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Capítulo 17

La ciudad era inmensamente grande, con centenares de edificios y calles, además de mucha gente.

Miré asombrada a mí alrededor y me alegré un poco.

Miré a unas personas pasar por mi lado y pensé, que tal vez, Joey, debía de estar viviendo en un sitio parecido a ese y sonreí. En eso, Mina y Sam me llamaron para que entrara junto con ellos al museo.

Corrí hacia ellos y me tropecé. Aún no me acostumbraba a usar calzados femeninos. Ellos me sonrieron.

Miré mis sandalias rojas y temí de volver a tropezarme, y Mina, atenta, tomó mi mano y entramos al museo.

Me quede boquiabierta al entrar a aquel lugar. Era mucho más grande por dentro, que por fuera y quedé fascinada. Sam y Mina me miraron y se sonrieron.

Vi con atención una hermosa pintura y me acerqué a mirarla...

Jamás había visto algo así en mi mundo y me pareció de lo más encantador y divino. Era una casa situada a una esquina del mar; en cuanto la miré con más detención, quise tocar el raso, pero leí abajo que estaba prohibido y solté un suspiro.

No podía dejar de mirar aquella pintura y Mina se me acercó...

_ Vamos Ángela. Hay muchas más pinturas, que de seguro te fascinaran, tanto como esta.

_ ¿Y Sam?

_ Ya se fue a trabajar. Ahora vamos a ver más pinturas ¿De acuerdo? – le sonreí.

_ Está bien. Solo déjame ver esta un minuto más y te sigo.

_ Bueno...

Volví a sonreírle y me centré otra vez en aquella sorprendente pintura. La miré con detención; miré de nuevo la pequeña casa, junto con todo el enorme mar, que la rodeaba, y recordé a Joey. Abrí los ojos abruptamente.

Aquella casa en la playa, el mar, la isla. Aquella pintura era exactamente igual a donde Joey, de seguro, vivía antes de marcharse. Esa pintura se reflejaba en nuestra historia, la que había fracasado.

De pronto, el pecho se me apretó; me dolió el corazón y perdí el equilibrio y caí al suelo.

Mina se alarmó al verme en el suelo y corrió a socorrerme.

Me quedaba poco tiempo.

_ ¡¿Qué pasa, amiga?! ¡¿Estás bien?!

_... Descuida... Estoy bien...

_ ¿Segura? Si quieres nos regresamos al pueblo.

_ No... No quiero que te regreses y no veas a Sam por mi culpa.

_ Pero, Ángela.

_ No te preocupes por mí... Ya me siento un poco mejor.

_ ...

La exposición había comenzado, el museo estaba repleto de celebridades importantes, periodistas y fotógrafos, y él desanimado, suspiró agotado de tener que vivir otra vez en aquel mundo, colapsado de gente falsa y malos comentarios.

Fotografió a una excéntrica pareja, luego fotografió dos nuevas pinturas, que estaban en exhibición.

<< ¿Por qué rayos sigo en esto? >>

<< Si por más que lo intente, no puedo sacarte de mi cabeza, mi hermosa. >>

<< No puedo. >>

Hundido en aquel pensamiento, se llevó las manos a su cabeza y su jefe, molesto, lo llamó para que fotografiara la siguiente pintura.

Cansado, y un poco enfadado, enfocó la cámara a aquella pintura y abrió los ojos de impresión. Bajó la cámara y miró fijamente aquella pintura, la que reflejaba a una sirena, de aleta rosa y de largo cabello almendrado. Tenía unos grandes ojos, miel.

Su jefe más se irritó.

_ ¡Joey! ¡¿Qué rayos esperas para fotografiar la pintura?! ¡Fotografíala, fotografíala de una buena vez!...

Atónito, se acercó a aquella pintura, y la miró asombrado y con sentimiento. Se llenó de

Recuerdos, y sin evitarlo, pasó su enorme mano por aquel raso. Tocó el largo cabello almendrado de aquella sirena.

Sam fotografiaba a otra pareja de excéntricos, que posaban con una de las tantas pinturas y volteó para vernos y se impresionó al ver a Joey frente suyo, quien estaba fotografiando otra pintura.

_ ¡Es Joey! Ángela. Tengo que ir a buscarla...

Mirábamos entretenidas un pasillo repleto de pinturas y Mina me miró.

_Quiero ver a Sam ¿No te importa si te quedas un momento sola?

_ No, tranquila, ve. Yo caminaré un rato más por este pasillo. Tal vez, así me acostumbre más rápido a estas sandalias.

_ Buena idea. Volveré en seguida...

Mina, buscó a Sam y vio que había mucha gente y pensó que yo podría perderme. Prefirió devolverse y justo Sam la detuvo.

_ ¡Mina!¡ ¿Dónde está Ángela?!

_ ¡¿Qué te pasa, Sam?!

_ Joey está aquí. Hay que avisarle a Ángela.

_ ¡¿Qué?! ¡¿Estás seguro?!

_ ¡Sí! ¡No hay tiempo! ¡Hay que decirle a Ángela!

_ ¡Vamos a buscarla!...

Me había sentido incomoda de ver a tanta gente y preferí buscar la salida. Esperaría a mis amigos afuera.

Pasé frente a unas pinturas, y las miré por un momento...

No lograba encontrar la salida y seguí buscándola, cuando de pronto se me salió una sandalia. Me detuve a colocármela.

Había regresado de tomar aire fresco y fotografió un par de pinturas más...

Serio y más que cansado, Emma se le acercó por detrás y le cubrió los ojos. Él soltó un suspiro con pesadez.

_ Hola, Joey. Qué guapo te ves así trabajando.

_ Hola, Emma.

_ Amor, deberías darte un descanso. Se nota que no has parado en toda la noche.

_ Ahora no Emma, estoy trabajando – ella frunció el ceño.

_ ¡¿Cuándo dejaras de evitarme, Joey?! Ya estoy harta de que sigas pensando en esa supuesta mujer y no veas que yo si existo para ti.

_ Emma. Yo jamás te he dado motivos, para lo que tú supuestamente sientes y jamás te los daré.

_...

_ Ahora te voy a pedir que me dejes seguir trabajando y que no vuelvas a acercarte a mí.

_...

Emma descolocada, se enfadó...

Caminaba rumbo a otras pinturas; me había sacado las sandalias, y seguía sin encontrar la salida, y de pronto vi a Joey del otro lado y me paralicé por completo. Mi corazón y alma vibraron al instante. Era Joey, mi adorado Joey. Estaba tan lindo, pero lucía serio y concentrado.

Emocionada, quise correr hasta sus brazos y decirle cuanto aún lo seguía amando y extrañando, pero él no se dio cuenta de que yo estaba ahí y una guapa mujer lo besó. Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se congeló de dolor y de traición.

Enfadado, empujó a Emma y ella lo miró descolocada.

_ ¡Detente, Emma!

_ ¡¿Qué te pasa, Joey?!...

De pronto, él miró al frente y abrió los ojos de impresión al verme. Sus ojos le brincaron de amor y de sorpresa al ver que yo tenía piernas y que ya no era una sirena.

Yo más que triste, y destruida, lo miré con decepción y las lágrimas me corrieron por las mejillas.

Joey se percató de que yo lo había lo había visto besarse con aquella mujer y corrió por mí, sin importarle Emma, pero yo no quería verlo.

Traicionada y dolida, quise huir de él y me retrocedí con mi rostro empapado de mis lágrimas dulces. Él las pudo ver.

_ Ángela, espera por favor.

_ No, aléjate de mí. No quiero volver a verte nunca más, Joey.

_ Mi amor, mi dulce Ángela. No es lo que piensas...

En eso llegaron mis amigos Sam y Mina y nos vieron anonadados, mientras que Emma se reventó de celos y humillación frente a Joey.

Él sujetó con delicadeza mis brazos; no pretendía el dejarme ir y yo lo miré con desilusión y dolor. No podía dejar de llorar y comenzó a dolerme muy fuerte el pecho y caí sin fuerzas al suelo y a Joey se le escapó un grito desesperado. Mis amigos se alarmaron.

_ ¡Ángela!...

Acomodó mi cabeza en sus piernas y yo llorando, Joey también comenzó a hacerlo. Mi tiempo había terminado.

Miró mis piernas. No comprendía como yo ahora era una mujer y no sirena; acarició mi rostro mojado por las lágrimas y presintió que yo moriría.

_ No mi Ángela. Mi amada Ángela. Yo te amo, te sigo amando más que a mi vida – respiré entre sollozos y acaricié su suave mejilla.

_ Yo también te amo, Joey.... Nunca dejé de amarte. Por eso vine a buscarte...- tomó mi mano con cariño y me miró hundido en las lágrimas.

_ Mi amor, no me abandones. Tú eres mi razón por la que sigo aquí, vivo, y ahora que por fin nos hemos vuelto a encontrar, no me separaré de ti nunca más.

_ Joey...

_ Te amo, Ángela. Te amo demasiado.

Joey seguía amándome y le sonreí emocionada, pero presentí, y temí, que me iría de todas formas y volvieron a cristalizarse mis ojos.

_ Mi amor... Yo también te amo y te amaré siempre, de donde esté. Siempre te amaré, mi Joey – él se quebrantó.

_ No, Ángela...

Le sonreí con mis ojos llenos de lágrimas, y despidiéndome, los cerré lentamente y él se desesperó. Tomó mi rostro, pálido como papel; se había cubierto de escamas y él miró mis piernas.

Desolado, no lo resistió y comenzó a besarme con desesperación. Deseó con anhelos y agonía que yo volviera a abrir los ojos y que no lo abandonara.

Mina lloró desconsolada y Sam la abrazó. Ambos se lamentaron y Joey no dejó de besarme.

De pronto, las escamas en mi rostro comenzaron a desvanecerse. Me volvió el color a la piel y Joey me miró anhelante. Deseaba que yo regresara y yo abrí los ojos.

Me miró perdidamente y yo le sonreí, amándolo. Me sonrió con idilio.

_ Sabía que eras tú.

Le dije emocionada y besé su mejilla. Joey me besó y me abrasó con todo su amor.

Mis dos amigos se alegraron. Ellos, los que siempre me ayudaron desde el primer momento y jamás me desampararon.

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