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Capítulo 2

<< Jamás había visto un humano como él. Era tan lindo y guapo. >>

Eso pensaba mientras cepillaba mi largo cabello. Sonreí sin evitarlo y no dejé de recordar esos profundos ojos celestes como el mar donde vivo.

_ Tengo que verlo, esta noche. La isla será nuestro encuentro. Ya sé cómo llegar hasta ya - sonreí con ilusión - Él estará en la arena, yo nadaré para llamar su atención y entonces yo...

_ ¿Llamar la atención de quién? – el aliento se me agudizó.

_ Lina...

_ Mi tonta hermanita - nadó hasta mi en el tocador - ¿En qué lio te has metido ahora?

_ No me he metido en ningún lío, Lina.

_ ¿Entonces mis oídos oyeron mal? Porque escuché perfectamente que querías llamar la atención de alguien ¿De quién será? ¡¿De un muchacho?!

_ Eh yo...

_ ¡Oh, no lo puedo creer! ¡Mi hermanita pequeña se ha enamorado! – me puse nerviosa.

_ No es eso, es solo que...

_ No me mientas, Ángela. A papá lo puedes engañar, pero a mí no. Sé que hoy conociste a alguien muy especial, o si no, no te hubieras demorado tanto en regresar.

_...

_ Dime quien es, Ángela, si no quieres que se lo diga a papá–me vi casi delatada frente a ella.

_ No te atreverías, no...

Fotografiaba unas rosas en su jardín, cuando suspiró pensativo. Se volteó hacia el mar y volvió a recordar a aquella mujer. Recordó su "aleta rosa" y volvió a quedar anonadado.

_ ¿Sería posible?... ¿Una sirena?

Deseaba volver a verla a toda costa. Miró su cámara y volvió a mirar el mar. Recordó la última letra de la canción que había escrito, la que había llamado por "Pictures" y sonrió ilusionado.

Salió a mitad de la noche de su casa y caminó hasta la oscura y desierta playa.

No vio absolutamente a nadie y sintió una enorme paz. Miró el cielo y se sentó en la húmeda arena.

Las olas iban y venían frente a él y las miraba con serenidad. Esperaba y anhelaba ver a aquella misteriosa sirena. Esperaba solo a verme a mí...

Nadé a toda costa, fuera de mi hogar, con ansias y deseos de solo volver a ver a aquel misterioso y guapo hombre, cuando Lina me sorprendió...

_ ¿A dónde crees que vas Ángela? – la miré con pánico.

_ Lina...

_ ¿Vas a juntarte con él cierto? Con el muchacho que conociste.

_ Es no es cierto, Lina.

_ Entonces ¿A dónde vas tan urgida a medianoche?

_ Sabes que ya no soy una niña. No tengo porque darte explicaciones. Fuera de mi camino...

Nadé por su lado y ella me tomó bruscamente del brazo, impidiéndome que saliera...

_ Pero ¡¿Qué haces Lina?! ¡Suéltame! ¡Suéltame por lo que más quieras! – temí lo peor, el de no poder ver a mi misterioso hombre.

_ ¡¿Crees que porque eres la consentida de papá harás lo que se te venga en gana?! ¡Estás muy equivocada! ¡Y esto lo sabrá papa!

_ ¡Lina, por favor!

_ ¡Ahora él sabrá la clase de hija que tiene! ¡Vamos!...

Esperando y esperando, veía ir y venir las olas frente suyo y dio un suspiro. Miró el cielo oscuro y volvió a mirar el profundo mar. Pensó en aquella extraña mujer y solo deseó que pronto apareciera, con su aleta rosa, nadando hacia él y siguió aguardando...

Corrió un fresco viento y miró una vez más el lejano y profundo mar, pero no la vio a ella, y desanimado, se levantó de la arena y regresó desilusionado a su casa.

logré escabullirme de mi habitación y nadé lo más rápido que pudieron mis aletas, pero ya era muy tarde. Salí a la superficie, pero no se encontraba aquel guapo sujeto.

Mi plan había fallado por culpa de Lina.

Se me llenaron los ojos de lágrimas de tan solo no haber logrado ver a aquel humano y no comprendí la razón de aquel extraño sentimiento de tristeza en mi interior. Desilusionada regresé a mi hogar.

Cepillaba mi largo cabello, rubio en mis puntas, y mientras lo hacía, sonreía llena de sueños locos. Anhelaba solo volver a verlo.

Movía con entusiasmo mi aleta rosa y solo deseaba que él por fin me viera y los dos nos conociéramos al fin.

El día había amanecido gris, a punto de llover, y él decidido. Se podía decir obsesionado con la idea, emprendió camino nuevamente hasta la playa, sin dejar de oír los fuertes reproches de su pareja.

Me alistaba frente al espejo y mis dos hermanas me miraron con extrañeza. Yo ignorándolas, tomé una rosa blanca y la coloqué en mi cabello.

<< Tengo que verme bonita para él. >>

Eso pensé con ilusión y algo me decía que ese día si lo vería y sonreí de felicidad.

Nadé por el lado de mis dos hermanas y no me importaron sus comentarios. Lina frunció el ceño.

<< No cabe duda, aquella enorme argolla le pertenece a ese hombre. >>

Eso pensé llena de risitas mientras nadaba con brincos por el pueblo acuático.

_ Debo devolvérsela, así él podrá verme y por fin nos conoceremos...

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