe levemente—, pero sé que te gustó y que lo seguiste por algo.
Antes de poder decir algo más escucho la voz de mi mejor amiga fuera de la carpa de campamento.
—¡Natalia, ¿estás ahí dentro?
—¿Dereck? —Se escuchó la voz de Rubén, su amigo, de igual forma fuera de la carpa.
Fue entonces cuando notamos que había dejado de llover, inmediatamente salimos de la carpa, las estrellas iluminaban el cielo, hasta parecía que nada de lluvia había caído.
—Natalia, nos asustaste mucho —dijo mi mejor amiga abrazandome.
—¿No dí las indicaciones claras? —dice nuestra guía molesta—, recojan todo y vámonos que los demás nos esperan.
Entonces comenzamos a guardar todo en mi mochila, Dafne me ayuda a guardar las partes de la carpa mientras Rubén y Dereck la desarman.
—¿No me vas a contar? —me susurra sonriendo.
—¿Eh? —digo divagando.
—¿Se golpearon? No te veo moretes, tampoco te veo nerviosa, dime qué pasó —exige en un susurro mientras terminamos de guardar todo.
—No pasó nada —miento en un susurro, avergonzada.
Y en eso, Dereck y yo chocamos miradas, mientras que nadie lo sabía, nosotros seguíamos amandonos como el primer día.
—¿Te comiste nuestro aperitivo? —me reclama Dafne indignada.
—Estaba rico —dice Dereck llegando hacia nosotras.
—¿Pasa algo de lo que no me he enterado? —indaga nuevamente ella mientras me mira levantando una ceja.
—No —respondo nerviosa tomando mi mochila, la cual inmediatamente siento que me quitan de la mano.
Nuevamente él.
—Yo la llevo para que no se cansen —Me sonríe amablemente.
—No confío en ti Dereck —dice Dafne con los ojos entrecerrados, antes de verme a mi.
—Está bien, es su culpa, déjalo que cargue —digo en un susurro, molesta.
Dereck ríe mientras comenzamos a caminar en silencio hacia el lugar del campamento, con ayuda de la guía, mientras que Dafne y yo nos enviamos miradas y sonrisas que le dan a entender algo de lo que sucedió.
De pronto me detiene unos segundos y me toma del brazo para susurrar.
—¿Se besaron? —dice sonriendo.
Asiento levemente un poco sonrojada.
—¿Qué te dijo? —insiste en un susurro.
Dereck voltea a vernos y yo simplemente sonrío a Dafne mientras sigo caminando, dedicandole una mirada de "Después te cuento".
2787 palabras
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro